Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

19 de octubre 1873.
Pleasant Hill, Iowa.

Jonathan se quedó con su revolver cerca cuando empezó el nuevo día para los preparativos de la comida familia. No había visto a nadie en la propiedad la noche anterior, cuando había dado una vuelta a los alrededores, pero tanto él como Olivia recordaban claramente las luces alumbrando el circulo de piedras, así que descartaban la posibilidad de haberlo soñado.

Jonathan temía que alguien se hubiera infiltrado en la casa, pero Olivia empezaba a creer en las ideas de los más pequeños, aunque no pensara fuera posible. Quizás si había un fantasma después de todo.

Aunque ansiaba indagar más a fondo en lo sucedido, diecinueve de octubre era el día en el que celebraban el cumpleaños de Oliver, así que se obligó a alejar pensamientos negativos que pudieran arruinar el día y puso todas sus energías en preparar una comida para toda la familia en el jardín.

No hacía más de dieciocho grados esa tarde, así que no estaban congelándose por comer afuera, pero tampoco podían decir que hacía calor. El sol brillaba y había una brisa agradable soplando y ese podía ser el último día con un buen clima que disfrutarían ese año.

—¡La carne, Jonathan!

Jonathan se atoró con el pan relleno que estaba comiendo y abandonó la mesa, provocando que Katherina tuviera que bajarse de sus piernas para permitirle ir a revisar las carnes que se asaban sobre un fuego que habían armado en el jardín. La carne asada era mucho más rica que cualquier otra, pero consumía bastante tiempo y atención, que Jonathan a veces olvidaba.

Olivia asomó desde la cocina hacia la mesa que tenían en el jardín trasero y miró como Jonathan daba vuelta la carne con las enormes pinzas de metal.

—¿Se ha quemado?

—Tal vez un poco...Igual la comeremos.

—Lo contento que estaría Ollie si estuviera aquí, dame la parte quemada —. Agarró un plato para que Jonathan le pusiera los pequeños trozos carbonizados y ella lo envolvió en el trapo que colgaba de su hombro—. Mañana puedes llevarlo a la ciudad y dárselo a los perros callejeros, he visto que hay varios.

—¿No podríamos adoptar a los perritos? —inquirió Marie desde la mesa consiguiendo que Jonathan negara—. Pero están solos y tristes y nosotros tenemos mucho espacio.

—Ya tiene un perro y eso es suficiente.

—Y un gato —agregó Katherina—. Aun no lo tenemos, pero ya llegará, papá dice que viene en camino.

Era una pequeña mentira que le había dicho a su hija para que dejara de preguntarle todos los días por el maldito gato. Le había dicho que lo debían enviar desde el otro lado del océano y demoraría demasiado, afortunadamente Katherina había caído de ojos cerrados en la mentira y eso le daba a Jonathan mucho más tiempo para conseguirle el gato.

Conseguir un gato era fácil, pero Jonathan no quería estresarse todavía.

—Deberíamos adoptar a los perritos. ¿Podemos, mami?

—Tu padre ya te contestó ¿o no? —. Dejó un plato con algunos emparedados para que fueran sirviéndose y se quedó de pie junto a la silla de Jonathan, con su brazo rodeándola por la cintura—. ¿Qué más me falta traerá?

—Nada, ángel, ya está todo, siéntate con nosotros.

—Quiero terminar con el pastel.

—Lo terminas luego, siéntate un rato con nosotros.

Accedió no muy convencida y llamó por Alice para que también dejara la cocina y se sentara a compartir un rato con ellos.

Si había algo que Olivia podía agradecer de ese viaje a Iowa, era que los había vuelto un poco más unidos con el personal, como si fueran parte de la familia. Comían todos juntos y también cocinaban y limpiaban, no se sentían tan divididos y Olivia ya no creía demasiado en las instrucciones de los libros sobre como dirigir un personal. Los limites eran innecesarios cuando ellos trabajaban excelentemente y además se integraban en la familia.

Alice llegó para sentarse en su silla vacía y murmuró una disculpa hacia todos antes de servirse algo en su plato y empezar a comer.

Se había dejado el uniforme en el cuarto para ponerse una ropa más presentable para la ocasión y Dortha la había ayudado a hacerse el cabello con un estilo más elaborado de lo que normalmente acostumbraba. No se le daba del todo bien vestir ropa elegante y comportarse con todas las etiquetas de la clase alta, pero no quería incomodar a la familia comiendo con ellos o provocar el malhumor de Charlotte y Edgar si los avergonzaba, así que se estaba esmerando.

El vestido que se había colocado, no era de ella sino un préstamo de Laurissa, con quien compartía medidas. Era de color rosado y beige, con algunos detalles floreales y mangas cortas, aunque los guantes blancos cubrían hasta sus codos, dejando una pequeña parte de sus brazos al desnudo, los cuales empezaban a enfriarse.

Le gustaba el vestido, aunque era algo como nunca antes había usado.

Empezó a comer un tanto cohibida, aunque nadie la mirara, excepto por una persona y sus ojos quemaban en su piel como si estuviera bañándose en lava.

Puso todas sus fuerzas en no levantar la mirada de su plato o de sus manos a pesar de que sentía sus ojos puestos sobre su cuerpo y mordió un trozo de una de las frutillas bañadas en chocolate, relamiéndose los labios cuando estos se humedecieron.

Notó que Adrian se movió a su lado y su silla se arrastró por el suelo para que pudiera ponerse de pie y luego sintió como otra persona tomaba lugar y reconoció su aroma de las veces que había limpiado su dormitorio.

Levantó la vista, con sus mejillas sonrojadas y confirmó que Oliver acababa de cambiar lugares con su hermano para estar junto a ella y se había servido algo de ensalada para comer mientras charlaba con su padre.

Estaban todos reunidos para esa comida, a excepción de Darrin, quién seguía en Minnesota intentando tener éxito con sus negocios. No sabían mucho de él, solo que se estaba quedando en la gran mansión y viajaba todos los días a la ciudad trabajando en sus propuestas, no tener una experiencia Universitaria dificultaba un poco las cosas pues no sabía mucho, pero la influencia de su padre le ayudaba a crecer más rápido.

—Estás muy hermosa —susurró Oliver, girándose hacia ella en la silla.

—Gracias.

—¿Tu preparaste los pasteles de carne ¿verdad? Porque están exquisitos —. Sonrió, con sus mejillas sonrojadas y asintió—. Podríamos prepararnos una canasta e irnos un rato al jardín, da mejor el sol de ese lado.

—¿Quieres que se lo plantee a tu madre?

—No, me refería a que solo nosotros dos fuéramos...Si quieres claro.

Palideció, con sus manos estrujando un emparedado y lo miró un tanto insegura. ¿Se refería a ir en forma de cita o como amigos? Podía ir como amigos, Oliver le caía demasiado bien y era su cumpleaños, sería divertido que hicieran algo juntos, pero si él la invitaba con otras intenciones, entonces sospechaba las nauseas le ganarían y terminaría haciendo el ridículo.

—¿Quieres?

Asintió y acordaron hacerlo una vez terminaran la comida familiar.

Ella preparó una canasta en la cocina donde puso algunas de las cosas que habían sobrado, especialmente las frutillas bañadas en chocolates que eran las favoritas de ambos. Buscó una manta para tirar en el pasto y salió de la casa llevando la canasta hacia el carro que Oliver había aprontado para ahorrarse la caminata tan larga.

El carro era sencillo y pequeño, únicamente para dos personas y sin lugar para cargar pertenencias. Ella subió con la ayuda de Oliver y apoyó la canasta sobre sus piernas.

Lanzó una mirada hacia Dortha, con su rostro ardiendo de vergüenza y descubrió que su amiga, lejos de ayudarla, se encontraba trazando corazones en el aire y bailando al ritmo de una música imaginaria con la pequeña Marie, ambas burlándose.

No, se negaba a ver esa tarde como algo más que solo una salida de amigos...Sin chaperón...A solas...Empezaba a sentir como su corazón se descontrolaba y no de formas agradables.

Oliver llevó a los caballos en dirección al jardín al frente de la casa, cerca de los bosques, donde el sol calentaba el ambiente y podían sentarse y disfrutar del calor mientras comían algo.

Nunca antes había visto a Alice con algo que no fuera su uniforme y aunque era una mujer hermosa, vestida con elegancia sobresalía entre todas las mujeres que hubiera en la estancia. Era atractiva y no sabía cómo sentirse por poner su atención en ella de esa forma, Alice era su amiga y se sentía inapropiado siquiera invitarla a un picnic con él.

Bajaron del carro cerca de donde se sentarían y caminaron juntos hasta acomodar la manta y la cesta con todos los alimentos. Alice se había colocado uno de los sombreros que Laurissa le había prestado para protegerse del sol, pero se lo quitó en el momento que tomó asiento, pues tener algo tan grande en la cabeza empezaba a resultarle extraño. Sentía que se veía un tanto graciosa con sombrero.

—¿Y qué se siente cumplir veintidós años?

—Mmm, no es muy emocionante —confesó con media sonrisa—. Las presiones y responsabilidades aumentan con la edad.

—Imagino que sí, aunque no me pasa, es básicamente lo mismo cada año, además estoy segura de que un hombre como tú tiene muchas libertades para decidir.

—Las tengo y no quiero ser malagradecido al sonar como que me quejo, pero es imposible ignorar que las presiones para los hombres de mi estatus son elevadas.

—Sí, tienes razón...Todo el mundo parece hurgar en sus asuntos.

—¿Verdad? Pensé que era el único que lo notaba —. Empezaron a comer, aunque Alice se sintió apenada haciéndolo en su presencia y tan solo mordisqueó una frutilla por largos minutos—. ¿Y tú como estás?

—Bien, estoy muy bien, tu familia es asombrosa y no podría imaginar mejor trabajo honestamente. Estoy muy agradecida.

Lo estaba porque Olivia había cuidado de ella todo ese tiempo no como una empleada, sino como si fuera otra de sus hijas. Charlaban mientras cocinaban juntas y le enseñaba cosas que ella aun no sabía, sentía que era una persona a la que podía acudir si se sentía angustiada o en problemas y no olvidaba que le pagaban muy bien y gracias a eso podía cuidar de su familia. Ella no tenía dinero y aunque a veces eso podía ser un obstáculo para salir en su día libre a visitar la ciudad, no pensaba quejarse. Estaba muy agradecida con los Morgan.

—¿Cuándo cumples años?

—Oh, ya fue...Cumplí veinte en junio.

Oliver tomó la botella de champagne que había dentro de la canasta junto con dos copas y retiró el corchó para llenarlas y brindar por ambos.

—Feliz cumpleaños, entonces.

—Feliz cumpleaños para ti también.

Esa tarde fue agradable para ambos, sentados en el jardín hasta que refresco demasiado como para que pudieran hablar sin temblar. Oliver le entregó su chaqueta antes de que subiera al carro y regresaron a la casa todavía encontrando temas para charlar y bromear. Nunca antes había prestado atención a lo fácil que resultaba hablar con Alice y lo divertido que era, pero esa tarde prestó atención a muchos detalles de ella que antes había ignorado.

Como sus pestañas largas y pobladas y las pecas en sus irises marrones. También prestó atención al lunar en su cuello y lo pequeña que era su cintura sin necesidad de que ajustara demasiado el corsé que traía debajo. Sus labios eran delgados y se los mordía demasiado, por lo que tenía unas marcas rojizas donde le faltaba pequeños trozos del cuero que se levantaba por culpa del frío.

Entraron en la casa donde el caos era innegable con los mellizos haciendo una guerra contra sus hermanas. Al menos ellos se divertían sin importar que estuvieran tan lejos de Minnesota.

—¡Me ha salvado! El príncipe.

—¡No! Porque la Hidra de no sé qué cosa no muere cuando le cortas una cabeza, le sale otra, así que ahora nosotros tenemos cuatro cabezas —explicó Nolan agitando su espada de madera mientras hablaba—. Y los vamos a matar. ¡Ruar!

Oliver pasó por entre medio del juego de sus hermanos, guiando a Alice y cuando se detuvieron al final del corredor, le agradeció por la tarde y ella le entregó su chaqueta.

Era momento de que se cambiara por sus ropas de trabajo y regresara a sus labores, pero antes de irse a su cuarto, le dio un beso vergonzoso en la mejilla y huyó tan rápido como pudo, dejando a Oliver, de pie en el pasillo, congelado, todavía pudiendo sentir sus labios contra su piel y su corazón acelerado.

—Algo raro está pasando —comentó Eli, deteniéndose a su lado.

—Ni lo digas...Creo que me gusta Alice.

—¿Qué? No, no eso. Con la casa.

Oliver parpadeó y regresó en sí para mirarlo.

—¿De qué hablas?

Eli levantó el pañuelo rojo que sostenía en sus manos.

—Esto estaba colgando del picaporte de la puerta que no tiene cerradura, una de las que el herrero forzó, ya le he preguntado a todas las mujeres si les pertenece y todas han negado.

—Quizás es de alguna de ellas y se han olvidado.

—Quizás, pero también encontré esto —. Sacó un trozo de cabello completo, como si alguien se hubiera arrancado un mechón de la cabeza y lo sostuvo frente a él—. Esto no es de ninguna de las mujeres en la casa.

Eli tenía razón, el cabello que sostenía estaba demasiado dañado y era demasiado largo y con una tonalidad grisácea. No había ninguna mujer en la casa que tuviera tanto cabello gris y al mismo tiempo lo tuviera erizado.

Oliver tomó el mechón de cabello y frunció el ceño.

—¿Qué crees que sea?

—No lo sé, pero dudo estemos solos en la casa, ya es la tercera vez que encuentro la ventana de mi dormitorio abierta cuando estoy seguro de que yo la he cerrado.

—También he encontrado mi ventana abierta, pensé que era mamá.

—No, mamá no las abre cerca del invierno —. Se guardó el pañuelo rojo y el mechón de cabello y negó—. Algo raro hay en esta casa.

—Díselo a mamá.

—No hasta tener más pruebas, no quiero asustarla con teorías.

Olivia terminó de lavar los platos sucios cuando el sol ya se había ocultado y solo la alumbraba unas velas. Limpió sus manos en el delantal, mirando por la ventana hacia el paisaje oscuro que había afuera de la mansión y se sobresaltó un poco cuando sintió las manos de Jonathan envolviéndola por la cintura.

—Casi me asustas —comentó con una sonrisa y lo miró sobre su hombro—. Pensé te habías acostado.

—Lo hice, pero te estabas demorando y decidí hacerte compañía. Lizzie se ha dormido en nuestra cama como si fuera suya.

—No me sorprende —. Desanudó su delantal para colgarlo y volvió a sus brazos—. Cuando duerme profundo le gusta ocupar todo el espacio a su alrededor.

—Me suena a alguien que conozco...

—Espero no te refieras a mí, atrevido. Debe ser Adrian, es el único que se me ocurre.

—Así es, le encanta dormir en posiciones muy curiosas.

Asintió riéndose con los recuerdos y se apoyó en su pecho, mirando hacia sus ojos. Jonathan la meció al ritmo de una música imaginaria, con la habitación sumida en penumbras a excepción de esa única vela alumbrándolos desde la mesada de madera.

—Están creciendo demasiado rápido, ángel.

—No me lo recuerdes, por favor, siento que cada vez que parpado un año se desliza entre mis manos y ellos crecen cada vez más y más —. Se apoyó en la mesada, alejándose un poco de él y frotó su frente—. Solo mira...Amelia ya tiene veinte años, Laurissa está comprometida...Darrin seguro lo estará muy pronto...

—Los tiempos cambian, nena, siempre supimos que llegaría el día en el que ellos se marcharían.

—No esperaba que fuera tan pronto —. Cerró los ojos un momento y suspiró—. Tengo un mal presentimiento, Jona.

—¿A qué te refieres?

—No lo sé...No estoy segura, no logro entender que es, pero hay algo en el aire que me deja un mal sentimiento —. Apoyó sus manos contra su torso cuando él se acercó y lo miró a los ojos—. Prométeme que tendrás cuidado cuando salgas de la casa.

—Lo tendré, prométeme que tu también.

—Lo prometo.

Acarició su mejilla cuando se impulsó hacia sus labios y él la envolvió en sus brazos, respondiendo a su llegada con el mismo deseo y amor. Sus frentes permanecieron unidas cuando se apartaron unos milímetros y Jonathan peinó sus ondas lejos de su rostro y acarició su mentón.

—Estaremos bien, estamos construyendo un nuevo futuro para nuestros hijos y mientras estemos juntos, todo estará bien.

—Sé que sí, cielo, sé que sí.

22 de octubre 1873.
Omaha, Iowa.

Darrin se pagó un trago en la barra del bar más tranquilo de la ciudad y tomó asiento a la espera. Miró varias veces a su alrededor, para ver si podía identificar a Maisy entre los pocos comensales, pero tan solo encontró hombres bebiendo y ningún rastro de alguna mujer. Acababa de llegar a la ciudad en un apuro y ni siquiera había informado a su familia al respecto, planeaba verse con Maisy y luego ir a la casa para estar un rato con su madre y sus hermanas. Tal vez primero visitaría la construcción para saludar a su padre.

Hacía ya dos meses que no los veía y apenas había enviado alguna que otra carta en los ratos libres que se hacía.

Se estaba por terminar el primer trago, cuando vio a Maisy ingresar, apresurada en un intento por ocultarse de los ojos curiosos de la ciudad y rápidamente se puso de pie y retiró su sombrero para recibirla.

—Maisy...

Ella lo besó en cuanto se acercó lo suficiente a él y Darrin respondió a sus labios de la misma forma, abrazándola con todas sus fuerzas y respirando profundo su aroma.

—Te he extrañado demasiado —confesó ella, mirándolo a los ojos—. Pensé que el tiempo no pasaría nunca.

—Yo a ti, he recibido todas tus cartas. Dijiste tenías algo importante para contarme.

—No aquí —pidió, apretando suavemente sus manos—. Pidamos una habitación ¿te parece?

Darrin accedió y pagó por un dormitorio en el bar, para subir y encerrarse con ella donde nadie los escucharía. Las malas noticias podían abundar, así que Darrin estaba preparado para cualquier cosa. La ayudó a quitarse su abrigo y lo colgó junto con el suyo mientras ella se retiraba el sombrero.

—Dime como has estado por favor, te ves un poco delgado. ¿Has estado comiendo bien? ¿Quieres que te prepare algo?

—Estoy bien, he estado trabajando mucho, es todo, pero lo logré, Maisy —. Tomó sus manos y se sentó en la cama frente a ella—. Tengo un pequeño negocio en Mineápolis, no es nada exagerado, pero me proporciona buenos ingresos, imprimimos periódicos todas las semanas y se venden demasiado bien.

—Oh, Darrin, jamás dude que lo lograrías —. Se sentó a su lado y sujetó su rostro—. Desearía haber podido ayudar, me he sentido tan inútil estando en la casa sin hacer nada, mientras tu debías trabajar tan duro. Te ves como un hombre que necesita el tacto de una mujer, sin ofender.

Se rio y empezó a asentir, no negaría que estaba bastante descuidado.

—Déjame darte un baño, iré a pedir que llenen la bañera y conseguiré la navaja para afeitarte. ¿Te parece?

Aceptó que ella lo consintiera de esa forma y esperó en el dormitorio mientras ella bajaba para pagar por el baño y regresaba para buscar en el bolso de Darrin, su ropa y la navaja para afeitarlo.

—¿Me dirás que era lo que tenías para contar?

—Cuando terminemos ¿sí? Quiero cuidar de ti, has estado trabajando muy duro y mereces un descanso.

—Podremos casarnos ahora, tengo una reputación y un negocio, puedo presentarme ante tu padre...

—No vayas solo, por favor —. Le colocó la espuma en sus mejillas y cuello y arrastró la silla del escritorio para que él se sentara—. Pídele a tu padre o a tus hermanos que te acompañen, realmente no sé que podría hacer mi padre si te viera llegar.

—Hablaré con mi padre, él dijo que, si lograba hacerme de un nombre, me ayudaría.

Maisy sonrió y le dio un beso en la punta de la nariz antes de empezar un proceso lento y tranquilo para afeitarlo. Le había crecido bastante la barba en esos dos meses y estaba bastante delgado, pero ella planeaba resolver todo eso en cuanto vivieran juntos. No dejaría que Darrin volviera a pasar hambre o a pasearse por ahí con camisas sin planchar y zapatos manchados. Cuidaría muy bien de él, como él cuidaba de ella.

—¿Me dirás algo malo? ¿Es por eso que lo evitas?

—No, no sé si sea algo malo.

—Dime entonces —pidió y se limpió el resto de espuma con una toalla—. ¿Qué sucede?

Maisy se sentó en el borde de la cama y dejó la navaja otra vez en el estuche. La mirada de Darrin la ponía nerviosa y no sabía cuál podía ser su reacción una vez hablara.

—Estoy embarazada, Darrin...Apenas se me nota y me he esforzado en ocultar los síntomas de mi familia, pero empieza a ser más difícil de ocultar con cada mes —. Espero para que él dijera algo o reaccionara de alguna forma, pero durante varios minutos, Darrin ni siquiera parpadeo—. Creo que estoy de dos meses, desde la última vez que estuvimos juntos, empecé con los síntomas hace un mes, creo...Pero debes saber, Derrin, que jamás he estado con otro hombre, sé que es tuyo.

Lo sabía, recordaba que Maisy era virgen cuando ellos habían compartido su primera vez juntos e incluso en la segunda vez, ella había estado un poco molesta e incómoda hasta que se había acostumbrado, pero eso no quitaba el impacto del momento.

—Di algo, por favor.

—¿E...Estás contenta con la idea?

Maisy se encogió de hombros y apoyó una mano sobre su vientre.

—Solo si tu también lo estás, no puedo obligarte a cuidar de este bebé.

—No debes obligarme, Maisy, solo...No quiero que te sientas mal.

—No estoy mal, me gusta pensar en ser madre y si tu quieres estar conmigo, será aún mejor.

Dejó la silla para ir a sentarse a su lado y sonrió.

—Por supuesto que quiero estar contigo, ya sabíamos que algo como esto podría suceder.

—¿No estas enojado entonces?

—No, nena, no podría enojarme contigo —. Acarició su mejilla y miró hacia su vientre—. Me has tomado por sorpresa, es todo...No esperaba encontrarme con esta noticia, pero es algo bueno, es muy bueno, solo...Procura que nadie se entere ¿sí? Yo intentaré apurar la boda todo lo posible.

—De acuerdo, gracias, por todo, Darrin...En serio, muchas gracias.

Lo volvió a besarla y el resto de la mañana, lo ayudó a bañarse y luego comieron algo juntos antes de partir en rumbos separados. La noticia siguió provocando un eco en su cabeza cuando fue a saludar a su padre y hermanos, pero intentó digerirlo lo más rápido posible para aceptar que debía presentarse ante Sawyer cuanto antes y conseguir ese permiso para casarse con Maisy o huir con ella y casarse en secreto.

—¿Ese es Darrin? ¡Mamá, Darrin ha vuelto!

Olivia se golpeó la cabeza al levantarse de debajo de la mesa demasiado pronto y sobándose, asomó para intentar ver hacia la puerta de la cocina, solo que no logró apreciar a sus hijas desde allí. Se puso de pie, levantando el frente de su vestido para no pisarlo y caer y remojó el juguete de Elizabeth antes de regresárselo e ir apresurada hacia la entrada.

—¿Dónde lo han visto?

—En el caballo que se acerca por el camino, creo que es él.

Amelia se apartó de la ventana para que su madre pudiera echar un vistazo y desde dónde estaban, no pudo descifrar del todo la figura masculina que se acercaba, pero tan solo tuvo que esperar otros minutos hasta que estuvo un poco más cerca, para reconocerlo y correr hacia la puerta.

—¡Mi muchacho! ¡Has vuelto, Dios mío! —. Olivia se lanzó a sus brazos apenas dejándole descender de su caballo y Darrin rodeó su cintura con fuerza y giró levantándola unos centímetros del suelo—. Mierda, eres tan fuerte como tu padre...Niñas, no repitan mis groserías, ¿escucharon?

Sujetó el rostro de Darrin, estrujando sus mejillas y sonrió.

—Nunca habías pasado tanto tiempo lejos de nosotros, debes contarnos como has estado. ¿Tuviste éxito?

—Lo tuve, madre, he empezado mi propia imprenta —informó en lo que saludaba a sus hermanas—. Es pequeña y aun esta creciendo, pero las ventanas van en aumento.

—¿Tienes un periódico?

—Así es, se vende dentro de Minnesota y se llama The Redwood Gazette —. Se quitó el sombrero cuando entró en la casa junto con su madre y sus hermanas siguiéndolo y lo dejó en manos de Edgar—. Mi compañero de negocios es de Redwood Falls, por eso hemos decidido llamarle The Redwood.

—¿Y que cosas publican?

—De todo, noticias, chismes, historias, bromas, política y cultura y hacemos parte de nuestras ganancias con las publicidades.

—¿Aceptan mujeres en la imprenta? —preguntó Amelia, adelantándose para caminar junto a su hermano.

—Por supuesto, mujeres y hombres de todas las edades y razas.

—¿Podrías aceptarme a mí?

—Amelia, aun no has terminado tus estudios —intervino Olivia.

—¿Pero para que molestarme, mamá? No quiero ir a la Escuela de Enfermeras y no me tomaran en la Universidad de letras, lo último que me queda es conseguirme un mentor, pero dudo encontrar uno interesado. Trabajar en una imprenta es mi más grande oportunidad ¿verdad? Y me gusta escribir, he escrito algunos cuentos cortos estos meses.

Se marchó corriendo a buscar sus textos para que su hermano los leyera y mientras tanto, Darrin se sentó en el sofá del salón con Olivia y el resto de sus hermanas.

Edgar les sirvió el té para que disfrutaran mientras charlaban.

—¿Y qué otras noticias tienes para compartir?

—Prefiero escuchar de ustedes primero. Adrian está mejor, imagino.

—Oh, sí, sus heridas sanaron estupendamente y todo gracias a la abuela y Harvie. Ahora se ha marchado a caminar un poco con Rian, para estirar las piernas después de todo el tiempo que pasó en cama.

—¿Rian está aquí?

—Así es, y también James y Tad. Tuvimos un pequeño descubrimiento hace unas semanas —confesó y empezó a explicarle lo sucedido mientras se preparaba su té.

Darrin la miró con el ceño fruncido, exactamente la reacción que esperaba.

—¿Tad y James son hermanos? ¿Y Harvie es nieto de Elisa y Jacob? Guau, eso no me lo esperaba... ¿Dónde están ahora?

—Harvie y Tad fueron con Adrian, James está durmiendo la siesta al igual que mi madre y tengo entendido que Elisa está en la biblioteca con Jacob. Tu hermano, Adrian, les tradujo unos textos y han estado un poco obsesionados con la lectura.

—Al parecer Elisa es nieta de uno de ustedes —informó Marie agarrándose un trozo de pastel.

—¿Cómo?

Darrin palideció.

—Es algo complicado, mejor no hablemos de eso ¿sí? Marie ve a jugar con tus hermanas.

Olivia dejó que se marchara, antes de que siguiera hablando de más y provocando preocupaciones entre los hombres de la familia.

—¿Nieta de uno de nosotros? Madre, de qué habla.

—Nada cariño, no te preocupes ¿sí? Seguro estamos mezclando las cosas.

Olivia sabía, por qué Jacob se lo había contado, que Elisa podía estar relacionada a los Morgan por medio de su bisabuelo y la única forma de que así fuera, era sí uno de los hijos de Jonathan, fuera su antepasado. Elisa le había pedido que no se lo contara a ninguno de los hombres en la familia, para evitar que se obsesionaran con la idea, como ella se había obsesionado ahora que sabía tendría una hija con Jacob, y Olivia había prometido que no lo hablaría con nadie.

Pero Marie escuchaba siempre en secreto y era imposible mantenerla callada.

—Pero cuéntame de ti, ¿te casarás con Maisy ahora que tienes todo lo necesario? ¿Tu padre lo aprueba?

—Sí, papá dijo que me llevaría a hablar con Sawyer en la mañana y probablemente nos casemos unos días más tarde.

—¿Tan pronto? ¿No quiere organizarlo con tiempo? ¿Planear la luna de miel?

—Dudo nos vayamos de luna de miel, con mi negocio aun empezando y todo, lo mejor es enfocarnos en armar nuestro hogar. Además, no tengo tanto dinero para gastar en algo elaborado.

Eran excusas para acelerar la boda todo lo que fuera posible, antes de que el embarazo de Maisy se notara. Sabía que a su madre podía contárselo, pero en presencia de todas sus hermanas no podía.

Olivia apretó suavemente su mano y miró hacia Amelia cuando ella regresó con sus textos.

—Amelia, cariño, ¿podrías llevarte a las niñas por un rato para que pueda hablar con tu hermano? Leeremos tus cuentos en cuanto terminemos ¿sí?

—De acuerdo. Vamos, les daré algunos pasteles de la cocina.

Amelia se llevó a todas sus hermanas, incluso las más grandes y cerró la puerta para darles privacidad.

Ahora que estaban a solas, Olivia se sentó un poco más cerca de su hijo y sujetó su mano.

—Dime qué tienes, te conozco y me estás ocultando algo.

Miró hacia su tasa media vacía con el té con leche que se había servido y rio. Su madre siempre podía leer su mirada y descubrir todo lo que pensaba.

La amaba demasiado y estaba agradecido por la vida que ella le había dado. Aunque Olivia no lo hubiera criado y no fuera su madre de sangre, Darrin no podía verla de otra forma, era una mujer a la que admiraba demasiado y que, de tener hijas, esperaba tomaran como ejemplo para crecer y ser como ella de grandes. Le agradecía, porque sin tener ninguna obligación, Olivia lo había adoptado como uno más de sus hijos y siempre le había dado el mismo trato que le daba incluso a aquellos que eran suyos biológicamente.

—Maisy está embarazada —. La sintió cuando le apretó el brazo un poco más fuerte y se estiró para dejar su taza en la mesilla—. Sé que debes estar decepcionada de mí, pero tomamos la decisión conscientes de los riesgos...Sabíamos que ella podía quedar embarazada si compartíamos el tiempo de esa forma.

—¿Tu padre sabe?

Negó.

—Le dije que podría estarlo antes de irme a Minnesota, pero aún no le confirmé que lo está.

—Dios...Sawyer no puede enterarse, por lo que más quieras... —. Tomó sus dos manos en la suya y lo apretó—. Debemos conseguir que te cases con ella antes de que se enteren.

—Lo sé, por eso quiero apurar la boda...No sé qué estoy haciendo, mamá —. La soltó cuando sintió que empezaría a llorar y se ocultó en sus manos—. Quiero a Maisy, pero...Todo ha avanzado mucho más rápido de lo que quería...Todo se salió de control...

—Ay, mi cielo, sé que es difícil, de verdad que sí —. Lo atrajo hacia su pecho para abrazarlo y los brazos de Darrin rodearon su cintura—. Pero todo estará bien, Maisy es buena muchacha y tu eres un buen hombre, harán una linda pareja y encontrarán la forma de funcionar. Tu padre y yo lo logramos ¿recuerdas? Y también tuvimos que apurarnos en nuestras decisiones.

—Sí, pero ustedes dos se conocían muy bien antes de casarse, yo apenas la he visto un par de veces y ni siquiera sé que cosas le gustan o que tipo de persona es.

Olivia le peinó el cabello, armando sus cortos rulos color chocolate y dejó que Darrin se desahogara en sus brazos, como no podía hacer en ningún otro lado.

—Llora todo lo que debas llorar, cariño, porque sé que estás asustado y que es una situación difícil, pero ya no podemos volver atrás. Serás papá y ese bebé te necesitará en su vida y necesitará también a su madre, por eso debes cuidarlos a ambos, cariño, porque se necesitan mutuamente y te necesitan a ti.

—¿Y si no soy lo suficiente bueno? ¿Si fracaso?

—No fracasarás, mi amor, Harvie una vez me dijo que la única forma de fallar es rindiéndote y sé que tu no te rendirás, amor. Eres un hombre fuerte, inteligente y con un corazón enorme. Siempre y cuando sigas luchando por ellos, no les habrás fallado.

Se enderezó, limpiándose las mejillas con sus manos y evitó mirarla hasta que se hubo calmado. Olivia le acarició la espalda y se apoyó en su hombro, para poder buscar su mirada y limpiarle las lágrimas.

—No te ocultes de mamá —pidió y consiguió levantarle el rostro desde el mentón—. Está bien llorar, has pasado por mucho estrés en estos últimos meses y es normal sentirse triste y cansado. Eres fuerte, cielo y cuando estés listo, no debe ser mañana o pasado, pero cuando estés listo, irás con tu padre a casa de Sawyer y te casaras con Maisy y tendrás un hermoso bebé con ella ¿sí? Serás un excelente padre y marido, yo sé que sí.

—¿Estás decepcionada de mí?

—¿Cómo podría? Has creado tu propia imprenta, cielo, desde cero...Eso es impresionante y sé que serás muy exitoso, ya puedo verlo —. Sonrió, bastante tranquilo con sus palabras y la abrazó—. Todo va a estar bien, mamá está aquí.

—Te amo, mamá.

—También te amo, cariño, te amo mucho, mucho.  

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