Chifuyu necesitaba saber el secreto de Emma para lucir tan radiante después de dormir apenas 4 horas.
Hakkai, Emma y él habían pasado largas horas en la sala común de Hufflepuff terminando sus ensayos de transformaciones, ensayos que no tendrían que realizar si no fuera porque pasaron toda la clase jugando con las sombras de Emma mientras McGonagall explicaba las implicaciones de la nueva ley para animagos. En represalia los expulsó de su clase y les exigió un ensayo de tres pergaminos de extensión acerca de la evolución de la legislación para animagos. Siendo honestos, habían recibido castigos peores, pero McGonagall amenazó con restringirles la visita a Hogsmeade si no veía los ensayos en su escritorio a primera hora. Para los estudiantes de tercero, era su primera visita a Hogsmeade, y además, era Halloween. Por lo que resignados pasaron a biblioteca por los libros necesarios, que resultaron ser siete tomos más un tratado internacional. Comenzaron la tarea a las siete, dispuestos a terminar antes de medianoche, esa era la expectativa, en la realidad, transcurrieron cuatro horas de procrastinación antes de que la sala quedará completamente vacía a excepción de ellos y que las únicas palabras en sus respectivos pergaminos fueran el título y sus nombres. En más de una ocasión fueron a la cocina por café y bocadillos, cayeron dormidos por minutos sobre el escritorio, derramaron un poco de tinta y café, pero para las tres de la mañana estaban terminados.
A las siete de la mañana se encontraron en la oficina de McGonagall, Hakkai llevaba el suéter al revés, Chifuyu tenía unas enormes y marcadas ojeras, pero Emma lucía radiante, como de costumbre.
A pesar de ser tan temprano, el Gran Comedor estaba abarrotado. Sin embargo lo que menos hacían los estudiantes era comer, algo razonable, pues debían guardar apetito para el Banquete de Halloween de esa noche, una de las festividades favoritas de los magos. Sin uniformes ni mochilas, corrían de un lado a otro conversando y haciendo planes para la primera visita a Hogsmeade del curso. Hacía las 10 de la mañana, el tumulto se concentró en la puerta principal, mientras los jefes de casas trataban de hacerse escuchar por sobre el bullicio y recoger los permisos. Con Peeves jalando cabellos y golpeando cabezas como si de botones se tratará y Snape amenazando con restar 50 puntos a cada casa (menos a Slytherin), dio inicio la primera excursión a Hogsmeade de Chifuyu.
— Cof cof — salieron Chifuyu y Hakkai de entre la multitud aglomerada en Zonco, alguien había soltado una bomba fétida por accidente, llenando de bruma verde pastosa el establecimiento —. Que asco.
— Al menos conseguimos las plumas — Chifuyu levantó triunfante una caja de poco más de veinte centímetros con la inscripción "Plumas Doble-Sentido".
— ¿Crees que de verdad funcionen? — preguntó Hakkai mientras descendían por la calle donde acordaron encontrarse con Emma.
— Kazutora dijo que sí, las usaron el curso pasado con Baji, así pudo aprobar su examen teórico de Adivinación y compensar la mala nota que obtuvo en el práctico.
Kazutora había accedido a ayudarles en Adivinación, no tenían poción multijugos, pero podían usar las plumas de doble sentido, lo que uno escribiera se replicaba en el pergamino del otro. Mitsuya se había mostrado en contra del uso de artimañas, lo que ocasionó que Hakkai se echará para atrás, aunque él en realidad no necesitaba esa ayuda, Adivinación no era su fuerte pero no le iba tan mal como a Chifuyu.
— Eso fue con Trelawney, a ella era fácil engañarla incluso con lo ojos cerrados.
— Tengo que intentarlo, Hakkai, si desapruebo alguna asignatura me sacaran del equipo de quidditch.
— Si haces trampa también — dijo una voz femenina a su atrás.
Ambos se sobresaltaron y recuperaron la calma cuando se encontraron con el rostro de Emma.
— ¡Emma!
La rubia soltó una risita al notar sus rostros de alivio.
— Takemichi y Hina tendrán una linda cita en la Tienda de té de Madame Tudipié — al salir de Hogwarts tomaron caminos separados quedando en reunirse en High Street cerca de Las Tres Escobas, Emma dijo que debía ayudar a Hina con un asunto de vital importancia —. Takemichi llevó un girasol y recitó un poema ridículo, seguro cortesía de Mikey, pero fue muy tierno — suspiró soñadora.
— Ánimo, Emma — la confortó Hakkai —, algún día también te dedicaran un poema ridículo.
— Hakkai, eres terrible dando ánimos ¿sabías?
— ¡No es cierto!
Miró a Chifuyu en busca de apoyo pero este solo asintió dándole la razón a Emma.
Entre pucheros y reclamos del más alto llegaron a las Tres Escobas. La campanilla tintineaba cada dos minutos, anunciando el ingreso y la salida de la clientela.
— Por cierto, Chifuyu, Mikey conoce a un experto en hechizos de camuflaje, él puede ayudarte con tu pluma y evitar que te descubran — susurró Emma mientras entraban al recinto.
El lugar era amplio, incluso si solo podían ingresar a dos de las tres zonas. Era cálido y un delicioso aroma a infusión llenaba la atmósfera, estaba lleno de gente pero no resultaba agobiante en lo más mínimo, es más, esa alta concurrencia potenciaba su ambiente acogedor.
En una esquina divisaron a sus amigos esperándolos con puestos vacíos en su mesa. El asiento era un solo sofá en forma de U y en la mesa estaban servidos ocho vasos grandes con cerveza de mantequilla, algunos más vacíos que otros y tres de ellos completamente llenos.
Emma tomó asiento junto a Mikey, quien tenía frente a él un pastel y un pie de calabaza, intercalando bocados de cada postre. Hakkai se juntó a Mitsuya, quien parecía probar maravillado por primera vez la cerveza de mantequilla, y junto él y al lado del pasillo se sentó Chifuyu.
— ¡Baji! ¿Qué le pasó a tu frente? — Chifuyu se inclinó sobre la mesa.
En los asientos pegados a la pared se encontraba un Baji con los brazos cruzados, expresión molesta y una herida contusa abierta y amplia en parte derecha de su frente, justo sobre la ceja. El golpe debió ser fuerte, porque la piel se había abierto y sangre se asomaba. Por la forma parecía haber sido hecha con el borde de un plato. A su lado Kazutora murmuraba entre risas, al parecer intentando recordar el nombre de algún hechizo sanador, sin poner mucho empeño en ello.
— La falta de tres libros le pasaron factura — respondió Draken.
— Baji intentó hacer el encantamiento accio — explicó Mitsuya.
— Oh
Chifuyu sabía que el encantamiento convocador era uno de los más difíciles y esenciales. Después de amplia lectura y práctica, Flitwick esperaba que para navidad los estudiantes de cuarto año lograran convocar un libro. Claramente para navidad faltaban dos meses, y Baji no había siquiera comprado los libros requeridos.
— "Oh" — remedó Baji con voz chillona —. Yo lo hice bien, fue el encantamiento antirrobo en el plato lo que salió mal.
— Es un plato, Rosmerta no gastaría tiempo encantando cada plato — recalcó Kazutora.
— Entonces dime que hice mal, genio — Baji rodó los ojos.
— Todo — respondió Mikey en cambio —. Primero, el movimiento de varita, es un arco, no un círculo. Segundo — siguió enumerado sin dejar de comer —, no tienes control sobre la fuerza con la que invocas el objeto, si no lo controlas en tu mente el objeto vendrá a ti como un proyectil. Y tercero, lo pronunciaste mal.
Todos se quedaron mirando a Mikey. Él no era más aplicado que Baji, pasaba las clases durmiendo y garabateando los libros de Draken, a fin de curso sus libros llegaban como nuevos.
— ¿Qué? — infló las mejillas —. Ken-chin estudia en voz alta por las noches mientras yo duermo.
— ¿Estás diciendo que tu cerebro capta mejor la información cuando duermes? — preguntó Hakkai incrédulo.
— Uhm sí.
— No me jodas — gruño Baji —. Entonces en tu sapiencia nocturna debes conocer algún hechizo sanador.
— Nop — negó Mikey —. Ken-chin es terrible con ese tipo de hechizos, así que ni los estudia.
— Oe, Mikey, si te vas a aprovechar de mis sesiones de estudio no me delates — reclamó Draken.
— ¡Terfeo! — chasqueó los dedos Kazutora — es para cortes creo.
— Es tergeo, de hecho — corrigió Emma —, pero es solo para limpiar la sangre de la herida.
Chifuyu sacó su varita del bolsillo de su pantalón.
— Yo conozco uno, pero no lo he practicado.
— Perfecto — respondió el pelilargo sin pensarlo mucho —. Confío en que no deformarás mi rostro, Chifuyu.
La confianza inmediata y absoluta de Baji elevó el autoestima de Chifuyu.
— Okay — apuntó con su varita el centro de la herida y sin moverla ni un milímetro pronunció las palabras — Vulnera Sanentur.
La mesa estalló en vítores cuando la herida se hubo cerrado por completo, dejando solo una mancha de sangre seca en su lugar.
— ¡Salvaste mi vida, Chifuyu! — el pelinegro estiró sus brazos hasta tomar los hombros del menor, golpeando a Mitsuya en el camino.
— No es para tanto — Chifuyu rascó su nuca.
— De hecho, sí — Kazutora dio un sorbo a su cerveza de mantequilla —. Pompfrey se niega a atender a jugadores en enfermería el día previo a un partido. Alguna ridícula política de neutralidad.
Ese fin de semana, 31 de octubre y 1 de noviembre, se jugaría la primera ronda del torneo de Quidditch. Con el clásico como cabecera, los pasillos se llenaban de comentarios y apuestas. Los leones y las serpientes estaban al mismo nivel, lo que convertía el juego en un evento más emocionante.
— Ugh — se quejó Chifuyu con un repentino bajón de ánimo.
— Lleva toda la semana evitando pensar en los partidos — explicó Hakkai —. Está nervioso, pero si le preguntan dirá que no.
— No lo estoy — murmuró sin convencer a nadie.
Baji lo miró enarcando una ceja.
— Arreglaremos eso — terminó su bebida de un sorbo —. Fuera — Mitsuya lo miró mal — Permiso — se corrigió rodando los ojos.
— Esperen — llamó Emma —. Mikey, Chifuyu necesita ayuda con una Pluma Doble-Sentido.
Su hermano pareció comprender la situación al instante.
— Hajime Kokonoi es el tipo que buscas, cobra, pero no mucho. Dile que perteneces a Toman, así no te tratará de loco por sugerir algo ilegal.
Antes del salir del local pasaron por el mostrador y pidieron dos cervezas de mantequilla para llevar.
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Chifuyu creyó que pasarían por la cancha a entrenar o que recibiría consejos para lidiar con su ansiedad, pero Baji se aseguró de distraer su mente toda la tarde. Entraron a la Casa de los Gritos como si fueran los dueños, el interior estaba amueblado y repleto de provisiones, perfecto para esconderse un mes si era necesario. El misterio alrededor de la Casa de los Gritos seguía presente, muchos afirmaban que se oían gritos y risas estruendosas, al igual que explosiones. Y muchos otros afirmaban que estaba llena de ratas, pues los únicos que se atrevían a entrar eran los gatos. Chifuyu averiguo porqué.
En el segundo piso Baji había instalado un prototipo de casa de gatos. Camas, cojines, rascadores, juguetes, bebedores y platos de comida con atún y croquetas.
— Mitsuya se queja por el olor a pescado, pero los demás ya están acostumbrados.
— La verdad, el olor no es muy agradable, pero no importa — confesó tratando de contar cuantos felinos había en la habitación, entre ellos Peke J — ¡Mira ese! ¡Parece tener guantes! ¡Y ese! ¡Tiene pantalón!
Se sentó en el suelo cargando a uno rubio que maulló en reproche pero terminó por acomodarse en su regazo.
— ¿Esto cuenta como secuestro de mascotas? — preguntó al notar que la mayoría tenía collares.
— Meh — desestimó Baji sentándose a su lado —, es más un centro recreativo que una casa hogar. Pero algunos sí son callejeros, o al menos lo eran, este es su nuevo hogar.
— Eso es genial, Baji, se ven muy felices.
— Aun me falta mejorar algunas cosas, quiero comprar una bañera para gatos y secadores de pelo, también más cepillos, y un árbol para que trepen — Baji lucía muy entusiasmado mientras narraba sus planes —. Por eso aun debo ahorrar, mi madre es un algo desconfiada sobre darme dinero para útiles, así que invierto aquí mi parte de las ganancias de Toman.
— Tu madre tiene razón — rio en voz baja, si hubiera comprado y leído los libros requeridos para Encantamientos, podría haber evitado la contusión — ¡Quiero ayudar! Quiero involucrarme en los negocios de Toman ¡Seré tu socio!
Baji fingió pensarlo antes de devolverle una enorme sonrisa.
— ¡Por supuesto! Este será nuestro proyecto.
La tarde transcurrió entre risas y discusiones sobre como debían nombrar a cada gato, Chifuyu proponía nombres extravagantes, sacados de libros de magia o leyendas artúricas, en cambio Baji prefería nombres más simples y divertidos. Cuando se asomaron por la ventana el cielo ya estaba completamente oscuro.
A ambos les gustaba el banquete de Halloween, pero se sentían muy cómodos como para irse. Para su suerte encontraron en la cocina lo necesario. Pastel de calabaza, tartaletas, empanadas y unas botellas con cerveza de mantequilla. Llevaron su improvisado banquete a la habitación principal, donde había una enorme cama circular que los miembros de Toman solían usar más como trampolín que como lugar de reposo. Con la cena servida siguieron su extensa conversación, ahora planeando un refugio mágico en Londres, uno al que solo gatos pudieran acceder por medio de túneles afelpados y trampillas.
Ya entre bostezos apenas podían seguir el hilo de la conversación sobre las mejores marcas de paté para gatos. Tal vez era el hechizo de calefacción, pero ninguno necesito frazadas para caer dormidos, aun con los platos vacíos en medio. Para Chifuyu, la mejor primera visita a Hogsmeade.