Capítulo 26

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POV ALEXANDER AMBROSETTI

Las manos me sudaban mucho, y el corazón me latía a mil por hora.

Estaba tomando un trago de whiskey en la sala de estar, a mi lado estaba Aarón y al otro Anna. Enfrente de mi estaba mi padre con mi madre. Mi abuelo aun no salía de su habitación, y mis hermanas estaban en la cocina preparando no sé qué cosas.

-¿Estas bien?- preguntó Anna en mi oído -Te estas moviendo mucho-

Le di una pequeña sonrisa, la cual era falsa, porque me estaba orinando encima.

-Si, solo que tengo hambre- mentí.

Ella regresó a lo suyo: su celular.

Mis padres hablaban entre ellos, lo que nos dejaba afuera de su conversación. Tenía que desahogarme rápido.

Me tomé de un trago el whiskey que quedaba en mi vaso, así que me levanté.

-¿Me acompañas por otro?- le pregunté a Aarón. El asintió y se levantó, Anna me tomó rápidamente la mano y me detuvo.

-No tardo- dije y me solté de su agarre.

Ella no quería quedarse sola con mis padres, pero conocía a Pablo Ambrosetti, ya no abordaba a mis novias cuando estaban solas y las hacía sentir mal, ahora solo bastaba con una mirada de desagrado.

Al llegar al pequeño bar, cerré los ojos y apreté el brazo de Aarón.

-Hoy le voy a decir a mi familia sobre Elena y mi hijo- susurré para que solo él me escuchara.

Su boca se abrió y por poco dejaba caer su vaso.

-¿Tan pronto?- cuestionó sorprendido.

-Es ahora o nunca, no tengo mucho tiempo-

De pronto su expresión cambió de sorpresa a burla. Y una risa se hizo presente. El ruido hizo que todos voltearan a vernos. Solo les sonreí e hice un gesto con mi mano.

-Cállate o todo mundo se enterará antes de cenar- dije golpeándolo en el abdomen.

Eso no lo detuvo y siguió burlándose.

-Qué bueno que vine hoy, no quiero perderme el espectáculo que Alexander Ambrosetti dará- comentó con una sonrisa burlona.

Llené mi vaso y lo tomé entre mis manos.

-Espero que lo disfrutes, porque yo disfrutaré dejarte con Claudia el lunes- respondí de la misma manera.

Su sonrisa se borró y palideció.

-¿Qué?- su grito volvió a llamar la atención.

Me giré y regresé a mi lugar, dejándolo solo mientras procesaba la noticia.

-¿Aarón está bien?- preguntó mi madre cuando volví a sentarme.

-Si- respondí -Solo que le gusta llamar la atención-

Mentira no era.

-¡Ya viene el Abuelo!- anunció mi hermana Lucia. Todos nos levantamos y entramos al comedor.

-Gracias por esperarme- dijo mi abuelo en cuanto nos vio.

Rafael Ambrosetti ya no era el mismo hombre que me vio casarme con Elena. El cansancio ya se reflejaba en sus ojos, y su cuerpo cada día se volvía más débil. La silla de ruedas ya era permanente en su rutina, así cómo la enfermera personal y todos esos medicamentos que lo controlaban. Su salud había decaído, una parte por su edad y otras por algunas enfermedades que habían ido apareciendo.

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