La novia de mi hermano 1 [Dis...

By Luisebm7

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¿Rechazarías la compañía de la soledad cuando no puedes confiar en nadie más? La vida me mostró a temprana ed... More

Notas
La huella del pasado
¡Concurso!
1 - La sonrisa de mi cuñada
2 - Guerra de incordios
3 - Desconcertada
4 - Más que cuñadas
5 - Fisgoneando en su intimidad
6 - La amistad más corta de la historia
7 - Me gustas
8 - Presa de la lujuria
9 - Ella es un encanto
10 - La fiesta I
11 - La fiesta II
12 - La fiesta III
13 - La fiesta IV
14 - ¿Todo fue un sueño?
15 - Domingo de cine... y algo más I
16 - Domingo de cine... y algo más II
17 - Domingo de cine... y algo más III
18 - El renacer del rencor I
19 - El renacer del rencor II
20 - Desde la distancia, estaré a tu lado
21 - Sáname con un beso
22 - La perdición reside en sus labios
23 - La dulce venganza
24 - Una ruptura, una oportunidad
25 - Paseo en patines
27 - ¿Qué tramas?
28 - ¿Se reconciliarán?
29 - Cita de amigas I
30 - Cita de amigas II
31 - Cita de amigas III
32 - ¿Te conquisté?
33 - Esta noche serás mía
34 - Esta noche seré tuya
35 - Se acabó el cuento de hadas... ¿o no?
36 - Estrategia
37 - Encerrona
38 - La aliada kawaii
39 - El fin de su soltería
40 - Ana es cruel
41 - El Real Decreto de la distancia
42 - Cena con los suegros
43 - Cena con los suegros II
44 - La prueba de la distancia
45 - La prueba de la distancia II
46 - Masaje con final... ¿feliz?
47 - La tortura de la distancia
48 - Doble estaca en el corazón
49 - Las consecuencias de las decisiones
50 - Alguien pagará los platos rotos
51 - Ani desatada
52 - La abolición de la distancia
53 - Confiesa y seré tuya...
54 - Una nueva amenaza
55 - Una Flor llena de espinas
56 - Ani ha sido corrompida
57 - Game over, Mario
58 - Siguiente en la lista
59 - Lista actualizada
60 - ¡Ani es una facilona!
61 - El diario de Ani
62 - Enferma de amor
63 - Revitalizada
64 - El pacto
65 - Confesión carnal
Agradecimientos

26 - Hoy soñarás conmigo

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By Luisebm7

NOTAS

¡Hola, familia!

¿Qué tal la semana y el finde? Espero que de maravilla. Aquí tienen mi contribución para aportar más esplendor a su domingo. Además, este capítulo tiene su toque picantón para que se duerman tarde, ¡je, je! Es ideal que haya coincidido con unos días espectaculares por aquí porque he estado muy inspirado.

Les aviso desde ahora que es probable que no haya capítulo la semana que viene porque se me avecina un viajecito especial. ^^

En fin, ¡disfruten! ¡Un beso enorme!

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Hoy soñarás conmigo

Ani cometió el error de cederme el baño porque perdí la noción del tiempo. Relajada, con el cuerpo sumergido en el agua tibia, mi mente viajó por los recuerdos cultivados durante la tarde.

Las ocurrencias de Ana, nuestro tonteo y nuestras caídas prendieron mi risa bobalicona. Tras ese detonante, las escenas continuaron en secuencia hasta zambullirme en los instantes más románticos como nuestros cariñosos besos, resaltar lo especial que nos consideramos, las fotos que nos tomamos y aceptar que el destino la había puesto en mi camino.

En algún punto de ese carrusel de imágenes, mi lujuria se hizo con el control de mis sentidos. La bañera fue testigo de mi mano descendiendo por mi abdomen bajo el agua mientras rememoraba los tocamientos de Ani. Las vivencias se entremezclaron en lo más profundo de mi imaginación. Cuando no veía a Ana invadiéndome con su pierna y secuestrando mi boca, nos visualizaba besuqueándonos en el sofá, donde yo descubría sus pechos en una fervorosa caricia y ella arrastraba parte de mis mallas con mis bragas para apoderarse de mis nalgas. Ese pezón endurecido por los azotes de mi lengua...

Toqué el cielo con los dedos danzando dentro de mí. Gustosa, gemí con la cabeza ahogada en el agua. El gel de ducha, que estaba en la esquina de la bañera, se desparramó por el suelo a causa de una patada involuntaria. Los alegres suspiros de satisfacción derivaron en una risita traviesa cuando contemplé el desastre que había provocado; incluso había salpicado fuera por haber exprimido la cortina hasta desplazarla —faltó poco para que la arrancara—. Luego, reposé unos minutos mirando las fotos de Ani, la linda Ani que me enloquece sin saberlo.

Al salir del baño y cruzarme con Ani, quise mencionarle que las nalgas me dolían por su culpa y que había visto la huella de su "caricia" floreciendo en mi piel, pero me ahorré el comentario. Ella no se quejó por mi tardanza. Por lo visto, había aprovechado el tiempo terminando unos deberes. Se me ocurrió decirle que podía compensarle la demora enjabonándola, pero tampoco me pareció oportuno.

Desde entonces, he estado tirada en la cama haciendo nada. Con la canción One last time reproduciéndose en bucle en mis oídos, la ilusión me induce a soñar despierta. ¿Qué cita me propondrá Ani? Quizá quiera llevarme al bosque, uno de los lugares donde le gusta correr. Puede que tenga una guarida secreta o un sitio especial como yo. ¿Me lo enseñaría? Me encanta la naturaleza y sería un entorno bonito para declararnos. Tal vez planea que paseemos por la ciudad, pues sabe que no la visito desde hace años y podría ser emocionante descubrir las novedades. A lo mejor me invita a comer en su restaurante favorito y me sorprende con una tarjeta de amor en el plato que previamente le habría facilitado al camarero. ¡Hay tantas opciones! Lo cierto es que me conformaría hasta con merendar con ella en la azotea del edificio. Sería un poco penoso, pero lo que quiero es estar con ella. Ani está cegando mi juicio y mis capacidades...

Cuando noto que sale del baño, me apresuro a su encuentro, hasta me siento como una acosadora que no puede vivir sin su compañía. Sin embargo, mi intención es ayudarla a cocinar, cosa que hacemos con agrado.

Pendientes de los fuegos y preparando ingredientes, bromeamos sobre nuestra tarde especial. Cuanto más tiempo paso con ella, más liberada me siento. Ya casi no tengo que medir cada palabra que sale por mi boca y soy más espontánea con Ani. No pensé que esto fuera posible después de dos años silenciando mi verdadero ser, y mucho menos con alguien que no fuera Aiko. Aunque el miedo a que todo lo que me expongo con Ani pueda ser usado en mi contra sigue latente, este ha disminuido muchísimo.

Nuestra fluida charla se ve interrumpida por el regreso de mi hermano.

—Hola —pronuncia con gran desolación al unirse a nosotras en la cocina. Su abatimiento emocional ha empeorado por el cansancio del trabajo, ya que siempre está ocupado de sol a sol. Cualquiera se percataría de que su carga se ha vuelto más pesada.

—¡Hermano! —Lo apretujo y lo besuqueo para animarlo. Me esfuerzo para ocultar mi expresión afligida cuando lo arropo entre mis brazos porque sé que no estoy siendo la hermana que se merece. Mientras él sufre por Ana, ella sana las heridas de mi interior y yo la consuelo con amor. ¿Cuánto me odiaría si supiera lo que pretendo con su exnovia? No quiero pensar en ello...

—Hola. —La alegría que Ana derrochaba hasta hace unos segundos se extingue por completo.

—¿Cómo os ha ido la tarde? —Nos consulta Eric como de costumbre, salvo por su falta de vitalidad. Al menos, intenta comunicarse con Ana indirectamente.

—Muy bien. Llevé a Ana a patinar —respondo, ya que ella ni siquiera lo mira.

—Estupendo. Ana no sabe patinar, ¿cómo ha sido? —Una tenue sonrisa se dibuja en la boca de mi hermano, como si le hubiera costado media vida estirar los labios.

—Le he enseñado lo que he podido, pero habrá que practicar más. Lo importante es que compartimos una tarde muy agradable. —Es preferible confirmarle lo que muy probablemente haya visto en el perfil de Instagram de Ani y que deduzca que ella está mejor como para que se acerque la hora de que hablen en privado.

—Me alegro mucho. ¿Cuántas caídas, Ana? —Mi hermano mueve ficha.

—La cena ya está. Voy a poner la mesa. —Pero Ana lo deja con la palabra en la boca. Portando tres platos, le pasa por el lado con indiferencia, como si atravesara el cuerpo de un fantasma invisible ante sus ojos. Me ha dolido hasta a mí. Creo que ha sido un poco cruel, pero entiendo que siga afectada por suponer que él la engañó con Daniela.

—Cena con nosotros, hermano. —Lo miro con firmeza.

—Vale, comeré un poco y me ducharé luego.

—No te rindas —le murmuro cuando Ana se ha alejado lo suficiente por el pasillo—. Dale algo de tiempo y vuelve a intentarlo.

Eric duda, pero asiente.

***

La cena tuvo un sabor trágico, deprimente. Por un lado, Ana clavaba el tenedor en la carne con rabia. Despiezaba los filetes como si triturara a la mismísima Daniela. Similar a una vaca aburrida de pastar la misma hierba día tras días, masticaba y tragaba con las cejas arrugadas. Su mirada enfadada apenas se apartó de la televisión. La presencia de mi hermano debió incomodarla más de lo que pude imaginar, y yo no quería eso.

Por otro lado, Eric parecía un muñeco de cuerda que reaccionaba por momentos con flojera y sin coherencia alguna. Tras una breve risita seguía un prolongado silencio. Llegué a pensar que se entrenaba para reencarnar en un caracol por sus pausados movimientos. La mandíbula perezosa, el eterno bocado que no digería, la mano atascada en el plato como una excavadora averiada. Para colmo, debió encontrarle algún encanto a la mesa porque la contempló embobado durante toda la cena como si el material de esta lo hubiera seducido.

Consideré que lo más oportuno era dejarlos a solas, por lo que me encerré en mi habitación en cuanto terminamos.

Dado que Ana ocupa mi mente sin querer, busco una actividad que me distraiga para enfriar mis pensamientos. Mi primera opción es actualizar mi Death Note con los progresos sobre Patricia y Mario. Luego, me fijo en el constante parpadeo de las notificaciones de mi teléfono y recuerdo a Aura. Otras curiosidades rondan mi cabeza, por lo que suelto el bolígrafo para saciarlas.

Ravenclaw69, ese es el primer perfil que analizo con lupa. Aura no mentía, su rincón representa su fanatismo por el mundo otaku y el mundo del entretenimiento en general. Podría pasar horas riendo con los memes que comparte, como el de Voldemort comparado con otros grandes villanos: Darth Sidious dominó toda la galaxia, Sauron quiso conquistar La Tierra Media dos veces y Voldemort intentó invadir una escuela y fracasó. Aura tiene un gran sentido del humor y sus fotos de carácter personal no presumen de falsas apariencias. Básicamente se muestra con sus colecciones, asistiendo a eventos de cosplay y jugando con su monada de gato negro. Incluso se besa con una chica en una de las fotos, por lo que a simple vista no oculta nada. De momento, solo peca de aborrecedora parlanchina.

Mi siguiente objetivo es Pascual Ramos, el supuesto responsable de publicar mi vídeo. Tras la búsqueda, me aparecen varios usuarios, pero el de el.sin.ruedas.clown apunta a ser el correcto porque también sigue a Aura. Su publicación más reciente expone su disgusto por haber sido expulsado del instituto. Alega que el castigo es injusto porque él no lo hizo. Dos semanas expulsado, sus notas no superarán el aprobado y lo que hizo figurará en su expediente. Eso es como regalarle un helado a un niño que ha destrozado el escaparate de un negocio de una pedrada, yo seré más efectiva. Pero este chico flacucho no parece la mente maestra capaz de orquestar semejante crueldad. Lo único que aprecio en sus escasas publicaciones es su amor por las bicicletas; de hecho, se refiere a la suya como si fuera su novia. Eso no quita que pudiera ser cómplice del vídeo.

Toco la pestaña de los mensajes para escribirle e intentar sonsacarle algo que lo delate. Para mi sorpresa, es uno de los tantos que me han escrito mensajes por privado. ¿Hay alguien que no haya visto mi perfil a estas alturas?

Laura, siento lo que te pasó, pero yo no lo hice. Odio a todo el mundo porque nadie me cree y seguramente tú tampoco me creerás. Me reí como todos, pero sé que estuvo mal, lo siento. Solo quería que supieras que no fui yo. Chao.

O bien es más listo de lo que parece o ha sido una víctima más del vil cerebro que se oculta en las sombras. Las apariencias engañan, así que no daré nada por sentado del todo. Por ahora, decido ignorar el mensaje y no responderle. Tal vez Aura me pueda proporcionar más información sobre él para llegar a una conclusión.

Al salir de la aplicación, una oleada de mensajes de Adrián salta en mi pantalla. Le apetece que nos veamos, pero sus escritos se pudrirán esperando. Fingiría coquetear con él para enviarle las capturas a Claudia y vengarme por lo que me dijo, pero prefiero estar centrada en Ana.

Recuerdo que Aura me sugirió que le echara un vistazo a la sección Rosa de la revista del instituto y, por mera curiosidad y distracción, accedo a la plataforma para descubrir qué opinan sobre mí.

Hay una larga lista de dedicatorias publicada. Unas pocas son de carácter amistoso, mientras que la mayoría giran en torno al amor. Confesiones, piropos, peticiones de citas, de todo. Me detengo en un par que, para mi sorpresa, se dirigen a Ana:

Ana Álvarez, tu tempestad es la única que da sentido a mi tenebrosa morada.

En la inmensidad de este cielo vacío y tétrico, tú eres la única estrella que siempre brillará, Ana Álvarez.

Asombroso, realmente asombroso. Esos mensajes destacan sobre los demás dedicados a ella, que solo resaltan su belleza con halagos o le piden una oportunidad para salir. Pero esos dos representan a dos personas que sienten algo más profundo por Ana. El primero parece hacer alusión a toda la energía que derrocha Ani, la cualidad que esa persona, intuyo que inquieta a nivel emocional por lo de «tenebrosa», admira de ella. Me identifico con el segundo porque así veo a Ani ahora, por lo que detrás de esas palabras puede haber alguien con sentimientos de tristeza que encuentra inspiración en la bondad de ella.

¿Ani habrá tenido otros romances antes de mi hermano en el instituto? ¿Quiénes son esos admiradores secretos? Puedo soportar que Ani esté con mi hermano porque ya eran novios, pero siento una opresión en el pecho al imaginar que otra persona la enamore en mi lugar. Nunca había sentido este tipo de malestar.

Continúo leyendo mensajes sobre mí porque ese sentimiento me incomoda. Como en el caso de Ana, abundan los elogios, unos más creativos que otros. Hasta cierto punto, me hacen sentir especial porque mi nombre predomina en la sección Rosa. Sin embargo, vuelven a ser dos mensajes casi seguidos los que captan mi atención, aunque uno no se dirija a mí.

Bella Laura de 4º A, espero que te gustara el regalo que dejé en tu mesa. Un beso de tu enamorado de 4º B.

Definitivamente, ese es obra del autor de la postal. Se ha tomado muy en serio lo de intentar sorprenderme. Empieza intrigarme, pero más lo hace el otro mensaje:

Alma poeta que en sueños he Besado, tu ángel te esperará mañana en la cima del lugar que nos ha reunido cuando el sol esté en su máximo esplendor.

Si no hubiera sido por la letra en mayúscula, habría ignorado el contenido. Esa letra no está así por casualidad, no es un error, y lo confirmo al repasar el texto...

Es un mensaje en clave y, por lo que deduzco, el autor del poema es el destinatario. El juego de palabras entre alma, poeta, sueños, besado y ángel coincide con la narración de los versos. La B puede ser una clara referencia al grupo de mi "enamorado".

Pero lo más curioso del mensaje es que parece que alguien se hace pasar por mí para quedar con el misterioso poeta. El sobre estaba sellado cuando Ana y yo lo encontramos en nuestra mesa, así que solo ella y yo leímos el poema. Es mucha coincidencia que publicaran esto la misma mañana en que apareció la postal y que Ana tuviera Taller de revista. ¿Me ocultas algo, Ani?, porque pienso descubrirlo.

Si analizo el resto de la información, no hay duda de que la cita es para mañana. La hora ronda el mediodía, que es cuando el sol está en su punto más alto. "La cima del lugar que nos ha reunido...", supongo que se trata de la parte más elevada del instituto ya que, por lógica, lo único que mi admirador y yo tenemos en común es el instituto, incluso él mismo resaltó que yo era su alegría desde que me vio aquí, y el calendario estudiantil indica que mañana al mediodía debería estar en clases y no en otra parte. La azotea, mañana al mediodía, un lugar idóneo para un encuentro privado.

Te vigilaré, Ani. Si andas con misterios y secretismos, lo averiguaré.

***

Se ha hecho un poco tarde. El cansancio físico aflora junto al sueño, así que contemplo la invitación de la cama para tumbarme, pero antes iré al baño.

Justo al abrir la puerta de mi cuarto, Ani sale del baño.

—¿Vas a dormir ya? —No recuerdo haber escuchado una voz diferente a la del presentador de la televisión, por lo que intuyo que Ana y mi hermano no intercambiaron ni una palabra.

—Sí, estoy cansada y deseo que sea mañana —enfatiza con insinuación, despertando mi ingenua sonrisa al hacerme fantasear con nuestra segunda cita.

Desde luego, todo apunta a que mañana será un día doblemente interesante. No concibo a Ani tendiendo una trampa, pero será digno de ver qué pasará al mediodía. Pero mi verdadera ilusión radica en el paseo que me vaya a proponer.

—Vale. Descansa, Ani. Buenas noches. —Por si se creía que me iba a quedar sin mi beso, asalto sus alegres labios fugaz y entro en el baño con rapidez. Su sabor es el que me quiero llevar a la cama para soñarla.

Cuando regreso a mi habitación, activo la alarma y caigo como un peso muerto sobre el colchón. Al instante, me hago un ovillo.

No quiero pensar. No quiero...

La caída de mis párpados me priva de la tenue luz rojiza de mi lamparita de noche.

La realidad se desdibuja.

Pierdo la noción del tiempo...

Contemplo a Ani brillando en patines entre un destello de oscuridad. ¡Qué linda es! Quiero despertar todos los días con su sonrisa a mi lado...

Chiiiiir.

Pam.

—¡Jrr! —Mi propio ronquido y el sonido de una puerta me devuelven parte de la consciencia—. ¿Qué pasa? —balbuceo y entreabro los ojos.

Miro el teléfono, que me deslumbra con la claridad de la pantalla, y me percato de que apenas han pasado unos pocos minutos desde que me acosté.

No sé si el ruido de la puerta fue una alucinación o parte de un sueño, pero me inquieta. La puerta se abrió y se cerró al acto. Ningún resplandor de una luz prendida se asoma por debajo de la mía. No suena otra como podría ser la del baño. Tampoco he sentido pasos hacia la cocina.

Ante el desconcierto, me levanto para investigar. Sigilosa, salgo al pasillo, desde donde distingo unos abatidos suspiros provenientes del salón. ¿Discutirían Ani y mi hermano sin darme cuenta y uno de ellos habrá salido a llorar?

Ando a oscuras, restregándome los ojos para espabilarme un poco más. Me siento como una vampiresa con visión nocturna. En cuanto llego al salón, percibo un bulto tumbado en el sofá. Los pies acomodados en el reposabrazos me incitan a pellizcar los deditos que se agitan con gracia.

—¡Dios! —chilla Ani, incorporándose de un brinco.

—Ana, ¡shhh! Soy yo —le susurro para que se calme y la enfoco con la luz del teléfono. Ella también me ilumina, provocando que me encandile.

—Casi me matas del susto, boba —murmura con su tonito irresistible.

—¿Por qué estás durmiendo en el sofá?

—Porque... ¿Y tú qué haces aquí? —Me quiere eludir.

—Me levanté para ir al baño y sentí un ruido en la sala. Vine a ver qué era. —Expongo lo primero que me pasa por la cabeza—. Dime, ¿qué haces en el sofá?

—No estaba cómoda con Eric y preferí irme del cuarto. No te preocupes, regresa a la cama. El sofá es cómodo y en nada me dormiré. —O sea, algo pasó entre ellos de verdad.

—Ven conmigo. —Le acerco la mano. No permitiré que pase la noche en el sofá.

—¿A dónde?

—A mi cuarto, ven. Puedes dormir conmigo. —Solo dormir, lo prometo...

—No, tranquila. No pienso invadir tu privacidad y tu comodidad. Me las arreglaré en el sofá, en serio. —Quieres que te ruegue, ¿eh, Ani?

—Ana, no seas cabezona. Si te invito, es porque no me molesta. No podría dormir tranquila sabiendo que estás aquí y yo en una cama grande. —Si me rechazas, me acostaré contigo en el sofá—. Ven. —Por fin, Ani coge mi mano.

—Gracias, Laurita. De todas formas, me sabe mal que toda esta situación te salpique. —Créeme, Ani, no me quejo. Todo me acerca más a ti.

Con cuidado para evitar ruidos innecesarios, guío a Ani hasta mi habitación. Mi adormecido corazoncito se acelera al saber que compartirá cama con ella. Espero que se sienta cómoda con mi ambientador floral y mis lascivas sábanas, que se mueren por arroparla.

Cierro la puerta como si hubiera secuestrado a Ani para mí.

—Bienvenida a la morada de la vampiresa —remarco con una ligera insinuación.

Esto no es un sueño, ¿verdad? Es real que Ana dormirá en mi cama, ¿cierto?

—¿Y qué piensa hacer la vampiresa, chuparme la sangre? —comenta Ani de forma sugerente mientras ando. No debería tentarme con esa desafiante risita burlona.

Cuando me acuesto, me percato de que ella echa raíces en el mismo sitio.

—Ven, acuéstate —le indico con palmaditas en el colchón que disimulan mi traviesa expresión—. Si no te importa, me quedo en el lado izquierdo.

—Faltaría más, es tu cama. —Ani se sienta en el extremo de la cama, casi que se sostiene con medio trasero.

—Ana, relájate. Sigues actuando como si me molestara que duermas conmigo. —Me siento como una depredadora atrayendo a su presa al tirar de su mano.

—Vale, vale. —Curiosamente, Ana se toma al pie de la letra lo de relajarse cuando invade media cama, permaneciendo sentada con las piernas cruzadas, pero denotando cierta tensión. Yo me estiro bocabajo junto a ella.

—¿Te peleaste con mi hermano otra vez? ¿Por eso estás así? —Si necesita hablar, aquí me tiene.

—No, es solo que es incómodo ocupar el mismo espacio que él. Necesito tiempo y Eric también antes de que hablemos. Ya veremos qué pasará. —No quiere entrar en detalles. Al menos, debo hacer que esté a gusto.

—Entiendo. Os arreglaréis. Relájate un poco y acuéstate. ¿Tendré que hacerte cosquillas y pellizcarte? —digo chulesca, muy a su estilo, y con una pincelada de atrevimiento.

—¡Ni se te ocurra! —Menos mal que esa voz chillona sigue consciente de no hacer ruido aunque se emocione—. Mira lo que me hiciste, diablilla. —Ani separa las piernas, revelándome el camino hacia la mayor tentación de su femenino cuerpo, y señala su muslo.

No soy una vampiresa, pero me han crecido los colmillos. No pienso desaprovechar semejante invitación.

—¡Uy! —exclamo al posar la mano sobre su pierna e inclinarme sobre ella. Enseguida reconozco los pequeños moratones que le han salido donde la pellizqué, pero mi vista se pierde más allá, donde su pantalón corto se distancia de su piel y revela parte de sus bragas. Quiero llegar hasta ahí—. Me obligaste a ser mala. Ahora no llores.

—¿Yo te obligué? ¡Qué descarada eres! Lo que te hice fue poco comparado con esto. Todavía me duelen. —O sea, esa sonrisita socarrona se traduce como que te encantaría atacarme otra vez con el pretexto de igualar las marcas.

—Lo siento, perdóname. —Dramatizo una juguetona expresión de pena—. Tengo un remedio para eso. ¿Lo quieres? —Prepárate para el juego de seducciones, Ani.

—Pues claro. Dámelo si quieres que te perdone. —Tú lo has querido. Esto lo dirá todo.

—Vale...

Me cuesta asimilar que esta fantasía se vaya a cumplir.

Durante un pausado segundo, contemplo la apetecible piel de Ani a mi alcance. Su tono blanquecino no se aprecia por la escasa luz rojiza, pero puedo figurármelo por la de veces que la he mirado. Poseída por su encanto, ataco su muslo con toda mi boca. Justo como imaginé, el tacto de su piel es tierno, delicado. La propia suavidad me incita a morderla, a clavarle los dientes con afán, pero no quiero dañar esa majestuosidad, por lo que mis labios se convierten en los privilegiados que la acarician en un beso. A su vez, mi lengua es la afortunada que cumple su sueño de humedecerla mientras chupo esa delicia.

—Laurita, ¡¿qué haces?! —cuestiona Ani alarmada, pero no mueve ni un dedo para apartarme o quitarse ella.

—Los besos tienen propiedades sanadoras, ¿no lo sabías? —alego con descaro y, seducida por el embriagador y limpio aroma a frutas tropicales proveniente de su atractivo cuerpo, restriego los labios en su piel.

No sé qué me excita más, si haber logrado conquistar uno de sus fragmentos más irresistibles o la inocente pasividad que muestra mientras se deja poseer por mí. Cuanto más me adentro en su muslo, más se alborota mi pecho. Mi mano libre ansía dividirse para revivir la sensación de presionar el jugoso pezón y para frotarme entre las piernas, pero lo que me queda de cordura me advierte que eso podría ser excesivo para Ana, así que exprimo las sábanas con disimulo para ahogar el deseo. La otra mano, en cambio, se regocija al seguir el trayecto de mi boca, saboreando la tibieza que mana de esa exquisita piel.

¿Por qué Ana no me detiene? ¿Cómo interpreta ella lo que le hago? Desenfrenada, ¿me tumbará en la cama para adueñarse de mí? No puedo saber lo que siente, pero estoy segura de que esto le está gustando, pues a través de su cuerpo percibo que se relaja. No solo arquea la pelvis, sino que también abre más las piernas, una atrevida manera de indicarme que el paraíso me espera. Por si no era suficiente, posa la mano sobre mi cabeza con la delicadeza de una mariposa. Su sutil forma de presionarme y guiarme hacia la ingle estimula mi excitación.

Mi lengua no rechazaría semejante oferta, por lo que lame la zona más carnosa de su muslo, la humedece para que el resto de mi boca la chupe como si fuera una suculenta fruta. Palpo el rastro de la saliva que dejo a mi paso con la palma de mi mano, que deslizo sobre su pierna entre caricias y tenues pero profundos apretones. La punta de mi nariz roza el borde de su pantalón veraniego. Ahí, donde mi aliento baña el extremo de sus bragas, casi puedo olfatear su cautivador aroma femenino. Ese penetrante olor revoluciona mis latidos y, como una seductora trampa, atrae a mi lengua para que salte a su zona púbica.

Sería capaz de agarrar las piernas de Ana, tirar de ellas para tumbarla hacia atrás y mantenerlas separadas y flexionadas para que mi boca, con plena libertad, invadiera bajo sus bragas y le hiciera un cunnilingus que la estremeciera de placer. Besar sus labios debe ser como besar los pétalos de una flor. ¡Cuánto néctar bebería de ella! Danzaría con mi lengua en espiral por toda su zona erógena hasta que sus incontenibles gemidos me enloquecieran también.

Pero debo aguantarme esta vez. Me tiene rendida a sus pies literalmente, justo lo que quiere, y no me va a mangonear para cortarme las ganas cuando más emocionada esté. Ahora yo tendré el control, Ani. No caeré en tu pasivo jueguecito manipulador. Más bien, tú serás la que sueñe conmigo esta noche. Tendrás que demostrarme cuán loquita estás por mí para que pase algo más entre nosotras.

Con gran esfuerzo, despego la lengua de su muslo cuando estoy a punto de tocar sus bragas. Sin embargo, mi mano traicionera se niega a abandonar el tacto de esa dulce piel.

—Vale, creo que ya has recibido la dosis apropiada —excuso con un fingido grado de humor. Al alzar la vista, me percato de la agitada respiración de Ani y de su lujuriosa expresión. ¡Lo sabía! Se ha excitado conmigo. ¿Habrá mojado las bragas? Así sabrá lo que se siente—. ¿Estás bien? —A ver cómo reaccionas a esto.

—S-Sí, bien, muy bien —tartamudea e intenta disimular su confuso descontento. De hecho, percibo cierta vergüenza en su forma de cerrar las puertas de su paraíso—. Obvio. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Es que te veo un poco rara. ¿No te funcionó el remedio? —No imaginé que sería tan divertido jugar contigo de esta manera. Es tan apasionante que multiplica el placer que vivo por dentro. No sabes cuánto me está costando contenerme.

Las únicas experiencias sexuales que he vivido con alguien fueron con Aiko. Aunque nuestra primera vez fue un tanto precipitada porque yo era muy niña y no sabía ni besar, no puedo negar que quería vivir la experiencia con ella y que fue muy especial porque me trató con la máxima dulzura que pueda existir. De hecho, fui yo quien le pidió que llegáramos hasta el final por lo a gusto que me sentí con ella. Todo lo que hicimos me encantó a niveles desmesurados, de ahí mis ansias para que me enseñara todas sus técnicas y aplicarlas en ella como pago. Sin embargo, vivo sensaciones nuevas con Ani que me resultan adictivas, y apenas le hemos subido los grados al horno. ¿Cómo sería llegar más lejos?

—Sí que me funcionó. Me ha sorprendido totalmente. No pensarás cobrarme, ¿verdad? —Pero si hasta me coquetea con su traviesa expresión. Estás buscando la manera de que sigamos tonteando, ¿eh, Ani?

—No, no soy tan diablilla. —¿Aguantarás la tentación como yo, Ani?

Riendo como toda una pícara, me volteo en pleno estiramiento.

—Sí, bueno... —¿No te atreverás a asaltarme?

—Estoy cansada, Ani. ¿Dormimos? —El cansancio me golpea de nuevo ante la calma, brotándome en forma de bostezo.

Dado que Ani no reacciona, me arrastro hasta ocupar la parte izquierda de mi cama. Observo la mesita de noche antes de cerrar los ojos y noto que Ani se acomoda a mis espaldas.

Pausados segundos de absoluto silencio me sumergen en una plena relajación. Me siento como si flotara en un mar tranquilo. Aunque el sueño me vence, bajo esas aguas serenas me sacuden feroces corrientes oceánicas. Casi como un sueño vívido, visualizo el fogoso momento que acabo de compartir con Ani. Aún me asombra que mi lengua estuviera a punto de invadir su zona prohibida.

Por un instante, creo soñar que una mano toca mis cabellos. Pero el constante jugueteo de los dedos con un mechón de mi pelo delata a Ani. ¡Qué atrevida es cuando quiere! Sonrío en mis adentros porque soy consciente de que ella anhela sentirme y no sabe qué hacer para acercarse. Por ello, tenso todo mi cuerpo, gesto que parece asustarla porque su mano desaparece, pero no sabe que mi intención es complacerla.

Empino el trasero hasta sentir que encaja perfectamente en el vientre de Ani. Entonces, mediante un gustoso estiramiento acompañado de gimoteos, arrimo el resto de mi cuerpo al suyo. Ella mueve una mano entre mi nuca y la almohada, dándome a entender que quiere abrazarme, así que alzo la cabeza y recojo mis cabellos por un lado del cuello para que su brazo se acomode debajo de mí. Pero Ani no se conforma y, con descaro, extiende la otra mano alrededor de mi ombligo. Tampoco me quejo, pues sonrío satisfecha porque me fascina que vayamos a dormir acurrucadas.

A pesar de que el cálido aliento de Ani acaricia mi nuca y parte de mi cuello, provocándome un placentero cosquilleo, y a pesar de que los intensos latidos de su pecho vibran en mi espalda, puedo conciliar el sueño.

Sin embargo, Ani me impide que me entregue del todo a Morfeo al empezar a ondear los dedos por mi vientre. La sensación de su ligero roce es agradable y relajante, pero intuyo que sus intenciones van más allá de masajearme un poco, en especial cuando sumerge las yemas bajo mi camiseta para plegarla lentamente.

¿Qué te pasa, Ani? ¿No puedes resistirte a mí? ¿Te quedaste con ganas de más o quieres vengarte por eso mismo?

Su inquietante caricia se vuelve más excitante por la unión de su piel con la mía. Esos dedos traviesos recorren toda la zona bajo mi ombligo en un suave vaivén, como una ligera brisa que se deleita dibujando el contorno de una flor. Unidos, se aventuran hacia territorio restringido. Descienden por mi vientre hasta colarse bajo mi pantalón. Si no fuera porque el elástico de mis bragas ejerce de frontera, habrían invadido mi punto más sensible, pero eso no impide que presionen para deshacerse del pequeño obstáculo.

Ani es una diablesa. Consigue que fantasee con que sus dedos alcancen mi clítoris y lo froten con gentileza para seguir su curso hasta deslizarse generosamente entre mis labios y descubrir lo mojada que estoy. Trago saliva porque cazo su mano, deseando guiarla para que me penetre.

—Ani... —murmuro con delicadeza y, en contra de mis deseos, secuestro su mano atrevida para aprisionarla en mi pecho. A la vez, me giro lo necesario para estar cara a cara con ella.

Si dejara que me tocara ahí, perdería el juego y mucho más que eso. Podrá hacer lo que quiera en el resto de mi cuerpo, pero para ganarse esa zona privilegiada tendrá que demostrarme ser digna de ello.

—¿Sí? —responde con cierto tono de ingenuidad, idéntico a su expresión.

Entonces, ataco su irresistible boquita. Restriego mis labios con los suyos con la dosis justa de pasión y cariño, incluso los chupo con agrado. Después de todo, no me apetecía renunciar al beso de la cita.

—Buenas noches. —Ahora sí podré sumirme en un profundo y armonioso sueño donde Ani será la protagonista.

Enseguida me acurruco entre sus brazos otra vez.

—B-Buenas noches, Laurita —tartamudea, destilando el gran desconcierto que aprecié hasta en sus espabilados ojos. ¡Es tan linda cuando se pone así!

Ya eres mi sueño, Ani. Ojalá aparezca en el tuyo también.

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