Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

12 de marzo 1880.
En algún punto de Iowa.

Durante la marcha, se detuvieron al mediodía para comer y Keiran le dio una de las raciones de comida sin decir palabra, pero su sola presencia le recordó que él estaría cobrándole por ese plato tarde o temprano. Comió porque todo su cuerpo moría de hambre, pero si hubiera podido evitarlo, para evitar las horas de sufrimiento a su lado, lo habría hecho. Se sentía mareada y débil, su mano dolía por la caída, aunque él la había vendado y estaba aterrada por lo que podría sucederle cuando decidiera cobrar su parte del trato.

Después del mediodía anduvieron por otras largas horas en el clima todavía algo frío de marzo. Gran parte de la nieve ya empezaba a derretirse, pero sus manos aun temblaban algunas veces y debía abrazarse para no congelarse. Ella tuvo que caminar todo el rato, agradeciendo que ellos no avanzaran muy rápido en sus caballos. Los escuchó charlar sobre algo que les había sucedido en Minnesota, Red Wing y confirmó que definitivamente eran criminales huyendo de las autoridades. Eso explicaba porque también evitaban todos los pueblos que tenían en el camino y optaban por atravesar los bosques y las colinas.

Acamparon cerca de Alpha esa noche.

Los vio montar las carpas y encender la fogata antes de que se volviera completamente oscuro. Uno de los hombres la empujó al pasar por su lado para agarrar su saco de dormir y se apartó de su camino intentando abrazarse para intentar sentirse segura y también entrar en calor.

Keiran se detuvo a su lado con un cigarro entre sus labios y señaló la fogata.

—Prepara la cena.

—¿N-no podrías contar eso como mi...mi paga por tu ayuda?

—No —le respondió, palabra que al parecer usaba muy seguido—. Porque viajas bajo mis condiciones no las tuyas y realmente no necesito que cocines, simplemente lo prefiero, mientras que el sexo...Eso sí lo necesito.

Le guiñó un ojo y se alejó para volver a la fogata y descansar un rato jugando a las cartas con algunos de sus compañeros.

Emma preparó otro estofado y cuando estuvo listo, se sentó a ver como se lo acaban todo, con la diferencia de que esta vez le guardaron un plato. Comió en silencio, escuchando sus charlas para intentar entender con quien viajaba exactamente y solo pudo descubrir otro par de cosas; eran ladrones, huyendo de la policía por un robo que había salido mal dejando a varios muertos. Al parecer no aceptaban mujeres en su grupo porque solo causaba problemas entre los hombres y era más responsabilidad de la que podían manejar. Esa vida no era fácil y ellos realmente no creían que una mujer pudiera soportarlo. Llevaban huyendo un par de meses y hasta el momento, los Pinkerton (de quienes huían) les habían seguido el rastro casi a la perfección, siempre adivinando el siguiente lugar al que irían, lo cual los había dejado en la marcha por más tiempo del deseado sin poder detenerse a descansar en ningún pueblo o ciudad. Waterloo parecía ser la primera gran oportunidad que recibían de pasar unos días en algún hotel.

Regresó en sí cuando Keiran le retiró el plato vacío de las manos y lo miró, terminando de masticar el último bocado. Él la levantó del brazo, no de forma brusca pero tampoco siendo sumamente gentil y le dio un suave empujón para que se adelantara.

—Camina derecho.

Se tambaleó un poco al pasar por sobre un poco de nieve y empezó a seguir un camino casi invisible que había en la tierra, asegurándose cada tanto que él seguía detrás de ella. Realmente no le gustaba estar alejándose del grupo con él, no imaginaba nada bueno, pero era peor si acaba sola en ese bosque, aún más lejos de casa y de sus posibilidades de sobrevivir al viaje.

—Dobla a la izquierda y cuidado no caigas.

Siguió sus indicaciones, avanzando entre un montón de ramas de árboles hasta acabar en el corazón de un bosque que encerraba un lago. Miró sobre su hombro hacia él, cuando lo vio llegar a su lado y se alejó un poco.

—¿Lo harás ¿no es así?

—Ajá —contestó, retirándose la cinturilla con su revolver.

—¿Por qué? ¿Por qué debes hacer esto?

La respuesta tardó en llegarle, mientras él se quitaba el sombrero y empezaba a desabrochar su chaleco de cuero.

—Lo que diga no cambiara nada para ti, así que no veo sentido en responda tu pregunta.

—Responde de todas formas, quiero saber porque me obligas a hacer esto.

—No te he obligado a nada. Si no quieres, puedes irte, nena —. Desabrochó su camisa para dejarla con el resto de su ropa y se encogió de hombros—. El problema es que no te gusta tu otra opción ¿verdad? Prefieres esto y eso ya está en tus manos, no en las mías.

—Entonces, dime por qué haces esto... ¿Por qué me pides que me acueste contigo?

—Porque eres muy bonita...y he estado solo por demasiado tiempo, probablemente muera en las próximas semanas y tan solo quiero llevarme algunos buenos recuerdos —. Se rio cuando vio su expresión y regresó su cuerpo hacia el agua—. Te dije que mi respuesta no cambiaría nada. Anda, desnúdate y límpiate un poco.

Emma no se movió, ni siquiera cuando él se quitó el pantalón y lo dejó con el resto de su ropa para ir hacia el agua que soltaba vapor por lo fría que estaba. Lo vio zambullirse completo en esta y todo su cuerpo se congeló con solo imaginarlo.

Cuando el volvió a emerger, tan solo pudo ver su sombra en la oscuridad.

—Rápido, nena, que demores no cambiará las cosas.

—Parece estar congelada y no quiero morir de frío.

—Entraremos en calor bastante rápido —le aseguró sin vergüenza alguna y se rio.

—¿Por qué quieres que me limpie? Cómo si mi suciedad te detuviera.

—Pues no, pero supuse que a ti sí...Imaginé no te gustaría que un hombre te tocara estando todo sucio y oliendo a sangre y sudor.

—Vaya...que considerado —dijo sarcástica y siguió su figura en la oscuridad—. Mi padre te matará cuando te encuentre.

—Tu padre, los Pinkerton, medio mundo... ¿Qué diferencia le hace? Alguien me matará tarde o temprano.

—Oh, pero él se asegurará de que sufras.

—Ay, ay, que miedo tengo. ¿Ya te estás desnudando?

No le respondió mientras desabrochaba su vestido lentamente, tomándose todo el tiempo en el mundo para retrasar el momento.

—No tienes idea de lo que haces en estos momentos ¿verdad? Mi padre es Jonathan Morgan.

—Lo sé —contestó como si no fuera la gran cosa—. Conozco a tu padre, entre criminales nos conocemos. Cabalgué con él por unos meses cuando tenía doce, aunque él no tenía hijas por aquel entonces...o esposa.

—¿Lo conoces y aun así me harás esto?

—¿Crees que él nunca lo hizo también? —. Se rio y nadó de espaldas por el lago—. No conoces a tu padre si crees que no.

—Mi padre jamás lastimaría a una mujer.

—¿Quién dijo que yo sí? —. La vio empezar a acercarse, aunque no era capaz de distinguir su figura para apreciar su cuerpo desnudo—. No te haré daño, ya te lo dije.

—No te creo...Los hombres como tu lastiman y matan personas.

—Nunca a una mujer.

—Claro —murmuró sin tragarse su cuento, se detuvo a los pies del agua, cubriéndose, aunque él no podía verla y respiró profundo cuando sintió que las lágrimas se amontonaban en su pecho.

Se metió lentamente en el agua, temblando cuando sintió lo fría que estaba contra su piel y tardó unos segundos en lograr hundirse por completo, hasta mojar todo su cabello. Se frotó el rostro con su mano sana y retiró toda la mugre que había en su piel. Cuando miró hacia Keiran, pudo distinguir sus rasgos en la penumbra que los rodeaba y también se percató de que no estaba tan lejos de ella, pero tampoco se había acercado.

—Nunca has estado con un hombre ¿verdad? —. No le respondió—. Tomo eso como un no. Tienes suerte, si yo no estuviera aquí, nada habría detenido a todos mis compañeros de hacerte daño.

—¿Cuál es el punto si igual tu lo harás?

—No pienso lastimarte, Emma. No me gusta el sexo por la fuerza, le quita lo excitante y entretenido.

—Pues yo no pienso tocarte ni nada.

—Está bien, me conformó con escucharte gemir —. Palideció con sus directas palabras y se alejó un poco más de él en el agua—. ¿Quieres hacerlo aquí o en el campamento?

—¿Cómo si te importara lo que quiero?

—¿Estoy preguntando ¿o no?

Maldijo para sus adentros y cuando él se acercó un poco, ella retrocedió.

Le daba a elegir en algo que ni siquiera quería sucediera y lo detestaba por eso. Estaba empezando a plantearse la idea de morir en el bosque e incluso consideraba que sería más fácil si él simplemente la obligaba en lugar de darle opciones y multiplicar sus dudas e inseguridades respecto a lo que hacía. Al menos si la obligaba luego podría decir que no había tenido opción, pero en esos momentos solo pensaba en lo que todo el mundo pensaría de ella cuando descubrieran que se había vendido a un hombre por un poco de comida y un ticket de vuelta a casa.

—Aquí —decidió finalmente.

Lo último que necesitaba era que todos aquellos hombres la vieran desnuda y presenciaran lo que él le hacía.

—Sal del agua entonces.

Tardó en obedecerle y cuando lo hizo, fue consciente de que él venía a unos pasos detrás de ella, completamente desnudo. Se detuvo en la tierra y cubrió su cuerpo como pudo, intentando también protegerse del cruel frío que la empezó a golpear desde todas las direcciones provocando que temblara.

Cerró los ojos cuando pudo sentirlo de pie a su espalda, aunque no la hubiera tocado y se abrazó con más fuerza cuando las yemas de sus dedos acariciaron su cuello, descendiendo por sobre su hombro. Apartó su melena dorada del camino e inclinó sus labios hacia su cuello, empezando a besarla suavemente, mientras descendía hacia su brazo. Su piel era suave y aunque estaba fría, esperaba poder calentarla cuando se pegara a su cuerpo. Acarició su espalda, bajando sus dedos por sobre su columna lentamente y la sintió tensarse cuando estos se detuvieron al comienzo de sus nalgas.

Llevó una de sus manos hacia su cuello para poder empujarla hacia su cuerpo y Emma se tensó cuando sintió como su piel desnuda se pegaba a la suya y su miembro se apretaba contra su espalda baja. Apretó los ojos al sentir sus labios otra vez en su cuello y subiendo hacia el lóbulo de su oreja y no se movió mientras él besaba sus mejillas y la giraba para que sus cuerpos se enfrentaran.

—¿Cuál es la mano que te duele? —. Se la enseñó y él volvió a vendarla para no olvidarse—. No he estado con una mujer en un largo tiempo así que necesito aceptes esto o te marches, porque no voy a soportar dormir con alguien que claramente no está disfrutando...Voy a besarte, Emma y quiero que respondas.

Sostuvo su mirada esmeralda cuando empezó a acercarse y se sobresaltó un poco al sentir su boca contra la suya. Le apoyó una mano en el torso para intentar empujarse lejos de su cuerpo cuando sus carnes se pegaron y se esforzó por responderle, aunque no tenía idea de cómo se suponía debía besar a alguien.

Él acarició su mejilla, aferrando su rostro con ambas manos para profundizar el beso y chupó su labio, gimiendo en su boca mientras continuaba besándola. Sabía que ella lo estaba intentando, aunque su beso fuera algo torpe y sabía que tarde o temprano ella debía poder disfrutarlo tanto como él.

Volvió a besar su cuello, moviendo sus manos por su cuerpo para tocar su cintura y cuando llegó a sus piernas, la levantó desde los muslos y se arrodilló en el suelo sobre la ropa que habían dejado tirada.

—Bésame otra vez —pidió regresando a su boca y Emma intentó hacer lo que le pedía, aunque fuera con torpeza—. Relajate, nena...Estás temblando.

—Tengo frío —susurró y también tenía miedo.

Él volvió a besarla y descendió por tercera vez hacia su cuello, esta vez continuando el camino hacia sus senos. Emma se quedó quieta al sentir sus labios acariciando esa zona de su cuerpo que ningún hombre nunca antes había tocado, su lengua trazó la forma de sus pezones y le erizó toda la piel sin que pudiera evitarlo, exponiéndola a sensaciones que nunca antes había imaginado podía sentir.

—¿Te gusta? ¿O es el frío?

—F-frío —aseguró sin mirarlo.

Él volvió a lamer su otro pezón y ella se removió debajo de su cuerpo.

—¿Segura? —. Asintió, apretando los ojos—. Probaré otra cosa entonces.

Abrió los ojos bruscamente, temiendo lo que es podría significar y cuando lo vio descender hacia su sexo, se impulsó en ambas manos, olvidándose por completo del dolor e intentó arrastrar su cuerpo por la tierra para alejarse de él.

Keiran la sujetó de las caderas para retenerla en el lugar y besó su ombligo, acariciándolo con su lengua antes de descender con la punta de esta hacia su monte de venus. Apretó un puñado de tierra en su mano sana y echó la cabeza hacia atrás, arqueando todo su cuerpo, cuando sintió su lengua colándose entre sus pliegues para frotar su clítoris.

Gimió sin poder contenerse y quiso golpearse por eso.

—¿Frío otra vez? —lo escuchó burlarse y quiso patearlo.

Frío, maldito frío...dudaba estar sintiendo frío en ninguna parte durante esos momentos.

Se retorció, conteniendo sus gemidos hasta que su rostro se tornó rojo y alzó su cabeza para verlo, maldiciendo como nunca había maldecido en su vida. Unas horas atrás estaba dejando su casa por primera vez sin compañía, segura de que empezaría una gran aventura y ahora estaba en algún punto de Iowa, completamente desnuda en los brazos de un extraño, disfrutando de su rostro entre sus piernas y avergonzándose enormemente de ello.

Apenas pudo respirar mientras él hacía cosas entre sus piernas que nunca antes había imaginado posible, peor aún...Mientras su cuerpo respondía a esas cosas volviéndola loca. Se sacudió sin poder controlarse cuando una presión se formó en su vientre y cierto malestar le siguió cuando él se apartó antes de que pudiera liberarse.

—Eres...Mmm, exquisita.

—Te odio.

—Jodidamente hermosa—. Volvió a besarla y se apretó suavemente contra ella para que lo sintiera—. Bésame, Emma...Bésame o empezaré a molestarme.

—¿Y me obligarás?

—No, me iré sin ti.

Quiso golpearlo con su mano sana, pero él volvió a besarlo y solo pudo responder.

—Te gustará esto —le aseguró besando su mentón—. ¿Me sientes? Me has puesto jodidamente duro, nena.

—No sé qué significa eso.

—Significa que esto —explicó, sujetando la base de su pene—. Te desea con locura...Desea estar en tu interior y sé que tú también lo quieres ¿o me equivoco?

—Lo que quiero es que te mueras.

—¿Y quién te llevara a Waterloo con vida si me muero? —Se rio al verla rodar los ojos y volvió a besarla—. Acepta que no la estás pasando tan mal...Dilo, anda...No te he hecho daño ¿o sí?

—Por ahora —añadió sin mirarlo mientras él seguía besando sus mejillas, su nariz, sus parpados y su cuello.

—No te has quejado de mis caricias tampoco...solo te he escuchado gemir y gemir...Mmm, y se escucha muy bien.

Se mordió el labio cuando él volvió a frotarse contra ella y su grave gemido vibró en su oído.

—No es malo admitir que disfrutas con un hombre al que ni siquiera conoces...No te hará menos mujer y honestamente nos harás un gran favor, es un poco incomodo sino.

—Eres raro ¿sabes? Para un hombre que está tan cómodo aprovechándose de la desesperación de una mujer, pareces bastante incomodo ante la idea de obligarme a dormir contigo.

—Creo que la gente tiene libertad de decidir qué hacer y yo no tengo ninguna obligación de ponerte las cosas fáciles. Negocios, bonita, todos ganamos. Tu sigues con vida y yo paso la noche contigo.

—Si tan solo fuera una noche.

—Ay vamos, terminarás rogando por mi pene cuando terminemos.

Lo miró, horrorizada por sus palabras y quiso abofetearlo, lo cual habría hecho, si no hubiera temido por su reacción.

—Deberías medir un poco las cosas que dices.

—¿Por qué? ¿Lastimo tus oídos de princesa, princesa? ¿Acaso es demasiado para que puedas manejarlo?

—No...pero...Es inapropiado.

—Me lo dices mientras me froto contra ti y te excitas —. Sonrió con cierta arrogancia y volvió a besar sus senos—. Tienes la piel hirviendo ¿eh?

—Mentira.

—Verdad, te gusta...Solo eres testaruda, pero llevo todo este rato tocándote y en ningún momento me has intentado apartar.

—Porque no me dejas opción.

—¿Segura? Está bien... —. Se frotó contra ella un poco más y detuvo su glande en la entrada a su vagina, viendo como se mordía el labio y apretaba otro puñado de tierra en su mano sana—. Si me detienes ahora, puedes viajar con nosotros...Gratis.

Por primera vez, Emma dejó de mirar hacia el cielo estrellado detrás de él para mirarlo a los ojos y sus ganas de golpearlo fueron más fuertes y terminó impactándole una mano en la mejilla. Lo vio empezar a reírse, como si el golpe no le hubiera causado más que cosquilla y antes de que pudiera decirle algo, él volvió a besarla y la aferró desde las nalgas para seguir rozando sus carnes.

—Está bien si no quieres reconocerlo en voz alta, nena, pero en secreto, tú y yo sabemos que disfrutaste de esto.

La besó, levantándole una pierna para que le rodeara la cadera y se empujó un poco en su interior, consolándola cuando ella se tensó y apretó los ojos con fuerza ante la incomodidad que recorrió su vientre. Era una sensación nueva y una que jamás había imaginado. Se aferró a su brazo con su mano sana y jadeó mientras él la besaba, al sentir como se adentraba en ella, estirando sus carnes un poco más cada vez. Lo escuchó gemir cuando se empujó por completo en ella y una de sus manos la acarició en la mejilla mientras la besaba y se retiraba para volver a adentrarse.

—Joder, que hermosos sonidos haces —le susurró mientras mordía su labio inferior y la embestía un poco más rápido—. Que hermosa eres, maldita sea.

Emma arqueó su cuerpo debajo del suyo y se mordió el labio intentando contener esos gemidos que se le escapaban sin poder evitarlo. Tarde o temprano, el malestar que sentía al tenerlo en su interior empezó a esfumarse y el nudo que momentos antes había sentido mientras él se encontraba con su rostro entre sus piernas, regresó con más fuerzas.

Lo sintió acelerar las embestidas, empezando a volverla loca cada vez que golpeaba en su interior y se enderezó, intentando acomodar su cuerpo, solo para volver a sentir sus labios sobre los suyos.

—Quiero que acabes primero —lo escuchó susurrar con su voz más grave mientras se empujaba en ella—. Quiero verte...Quiero escucharte...Acaba para mí, Emma.

—¡Oh Dios!

Se desplomó como una pluma sin fuerza alguna y cubrió su rostro con ambas manos cuando lo sintió gemir y acabar en su interior después de otro par de embestidas que lo dejaron igual de cansado sobre su cuerpo.

Lo empujó hacia la tierra a su lado y se puso de pie para caminar hacia el agua con lágrimas en los ojos.

Keiran la miró y tardó unos segundos en ponerse de pie e ir detrás de ella. Cuando se acercó, ella lo empujó con su mano sana y gritó.

—¡¿No podías simplemente obligarme?! ¡Maldito! ¡¿No podías simplemente obtener lo que querías obligándome?! ¡¿Usándome para tus pervertidos juegos y luego dejándome en paz?!

—Realmente no sabes lo que dices ¿eh?

—¡No! ¡Tú no sabes! ¡No tienes ni idea de lo que has hecho! ¡¡Me has arruinado!! —gritó furiosa, cubriéndose a sí misma con sus manos, mientras caminaba a orillas del agua—. ¡¡No tengo excusa para justificar lo que has hecho!! ¡La gente pensará que estoy corrompida! ¡¡Ningún hombre querrá estar conmigo!!

—¿Así que realmente preferirías que te obligara probablemente lastimándote en el proceso por un par de hombres que ni siquiera conoces?

—Sí, porque al menos de esa forma, sé que algún hombre sentirá pena y me aceptará de todas formas. Joder, le sucedió a mi hermana con su marido y él es un buen hombre, pero ahora...Ahora que he hecho esto —. Se rio con lágrimas en los ojos y le dio la espalda—. Acabaré como una prostituta... ¿Quién sabe? Tal vez muera en las calles de hambre. ¿Y mi padre? Oh, él me matará...

—No debe enterarse si no le dices.

—Lo sabrá...Es casi como si pudiera verlo en nuestros ojos —. Se abrazó a sí misma, mirando hacia el agua helada y sollozó—. Estoy arruinada...

Keiran la miró mientras se lavaba para poder vestirse y decidió que era mejor no intentar tocarla para consolarla.

—Sí te sirve de consuelo, es normal que lo disfrutaras, todo lo que sentiste...Es normal, así que no estás corrompida. Solo fuiste tu misma —. Se vistió, mientras ella lloraba y se limpiaba y luego esperó hasta que ella también se hubo vestido para empezar a caminar de regreso al campamento—. Camina adelante.

Obedeció en silencio y cuando llegaron con el grupo, ignoró a todo el mundo y fue a sentarse en un rincón alejado del fuego, mientras se abrazaba a sí misma.

—¿Y cómo estuvo, hombre?

Keiran se sentó en un tronco junto a sus amigos y chasqueó la lengua.

—No pude hacerlo, peleó demasiado y no logré que cediera y disfrutara conmigo. 

—Ah, mierda, ¿es de las que pelean?

Keiran asintió, agarrándose la botella de whisky para beber un trago y encontró su mirada desde la distancia.

Esa noche, cuando todos empezaron a irse a sus tiendas para dormir, él la llamó para que durmiera en la suya, pero Emma se negó y permaneció afuera, cerca de la tenue llama que aún quedaba en la fogata.

—¿Sabes? Realmente no me importa si te mueres de frío, pero insisto en que deberías venir a la carpa.

—Prefiero morir.

—No lo dices en serio, eres joven, superaras todo esto y lo de estar arruinada y encontrarás un buen marido, tendrás hijos y comerás perdices, ahora entra, antes de que me obligues a arrastrarte.

Bufó, abandonado la fogata para entrar en la pequeña tienda con él y se acomodó como pudo, lo más lejos de su cuerpo, para que no la tocara. La respuesta de Keiran fue arrastrarla desde la cintura hasta pegarla a su pecho y cubrirla con las pieles que traía para mantenerse caliente.

—Me lo agradecerás cuando no te mueras de frío —le susurró en el oído antes de darse la vuelta y dormir.

Despertó cuando escuchó voces y pasos afuera de la tienda y cuando se giró, confirmó que Keiran ya se había despertado y estaban empezando a desmontar la tienda para ponerse en marcha. Tardó un rato en reunir el valor para salir de ese lugar, sabiendo que estaba atrapada con un montón de delincuentes, camino a Waterloo y que aún le faltaban dos noches para llegar.

Tocó su cuerpo por sobre el vestido, sin poder evitar pensar en lo que había sucedido anoche en aquel lago y en que ya no era virgen. No se sentía distinta la verdad, todo parecía prácticamente igual en su cuerpo lo cual la confundía, imaginaba que algo drásticamente cambiaría en ella después de estar con un hombre por primera vez.

Salió de la carpa para ver que ya habían levantado casi todo en el lugar y se quedó de pie, sin hacer nada salvo observar.

Keiran empezó a levantar la carpa donde ellos habían dormido y lo enrolló todo para colgarlo al caballo.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó, bajando la voz y acercándose a ella.

—Estoy bien... ¿Cuánto falta para llegar a Waterloo?

—Probablemente tres noches porque William vio a algunos Pinkerton en Summer, así que tendremos que tomar otra ruta.

Ya ni siquiera sabía porque se angustiaba si era inevitable que estaba atrapada con ellos.

Caminó detrás de los caballos durante toda la mañana, intentando seguir el ritmo, aunque se detenía cada tanto para recuperar el aliento y descansar los pies.

—¿Deberíamos seguir hasta Waterloo con los Pinkerton tan cerca? —inquirió Shimon acercándose a Keiran para montar a su lado—. Seguramente lleguen antes que nosotros.

—Shimon tiene razón, lo mejor es continuar hasta Des Moines, enviar a la chica a casa y seguir hacia el sur hasta las montañas —propuso Jordan.

—Esos son al menos cuatro días, Jordan.

—Lo sé y no me agrada tampoco, pero menos me agrada encontrarme con los Pinkerton.

Keiran miró hacia Emma, quien venía caminando muy por detrás de ellos y maldijo.

—De acuerdo, pero mantendremos rumbo hacia Des Moines sin más cambios.

Se detuvieron para descansar cerca del mediodía, horas durante las cuales, Emma tuvo que prepararles el almuerzo sin que a nadie le importara su cansancio o el dolor en sus pies. Maldijo todo lo que no había maldecido en su vida mientras cocinaba y cuando ellos empezaron a servirse, se quedó cerca de uno de los caballos, agradeciendo la sombra que le proporcionaba.

—Emma...

Levantó la vista hacia Keiran y lo vio señalar hacia los bosques a la distancia para que ella se adelantara.

Por supuesto que él no cambiaría de planes de la noche a la mañana, se dijo, mientras avanzaba por delante dando grandes zancadas. A él le había gustado pasar la noche con ella, era evidente que volvería a tocarla probablemente más veces de las que había imaginado...Y ella...Ella no lo rechazaría y se sentía estúpida por no rechazarlo, incluso cuando había tenido esa minúscula oportunidad de que él no volviera a tocarla, pero la llevara a Waterloo...Era estúpida.

Se detuvo cuando lo escuchó ordenárselo y cuando se giró hacia él sus labios impactaron contra los suyos empujándola contra un árbol.

—¿Sabes? Me pone demasiado verte refunfuñando por todo el campamento —. Mordió su labio inferior, mirándola a los ojos y sonrió—. Toda tu me pone.

Tomó su mano sana para meterla dentro de su pantalón y Emma jadeó contra su boca cuando pudo tocarlo directamente por primera vez. Era extraño tenerlo en su mano, sentir lo duro que estaba y como su piel parecía arder. Se removió un tanto nerviosa contra el tronco y él le robó un beso y movió su mano para que lo masajeara.

—¿Lo sientes, nena? ¿Sientes lo que me haces? Porque me encanta, me encanta tenerte en el campamento.

—No pienso quedarme.

—Sé que no y no pienso que debas tampoco, no es un lindo ambiente para ti, pero...Creo que podríamos disfrutar bastante de estos días juntos, follar hasta cansarnos —. La besó y chupó su labio—. ¿Qué dices? Luego puedes volver a tu vida de princesa y no decirle a nadie, prometo que yo tampoco diré nada. Nadie debe saber que ya no eres virgen.

—Tu plan apesta.

—Pero te gusta ¿o no? —. Le levantó la falda, buscando el camino para colarse entre sus piernas y bajó el frente de su pantalón para rozarla—. ¿Me quieres en tu interior? ¿Eh? ¿Te gusta cómo se siente eso? Mírame a los ojos cuando te hablo.

Él sujetó su rostro para que lo mirara y volvió a besarla.

—¿Lo quieres o no? Porque yo estoy ansiando follarte aquí mismo, duro hasta tenerte gritando...Gritando y suplicando por más.

Miró hacia el campamento, que era apenas una mancha en la distancia desde donde estaban y cerró los ojos cuando sintió sus labios en su cuello.

—Keiran...

—Joder, sí, nena, di mi nombre.

Volvió a mirarlo y cuando él se frotó un poco contra ella, gimió.

—Mírame —. Le giró el rostro para que obedeciera y recibió sus labios—. Voy a follarte cada vez que quiera, Emma, mientras estés en este grupo, harás lo que yo diga ¿comprendes? Podrás volver a tu preciada vida una vez lleguemos a Des Moines.

—¿Des...? Dijiste que íbamos a Waterloo.

—Cambio de planes.

Se empujó en su interior, acallando cualquier queja que ella tuviera pensado darle y apretó una mano contra su cuello, empujándola contra el árbol mientras embestía en su interior, gimiendo contra sus labios.

Su lengua barrió sobre su boca por momentos haciéndola rechazar su contacto, quiso empujarlo y golpearlo cuando él se rio mientras volvía a besarla, pero sus quejas se convirtieron en un gemido cuando él le levantó una de las piernas para que se abriera un poco más y se adentró en ella con embestidas más rápidas y fuertes, que enviaban puntadas de placer por todo su vientre.

Cuando Keiran acabó en su interior, se alejó, dejando caer todas las capas de su vestido y acomodó su pantalón, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Puedes comer ahora —permitió dejando que regresara al campamento—. Retomaremos la marcha en una hora.

Cuando volvió al grupo, no tuvo claro si los hombres sabían que sucedía y simplemente fingían que no tenían idea. Imaginaba que ese debía ser el caso o eran demasiados brutos como para no darse cuenta de que Keiran la alejaba del lugar cada vez que quería colarse entre sus piernas.

Se sentó a comer mientras hacía un esfuerzo por no llorar y cuando uno de los hombres le ofreció una botella de whisky, se fue a dejar el plato con los demás, junto a todas las pertenencias del grupo y le dio un trago a la bebida que tanto detestaba. Siempre tomaba jugo en su casa o agua.

—Tendrás que pagarme por eso también —escuchó que Keiran susurraba a su espalda, dejando su plato sobre el suyo—. Nos acercaremos al lago en las próximas horas, aprovechar a lavarte para esta noche ¿entendiste?

Él se marchó hacia el grupo para descansar un rato antes de retomar la marcha y durante esa hora, los vio dormitar, sin que nadie estuviera atento para vigilarla. Waterloo no estaba lejos, podía verlo desde donde estaban, probablemente a dos horas cabalgando y sus caballos estaban libres, no le tomaría demasiado montar en uno y huir hacia la ciudad, donde podía pedir dinero a alguna de las mujeres que seguramente empatizaría con ella y le ayudaría.

Se alejó de los platos sucios que todavía no terminaba de lavar y pasó alrededor de sus cuerpos dormidos en la tierra, agradeciendo que tuvieran sus rostros cubiertos por los sombreros para que no fueran a notarla a la primera. Alcanzó uno de los caballos y lo alejó del grupo silenciosamente, llevándolo de las riendas hasta que fue seguro montarlo y arrancar rumbo a Waterloo. Una vez allí, pensaría en el siguiente plan.

Anduvo por al menos una hora y tuvo que reducir la marcha para que el caballo descansara y no terminara poniéndose en su contra. Cuando recuperó el ritmo y empezó a ver la ciudad más cerca, sonrió, agradeciendo a Dios por esa oportunidad para volver a casa y apremió al animal para ir más rápido, pero este enterró sus patas en la tierra bruscamente y se sacudió hacia atrás, tirándola al suelo sin cuidado alguno, para aterrizar con sus manos primero, multiplicando el daño que ya sentía en una de sus muñecas.

Al principio no supo que lo había detenido en la marcha, hasta que vio como el animal empezaba a caminar de regreso hacia otro que se acercaba y comprendió que Keiran le había silbado.

—¿Pensabas ir lejos? Porque necesitamos el caballo ¿sabes?

—No te acerques.

Keiran la ignoró y bajó de su caballo con su revolver en mano para acercarse a ella. Ignoró todas sus órdenes y suplicas de que se mantuviera alejado y cuando llegó a ella, la aferró bruscamente del brazo y tiró su cuerpo al suelo para acomodarse sobre ella y poder inmovilizarla mientras ataba sus manos con la soga que traía al hombro.

—Íbamos a ser amigos, Emma e íbamos a ayudarte...

Gritó para que la soltara e intentó pedir por perdón, incluso aunque eso significara suplicar y llorar para que la escuchara. Se sentó en la tierra, con sus manos atadas y usó su cuerpo para impulsarse en ambas rodillas y llegar a él.

—No hagas esto, Keiran...Aun puedes ayudarme ¿sí? Haré lo que me dices, l-lo prometo...Dormiré contigo...Por favor.

Él le sonrió y acarició su mentón.

—No me gusta que me roben, preciosa...Me enoja.

—Lo sé, lo siento, tienes razón, perdóname por favor —. Acarició su torso, subiendo hacia sus mejillas y se entregó a sus labios—. Perdóname, tienes razón...No volveré a hacerlo, Keiran.

—¿Intentas manipularme con sexo para que te perdone? Porque está funcionando, Emma.

—Desátame y podré tocarte —prometió—. Iremos al bosque y puedes tocarme a mí, por favor...

Lo vio sonreír mientras ella lo besaba y sintió como negaba.

—Solo no vuelvas a robarme.

Cuando él se puso de pie y tiró de la soga para hacerla caminar, se vio obligada a seguirlo y regresó con el grupo que ya había empacado todo para continuar con el rumbo. Pensó que en algún momento la desataría, pero en su lugar la mantuvo prisionera durante el resto del día, tirando de la soga para que caminara al ritmo de los caballos, como una forma de castigo por haber intentado robarle.

La historia se repitió esa noche, cocinó para ellos y cenaron, solo que Keiran no llegó para llamarla hacia el bosque como esperaba y se encontró mirándolo, preguntándose si acaso era esa una prueba. Él estaba sentado en torno a una mesa portable que habían armado, jugando a las cartas con tres de sus amigos mientras bebía un vaso con whisky.

Debía tener unos treinta o treinta y cinco años y por su acento asumía que debía ser del sur... ¿Texas tal vez? Estaba algo bronceado por los días bajo el sol y era rubio, aunque solo podía apreciar su cabello cuando se quitaba el sombrero en muy pocas ocasiones. Era alto y fuerte y no era un hombre feo...Si no fuera por su desagradable comportamiento sería más que atractivo.

Se puso de pie sujetando un vaso como pudo entre sus manos amarradas y lo apoyó en la mesa junto a él. Keiran interpretó su pedido sin necesidad de que hablara y lo llenó con un poco de whisky para que bebiera.

—Necesito ir al baño...

—Ve, pero no te alejes demasiado, no pienso salir a buscarte.

Señaló hacia sus manos atadas para que la soltara, pero él simplemente la miró mientras se terminaba su trago y volvió a poner su atención en el juego.

Bufó y empezó a caminar hacia el bosque para buscar un lugar no muy alejado del campamento donde pudiera hacer pis en intimidad. Levantó su vestido como pudo, para agacharse en la tierra y cuando se encontraba acomodando su ropa para volver, escuchó que unos pasos se acercaban a ella en la tierra y unas ramas crujían.

Antes de que pudiera gritar una mano cubrió su boca y un cuerpo que no era el de Keiran la empujó contra el árbol a su espalda. Intentó gritar, pero fue inútil mientras la mantenía callada y aunque quiso pelear, no lo logró con sus manos atadas. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas mientras intentaba soltarse de su agarre, morderlo o pegarle. Sintió la mano del hombre levantando su vestido para colarse entre sus piernas y cuando se acercó a su sexo, gritó contra su mano, sollozando y sacudiéndose, aunque fuera imposible para ella poder sacárselo de encima.

Shimon cayó repentinamente al suelo a sus pies y su sangre le salpicó el rostro dejándola desorientada. Se agarró la cabeza cuando un fuerte estallido la dejó aturdida y se tambaleó lejos del árbol, llorando y segura de que también gritaba, aunque no podía escuchar nada.

Keiran la sujetó para evitar que cayera y guardó su revolver en la funda que colgaba de su cintura.

—Lo...Lo ma...mataste...

—Le dije que no compartía.

—Él...Él...Se...Me...

Se fue de rodillas hacia el suelo, ocultándose en sus manos para llorar y cuando Keiran se arrodilló a su lado y la atrajo hacia su pecho, se ocultó en su cuello, aferrándole con fuerza.

—Shh, todo está bien, él ya no está y ninguno de los hombres en este campamento te hará daño, Emma. Llegaremos a Des Moines en otros tres días y volverás a casa.

Se pegó a él, intentando alejarse del cuerpo sin vida de Shimon y Keiran cortó la soga que mantenía sus manos atadas y la alzó en sus brazos.

La llevó de regreso al campamento, esta vez para dejar que se metiera en la carpa y Emma se envolvió en las pieles, haciéndose un rollo con su cuerpo y lloró en silencio.

Keiran la miró y luego miró a sus compañeros.

—Creo que me regresaré...La dejaré en su casa personalmente, dudo que ella pueda hacer el viaje sola sin que la roben en el camino.

—Nos retrasaras por dos días, Keiran.

—No, ustedes sigan, yo la llevaré en dos días e intentaré volver en uno. Los encontraré en Des Moines para seguir rumbo a las montañas —. Tomó su bolso para llevárselo a la tienda y usarlo como almohada y los miró—. Salgan temprano en la mañana, yo me iré después del mediodía.

—Otra mujer más... ¿Cuántas veces piensas jugar al héroe, Keiran?

No le respondió y se metió en su pequeña tienda para dormir.

No sabía si Emma seguía despierta o ya se había quedado dormida, se acostó a su lado e impulso su cuerpo para verla. Sus ojos estaban abiertos, pero había dejado de llorar.

—¿En serio me llevaras a casa?

—Sí.

—¿Por qué?

—Creo que lo que sucedió esta noche ya fue demasiado y no puedo prometer que no volverá a suceder si continuamos por el mismo camino —. La giró, sujetando su hombro y cuando ella lo miró limpió sus lágrimas—. Lo que tú y yo hicimos, fue excitante, Emma...Ambos lo disfrutamos, pero lo que Shimon intento hacerte esta noche...Eso fue horrible.

Él limpió sus lágrimas, acariciando sus mejillas sucias y levantó su rostro desde el mentón para que lo mirara. Cuando la besó, ella ni siquiera se planteó la posibilidad de resistirse y lo abrazó con su mano sana, respondiendo a sus labios.

—Das los mejores besos —le confesó y ella se sonrojó—. En mi experiencia no estoy seguro de nunca haberme sentido tan cómodo en los brazos de una mujer.

—Tienes mucha labia.

—No, pero lo digo en serio...Por algún motivo me gustas mucho, Morgan —. Se acostó a su lado y suspiró—. Aparte de lo obvio y es que eres hermosa, también siento que conectamos bien.

—No hemos conectado en nada.

—Claro que sí, mi pene y tu vagina conectaron perfectamente —. Se rio al ver su expresión y la atrajo hacia su cuerpo—. Dime si al menos te ha gustado o si lo que yo he hecho ha sido tan malo como Shimon.

—No —respondió—. No tiene comparación...Lo que él hizo me dio nauseas...Y me dejo una sensación desagradable en mi cuerpo...

—¿Y yo?

—No está tan mal —confesó, apartándolo cuando vio su sonrisa arrogante—. Pero ¿sabes? La próxima vez que quieras dormir con una mujer, simplemente coquetea como hacen los hombres normales en lugar de ponerla a decidir entre su vida o su honor.

—Tomaré el consejo, pero aun tienes tu honor intacto, nena. Lo que tu y yo hemos hecho no cambiará eso. Simplemente nos divertimos un rato y si tuviéramos más tiempo, haríamos muchas otras cosas que sé te gustarían.

Lo miró cuando él cerró los ojos para dormir y suspiró.

—Nunca pensé que haría nada de lo que hicimos...o que viajaría con una pandilla de criminales por tres días. O que intentaría robar un caballo...

—Aún estoy resentido por esto y te lo cobraré tarde o temprano.

—¿Y por qué no lo has hecho?

—Estoy respetando que tuviste un momento difícil —. Bostezó, estirando su cuerpo y levantó un poco las pieles para cubrirse—. Pero en la mañana cuando los hombres se marchen y quedemos solos, nos divertiremos un rato antes de llevarte a casa.

—¿Hace cuanto no estabas con una mujer?

—Uf...como un año, creo... ¿Más quizás? No lo sé, perdí la cuenta cuando paso el mes.

—¿Y por qué tanto tiempo?

—No me gusta el sexo por la fuerza y tampoco tengo el tiempo para detenerme en un burdel, los Pinkerton siempre están detrás de nosotros, sacándonos corriendo de cada ciudad o pueblo que visitamos. Supongo que tenerte viajando con nosotros ha sido la primera verdadera oportunidad que he tenido de compartir mi tiempo con otra mujer...Estoy un poco oxidado.

—¿Con el...el sexo? —. Asintió y se mordió el labio para no decir nada—. Oh...

—También lo estoy con las mujeres ¿sabes? No soy tan...idiota normalmente, solo que pasar tanto tiempo con hombres te hace algo bruto. Te olvidas de como ser amable...y afectivo.

—No has sido tan...tan malo. Considerando que podría haber sido mucho peor, creo que tuve suerte —. Se sentó dentro de la pequeña carpa y se abrazó a sí misma—. Creo que necesitaba esto.

—¿Qué cosa?

—Perderme en el bosque, acabar con un idiota que quiere meterse entre mis piernas y contigo...un idiota menos idiota que también quiere meterse entre mis piernas —. Se rio y acarició su espalda por sobre el vestido—. Mis padres...Me protegen demasiado de todo...De los peligros, de la opinión de la gente, de los prejuicios...Sé que lo hacen por mi bien, pero viví con miedo por mucho tiempo, miedo a vivir algo como esto, de decir lo que pienso, de acercarme a un hombre o dejar que me toquen...Con miedo a todo.

—Esa no es forma de vivir, nena.

—Lo sé y ese es mi punto, al menos esta experiencia me sacó bruscamente de mi burbuja. Nunca en mi vida le habría gritado a un hombre como te grite a ti...

Keiran alzó las cejas, un tanto indeciso con esa parte.

—No estoy seguro que eso me haga sentir muy orgulloso de esta experiencia —comentó y ella se rio mientras lloraba en silencio.

—Para mi fue algo grande...Algo nuevo...Nunca había sentido tantas cosas en un mismo día, mi vida es...bueno, ya sabes, aburrida.

Keiran se sentó a su lado y apartó el cabello de su rostro para poder inclinarse hacia su mejilla y besarla. Besó su mandíbula, sonriendo cuando la vio cerrar los ojos y entreabrir los labios y se detuvo cuando llegó al lóbulo de su oreja.

—Nada que hagas jamás estará libre de peligros, nena...El mundo es violento, salvaje y no se preocupa por tus sentimientos, pero si vives con miedo, te darás cuenta rápidamente que no estás viviendo. Créeme que es mejor tener una vida corta repleta de aventuras. Has lo que quieras hacer sin pensar demasiado en lo que la gente dirá o que sucederá y aprovecha que hoy estás con vida y disfrutando tu juventud, porque mañana podríamos estar contando una historia totalmente distinta. 

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