⁀➷ AU: Escolar
El nuevo chico recién llegado de la lejana y legendaria región de Khaenri'ah. El joven rubio era tan misterioso como su país natal, la única persona que los estudiantes conocían que tuviera conexión con aquel lugar era un senior llamado Kaeya; de resto es como si sus ciudadanos no existieran fuera de la misma Khaenri'ah.
Lo que lo hacía más interesante a la par que inquietante era su habilidad. Todos en la Academia de Combate manejaban alguno de los siete elementos: pyro, cryo, electro, dendro, geo, anemo e hydro. Incluso lo más raro que habían presenciado eran los gemelos, Aether y Lumine, que podían manejar todos los elementos previamente mencionados casi a la perfección, además de su poder innato de usar la luz. Sin embargo, Dainsleif, nombre de dicho nuevo alumno, tenía un poder completamente distinto, manipulaba una energía desconocida. Los rumores de sus habilidades rápidamente se esparcieron por toda la escuela en tan solo el primer día, algunos decían que se trataba de energía abismal, otros que era oscuridad. El rubio no se molestó en aclarar los chismes.
La joven se acercó tímida al ojiazul. No solo era su aura inquietante, habían muchos estigmas con respecto a la gente de Khaenri'ah. Se decía que los líderes de aquella región deseaban conquistar el resto de Teyvat, también el rumor de que eran malditos era bien conocido, se murmuraba por ahí que usaban distintas cosas para ocultar marcas de su maldición como especie que había sido dado por los dioses hacía quinientos años. El hecho de que Dainsleif usara una máscara azul para ocultar la mitad de su cara lo hacía todo más espeluznante.
—Uhm... ¿Hola? —dijo la chica jugueteando con sus dedos una vez que por fin lo había encontrado.
El rubio no se molestó en voltear a verla, ni siquiera respondió con algún sonido. En cuanto sonó la campana que daba inicio al receso, Dainsleif se levantó de su pupitre y salió en dirección a quién sabe dónde, en un abrir y cerrar de ojos la muchacha lo había perdido de vista cuando claramente estaba sentado detrás de ella hacía solo unos segundos. Fue entonces que emprendió su búsqueda por toda la academia hasta encontrarlo en el tercer piso a solas mirando a la distancia.
—¿Cuál es tu propósito?
—¿A qué te refieres...?
—¿Por qué me has estado buscando? —preguntó el chico aunque tenía varias propuestas de respuesta en mente.
—Soy (TN). Me encargaron que te diera un recorrido por el instituto —"aunque pareciera que lo conoces bien al venir a un lugar recóndito como éste", pensó para sí misma.
—Ya veo —calló por unos instantes analizando la propuesta—. Tendré que aceptar.
Esto tomó un poco por sorpresa a la joven. Dado a su actitud juraría que la rechazaría, pues daba la impresión de querer mantenerse para sí mismo y hacer las cosas a su manera.
—¿D-De verdad?
—¿Hay alguna razón para dudar de mi respuesta?
—¡No! Digo- —los afilados ojos del rubio parecían penetrar profundamente en ella sin moverse ni un centímetro, como si pudiera leer su alma, situación que la ponía aún más nerviosa—. ¿Te parece bien s-si comenzamos el recorrido?
—Guía el camino.
Dainsleif ponía suma atención a cada lugar que la chica le presentaba sin hacer ni un sonido más que el de sus pisadas que de todos modos eran engullidas por el ruido de los alumnos que disfrutaban de su receso.
A cada que avanzaban a alguna nueva zona de la escuela la joven se ponía más y más nerviosa. El ojiazul no era en realidad el problema, estaba calmado, lo que le preocupaba era lo que decían los demás estudiantes sobre él cada que los veían pasar.
"¿No es peligroso que esté aquí?", "Ni siquiera revela cuál es su poder", "La gente de Khaenri'ah debería quedarse allá", "Su maldición no es contagiosa... ¿o sí?".
Aquellos eran algunos ejemplos de lo que tenían que escuchar a cada lugar al que iban. Para nada hospitalarios.
Al finalizar su recorrido no supo qué decir, pese a que los rumores sobre él le pusieran los pelos de punta no dejaban de ser eso, rumores. Durante el rato que duró su guía no actuó de manera sospechosa. Sumado a esto, era bastante grosero por parte de los demás apresurarse a conclusiones locas que no tenían ni una pizca de lógica.
Ambos caminaron de regreso al salón en silencio hasta que la joven decidió hablar.
—Dainsleif yo... —el tono de su voz la delató, él supo para donde iba esto.
—Si intentas consolarme he de decirte que no hay necesidad. Sus comentarios no me afectan.
Y sin decir más se adentró en el salón.
El resto de las clases pasaron sin mayor importancia. Dainsleif actuaba como cualquier otro alumno, aunque su desempeño mostraba ser mejor que el promedio ya que acababa las actividades rápidamente, esto daba la impresión de que tenía la respuesta a cada pregunta de los maestros, aunque no se molestaba en compartirla en voz alta. Se limitaba a hacer lo que se le pedía. Afortunadamente no hubo momento en el que se requiriera que formarán grupos o parejas, (TN) temía que la fuera a pasar mal o fuera víctima de desprecio por parte de quien fuera que le tocara como compañero.
—Y por eso me preocupa.
La muchacha le contó al presidente del consejo estudiantil todo lo que sucedió en el recorrido que le dió a Dainsleif. Los otros dos miembros del consejo también estaban presentes, pues este era un tema que no deseaban perderse.
—Entiendo tu inquietud tanto como la de los demás alumnos -comentó Zhongli—. Es innegable que Khaenri'ah hizo cosas bastante cuestionables hace siglos, no obstante, no hay razón para estigmatizar a alguien por los pecados de sus ancestros y la poca información que sale de dicha nación —el usuario geo se levantó de su asiento—. ¿Te parecería bien si te propongo a ti como la designada a ayudar al nuevo alumno a que se integre a su nueva vida estudiantil? Eres con quién más contacto ha tenido, desde luego. Así que me pareces la persona más indicada para auxiliarlo.
—¡Por supuesto!
La joven suspiró. Ahora solo tenía que decirle a Dainsleif que ella sería quién lo acompañaría y ayudaría en la escuela, pero por alguna razón encontraba más difícil ahora acercársele de nuevo. No quería que pensara que lo hacía por lástima.
La campana para salir tocó. La muchacha recogía sus cosas que había utilizando en la clase teórica cuando se encontró con la diadema que se había quitado justo antes de llegar a la academia, pues la primera hora era clase de combate y no se arriesgaría a qué una posesión tan valiosa como aquella diadema saliera con algún rasguño.
Se puso la diadema y siguió guardando sus cosas a la par que pensaba en qué hacer con Dainsleif. En un momento el rubio ya mencionado vio su atención acaparada por el accesorio de cabello de la chica. Lo que más llamó su curiosidad fue la flor pálida que decoraba un costado de la diadema. Por primera vez en el día su expresión fue otra más que seriedad, por unos instantes la reemplazó por sorpresa. Reconocía aquella flor mejor que cualquier otra, pues se trataba de una peculiar especia endémica de Khaenri'ah, la mítica flor que se volvía dura una vez se sacaba de su nación de procedencia. Era una situación muy rara, pues Khaenri'ah no era un país destino de turistas, de hecho, se evitaba, y no exportaban más que ciertas especies. Esa flor en definitiva no era de valor o interés para las demás regiones, por lo que era prácticamente imposible verla fuera de Khaenri'ah.
—¿Dónde la conseguiste? —preguntó el ojiazul haciendo que la joven volteara.
—¿Ah? ¿Esto? —tocó la flor de la diadema, Dainsleif asintió—. No tengo idea. Ha estado en mi familia por generaciones y la encontré en una caja del ático.
—¿De verdad? Qué coincidencia...
—¿Qué cosa?
—Si te apresuras te cuento de camino a la estación.
El rubio salió del salón con tranquilidad dejando a la muchacha confundida. No entendía porqué la flor sería digna de su atención, pero veía esto como una gran oportunidad para acercársele y decirle que estaba encargada de ayudarlo a adaptarse. Sin más tiempo qué perder, guardo rápidamente sus cosas y salió apresurada del aula alcanzando a Dainsleif unos pocos metros adelante.
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Publicación: may. 04, 2022