Tn Denbrough
—¿Cómo sigue tu brazo? —preguntó metiendo su mano bajo la manga de mi suéter haciendo que mi estómago hormigueara por su tacto.
—Supongo que mejor —respondí, esta mañana no se veía tan mal a mi parecer.
—¿Puedo ver? —preguntó sentándose en mi cama y lo miré para después asentir.
Richie tomó mi brazo levantando la manga y después comenzó a soltar la venda que al menos no estaba manchada de sangre lo que me dijo que mi herida sí estaba mejor.
Tragué saliva cuando pasó sus dedos por mis heridas delicadamente y después me miró sonriendo para acomodar sus lentes. Tomó la venda de nuevo y comenzó a vendar mi brazo.
—Dejaste tu ropa en mi casa —informó y asentí, claro que lo sabía.
—Sí, olvidé cambiarme en la mañana —respondí sentándome frente a él sintiendo una de sus manos tomar la mía.
—La guarde en mi armario, cuando vayas puedes traerla —respondió acercando mi mano a sus labios para besar su dormso haciéndome sentir algo de calor en mis mejillas—. El problema es que mis padres casi ven tú ropa, logré esconderla a tiempo. No me molesta tener tus cosas en mi casa.
—¿Y qué vas a hacer si las descubren? —pregunté temiendo por la respuesta—. ¿Qué les vas a decir?
—Tendría que pensar muy bien en qué decir. No puedo soltarles que es la ropa de mi casi novia —confesó y asentí lentamente.
Él sonrió para después jalarme de la mano que tenia sostenida y pego nuestros labios haciéndome sonreír en medio del beso. Subí mi otra mano hacia su mejilla moviendo un poco sus lentes por eso y Richie pasó su otra mano a mi nuca pegándome más a él.
Sentía el leve movimiento de sus labios sobre los míos y yo intentaba seguirle el ritmo porque no tenía ni la más mínima idea de cómo besar a alguien.
Se separó algunos momentos después y pasó una mano por mi cabello acomodandolo para después dejar un beso en la punta de mi nariz.
—¿Habías venido a Derry antes, preciosa? —preguntó de repente y después me abrazo por la cintura recostando su cabeza en mi pecho así que me acosté para estar más cómodos.
—Cuando era muy pequeña. Tenía tres años cuando vine con mis padres —respondí luego de tragar saliva.
—¿Y no vinieron más veces? —subió la cabeza para mirarme y negué con la misma—. Y ahora vives aquí.
—A ellos no les agradaba la idea de estar aquí. Decían que no era un buen lugar para criar niños —confesé comenzando a acariciar su cabello con una mano.
—¿Crees que sabían algo de Eso? —apreté los labios, no había pensado en esa posibilidad.
—No lo sé. Pero siempre que les pedía que vinieramos decían que no —respondí y él asintió lentamente.
—¿Creíste estar así algún día? —preguntó y lo miré sin saber a qué se refería—. Enamorada con el mejor chico que vas a conocer.
Solté una risa por su aclaración y después pasé una mano por su mejilla ya que había levantado la cabeza para mirarme.
—No. Jamás me pasó por la mente un momento así —confesé—. Detestaba el romance, seguro a mi yo de siete años le daría un ataque de saber que me beso con alguien.
—No creo si ve al hombre tan perfecto con quien te besas —respondió con egocentrismo y puse los ojos en blanco divertida—. ¿No es verdad?
—Pues Johnny Deep te saca ventaja —respondí encogiendome de hombros haciendo que me mirara ofendido—. ¿Qué no haz visto a Johnny Deep?
—Entonces ve y cásate con él si es tan perfecto —respondió separándose del abrazo y se cruzó de brazos ofendido.
—Es un actor —respondí con obviedad pero él giro la cabeza ofendido—. Me dobla la edad.
—No, cásate con él y yo busco a Jamie Lee —respondió y lo abracé por el cuello—. No.
—Richie... —alargué—. ¿Yo no puedo bromear pero tú sí?
—Me ofendiste —reclamó girando la cabeza y yo aproveché para tomarlo de la mejilla y estampar mis labios contra los suyos.
Sentí su sorpresa porque el daba el primer paso hasta el momento siempre era él. Lo tomé de las mejillas pegándolo más a mí y sentí sus manos ubicarse en mi cintura haciéndome avistar sobre la cama.
Me separé al sentir una de sus manos bajo mi suéter, no porque me incomodara, era porque no quería que supiera de mi nefasta y horrible cicatriz.
—¿Qué tienes? —preguntó acomodando sus manos al lado de mi cabeza—. ¿Te molestó?
—No —respondí sintiendo la parte de mi cicatriz comenzar a picar, tal vez eran los nervios de que Richie la viera.
—¿Entonces? —cuestionó acostandose a mi lado y tomé aire conteniendo mis ganas de rascarme—. Te sobresaltaste mucho.
Lo miré dudando en si decirle, en algún momento se enteraría pero yo de verdad detestaba esa larga línea que parecía una costura de Frankenstein.
—Lo que pasa es que... Tengo una cicatriz horrible, la odio con mi ser —respondí y cerré los ojos—. Me quedó porque en el accidente un vidrio se me clavó en el abdomen, pero es horrible, parece d e un monstruo.
—Preciosa, no importa —aseguró tomando una de mis mejillas y junto nuestras frentes—. Entiendo, no querías que supiera de eso.
—Es que es tan horrible, de verdad —aseguré y él dejó un corto beso en mis labios—. La detesto.
—Está bien, no te gusta y lo entiendo —aseguró pasando una mano por mi cabello—. No me importa esa cosa, tú siempre serás mi preciosa.
Salté en mi lugar al oír la puerta principal ser abierta, carajo.
—¿Crees que sea Bill? —preguntó Richie y abrí los ojos alarmada.
Me levanté corriendo y cerré la puerta con llave en caso de que fuera Bill aunque era lo más obvio. Literalmente contuve la respiración al oír que intento abrir.
—¡Tn abre! —ordenó Bill y tragué saliva mirando a Richie con nervios.
—Tranquila —habló Richie acercándose a mí y apreté los labios, estaba demasiado nerviosa en ese momento.
—Por favor escondete —pedí juntando mis manos mientras Bill seguía intentando entrar.
Richie asintió y después besó mi frente para luego esconderse bajó la cama así que suspiré un poco más tranquila.
Abrí la puerta pretendiendo que estaba dormida porque me había desordenado el cabello hace dos segundos para que fuera creíble.
—¿Qué? —pregunté soltando un falso bostezo esperando a que me creyera—. Estaba dormida.
—Sí claro, dormida. ¿Con quién estabas? —preguntó y fruncí el entrecejo pretendiendo estar confundida por su pregunta.
—Ya te dije que estaba dormida, después de almorzar me acosté para dormir hasta que me despertaste —insistí pero eso no le impidió entrar en mi habitación y comenzar a mirar al rededor.
Lo oí suspirar frustrado y después pasó por mi lado dispuesto a irse pero se detuvo abruptamente dejándome confundida.
—¿Qué? —pregunté esta vez genuinamente confundida.
—Hueles a perfume... a p-perfume de ho-hombre —aseguró arrugando la nariz e hice una mueca, seguro sería uno de esos novios tóxicos en el futuro—. ¿Con q-quién estabas?
—No estaba con nadie —mentí y arqueé la espalda cuando se acercó más a mí para oler mejor el supuesto aroma—. ¿Eres un perro policía o qué?
—Conozco este ar-aroma... —Ignoró mi pregunta sarcástica y después se quedó unos segundos callados para después mirarme enojado—. Richie.
—¿Seguro no eres perro policía? Aunque tu olfato fallaría bastante porque estaba durmiendo —insistí con lo mismo.
—¿Estabas c-con él? —preguntó y negué con la cabeza bostezando, ahora si tenía sueño—. ¡¿Entonces p-por q-qué hueles a su perfume?!
—Estás loco —aseguré, estaba actuando como desquiciado por un problema de él—. ¿Cómo iba a estar con Richie si ni siquiera se en donde vive?
—El Arcade —respondió con obviedad—. No me q-quieras ver la cara de idiota.
—Te la veo todos los días —respondí empujando lo lo suficientemente fuerte para que saliera de mi habitación y cerré la puerta con llave.
—Está loco, parece psicópata —habló Richie saliendo de abajo de mi cama sacudiendo su camisa.
—Tienes que irte —pedí acercándome a él hablando en voz baja.
—Nos vemos mañana —se despidió y dejo un beso en mis labios durante algunos segundos para después separarse—. Adiós preciosa.
—Adiós Tozier —me despedí escuchando a Bill golpear la puerta ordenandome abrir.
Lo vi acercarse a la ventana y después salió por esta así que tome aire volviendo a caminar hacia la puerta para abrir porque ya no me aguantaba más los gritos de Bill.
Tan pronto como la abrí Bill entró rápidamente chocando conmigo lo que me hizo perder el equilibrio y caer sentada al suelo.
—¿Con quién ha-hablabas? —preguntó mientras yo me levantaba y sacudía las manos que habían recibido mi peso.
—Que no estaba hablando con nadie —mentí haciéndolo molestar al no recibir la respuesta que quería oír así que se acercó a mi tomando del brazo que tenía herido.
Logré contener la mueca de dolor porque su agarré fue muy brusco.
—Quiero que m-me digas con q-quién hablabas —demandó y lo miré con enojo para después observar mi mano que había comenzado a temblar y no era precisamente un ataque de pánico.
—No estaba hablando con nadie —aseguré apretando el puño de mi mano con fuerza—. Lárgate ahora.
—No hasta q-que me respondas.
—Ya te respondí —hablé para después empujarlo lejos de mí—. Quiero que te largues de mi habitación ahora.
Él lo hizo muy inconforme y yo cerré la puerta soltando un suspiro para caminar hacia el pequeño muro junto a la ventana y observar la calle pegando la frente al vidrio.
『 °*• ❀ •*°』
En la noche estaba terminando un dibujo que pretendía ser realista de un árbol con un neumático como columpio, aunque algunos detalles de las hojas no me convencían.
Me levanté de golpe al oír el teléfono sonar, mis tíos no estaban y Bill estaba abajo viendo televisión, eso no era buena señal.
Salí casi corriendo de mi habitación y me detuve a mitad de las escaleras al dejar de oír el teléfono sonar. Pude jurar que mi sangre se heló en ese momento.
—¿Quién ha-habla? —Mi garganta se secó al oír a Bill responder—. ¿Cómo te atreves a llamar?... Me importa una m-mierda si q-quieres hablar con ella... ¿Para qué si ya la v-viste?
Comencé a caminar de regreso a mi habitación sintiendo las palmas de mis manos sudar demasiado por los nervios, solo esperaba que Richie no se fuera a enojar y a decirle que en efecto nos habíamos visto en la tarde.
—No vuelvas a llamar... E-ella no te va a v-volver a ver... ¿Crees q-qué me importa lo que me d-digas?... jodete —habló Bill y yo me acosté mirando el techo jugando nerviosamente con la blusa de mi pijama.
Me levanté rápidamente para apagar la luz y después me acosté debajo de las cobijas dándole la espalda a la puerta porque sabía que Bill iba a entrar y prefería qué pensara qué estaba dormida porque no quería soportar más reclamos de su parte.
『 °*• ❀ •*°』
Al día siguiente me arreglé de lo más tranquila porque Bill no se había levantado así que era como tener este tiempo para mí.
Desayuné viendo Pinky y Cerebro en la televisión y después de un desayuno algo sencillo subí para ducharme. Me quede en el agua un largo rato mientras tarareaba las canciones de Queen.
Al salir desinfecté mi herida y luego la vende para dirigirme a mi habitación y vestirme con un overol azul oscuro, un suéter con líneas violetas y negras y mis tenis blancos.
Me cepillé el cabello y después lo recogí en una coleta de caballo alta para luego acomodar mi fleco y que no se viera despeinado.
Bajé para ir al Arcade luego de sacar algo de mi dinero para comprar fichas y tal vez un helado. Sentí mi mañana irse al diablo al ver a Bill en la puerta.
—No vas a salir —Puse los ojos en blanco por eso, ya parecí un disco rayado de tanto que repetía lo mismo.
—No eres nadie para decirme que puedo o no hacer. Así que quítate de la puerta porque voy a salir, y me importa una reverenda mierda si estás de acuerdo o no —aseguré para después pasar por su lado y salir de la casa silbando alegremente.
Recorrí las calles de Derry tranquila, como si no supiera que había un payaso psicótico qué come niños en el pueblo.
Al llegar al Arcade me dirigí al baño porque de verdad tenía urgencia en ir y una vez hice lo que tenia que hacer y de lavarme las manos fui a comprar fichas.
—¿Qué demonios sucede? —Tragué saliva al ver a Bowers entrar en el Arcade así que hice todo lo posible para que no me viera porque seguro mi suerte sería tan mala que me recordaría de la vez de la guerra de rocas.
—No me dijiste que tu pueblo estaba lleno de maricas —Escuché otra voz hablar y fruncí el entrecejo ofendida por ese comentario, no es que me afectará pero era horrible escuchar la forma en que se referían a la gente.
—El idiota de Richie Tozier —Fue como algo mecánico porque lo miré de manera fija al oírlo mensionar su nombre—. ¿Con mi primo quiere sexo? ¡Lárgate de aquí marica, que te largues!
Miré mis manos al verlas temblar, hace mucho no tenía arrebatos de ira pero este no lo iba a poder contener tan fácil al ver como Richie salió del Arcadia siendo juzgado por las miradas de todo el mundo por culpa de dos imbéciles.
Me acerqué a ellos apretando los puños con fuerza, tal vez alguno se iría con la nariz rota.
—¿Crees qué no noté como lo mirabas? Casi se te sale la baba de la boca —hable al estar ceca haciendo que se giraran a verme.
—No le hables a mi primo así —ordenó Bowers como si ser un matón fuera algo de lo que estar orgulloso.
—Tú no le hables a la gente así, ¿Qué te dice que tu primo no se lo quería coger a él? —cuestioné escuchando algunas risas mi alrededor—. Piénsalo, porque lo miraba de una forma dudosa.
—Estás loca —aseguró su primo que estaba completamente rojo, ese instinto mío no fallaba casi nunca.
—Pareces un tómate de lo rojo que estás —aseguré mirándolo—. Y Bowers, decirle a alguien marica no te va a hacer menos gay, porque literalmente te la pasas todo el tiempo con hombres sepa Dios haciendo qué.
Algunas carcajadas sonaron al rededor y sonreí satisfecha viendo su cara ponerse roja de la rabia por ser el quien recibía la burla.
—Date por muerta zorra —Se acercó a mí tomándome del cabello con fuerza.
Posible me lastimaría la mano, pero no me iba a dejar humillar por un idiota con complejo de superioridad.
Le di un golpe con mi puño lo que hizo que me soltara, que los nudillos me arsieran y que su nariz sangrara; además de provocar varias exclamaciones de asombro por el golpe.
Sacudí la mano adolorida por eso, su cara era muy dura porque incluso hizo mis huesos sonar cuando impactaron suntra su rostro.
—Deberías agradecer que no fue una patada —aseguré para después salir del Arcade para buscar a Richie mientras abría y cerraba la mano adolorida.
Me dirigí al parque para buscarlo y logré verlo tirado sobre el césped así que corrí hasta llegar a su lado y lo tomé de una mano haciendo que se sonresaltara por eso.
—¿Estás bien? —pregunté preocupada y él me miró con la respiración acelerada—. Richie...
No dijo nada y solo se sentó abrazándome con fuerza escondiendo su rostro entre mi cuello así que llevé la mano qué no me dolía a su cabello para acariciarlo.
—¿Estás bien Tozier? Oí lo que te dijo —informé y sentí que el corazón se me apretó al sentir una lágrima caerme en el cuello—. No llores por eso, sabes que no es verdad.
No me dijo nada y solo apretó el abrazo mojando mi piel con sus lágrimas. Apreté los labios respirando profundo intentando no llorar al tener a Richie llorando sobre mi hombro.
—Rich... Sabes que eso es mentira, por favor no llores —pedí con la voz cortada conteniendo las lágrimas.
—No solo es él, es todo Derry, es todo este pueblo el que me ve así y el que lo dice —respondió y apreté los labios—. Soy el marica de Derry.
—No lo eres, no lo eres —aseguré separandolo un poco de mí y le limpie algunas lágrimas—. Tú no eres lo que ellos dicen.
—Nadie más cree eso Tn —respondió sorbiendo por la nariz y le pasé una mano por la mejilla.
Apreté los labios y lo volví a abrazar dejando su cabeza sobre mi hombro. A mi me había pasado algo parecido a eso en Oklahoma, por eso le decía que no era lo que decían las demás personas.
—A mí me decían lo mismo —confesé susurrando—. Decían que era lesbiana por nunca haber tenido novio y porque nunca me gustó nadie. Incluso me tenían un apodo y me hicieron una canción.
—¿De verdad? —Me miró y asentí, ese "Tn chupa vaginas Denbrough" nunca se me iba a olvidar—. ¿Y no te afectaba Tn?
—Janice —corregí porque mentiría si cada vez que los escuchaba decirme así no recordaba ese apodo. Y como no estaba acostumbrada a que me dijeran Janice nunca me presentaba con ese nombre—. Janice.
—¿Cómo que Janice? —cuestionó confundido.
—Janice Tn Denbrough —informé—. Solo que el Tn me trae malos recuerdos. Y respondiendo, claro que me afectaba, tuve problemas porque llegué a golpear a quienes se burlaban de mi, además me mandaron con la consejera escolar.
—Pero tú sí te defiendes —respondió y apreté los labios—. Yo salgo corriendo.
—Lo que pasa es que cuando algo me harta me pongo violenta, y no me gusta ponerme violenta —aclaré—. Un día llegué al límite porque una "amiga" dijo que no me invitaba a su fiesta de cumpleaños porque habría una piscina ya que según, yo era lesbiana y no me iba a poder controlar al ver a chicas en traje de baño.
—¿"Amiga"?
—Le di un golpe y mientras peleábamos le arranqué unos mechones porque se le enredo el cabello en mi cierre —respondí—. Ese fue mi límite, qué alguien a quien consideraba una amiga me mostrara qué se creía los rumores.
—¿Y cuál crees que vaya a ser el mío, Janice? —cuestionó tomando una de mis manos.
—Espero que no sea el mismo que tuve yo —respondí y después lo miré sonreí do levemente.