Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

20 de marzo 1880.
White Oak Lands, Minnesota.

Eleonora entró en su casa abriendo la puerta tan silenciosamente como pudo, con los zapatos en sus manos para evitar hacer ruido con sus pies al cruzar el piso de baldosas. Se apresuró hacia las escaleras y subió sin dejarse su abrigo o sombrero en la entrada como acostumbraba. Entró en su dormitorio, cerrando la puerta silenciosamente a sus espaldas y cuando se regresó, ahogó un gritó al ver a su padre sentado en el sofá junto a su cama, leyendo un libro.

—Sabes, Eleonora, cuando les pedí perdón por mis errores y dije que cambiaría, no me refería a dejarlas andar libremente dónde quieran y regresar a casa a horas que no son aceptables —. Cerró el libro y lo dejó en la mesilla a su lado—. ¿Dónde estabas?

—Yo...Fui a la ciudad.

—Sé que fuiste a la ciudad, mi pregunta es a dónde exactamente en la ciudad.

Dejó su sombrero en el borde de la cama y se sentó mordiéndose el labio. Era inevitable que a su padre no le gustaría, aunque no le gritara.

—Fui a ver al doctor Harold.

—¿Con quién?

—¿Sola? —contestó no muy segura—. El chofer me llevó si es a lo que te refieres, pero...Pero lo fui a ver sola.

—¿Así que me estás diciendo pasaste toda la tarde a solas con un hombre en... ¿su casa?

—Fuimos a la morgue y me distraje.

—En su casa y en la morgue —corrigió, empezando a asentir y su tranquilidad resultaba más alarmante para Eleonora que verlo gritar—. ¿Y no se te ocurrió pensar en lo que esto podría hacerle a tu reputación si la gente se enterara?

—No hicimos nada, papá, juro que fue una visita formal. Tomamos el té y luego me enseñó la morgue y estuvimos estudiando. Me ofreció enseñarme cirugía.

—Y quiero creer que fuiste inteligente y rechazaste su oferta —. Negó, hundiéndose un poco en la cama—. Bien, me has demostrado ser igual de estúpida que el resto de tus hermanas. Joder, ¿Qué no puedo tener un hijo normal? Uno solo.

—Papá es una buena oportunidad.

—Es una pésima idea, Eleonora, especialmente a días de lo que sucedió con Emma y semanas del escándalo de Amelia. ¿Quieres tú también acabar en boca de todo el mundo? —. Negó—. Sé que quieres ser cirujana y créeme que no hay nada en el mundo que deseé más que ayudarte a cumplir tu sueño, pero no con un hombre que fácilmente puede arruinarte.

—Él no haría eso, por favor, papá. Necesito que confíes en mí y me dejes decidir en esto —. Se alejó de la cama para acercarse a él y tomó lugar en el suelo a su lado—. Es mi futuro, papá, quiero estudiar y ser doctora, pero no puedo hacerlo en una Universidad. Está es mi primera y posiblemente única oportunidad de lograrlo. Necesito tu apoyo.

La miró y cuando ella tomó sus manos, suspiró y se inclinó para besar su frente.

—Debes volver a casa para la cena, Eleonora —. Asintió inmediatamente—. Y pídele perdón a tu madre en la mañana, la has angustiado pensando que te habías perdido como tu hermana.

—Lo haré, me disculparé en la mañana. Gracias, papá.

21 de marzo 1880.
White Oak Lands, Minnesota.

Emma entró en la casa de Keiran con una canasta con comida y lo apoyó en la mesa de la cocina antes de acercarse a la cama donde él dormía para despertarlo. Le llamó suavemente desde una distancia segura, pues sabía que él tendía a despertar de forma sobresaltada cuando lo sacudían o se acercaba demasiado rápido y una vez él abrió los ojos desorientados, se sentó en la cama a su lado.

—Tenía fe de que todo esto fuera un maldito sueño, joder.

—¿Por qué no aceptas la oferta de mi padre de una vez por todas? Te dejaran salir si lo haces.

—No pienso volverme su perrito obediente —espetó, apartándola de un empujón no muy brusco para poder ponerse de pie—. ¿Tú qué mierda haces aquí?

—Te traje el desayuno ya que preguntas tan amablemente.

Él miró hacia la canasta y se fue a revisar el contenido para embutirse la boca con los panqueques que ella había traído esperando poder servirlos en un plato. Él ni siquiera le dio oportunidad.

—Mmm, cocinas bien, joder... ¿Y? ¿Estás embarazada ¿o qué?

Emma se acercó a la mesa para agarrarse dos panqueques antes de que él se lo comiera todo y finalmente negó.

—No lo estoy, no.

—¿Cómo sabes?

—Pues...Me ha venido el periodo y según estudios eso significa que no estaba ovulando al momento de tener relaciones contigo.

Keiran se la quedó mirando mientras se chupaba los dedos mojados en el caramelo que cubría los panqueques y parpadeó meciendo su cabeza hacia los lados.

—No entendí una mierda de lo que acabas de decir, pero vale. No estás embarazada ¿puedo irme ya? ¿Cuándo me sacaran de este lugar?

—Morirás allí afuera, Keiran. Los Pinkerton no dejaran de cazarte.

Abrió y cerró su mano burlándose de ella y continuó comiendo sin prestarle atención.

—Realmente creo que deberías quedarte aquí.

—Y yo creo que deberías no meterte en mis asuntos —espetó deteniéndose por un segundo frente a su rostro antes de irse hacia la mesada para agarrar un vaso y servirse un poco de agua—. Jamás me apunte para nada de esto, linda. Solo te ayudé y ahora quiero que me dejen ir.

—Sé que quieres salir de esta vida, Keiran, tú mismo me lo dijiste; que quieres una esposa e hijos. Puedes conseguir eso aquí, hay muchas mujeres que serán felices contigo y...

—Estás hablando mucho y nada de lo que dices es lo que quiero escuchar —interrumpió—. Me iré, Emma, no pertenezco a este lugar.

—Porque no quieres, pero White Oak es un pueblo muy diverso...Tenemos todo tipo de personas aquí y tu no serías el primer delincuente en llegar para empezar una nueva vida, poco antes que tú, mis padres trajeron a Rylan...

—Sí, sí, el que le dieron en el culo, ya me contaste. Y muy bonito por él que puede empezar de cero, tener hijos y toda esa mierda, pero yo no, Emma.

—¿Por qué no? ¿Por qué te privas de algo que sabes deseas hacer?

La señaló con un dedo cuando ella se acercó.

—Me estás provocando, nena.

—Solo quiero saber antes de dejarte ir.

—¿Saber qué? Te conté una mierda insignificante en un momento vulnerable, ya está. Olvídalo —. La sujetó desde el cuello cuando ella continuó acercándose y empujó su cuerpo un poco hacia atrás, obligándola a retroceder con él mientras la apretaba—. Olvídalo, Emma.

—No te tengo miedo, especialmente no en mi pueblo. Te despedazaran en un parpadeo si llegaras a hacerme daño.

—No voy a hacerte daño —aseguró sin soltarla.

—Sé que no, pero te gusta apretarme el cuello.

—Eso es porque me excita y a ti también. ¿O me equivoco? ¿Crees que no me doy cuenta que vienes a verme todos los días esperando que siga follandote una y otra vez? Te has vuelto adicta a mí, Emma. Te encanta que me meta entre tus piernas y probablemente por eso no quieres que me vaya.

—Tienes mucho ego —señaló riéndose y se detuvo cuando él apretó su cuello con un poco más de fuerza—. Solo quiero ser amable.

—No, nena, serás una chica amable, pero también tienes a una puta ansiosa en tu interior que ama mi verga. Admítelo.

—Te estás creando historias en tu cabeza, Keiran.

—¿Segura? —. Se inclinó hacia sus labios y sonrió al ver como ella los separaba expectante—. ¿Segura que no me deseas, preciosa?

Sostuvo su mirada cuando él la acorraló contra la pared sin soltarla y su respiración se volvió más pesada teniéndolo tan cerca. Los ojos de Emma eran bellísimos y ni siquiera Keiran podía negarlo...Ella era hermosa, la mujer más hermosa que sus ojos jamás hubieran visto. Chupó su labio inferior, gruñendo contra su boca cuando ella jadeó y soltó su cuello para bajar hacia su cintura y tirar de ella hacia su pecho.

Emma se aferró a él para besarlo de regreso y lo empujó hasta que su espalda golpeó la pared del lado opuesto y pudo arrancarle la camisa. Lo sintió gemir contra sus labios y cuando le apretó las nalgas, pegándola contra su vientre, jadeó en su boca y le ayudó a que le desabrocharla el vestido.

—Estoy con mi...con mis días, Keiran.

—Me importa una mierda...Desnúdate, rápido, vamos.

Le obedeció, dejando que la ayudara para terminar de desnudarse más rápido y el la giró y la empujó de frente contra la pared, separó sus piernas con sus pies y se bajó el pantalón para poder hundirse en su interior. Se sentía distinto cuando ella estaba tan húmeda en su interior y el calor de su sexo se deslizaba por su miembro. Le tiró del cabello bruscamente, sin importarle que ella se quejara y logró que girara un poco el rostro para mirarla.

La besó, mordiendo sus labios y después de un par de embestidas, la giró para que enfrentara su cuerpo y chupó sus senos mientras se hundía en su interior y ella gemía, consumida por el placer de sus caricias. Nunca había imaginado que acabaría volviéndose tan adicta a algo como lo que él le hacía, pero no podía tener suficiente y no podía sacarlo de su mente. Pensaba en Keiran a toda hora del día e incluso cuando se iba a dormir, él estaba allí, en sus sueños, gobernando sobre su mente y cuerpo.

Le aferró por los hombros cuando el orgasmo la sacudió y él le estrujó las nalgas y se enterró en ella al acabar, gimiendo en su boca sin salirse inmediatamente.

—¿Ves por qué no puedo quedarme, Emma? No puedo mantenerme lejos de ti y si te viera con uno de los ricachones que andan atrás tuyo...Los haría pedazos en un segundo. Soy adicto a ti, preciosa...Adicto a tu cuerpo.

—Quédate entonces y asegúrate de que no ande con alguno de esos ricachones.

—No sabes lo que dices.

—Sé perfectamente que te deseo con la misma intensidad, Keiran y tenías razón cuando dijiste que ningún hombre me daría lo que tú me das —. Acarició el vello en su torso y tragó con fuerza para intentar calmar su respiración—. Tu no me tratas como si fuera de cristal, no me tratas como si mis oídos fueran frágiles y mi inocencia un templo sagrado que debo conservar...Me gusta que seas bruto e incluso grosero, que no pienses de mí que soy frágil o inocente.

—No eres inocentes, ya te dije que eres una puta.

—¿Ves? —. Se rio y negó—. Ningún hombre que conozco me diría eso y probablemente es estúpido que me guste tanto que tú lo hagas, pero me gusta. Es distinto y me hace sentir...rebelde. Joder, incluso acabamos de tener relaciones mientras estoy en mis días...

—¿Qué con eso?

—Que ningún hombre jamás se atrevería, pero a ti no te importa.

—Estás buena con sangre o sin sangre —señaló mirándola cuerpo completo—. Estás demasiado buena.

—Quédate... —. Negó y ella acarició su mejilla—. Sé que quieres quedarte, Keiran y mi padre no te dejará salir de esta casa hasta que le des una respuesta. ¿Si tanto te quieres ir por qué no se lo has dicho aun ¿uhm?

Se apartó de ella, mirando hacia su miembro seguro de que ahora necesitaba un baño urgente y acomodó su pantalón. Ella permaneció desnuda, pues él tomó su ropa.

—Me confundes y no me gusta que me confundas.

—¿Yo te confundo? —preguntó Emma y el asintió y le lanzó la ropa—. ¿Cómo?

—Pues...siendo toda dulce y...y amable...Me traes la comida, me sirves...Qué se yo, mujer, son cosas que nunca tuve...

Se colocó su camisola y se acercó a él desde la espalda para acariciar su hombro, pero Keiran la apartó bruscamente y negó.

—No me consueles ¿entendiste? No soy un marica que necesita besos y abrazos.

—No eres eso, pero si necesitas besos y abrazos, Keiran. Puedo ver que lo necesitas —. Negó, apretando los labios y volvió a empujarla cuando ella intentó acercarse—. No dejaré de ser amable contigo.

—¿Por qué? Pareces estúpida, joder, no he sido más que grosero contigo.

—Pero detrás de tus malos modos había cierta amabilidad y preocupación. No diré que empezamos con las mejores intenciones o que te he perdonado por obligarme a dormir contigo aquella noche en el río...Y antes que digas que no me obligaste, sí lo hiciste, pero está bien, porque no te guardo resentimientos, Keiran. Me diste algo mucho mejor que en mi vida habría encontrado.

—¿Qué?

—Poder. Nunca antes le había gritado a un hombre en mi vida hasta que te grité a ti, nunca antes me había sentido sensual o...o atractiva hasta que tú me demostraste que podía serlo y jamás se me habrían ocurrido todas estas cosas que hacemos si no fuera por ti o habría superado mi increíble miedo a todo. Cuando me dijiste que es mejor una vida corta repleta de aventuras...Realmente lo sentí, Keiran. Realmente me cambió. Así que ahora quiero ayudarte a ti. Yo necesitaba algo de brusquedad en mi vida y tu necesitas algo de amabilidad.

Se la quedó mirando en silencio con su camisa en la mano y cuando ella intentó acercarse a él otra vez, retrocedió, apretando los labios y negando. No quería que lo tocara y lo tratara bien, no quería que le diera esperanzas de una mejor vida que no duraría o que le llenara de ilusiones.

—Debí haberte dejado morir en los bosques —comentó y no la detuvo cuando ella se acercó a él y acarició su torso.

—Tal vez debiste, sí.

—No quiero tu amabilidad.

—Tendrás que aceptarla de todas formas o quedarte encerrado aquí por el resto de tu vida —. Sostuvo su mirada haciendo crujir sus dientes y levantó una mano para acariciar su mejilla, pero la detuvo a solo centímetros de tocarla y negó para sus adentros—. Te prepararé el baño.

—Tú también deberías...Deberías bañarte.

—Puedo bañarme luego...

—Vayamos a un lago —propuso, colocándose la camisa—. Y bañémonos juntos.

—¿Te quedarás?

—Me lo pensaré.

Emma se arregló para dejar la casa con él y en cuanto Keiran puso un pie en el porche detrás de ella, los hombres de la zona se detuvieron en sus actividades y lo miraros, algunos que antes estaban sentados se pusieron de pie y otros llevaron una mano hacia el revolver que cargaban.

Emma notó que Keiran se tensaba a sus espaldas y buscó su mano para calmarlo y que la siguiera hacia el camino. Ella no sabía muy bien en qué dirección quedaba el río, pero Keiran podía ser quien los guiara una vez dejaran atrás el pueblo.

—¿Dónde crees que vas, muchacho? —preguntó uno de los hombres del pueblo deteniéndose frente a él.

Emma intentó apartarlos, empujándose a sí misma entre sus cuerpos, pero no tuvo caso. Maldijo, sujetando a Keiran por los hombros cuando este se enfrentó sin miedo alguno y apartó a los hombres que empezaban a rodearlos.

—No me toques los huevos —advirtió Keiran sosteniendo la mirada del hombre—. Y muévete de mi camino.

Emma intentó apartarlo tirando de su camisa y Keiran no se movió. Dijo su nombre un par de veces, implorándole y cuando finalmente Chester silbó desde el porche del bar y dispersó a todos los hombres para que volvieran a sus tareas, golpeó a Keiran en el torso, bufando y empezó a caminar más rápido, dejándolo atrás.

Chester vio como Keiran caminaba detrás de ella, así que se regresó hacia el interior del bar y golpeó el hombro de Jonathan para despertarlo de su siesta. Él estaba recostado en una silla con sus piernas cruzadas sobre la mesa y su sombrero cubriéndole los ojos para que la luz no le molestara.

—Acabo de ver a tu hija marcharse hacia los bosques con Keiran.

Jonathan acomodó su sombrero lentamente y enderezó su cuerpo abandonando la silla. Los pocos hombres que había en el bar a esas horas lo miraron cuando tomó su chaqueta para dejar el lugar y algunos murmuraron al respecto.

—Sí llegan los soldados entretenlos hasta que vuelva.

—¿Qué harás?

—Aun no estoy seguro, pero primero quiero asegurarme que él no la aleja demasiado de la propiedad. No te olvides de los soldados...

—No, me quedaré aquí a esperarlo. ¿Y qué hay del cuerpo del sheriff?

El asunto del sheriff era complicado, aun debían retirar su cuerpo del campamento de Huáng si podían y por su homicidio, Jonathan había conseguido un permiso para colgar al responsable, desafortunadamente no recordaba haber visto quién era responsable. Todos los hombres sostenían un arma y disparaban cuando él se había percatado de que el sheriff estaba muerto; cualquiera podría haber disparado primero.

—Lo retiraremos si podemos. Iremos con los soldados a arrestar al responsable del homicidio del sheriff y yo le ofreceré dinero a Huáng por mi hijo y su madre.

—¿Estás seguro de que te lo aceptara?

—Su ropa bonita no viene gratis, Chester. Lo aceptará.

Se detuvo al salir del bar y miró hacia la distancia, al final de la calle principal, dónde Emma y Keiran seguían alejándose.

—¿Qué dijo Olivia de eso?

—No estaba muy contenta conmigo, pero la conoces; ella solo piensa en ayudar a las personas, así que ha decido recibirlos a ambos en nuestra casa —. Vio que Emma y Keiran se metían al bosque así que empezó a seguirlos—. Espera por los soldados y llámame si hay problemas.

Apuró el paso por la calle para llegar al bosque antes de perderlos demasiado en la distancia y los siguió silenciosamente, manteniendo una distancia segura para que no fueran a escucharlo o verlo si se volteaban.

Emma iba caminando un poco por detrás, siguiendo el rumbo que Keiran había marcado.

—¿Nos estás llevando al lago ¿verdad? ¿No planeas nada más?

—Por más que quiera dejar este lugar de mierda, no voy a hacer que te pierdas otra vez o acabes lejos de tu casa —. Saltó unas gruesas raíces en el camino y señaló entre los árboles—. El lago se encuentra a una hora más caminando en esa dirección.

—No comprendo como logré caminar tanto aquella vez...Apenas llevamos unos minutos y mis pies ya me matan.

—¿La emoción de salir en tu primera aventura? Yo he caminado durante todo ese tiempo muchas veces y si estás distraído casi ni lo notas.

—Supongo... ¿Puedo preguntarte algo?

—¿Importa si digo que no?

—No, solo era amable —comentó y se rio al verlo rodar los ojos—. ¿Cómo acabaste siendo un criminal?

Keiran la miró sobre su hombro y luego miró hacia un punto detrás de ella, seguro de que sentía los seguían. Tomó su mano para que ella se adelantara, para que en caso de que alguien le atacara por la espalda, fueran primero por él dándole tiempo de correr y luego recordó su pregunta.

—Siempre lo fui.

—¿Eras un bebé corriendo con una pistola robando bancos? —bromeó, aunque él no se rio—. Lo siento, era una...una broma.

—Mi padre era un criminal que vivía con una pandilla y mi madre una prostituta, cuando ella empezó a viajar con ellos, mi padre la dejó embarazada y nací en algún punto de Carolina. Crecí en una pandilla, viajando sin rumbo alguno, sin un hogar o sin educación. Cuando era lo suficientemente mayor para caminar, mi padre me usaba para robar bolsillos y bolsos en la ciudad, así que sí, no tenía una pistola ni robaba bancos, pero siempre he sido un criminal.

Su historia le provocó cierta tristeza al imaginar lo difícil que había sido para él. Intentó tomar su mano para consolarlo, pero Keiran la apartó y continuó caminando.

—¿Qué sucedió con tus padres?

—Murieron. A mi padre lo mataron y mi madre se quitó la vida cuando tenía once años mientras yo miraba. Luego todo el grupo con el que viajaba murió o se marchó y quedé sólo, así fue como acabé cabalgando con tu padre por un par de meses hace años.

—Lo lamento mucho, Keiran.

—No lo hagas, ya pasó y no me importa, pero al menos así sabrás que no puedo tener una nueva vida, Emma. Tengo treinta y dos años y en mis treinta y dos años no he conocido otra cosa salvo esto.

—Creo que no es verdad, si puedes y quieres. Podrías huir en este momento si de verdad lo quisieras, pero te preocupas por mí y lo que pueda sucederme si te marchas y vuelvo a perderme, porque dentro de ti hay un buen hombre, Keiran, así esté muy encerrado.

—No te engañes a ti misma, preciosa.

—No lo hago. Tu podrías haber dejado que Shimon me...eso...Pero no lo hiciste ¿vale? Podrías haber dejado que todos tus amigos lo hicieran porque sé que te lo pidieron, pero tampoco lo permitiste. Podrías haberme secuestrado y haberme obligado a viajar con ustedes para siempre, obligándome a complacerte también cada noche, pero no lo hiciste. No diré que tomas las mejores decisiones, pero detrás de las decisiones que tomas, hay una genuina preocupación y amabilidad hacia las personas. Puedo verlo.

Él se detuvo, enfrentándose a ella en el bosque y ella lo imitó y encontró su mirada.

Le acarició la mejilla lentamente, deslizando su pulgar por sobre su labio inferior y sujetó su rostro con una mano para atraerla hacia sus labios.

—No seas ilusa, Emma, te harás daño.

—Pero no por ti, Keiran. Has tenido un millón de oportunidades para lastimarme ¿por qué no lo haces?

—Porque no quiero hacerte daño, pero soy bruto y grosero.

—Me gusta que seas así, ya te dije. Estoy cansada de que me traten como una princesa.

—Pero sí eres una princesa —bromeó, mordiendo su labio inferior—. Eres jodidamente hermosa, Emma...Un grano en el culo, pero hermosa.

Se rio contra su boca y cuando él se apartó para retomar la marcha lo siguió y sonrió cuando sintió que tomaba su mano.

—Y hemos llegado al lago —anunció al ver que el bosque se despejaba un poco junto al agua—. ¿Ves por qué es importante saber orientarse?

—Yo no sé cómo lo haces...Ni siquiera sabía que había un lago por estas zonas. ¿Estamos lejos de la mansión?

—Uh, sí...Como a unas cinco horas caminando, White Oak está a una hora en esa dirección —. Miró hacia donde él señaló y suspiró, le dolían los pies imaginándose caminando de regreso—. Será mejor que nos demos un baño, realmente lo necesito.

—Sí, también yo.

La ayudó con su vestido, desabrochando los cierres y botones que tenía y luego se quitó su ropa y la siguió hacia el agua. Se remojaron un rato, manteniendo cierta distancia y cada vez que él intentaba acercarse, Emma retrocedía entre risas.

—¿Te estás resistiendo a mí, nena?

—¿Tal vez? —. Se hundió para mojarse el cabello y volvió a emerger barriendo toda el agua hacia atrás—. Te me has quedado mirando.

—Estás hermosa ¿Cómo no mirarte?

Se acercó a ella, consiguiendo que no se alejara de él y la atrajo de la cintura hasta su pecho para besarla. Acarició su espalda, descendiendo hacia sus nalgas para apretarla y ella jadeó en su boca al sentir como acariciaba sus senos por debajo del agua y peinó su cabello corto, enrollando algunos pequeños mechones en sus dedos.

Keiran se detuvo, sin apartarse de ella y miró hacia los bosques.

—¿Qué sucede?

Le indicó que hiciera silencio y sin previo aviso, la sujetó de los hombros para hundirla debajo del agua y Emma almacenó cuanto oxigeno pudo antes de que él se sumergiera con ella y no le permitiera volver a flote.

Lo miró, entrando en pánico sin saber qué hacía o porque la hundía y al abrir los ojos debajo del agua, pudo verlo frente a ella, indicándole con gestos que mantuviera el silencio y no se moviera. Miró hacia la superficie para distinguir algunas sombras en la costa del lago que empezaron a multiplicarse. Hombres, pensó y no los amigos de Keiran o de Jonathan. Estos hombres venían del otro lado de la propiedad y aunque desde abajo del agua no podía verlos claramente, se arriesgaba a suponer que no los conocía.

No supo cuantos minutos tuvo que permanecer debajo del agua, pero llegó un momento en el que empezó a sentir la falta de oxígeno en su cuerpo y se aferró a los brazos de Keiran, señalando su cuello mientras la desesperación crecía.

Él la besó, pasándole el oxígeno que guardaba y aunque intentó detenerlo, pues sabía que eso podía matarlo, no tuvo caso. Lo besó de regreso para regresarle el oxígeno y durante los siguientes dos minutos hasta que los hombres se marcharon, fue de esa forma como sobrevivieron.

Emergieron, abriendo la boca para tragar todo el aire posible y ella se arrastró hacia la orilla con su corazón latiendo tan rápido que dolía. Sintió a Keiran a su lado cuando empezó a vestirse rápidamente y tardó en hacer lo mismo. Sintió que una chaqueta cubría su cuerpo desnudo y cuando levantó la vista, palideció al ver a su padre.

—¿Papá? ¿Qué haces...? ¿Nos seguiste?

—Te dije que no volvieras a estar con él —rezongó Jonathan, asegurándose de que se cubría su cuerpo desnudo de sus ojos—. Vístete, debemos irnos de aquí.

—¿Quiénes eran esos hombres? —inquirió Keiran.

Jonathan le dio la espalda a Emma para que ella pudiera ponerse su ropa y Keiran enfrentó a Jonathan, teniendo una buena imagen de Emma y de la tensión en el rostro de Jonathan mientras lo miraba e intentaba bloquearle la vista con su cuerpo.

—Un grupo que me ha estado causando ciertos problemas, no deberían estar tan adentro en mis tierras.

—¿Así que no todo es un paraíso por estas zonas?

—Nunca dije que lo fuera. ¿Estás lista, Emma?

—Sí, ya puedes girarte.

Jonathan la agarró de la mano para arrastrarla de regreso a White Oak y Keiran les siguió.

—¿Por qué no los matas a todos?

—Le prometí a mi mujer que no causaría problemas, además tienen un montón de niños y mujeres en su grupo. No podemos abrir fuego.

—Poder pueden, distinto es que no quieran. Se ahorrarían muchos problemas matándolos a todos, es solo cuestión de tiempo hasta que lleguen a alguna de tus hijas y les hagan daño.

Jonathan no se detuvo, ni dejo de arrastrar a Emma a pesar de que ella estuviera pidiéndole que se detuviera. En esos momentos estaba molesto porque ella se había metido desnuda al agua con Keiran y porque sabía que, si aquellos hombres no hubieran llegado, habrían terminado teniendo relaciones. No era tonto y sabía que probablemente ellos nunca habían dejado de dormir juntos, pero no lograba asumir esa parte del todo bien y ahora sentía que debía agradecerle a Keiran por haberla protegido cuando esos hombres se acercaron al lago.

Cuando llegaron a White Oak, Jonathan llamó a Derby y lo envío hacia la mansión con Emma para ponerla a salvo. Ella intentó protestar un par de veces, intentando hablar con él, pero no tuvo caso y terminó sentada en un caballo frente a Derby.

—Supongo que estás necesitando más hombres —observó Keiran—. No me sorprende me invitaras a quedarme.

—Tu quedándote no tiene nada que ver con lo que sucede, solo intentaba hacer lo que desearía alguien hubiera hecho por mí.

—Ya, pero la ayuda no te viene mal —. Keiran se detuvo frente a él y sonrió—. Voy a necesitar mis armas de regreso.

Jonathan se le quedó mirando un momento y finalmente señaló a uno de los hombres que escuchaba la conversación y lo envío a buscar las cosas de Keiran que estaban guardadas en la estación del sheriff. Se acercó a él mientras esperaba y acomodó el cuello de su camisa.

—Si vuelvo a verte a solas con mi hija...

—¿Qué? ¿Me matarás? —. Keiran se rio—. Adelante, hazlo, seguiré follandome a tu hija a menos que me mates, porque ella me gusta y sabe muy bien...

Jonathan lo empujó contra la pared de una casa, apretándole contra esta mientras desenfundaba su cuchilla para sostenerla contra su garganta. Keiran se rio viendo la furia en su mirada y levantó los hombros.

—Adelante...Mátame, Morgan.

Las ganas no le faltaban, quería enterrarle el cuchillo en la garganta y dejarlo caer. Lo apretó contra la pared, estrujando el mango en su mano y maldijo antes de empujarlo hacia los brazos de Chester.

—Enciérrenlo de vuelta.

Chester lo puso en manos de otros hombres que se lo llevaron hacia la casa y luego se regresó a Jonathan y lo siguió con la mirada.

—¿Estás bien? —. Jonathan no le respondió salvo para golpear la pared de la casa con su puño y volver a golpearla una segunda vez—. Tomo eso como un no. ¿Emma?

—Se la está follando todos los putos días y ella lo permite. No entiendo que mierda tiene en la cabeza.

Chester retrocedió un poco hacia un espacio seguro y metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Sé que no te gustará que lo diga, pero...

—Chester —advirtió, señalándolo con un puño apretado.

—Pero —continuó—. Tal vez a ella le guste el muchacho, Jonathan.

—¡Agg, tonterías! ¿Qué le va a ver a esa rata? Es horrendo.

—Las muchachas podrían diferir —dijo encogiéndose de hombros.

—Tiene razón —apoyó Kyle uniéndose a ellos, era el sheriff del pueblo y el marido de Lisie, aunque aún no se hubieran casado como correspondía, también era amigo de ellos desde los tiempos en la pandilla—. Lisie me comentó que a las muchachas les gusta.

—Te lo dije —señaló Chester.

—Tal vez podrías prohibirle a Emma verse con él.

—Difiero —confesó Chester, negando—. Prohibírselo no resolverá nada, solo lograras que ella empiece a buscarlo en secreto. Además, mientras se cuiden y sea mutuo...

—No lo dices en serio —señaló Jonathan, se negaba a aceptar que Chester realmente creyera eso—. Si fuera tu hija pensarías distinto. ¿Vinieron los soldados?

Chester decidió que era mejor abandonar la conversación sobre Emma antes de que Jonathan perdiera la poca calma que lo mantenía en pie. Asintió a su pregunta y señaló hacia el bar.

—Están esperándote.

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