Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

Con la oscuridad no habían podido explorar los perímetros sintiéndose a salvos, así que Olivia pasó toda la noche cuidando de Eli y controlando su angustia, en lo que esperaba por el sol para salir a buscar por Jonathan. Estaba temiendo lo peor cuando saliera, que Jonathan estuviera muerto o que no lograran encontrarlo y con su hijo perdiendo sangre de una herida en la cabeza, sus miedos se amplificaban.

—¿Estará bien? —. Harvie asintió y se quitó los guantes de látex dentro de la seguridad del dormitorio.

—Es difícil saber con seguridad, el simple hecho de que siga consciente es buena señal, pero se está quejando de fuerte dolor de cabeza y vista borrosa, así que podría arriesgarme y suponer que tiene una contusión cerebral —. Elisa tomó la mano de Olivia para sujetarla con fuerza cuando la sintió jadear y sollozar en silencio—. Está teniendo ciertas dificultades explicando qué lo golpeó, primero dijo que fue un martillo, luego la cola de un arma y finalmente un tronco.

—¿No vio que lo golpeó?

—Tal vez o quizás es su cerebro desorientado. Es muy común tener problemas pensando claramente después de una contusión. Creo que lo mejor ahora es dejarle descansar y por seguridad me quedaré con él.

Olivia asintió, tragándose todas las lágrimas para enfocarse en lo que seguiría. Miró hacia la cama donde Eli dormía recostado en su lado con unas vendas cubriendo su cabeza por sobre la herida que el golpe le había dejado, suspiró y le agradeció a Harvie antes de abandonar el dormitorio con Elisa.

Se había vestido en el correr de la noche, aunque había saltado toda rutina para recoger su cabello en esos peinados que consumían demasiado tiempo, por lo tanto, lo traía suelto.

—Necesito hablar con ustedes dos —dijo, llamando también a su madre para que se acercara—. Debo pedirles algo.

—Claro, lo que sea, cariño.

—Quiero que se marchen con mis hijos de regreso a Minnesota. Esta casa no es segura y no pienso dejarlos un día más en este lugar sabiendo que si pudieron llegar a Jonathan, llegaran a cualquiera.

—¿Planeas quedarte aquí sola? Liv, eso es muy peligroso —señaló Elisa, aunque no lo creyera necesario pues era algo obvio—. No sabemos que está pasando, pero claramente es algo malo, no puedes quedarte aquí sola.

—Hablaré con Parker y Harvie para que me acompañen, probablemente Oliver y Darrin quieran quedarse también, no estaré sola, pero debo poner a mis niños a salvo y aquí no lo estarán.

—Deja que ellos lo busquen y ven con nosotras.

Negó y sujetó la mano de su madre, murmurando una disculpa.

—Realmente lo siento, pero no lo dejare solo. No puedo marcharme sin él, mamá, simplemente no puedo... —. Su voz se rompió ante la repentina nube de angustias y miedos y cuando su madre la abrazó, se ocultó en su hombro y lloró—. No puedo soportar la idea de que pueda sucederle algo que lo marque de por vida...

—Lo encontrarás, hija, tú siempre lo encuentras y ese hombre es un hombre fuerte.

Cuando Olivia les informó a sus hijos más pequeños que debían marcharse, el salón se llenó de llantos y suplicas. Sujetó a Henry de los brazos para que dejara ir su falda y limpió sus lágrimas, intentando contener las suyas.

—Volveré con ustedes, mis amores, mamá siempre vuelve ¿recuerdan? Solo serán unos días hasta que encuentre a papá y la abuela y la tía cuidarán muy bien de ustedes.

—No quiero... —lloró Henry y se apretó a su cuello.

—Necesito que sean niños fuertes ahora ¿sí? Sé que no es lindo, pero les prometo que solo serán unos días y volveré con papá muy pronto. A ver, denme un beso.

Sus ojos se humedecieron aun más cuando empezaron a llenar sus mejillas de besos y los abrazó a todos, antes de dejar que Marie y Elisa se los llevaran hacia el carro.

De los últimos que se despidió, fue de Geordie y Grayson, quienes ya estaban vestidos e iban de la mano.

—Pórtense bien ¿sí? Mami irá con ustedes pronto.

La parte más difícil fue entregar a Elizabeth sabiendo que Elizabeth detestaba separarse de ella. La vio empezar a llorar en el momento que Elisa se subió al carro con ella en brazo y su corazón se rompió el pedazo cuando la vio pegarse al cristal de la ventana gritando y con su rostro rojo por todas las lágrimas.

—Los llevaré a la estación y volveré —avisó Oliver sentado frente a las riendas de los caballos con Parker—. No dejen la casa hasta que vuelva, por favor.

Vio como el coche se alejaba y no pudo soportar la imagen por mucho más tiempo, se regresó hacia la mansión, pasando junto a los hombres que se habían quedado con ella y regresó al dormitorio donde Eli dormía bajo la guardia de Harvie.

—¿Ya se han marchado? —. Asintió, incapaz de hablar del tema—. Lamento todo esto.

—Está bien, no es tu culpa. ¿Cómo está Eli?

—Sigue durmiendo, pero todo lo demás parece normal, aun así, quiero controlarlo por el día, solo para asegurarme.

—De acuerdo, James y Tad se quedarán contigo para defenderse en caso de que algo suceda.

—¿Y tú?

—Iré a buscarlo en el bosque...Tranquilo, no iré sola, mis hijos me acompañaran y Parker también vendrá con nosotros.

—Ten cuidado ¿sí?

Asintió y abandonó la habitación sin poder quitarse esa terrible sensación de su cuerpo. Se sentía culpable porque sabía que tendrían que haberse marchado en el segundo que las cosas habían empezado a notarse extrañas por la casa, cuando las puertas aparecían abiertas o sus cosas desaparecían. Cargaba con la idea de que había ignorado claras advertencias de que algo no estaba bien con la casa; fueran fantasmas o algo más siniestro, no estaban solos.

Esperó hasta que Oliver y Parker regresaron de la ciudad y entonces entre todos abandonaron la casa para recorrer el bosque. Siguieron los pasos que Jonathan y Eli habían dejado atrás durante la noche y alcanzaron el punto donde parecían haber sido atacados, pero no había rastro alguno de Jonathan, solo su sombrero tirado en la tierra cubierto en polvo.

Lo levantó, sacudiéndole la mugre y se lo puso en la cabeza, intentando mantener la postura, porque sabía que sentarse a llorar no traería a Jonathan de regreso. Debían buscarlo, pero hasta dónde sabían, podía estar en cualquier parte de la propiedad o quizás ni siquiera estar en la propiedad.

Consideraron la posibilidad de avisar a la policía para que recorrieran la propiedad con todos los oficiales y quizás terminaran más rápido y a las cinco y cuarto, llegaron los caballos levantando la tierra por el camino y empezaron a propagarse por todo el terreno.

No encontraron nada esa tarde a pesar de haber revisado cada rincón dentro de los bosques y en la casa. El jardinero y el leñador ayudaron con la búsqueda y en cierto momento del día también apareció Derby desde la ciudad para acompañarlos.

—Lo encontraremos, Olivia —le aseguró abrazándola y ella intentó no llorar, pero fracasó cuando vio que los oficiales regresaban sin rastro de Jonathan.

Ese día, fue un día perdido, lo único que habían logrado era despertar rumores en el pueblo cerca de la mansión y que el rumor rápidamente se extendiera por toda la ciudad, pero no tenían pista alguna de dónde podría encontrarse Jonathan.

Estaba con vida, eso lo sabía, pero que estuviera con vida solo significaba que debía estar sufriendo, asustado y que cada minuto que pasaba le hacía más y más daño. Olivia quería encontrarlo antes de que el daño fuera demasiado grande.

—No debería quedarse sola, señora —le comentó Parker al seguirla hacia el dormitorio—. No pretendo ser una molestia, pero es peligroso.

—Tienes razón y agradezco mucho tu atención, Parker. Solo quiero encontrar a Jona antes de que sea demasiado tarde, así que seguiremos buscando. 

Él se detuvo en la puerta del dormitorio, alerta y esperó hasta que Olivia terminó de agarrar un abrigo de su armario para seguirla de regreso hacia el salón donde estaban el resto de los hombres. James, Tad y Harvie permanecían en el dormitorio con Eli, vigilándolo y asegurándose de que el intruso no intentaba terminar con él.

—¿Volveremos a salir?

—Juntos —informó y tomó uno de los rifles—. Es mejor que nadie se separe. Harvie se quedará con su padre y James cuidando de Eli.

Tomaron algunos caballos para moverse más rápido y Olivia trepó detrás de Oliver con un rifle colgando de su hombro y se abrazó a su cadera cuando empezaron a cabalgar hacia el bosque para volver a empezar con la búsqueda.

Cabalgaron y luego caminaron por largos metros antes de regresarse a los animales. Algunas veces debían seguirle el ritmo, pues ella se adelantaba sumida en su búsqueda y era fácil que en la oscuridad la perdieran de vista, otras veces ella se quedaba atrás, perdiendo las fuerzas y ansiando tirarse al suelo para llorar.

—¿Te conté lo que él dice de ti cuando no estás presente? —le comentó Derby en la madrugada, cuando se sentaron por un momento en el salón y le alcanzó una taza con té—. En la construcción...Cuando hablamos de los planes y como sabotear a Sawyer...siempre sale tu nombre.

—¿En serio?

—Sí, cuando trajo los planos del puente por primera vez, no perdió oportunidad en señalar que tú le habías ayudado con los cálculos más complicados o que había aprendido a hacer ciertas ecuaciones contigo. Cuando un trabajador se lastima y el acude a ayudarles, siempre les comenta como aprendió a curar personas por ti, dice; Mi esposa es una doctora de la guerra, seguro la conocen... Y presume con todo el mundo que serviste en la guerra y que eres la mujer más inteligente que exista.

Se rio, sintiendo como sus ojos se humedecían con las lágrimas y miró hacia su té.

—Realmente te ama y está orgulloso de ti. Todo el tiempo lo señala, pensé que debías saberlo.

Cuando lloró en silenció, Derby tomó su mano en la suya y le dio un suave apretón.

—Lo encontraremos y ambos estarán bien. Jona es de los hombres más fuertes que conozco.

—Lo es...Solo espero encontrarlo rápido.

Algunos días pasaron con el clima complicando todos sus intentos por buscarlo en el terreno. Pasaron días de largas tormentas, donde las temperaturas descendían drásticamente en las noches y la lluvia empezaba a caer sin descanso. Era difícil que los caballos estuvieran tranquilos con todos los truenos y relámpagos, así que debían optar por caminar empapados en el frío y la oscuridad.

En uno de los pocos días dónde no llovió, un hombre llegó por el camino principal de la mansión y Olivia lo recibió con su rifle en mano y desconfianza.

—¿Quién eres?

—Mi nombre es Bruce Courtenay, señora. Conocí a su hija Amelia cuando compraba un arma para su padre, trabajo en la armería de Omaha.

—No lo conozco y mi hija no se encuentra en la casa.

—Lo sé, escuché lo que sucedió con su marido y pensé que quizás le vendría bien otro hombre para ayudar a buscarlo.

Bajó el rifle lentamente y asintió, conmoviéndose por el gesto.

—Gracias, por favor, pase.

Con Bruce, tenía siete hombres ayudándola con la búsqueda, nueve cuando el jardinero y el leñador estaban disponibles para ayudarles. Pero no eran suficientes, sentía que necesitaría mucho más si quería cubrir todo el terreno más rápido y quizás incluso buscar fuera de la propiedad. Hasta donde sabía, Jonathan podía estar en cualquier parte.

—¿Cómo está Eli?

—Está mejor, un poco más lucido —informó Harvie en lo que la visitaba en la cocina y se servía una taza de café—. Me dijo algo un tanto extraño que no sé si sea culpa del golpe o real, pero pensé debías saber.

—¿Qué te dijo?

—Que lo que atacó a Jonathan parecía una sombra oscura sin rostro.

—¿Sombra sin rostro? ¿Cómo qué?

—Pues, la palabra que él usó fue; demonio, pero no estoy seguro.

Olivia negó y tomó la bandeja con emparedados para llevársela a los hombres.

—No creo en demonios, Harvie...o en fantasma, preferiría buscar una explicación lógica a todo esto. 

—Lo sé, pero consideramos que venimos del futuro y no pudimos explicarlo, considerando todo lo que ha sucedido en los últimos años...Tal vez deberíamos evaluar esta posibilidad.

Volvió a negar, alejando la idea de su cabeza y le dejó agarrar algunos emparedados antes de marcharse. Los hombres comieron rápidamente y con bastante hambre, pues hacían dos días que no se detenían de buscar por Jonathan. Ella tenía poco o nada de apetito a pesar de tampoco haber comido, pues pensar en lo que Jonathan podía estar viviendo en esos momentos le angustiaba demasiado.

Miró por la ventana hacia el día lluvioso y calentó sus manos con la taza de té. A lo lejos podía ver el lago y la iglesia, cerca de la cual se encontraba la casa del Reverendo cuya chimenea echaba humo.

—Deberías comer algo, mamá —señaló Adrian y le entregó un emparedado—. Necesitas las fuerzas para buscar por papá.

—Tienes razón...Gracias, cariño —. Aceptó la comida y mordió un trozo pequeño—. ¿Tú cómo te sientes? ¿Cómo están tus heridas?

—Son apenas rasguños, ya casi no duelen.

—Puedes ir con Harvie a descansar si quieres, cuidar de Eli.

—Estuve con él esta mañana, era mi turno de cuidarlo —comentó y sonrió, pero el gesto se sintió vacío—. Realmente no me gusta verlo en la cama tan débil...Simplemente no parece el Eli que conozco y siempre está activo.

—Se recuperará, ustedes dos son fuertes como papá, estarán bien.

Asintió y se recostó en su hombro mirando con ella hacia la ventana.

—¿Qué miras?

—La casa del Reverendo —le contestó y volvió a morder el sándwich—. Nunca ha dejado la casa desde que llegamos, estaba pensando visitarlo.

—¿Quieres hablar con él? Le diré a Oliver y Darrin que te acompañen.

Se terminó su té y con ellos dos cruzó el jardín caminando bajó la lluvia hasta llegar a la pequeña casa de ladrillos. Traía el sombrero de Jonathan en la cabeza que era lo único que la protegía parcialmente de empaparse y le permitían sentir que tenía una parte de él a su lado.

Darrin llamó a la puerta y esperaron, los tres resguardados bajo el techo del porche, hasta que un hombre mayor les abrió y dirigió sus ojos por cada uno de ellos hasta detenerlos en Olivia.

—No puedo ayudarles —les dijo e intentó cerrarles la puerta en las narices.

Oliver lo detuvo y Olivia preguntó.

—¿Cómo sabe que venimos a pedirle ayuda?

—Porque no soy ciego, puedo ver que buscan a alguien y no planeo involucrarme.

—Ya lo ha hecho, ahora debe hablar y decir lo que sabe.

El Reverendo negó y retrocedió aterrado cuando Oliver y Darrin empujaron la puerta bruscamente, tirándolo a él hacia atrás y entraron en la casa, obligándolo a seguir retrocediendo.

El Reverendo era un hombre de unos sesenta años, calvo y con un mostacho algo canoso tapando su labio superior. Estaba un poco pasado de peso, pero no demasiado y juzgando su aspecto, parecía haberse descuidado, tenía ojeras, su casa estaba desorganizada y olía a que había comida pudriéndose en la mesa.

—P-por favor...No me maten.

—Lo harán si no habla, Reverendo—advirtió Olivia—. A veces intento controlar a mis hijos, pero son salvajes...Y no hay mucho que una pobre mujer como yo pueda hacer con dos hombres tan grande como podrá imaginarse.

El Reverendo miró hacia los hijos de Olivia, empezando a sudar como una canilla y Oliver y Darrin hicieron un gran trabajo intimidándolo y siguiendo el juego de su madre.

—Claramente sabe algo, Reverendo, su reacción al vernos me lo dice. ¿Tuvo algo que ver con lo que le sucedió a mi marido?

—No, no, yo jamás...Jamás lo haría, soy un hombre de Dios, no lastimaría a otro ser humano, Dios dice...

—Sí, sí, sabemos lo que Dios dice —interrumpió Oliver—. Y también sabemos que no todos los hombres obedecen los deseos de Dios.

—Yo sí, lo juro por mis hijas...

—Entonces sabe algo, Reverendo, solo necesito que me diga lo que sabe, por favor. Llevo días buscando por mi marido, ayúdeme a encontrarlo.

—No puedo...No puedo, lo siento...

Oliver lo agarró del cuello de su camisa y tiró su cuerpo sobre una de las sillas para que se sentara. El Reverendo se encogió cuando el frío del cañón se apoyó contra su mentón y cerró los ojos, suplicando.

—Le dije que eran salvajes... —se lamentó Olivia y apoyó una mano en el hombro de Oliver para apartarlo—. Por favor, Reverendo, si es un hombre de Dios entonces demuéstremelo y haga lo correcto, si sabe dónde está mi marido, dígame para que pueda salvarlo.

—No puedo decirle, señora, las matarán...

—¿A quién? ¿Sus hijas? —. El Reverendo asintió y los hijos de Olivia retrocedieron dándole un espacio—. ¿Quién las matará?

El Reverendo volvió a negar.

—Solo le diré que huya mientras aun puede, señora, huya lejos y no vuelva.

—No sin mi marido y usted tampoco debería acobardarse, si tienen a sus hijas nosotros podemos ayudarle a encontrarlas —. El hombre sollozó y negó—. Podemos encontrarlas, Reverendo, solo ayúdenos y le ayudaremos.

Eran dos largos años de vivir sumido en miedo y el Reverendo aun no se sentía del todo listo para enfrentarse a sus pesadillas. Temía que de abandonar la casa descubriría que sus hijas ya estaban muertas y les había fallado durante todos esos años.

Lloró aún más fuerte, aferrándose a las manos de Olivia y ella se permitió unos minutos para consolarle.

—Son monstruos, señora...Se aprovechan de las mujeres y matan a los hombres en su camino sin pensárselo demasiado. Jamás debí haber aceptado servir en esta casa, pero era un lugar tan hermoso para mi familia que pensé nos haría bien el cambio...Oh Dios, como lo lamento.

—¿Qué sucedió? —inquirió Darrin.

—¡Eran monstruos! Eso sucedió, asesinaron a la familia de la casa...La pobre señora Myles que estaba embarazada y sus seis hijas. Incluso las más pequeñas...Los hermanos intentaron protegerlas, pero fue inútil y también los mataron.

—¿Myles? ¿Se refiere al dueño de la propiedad?

—Sí, señora, está loco...Su familia —. El reverendo se inclinó hacia ella bajando la voz y Olivia se acercó—. Alaban al diablo, señora...Oh, Dios, protégenos, señor, protégenos del mal en estas tierras, te hemos decepcionado, Señor.

—Entonces Myles mató a su familia ¿y luego que sucedió?

—El jardinero le descubrió y Myles de alguna forma logró convencerlo para que le ayudara y al leñador. Pero cuando intentaron convencerme a mí, me negué y entonces tomaron a mis princesas y las alejaron de mí, me dijeron que si me mantenía callado no les harían daño y eso hice. No dejo la casa desde hace dos años porque no soporto ver este lugar sabiendo lo que sucede en sus rincones. Es el infierno en persona, señores.

—El jardinero...y el leñador —repitió Oliver y entonces miró a su madre—. Han estado con nosotros todos estos días, seguro siguen en sus casas. Podemos ir a buscarlos.

—Vayan, pero pídanles a los hombres que los acompañe.

Ambos aceptaron y antes de irse dudaron por unos minutos si era seguro dejarla a solas con el Reverendo. Olivia les confirmó que sí, el hombre estaba destrozado y claramente traumatizado, no pensaba que fuera un peligro.

—¿Sabe dónde están sus niñas, Reverendo?

—En el ático, pero no sé llegar a ellas, la casa es un laberinto de túneles secretos que usan para moverse por todas las habitaciones sin ser vistos. Conozco solo algunos caminos y puedo mostrárselos —. Aceptó sin pensárselo, pero se quedaron en la casa de él por otro rato—. Han hecho cosas terribles, señora...Terribles...Después de que mataran a los Myles, el señor Myles dijo que había sido un accidente, que se había enojado y planeaba vender la casa para alejarse de todo esto, pero entonces decidió rentarla a una pobre familia y a los meses mataron al hombre de la casa y se llevaron a las mujeres...Solo Dios sabe lo que les hicieron a esas pobres muchachas antes de matarlas.

—Los detendremos, Reverendo y encontraremos a sus hijas ¿sí?

Asintió y le agradeció, limpiándose las lágrimas.

—Solo le ruego al Señor que no las lastimaran...Mis niñas son todo para mí, señora, todo...

—Comprendo el sentimiento, mis niños también son todo para mí, Reverendo y mi marido... ¿Cree poder ayudarme a encontrarlo?

Finalmente, como si regresara en sí, el hombre asintió, limpiándose las lágrimas y se puso de pie.

—Venga, si hay un lugar donde podemos encontrar su ubicación es en la casa. Pero no es seguro que vayamos solos, yo no podré protegerla si nos atacan, ya estoy muy viejo.

—Esperaremos por mis hijos entonces.

No encontraron al jardinero o al leñador y cuando regresaron a la casa donde Olivia los esperaban con el Reverendo, le siguieron hacia la armería y el reverendo empujó una de las armas que colgaban de la pared y como una palanca, esta desbloqueó un pedazo de muro para que lo pudieran mover hacia un lado cual puerta.

El Reverendo bajó las escaleras siguiendo a Oliver quien fue primero con su arma para asegurarse de que no hubiera nadie en la casa. Olivia sentía un escalofrío con solo pensar que, durante todos esos meses, tres asesinos seriales habían estado viajando por toda la casa, entrando y saliendo de cada habitación por medio de varios pasadizos secretos que conectaban toda la casa por las paredes y ellos nunca lo habían sospechado.

Las escaleras eran estrechas y descendían hacia el sótano, una zona que estaba apartada del resto que conocían y había sido usado por los empleados. Desembocaron en una habitación con una mesa de piedra en un lado junto a la escalera, cuatro columnas con antorchas ya encendidas y una puerta pequeña dónde se guardaban los cuerpos.

—¿Qué es este lugar?

—La iglesia del diablo —explicó el Reverendo y besó la cruz en su cuello—. Aquí sacrifican a los hombres para sus rituales. Aquí adentro, tal vez encontremos algo de su marido, señora.

El Reverendo entró primero y Olivia le siguió, con el resto de los hombres vigilando cada rincón. La habitación era para la preparación de los sacrificios, tenían túnicas blancas que ponían en sus victimas por la fuerza, tenían unas cuchillas con símbolos extraños que usaban para degollarlos y clavarlas en sus corazones y cientos de velas.

Olivia se lanzó sobre la ropa de Jonathan prácticamente llorando.

—Esto es de él...Estuvo aquí...Joder, ¿Cómo no lo vimos? ¿Dónde lo tienen? ¿Lo sacrificaron?

—No, aun habría sangre si lo hubieran hecho, me obligaban a limpiar este lugar después de un ritual —. El Reverendo salió de la habitación y miró a su alrededor—. Probablemente hayan hecho algo más con él.

—¿Qué?

—No lo sé...perdonen, pensé que aquí podríamos encontrar algo.

—Y lo encontramos, sabemos que le quitaron su ropa —señaló Adrian—. Pero la casa del jardinero y el leñador estaban vacías, solo sus cosas.

—Probablemente saben que sabemos.

—Oh no —sollozó el Reverendo—. Lastimaran a mis hijas si saben que he hablado.

—Intentaremos llegar a ellas rápido, señor. ¿Sabe dónde las tienen? —indagó Derby.

—En el ático, pero no sé como entrar. La puerta es secreta.

—Ustedes busquen por la puerta —pidió Olivia señalando a tres de los hombres y a los otros cuatro les pidió que la acompañaran—. Nosotros buscaremos rastro de Jonathan en la casa. 

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