Siempre Contigo #3

By LuzMejia26

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Elena y Alexander amaron, lloraron y aprendieron. Ahora tendrán que decidir que es lo que quieren para sus vi... More

Siempre Contigo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 21

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By LuzMejia26

Las miradas de mi amiga y mi ex esposo chocaban de una manera fría y dura.

-Será que mejor que empecemos a comer antes de que la comida se enfríe- comentó mi padre.

Todos tomamos asientos. Colocamos a Rafa en su sillita y le dimos su plato con sopa y pollo. Sus ojos brillaron en cuanto vieron lo que tenían enfrente.

Comenzamos a comer en un silencio incómodo.

-¿Cómo has estado Alexander?- preguntó Claudia.

-Bien, supongo- respondió.

-Obvio, Elena no te obligó a firmar un divorcio- comentó en voz baja, pero audible para todos.

Y volvió a reinar el silencio.

Mi padre y yo nos mirábamos pidiendo ayuda mutua. No sabíamos cómo cortar este momento tan raro.

-La pasta está deliciosa- comentó Alexander.

-Gracias, yo la hice- respondí.

-Yo hice el pollo- exclamó mi padre.

-Alfonso, ya vimos que tú también quieres atención- dijo burlona Claudia.

Mi padre soltó una risa.

Ambos comenzaron con una batalla de comentarios sarcásticos.

-Siento que el cualquier momento me va a clavar el cuchillo- susurró en mi oído mientras ellos platicaban.

Reí.

-Yo te cuido la espalda- respondí de la misma manera.

Su semblante cambió, como si recordara algo. Entonces el recuerdo también vino a mi memoria.


La boda había sido hace un par de días. Nadie sabía la mentira de nuestro compromiso.

De verdad nos amábamos y queríamos pasar el resto de nuestra vida juntos, entonces no valía la pena decirles a todos que los habíamos engañado.

Hoy venían sus padres a cenar, y estaba muy nerviosa. Aun no me ganaba la confianza de su padre y su mirada me ponía los pelos de punta.

-Los nervios se te notan a kilómetros- comentó mi esposo entrando a la habitación.

Lo miré.

-Pablo Ambrosetti me odia y desea sacarme del pais para dejarte libre- respondí preocupada.

Su risa hizo eco.

-No te burles- me quejé -Siempre hace comentarios o hace cosas que me hacen sentir mal.

Se acercó a mí y me miró de la manera más tierna posible.

-Todo va a estar bien- dijo Alexander mientras me abrazaba -No voy a dejar que te hiera, nunca más-

Tomé su rostro entre mis manos y acerqué nuestros rostros.

-Espero que seas demasiado bueno como guardaespaldas personal- dije mientras nuestros labios rozaban en espera del beso.

-Yo te cuido la espalda- afirmó para luego besarme en un beso lleno de amor y seguridad.


Desde entonces la frase "yo te cuido la espalda"  la usábamos como herramienta de apoyo y seguridad al otro.

El dolor era claro en sus ojos, y los míos parecían conectados al mismo sentimiento.

-Elena me ha hablado sobre Aarón- habló Claudia llamado nuestra atención.

Separados por la campana.

Alexander se aclaró la garganta y la miró.

-Él solo quiere pedirte perdón y te prometo que no te volverá a molestar- comenzó -Si por mi fuera, jamás le permitiría venir pues no quiero arruinar lo que estoy construyendo con Rafael por su culpa, pero sé que no es mi decisión-

-Y decidas lo que decidas te vamos a apoyar los dos- agregué sonriendo.

Mi padre la puso la mano en el hombro.

-Date tu tiempo- comentó dándole aliento.

Ella solo miraba perdida su vaso de agua, como si ahí estuviera la respuesta. Todo se quedó en silencio unos segundos, y creímos que era momento de cambiar de tema.

-El postre te va a encantar- dijo mi padre -Es una tarta de queso hecha por mi-

Estaba a punto de levantarse cuando mi amiga lo detuvo con su voz.

-Bien- dijo -Acepto verlo, pero no quiero ningún truco barato o cosa inesperada-

-Lo prometo- dijo rápidamente Alexander.

-Entonces sirvamos el postre- volvió a poner la sonrisa que la caracterizaba.

El ambiente volvió a la normalidad, y nadie volvió a hablar del tema.




Rafael se había quedado dormido en las piernas de su padre mientras jugaban con los peluches.

Estábamos en mi habitación.

-Este lugar cambió completamente- mencionó él.

-Pero si solo pinté las paredes, agregamos repisas, una cuna, toda la decoración y la alfombra, sin contar las fotografías- respondí divertida.

-Es tan obvio que me siento como un idiota-

Me senté a su lado.

-No eres un idiota, solo eres poco observador-

-Gracias por el cumplido, señorita Hells-

-¿Aún soy señorita?- pregunté con una sorpresa fingida.

-Tu siempre me has dicho señor, incluso cuando nos conocimos- contestó.

-Porque eras mi jefe, no te iba a llamar señorito-

Soltó una risa.

-Me hubiera sentido menos viejo-

Esbocé una sonrisa.

Alexander acarició la cabeza de Rafa, el cual parecía un muñeco.

-Siento que me he perdido de mucho- habló con una voz triste.

La culpa invadió mi pecho.

-Lo siento- dije -Te separé de tu hijo y no te dije nada-

-No es tu culpa- aclaró -Realmente no es culpa de nadie, solo tomamos decisiones que creímos correctas-

Su mano seguía subiendo y bajando por la cabeza del niño.

-Háblame del día en que nació- pidió.

-Comencé con contracciones un domingo por la tarde- empecé a hablar -Yo me había preparado para un parto normal, y me aferré a esa idea. Estuve caminando y haciendo ejercicios, pero después de 12 horas el dolor era insoportable y era imposible que parto normal-

-Hubiera dado lo que fuera para estar contigo- dijo arrepentido.

Y yo hubiera dado lo que fuera por tenerte ahí.

-Mi padre y Claudia siempre se quedaron conmigo, incluso cuando ingresé a quirófano para la cesárea. Fue una dura cirugía y difícil recuperación, pero cuando miré su carita supe que había valido la pena cada segundo-

Alexander miró a Rafael y luego a mí.

-No quiero irme de sus vidas, y quiero que sean parte de la mía-

Suspiré.

-Es más difícil de lo que parece, y aunque yo también deseo que seas parte de su vida, tendríamos que hablar de muchas cosas y organizar una nueva vida- dije.

-Tendremos tiempo para eso, pero ahora quiero decirte algo- mencionó.

Note la preocupación en su cuerpo.

-Dilo- pedí.

-Tengo que regresar hoy por la noche a la ciudad, mi padre requiere mi presencia y es urgente que yo esté allá mañana-

-Eso quiere decir que no iras al pediatra con nosotros- concluí un poco dolida.

-Si, pero te juro que yo si quiero ir y quiero estar con él, pero...-

-Pero la empresa te necesita- terminé la oración -Te entiendo, estas pasando por un mal momento económico y no puedes darte el lujo de dejar de lado todo-

Aunque comprendía que la empresa era importante, también sabia el dolor que se sentía cuando te dejaba de lado por su trabajo. 

-¿Cómo sabes lo que la situación económica?- preguntó confundido.

-Veo las noticias y he leído sus últimos informes, conozco los negocios de la empresa como la palma de mi mano, y sé que las cosas no están bien- respondí.

-Siempre me impresiona lo lista que eres-

Me sonrojé.

-¿Y cuando te volveremos a ver?- cuestioné cambiando el tema.

-Eso es justo lo importante- dijo -Quiero que vengan para que mi familia pueda conocer a Rafael, ellos aún no saben de su existencia, pero no quiero ocultarles algo tan grande-

Mi respiración se cortó.

-No sé si sea buena idea- susurré nerviosa.

-Ellos también tienen derecho de conocerlo, son su familia-

Alexander tenía razón, ellos también eran parte de él. Me asustaba la idea de que el círculo de Rafael fuera más grande. Todo el tiempo solo habíamos sido nosotros y ahora teníamos que ser más.

Me era más difícil protegerlo.

Pero no podía ser una perra egoísta que le quitara el amor y lealtad de una familia a mi hijo. No quería que se sintiera como yo cuando me quedé sola.

-Bien, solo dime cuando- accedí.

-El domingo-

Abrí los ojos.

-Estás loco- grité.

Rafa se movió en la cama. Me tapé la boca y lo miré preocupada.

-Estás loco- susurré.

-Quiero que sea lo antes posible, solo una semana-

-Pero tengo trabajo y una vida aquí- dije a la defensiva -No me puedo ir así nada más-

-No quiero seguir alargando esto, además él es un niño maravilloso y quiero que lo conozcan los antes posible-

Pensé las cosas.

Ryan iba a matarme si pedía más vacaciones, y no podía renunciar. Además, si iba, era yo sola entre toda su familia, quienes, aunque eran pocos, se comportaban como si fueran el mar entero, y si no eras lo demasiado fuerte, podían ahogarte.

-Lo siento, pero no puedo- respondí mirándolo.

Sus cejas se arrugaron y sus ojos me enfocaron.

-¿No puedes o no quieres?- preguntó molesto.

-No puedo- aclaré -Yo tengo cosas que hacer aquí, y aunque yo también quiero que conozca a tu familia, es más difícil de lo que parece-

Creo que lo comprendió, porque sus ojos se entristecieron.

-Supongo que tienes razón- habló decaído -Les seguiré guardando el secreto hasta que podamos presentárselos-

¡Maldita seas corazón de pollo!

-Voy a intentar ir el domingo, pero no te prometo nada- dije.

Una sonrisa apareció.

-Muchas gracias, esto es muy importante para mí-

Ahora tenía que conseguir tiempo extra en el trabajo, y viajar a la ciudad para enfrentar lo que había estado evitando por años: El regreso de la familia Ambrosetti... 

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