NERD.

By xxniallersflowerxx

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-Feo. -Okay. -Insoportable. -Okay. -Te detesto. -Okay. -Apestoso. -Okay. -... Te amo. -O... ¿Qué? Daphne Hur... More

NERD. |Harry Styles|
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Epílogo
¡Gracias!

Capítulo 33

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By xxniallersflowerxx

—Lo siento.

Me susurró. Su torso pegado a mi espalda y sus manos sobre las mías. Mis ojos cerrados y su rostro oculto en mi cabello. Su respiración acompasada con la mía. Me giré sobre mis talones, quedando ahora frente suyo. Sus ojos conectados con los míos. Llevo mis manos hacia su cabello y él dirige su boca a la mía. Suelto un jadeo cuando sus dedos fríos me tocan la cintura por debajo de la camiseta. Con toda la calma del mundo, entreabre mis labios y adentra lentamente su lengua dentro de mi boca. El calor de ésta me quema el cuerpo, me inunda por completo, y no creo resistirme. Tengo miedo de dejarme ganar por sus caricias y besos. Nuestras bocas luchan tibiamente, pero es una sensación desenfrenada también. Sus manos acarician mi espalda. Me alejo un poco, queriendo tomar aire, pero él lleva sus labios hacia mi cuello. Haciéndome delirar. Suelta un gemido cuando mis manos, al desear tocar su rostro, se levantan y rozan demás sus pantalones. Sonrío inconscientemente. Tengo que ponerme de puntillas para acercarme de nuevo a su boca, no quiero alejarme ni un poco de él.

Me toma de sorpresa al levantar mis piernas nuevamente y me las acomoda a cada lado de sus caderas. Paso mis manos por sobre sus hombros, acariciándolos de manera tentadora. Todo es fuego a nuestro alrededor. Deslizo mi mano derecha por su vientre y él suelta mis labios para emitir un gemido. Siento su dureza y gimo. Me muevo un poco, y sin querer del todo, me presiono más sobre su masculinidad. Estoy tentándolo, lo sé. Me encanta verlo de esa manera. Me gustaría hacer algo para poder tranquilizar aquello que provoco, pero sé que él se negaría diciendo que podría esperarme..., y luego recuerdo también que está castigado. Tiene que aprender que sus errores tendrán consecuencias.

—No puedo más —murmulla en un gemido ronco y me estremezco del placer. Su respiración es agitada. Me obligo a tranquilizarme a mí misma mentalmente y no romper los esquemas. Mentalmente también, dándome como excusa, me digo que Andrés aún está de visita... Y aquello sería asqueroso. No, de sólo imaginarlo me dan arcadas.

—¿No? —Decido torturarlo. Y no es como si esto no me afectase, sólo que busco tener más control y no mostrarle lo indefensa que me pone también.

Él negó con la cabeza.

—Es una lástima —me encojo de hombros, y le empujo levemente para luego bajar las piernas. Él permanece estático, sin poder creer que nuevamente lo he dejado mal—. Hazzie, tus actos tienen consecuencias —le recuerdo y él gruñe fastidiado, pero sé que me comprende.

—Me odias.

—Si lo hiciese no estarías aquí, bebé —le digo y él gruñe nuevamente. Se lleva las manos a los pantalones y se cubre por encima de estos, tapando el... Resultadillo.

—¿Debo sentirme afortunado?

—Muy. No deberías siquiera dudar —le digo, con una gran sonrisa en los labios.

—Esto me servirá, mucho —se susurra más para sí mismo que para mí. Y a rastras, se adentra en el baño—. ¿Puedo...?

—¿Bañarte? Sí —me adelanto a lo que sé que podría decir, aún si fuese para molestarme.

—¡Jo!

Unos suaves arañazos se oyen en mi puerta y aún sonriente, voy a abrir. Mi cachorra se encuentra esperándome fuera y me agacho a abrazarla. La San Bernardo me llena de babas la barbilla y suelto una gran carcajada. Me dirijo a mi cama con ella detrás y la dejo subirse al colchón por esta vez. Tomo mi teléfono y decido sacarle una foto. La ternura me llena el corazón al ver lo adorable que sale. El grifo de la ducha se abre y el ruido suave de las gotas caer suena. Una idea brillante me llega a la mente y me aplaudo a mí misma. La sonrisa del gato de Cheshire se apodera de mi rostro y me levanto de la cama. Mi cachorra se levanta también, y la incluyo en mi malévolo y sensual plan.

Me acerco a la puerta del baño y compruebo que la cerradura esté sin seguro, y la adrenalina corre por mis venas cuando compruebo que está libre. Toco la puerta siguiendo mi jueguillo.

—¿Amor? —Me muerdo la lengua y me maldigo internamente cuando aquella palabra escapa de mis labios. Rayos, rayos, rayos.

—¿Sí, nena? —Casi pude sentir la sonrisa en sus labios, y sentí mariposas en el estómago. Ahogué un gritito.

—Oh, nada, nada —negué y me alejé. Él no dijo nada más y me alivié. Abrí la puerta rogando porque no se diese cuenta, y al parecer así fue. Me acerqué a mi cachorra y le sonreí—. Bien, nena, haz tu trabajo —le digo en un susurro a mi nena.

Antes de que pudiese controlarla siquiera, Pecky ya había empujado la puerta y estaba dentro del baño.

—¡Pecky! —finjo sorpresa y sigo a mi cachorra. Como buena dueña, claro.

Ahogo una carcajada y jalo de la cortina de la ducha, pero frunzo el ceño al sólo ver el agua caer. ¿Qué mi...?

—Así que espiando, ¿verdad? —Los brazos de Harry me toman por detrás y me abrazan. Ahogo un grito de horror. Él suelta una carcajada.

—¡Joder! —le grito espantada, pero él no hace más que continuar riendo conmigo aún en brazos. Por un momento pienso que está desnudo, y me sonrojo, pero me siento aliviada de cierta manera el que esté con el bóxer puesto. Sus brazos fríos y su cabello húmedo me estremecen la piel.

—Ha sido una chica mala, señorita Hurley —me susurra al oído de manera seductora, me acomoda en sus brazos y comienzo a forcejear con él cuando noto sus intenciones.

—Marcel, ni se te ocurra.

—¿Qué cosa?

—¡Basta! —Quiero enojarme, pero sólo puedo reírme nerviosamente.

—Muy, muy mala. —Y sin más, me adentra junto con él en la bañera. El agua artificial cae sobre nosotros. Me moja entera y el ruloso no hace más que reírse y reírse de mí. Me abraza, y por primera vez desearía que sus brazos no estén a mi alrededor. Quiero soltarme, pero no puedo; él es muy fuerte. Pretendo gritar, pero él lleva su mano a mis labios y niega con la cabeza.

Estas muerto, Marcel Styles.

                                                                                                                                                                                                                                                

—¡Pero, nena, por favor! —grita, juntando sus manos en modo de súplica.

—¡Lárgate! —le grito de vuelta y le tiro un zapato, pero él lo esquiva.

Marcel Styles se encuentra, ahora mismo, en una guerra contra mis tacones, los cuales vuelan en su dirección sin el propósito de parar. Rosa, negro, azul y más colores; chocan contra la puerta o llegan a sus manos siendo impedidos de llegar a su rostro o cuerpo en sí. Tengo una puesta una bata blanca, mientras él lleva la mitad de la ropa y cuerpo húmedos, y ciertamente, ahora no me importa.

Estoy furiosa a más no poder.

—¡Nena!

—¡No me llames nena!

—¡Pero si eres mi nena! —Mi mandíbula se tensa. Joder, adoro que me llame así... Pero no pretendo caer en esta batalla.

—¡Vete ya!

Quince minutos después, Marcel Styles se encontraba siendo escoltado hasta la salida de casa. Me crucé de brazos, mientras oía a Nanny reír a más no poder al ver como el chico se resistía e intentaba luchar contra Calvin, el corpulento hombre de seguridad, quién estaba claro que se tomaba con gracia la actitud de Harry; no era más que un bebé para éste.

Suspiré cuando Marcel se dio por vencido y entre gruñidos, comenzó a caminar de mala manera alejándose de casa. Ya hablaría luego con él. ¿Cómo se le ocurre mojarme? Si para él era una exageración, para mí no. Ahora le tocaba irse con  los pantalones y el bóxer mojados. Ahogué una risa. Vale, tal vez había sido un tanto malévolo el haberle dejado ir así de mal, pero él se lo había buscado. Nadie se mete con Daphne Hurley, ni él.

Solté un suspiro y golpeé la suela de mi pantufla contra el suelo y solté un gruñido que más que chillido salió como gruñido. Nanny estaba que no podía de la risa y Ashley se encontraba sorprendida aun viendo hacia la puerta por donde había salido Harry, pero también podía ver como se le caía la baba al haberlo visto de esa manera; Harry con la camiseta mojada y pegada al cuerpo mostrando su muy buen formado cuerpo era jodidamente tentador y más caliente el mismo infierno, pero era mío. Mío, mío y sólo mío, sólo espero no tener problemas con Ashley, la verdad es que el tiempo que ha estado aquí ha sido una muy buena chica y no quisiera que, por casualidades de la vida, me vea obligada a despedirla.

—Es que ustedes son divertidísimos —dice Nanny y se lleva la mano a los ojos, los cuales casi lagrimean de tanto que se está riendo.

—Se lo ha buscado —le dije—. Eso le pasa por haberme mojado. Está loco.

—Tú estás loca, Daph —Vuelve a reír y ruedo los ojos, sonriéndole también—. Par de locos, tal para cual. —Sonrío más aún al oírle decir eso. Miro a Ashley unos segundos y me cruzo de brazos, no sé porque estoy actuando de esta manera. Los celos están matándome, y no es que crea que Ashley sea un peligro... Es decir, es bonita, pero no tanto como yo. Respiro profundamente y me llevo las manos a la sien y me masajeo.

Harry me quiere a mí, me ama a mí y tan sólo a mí.

—Señorita Daphne, ¿saldrá con la señorita Pecky a correr esta tarde? —Me pregunta nerviosamente Ashley, y sé que está consciente de mi cierta molestia con ella. Quisiera decirle que tan sólo me llame por mi nombre y que a mi cachorra de igual manera, pero estoy malditamente cabreada que paso por alto que me llame así y no pienso corregirla. Eso es lo que soy para ella, una señorita y tan jefa de la casa como mis padres y Nanny.

—Sí, saldré en un rato. Prepara a Pecky, por favor —le contesto con cierta frialdad y comienzo a encaminarme para subir las escaleras.

—Daphne... —Me advierte con la voz Nanny, siendo conocedora de mi arrogante actitud con Ashley.

—Vale, vale, lo sé. Sólo... ¡Por favor! —gruño y subo rápidamente las escaleras, no queriendo recibir un sermón.

Algunos minutos después, me encuentro lista y viéndome al espejo y lo bien que me encuentro. Tan perfecta como siempre. Me acomodo los audífonos por dentro de la camiseta y luego tomo la correa de mi cachorra. Cierto grupo de minutos después me encuentro haciendo los estiramientos respectivos de siempre, mentalmente me anoto que debo volver al gimnasio. Este sensacional cuerpo no se mantendrá solo toda su vida, y que mejor lugar que el gimnasio para cuidarlo; será bueno ver a Ashton después de cierto tiempo ya.

Unas pequeñas gotas caen sobre mi mejilla y levanto la mirada; el cielo es un poco gris y sé que va a llover pronto, así que decido volver a casa cuanto antes y hago una nueva carrera con Pecky. Al volver a casa saludo a Malcolm y a los chicos de seguridad, pero paso delante de Ashley sin saludarla siquiera, recibo una mirada furtiva de Nanny, pero no digo nada y sólo me acerco a ella para besar su mejilla.

—Van dos, Daphne, van dos —me advierte en un susurro y suelto un gruñido.

—Basta, esto es entre ella y yo. —Le respondo de vuelta y con tranquilidad.

—No sé porque estés actuando de esta manera con ella, pero sabes que no voy a tolerarlo.

—Sin comentarios —Me giro sin querer discutir con ella y me dirijo a mi habitación nuevamente. Antes de ingresar a mi cuarto, me encuentro con Malcolm nuevamente en el pasillo y le pido por favor que indique que le den un baño a Pecky, ya que está un tanto sucia y él asiente con tranquilidad. Tan pronto como termino de hablarle me encierro en mi habitación y pronto me encuentro dándome un relajante baño de espuma. Decido dejar de pensar por un momento en la tonta de Ashley y sus babas y me concentro en el mañana y en que hablaré con Harry, pero no se las dejaré fácil, no señor.

Los shorts color palo rosa cuelgan de mis caderas y la blusa que llevo es un tanto corta, es uno de los tantos conjuntos de pijamas que tengo, y debo decir que este es uno de mis favoritos también. Prendo el secador de cabello y mi cabello comienza a secar por el fuerte viento que la máquina produce, sostengo con una mano la secadora mientras con la otra sostengo mi teléfono y veo en la pantalla el montón de mensajes que llegan, y todos de Harry.

"¿Nena? :(?"

"Nena, ¡por favor!"

"Daphne."

"¿Lo siento?"

"¡Lo siento!"

"Lo siento, me provocaste :("

"Vale, esa no es una excusa, pero pensé que sería divertido..."

"¿No lo fue? Creo que eso quedó claro. No te divirtió en absoluto, ¿verdad?"

"Contéstame, por favor."

"No me dejes así :("

"Te amo."

"Por favooooooor."

"¿Sabes que te amo, verdad?"

"Te amo, te amo, te amo. Perdóname, bebé."

"No lo volveré a hacer si así lo deseas."

"Voy a llorar."

"Estoy comenzando a llorar."

"¡Por favor, haré lo que quieras!"

"No estés molesta conmigo, yo te quiero, te amo. No te enojes conmigo. No me gusta que nos peleemos."

"¿Por qué tenemos esa rara costumbre de pelearnos por tonterías? :("

"Vale, no todas las veces que nos hemos peleado han sido por tonterías, pero la mayoría :("

"Nos peleamos, nos arreglamos, nos mantenemos en esa, pero nos amamos, ¿eh? Nos amamos, nena. :("

"Te amo, jodeeeeeeeeer, ¡perdón! :'("

"Mi orgullo está muy herido."

"Santo Dios, jamás me imaginé rogándote."

"Mi orgullo fue tremendamente herido cuando ese gigantón me sacó de tu casa, y sé que no me dejará entrar si voy... Mierda."

"Te quiero :("

"Te amo :'("

Sonreí y juraba casi llorar. ¿Por qué me hacía esto? No lo merezco. Ahora me siento jodidamente mal, ¡Dios! Quiero ahorcarlo por haberme metido a la ducha y haberme mojado, pero a la vez quiero comérmelo a besos y decirle que un pedacito muy en fondo de mí amo que hubiese aquello. Amé la manera en que rio, sus carcajadas y sonrisa boba, lo amé infinitamente.

"Sé que estás viendo mis mensajes, contéstame. Joder, Daphne, no me hagas rogarte más, por favor"

"Quiero enojarme contigo por dejarme en visto, pero no puedo. No quiero alejarme de ti como la otra vez, fue un martirio, ¿lo sabes?"

"Te amo, Daph."

No quise contestar. Fue un martirio para mí también, y me la pasé chillando y llorando porque él pensó que yo era una zorra. Moví la cabeza de un lado a otro y removí aquello de mi mente. Harry me ama y punto, aquello fue un desliz, un desliz que no permitiré que suceda de nuevo o me consentiré cortarle las bolas con toda la calma y satisfacción del mundo, o dejo de llamarme Daphne Hurley.

Me vi tentada a contestarle, pero la parte más seria y escalofriantemente fría de mí me dijo que sería mejor hablarlo con él mañana y no a través de mensajes de texto, y difícilmente, acepté aquella opción. El haber salido a correr y la ducha me habían provocado cierto cansancio y el sueño buscaba apoderarse de mí, así que sin más, opté por darme una corta siesta.

                                                                                                                                                                                                                         

—¡Señorita Daphne! ¡Señorita Daphne, despierte! —Escuché la alertadora voz de Malcolm, el mayordomo. Abrí los ojos, pero tan sólo continué a oscuras; llevé mis manos a mi rostro y me retiré la máscara de dormir de los ojos. Parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la luz y miré a Malcolm un tanto alertado.

—¿Malcolm?... ¿Qué pasa? —le pregunté, con la voz un poco ronca producto del sueño.

—El joven. El joven Harry está afuera, en medio de la lluvia luchando contra Calvin y Smith para entrar. Está gritando su nombre y pide que lo perdone, señorita Hurley, y aunque Calvin no quiere dañarlo y le pide que regrese a casa, él no accede. —Dice, muy preocupado. Pronto me encuentro bajando las escaleras a toda prisa.

Joder, joder, joder, ¡Harry!

—¡Señorita Daphne! —grita Malcolm antes de que pudiese salir, me giro a verlo y éste me alcanza una chaqueta y un paraguas. Le agradezco en un susurro apenas y me encamino hacia el loco que se agarra de las rejas y está siendo agarrado de las piernas y torso por Smith mientras que grita mi nombre una y otra y otra vez.

—¡Harry! —le grito. Casi puedo notar sus ojos brillar y su sonrisa con un rastro de esperanza atravesando la oscuridad de la noche. Su cabello está completamente mojado al igual que toda su ropa, la cual se ha cambiado pero ha vuelto a mojarse porque no tuvo mejor idea que hacer todo un escándalo bajo la lluvia. Calvin aprovecha que se distrae y lo aleja de las rejas, haciendo que éste se tambaleé y caiga de trasero al suelo. Me llevo la mano a la boca y ahogo una gran carcajada. Mis mejillas queman. Y aunque quiera enojarme más con él, se me hace imposible. Veo esto malditamente romántico y no sé el porqué. Harry me quita el aire con tan sólo una mirada. Él no quita los ojos de mí y aún me sonríe sin importarle la lluvia y mucho menos Calvin o Smith.

—Señorita Hurley, ¿desea que botemos a este loco? Va a morirse de una pulmonía si no regresa a su casa o no se cubre de la lluvia —dijo Smith, el más calmado entre él y Calvin. Calvin sostenía a Hal mientras este se veía como un pequeño cachorro tristón.

—¡Daphne, déjame pasar, por favor! ¡Perdóname! —Vuelve a gritar Harry, y en un descuido de Calvin, vuelve a aferrar sus manos a las rejas. Calvin gruñe y sé que está dispuesto a darle un buen golpe si es que Harry no se detiene.

—Calvin, Smith, por favor déjenlo pasar. Dejen pasar a Harry —les ordeno y pido amablemente, y la sonrisa estúpida no puede desaparecer de mi rostro. Smith se acomoda la capucha corta lluvia y asiente con la cabeza un poco dudoso.

—¿Está segura, señorita Daphne?

—Sólo déjenlo pasar. Disculpen el escándalo —les digo un poco apenada. Sé que son parte del servicio de la casa y que están entrenados, por así decirlo, para este caso de situaciones; pero ellos no merecen padecer por la culpa de mi chico. Agradezco inmensamente que mis padres no estén presenciando esto.

Calvin suelta a Harry y éste sonríe victorioso. Quiero meterme en la cabeza que estoy dejando entrar a Harry solo porque no quiero que se enferme, mucho menos si soy yo la culpable, pero sé que me estoy mintiendo a mí misma en cierta parte; estoy dejándolo entrar porque no soportaría verlo enfermo y porque mi corazón no resiste la locura que este chico de encantadores rulos ha hecho. Esto por más loco y raro que parezca, es mucho más romántico que cualquier otra cosa que tal vez pueda haberme pasado.

—Has estropeado mis rosas —le gruñe Harry a Calvin, y me sorprende de cierta manera el que le hable así. Calvin luce como un hombre del cual se debe temer, y bueno, lo es. Pero Harry parece tan molesto con lo que Calvin le hizo que no le importa como el moreno le vea. Harry se agacha y recoge del suelo lo que parecen ser, respectivamente, unas rosas, sólo que un tanto arruinadas por la lluvia.

No puedo con la maldita ternura.

Smith abre la reja e inmediatamente noto que Harry quiere correr hacia mí, pero se resiste al ver lo mojado que está y sus mejillas adoptan un color rosa que logra enloquecerme y hacer de mi estómago un completo alboroto. Le indico tan sólo con la mirada que se acerque a mí para que se cubra de la lluvia con el paraguas, y parece entenderme porque lo hace. Sin embargo, no quiero estar del todo lejos con él, así que de manera disimulada, tomo su mano y la uno con la mía. Me estremezco un tanto al hacer mi piel contacto con su frialdad de la suya. Él eleva la mirada y por el rabillo del ojo puedo ver aquella gran sonrisa; tan sólo me limito a ver al frente como si nada pasara, pero el morderme el labio y querer evitar sonreír como una niñita boba, me delata.

—¡Oh!... ¡Señorita Daphne! ¿Está usted bien? ¿Están bien? —Espeta con sorpresa Ashley y detrás de ella puedo ver a Malcolm con algunos de los otros sirvientes de la casa alcanzarme inmediatamente un montón de cobijas, aunque no lo necesite. Niego con la cabeza y suelto una risita, diciéndoles que estoy bien y que es a Harry a quién deben cubrir.

—¿Está segura, señorita Hurley? Puede enfermarse, hace un frio terrible, puede provocarle una pulmonía y muchas cosas más —dice alertado Malcolm, con aquel toque exagerado que suele aparecer en él cuando está muy preocupado.

—Estoy bien, Malcolm, gracias —le digo. Asiente con la cabeza y me quita muchas de las mantas que me puso encima, aunque me deja con una. Pretendo protestar, pero él sólo niega tranquilamente con la cabeza. Le agradezco de igual manera. Hal es rodeado con un montón de mantas ahora—. ¿Dónde está Nanny? —pregunté, confusa por no verla.

—Ha salido a hacer unas compras para la cocina, al parecer faltaban algunas cosillas y le pidió permiso a la señora Hurley para ir a comprar algunas cosas al súper —indicó Ashley de manera rápida y nerviosa. Me gire a verla y vi que Harry la mirada un tanto confundido por su actitud. Sonrío por inercia, aunque de igual manera me molesta que la mire.

—Ashley, lleva a mi habitación una taza de té y otra de café. —Le ordeno y ella asiente rápidamente.

—De inmediato, señorita Hurley.

Su cabeza es gacha y sus ojos se encuentran sobre sus manos, las cuales juegan entre sí de manera nerviosa. Él se encuentra sentado en el borde de la cama y yo en el sofá; ninguno de los dos dice nada. Somos presos del silencio y de la poca luminosidad que nos brinda mi lámpara.

—Tu guardaespaldas arruinó las rosas que te traje —Decidió romper el silencio. Solté un suspiro y asentí despacio.

—No debiste...

—Lo siento —me interrumpe. Levanta la vista y puedo encontrarme al fin con aquellos ojos esmeralda que tanto me enloquecen y amo. No pude resistirme y una sonrisa volvió a querer aparecer por mis labios. Me acerqué a él y lo abracé muy fuerte, casi haciéndole irse para atrás.

—Se supone que debo detestarte, enojarme contigo hasta no dar más. Hacerte sufrir tanto como tú me haces sufrir a mí hasta explotar. ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué me haces quererte, amarte tanto? ¿Por qué no me permites torturarte? Quiero ser mala contigo de alguna manera y no me lo permites. Quiero y no puedo. Nos peleamos por cualquier tontería o bobería y me haces perdonarte con facilidad, aun cuando no quiero. Te amo malditamente mal y no quisiera hacerlo. Siento que puedo llegar a obsesionarme contigo y no, estoy mal, no solo lo siento: estoy comenzando a hacerlo. No me dejas ser mala contigo. Haces cualquier tontería y haces un alboroto de mí, me destruyes de cierta manera sin ser consciente de que lo haces. Me haces quererte más de lo debido, Harry. Joder... Como te amo, idiota.

Y lo solté. Solté lo que tanto quería decirle, no la parte que temía, pero solté mucho de lo que quería decirle. Y sin más también, presioné mis labios sobre los suyos. El frio de sus labios con el calor de los míos hicieron contacto y crearon una maravillosa sensación que me fue imposible describir, pero que se sentía jodidamente espectacular. Él me abrazó también y presionó despacio su mano sobre mi cabello, acercándome más a su boca. Su lengua se adentró entre mis labios y la mía calentó la suya. Pero no era un beso desenfrenado, era un dulce y tranquilo, pero que a través de éste nos expresábamos cuanto nos necesitábamos el uno al otro.

—Te adoro, nena. Te quiero, te amo, Daphne. —Me susurra cuando nuestros labios se separan. Sonrío y asiento con la cabeza.

—Lo sé, y joder, me encanta cuando lo dices. Lo amo —él sonríe y me abraza.

—Siento haberte enojado tanto, pero tendré el valor de decirte que no me arrepiento de nada —sus mejillas vuelven a adoptar aquel rosa que tanto me gusta, y no sé desde cuando se sonroja al hablarme, pero me encanta. Todo de él me encanta.

—Voy a confesarte algo pero no quiero que te rías, ¿vale? —mordí mi labio y él asintió como un niño pequeño. Aún me encontraba sobre su regazo, él abrazándome por la cintura y mis brazos sobre sus hombros abrazándole por el cuello.

—Tienes mi palabra —me sonríe y deposita un beso fugaz en mi nariz.

Razón número mil novecientos noventa y cuatro para amar a Harry Styles: Te da los besos más dulces que puedan existir en la maldita tierra.

—Amé ese momento, mucho. Joder, lo amé demasiado —gruñí y una risita tonta se escapó de sus labios. Me giró consigo, dejando mi cuerpo debajo del suyo. Soltó una risotada y escondió su rostro en mi cuello, haciendo que yo ría también. Adoraba estos momentos con él, mierda, amaba todo con él, incluso nuestras estúpidas peleas. Soy una masoquista, joder, amo el dolor. Estúpida Daphne.

—Lo sabía —sonrió con autosuficiencia.

—No quieras pasarte de listo, la próxima no me gustará —le advertí, y detesté no haber sonado tan malvada como deseaba.

—La próxima te encantará.

—A la próxima no te irá tan bien —contesté.

—¿Aquella guerra de zapatos no ha sido bastante?

—¿Tu lo crees? —solté una carcajada y luego paré de reírme—. No, por supuesto que no.

—Joder. Eres peor que la mafia. —Soltó un falso gemido de horror y luego rio.

—Yo soy la maldita mafia, bebé —susurré en sus labios, y él mordió su labio inferior mirando a los míos.

—Si esto es la mafia, no me importará siquiera morir por ella —contestó, y ni siquiera me enteré como es que sus piernas estaban acomodadas entre las mías.

—¿Te arriesgas?

—Eso y más —cerró los ojos y casi gimió cuando moví un poco mis caderas—. Oh... Dios —susurra—. Diablos... Daphne —suelto una risa tonta. Me verlo de esa manera frente a mí.

—¿Cuánto tiempo estuviste haciendo escándalo allá afuera? —le pregunto.

—Lo suficiente como para hacerte salir —sonríe de lado, mostrándome uno de sus irresistibles hoyuelos. Me vi tentada a tocarle ahí, pero me obligué a resistirme.

—¿Lo suficiente como para hacerme salir?

—Lo suficiente como para...

Formó una mueca en su rostro y supe lo que pasaría; mordió su labio y escondió su rostro cerca de mi cuello y realizó silencioso sonido pero el cual es reconocible para cualquiera: un estornudo.

Solté una risita.

—Resfriarte.




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