El amor del Zar

Da AngieRosas058

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Secretos. Traiciones. Odio. Venganza. Poder. Una guerra. Rencores y viejos amores del pasado. Una Reina. Un Z... Altro

Prólogo
Personajes
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Epílogo
Agradecimientos
Escena extra: "Un muerto entre las sombras."

Capítulo 50

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Da AngieRosas058

Xander.

Tienes que hacerlo.

Ella merece escuchar tus disculpas.

Es tu oportunidad de reparar la mierda que has hecho.

Repito esas palabras una y otra vez mientras observo a Valentina caminar de un lado a otro con fervor y emoción ante mi nueva idea para apoderarnos del mercado de la droga. Detallo como toma medidas con la cinta métrica que me ha quitado, escuchando atentamente cada una de sus ideas para aprovechar cada metro cuadrado que tenemos a nuestra frente, la sonrisa de sus labios es lo que necesito para que algo de mi conflicto interno se tranquilice.

Al menos, un poco.

Nuevamente, repito ese mantra que he tenido desde que Yesika me hizo una puñetera revelación divina y dolorosa de mi relación con Valentina. Desde ese momento, mi mente no ha parado de torturarme con las cosas que pude haber hecho para que no termináramos en este punto de nuestra relación, que aunque me cueste admitirlo en toda su totalidad.

Estamos en un punto muerto.

Vamos, Xander.

Tú puedes hacerlo.

Ella merece escuchar tus disculpas.

Es tu oportunidad de reparar la mierda que has hecho.

Ella merece saber la verdad detrás de toda la mierda que te has guardado.

También tienes derecho a sentir dolor.

No siempre tienes que ser el pilar fuerte de todos.

Puedes romperte, cuando no puedas más.

Puedes rendirte, cuando creas que ya hiciste todo lo que pudiste y aún así, no funcionó.

Tienes derecho a rendirte e irte cuando creas que ya has dado mucho de ti hasta quedar hecho destrozos tan pequeños que no puedes encontrarlos nuevamente.

Ciertamente, la charla con Yesika me ha abierto los ojos de diferente manera a algunas situaciones que habían pasado desde la pérdida de Alisha. Luego de esa revelación divina y dolorosa por parte de la pelirroja, la plática no terminó ahí. Para tener dieciocho años, Yesika da muy buenos consejos para la mierda oscura que tengo lidiando desde hace más de cinco años.

El hecho de que seamos seres humanos, Xander. No significa que todo nuestros errores que dañaron a otros, serán nuestra condena.

Así como tenemos el derecho a equivocarnos por dañar a las personas que queremos, también tenemos el derecho a pedir perdón y sentirnos en paz con nuestra alma, no importa qué tan oscura sea. Independientemente si ella acepta o no, nuestras disculpas.

Te equivocaste. Valentina también lo hizo, pero, ¿de eso no se trata la vida y el ser humano?

De equivocarnos y cometer errores. No hay un termómetro que mida qué tan grande debe ser el error para sentirnos humanos, no hay una marca fija o parámetro que defina qué tantos errores debemos cometer para tener el derecho de pedir disculpas.

Siempre tendremos el derecho a pedirlas.

Así como tenemos el derecho a rendirnos, cuando finalmente, la situación ha terminado con nosotros.

No es tu culpa lo que le pasó a tu hija.

Nunca debieron culparse por no poder darle la vida que ustedes soñaron para ella.

Ustedes vieron el bienestar y alegría de su hija por encima de su propia felicidad. Sabiendo que no tenerla con ustedes, iba a destrozarlos.

Lo sabían.

Pero amaban tanto a ese pequeño angelito, que bajarían al infierno una y mil veces para que ella, solamente estuviera bien y sin dolor alguno.

No eres un cobarde, Xander.

Jamás lo fuiste.

Incluso los pilares más fuertes, pueden desmoronarse después de tantos golpes.

Caemos, pero nos levantamos.

Sufrimos, pero también sanamos.

De eso se trata la vida.

Sus palabras se siguen taladrando en mi mente y ciertamente, parte del tormento que cargaba desde hace años y que nunca pude expresar, se calmó de manera considerable. Me permitía pensar de manera un poco más clara mientras que aquella brecha de dolor, se cerraba un poco.

A pasos pequeños, grandes resultados, Xander.

Poco después de esa charla— y un abrazo reconfortante de su parte —Yesika me dejó a solas con mis pensamientos y emociones, donde finalmente me dije que tenía que comenzar a arreglar las cosas sí o sí conmigo mismo y con Valentina, más tenía un pequeño problema.

No sé cómo mierdas abordar el tema, sin que ella me meta un tiro y se ponga a la histeria por tocarlo.

Años después de que volviéramos a reconectar nuevamente— luego de Alcatraz y Madrid —intenté un par de veces tocar el tema, quería que todo entre nosotros se mantuviera en buen estado para seguir con nuestra nueva amistad, pero, más de una vez esquivó el tema y yo no paré de insistir hasta que me puso un alto definitivo.

Y con alto definitivo, me refiero a una bala que fue directamente a mi abdomen para darme la clara señal, de que se había vuelto algo demasiado personal para hablar.

Entonces, dejé de insistir y cada vez que Valentina tiene un indicio de que voy a sacar el tema. Simplemente, me corta de manera efectiva que ya ni me tomo la molestia de volver a preguntar, quiero creer, que es cuestión de tiempo para que nuevamente, podamos hablarlo.

Espero que pueda ser ahora.

En un lugar neutral como lo es Miami.

Su voz termina de sacarme de mis pensamientos.

—Estaba pensando en que podemos poner aquí el área de empaquetamiento— asiento mientras escucho sus ideas, sabe que aceptaré cualquier cosa que me diga por que confío en ella— y arriba estarán nuestras oficinas con una bonita vista a la playa, ¿no crees?— enfatiza uno de los grandes ventanales— imagina. Observar toda la producción de droga con un atardecer hermoso en tonos anaranjados mientras tomas una copa de vino, para decir: Tengo el puto mundo de la mafia a mies pies— termina— ¡Me encanta, Xander!—

—Me alegra que te guste, solnischko— afirmo.

Una sonrisa más grande se forma en mis labios al ver el entusiasmo en sus ojos negros que me pesa romper la atmosfera agradable entre nosotros, pero, tengo que hacerlo.

Necesito hacerlo.

Valentina sigue vitoreando con alegría cada detalle de la nueva fábrica y carraspeo un poco para llamar su atención. Recibo un golpe profundo al ver la alegría y chispa en sus ojos, su sonrisa me dice que realmente, le entusiasma la nueva fábrica de droga.

—¿Decías algo?—

—Sí, bueno...— intento encontrar las palabras— Valentina, hay algo que necesito decirte—

—Sabes que siempre estoy para escucharte, cucciolo— responde— ¿Ocurre algo?—

No con esto.

Espero que hoy sea el día que finalmente, me escuches.

Siento como las manos me sudan del nerviosismo y el pulso se me dispara al igual que los latidos de mi corazón que comienzan a acelerarse desenfrenadamente. Respiro profundamente para calmarme, repito el maldito mismo mantra que hace un rato.

Tú puedes, Xander.

—¿Xander?—

—Sí, sí, sí— respondo, para hacerle saber que la escucho— primero, necesito que me escuches con tranquilidad y...—

Y que no salgas corriendo.

Mierda, esto es más difícil de lo que creí.

—De acuerdo...—

—Necesitamos hablar acerca de...—

Ni siquiera logro terminar mis palabras, porque el sonido de su teléfono nos saca del momento. Maldigo internamente a la persona que ha llamado, Valentina me pide un segundo al cual accedo— necesito ordenar lo que tengo que decirle, otra vez —veo como saca el aparato del pequeño bolso que traía consigo y una sonrisa se pinta en sus labios al ver la remitente.

—Oh, es Bruno. De seguro, son noticias de Manarola—

Me caías bien, Greco.

Joder, ¿no pudo llamar en otro momento?

—¿Aló?— responde Valentina, asiente un par de veces mira en mi dirección, arqueo una ceja— sí, aquí está conmigo. Espera, pollo. Te pondré en altavoz—

Yo quiero hacer caldo de pollo con Bruno Greco por haber interrumpido el maldito momento.

Me obligo a controlar mis instintos asesinos contra el menor de los Greco, y respiro profundamente para volver a mi posición de Zar. Dado que necesitamos ese cargamento para joder a los Greco, dejo de lado mi dolor y sufrimiento emocional para concentrarme en la conversación.

Por el momento.

Frunzo el ceño ante algo nuevo.

¿Cuántas veces me dije a mi mismo eso?

Definitivamente, tengo más problemas de los que creí al inicio.

Me acerco a Valentina para escuchar las conversación mientras que ella coloca en altavoz a Bruno.

—Listo, sigue hablando, Bruno—

Como le mencionaba a Valentina, Xander— escucho con atención— robamos la carga que venía a Manarola ayer. La seguridad era mínima, pudimos acabar con ellos fácilmente— responde— antes de tomar el avión que nos lleve a Miami, decidimos revisar la carga antes de mandarla a Rusia

—¿Encontraron algo?—

Tenemos toda la droga completa— sonreímos— también las armas, pero, al parecer mi hermano se ha decidido en dejarnos un pequeño regalo para nosotros...

—¿Qué cosa, Bruno?—

Dentro de una de las cajas, encontramos un lote de piedras preciosas muy costosas

—Suena a que me harás más rico, niño— se ríe— ¿Qué clase de piedras son?—

Será mejor que se sienten, ambos

Fruncimos el ceño ante la respuesta de Bruno.

—De acuerdo, pollo. Está alargando el misterio—

Son diamantes rojos

Valentina y yo nos quedamos en silencio ante las palabras de Bruno, parpadeo un par de segundos en duda de que si escuché bien.

—Espera, repítelo, Greco— pido— dijiste, ¿que son diamantes rojos?—

Lo son y puedo asegurar, que son auténticos y no una copia barata— afirma— hay una bolsa transparente, son más de cien unidades así que, optamos por pesarla

—¿De cuanto estamos hablando pollo?—

Tenemos un kilo y medio de diamantes rojos en nuestras manos

—¡Mierda!— exclamo, Valentina asiente— estamos hablando que el diamante rojo es una de las piedras preciosas más caras del mundo y por no decir, raras. Pueden encontrarse en Tanzania e incluso en Rusia, pero es raro encontrarlas. Sus yacimientos más célebres se hallan en Brasil al borde de la Riviera Abaetezinho y en Australia en una mina de diamantes que ofrece la producción mundial de diamantes rojos—

¿A cuánto está el diamante rojo?— pregunta Bruno.

—Según las últimas cifras...— hago memoria— un solo quilate de diamante rojo, está por encima del millón de dólares...—

—En pocas palabras...— agrega Valentina, asiento— merda—

—Prácticamente, nos acabamos de ganar la lotería. Tenemos millones de dólares en diamantes, ¿Bruno sabes de cuanto son los quilates?—

Varían, tengo que decir. Algunos son de tres quilates, otros de menos de un quilate. Sería difícil sacar la cuenta ahorita, pero, calculo que tenemos más de cien millones en diamantes rojos

—Parece que vamos a recuperar esos quinientos millones de euros más pronto de lo que esperábamos, solnischko— sonríe.

—Cada vez, estamos nadando más en dinero— se ríe— será un golpe duro para Darío, el saber que tenemos su carga de millones de dólares en nuestras manos—

—Y que no tendrá forma de recuperarla— respondo, chocamos los cinco— vamos a pegarle más fuerte en su economía y conexiones. Cambio de planes, Bruno. No manden la carga a Rusia, envíenla a Siberia—

—Estará más segura en el terreno de los hermanos, por que en el momento en que sepan que los tenemos en nuestro poder, buscarán los medios para entrar a territorio ruso— afirma Val— nadie sospechará que estarán en Siberia—

De acuerdo, le diré a los hermanos que se preparen para mover la carga hacia Siberia...

No termina sus palabras porque escuchamos una voz familiar al fondo, Valentina sonríe con cierta arrogancia

Cosita, ¿qué haces? ¿Por qué no has vuelto a la cama?— arqueo mis cejas— no he terminado contigo

Atlas...— carraspea Bruno— compórtate, stronzo. Que estoy hablando con tu hermano—

¿No quieres hablar con mi polla mejor, cosita? Estoy seguro que tiene ganas de volver a probar esos lindos labios italianos que son realmente exquisitos

—¿Saben que, chicos? Creo que lo mejor será que los dejemos a solas...— agrega Valentina— ya nos informaron lo que ocurre, recuerden cambiar el destino hacia Siberia—

No es...

—¡Nos vemos en Miami! ¡Disfruten un rato!— exclamo antes de colgar la llamada.

Valentina y yo nos miramos un momento antes de echarnos a reír. El pequeño solnischko extiende una mano en mi dirección, ruedo los ojos antes de rebuscar en los bolsillos de mi chaqueta y sacar el cheque por doscientos mil rublos, resoplo cuando me lo arrebata de las manos para mirarlo con detenimiento.

—Te lo dije, cucciolo. Mandarlos a Manarola, solamente sería tu condena—

—Maldita embaucadora— se ríe, sonrío. Suspiro por lo bajo— ahora, ya que estamos sin interrupciones...—

—Cierto— responde, guarda el pedazo de papel en su bolso— ¿De qué querías hablarme?—

—De...—

Trago en seco mirando sus ojos negros que me miran con curiosidad y cierto brillo de felicidad. Realmente, me jode arruinar el momento lindo entre ambos pero, no puedo más con la angustia del pecho ante la revelación que me ha dado Yesika ayer.

Necesito decirlo.

—Es un tema complicado, realmente— empiezo— pero, necesitamos hablarlo. Principalmente, por que quiero que sepas...—

Necesito que sepas como me siento en los últimos años para pedirte perdón por todo el daño que te hice.

—Xander, me estás asustando—

Yo también estoy asustado, Valentina.

No tienes idea de cuanto.

—No es nada, lo juro— miento, si es algo importante— simplemente...—

Otra vez, no logro terminar mis palabras porque el sonido abrupto de la puerta abriéndose nos saca de nuestro momento.

Maldita sea, ¿es en serio?

El chirrido de varias llantas llama mi atención y en el momento en que giro mi cabeza, todas mis alarmas se encienden al ver dos figuras encapuchadas encima de unas motocicletas con sus armas en alto, apuntando en una sola dirección.

Valentina.

Me abalanzo sobre ella para cubrirla con mi cuerpo en el momento en que ambos intrusos accionan sus armas en su dirección, su espalda golpea contra una de las cajas de madera. Escucho como se queja por lo bajo, las balas pasan por encima de mi cabeza pero sin dañar realmente alguna parte de mi cuerpo, las motocicletas pasan por nuestro lado a velocidad.

Observo los ojos negros de Valentina que se encuentran en una ligera sopresa antes de llenarse de colera y determinación, asiente en mi dirección al compartir el mismo pensamiento.

Debemos irnos.

Ahora.

Acaricio suavemente su mejilla quitando un poco de polvo y suciedad, hago un repaso rápido de su cuerpo en busca de más heridas, pero todo parece estar bien.

—¿Estás...?—

—Lo estoy— responde con la respiración ligeramente agitada, sonríe un poco— gracias por el salvamiento—

—Cuando quieras, solnischko— afirmo.

El sonido de las llantas nos saca de nuevo del momento y rápidamente ambos nos ponemos de pie para prepararnos. Damos un salto hacia un lado a tiempo cuando vemos que tienen las intenciones de arrollarnos de nuevo, sacamos nuestras armas dispuestos a disparar y acabar con el problema de una buena vez por todas. Pero, los intrusos comienzan a hacer varios círculos alrededor de nosotros en busca de confundirnos.

Nos encierran en un círculo que levanta casi todo el polvo de la vieja fábrica, cierro mis ojos un momento para que no me moleste y escucho cómo Valentina tose ante ello. Las motocicletas dejan de escucharse de golpe, solamente puede verse la gran nube de polvo.

Gruño ante la picazón de mi garganta mientras doy un par de pasos hacia atrás con mi arma en alto y choco con una espalda familiar, por la postura de sus hombros también tiene su arma en alto, en busca de los intrusos.

—¿Reina?—

—Aquí, Zar—

Un pesado silencio cae alrededor de nosotros y solamente se escuchan nuestras respiración entrecortadas, mi arma no se baja ni un segundo mientras intento ver entre toda la nube de polvo, Valentina se separa de mí para dar un pasos, hago lo mismo.

—¡Xander a tu izquierda!—

Me agacho justo a tiempo para esquivar el golpe de un palo de madera bastante grueso que viene en dirección a mis costillas, lo bloqueo con mi antebrazo antes de levantar mi pierna en dirección a su costado. Escucho como Valentina pelea con el otro sujeto antes de colocarse en posición de combate, hicieron enojar a la Reina del Alboroto.

Muy mala idea.

Sonrío cuando se dobla por el dolor y doy un giro sobre mi eje para golpear su rostro con mi pie, gracias al peso del casco que cubre su rostro cae pesadamente al piso. No tarda más de dos segundos en recuperarse y guardo mi arma, sonriendo como un jodido loco sádico mientras observo cómo se coloca en posición de defensa.

Tal vez porque lo soy.

Trueno mi cuello cuando mi mente me muestra algunos de mis recuerdos en la estadía de Alcatraz, sí, definitivamente estar ahí. Ha terminado por convertirme en lo que soy, este imbécil no sabe hasta dónde puedo llegar si me hacen enojar.

Y tiene suerte.

Porque estoy bastante enojado.

Extiendo mis brazos.

—Anda. Te doy el honor de intentar tan siquiera, tocarme un pelo—

Suelto una carcajada cuando finalmente se abalanza contra mí y simplemente levanto mi pierna para golpear su pecho y tirarlo de golpe al suelo de nuevo, sonrío cuando su cabeza rebota con el casco.

Intenta levantarse, pero le asesto un golpe en medio del pecho para que se quede en el suelo. Una vieja técnica que mi padre me enseñó. Le doy un segundo golpe en el pecho, pero eso no parece detenerlo porque sus piernas barren mis pies y caigo al suelo, gruño por el ligero dolor de mi hombro pero lo ignoro.

Giro mi cuerpo hacia un lado cuando se pone de pie e intenta patearme el rostro, nuevamente sigo rodando por el piso hasta que encuentro un trozo de madera bastante grueso y pesado, lo tomo para golpearlo en la parte baja del abdomen, se dobla del dolor y yo aprovecho para deslizarme en medio de sus piernas y me pongo de pie golpeando su espalda con fuerza, partiendo el pedazo de madera.

Parece que el tipo realmente tiene ganas de pelea porque se recupera rápidamente, se mueve rápidamente en mi dirección que no alcanzo a esquivar el puño que viene hacia mi rostro, gruño ante el ardor pero limpio la sangre que sale de mi labio inferior, escupo a un lado de mis pies mirando fijamente el tipo antes de sonreír.

Definitivamente esto me trae recuerdos de Alcatraz.

—¿Quieres saber qué le pasó a la última persona que realmente se atrevió a tocarme las pelotas, imbécil?— inquiero— ¡Adelante! ¡Vamos! ¡Que tengo todo tu jodido día!—

Finalmente consigo una reacción de su parte porque escucho como gruñe con molestia ante mis provocaciones lo que me causa una risa, veo como se quita el casco para lanzarlo a un lado y mi sonrisa aumenta al ver el tatuaje de corona negra que tiene en el costado de su cuello, obtengo mi respuesta ante este ataque.

El idiota de Darío.

Verdadero estúpido, en serio.

¿Hasta cuándo va a aprender?

Conmigo no se juega.

No con el Zar de la Bratva.

Sin dejar que el sujeto tenga oportunidad de tocarme un pelo, esquivo fácilmente su brazo con la navaja en forma mariposa para tomar su muñeca en mi mano y de un solo tirón sacarla de su articulación, provocando un dolor agónico en su cuerpo, no dejo de sonreír como jodido desquiciado.

Intenta usar su otro brazo para golpearme pero lo bloqueo y subo mi rodilla hacia su estómago una y otra vez. Rompo los huesos de su otra muñeca para después torcer su brazo detrás de su espalda, pero doy un par de pasos hacia atrás cuando encaja su codo en mi estómago pero no me hace ningún efecto de dolor.

Su muñeca libre de la articulación doblo su extremidad al punto en que sus huesos se rompieron también, dejándolo sin una posibilidad de usar sus manos. Tomo la navaja de mariposa de sus dedos mientras gozo de las lágrimas de dolor que salen de sus ojos, sonrío suavemente como si tuviera alguna compasión por él.

—¿Duele?— asiente— una pena, en serio. Te tengo lástima, ¿sabes? Por tener un jefe tan idiota que no aprende una sola cosa...—

Veo como el pánico y terror se siembra en su mirada al ver la oscuridad de la mía junto a la sonrisa que comienza a ensancharse, giro la navaja entre mis dedos y me río a carcajadas al ver cómo se remueve en busca de soltar pero solo empeora. Coloco el filo de la navaja en el borde de unos de sus dedos y sin más miramientos.

Corto la punta de su dedo índice, me deleito ante sus gritos de dolor pero no es suficiente para mí.

Necesito más.

Como si estuviera en una clase de cocina y te estuvieran enseñando a cortar verdura, corto su dedo en trozos pequeños y dolorosos, rompiendo sus huesos al igual que sus articulaciones. Sus quejas se hacen más fuertes pero al mismo tiempo, más agudas que me generan dolor de oídos.

El tipo me mira con miedo puro al ver como corto cada uno de sus dedos como una zanahoria para el estofado.

—Realmente, es una pena que tengas un jefe así de imbécil...— sigo con mis palabras— sobre todo, cobarde. ¿Que no te dijeron los peligros de meterse conmigo? ¿El Zar de la Bratva?—

—Yo...— solloza— no, lo siento. No lo sabía...—

—Oh, claro que lo sabías— sonrío sádicamente— pero, lo haces por tener más dinero, ¿no es así?—

—¡Sí!— chilla de dolor cuando corto otro trozo de su dedo meñique, de los últimos— ¡Lo siento, Zar!—

—¿Lo sientes?—

Asiente.

—Una verdadera lástima...—

Ladeo mi cabeza.

—Por que yo no—

Giro de nuevo la navaja en mis dedos y lo clavo en uno de sus ojos, sus gritos se hacen más fuertes que me tiene hasta la coronilla. Tomo su cuello con una de mis manos y lo aprieto con tanta fuerza que su rostro no tarda en ponerse entre rojo y morado, lo elevo ligeramente sobre sus pies. Gozo del intento inútil de sus manos inservibles para detenerme, su ojo se llena de miedo al comprender cuál era la finalidad de mi plan.

—Ohh...— arqueo mis cejas en falsa sorpresa— finalmente lo comprendes, ¿no?—

Asiente.

—Ahora...— aprieto más mi mano— realmente, verás que es lo que pasa cuando me tocan las pelotas...—

Con una fuerza que sorprendería a más de uno, pero a mi no. Sigo estrujando su cuello hasta que escucho como algunas de sus vértebras comienzan a romperse lentamente, su ojo sano parece que en cualquier momento va a salir de su cavidad ante mi agarre, sus pies me patean en busca del aire de forma desesperada, escucho como otra vértebra se rompe y sé que es lo que estaba buscando.

Lo cambio de posición y coloco un brazo alrededor de su cuello mientras que mi manos toman un costado de su rostro ensangrentado y sin muchos miramientos.

Más bien, ya me aburrí de luchar con él.

Hago un giro perfecto de 180° en todo su cuello.

Los huesos y vértebras se rompen ante el inesperado giro, su cuerpo queda laxo pero lo suelto antes de que me toque de nuevo. Cae con un golpe seco y yo solamente miro su nuca, ahora en su pecho y su rostro, en su espalda. Sacudo mis manos, cerrando los ojos un momento disfrutando del momento, trueno mi cuello de nuevo.

Joder, hace tantos años que no hacía esto.

Olvidaba lo bien que se sentía.

Había una razón por la que en Alcatraz, me conocían como un paciente peligroso y hostil la mayor parte del tiempo— razón por la cual me mandaron a Turquía una buena temporada como castigo —incluso, los guardias me miraban con algo de miedo cada vez que me metía una pelea con otro imbécil, que no sabía lo que era el espacio personal y razón, por la cual la morgue tuviera un muerto cada semana.

No era mi culpa.

Si me provocas, respondo y si tienes aunque sea un poco de amor a tu mierda de vida.

No te metas en mi camino.

Nunca.

—¡Maledetto figlio di puttana!—

Yo conozco ese grito de furia mezclado con dolor.

Giro mi cabeza en busca de la dirección, a pesar de que la mayoría del polvo se ha dispersado aún hay algunas partes en las que es difícil ver, parpadeo y mis ojos se concentran en el par de figuras en una esquina cerca de una vieja maquinaria, creo.

No necesito ver más de dos segundos para saber qué ocurre.

Y que todo se vuelva rojo en mi mirada.

Sostengo con fuerza máxima el brazo con un trozo de varilla en la mano del sujeto que estaba a punto de golpear a Valentina quién se encuentra en el piso, noto que tiene el labio partido y un morado en su mejilla. Gruño por lo bajo roncamente y siento como todo se hace más rojo a mi alrededor.

No voy a controlarme.

No esta vez.

Estrujo con más fuerza la muñeca del sujeto que me mira con impresión ante mi rápida llegada, no tiene casco tampoco, deduzco que Valentina logró quitárselo durante la pelea. Sonrío cuando veo el miedo y terror en su mirada, pero, no deja la estupidez de lado. Intenta zafarse de mi agarre pero no se lo permito, gruño con más fuerza que la anterior antes de murmurar con los dientes apretados.

—¿Te atreviste a tocarle un pelo, hijo de puta?—

—Yo...—

Vuelve a intentar a soltarse pero se lo niego, sigo estrujando con mucha más fuerza su muñeca hasta el punto en que la base de palma comienza a ponerse morada para la falta de circulación, traga saliva cuando sonrío.

—Voy a dejarte algo en claro—

Aún con su muñeca en mi mano, estiro todo su brazo para que se encuentre completamente extendido y levanto mi brazo para encajar mi codo justo en la unión del antebrazo y su brazo, su grito de dolor me hace saber que le he roto el brazo en dos.

—Suelta la varilla...— no lo hace, estrujo su muñeca con más fuerza— ¡Ya!—

Finalmente suelta la varilla de su mano y yo aprovecho para volver a levantar mi codo golpeándolo en el rostro con fuerza. Se queja pero no le voy a dar oportunidad de nada.

Ese hijo de puta la tocó.

Se atrevió a tocarle un pelo.

La golpeó en el rostro.

Voy a cobrarme cada uno de esos golpes.

Nadie se atreve a tocar a Valentina Marchetti frente a mis ojos a menos que quiera una muerte lenta a través de mis manos.

Y me voy a encargar que ese hijo de puta, lo aprenda.

Sin darle una tregua alguna, sigo golpeando su rostro y cuerpo varias veces hasta el punto en que nos movemos por todo el lugar, paso por encima del cadáver de su amigo aplastando su cuello con mi pie, pero no me importa.

Mi puño se asesta en el estómago del tipo quién se dobla de dolor de nuevo antes de escupir sangre, se tambalea y observo su cara hinchada. Sus dos ojos estaban hinchados de manera que a duras penas ve, tiene toda la boca partida y algunos dientes caídos, ignoro el ardor de mis nudillos para seguir golpeando su rostro.

Finalmente lo tomo de la camisa que trae y lo lanzo al piso, encima de unas viejas vigas. Lo pateo tantas veces sean necesarias hasta calmar el ansía de sangre que me recorre en las venas, no es suficiente para mí. A lo lejos escucho varios pasos a mi espalda, pero no les pongo atención , sigo en lo mío.

Nadie toca a mi pequeño solnischko.

¡Nadie!

Coloco al sujeto boca arriba quién no deja de escupir sangre y varias lágrimas se deslizan de sus ojos hinchados, no me generan ningún tipo de compasión o empatía, este hijo de puta se atrevió a tocar a Valentina. Sé que ella no necesita mi protección pero jamás, dejaré que un hijo de puta la toque con otra intención que no sea para darle placer de un jodido orgasmo.

Con maldad y sin medir las consecuencias de mi sadismo. Comienzo a pisar el cuello del sujeto una, dos, tres, cuatro veces. Hasta que pierdo la cuenta, recargo todo mi peso en mi pie mientras la sangre me salpica en el rostro y en algún punto, siento que alguien tira de mi brazo pero lo sacudo lejos de su alcance.

—Xander...— escucho a lo lejos.

Nuevamente tiran de mi brazo y actúo por instinto. Giro sobre mi propio eje y mi mano se cierne alrededor de un cuello más pequeño y suave, pero con menos fuerza que la anterior. Lanzo del cuerpo de la persona a la pared más cercana para arrinconarla con el peso del mío, mis caderas hacen presión en las suyas mientras una de mis rodillas, separa las suyas con fuerza para que no las cierre.

Escucho un pequeño jadeo de sorpresa que me saca un momento de mi trance junto al aroma a un perfume conocido, dulce y suave perfecto para convertirse en una de mis tentaciones favoritas, un par de manos suaves se aferran a la que tengo en su cuello.

—¡Xander!—

El grito femenino y muy familiar me trae de regreso a la realidad. Parpadeo para acostumbrarme al ambiente y subo mi mirada hacia un par de ojos negros que me miran con cierta sorpresa mezclada con...¿Deseo?

O creo que estoy viendo mal.

La respiración de Valentina se mantiene errática al igual que la mía y siento como varias gotas de sangre se deslizan por el costado de mi mejilla, pero, mis ojos no se despegan de su mirada negra que me analiza a profundidad.

Un escalofrío me recorre en la columna cuando veo cómo pasa su lengua por sus labios y trago saliva al ver un pequeño destello de lujuria en su mirada. Estoy seguro, que los míos deben verse de igual manera porque siento como traga saliva a través de mi mano, entonces me doy cuenta que sigo sujetándola del cuello, pero, eso no parece molestarle.

Todo el ambiente cambia entre nosotros de golpe y no puedo evitar hacer una pequeña presión en su cuello, una pequeña sonrisa tira de mis labios al escuchar su pequeño jadeo bajo que me hace estragos en todo el cuerpo. Mi respiración sigue errática al igual que la suya, nuestros ojos se niegan a despegarse del otro, el deseo se hace cada vez más cargado.

Estoy a nada de perder los estribos.

Mierda, olvidaba lo bien que se sentía su cuello en mis manos.

Demasiado suave y tentador.

Viejas memorias llegan a mi mente de nuestras aventuras en el Black Rose. De todas las veces que la hice mía en la habitación especial que mandé a hacer para ambos. Cada posición, cada orgasmo, cada gemido y cada jadeo siguen frescos en mi mente que solamente hacen que se me endurezca la verga al tenerla tan pegada a mí.

Solamente deseo besarla para volver a escuchar ese pequeño gemido bajo que emite cada vez que juego con su lengua y tomo su labio inferior entre mis dientes, haciendo que gima más fuerte.

—Xander...—

Su nombre es un murmullo demasiado bajo y ronco que envía corrientes eléctricas a todo mi sistema que se concentra en mi verga endurecida. Sus ojos negros me lo piden suplicios al igual que los míos, el deseo se mantiene igual de fuerte en ambos que no estamos dispuestos a soltarlo.

Mierda.

Ya no puedo más.

Inclino mi rostro más cerca del suyo y suavemente...

Rozo mis labios con los suyos.

Como si fuera la caricia de una pluma, demasiado suave y lento que casi sentirías que fue un sueño. Valentina jadea y yo también para separar un poco más sus labios, que son mi maldita tentación con el paso de los días y no hay día en que me los imagine de nuevo alrededor de mi verga para mimarla como ella sabe hacerlo.

Las tentaciones son peligrosas.

En especial la tentación que posee unos ojos más negros que la noche y que me provocan las mismas sensaciones que la primera vez que los vi.

Son mi maldita perdición y tentación que juega con mi cordura.

Dispuesto a caer en la tentación de una vez por todas. Vuelvo a rozar suavemente los labios de Valentina con los míos, mi pequeño solnischko jadea por lo bajo, sonrío al notar como sus mejillas se ponen rojas.

Finalmente, cuando estoy a punto de saborear su boca como lo he deseado desde hace años.

Todo se rompe.

Ambos nos sobresaltamos en el momento en que escuchamos como la puerta se abre de nuevo, inmediatamente suelto el cuello de Valentina de mi mano y me separo de su cuerpo, veo como traga saliva pasando su lengua por sus labios, muerdo mi labio inferior al saber que siguen siendo tal como lo recordaba.

Suaves y tentadores.

Carraspeo.

—Lo siento...—

—Sí, yo también— responde con un poco de sequedad mezclada con cierta frustración— mejor no hablemos de esto...—

—Seguro—

Ambos nos quedamos en silencio con la guardia en alto cuando escuchamos como varios pasos se acercan a nosotros. No me sorprendo cuando Yerik y Remy llegan a nuestro punto de encuentro, debieron suponer que algo iba a mal cuando no volvimos a la hora en que acordamos, asienten en nuestra dirección.

—¿Están bien chicos?— inquiere Yerik.

—Lo estamos— respondemos al unísono— estamos muy bien—

—Xander...— Remy me señala el rostro— tienes...—

Frunzo el ceño.

—¿Qué cosa?—

Nuevamente, siento como algo caliente se desliza por mi mejilla y llevo mis dedos hacia mi rostro, mis cejas se arquean al notar la sangre en mi mano pero al parecer no tengo ninguna herida.

Observo al sujeto que estaba golpeando y tampoco me sorprendo, al ver todo su cuello destrozado por culpa de mis zapatos y peso, creo que incluso veo su tráquea bajo todo el charco de sangre. Me encojo de hombros de manera despreocupada, rasco mi mejilla con algo de sangre.

—Perdí algo de mi control hace un momento— miro de reojo a Valentina— logré volver a mis cables, Yerik. Tranquilo—

—De acuerdo...— responde, mira al sujeto— ¿Cosa Nostra?—

Asentimos.

—Lo más seguro es que ya deben saber que hemos robado el cargamento. Lo más seguro es que Darío, los haya enviado— afirma Valentina— nos tomaron por sorpresa, pero Xander...— señala a los sujetos— logró manejarlos—

—Muy bien, hemos revisado el perímetro y no hay más sorpresas— habla Remy, mirando a nuestro alrededor— ¿La nueva fábrica?—

Asentimos de nuevo, sin ganas de hablar después de lo sucedido con ese casi beso.

—Ya tenemos las medidas necesarias, pronto mandaremos a los trabajadores junto a Jasha para que coordine toda la construcción— aviso, asienten.

—Será mejor que nos vayamos, chicos. Creo que necesitan un descanso—

—Seguro— responde Val.

—Necesitaré una ducha— digo.

Finalmente todos comenzamos a salir del lugar en un incómodo silencio y mi cabeza comienza a repetir lo sucedido hace algunos minutos.

Más tarde...

Y no me hacía responsable de mis actos.

Gruño con cierto ardor al sentir el antiséptico en la herida del hombro, Yesika se ríe ante mis quejas pero no parece afectada por mi humor de mierda que acaba de comenzar, desde que volví al apartamento. Después de la ducha, a la pelirroja casi le da un ataque de preocupación al verme herido en el hombro, se ofreció a curarme y no quise hacerle el desplante, aparte, es un poco difícil llegar a esa parte.

—No seas llorón, Xander—

—Si me trataras con amor, Yesika. No me estaría quejando— espeto con cierto fastidio, se ríe— ¡Ay! ¡Yesika!—

—No sabía que los rusos eran unos lloricas, Xander—

—Estás haciendo que dejes de agradarme, terrón de azúcar malvado—

—¡Deja de moverte, entonces!— chilla, río— dios, eres peor que un niño—

—Según Valentina, sigo siendo un niño atrapado en un cuerpo de un adulto de treinta años—

—Hablando de ella...— coloca una gasa en la herida curada, asiento— ¿Lograste hablar con ella?—

Esa es la causa de mi mal humor.

Malditas interrupciones.

—No— gruño, suspiro con cierta molestia— estaba apunto de hacerlo, pero Bruno llamó. Cuando terminó con la llamada, iba a hacerlo de nuevo pero...— señalo mi hombro— pasó esto y todo se fue al caño—

Sin contar que el detalle de que casi la beso y mando nuestra amistad por el caño.

Otra vez.

—Mmm...— hace una mueca con simpatía hacia mí— una pena, en serio. Pero, puedes hacerlo ahora, ¿no? Tengo entendido que hasta mañana comenzará la sesión, ¿por qué no hablas con ella? Más vale tarde que nunca, ¿no?—

Asiento y me coloco de pie para colocarme la camisa limpia, sonrío un poco en su dirección. Yesika comienza a guardar y tirar lo que usó para curarme.

—Tienes razón, terrón malvado— se ríe— mejor tarde que nunca—

Sin poder evitarlo me inclino y la beso brevemente en los labios, Yesika se sorprende pero no dice nada, simplemente responde al beso que me saca una pequeña sonrisa. Se siente bien besarla, pero al mismo tiempo.

No hay combustión o fuegos artificiales como hace un rato con Valentina.

Creo que estoy en un serio problema.

—Para la suerte, gracias— le guiño un ojo, sonríe con las mejillas rojas— esperemos que la bruja, no me meta un tiro—

—¡Suerte entonces, Xander!—

Salgo del apartamento para ir al piso de abajo donde se están quedando Salvatore y Valentina. Cuando pongo un pie dentro, un pequeño silencio me recibe, cosa que no es novedad. Paso por la sala en dirección hacia las escaleras para ir a la habitación de la bruja, conociéndola debe estar en su quinta ducha para quitarse el olor a rata muerta de la fábrica y de paso, asegurarme que no sufrió más daños de lo esperado.

Espero que no.

Noto que la puerta está ligeramente abierta y no puedo evitar asomarme para ver si no está desnuda y que eso agrave mi problema.

Mis cejas se arquean con sorpresa al ver el escenario que se pinta a mis ojos y trago saliva con cierta dificultad a la escena que se desarrolla frente a mi rostro.

Oh, vaya.

Valentina y Salvatore se encontraban en el medio de la habitación mientras que los labios del italiano se movían sobre la bruja de manera lenta, el pequeño solnischko no duda en corresponderle para llevar sus brazos alrededor de su cuello para profundizar el beso.

Los observo un par de segundos, ajenos ante mi presencia y doy un pequeño paso hacia atrás y luego otro hasta que me alejo lo suficiente de ellos, la imagen se repite una y otra vez en mi cabeza.

Tal parece que ella está bien.

Y tal parece...

Que ya no te necesita, Novikov.

Tal parece que ya no.

Espero que Salvatore la cuide.

Y no la joda.

No como yo lo hice.

Trago saliva con más fuerza ante el pensamiento y una pequeña punzada me golpea en el pecho mientras subo al ascensor en dirección hacia mi propio lugar, recuesto mi cabeza en la pared. Cientos de emociones y sentimientos se arremolinan en mi pecho, pero no encuentro una específica para lo que estoy sintiendo en estos momentos.

¿Por qué mierda duele?

¿Y por qué todo se ha vuelto tan confuso al verlos?

Moscú, Rusia.

Diciembre.

Semanas después.

Año nuevo.

Deslizo mis dedos a través de las cuerdas del chelo que tengo entre mis piernas mientras que las notas del piano hacen eco en la sala de música al compás de las mías y juntas forman una hermosa melodía de música clásica que parecía maravillar a todos. En especial a los padres de Yesika, quienes admiran con orgullo a su hija mover los dedos sobre las teclas del piano que era de mi madre.

Todo había pasado demasiado pronto y cuando menos me dí cuenta. Navidad y año nuevo habían llegado con cosas nuevas para nuestros futuros.

Valentina triunfó como el rostro de la marca principal de Félix y ahora, su cara está en todos los tabloides de varias revistas. Su relación con Salvatore, parece ir viento en popa porque cada vez salen más y tienen citas, más de una vez los he visto juntos.

Negarme a la evidencia, sería algo estúpido.

Están juntos.

Fin de la historia.

Atlas y Bruno son otras personas que mantienen una buena relación, ciertamente mi hermano mayor ha demostrado que solamente tiene ojos para su cosita y que está dispuesto a intentarlo todo con tal de tenerlo a su lado. Y Bruno, es feliz. Cosa que pone feliz a Atlas.

Aslan era feliz en estas fechas con un buen coño y una botella de tequila, nada lo hace más feliz que eso, así que, simplemente respetamos sus gustos.

Por mi parte, cada vez doy pasos pequeños para sanar la gran brecha de dolor que tengo en el pecho de manera emocional. Yesika, ha sido un buen apoyo para mí, tiene dieciocho años pero es una muy buena consejera. Le da paz a mis demonios internos y me saca un par de sonrisas con sus chistes malos pero inocentes, es divertido ver sus mofletes sonrojados.

Son como ver dos remolachas.

Cuando las notas finalmente llegan a su final junto a la canción, cae un pequeño silencio en la sala de música de mi casa antes de que varios aplausos hagan eco. Sonrío un poco inclinando mi cabeza hacia los invitados y mi sonrisa se ensancha un poco, cuando los ojos negros de Valentina se enfocan en los míos para levantar una copa de champagne en mi dirección, sé que le ha gustado.

—Ustedes, sin duda hacen un buen dúo, señor Novikov— halaga la señora Milena, besa la mejilla de su hija— mi pequeña Yesika, cada día que pasa. Cada día que me enamoro de como tocas, cariño—

—Me alegra que te guste, mamá— me mira con sus ojos castaños, sonrío— debo darle las gracias a Xander, por dejarme tocar el piano de su madre. Sé cuánto valor sentimental, tiene para ti—

—Lo tiene— me pongo de pie para sentarme en el banquillo a su lado— lo tendrá más, cuando finalmente, sea todo tuyo y le des vida a este lugar junto conmigo...—

Las cejas de la pelirroja se arrugan en confusión y con cierto nerviosismo, saco la pequeña cajita de terciopelo negra de mi saco. Todos jadean con cierta sorpresa, también la pequeña pelirroja quién mira la cajita con evidente sorpresa ante mis acciones, lo sé, pero siento que es el momento adecuado.

O eso creo.

—Voy a ser directo, terrón malvado. Sabes que me trabo con las palabras y tu solo te burlas de mí, Asenova— sonríe un poco, abro la caja— Yesika Asenova, ¿te quieres casar contigo?—

—Yo...— jadea— ¡Santa mierda de los búlgaros!—

—¡Yesika!—

—¡Lo siento, mamá!— se disculpa, nos reímos— pero, es que...¡Mierda! ¡Sí, sí! ¡Me quiero casar contigo!—

Saco el anillo de la pequeña caja y se coloco en el dedo anular, tomo su rostro para besar suavemente sus labios, saben a menta por los dulces que le encanta comer a todas horas por las fechas navideñas, sonríe contra mis labios.

Nos separamos de golpe en el momento en que escuchamos como algo cae al suelo y se rompe en cientos de pedazos. Giro mi cabeza y mis ojos se encuentran con los de Valentina, mis cejas se fruncen cuando veo un pequeño dolor agudo en sus ojos negros antes de que los esconde detrás de una mascara de frialdad, sonríe tenuemente antes de carraspear.

—Lo siento, simplemente...— jadea un poco— necesito tomar aire fresco—

Sale de la sala de música sin siquiera esperar una respuesta de alguien, le digo a Yesika que me disculpe un momento antes de salir detrás de ella. Corro por los pasillos, viendo como su figura sale al jardín con el frío de muerte, no dudo en seguirla hasta que la detengo.

—¡Valentina!— se detiene un momento, niega y comienza a andar de nuevo— ¡Solnischko!—

—¿Qué?— responde secamente, su tono me sorprende— ¿Qué quieres, Xander?—

—¿Saber qué te pasa? Podemos empezar por ahí...—

—No tiene nada que ver contigo— me mira con sus ojos negros más helados que la nieve— son solo ideas mías...—

—Sabes que puedes hablar conmigo, ¿no?—

—Sí, pero...—

—Nunca quieres hacerlo, lo sé— ruedo los ojos— bien, si no quieres decirmelo. Está bien, ya no te voy a presionar, solnischko—

Se mantiene en un pequeño silencio por un par de segundos hasta que finalmente, habla.

—Solo...— se ríe secamente, veo una pizca de lágrimas en sus ojos— simplemente, nunca seré como ella, ¿creo?—

—¿De qué estás hablando?—

—¿¡Que es que no lo ves!?—

Grita mientras señala con mi mano el interior de la casa, en especial la sala de música que se encuentra iluminada por luces tenues que podemos ver desde la distancia. Niega varias veces, antes de suspirar.

—Ella es perfecta, en muchos sentidos...— responde con voz ligeramente ahogada— lo veo, Xander. Lo veo perfectamente, la forma en cómo la miras...—

Traga el nudo de su garganta para desviar la mirada de mi rostro. Siento como mi pecho se aprieta de manera dolorosa, al ver como una lágrima baja por su mejilla mientras sus ojos se llenan de más dolor.

Ríe secamente antes de limpiar su mejilla.

—Ella es la chica perfecta. Es tu chica ideal...— continúa— ella no es una chica mala sin sentimientos que conociste en un intercambio en la universidad...— niega— y tampoco, será la persona que te hará desplantes de manera horrible por la pérdida de una hija...cuando tu no los merecías. Ella es buena y perfecta, merece estar contigo—

Se aleja un par de pasos para tener distancia y poder irse. Parece entender en mi mirada lo que no soy capaz de decir, por que simplemente sonríe con cierta tristeza antes de señalar de nuevo hacia la casa.

—Y yo nunca seré la chica buena que es perfecta en todo. Sé feliz, Xander. Te lo mereces—

—Valentina...—

Me mira un momento y sin saberlo, sus siguientes palabras, me provocan un dolor agudo.

—Felicidades por su compromiso, Zar Novikov—

Sin dejarme decir nada más, se da la vuelta para irse del jardín dejándome solo sin saber que hacer realmente y con un dolor profundo en el pecho, me cuesta reaccionar ante todo lo que acaba de ocurrir.

¿Qué acaba de pasar? 















¡Feliz miércoles a todas ustedes!

Tal como lo dije en el live del viernes...

Van a odiar a Xander al final de este capítulo...

Yo no lo odio...

Bueno sí, un poquito pero tampoco puedo culparlo...

Pero...

¿NOTARON LA TENSIÓN? 

HERMANAS, LA TENSIÓN DE VAXDERRRRR

LA TENSIÓNNNNNN 🔥🔥🔥🔥🔥🔥

NO PUEDO MARTHAAAAAAAA AHHHHHHHHHH 🔥🔥🛐🛐🛐

ESOS DOS ME TIENEN MAL...

MUY MAL...

Y  TAMBIÉN ME TIENE MAL XANDER SIENDO SÁDICO CABRON HIJUEPUTAAAAAAA 

AY DIOS, COMO LO AMÉ AHÍ...

*La jefa le baja la emoción a dos rayitas* JAJAJAJA

En fin...

Tuve muchas emociones con este capítulo...

Pero me gustó como quedó. 

Sin más que decir...

¡Nos vemos el lunes!

Atte. Su escritora 💜✨


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