La misa nupcial de la mañana terminó en un ambiente solemne y reverente.
La ermita situada en medio del Camino de Santalaria ostentaba una fastuosa majestuosidad tras ciento cincuenta años de obras de ampliación, pero acudía un número muy reducido de personas, que no alcanzaba para llenar los asientos de muchos fieles.
Hacía apenas un año, cuando se celebró en la misma capilla la boda del segundo hijo de un gran aristócrata, se sentaron cerca de mil invitados, así que fue una pena.
Era una unión entre los duques de Escalante y los duques de Baleztena, por lo que no pudo descartarse como indiferencia de la gente. También era la boda del heredero del duque de Escalante y la única hija del duque de Baleztena.
¿Cuántos aristócratas querrán sentarse al final del segundo y tercer piso de la capilla donde la novia y el novio se verán como puntos, verán la rara vista con sus propios ojos y charlarán con ellos en todas partes por el resto de sus días?
Veían esa boda y veían el momento de sus vidas, cuando el hombre más guapo del imperio y una mujer parecida a una bruja con muy buenas referencias se arrodillaban frente al arzobispo y se unieron para toda la vida. Luego se dirigieron al salón de banquetes de ballet del duque de Baleztena, para luego hacer una apuesta.
'¿Hasta cuándo el capitán Escalante, que parece haber estado siendo precavido, conocerá a su nueva amante?', o, '¿por cuánto puede satisfacer realmente a un recién casado una novia tan solemne como una religiosa?'
Por supuesto, incluso si no hubiesen sido invitados a la misa de la boda, tales apuestas ya estaban esparciéndose. Nunca hubo una historia más ruidosa que la joven pareja de Escalante.
Estaba claro que incluso el Príncipe Heredero y su prometida no recibirían tanta atención. Entonces, cuando se enviaron las invitaciones a la misa nupcial a muy pocas personas, era natural que la decepción de los nobles de Mendoza se disparara.
Externamente, su matrimonio se anunció con anticipación, pero no se devolvieron las invitaciones, por el contrario, surgieron rumores y especulaciones más ruidosos sobre su matrimonio.
Sin embargo, la razón por la que Inés y Kassel no se arrepintieron del mal matrimonio fue simple. No importa de qué hablaran las personas afuera, la escena que se desarrollaba ante sus ojos siempre era tranquila y silenciosa.
Fue una ceremonia cerrada donde solo fueron invitados algunos miembros de la familia imperial y miembros representantes de las diecisiete familias pertenecientes a los Grandes de Ortega.
La misa nupcial que celebró personalmente el arzobispo de Ortega fue estricta y hubo muy pocos invitados, por lo que, si alguien susurraba apenas, el sonido resonaría en la vasta capilla. Aunque el círculo social de Mendoza se enorgullecía de su tenacidad poco ética en ocasiones, no existían otros linajes que vivan toda su vida tan dignamente como los Grandes de Ortega. No había una sola palabra que delatara el rostro de la familia.
Fue una ceremonia tan fácil que nadie abrió la boca y, por supuesto, no se puso objeciones.
En primer lugar, era una invitación en una fecha urgente, a pesar del largo y dilatado período de compromiso de diecisiete años. En una sociedad donde los niños pequeños de la gran aristocracia invierten al menos dos o tres años en ceremonias de boda y cambian sus vestidos de novia innumerables veces, eran como herejes, destruyendo bodas que no estaban planeadas hasta hacía solo una semana.
Aunque Inés Baleztena ya era una hereje, no dejaba de ser una boda de ensueño con 'aquel' Kassel Escalante.
Adivinando que no quería ser vista por la mayor cantidad de gente posible, la duquesa de Baleztena había excluido a todos los nobles de Mendoza para evitar su desgracia, que Inés Baleztena de Pérez era un acertijo oscuro, poco amable y exclusiva. Resultado de su personalidad. Y así, le siguieron varias interpretaciones frías.
Sin embargo, estaba claro que, al menos, los pocos invitados que asistieron a la misa nupcial no se sentían así.
"... ... ."
En el espléndido banquete de los duques de Baleztena, celebrado desde primera hora de la tarde hasta la madrugada, Kassel se sentó en lo alto de la mesa y observó a los bailarines.
Más precisamente, estaba mirando a la novia, que en esos momentos, ya debería estar sentada junto a él.
Inés, bailaba con su hermano Luciano, surgía entre los bailarines y se escondía repetidamente. La mirada de Kassel se movió junto con esa figura. Sus movimientos eran tan suaves como el agua que fluye, siguiendo el ejemplo de Luciano. El dobladillo del vestido, que revoloteaba como un capullo de flor en plena floración, también atrajo la atención de los demás.
La garganta de Luciano ardió por un momento, sin saber por qué, y luego sonrió levemente.
Cuando vio eso, todos en la habitación estaban mirando esa imagen. No se sintió muy agradable, luego desapareció conscientemente.
Kassel agarró un vaso de agua e inmediatamente se atragantó. Incluso mientras el agua corría por su garganta, su sed todavía estaba allí.
La canción fue terriblemente larga y el baile no terminó con la canción. Entrecerró los ojos para no perder a Inés entre los hombres y mujeres que comenzaron a dar vueltas, mientras extendía la boca en línea recta con indiferencia.
"¿La canción es demasiado larga?"
No es la canción... Justo en el momento en que lo había pensado, Kassel dudó por un momento si lo había dicho, cuando escuchó una voz del otro lado. Sin embargo, esa voz siempre había tenido un tono dulce y grave que siempre había sido agradable de escuchar desde su metamorfosis, pero la voz que accidentalmente lo golpeó en el corazón era aburrida y hosca.
"... Ihar."
Dante Ihar. Era el hijo mayor del duque de Ihar, famoso por ser inteligente. Con su plausible cabello castaño dorado y una apariencia muy pulcra, este noble, que se parecía a su padre, disfrutaba de una vida privada bastante libre, a diferencia de su reputación de ser inteligente y conservador.
Con la sólida imagen del duque Ihar como un halo, se escondía tras la intimidad de Kassel, que era tan guapo que hacía ruido tan solo existiendo... Era como un pájaro al acecho entre los árboles densamente ramificados. Era como un maldito pájaro, cocodrilo, parásito.
En cuanto a la vida privada de Dante Ihar, que ocultaba en secreto a lo largo de Mendoza, las innumerables noches de Kassel, daban risa.
Sin embargo, la gente no prestó atención, así que no importaba cuánto viva como un playboy, si no se notaba. Nadie puede insultar lo que no ven.
Después de regresar al duque de Baleztena con Inés, Kassel tuvo un tiempo, aparentemente interminable a solas, con el duque de Baleztena mientras ella subía a vestirse para un banquete. A diferencia de la cena, el duque estaba tranquilo y mostró mucha dignidad, ni siquiera levantó la voz ni por un momento. pero la tranquila acusación fue más una tortura que perder la razón.
Como, 'Inés pretendía formar una alianza con Enrique Osorno en el futuro. Que, a diferencia de ti, que pareces tener solo músculos en todo el cuerpo, él tiene un cerebro brillante y un alto nivel de conocimiento, así que me daría un nieto. Uno que sí me guste mucho... '
O 'Mira a Leonardo Helves, los hombres generalmente no viven tanto como las mujeres, y especialmente los tipos como tú, que van por ahí a jugar a ser unos bastardos arrogantes, así que es mejor casarse con un chico joven como ese y manejar a Inés aquí y allá.'
O 'Dante Ihar es perfecto. Incluso su padre, Gong Ihar, es cualitativamente diferente de tu padre, de voz ligera, y lo heredó tal como es, una cara seria y una vida privada cuidadosa... Por cierto, si fuera su esposo, él nunca se descarrilaría, incluso si fuera tan inteligente y un poco divertido...' Y así sucesivamente, los hijos mayores en edad casadera fueron llamados por turnos de casa en casa. Hizo de Kassel un niño comparativo en todos los aspectos del mundo, tratando de mostrarle la cantidad de honorables jóvenes que existían en el mundo, a diferencia de su yerno, que era un mujeriego.
Contrariamente a la realidad, no había personas talentosas que pudieran convencerlo adecuadamente del uno al diez. Por mucho que Kassel sea bueno en la auto objetivación, otros también lo miraron objetivamente.
Por muy defectuoso que sea y por mucho que le faltó a Inés, no había mejor hombre que él. Objetivamente.
Si yo no soy suficiente para Inés, nadie en el mundo será suficiente para Inés. Realmente, objetivamente.
Kassel hizo tal juicio con su arrogancia natural, apartó la mirada de Inés con dificultad y miró fijamente a Dante Ihar. Lo más asombroso era que él fue quien acababa de hablarle.
"Pareces nervioso. No sé si es porque no puedes apartar los ojos de la novia ni por un momento, porque quieres que la canción acabe rápido y que esté tranquila a tu lado, o porque quieres deshacer de ella todos los ojos de los demás".
"Acaso ¿te importa?"
"Están apostando a que encontrarás una nueva pareja de la noche a la mañana en el banquete de Baleztena. Si te soy sincero en este momento, estoy seguro de que te arrepentirás. El daño será grande".
"No es algo que quiera escuchar en una boda".
"No digo que sea un hecho. Solo me refiero a que están equivocados".
"... ... ."
Dante Ihar se encogió de hombros y sonrió. ¿Es eso justo? Era la sonrisa de un playboy gastado cuando lo miras mientras montas a caballo. Está claro que no era sólo el cuerpo el que rodaba, sino también la mente.
***
Inés eligiendo a Kassel por su cara bonita. Su padre totalmente resignado.