El amor del Zar

Da AngieRosas058

995K 74K 18.2K

Secretos. Traiciones. Odio. Venganza. Poder. Una guerra. Rencores y viejos amores del pasado. Una Reina. Un Z... Altro

Prólogo
Personajes
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Epílogo
Agradecimientos
Escena extra: "Un muerto entre las sombras."

Capítulo 65

10.4K 815 334
Da AngieRosas058

Valentina.

Nada.

Eso es lo que siento en el momento en que la mujer que está frente al espejo se mira con un vestido negro con cuello de tortuga, ocultando aún las tenues marcas que tiene su cuello tras ser lastimado pero eso no le importa ahora, nada le importa ahora.

Absolutamente, nada.

Simplemente, observo a la mujer que se muestra ante el reflejo, una que pensó que nunca más volvería ver luego de haber tenido unos meses de felicidad, una que fue arrebatada en un suspiro y pestañeo que ni siquiera tuvo tiempo de procesar todo lo que sucedió en los últimos días, pero volvía comprobar lo que siempre ha tenido en mente desde la muerte de mis padres.

Hay finales felices para todos, menos para mí.

¿Hasta cuándo voy a aprender que la vida nunca va a darme algo bonito y duradero? ¿Que siempre estaré condenada a acabar con la vida de una persona que verdaderamente me importa?

Que cuando estoy en la cima de tener mi felicidad absoluta, cuando finalmente, puedo ser feliz como creo que me lo merezco.

Todo se esfuma.

Y ni siquiera, me da tiempo de procesar la idea de que tengo que despedirme de alguien más en mi vida, porque ese era siempre el estrago que me deja luego de decidir que ya no puedo ser feliz, ahora es turno de que otras personas sean felices.

Felicidad, que debe ser mía.

Solo mía.

Mis padres, murieron en su aniversario. En ese momento, estaba sumamente feliz porque soñaba tener un amor igual al de ellos.

Mi hija nació y murió veinticinco minutos después, cuando días atrás estaba emocionada y feliz porque iba a ser una niña donde uno de mis sueños más grandes era ser madre y formar una familia.

Dimitri, murió cuando finalmente comenzaba a darle un sentido a mi vida. Donde comenzaba a creer que el poco tiempo que teníamos, tendría la respuesta para saber qué hacer con Xander y mis emociones, acerca de él desde hace ocho años.

Y ahora...

Mi esposo.

Xander, ha muerto cuando nuestra historia comenzaba a tener el final que nos merecíamos después de tanto sufrimiento. Una historia en donde finalmente, comenzaba el rumbo que siempre soñé en mi vida.

Ya nada tiene sentido ahora, ni siquiera el que yo respire.

Mis manos tocan la parte trasera de mi cuello para sacar la cadena y colgarla por encima de la tela, mis ojos detallan como su argolla de matrimonio cuelga de la plata mientras que los diamantes rojos brillan suavemente, como si ellos supieran que es un día gris y los que quedan de mi existencia, serán así hasta que me muera de una manera u otra.

Grises, oscuros y sin algún sentido a cada segundo que respiro.

Limpio suavemente como la primera lágrima se desliza por mi mejilla en el momento en que observo la sortija de mi esposo en mi cuello, una que nunca creí que podría portar por que siempre me hice a la idea de que finalmente, era nuestro momento.

Se supone que debería ser nuestro momento.

¡Es injusto!

¡Es injusto que yo esté pagando los platos rotos de mi único pecado que fue nacer!

¡Es totalmente que mi esposo tenga que ser enterrado con su familia hoy!

¡Es totalmente injusto que yo esté muriendo por dentro!

¡Es injusto que...!

Siento como las lágrimas amenazan con desbordarse de mis ojos, me obligo a mi misma a respirar varias veces para no ahogarme en el dolor y agonía que me carcome el pecho con cada segundo que pasa y no lo tengo cerca de mí, me doblo ligeramente sintiendo como si me hubieran golpeado en el estómago al punto en que me robaran la respiración.

Es injusto...

Es injusto que me lo hayan quitado.

—¿Por qué...?— murmuro con voz ahogada— ¿Por qué tú, mi amor?—

¿Por qué nadie más? ¿Por qué tenía que ser él quién pagara el precio de amarme como si no hubiera mañana?

Apoyo mis manos en el espejo al sentir un fuerte mareo que me desequilibra un momento, logro mantenerme en mis pies para no caerme con los tacones bajos en mis pies, mis uñas rasguñan el espejo en una lucha de encontrar una ancla que me permita encontrarle un sentido a mi vida en estos momentos.

Ya no está...

Mi único ancla, se ha ido.

Entonces, el dolor se reemplaza en una cólera ardiente y cegadora que lo único que deseo es destrozar cada parte del lugar hasta reducirlo a cenizas, reducir al mundo de forma en que nadie pueda levantarse y mucho menos, Darío Greco.

No me he olvidado de él.

Nunca lo haría.

No cuando me ha quitado una de las cosas que más amo en mi vida.

Mi cucciolo.

Eso es algo que no pienso perdonar y mucho menos olvidar.

Ese hijo de puta va a terminar suplicándole que lo mate y simplemente, no lo haré porque planeo joderlo el triple de lo que me ha jodido su familia.

Esa no era una promesa.

Era un juramento lleno de fuego, sangre, hielo y oscuridad que me recorre en las venas.

Un juramento que voy a hacer hasta lo imposible por golpear a esa rata, hasta que salga del escondite en el que se oculta como el cobarde que és, lo juro por el diablo que tiene a las personas que más amo, me las va a pagar.

Cada una de ellas.

Me voy a encargar que todo el legado Greco, quede extinto.

Voy a convertir a Italia y a cualquiera que sea su aliado en cenizas que van a suplicar de rodillas ante la Zar de la Bratva, que no los mate.

Ya me cansé de tener consideraciones.

La antigua Valentina Novikov, habría tenido algo de clemencia.

Ya no.

La nueva mujer que se miraba el espejo llena de rabia, odio, culpa, tristeza, furia y muchas emociones negativas que circulaban en sus ojos y sangre era la única motivación de su día a día.

No quiero paz entre mafias. No quiero que la guerra termine. No quiero alianzas.

Quiero venganza.

Quiero sangre.

Quiero miedo.

Quiero terror.

Quiero que cada Greco mire el rostro de la mujer que será la oscuridad ardiente que va a quemar todo a su paso con una frialdad mortífera, me voy a convertir en su peor pesadilla.

El diablo no negocia, la muerte mucho menos.

Yo soy ambas.

Las oportunidades de negociar, han terminado.

Es hora de pagar el precio.

Sea quién sea, cualquiera que tenga en sus venas sangre Greco...

Terminará muerto.

Vuelvo a mirarme al espejo con mis manos apoyadas en él, la oscuridad de mis ojos es reemplazada con lágrimas en el momento en que vuelvo a mirar el anillo de Xander, moviéndose suavemente en mi cuello.

—¡ARG!—

Suelto un grito de coraje y dolor bastante alto que en un acto impulsivo, estrello mi puño contra el espejo, los trozos caen a mis pies mientras que el ardor junto a la sangre sale de mis nudillos, pero lo ignoro por que en estos momentos, mi alma muerta ya no siente nada.

Estoy muerta.

Estoy vacía.

Soy una simple humana que está vagando por el mundo de manera automática, porque no ha tenido el valor de cortarse la yugular o meterse una bala en medio de las cejas para dejar de sufrir el dolor agónico que la ahoga con el paso de los días.

Es como si se hubieran metido en mi cuerpo a extraerme cada emoción y sentimiento bonito y positivo, solamente para dejarme un dolor atroz que me quema por dentro de forma lenta pero al mismo tiempo, el fuego de la venganza se eleva con más fuerza para darme un nuevo motivo para seguir adelante de manera temporal.

Solo temporal.

Después, no sé qué mierda haré con mi vida.

Las gotas de sangre que caen en mis empeines me sacan de mis pensamientos y miro mi mano lastimada por el golpe en el espejo, suspiro con cierto cansancio mirando a la nada mientras respiro profundamente, callando el dolor y agonía de mi pecho, por uno de los fragmentos del espejo, me observo.

Nada.

Está vacío.

Todo en mí, está muerto.

Entro al baño y abro el grifo con agua fría para eliminar la sangre que sale, ni siquiera me inmuto ante el ardor que me llega cuando me quito los trozos de vidrio con mis uñas. Simplemente, me concentro en curarme la mano antes del funeral, para que Remy no me diga nada al respecto.

Estoy cansada.

Cansada de que todos me miren con lástima, como si fuera su culpa de que mi esposo esté muerto. Nadie en esta casa, tiene la culpa. Solamente, la tiene ese hijo de puta cobarde al que deseo arrancarle los ojos con mis uñas, uno a uno hasta que me suplique lo deje ir.

Cosa que no haré.

Ese hijo de puta, será mi perra el tiempo que se me antoje para joderlo de diferentes maneras y no planeo que sea en un plazo de días, semanas o meses. Voy a torturarlo años completos, hasta que mi rostro sea lo único que vea en sus peores pesadillas.

Así como él, me ha jodido.

Termino de curarme la mano y antes de ponerle una venda, abro de nuevo el grifo para lavarme la cara, el agua me sienta bien antes de cerrarla para secarme. Abro el cajón de abajo para tomar la venda y cubro la herida, así los apósitos no se moverán.

Vuelvo a mirarme al espejo e inevitablemente, los recuerdos de ese día vuelven a mi mente y el asco que me recorre desde el primer momento en que ese cabrón se atrevió a abusar de mí, vuelven con más fuerza que la anterior y siento como la vergüenza, se abre paso hacia mi alma con la misma pregunta que me hecho desde que volví a mirarme al espejo.

¿Cómo pude permitir que esto pasara?

Una arcada me invade y corro rápidamente hacia el váter para levantar la tapa, expulsando todo el contenido de mi estómago del escaso desayuno que logré comer ahora en la mañana, las arcadas hacen eco en el baño pero no me importa. Sigo vomitando, hasta que siento que el asco junto a la vergüenza se han ido de mi cuerpo.

Necesito que se vayan de una forma u otra.

Cuando termino, siento como varias gotas de sudor me recorren la frente y con el dorso de mi mano, limpio los restos del vómito junto a mi saliva. Me dejo caer con fuerza al suelo, recargando mi espalda en la pared, recuesto mi cabeza en la misma mientras cierro mis ojos, cuando otro mareo me golpea.

La falta de alimento, comenzaba a hacer estragos.

Más, no puedo comer por mucho tiempo sin que el asco de los recuerdos ante las manos de esos sujetos junto a la violación que me hizo Darío, me golpeen haciendo que expulse el contenido de mi estómago.

Luego de un par de minutos, vuelvo a recomponerme. Abro el grifo de nuevo para lavarme los dientes, cuando termino, tomo la botella de vodka que tengo aquí para abrirla y darle un profundo trago, siento como el ardor me quema en la garganta pero lo ignoro.

Estoy casi segura de que podría escuchar las voces de todos los hombres que viven en la casa, decirme que esta rutina de mierda va a matarme.

¿Saben una cosa?

Me vale una auténtica mierda, en realidad.

Sí llego a morirme, mejor para mí.

Podré estar con él.

Sin dolor, sin sufrimiento y sin nada que nos impida ser feliz.

Solo nosotros.

Dejo la botella de lado para volver a observarme al espejo, cambio mi mirada hacia el otro costado del lavabo y trago saliva con cierta renuencia mientras tomo el arma descargada junto al cartucho y la única bala que está afuera, mirándome como desde hace dos días desde que fui a reconocer el cuerpo de mi esposo.

Quería creer que era mentira.

Realmente, deseaba creerlo.

Más...

No lo era.

Xander, está muerto y yo estoy sola sin él, luchando con la constante agonía y dolor que me carcome el alma junto a mi corazón muerto, mis ojos se llenan de lágrimas pero me obligo a apartarlas.

Miro el arma en mis manos y de manera automática, comienzo a cargarla. Coloco la única bala en el cartucho, adentro el cartucho y recargo el tambor para dejarla en la palma de mi mano donde la miro por un par de segundos de forma fija, el mismo pensamiento de hace dos días circula por mi mente.

Solo bastaría con jalar el gatillo.

Solamente bastaría una bala.

Solo una.

Y todo este dolor...

Se iría.

Yo podré dormir en paz en el infierno.

Ya no tendré pesadillas como las que tengo desde hace una semana.

Podré ser feliz con mi familia.

Solo basta esto...

Una bala.

Solo una.

Y todo, terminaría para mí.

Paz.

Es lo que deseo.

Lo único que deseo en estos momentos.

Finalmente, después de unos cinco minutos dejo caer el arma a mi lado para tomar la botella con fuerza y darle un trago profundo, niego para comenzar a reírme secamente antes de soltar una carcajada llena de un vacío oscuro y profundo, las lágrimas se deslizan por mis mejillas para observar el arma.

No dudo en volver a reírme, le doy otro trago profundo a la botella.

—Soy una puta cobarde. Ni siquiera, soy capaz de meterme una bala en la cabeza para que finalmente, pueda dormir en paz— hablo hacia el reflejo, golpeo una de mis uñas en él— pero...¿siempre lo fuimos, no? Siempre fue así, Valentina Novikov. Y es algo que no podemos cambiar...— bebo de nuevo— lo cobardes que somos, porque creemos que tenemos el tiempo suficiente para vivir nuestra vida con las personas que amamos...—

Sí, ya no había duda.

¿Para qué me sigo mintiendo?

Soy una cobarde.

Siempre lo he sido.

Dos toques en mi puerta me sacan de mis pensamientos y mi discusión conmigo misma, me obligo a mi misma a dejar la botella de lado para salir del baño y abrir la puerta, no me sorprende al encontrarme a Salvatore del otro lado con una expresión lúgubre al igual que las de todos los hombres de esta casa.

Asiento en su dirección, sin mostrar alguna emoción de mi parte, pero sé que nota mis ojos hinchados por retener las lágrimas, tiene la decencia de no decirme nada. Habla en tono neutral, aunque puedo detectar el dolor en su voz.

—Estamos todos listos, Valentina—

Me quedo en silencio por un par de segundos, mi dedo golpea suavemente el borde la puerta mientras repito sus palabras en mi mente, el estómago se me hace nudo con miedo y pánico que se mezcla con el dolor agónico de mi pecho. Trago en seco, mis ojos se cristalizan.

Es hora.

No estoy lista.

Nunca estuve lista para algo así.

Nunca estuve lista para despedirte, mi amor.

Porque siempre estuve segura, que ambos íbamos a morir de viejos rodeados de nuestros nietos como la gran familia que prometimos ser mientras discutíamos, por quién tenía la mejor avena del asilo.

Eso ya no existe.

Y ni existirá.

Hago un breve movimiento de mi cabeza, afirmando las palabras de Salvatore antes de que hable con la voz ligeramente rasposa, mis cuerdas vocales han quedado algo dañadas luego de la intromisión de la polla de Darío en mi boca a la fuerza junto a mis gritos, el médico dijo que no era grave y que con el paso de los días, mejoraría.

La verdad, no me interesa.

—Iré por mi abrigo y bolso—

—Bien—

Cierro la puerta en su rostro para tomar mis cosas, agarro el bolso que tiene lo necesario para pasar hacia el armario y tomo uno de los abrigos largos de Xander, lo sacudo acomodando las arrugas y el aroma de su perfume llega mis fosas nasales, mis ojos se llenan de lágrimas al sentirlo.

Los cierro un momento, permitiendo que una pequeña se deslice por mi mejilla y la limpio con mi dedo pulgar.

Mi amor, te extraño tanto.

No tienes idea de cuánto, cucciolo.

Abro uno de los cajones para sacar unos lentes de sol y me los coloco de una vez, no necesito que las personas en el cementerio me vean con lástima y honestamente, no tengo ni ánimos de estar viendo rostros aburridos.

Cuando salgo del vestidor revisando que todo esté en mi bolso, me detengo un momento al pasar por el baño y mis ojos se dirigen hacia el arma que se encuentra en el piso con una sola bala, sin poder evitarlo la tomo para guardarla en mi bolso, saliendo de mi habitación finalmente.

—¿Lista?— me pregunta Salvatore.

Arqueo una ceja detrás de mis lentes de sol, a pesar de que no nos vemos realmente le dedico mi mirada más fría y mortal, antes de que me eche a reír.

—Oh, claro. Estoy lista para sepultar el cuerpo del hombre que amo, pedazo de imbécil— gruño con evidente molestia y sarcasmo, Salvatore no dice nada. Simplemente se queda en silencio, comienza a darse cuenta de la idiotez de su pregunta— dime, ¿quién mierdas alguna vez está listo para enterrar el cuerpo de la persona que amas? Exacto, nadie—

—¿Qué te pasó en la mano?—

—Nada que te importe, Greco— siseo en tono gélido.

Sin dejar que responda a mis palabras, paso por su lado caminando por el pasillo en dirección hacia la planta baja donde todos me esperan, no necesitan que diga nada por que ellos mismos se hacen aún lado para dejarme pasar, lo hago por su lado antes de salir hacia la entrada y cerrar la puerta detrás de mí con un sonoro azote.

Mi humor, va de mal en peor.

Me monto en la parte trasera del auto, miro la ventanilla por un par de minutos con los brazos cruzados y una de mis cejas se arquea al ver que es Bruno quién entra a mi lado, al frente Remy y Yerik se montan en sus respectivos lugares para ir en camino hacia el cementerio.

El trayecto hacia el cementerio es silencioso, simplemente recuesto mi cabeza en la ventanilla observando cómo el paisaje pasa frente a mis ojos hasta que el pollo decide romper el silencio, no puedo evitar escucharlo.

—No te culpo, mamá pollito— habla en tono suave, podría jurar que está sonriendo. Cierro mis ojos, la culpa me carcome pero no he sido capaz de pedirle disculpas— ¿Sabes una cosa? Sí fuera Atlas, hubiera hecho lo mismo. Quemaría al mundo y acabaría con cualquiera que se pusiera en mi camino con tal de salvarlo, así que, no te preocupes, mamá pollito. Estamos bien, nunca voy a dejarte sola—

Tengo que contener las ganas de llorar, cuando su mano logra tomar la mía y se pega más a mí, su cabeza se recuesta en mi brazo pero no hago ningún movimiento para apartarlo. Simplemente, opto por quedarme en silencio escuchando sus palabras y su dedo acaricia mis nudillos.

—No puedo decirte que te comprendo— murmura con cierto dolor, cierro mis ojos luchando contra las lágrimas— no puedo comprenderlo, pero puedo verte a ti, Valentina— trago saliva— puedo ver que ya nada para ti, tiene sentido. Puedo ver como lloras y sufres en silencio, como luchas con el dolor que te carcome por dentro mientras buscas con desesperación una salida a todo lo que está pasando— la primera lágrima se desliza por mi mejilla, la limpia suavemente— sé que has perdido las ganas de luchar, las ganas de reír o sonreír, nada tiene un sentido para ti. Y no te culpo, ninguno podría imaginar el dolor que estás sintiendo ante la pérdida de Xander...— por el rabillo del ojo, puedo notar como traga saliva— ¿Sabes una cosa?— niego— jamás has sido una cobarde, mamá pollito— me tenso un poco— eres fuerte, ¿sabes por qué?—

No.

No veo nada fuerte en mí, nada.

Ya dejé de ser fuerte, me cansé de serlo.

Solo...

Me quiero rendir, solo eso.

—Eres fuerte, Valentina Novikov— sigue con sus palabras— fuerte, por que te sigues poniendo de pie ante la situación con los pies a plomo. Y eso, es algo de admirar por que con solamente levantarte a la mañana siguiente, le sigues demostrando a la vida que no ha terminado contigo—

Lo ha hecho.

—No— responde seguro, como si pudiera leer mi mente— eres fuerte, Valentina. Y toda tu familia, estamos orgullosos del esfuerzo que es valioso para nosotros verte despertar cada mañana...—

Sus palabras se cortan en el momento en que llegamos al frente del mausoleo, veo a varias personas reunidas alrededor con rostros sombríos y oscuros al igual que el mío. Tomo una respiración profunda, Bruno, Yerik y Remy me dejaron a solas en el auto mientras proceso lo que voy a hacer dentro de unos minutos.

Voy a enterrar a mi esposo.

Realmente, estoy a punto de darle sepultura al hombre que amo.

En el momento en que lo haga...

Él no volverá.

Mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo, tengo que respirar varias veces hasta que se van y el dolor en mi pecho, empeora ante la realidad que me está golpeando con mucho dolor en el alma.

Él ya no va a volver.

Xander, se ha ido.

Todo empeora en el momento en que veo como Salvatore, Aslan, Atlas y algunos de mis hombres cargan el ataúd negro con detalles rojos en sus hombros, las lágrimas se terminan de derramar por mis mejillas y termino de limpiarlas, tengo que enfrentar la realidad.

Es hora.

Es hora de despedirme de ti, mi amor.

Finalmente, logro reunir el poco valor que me queda para abrir la puerta del auto y bajar del mismo, mis tacones clavan en la tierra mientras que cientos de pares de ojos me miran sombríamente y no los culpo, acabo de enviudar a menos de un año de mi matrimonio.

Ironías de mierda que suceden en la vida.

Remy extiende un ramo de rosas negras con lirios blancos que con dedos temblorosos tomo, trago en seco para retener las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos, subo los lentes de sol un poco para impedir que alguien vea el estado tan deplorable que en el me encuentro, aunque muchos lo deduzcan, no me interesa que me vean como una viuda a la cual debían tenerle lástima.

Me cansé de llorar.

Me cansé de sentir dolor.

Me cansé de verme vulnerable.

Me cansé de intentar ser feliz y que nuevamente, me lo quiten todo por aquello que he luchado.

Simplemente...

Me cansé.

Ocultando cada una de mis expresiones detrás de los lentes de sol, observo como todos los presentes hacen un enorme pasillo para dar paso al cuerpo de mi esposo y darme paso a mi también, siento como las piernas me tiemblan un poco antes de dar un asentimiento a los hombres para que comiencen a caminar.

Remy, Yerik y Bruno se quedan cerca de mí pero antes de que el italiano se aleje más de mí para darme espacio, estiro mi mano para tomar la suya, entrelazando nuestros dedos y sus ojos azules me miran con una pequeña sorpresa, no lo culpo.

Desde que pasó el abuso de Darío, el toque de la sociedad masculina me genera cierto asco, sé que es un mecanismo de defensa pero aún así, es una reacción que no puedo evitar pero en estos momentos, necesito un soporte en el cuál sostenerme para no sucumbir al dolor.

Ni siquiera puedo tocar a Remy y eso, que es mi padre.

Necesito una roca.

Solo por un par de minutos.

Vuelvo a tragar saliva para aliviar el nudo de mi garganta, aunque sé que no funcionará, me ayuda para articular mis siguientes palabras en una petición baja para que él, solamente me escuche.

—No me sueltes—

Una pequeña sonrisa, casi imperceptible y el agarre de su mano se afirma a la mía antes de que entrelace su brazo con el mío, sin soltar mi mano. No puedo evitar pegarme a él, Bruno sonríe un poco más antes de que sienta como deposita en un beso en el topo de mi cabeza, mis ojos se cristalizan, cuando veo sus ojos azules llenos de cariño para darme su respuesta.

—Nunca—

Asiento tenuemente, para comenzar a caminar detrás del ataúd de mi esposo. Mis pasos se sienten un poco más firmes pero al mismo tiempo, pesados. Bruno, no duda en caminar a mi lado, sin soltar ni un momento mi mano que mientras más avanzamos, aprieto más su mano para no caerme y mantenerme con algo de cordura.

—Estoy aquí, mamá pollito—

—Lo sé...— murmuro por lo bajo, se sorprende. Nuevamente, no lo culpo porque desde hace varios días que no hablo con personas, ni siquiera con ellos. Simplemente opto por quedarme en silencio— gracias, pollo—

—Siempre estaré contigo, Valentina—

Y realmente, lo agradezco aunque no lo parezca.

En el momento en que comienzo a movilizarme, las personas lo hacen detrás de mí con Remy y Yerik cuidando nuestra espalda, mis ojos se mantienen fijos en el ataúd que avanza un par de metros más adelante, todos caminamos en un silencio pesado que no me interesa romper, por que es lo que necesito.

Silencio.

Los recuerdos de la última mañana en que me desperté a lado de mi esposo, llegan a mi mente y me es inevitable, que mis ojos se llenen de lágrimas por que fue nuestra mañana habitual de normalidad antes de que sucediera toda esta tragedia.

—¡Xander!— chillo con la risa cuando sus dedos presionan mis costillas, generando cosquillas en mí— ¡Espera, no!— me retuerzo en la cama, mi esposo se ríe conmigo— ¡No he ido al baño!—

—¡Me lo debías, bruja!—

—¡Eres un llorón que no aguanta nada!—

—¡Admítelo, bruja! ¡Hiciste trampa en la partida de ajedrez anoche!—

—¡Nunca!— no dejo de reírme— ¡Es un delito que estés difamando a tu esposa!—

—¡Mi esposa es una bruja tramposa!—

—¡Y mi esposo es un parásito resentido que no sabe perder!—

Logro soltarme de su ataque de cosquillas para correr en dirección hacia nuestro vestidor, pero ni siquiera logro entrar por un par de brazos tatuados me toman de la cintura para levantarme en el aire, no dejo de reírme a carcajadas antes de que mi esposo nos lleve a la ducha.

—¡Espera...!—

—¡Ni modo, bruja! ¡Te aguantas por ser una tramposa!—

—¡Eres un mal perdedor, Xander!— la respiración se me entrecorta, no puedo dejar de reírme hasta que suelto un pequeño chillido para abalanzarme contra el cuerpo de mi esposo, al sentir el agua fría contra mi espalda— ¡Está helada, idiota!—

Xander se ríe a carcajadas que me contagia, sus manos toman con más fuerza mis muslos para que mi rostro quede un poco más alzado al suyo y sus labios no dudan en darme mi beso de los buenos días, sonrío contra su boca para enrollar mis brazos alrededor de su cuello.

—Menta...— murmura contra mis labios, río— menos mal que te lavaste los dientes antes de besarme, nena. Si no, me contagias tu aliento de animal muerto...—

—Idiota— golpeo su hombro, nos reímos— anda, mejor cállate y sigue con mi beso de los buenos días, esposo—

Una gran sonrisa se pinta en sus labios antes de que vuelva a besarme y yo me sienta en el paraíso, no dejamos de besarnos hasta que el oxígeno se nos acaba. Su frente se une a la mía, nuestras sonrisas no se borran de nuestros rostros porque después de tantos años, somos felices como siempre debimos serlo.

—Te amo, belle—

—Te amo, nena—

Amo compartir mi vida a su lado.

Ahora, mañana y siempre.

Limpio suavemente la primera lágrima que se desliza por mi mejilla, acomodo los lentes de sol de nuevo, Bruno se queda en silencio, sin decir nada de lo que acaba de ver, su mano no deja de sostener la mía con fuerza para darme un apretón, lo miro un momento antes de que me asiente hacia el frente.

—Hemos llegado, Valentina—

Frunzo ligeramente las cejas ante sus palabras para alzar la vista, contengo un momento la respiración para tranquilizar el mar de emociones que me pegan en el pecho con dolor, leo un momento las inscripciones del mausoleo, ni siquiera me di cuenta en qué momento hemos llegado.

Familia Novikov.

Los hombres que cargan el cuerpo de mi esposo se detienen en el momento en que las hago una señal, tomo una respiración profundo antes de que pedirle a Bruno que suelte mi mano un momento, sin soltar el ramo de la otra y giro mi cuerpo para quedar al frente de todos, quienes me miran con cierta expectativa pero al mismo tiempo con cierto dolor.

Respiro profundamente por segunda ocasión para calmar todo el tormento que se está formando en interior, un dolor agudo me recorre en el cuerpo pero eso no impide que me acobarde, carraspeo para llamar la atención de todos.

—Xander Novikov— la voz me tiembla un poco, pero no me rindo— fué y será uno de los Zares que ha marcado grandes cambios para la Bratva, a pesar de su corta duración demostró que al igual que todas la generaciones de los Novikov, ser un gran líder. Nunca se acobardó ante ningún reto, siempre dejó en claro cuáles eran sus metas en la vida, cuando se convirtiera en Zar— miro los anillos en mi dedo— aunque, no solamente se trataba de el Zar Xander Novikov. Si no, también de un hombre maravilloso en muchos sentidos, un hombre que no temía luchar por aquello que siempre deseaba aunque eso le costara la vida, de proteger a cada persona que creía importante en su vida— respiro profundamente, varias lágrimas se deslizan por mis mejillas, pero no me importa que me vean— mi esposo, era un hombre que merecía todo lo bueno y escaso que podría ofrecer nuestro mundo. Lucifer, sabe que es así. Por eso mismo...—

Con el temblor en mis manos, abro mi bolso para sacar el arma que solamente tiene una bala, la misma bala en la que podría haber terminado con mi vida, pero por alguna razón no lo he hecho y que en estos momentos, solamente le encuentro ese sentido a usarla para un momento como este mientras levanto mi brazo hacia el cielo.

—Todos levanten sus armas—

En cuestión de minutos veo las armas de todos arriba, apuntando en el cielo. Trago el nudo de mi garganta, mis ojos se llenan de lágrimas y los labios me tiemblan un poco, pero no doy marcha atrás aunque mi voz se escuche rota.

—¡Por Xander Novikov! ¡Que al igual que sus generaciones pasadas demostró ser digno de un puesto tan grande como lo es ser Zar!— grito con voz más rota que hace un momento— ¡Por el Zar Xander Novikov!—

—¡Por el Zar Xander Novikov!—

En el momento en que se termina la ovación, los cientos de disparos se escuchan en el cementerio, al igual que hace menos de dos años con la muerte de Dimitri, la respiración se me entrecorta un momento mientras miro hacia el cielo por un par de segundos, cierro mis ojos al sentir como otra lágrima se desliza por la esquina de mis ojos.

Espero que desde donde sea que te encuentres, mi amor. En la luna, estrellas o en el infierno, veas todo lo que hemos hecho por ti, porque te lo mereces.

Y mereces mucho más, Xander.

Siempre mereciste mucho más, mi amor.

Intento detener el temblor en mis manos y labios en el momento en que coloco una rosa negra junto a un lirio blanco encima del ataúd del cuerpo de mi esposo, mis ojos amenazan con desbordarse de lágrimas pero me niego a romperme una vez más frente a tantas personas, por mucho que el dolor me corroe por dentro y antes de que adentren la caja en el nicho, me inclino para besar suavemente la madera, murmurando por lo bajo.

—Ahora, mañana y siempre voy a amarte, Xander Novikov— una lágrima cae en la caja— nos veremos en otra vida, cucciolo. Para volver amarte en 43, 200 minutos, otra vez—

Con paso lento, me obligo a alejarme de su cuerpo y doy un asentimiento para que comiencen a colocar el ataúd de mi marido dentro del nicho, no puedo evitar observar cada una de las placas de los Novikov junto a las de mis padres con Alisha, mientras pido de manera silenciosa.

Cuídenlo por mí, todos.

Por favor.

Las yemas de mis dedos acarician la inscripción de la placa de mármol frente a mí, a diferencia de las demás, las letras en vez de ser doradas eran de un color rojo intenso pero al mismo tiempo, oscuro para que no se perdiera la estética del lugar.

Todos se habían marchado desde hace un buen rato. Solamente quedamos Aslan, Atlas, Bruno, Salvatore, Remy y Yerik en el mausoleo, donde la última hora no he dejado de acariciar la inscripción a la vez, que siento un doloroso vuelco en mi corazón que me corta la respiración y las lágrimas, salen libremente por mis ojos.

Xander Novikov.

1991–2023.

Zar de la Bratva.

Amado padre, hermano y esposo.

"Ahora, mañana y siempre voy amarte, solnischko"

Uno mi frente al mármol, cerrando mis ojos mientras deseo con todas mis fuerzas que todo esto sea una pesadilla la cuál voy a despertar y que lo primero que veré al abrir mis ojos, serán ese color avellana que tanto amo desde hace casi ocho años, ese que me dirá que todo estará bien a pesar de toda nuestra oscuridad.

Sé que no será así.

Él no volverá.

Una par de manos se colocan en mis hombros suavemente, inmediatamente mi cuerpo se tensa más rápido que una cuerda pero no hago nada para quitar el toque de esas manos, aunque el asco y la vergüenza me recorran en cada parte de mi ser, las lágrimas salen con más intensidad ante trauma que me ha dejao el abuso de Darío.

¿Hasta cuándo va a terminar esto?

—Mi niña...— es Remy, escucho con atención— creo lo mejor será irnos...necesitas intentar comer algo y sobretodo, descansar...—

—No sé, sí pueda...—

—Yo sé que sí, cariño— me tenso un poco más cuando aprieta mis hombros, respiro profundamente para intentar relajar mis músculos, pero es tarde. Remy, ha quitado sus manos y un nuevo vacío se adueña de mí— eres fuerte, y no estás sola, Valentina—

—Lo sé...– murmuro— simplemente...no quiero dejarlo...—

—Él nunca va dejarte, mi niña. Mientras lo sigas amando como desde el primer día, el siempre va estar contigo—

—¿Lo crees?—

—Estoy más que seguro, cariño—

Sus palabras logran tocar parte de mi alma muerta, con una última respiración logro despegarme del mármol y doy un par pasos hacia atrás, sin despegar la mirada de la lápida para acercarme hacia los demás pero manteniendo algo de distancia, siento como la mano de Bruno, vuelve a entrelazarse con la mía para sostenerme.

Finalmente, después de lo que parece una eternidad. Doy un pequeño asentimiento, tiro de la mano de Bruno para caminar en dirección a la salida, escucho como todos me siguen de cerca y antes de que cruce la puerta de la sala del mausoleo, miro por encima de mi hombro y nuevamente, mi interior se rompe en más pedazos pequeños cuando vuelvo a mirar el nombre de mi esposo.

Limpio suavemente las esquinas de mis ojos antes de murmurar por lo bajo, como si solamente se tratara de un secreto entre nosotros.

—Te amo, Xander. Ahora, mañana y siempre—

Con esas palabras, salgo del mausoleo con un último pensamiento en mi mente mientras que la respiración se me hace más pesada que de no ser por la mano de Bruno, me desmoronaría en el piso del dolor y antes de subir al auto que nos llevará a casa, observo el gran mausoleo. Una pequeña corriente de viento sacude mi cabello, el frescor cae bien a mis mejillas húmedas y muerdo mis labios para ocultar el temblor en ellos, sacudo mi cabeza para que las lágrimas se alejen.

Volveré pronto, mi amor.

Esa es una promesa.

Ahora, mañana y siempre voy a volver por ti.

Oscuridad.

Eso es lo único que veo a través del ventanal que tenía mi habitación, la noche oscura con algunas estrellas estaba en su máximo esplendor mientras que yo simplemente, las miraba desde mi cama sin las ganas de hacer algún movimiento de mi parte.

No quiero hacer nada.

Solo quiero quedarme en cama.

Muevo un poco mis pies debajo de las sábanas de seda rojas, sin despegar mi mirada del ventanal y cierro un momento mis ojos, los recuerdos vuelven a mí como una ola de calor junto al dolor que me destroza más por dentro, pero me niego a abrirlos por que son lo único que me quedan de él.

Recuerdos.

Solo eso me queda del hombre que amo.

Suelto un pequeño ronroneo cuando siento un par de caricias en mi mejilla, una risa ronca que envía varios escalofríos agradables a todo mi cuerpo, sonrío sin abrir mis ojos.

—Solnischko, despierta—

—Parásito, es muy temprano—

—Nena, entiendo que ames nuestra cama más cuando tenemos sexo, lo sé— río, acomodo mi cabeza para dejarla de costado, sonrío con emoción cuando siento sus labios en la punta de mi nariz— pero, tenemos que ir trabajar—

—Comienzo a considerar la idea de ser ama de casa, con tal de no ir trabajar. Amo mucho más nuestra cama—

—Me amas más a mí, nena—

—Sí quieres creer eso, cucciolo. Por mí, está bien— se ríe.

Suspiro para abrir uno de mis ojos, mi sonrisa se ensancha cuando encuentro con una mirada avellana llena de amor y cariño, uno de sus dedos delinea mi rostro con suavidad hasta apartar un par de mechones de mi cabello, me coloco de costado para ver mejor su rostro, no dejo de sonreír en el momento en que me besa.

—Buenos días, mi amor—

—Buenos días, amour—

Despierto.

Mis ojos se abren con cierta fuerza ante el recuerdo, los cierro un momento ante el sueño de mis párpados pero sé que no me volveré a dormir, vuelvo a mirar el ventanal fijamente, noto que está a punto de amanecer.

Al menos, dormí algo.

Los recuerdos se reproducen en mi cabeza y mis ojos se llenan de lágrimas, por inconsciencia tomo la almohada de Xander para abrazarla contra mi pecho, el aroma de su perfume llega a mis fosas nasales lo que termina de derrumbarme.

Me rompo, otra vez.

Aferro la almohada a mi pecho mientras que comienzo a llorar con un dolor agónico que hace eco en mi habitación, mis gritos se ahogan en la almohada sin dejar de sentir el aroma de su perfume, el vuelco en mi corazón empeora y me hago un pequeño ovillo, sin soltar la almohada, sollozo con fuerza.

Lo quiero conmigo.

Lo necesito.

¿No ven el daño que me hacen sin él?

Pierdo la noción del tiempo que paso llorando de forma agónica hasta que escucho la puerta de mi habitación abrirse, ni siquiera me tomo la molestia de decir algo. Simplemente, lloro sin dejar de hacerme un pequeño ovillo, siento como un par de manos acarician mis hombros hasta acostarse en mi espalda, su tacto no me molesta al contrario me alivia un poco.

Cuando giro mi cabeza para mirar por encima de mi hombro, mis llanto empeora al notar que se trata de Remy quién me mira con el mismo dolor que cargo en mi alma, asiente suavemente sin dejar de acariciar mis hombros antes de que me abrace, murmurando por lo bajo.

—Estoy aquí, mi niña. Déjalo ir, todo—

Sus palabras tienen el último incentivo para terminar de romperme en todo aquello que me he callado, sus brazos no me sueltan ni un momento mientras me deshago en gritos, lágrimas, sollozos y golpes a la nada, pero que de alguna manera me alivia. No dejo de hacerme un ovillo, mis gritos entrecortados hacen eco en la habitación, pero aún así, Remy no me suelta.

Nunca lo ha hecho.

Me quedo en la misma posición durante un tiempo con mi padre abrazándome para decir que todo estará bien, aunque sea una mentira y no dejo de abrazar la almohada de Xander, por temor a que mis recuerdos con él, se vayan y que nunca más pueda verlo en mis sueños.

—Lo extraño...— suelto un pequeño hipido— lo quiero...— sollozo— conmigo...papá, lo necesito...—

Te necesito, Xander.

Más de lo que te imaginas.

Seguir la vida sin ti en ella, es un infierno que no sé si pueda superar.

Entonces, todo el dolor cambia a una furia y cólera ardiente quema en cada parte de mi ser, al recordar al culpable de todo lo que estoy sintiendo ahora y nuevamente, me lo replanteo con más seguridad que días anteriores.

Esto no va a terminar así.

Juro que todos van a pagar por todo el daño que me han hecho.

Lo repito...

No quiero paz.

Quiero venganza.

Y la voy a conseguir.

Cueste lo que cueste.

Porque será la única manera en que podré dormir en paz.

No han visto nada de mí.

Camino con paso seguro y la mirada altiva por el pasillo del gran salón donde se lleva a cabo algunas de las ceremonias para nombrar al Zar, a menos que el heredero decida otro lugar donde nombrarlo pero esta vez, no.

Iba hacerlo de la manera en que todos supieran quién es la nueva dueña de sus cabezas, ya lo era pero lo volvía a reafirmar, por que esta vez, no iba a dejar nada de lado.

Me traicionas, tu sangre paga.

No perdono, no olvido.

Y sí sabes lo que te conviene, será mejor que no me des molestias.

Nada va a detenerme.

Nada.

Los límites han dejado de existir.

Mis tacones hacen eco en todo el piso de mármol pulido mientras que llego al inicio de las pequeñas escaleras que dan hacia los tronos de oro negro que marcaban quienes eran los dueños de las cabeza de todos, pero ahora había una sola dueña y una sonrisa fría se adueña de mis labios en el momento en que subo los escalones hacia Aslan, quién tenía como cargo al ser el mayor de los Novikov, oficiar todo de nuevo.

La cola del vestido negro rojo que se pega a cada parte de mi piel cae en cascada sobre los escalones antes de colocarme al frente de Aslan, asiente en mi dirección con una pequeña pregunta que solamente yo escucho, adopto una expresión neutral.

—¿Estás segura de esto?—

—Nunca estuve más segura de algo— respondo con seguridad, asiento— hazlo, Aslan—

—Bien— sonríe un poco de lado— ahora, será mejor andar con cuidado contigo—

Arqueo una ceja, eso logra sacarme una pequeña sonrisa arrogante.

—Siempre deben andar con cuidado conmigo, Novikov—

—Bien dicho— habla.

Aslan da un paso hacia a mí, tomando la daga de la mesa que se encontraba en la misma mesa donde estaba lo necesario para volver a coronarme como Zar, los recuerdos de mi boda con Xander, me traen un pequeño dolor semiamargo a mi pecho.

Tú puedes hacerlo, Valentina.

Xander confiaba en ti, sí lo hacía es por algo.

Así que, no lo defraudes y demuestra que eres aquella mujer que carga con tres títulos en su cabeza con orgullo y el poder suficiente para acabar con cualquiera que se meta en tu camino.

Lo haré.

—Valentina Novikov—

La voz de Aslan resuena por el gran salón, sus ojos azules me miran con neutralidad, girando suavemente la daga en su mano para continuar con sus palabras.

—Reafirmas tu juramento hacia la Bratva como la primera vez en la que juraste proteger, mantener y llevarnos hasta la cima en el poder, hasta que nuestros enemigos tiemblen ante nuestra sola mención. Acabando y aniquilando a todo aquel que se crea con derecho a tomar un poder que lo pertenece más que a ti, un poder que solamente corresponde a la Zar de la Bratva que va a liderar con la promesa de hacerlo con sensatez y racionalidad, para seguirte con los ojos cerrados—

No dudo en mi respuesta y jamás lo hice desde el primer momento en que le dí mi vida y lealtad a la mafia que me dió una familia.

—Lo juro—

—Tu mano, Valentina—

Aslan toma mi mano en el momento que la extiendo en su dirección, sus dedos se aferran a mi muñeca con firmeza antes de pasar la hoja de la daga por la palma de mi mano, abriendo la antigua cicatriz que me había quedado de la primera vez que me coronaron. Gira mi muñeca para que las gotas de sangre caigan en la copa, antes de que coloque un pañuelo rojo encima de la herida.

—De rodillas, Valentina—

Lo hago y nuevamente, siento como coloca la corona negra con diamantes rojos encima de mi cabeza, vuelvo a ponerme de pie ante las palabras de Aslan, todos se mantienen en silencio.

—Valentina Novikov, has vuelto a jurar tu lealtad a la Bratva el resto de tu vida. Sigue cumpliendo tu promesa y nosotros, no dudaremos en darte nuestra confianza a seguir tus pasos—

Con esas palabras, Aslan me hace un asentimiento para que tome asiento en el trono de oro negro con detalles rojos que es mío, el grito de mi cuñado resuena en toda la sala.

—¡Arrodíllense ante la Zar de la Bratva! ¡Valentina Novikov!—

—¡Bienvenida a casa Zar Valentina Novikov!—

Ante la ovación de todos, poco a poco comienzan a ponerse de rodillas por un par de segundos antes de ponerse de pie, mientras miro a todos con una soberbia fría a cada uno de los presentes, algunos me miran respeto y algunos pocos me miran como si yo fuera el nuevo chiste por estar sentada en el trono con el puesto de Zar, sobre mis hombros.

Mi risa fría hace eco en todo el lugar que se mantiene en silencio, puedo notar desde la distancia como algunos se tensan ante el sonido, niego divertida.

—Lamento, si los decepciono. No vine a este mundo, para complacer a alguno de ustedes— hablo fuerte y claro— más bien, ustedes deberán complacerme a mí, ahora. Y voy a ser clara, quién tenga el atrevimiento de traicionarme sepa de una vez que yo no perdono, mucho menos olvido y su sangre, será el precio a pagar—

Me levanto del trono de oro negro con toques rojos para comenzar avanzar unos pasos hasta que estoy al borde de los escalones de la sala, la cola de mi vestido rojo con detalles negros llega hasta el final del mismo y se amolda a mis curvas.

Rojo y negro.

Esos eran los colores que siempre me habían caracterizado. Ahora, me tocaba usarlos con el honor y poder que tenía caía en mis hombros desde hoy, nunca imaginé que llegaría este día con este tipo de circunstancias.

Ni en mis mejores sueños pensé en algo así.

La corona encima de mi cabeza comienza a darme el golpe a la realidad que mi cuerpo, alma, corazón y mente se habían negado a aceptar esta mañana para este día en especial, pero sabía que tarde o temprano volvería a perderme entre los recuerdos dolorosos pero al mismo tiempo, agridulces.

Respiro profundamente antes de volver a dar una fuerte y clara orden, una que no dudan en cumplir.

—Todos de rodillas—

Uno a uno comienza a ponerse en una sola rodilla hasta que solamente veo cabezas inclinadas en mi dirección, Bruno, Remy, Yerik, Atlas y Salvatore lo hacen con una pequeña sonrisa en sus rostros, casi imperceptible. Aslan, dicta sus últimas palabras antes de ponerse de rodillas también a mí costado, con una sonrisa en su rostro y respeto en su mirada, no dejo de observar a todos los presentes con una expresión fría en mis facciones.

—La nueva Zar de la Bratva...—

Silencio.

—Ha llegado—

Trago saliva y me obligo a respirar profundamente para calmar cada una de las emociones y no perder la máscara de frialdad que he puesto, lo confirmo en mi mente.

Yo.

Valentina Novikov.

Soy la Zar de la Bratva.

Y es ahora...

Que todos se rindan ante mí.

Camino entre cada uno de los presentes de la sala, asiento y mantengo pocas conversaciones que no me interesan en absoluto, simplemente lo hago por cortesía y para recordarles quién es la nueva dueña de sus cabeza.

Sonrío con falsa amabilidad mientras me sigo dispersando por cada una de las personas, le doy pequeños tragos a la copa de champagne y siento como la pesadez de mi estómago, empeora y algunas náuseas, vuelven con un poco más de fuerza.

Respira, Valentina.

Ellos no pueden saber el trauma que tienes en estos momentos.

Me sorprende un poco que mi estómago no quiera el alcohol, cuando es lo único que aceptaba muy bien, en especial el vodka. Hago una pequeña mueca de asco al sentir un sabor extraño en mi boca, opto por dejar la copa vacía en la primera charola de un mesero que encuentro cerca y vuelvo a tomar otra, pruebo su sabor, suspiro con cierto alivio ante el mejor sabor que el otro, noto que es rosado.

Bien, me gusta.

Es pasable.

Le doy un segundo trago profundo antes de que una mujer con buen aspecto y porte— no más que yo, claro está —se acerque a mí, con una sonrisa amable pero desde la distancia noto la falsedad que posee, nunca les agradé a las mujeres de la sociedad rusa de la mafia por la simple y sencilla razón, que no soy un ama de casa como ellas.

¿Que culpa tengo yo de que sean inútiles para no querer ser parte de los negocios de sus esposos?

Se ha demostrado que cualquier mujer es capaz de gobernar naciones enteras ya sea de manera legal e ilegal, simplemente es cuestión de querer hacerlo.

Si te lo propones, lo cumples.

Yo me propuse comandar mi propia mafia y lo hice, obteniendo el poder de la Dama de Hielo.

Me propuse a seguir subiendo en el poder y lo conseguí, me llevé el título de la Reina del Alboroto.

No descansé a seguir en el poder, pero me propuse a hacerlo a lado de una de las personas que más he amado en mi vida, lo conseguí, soy la nueva Zar de la Bratva.

Aunque...

Xander ya no está.

Aunque en el fondo, quiero creer que está orgulloso de mí por no dejar la Bratva tirada por el dolor de su muerte y que de alguna forma, he logrado ponerme de pie aún con el dolor agónico de mi pecho.

—Señora Novikova—

Salgo de mis pensamientos en el momento en que escucho la voz de la mujer más cerca, detengo la acción de llevarme el trago a mis labios e inmediatamente, me irrito ante la maldita generalización que hacen con el apellido de mi esposo, gruño por lo bajo para no perder los estribos. Respiro profundamente, para responder en tono frío y plano.

—Novikov—

Las cejas de la mujer se arquean en sorpresa junto a la molestia arrugan sus facciones, no paso por desapercibido el evidente asco al saber que la he corregido, pero debería tener cuidado.

Sí se me pega la maldita gana, le corto la lengua.

A ver, si así, dejan de ser tan víboras.

Una nueva sonrisa falsa se forma en sus labios, la miro con aburrimiento.

—¿Disculpe?—

Abstengo de rodar los ojos, arqueo una ceja como si estuviera idiota.

—Es Novikov— repito lentamente. Víbora idiota, pienso— mi esposo y yo acordamos no generalizarlo—

—¿Por qué?—

Sonrío con cierta maldad y frialdad, veo como se coloca ligeramente pálida y una pequeña chispa de miedo cruzan en sus ojos, río por lo bajo al ver como se tensa. Le doy un trago a la copa de champagne antes de responderle.

—Por que solamente los Novikov, tienen el poder de la Bratva—

—Oh, entiendo, señora Novikov. Una disculpa...—

Asiento con cierta indiferencia, claramente no me trago su pequeño cuentito, lo ha hecho para molestar.

Tan fácil que es meterle una bala...

Al mismo tiempo...

Tan aburrido.

Por lo mismo, la víbora idiota y superficial se salva de que la mate.

—La costumbre—

—Puedo imaginarlo—

Retomo mi camino para pasar por su lado, pero antes de marcharme a resolver uno de mis asuntos primordiales. Sonrío con maldad para reirme fríamente, se tensa de nuevo como una cuerda antes de que murmure en su oído, palabras que realmente le dolerán en el orgullo.

Cosa que disfruto.

—Y es por esa costumbre, señora...—

Niego divertida.

—Es que yo estoy en la cima y usted, debajo de mí. Siguiendo mis órdenes—

Inclina mi cabeza en señal de despedida.

—Con su permiso, necesito resolver algunos asuntos que requieren mi atención primordial. Disfrute de la velada, buenas noches—

Vuelvo a reírme con un poco más de fuerza cínica, para acabarme la copa de champagne de golpe y dejarla en una de las charolas de los meseros que pasan de un lado a otro con prisa sirviendo los tragos de los invitados que disfrutan de la velada.

No paso desapercibido el como todos miran cada uno mis movimientos pero los ignoro para hacerle señas a mis hombres y no pasan más de dos minutos, cuando los tengo pegados a mí para salir del gran salón en dirección hacia el viejo sótano, pero detengo un momento y los observo.

—Bruno, Atlas y Asla. Vuelvan a la fiesta, necesito oídos de lo que ocurre adentro y de lo que tanto se murmura ahora con mi nuevo cargo—

—Entendido— responden al unísono.

—Salvatore, Remy y Yerik— asiento hacia el final del pasillo— conmigo, debo atender un asunto—

Ninguno de ellos me refuta mientras observo como los gemelos junto a Bruno, se regresan a la fiesta y retomo mi camino por la pasillo en dirección hacia el viejo sótano que tiene el lugar, los pasos de Salvatore, Remy y Yerik me siguen de cerca, no hablan y no preguntan.

Mejor para mí.

Hago una mueca de asco y siento como las náuseas que se habían marchado hace un momento, regresan con más fuerza que otros días ante el horrible aroma que desprende el lugar y tengo que contener la respiración, por que si no lo hago, voy a vomitar sobre el vestido.

—¿Estás bien, mi niña?—

Asiento, cierro mis ojos un momento para que las náuseas se marchen.

—Estoy bien, simplemente...— respiro profundamente de nuevo, para mi nariz se acople al asqueroso aroma y pueda seguir con mi trabajo— el aroma es asqueroso y tengo un par náuseas, nada nuevo—

—Tómate el tiempo de necesites—

Luego de un par de minutos, mi estómago para darme algo de tregua por las náuseas se van y puedo comenzar a acercarme al sujeto que tengo encadenado hacia una de las paredes del sótano. En el momento en que escucha nuestros pasos, se remueve en buscar de soltarse lo que me hace soltar una risa fría, se tensa, cosa que me divierte.

—¡Suéltenme! ¡No tengo nada que hacer aquí!— ruge con cólera, cosa que paso por alto y cuando sus ojos se fijan en los míos, palidece— señora Novikov...—

—Señor Frolov, me preguntaba cuando iba a deleitarme con su presencia para confesar aquello que tiene pendiente conmigo— juego con una de mis uñas en cierto aburrimiento— es una pena que no haya logrado irse de vacaciones...—

—Señora, se lo juro...—

—¿Me vas a jurar qué, imbécil?— lo corto en tono duro, traga saliva— ¿Que no iba a darme cuenta que fuiste tú el cabrón que nos traicionó y que dejó entrar a Darío Greco a mis territorios?—

—No tuve opciones...—

—Ajá, ¿qué hay de la opción de abrir esa asquerosa boca para informarles a los Zares de la Bratva acerca de la intrusión para nada deseada? ¿Realmente pensaste que no te daría caza por la semejante idiotez que has hecho? Estoy viuda y dolida por la muerte de mi esposo, pero...—

Lo obligo a que me mire, gruño con evidente molestia y enfado frío que mortifero por que su rostro palidece, tragando más saliva con más fuerza que la anterior, río.

—El deseo de la venganza que me hace levantarme cada maldita mañana de este infierno al que me condenaron por tu culpa, y me voy a encargar que lo recuerdes muy bien...—

—Señora...—

—Está más que claro, Frolov— doy pequeños pasos en su dirección, se tensa cada vez más— que nunca te hemos agradado...— suspiro con falsa felicidad— sobretodo yo, porque tu hija mayor no puedo meterse entre las piernas de mi marido...ups—

Entonces, la expresión del idiota se transforma con la poca valentía y fuerza. Finalmente, me muestra su verdadera cara, sus gritos hacen eco en el sótano y simplemente, ruedo los ojos ante sus gritos tan patéticos.

Silbo una pequeña melodía por lo bajo mientras camino hacia una esquina del sótano, donde con una sonrisa sádica tomo el soplete que encontré hace un par de días y lo enciendo para después apagarlo, los gritos de Frolov cesan al ver el artefacto en mis manos. Comienza a negar varias veces, vuelvo a encenderlo para acercarme hasta donde se encuentra.

—¿Sabes algo, Frolov?— hablo caminando lentamente, Remy, Yerik y Salvatore me miran sin alguna emoción, se mantienen impasibles— por un momento, solo un momento...pensé que no serías tan estúpido para traicionarnos...—

Chasqueo mi lengua, apago el soplete para volver a encenderlo. Me carcajeo cuando da un brinco de miedo al sentir la flama muy cerca de su entrepierna, pero ese no es mi objetivo.

—Espero que tu hija disfrute de los últimos millones por los cuales nos has vendido con bajeza. Por qué es lo único que verán, la Bratva los saca oficialmente de la mesa...—

—¡No puede hacer eso!—

—Puedo y ya lo hice, es más...— miro el reloj fino de mi muñeca— en este momento, deben estar desalojando a todo aquel que vivan ahí— sonrío de lado— aparte, ¿que derecho tienes para osar a gritarme? Lo paso una vez...—

Sin que nadie se lo espere, coloco la flama del soplete directamente en el ojo de Frolov quién suelta un grito de verdadero dolor y miedo ante el calor, suelto una carcajada cuando escucho como algo explota, el líquido de su cavidad ocultar cae cerca de mis pies pero no manchan mi vestido, el hombre se remueve con dolor hasta que me detengo, el olor a carne quemada llega mis fosas nasales.

Y nuevamente...

Las náuseas vuelven.

Gruño con cierto disgusto.

Este trauma comienza a cansarme.

Torturo a Frolov por un par de horas hasta que me canso y lo suelto de las cadenas, su sangre comienza a formar un charco. El olor a carne quemada abunda en el lugar, pero las náuseas se hacen un poco más pasables, pateo con mi tacón su estómago con fuerza para hacerle una señal a Remy, quién me da un arma y la cargo.

—De rodillas, Frolov—

—No...— tose sangre, río— no lo haré...—

—Bien—

Disparo en su entrepierna, disfrutando de su aullido de dolor de niña pequeña pero se niega a moverse, asiento hacia Salvatore y Yerik quienes no dudan en caminar hacia él, para obligarlo a que se postre de rodillas, sonrío para ladear mi cabeza mirando el único ojo bueno que le queda.

Por un momento pensé en dejarlo ciego, pero quería que viera de primera mano a la persona que será peor que la muerte, río de nuevo antes de negar divertida, para volver a patearlo pero esta vez en sus pelotas sangrantes, aúlla con más dolor que me genera mucha satisfacción.

—Si yo digo que te arrodilles, lo haces—

Escupe a un lado, cerca de mis pies lo que hace más deleite al ver intento patético en que tiene para desafiarme, sin aprender que la muerte que le daré será muy benevolente de mi parte.

Ni las gracias dan por ello.

—No sigo las órdenes de una perra con aires de reina—

Me agacho a su altura y tomo con fuerza su cuero cabelludo, cambio mi arma por el filo de mi navaja, que permanece cerca de su yugular. Gruñe por el dolor, pero lo obligo a mirarme con su único ojo bueno, el miedo y la cólera se mezclan en él.

Río complacida.

—Afortunadamente, llevo tres títulos en mi cabeza. Dama, Reina y Zar, soy esas tres y por ende, mi poder supera al tuyo en muchas magnitudes— sonrío con maldad— por lo tanto, mis órdenes, se respetan. ¿Entendiste?—

Tiro con más fuerza de su cabello, se queja por el dolor, la sonrisa de mis labios no se borra al ver su rostro desfigurado por el dolor le estoy causando y la palidez llega por completo al comprender el verdadero peso de mis palabras y títulos, niega varias veces con verdadero temor.

—Señora Novikov...—

Lo miro fríamente por un par de segundos, sonrío con más maldad.

—Zar de la Bratva—

Paso el filo suavemente de la navaja por su cuello, abriendo cada capa de su piel y la sangre comienza a deslizarse por su cuello hasta el suelo, río por lo bajo cuando llego a su yugular y solamente con un pequeño corte para que toda su vida se drene en cuestión de segundos.

Observo fijamente el cuerpo por un par de segundos hasta que me garantizo que realmente ha muerto, sonrío de lado para dejar la navaja de lado y tomo los bordes de mis vestido para caminar de regreso hacia el lugar, la mirada de los hombres me miran con cierta curiosidad y una pequeña sonrisa de lado que inesperadamente, correspondo.

—Bueno...— Yerik, ladea su cabeza— nada mal, para ser tu primera noche como cargo oficial del Zar—

—Gracias—

—¿Cuál es nuestro siguiente paso?—

Mi sonrisa se ensancha mientras comienzo a subir las escaleras, los miro por encima de mi hombro para responder y ellos, me siguen de cerca.

—Empacar sus cosas— fruncen el ceño— qué vamos a hacer un pequeño viaje—

—¿A dónde?— pregunta Remy.

—A un lugar que me dará las respuestas que necesito—

—¿Y por qué? ¿No es riesgoso?—

—No— aseguro— tengo un par de negocios que hacer y asuntos que cobrar, no he terminado—

—Me suena a que tienes un plan, Novikov— habla Salvatore.

—Lo tengo—

Mis tacones comienzan a resonar por el pasillo a la par que me alejo de ellos para volver a la reunión, en ese momento veo como un mesero para por mi lado con una bandeja de canelones y siento como mi estómago hace un vuelco del hambre, mi boca se hace agua ante el aroma dulce y no dudo en tomar uno para darle un mordisco, suspiro con cierto alivio cuando mi estómago lo acepta.

Delicioso.

Los tres hombres me miran sorprendido pero al mismo tiempo, aliviados al ver que logro llevar más de dos bocados de comida al estómago sin la necesidad abrupta de vomitarlo, menos mal, porque el canelone está realmente delicioso. Me lo termino más pronto de lo que pienso y termino con mis palabras, haciendo que ellos sonrían.

—Aún queda mucho por joder a Darío Greco y a toda su familia—

La Valeta, Malta.

Cierro mis ojos un momento disfrutando de la brisa de mar que me golpea en el rostro mientras que una de mis manos juega con el encendedor que solía ser de mi esposo, el mismo que usaba para encender su cigarrillos para calmar su ansiedad, lo encontré en uno de sus cajones y no dudé en tomarlo, ciertamente me traía algo de tranquilidad abrir y cerrar la tapa varias veces.

Observo el paisaje del Mediterráneo a mi frente desde el balcón de la cafetería donde he quedado con la reunión, miro el reloj en mi muñeca y hago una pequeña mueca ante el pequeño retraso, me irrita pero no lo suficiente para meterle una bala a mi contacto.

Necesita estar viva.

Si no, el plan que tengo en mente no funcionará.

Le doy un trago profundo a la taza de café mientras sigo esperando a la persona con la que me reuniré, ciertamente el mar Mediterráneo tiene un azulado bastante bonito y que puedo comprender el por que los turistas se endeudan hasta la médula por tan solo vivir una experiencia como esta, sin duda volvería a venir.

Mis dedos siguen jugando con la tapa del encendedor y cruzo las piernas suavemente para recargar mi espalda en la silla, arqueo una ceja con cierta irritación al ver a la persona que se ha sentado a mi frente, observo el reloj en mi muñeca y antes de que pueda decir algo, responde primero.

—Lamento la demora, se necesita ser cautelosa para perder de vista a los hombres de mi padre— habla.

Asiento volviendo mi vista al Mediterráneo un momento, esperando a que el mesero se retire con la orden y vuelva pocos minutos después con un café igual al mío, niego varias a lo que ella sonríe. Entonces, su mirada baja hacia mi cuello, donde se encuentra la cadena con la argolla de matrimonio de Xander, traga en seco antes de mirarme al rostro.

—Mis más sinceras condolencias por la muerte de tu esposo—

—Da igual— respondo en tono frío, no dejo de jugar con el encendedor— no tienes nada que ver, Rossetti. En cambio tu padre, sí—

—No sería novedad, Marchetti—

—Novikov—

Asiente lentamente para darle un trago a la taza de café, se recuesta de la misma manera que yo y no dudo en quitarme los lentes de sol para dejarlos encima de la mesa, los ojos ambarinos mezclado con toques verdosos de Tania Rossetti, me miran con intriga antes de arquea una ceja.

—¿Qué quieres de mí, Novikov?—

—No de ti, de tu padre más bien—

—Avísame el día que lo mates. Entonces, me tendrás en su funeral a primera hora— responde, sonrío de lado. Se ríe— Santo Dio, Novikov. Es más que obvio que me necesitas para joder a mi padre, ¿quién no querría hacerlo? Yo que soy su hija, reconozco que es un hijo de puta—

—Mm...— escucho con atención— ¿Y qué pasa si te digo que serás tú quién pague los platos rotos?—

—Haz lo que quieras, Valentina— responde segura, sus ojos se despegan de los míos— no soy quién para decirte con quién cobrarte la venganza por tu esposo muerto, si vas a matarme al menos ten la decencia de hacerlo en un lugar menos público— ladea su cabeza, cuando me quedo en silencio. Su sonrisa se ensancha— pero no vas a hacerlo, porque sabes que me necesitas— no respondo— soy rubia, Novikov. No idiota—

—Jamás he dicho lo contrario, Rossetti— hablo con frialdad, se queda en silencio— eres conocida como la Ninfa del Deseo, ¿no?—

—Exactamente—

—Entonces, como dicho sobrenombre...— coloco mis codos en la mesa— lo que deseas, lo obtienes, ¿no?—

—La mayor parte del tiempo, sí— frunce sus cejas antes arquear una— al grano, Novikov—

—¿Si te digo que tu deseo más grande puede hacerse realidad?—

Tania suelta una sonora carcajada ante mis palabras, niega varias veces divertida hasta que le salen lágrimas en los ojos, las limpia suavemente antes de darle un trago a la taza de café.

—Tsk, Novikov— chasquea su lengua— lo que deseo, no se puede conseguir con facilidad—

—Puedo abrirte el camino, para que tomes lo que quieres. Lo que te pertenece por derecho, puedo hacerlo— no pierdo la tranquilidad de mi voz, Tania me mira con atención. Una sonrisa maliciosa se forma en mis labios, arqueo una ceja— ¿No quieres eso? ¿Recuperar el amor de tu padre luego de que te botara como un trapo sucio al casarse con tu madrastra? ¿Y recuperar lo que tu media hermana junto a su nefasto hijo te han quitado que por derecho es tuyo? Pobre, Tania Rossetti. Sufriendo por la muerte de su madre a tan corta edad, y callando en silencio cada una de las injusticias emocionales que ha tenido que pasar por su padre, por el simple hecho de que su heredera fue una niña y no un varón—

Suelto una carcajada baja.

—Tu padre debe estar gozando que tu hermana haya logrado darle un varón como nieto. Ahora, te vas a quedar sin nada a como no hagas algo. Te estoy ofreciendo una salida para todos tus males—

—Valentina...—

—Es sencillo, Rossetti. Tienes dos opciones, obtienes lo que deseas por las buenas...— ladeo mi cabeza— o lo obtienes por las malas, pero te garantizo que el daño que soy capaz de hacerte no será comparado a lo que te hará la Cosa Nostra, por traidora. Te daré lo que quieres, pero terminarás siendo una más de mis marionetas con la cual me apetecería jugar cada vez que se me pega la maldita gana—

—Al final, me estás dejando en las mismas. Me convierto en una traidora—

—Créeme, ser una traidora para luchar por lo que quieres es mejor, que estar esperando a que alguien se revele y te dé tu oportunidad— respondo— aparte, te estoy dejando lo más fácil que es tomar lo que te pertenece mientras que yo te abro el camino, es sencillo—

—Estás cruzando los límites, ¿sabes?—

—Mis límites han desaparecido desde el momento en que supe que mi marido está muerto— me recuesto en la silla— no pienso detenerme para conseguir lo que busco. Con o sin tu cooperación, soy capaz de joderlos a todos ustedes. La diferencia, Rossetti, es que tú te irás con ellos a como no aceptes la oferta que te estoy haciendo—

Río.

—Son opciones muy sencillas, bambina. O cooperas o te hundes con ellos, sabiendo que tienes la menor culpa, pero que eso no va a impedir que te mate con mis propias manos—

Tania se queda en silencio ante mis palabras y puedo notar un brillo ambicioso mezclado con deseo, en su mirada mientras que algo de miedo, se cruza en sus ojos al ver la frialdad de la mía. Le toma un par de segundos tomar una decisión, al igual que todas las herederas italianas de una mafia, siempre buscamos tomar lo que nos pertenece.

Sin importar, los daños que conllevaba dicho poder de reclamación.

—¿Qué necesitas?—

—¿Qué tan cierto es que el bastardo de tu hermana es hijo de Darío?—

—Demasiado cierto, para mi desgracia— responde con una mueca— es por eso que la Sacra Corona Unita es fiel aliada a los Greco, la sangre está de por medio—

—Pronto, ya no más...—

—Valentina...— la seriedad detona su voz— ¿Estás segura de lo que harás?—

—Más de lo que nunca estuve en mi vida. No te preocupes, ya no tendrás que molestarte por que alguien tome lo que es tuyo, lo será— aseguro, asiente sin una pizca de arrepentimiento por haber vendido a su hermana la misma hija del diablo— ¿Donde los oculta?—

—Filadelfia, Pensilvania— escucho con atención, tomo un trozo de papel junto a un bolígrafo para que apunte la dirección— el lugar donde viven y los horarios de los guardias—

—Tal parece que Darío, no es tan estúpido como para dejar a su mujer e hijo en Italia— río mirando la dirección— más conmigo suelta, sabe a quien debe temerle—

—No creas que será mucha utilidad para tu plan— arqueo una ceja, asiento para que termine de soltar la información, se ríe— veo que nunca lo supiste—

—Habla, Rossetti—

—Mi sobrino no es el único Greco que anda rondando por el mundo, Novikov— mis cejas se arquean— dado que mi hermana estaba empecinada a estar con él, hice una pequeña investigación acerca de los más profundos secretos de Darío— vuelve a escribir en el papel, me sorprendo ante el lista de nombres— resulta que el Capo di tutti capi quería asegurar que su legado estuviera a salvo, en caso de que alguien hiciera lo que tu vas a hacer, pero todo tiene su karma, ciertamente— asiente hacia el papel— Darío Greco, tiene alrededor de siete hijos esparcidos por el mundo...—

—¿Y el punto es...?—

—Mi sobrino es el único varón que ha tenido Darío Greco, ¿sus demás hijos? Son puras mujeres que para él, son inservibles porque solamente un varón puede subir al puesto de Capi di tutti capi, lo sabes—

Una risa franca sale de mis labios ante sus palabras, observo la lista en mis manos.

—Vaya, Rossetti. Me has sorprendido—

—Así que...— bebe de su café— si quieres joder a Darío Greco, empieza con la pieza principal de su fortuna—

Entonces, me tomo un momento para analizar cada parte de la situación y estudio un momento a Tania, su mirada me mostraba un deseo de ambición de obtener lo que es suyo sin algún impedimento y sin algún arrepentimiento de quererlo, costara lo que costara.

Por eso mismo, solía negociar más con ella que con su padre algunas veces.

—¿Estás segura, Rossetti?—

—¿De venderle mi alma a la hija del diablo que alguna vez fue mi amante?— inquiere, río de lao— créeme, Novikov. Es una oportunidad que no pienso perder, no cuando me sirves todo en bandeja de plata y simplemente, seré la espectadora de cómo todo el poder cae en mis manos. Nadie sabrá que su misma gente, los ha vendido mucho menos mi padre...—

—Cosa que te alegra—

—Me la debe el hijo de puta por hacerme a un lado como si no valiera nada. ¿Mi media hermana? Lo siento por ella, pero en esta vida se hace lo que sea necesario para vivir y pienso cobrar lo que me pertenece. Parece que se les olvida que puedo ser más hija de puta que ellos, pronto lo sabrán— gruñe con evidente enfado, se pone de pie y toma su bolso— tengo que marcharme, debo estar en una sesión de fotos dentro de poco—

—Bene— respondo— espera mi llamada, Rossetti—

—Ottimo— habla, me mira por un par de segundos con seriedad y frialdad— puede ser que seas más poderosa que yo en estos momentos, Valentina. Pero será mejor que sepas algo...—

Se inclina cerca de mi rostro, arqueo una ceja esperando a que suelte sus palabras.

—Que no me va a importar el poder que tengas en tus manos, no voy a perder la oportunidad de joderte a mi manera, si me entero que no cumpliste con tu parte del trato y quedo como traidora frente a todos, Novikov—

Sonrío de lado, escuchando sus palabras.

—Soy la Ninfa del Deseo, si deseo joderte por faltar a tu palabra. No tengas dudas que lo voy a hacer de una forma u otra, hasta conseguir lo que quiero, ¿capsici?—

—Molto chiara, Ninfa del Desiderio—

—Farai meglio a te, Zar della Bratva—

Finalmente, Tania Rossetti se va de mi vista y yo me quedo con la lista en mis manos, mi sonrisa se ensancha ante los nuevos planes que se trazan en mi cabeza. Tomo mi teléfono para tomarle una foto y mandarla a Aslan, no dudo en marcar su número.

Dime

—Revisa la fotografía que te mandé—

La tengo, ¿que necesitas?

—La ubicación de todas— juego con el encendedor de mis manos— es hora de exterminar algunas ratitas pequeñas, sin importar el costo—

Un pequeño silencio cae del otro lado.

Bien, lo tendré cuánto antes

—Avísame cuando lo tengas—

Entendido—

Termino con la llamada para marcar el número de Remy, el primer tono me responde.

¿Qué necesitas?

—Que preparen el jet— me pongo de pie y dejo un par euros, pagando la cuenta— lo más pronto posible, vamos a movernos—

¿A dónde?

—Pensilvania, ahí se encuentra el punto más débil de Darío y voy acabar con él—

Bien, ordenaré que todo esté listo lo más pronto posible

—Bien—

Cuelgo la llamada mientras me coloco los lentes de sol mientras acomodo la cinturilla de los pantalones de vestir azul junto al top blanco que llevo puesto, no paso desapercibido la mirada de todos los hombres del lugar al ver el tatuaje de mis costillas aunque lleve el saco puesto, aliso un par de arrugas para guardar mi teléfono en mi bolso con una sonrisa en mi rostro, salgo del lugar.

Será mejor que te prepares, Darío Greco.

Porque no sabes lo que te espera, no conmigo.

Con la Zar de la Bratva.

🖤🖤🖤🖤🖤

Filadelfia, Pensilvania.

Con paso lento y tranquilo, Darío Greco sube las escaleras hacia la entrada de la pequeña casa color crema con dos pisos, silba por lo bajo mientras que en una de sus manos sostenía una maleta para el fin de semana con su hijo, su único heredero varón quién llevaría todo su en algún futuro.

Gracias a la caída de uno de los Zares de la Bratva ante su último golpe, sabía que en estos momento no estarían preocupados por joderles la vida, si no, estarían más concentrados en la Zar de manera física y emocional ante la pérdida de su esposo.

Sonríe de lado cuando recuerda cada momento de ese acontecimiento, gruñe con cierta satisfacción al recordar la boca de Valentina Marchetti alrededor de su polla, minutos antes de que saliera herida por un disparo de parte de su esposo, aunque eso lo había dejado consecuencias, parte de él estaba satisfecho en al menos haberle dejado un trauma, por que Darío conocía algunos de los más grandes miedos de la actual Zar de la Bratva.

Ser tocada sin su consentimiento.

Y él, no lo pensó dos veces para usar ese miedo a su favor.

Darío deja de lado sus pensamientos para mantener su mente en blanco y libre de los problemas que tendría que lidiar más adelante, simplemente pensaba pasar un buen fin de semana a lado de su hijo para que lo hiciera sonreír con su inocencia.

Toma la copia del juego de llaves, para entrar a la casa y grita los nombres de las dos personas que viven dentro al notar un pesado silencio junto a las luces de la casa apagadas, en una oscuridad que no le decía nada bueno.

—¡Constanza! ¡Orlando!—

—Al fin llegas, querido—

Inmediatamente, el capo de la mafia italiana se tensa al reconocer esa voz femenina que proviene de alguna parte de la sala, cierra sus ojos un momento para calmarse.

No...

Tiene que ser una maldita broma.

Sus teorías son confirmadas en el momento en que una de las lámparas de la sala es encendida, su mirada no tarda en enfocarse en la mujer que iba ataviada con un traje rojo junto a un top de encaje negro que dejaba al descubierto su tatuaje en las costillas, demostrando a que mafia pertenecía.

La rosa negra dibujada en ella, parecía burlarse de él.

Valentina se ríe fríamente ante la expresión de Darío, hojea brevemente la revista que tiene en sus manos y chasquea su lengua en el momento en que ve, como el capo de la mafia italiana se apresura a sacar su arma pero con un solo movimiento de su mano, toda la sala se ve rodeada por los hombres de la Bratva, con sus armas apuntando hacia una sola dirección.

Él.

—Será mejor que cooperes, querido. No querrás que las cosas salgan mal para tu hijo y su madre...—

—Maldita perra— gruñe Darío— no te atrevas a tocarlos...—

La Zar de la Bratva suelta una sonora carcajada que destila toda la maldad y crueldad que posee en estos momentos, los límites ya no existían para ella. Su mente, solamente tenía un objetivo.

Venganza.

—Déjame decirte, querido. Que has llegado un poco tarde, como has podido notarlo...—

Hace ademán con sus manos a los guardias que tienen sus armas apuntando en su dirección. Valentina, se pone de pie para caminar cerca de él hasta que sus rostros quedan cerca, el desafío a muerte queda impregnado a ambos con un profundo deseo sed de venganza que no terminará hasta que uno de los dos, acabe muerto.

Y no pensaba ser ella.

Valentina, se encargaría de que fuera así.

Una sonrisa torcida llena de maldad y sadismo se forma en los labios de la Zar de la Bratva, gozaba de cada momento al ver la desesperación en los ojos azules de Darío por saber de su hijo, el capo de la mafia italiana sisea con los dientes apretados antes de soltar una risa burlona.

—No eres capaz de asesinar niños, Novikov—

—Valentina Marchetti, no era capaz de hacerlo porque tenía límites...— responde en tono suave pero al mismo tiempo, mortal— ¿La que estás teniendo a tu frente? Es una mujer que no tiene límites para conseguir lo que quiere y hacer pagar a cada persona que lleve tan solo una gota de tu sangre, Darío Greco—

—No te atrevas a hacerle daño—

—¿Sabes? Tienes un hijo muy bonito, sacó tus ojos azules— sonríe con maldad ante la tensión en la mandíbula de Darío— lástima, que tenga un padre tan más nefasto—

—Él no tiene la culpa de nada—

Valentina finge pensar seriamente sus palabras haciendo un par de muecas antes de encogerse en hombros, se ríe de nuevo y camina por la sala, el eco de sus tacones ponía más nervioso a Darío al no saber lo que la mujer habría sido capaz de hacerle a su hijo.

—Ciertamente, los hijos no suelen tener la culpa de nada en especial de quienes son sus padres— ladea su cabeza— aunque...— vuelve a reírse— recuerdo que una vez me dijiste, que sin importar la sangre que poseamos...la maldición de nuestros padres, pasará a ser nuestra y tendríamos que pagar por ello, nos gustara o no—

—Valentina...—

—Zar de la Bratva— dictamina la máxima autoridad de la mafia rusa, sus ojos negros mostraban una frialdad mortífera que no sabías como detener hasta que obtuviera su más grande deseo— como mencioné, tienes un bonito hijo...es una pena que cargara con la maldición de quién es su padre—

—No te atrevas—

Sin borrar la sonrisa de su rostro, Valentina camina hacia el otro extremo de la sala para encender la segunda lámpara, iluminando más el lugar y Darío, tiene contener la respiración al ver a su frente a Constanza Rossetti y a su hijo, Orlando Greco de rodillas con sus manos atadas detrás de su espalda junto a su mordaza en su boca, ambos se removían en busca de soltarse de las ataduras pero era imposible, los nudos estaban sumamente firmes.

—No...—

—Tsk—

Valentina no duda en accionar su arma en dirección a Darío para que no se mueva, sonríe con complacimiento al ver como la sangre sale de su hombro pero eso no parece importarle al capo de la mafia, se ríe por lo bajo al ver como el pequeño de doce años tiembla de miedo ante la presencia de la mujer a su espalda, su madre sollozaba con miedo mientras que la sangre y algunos morados aparecían en su rostro.

—Sí quieres tener un intento de salvar a tu familia, te conviene no moverte, querido—

—¿Qué mierdas les has hecho?—

—¿A tu hijo? Nada—

Responde fresca, sin alguna emoción antes de pasar el cañón de la pistola detrás de la nuca de Constanza Rossetti, hermana de Tania a quién no dudó en vender a cambio de recuperar el poder que le corresponde, sin ningún problema de ser reclamado por alguien más que no sea ella.

Al final, la Ninfa del Deseo y la Zar de la Bratva, tenían más en común de lo que se pensaba.

Su ambición para reclamar lo suyo, no tenía fin hasta conseguir sus objetivos.

—No puedo decir lo mismo de tu mujercita— se ríe, cuando la mujer a su frente se tensa antes de comenzar a sollozar al sentir el arma tibia en la parte posterior de su nuca— luchó como guerrera para que no tomáramos a tu hijo. Al final, fue inútil. No pudieron contra nosotros, menos contra mí— aparta un par de mechones antes de bajar la mordaza— ¿No quieres decirle algo al padre de tu hijo? Y de una vez, te compadezco al semejante imbécil que escogiste como padre de tu hijo, pudiste ahorrarte muchos problemas—

—Darío...— solloza la mujer— per favore...—

—Voy a sacarlos de aquí, Constanza. Lo prometo—

—No deberías hacer promesas que probablemente no podrás cumplir— Valentina niega con falsa desaprobación, para acercarse al niño y baja la mordaza también— dile hola a tu padre, Orlando—

—Papá...— el chico lucha por soltarse, pero se queda quieto en el momento en que siente el cañón de la pistola— papá...—

—Todo estará bien, Orlando...— mira a Valentina, la sonrisa de sus labios no se ha borrado— ¿Que mierdas necesitas para que los dejes en paz?—

—¿Yo?—

Asiente, entonces sus ojos se llenan de una cólera ardiente que podría todo a su paso mientras que el dolor ante la pérdida del amor de su vida, vuelve a su pecho para robarle la respiración y mira hacia Remy, quién niega suavemente para que no caiga en su juego. Se ríe con una expresión hueca, quita el seguro del arma y el chico se tensa ante el sonido, sus ojos se llenan de lágrimas ante lo que pueda suceder.

—Quiero a mi esposo de regreso, eso quiero— dictamina, vuelve a reírse con dolor— pero no es posible...me lo has quitado, Darío—

Entonces, dejándose llevar por una rabia calculada. Valentina cambia la dirección del arma y sin algún arrepentimiento, dispara dos veces hacia la cabeza de Constanza, el grito del chico hace eco en la sala de estar mientras que la mujer más poderosa de la mafia rusa, ve la escena sin algún tipo de emoción y ladea su cabeza hacia Darío, quién observa la escena estupefacto.

—¡Mamá!— grita Orlando, observa a Valentina con furia en sus ojos— ¡Usted...!—

Sin pensar en las consecuencias, el chico se abalanza contra ella a como sus manos le permite pero ni siquiera logra llegar tan lejos por que Valentina, le asesta a una sonora y fuerte bofetada que lo tira al piso, escupe sangre mientras que la Zar, gruñe en evidente enfado e irritación.

—Maldito mocoso, ¿crees que puedes contra la enemiga número uno de tu padre?—

—Valentina...no lo hagas...— Darío habla, al ver como Valentina apunta su arma hacia la cabeza del chico— por favor...te lo suplico...no le hagas daño, es un niño—

—Hazlo de rodillas, Greco— sisea ella, su voz se hace cada vez más fría— entonces, probablemente crea tu patético intento de ser buen padre que quiere salvar a su hijo—

Pasan un par de segundos en un silencio pesado, cuando Valentina está segura que no lo hará, una de sus cejas se arquean con falsa sorpresa al ver como Darío Greco, el gran Capo di tutti capi se arrodilla a su frente con la mirada ligeramente brillosa, cosa que le satisface.

—Por favor, Valentina...— habla en tono bajo, en una súplica casi silenciosa— es un niño...él no te ha hecho nada. Sólo...déjalo libre, me tienes en tus manos, ¿no querías eso?—

—Tu sí, Greco— sisea ella— me quitaste a una de las personas que más he amado en mi vida...—

Darío tiene que reprimir un siseo de dolor cuando la mujer lo toma de la mandíbula al punto en que encaja sus uñas, tiene que tragar saliva con fuerza ante la mirada mortal de sus ojos negros, esa que te decía una sola cosa.

Muerte.

Ella era la muerte andante que consumía a cualquiera con su oscuridad al mismo tiempo, te quemaba con el fuego de su alma y te congelaba con una sola mirada que desearías estar muerto ya antes de sufrir una tortura por sus propias manos.

—No tuviste consideración conmigo...— responde en tono frío, sumamente frío y mortal que comenzaba a preocupar a Darío, cuando ladea su cabeza con una sonrisa torcida— ¿Que te hace creer que la voy a tener contigo?—

—¡NO!—

El grito de Darío se corta en el momento en que escucha una detonación en toda la sala, siente como su pecho se oprime en dolor al ver cómo el cuerpo de su hijo cae pesadamente en el piso de madera, sus ojos se llenan de lágrimas ante el gran charco de sangre que comenzaba a salir de la parte trasera de su cabeza.

—No...— observa a Valentina, estupefacto ante su acción. Podría ver como una pequeña nube de humo salía del cañón del arma— tú...—

—Mis límites ya no existen, cualquiera que te lleve tu sangre Darío Greco— señala hacia el cuerpo de su hijo— va a pagar las consecuencias, inocente o no...— se ríe fríamente— me voy a encargar que todo tu legado muera, para que el verdadero Greco salga a la luz...—

Valentina se inclina al rostro de Darío, ambos ahora se miran con odio profundo que prometía muchas cosas y entre ellas, la muerte de uno de los dos.

—Apenas comienzo, Greco. Verás cada parte de mi venganza cumplirse, hasta que me supliques que te mate...— niega divertida— y mis más sentido pésame para la muerte de tu hijo, Darío—

Se aleja de él para tomar una de las fotografías colgadas en la pared, sonríe con falsa estima e inocencia que significaba la peor de las muertes a manos de ella.

—Se notaba que era buen chico, una lástima que haya tenido desafortunado destino de ser hijo tuyo...—

—Nunca lo hiciste—

—Tsk— chasquea su lengua, mira el cuerpo del niño acostado junto a su madre, ladea su cabeza sin alguna emoción de arrepentimiento— nada mal, para ser la primera vez. Sencillo y sin dolor, la muerte más rápida que puede tener alguien que comparte tu sangre—

—No sabes lo que has hecho—

—Lo sé, mejor que nadie— Valentina, saca una caja de fósforos la sacude para saber si tiene contenido— aunque, no he terminado...—

—¿Qué...? ¡No! ¡Valentina, no!—

Sin escuchar sus súplicas, Valentina toma dos fósforos de la caja para encenderlos y lanzarlos hacia los cadáveres que estaban bañados en gasolina antes de que Darío, llegara a la casa y contempla con satisfacción cómo los cuerpos comienzan a quemarse delante el hombre, niega divertida al ver como varias lágrimas se deslizan por sus mejillas.

Las llamas no terminan ahí, toda la casa comienza a prenderse en fuego por la gasolina esparcida y Valentina, le da una orden a sus hombres para que comiencen a marcharse y ella los sigue de cerca, el fuego parecía no hacerle daño al contrario, parecía que se amoldaba a la Zar de forma, como si fuera su única dueña mientras se acercaba a Darío, murmura en su oído.

—Me daría prisa, si fuera tú. No querrás quemarte vivo, querido—

Con una última carcajada, Valentina introduce sus manos a los bolsillos de su pantalón del traje para caminar a través de las llamas y salir del lugar, sonríe con satisfacción ante el grito colérico y dolor que se escucha en el interior, no deja de caminar hacia la camioneta donde la espera su familia junto al camino de guardias muertos a su alrededor, observando como la casa se consume en un fuego destructor.

—Buena jugada— habla Salvatore— ahora, conocerá lo que es le verdadero dolor de una pérdida—

Valentina asiente de forma ausente sin dejar de ver cómo las llamas consumen toda la casa, sonríe de lado con maldad antes de negar con cierta diversión antes de responder.

—Y solamente, es el comienzo—

El comienzo de la venganza de la Zar de la Bratva.















¡Feliz miércoles a todas ustedes!

Oigan, yo me volé la barda con este capítulo que tiene como 15,000 palabras...

Solo diré...

🛐🔥ZAR VALENTINA NOVIKOV🔥🛐

Valentina está dispuesta a lo que sea con tal de vengar la muerte de Xander, ha demostrado que no piensa detenerse por nada en el mundo...

Sé que está mal, pero yo la amo así toda perra emparedada y maldita que le importa un cacahuate lo que está bien o mal, si sus principios son los correctos o no :,v

Yo la amo aunque rompa todos sus límites... 

Prepárense que el siguiente capítulo tendrá muchas emociones encontradas...

Sin más que decir...

¡Nos leemos pronto!

Atte. Su escritora 🖤✨

Continua a leggere

Ti piacerà anche

193K 764 4
Después de que su abuela muriera, Dan quedó devastado. Un suceso, que consideraba prácticamente imposible debido a una discapacidad, hace que su mun...
310K 26.4K 39
"Era el futuro jefe y autoridad máxima de a Bratva, pero su imposibilidad de tener hijos junto a su matrimonio para afianzar su liderazgo se vino aba...
251K 22.3K 7
De como siguieron las cosas luego de que la guerra había terminado. Drarry. Un poco de dulzura en tu vida. Siete capítulos, siete días. (No tan soft)
18.8K 1.4K 51
Frederick nunca había viajado a San Francisco, Estados Unidos era su país menos favorito realmente, sin embargo tenia una buena intención para ir y a...