Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

Od AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... Více

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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Od AbbyCon2B

Darrin se alejó de la construcción con su hermano, hasta un punto algo recluido dónde podían encender un cigarro sin que su madre los viera. Habían estado ayudando en la construcción, por lo que se les había embarrado un poco la ropa y especialmente sus zapatos, era una de esas veces en las que lamentaban no haber agarrado las botas de lluvia para evitar arruinar sus zapatos de calidad.

—Discutieron por lo de esta noche —comentó Oliver y asomó por sobre el enorme contenedor de madera para ver hacia la construcción—. Mamá no quiere que papá cruce el río. ¿Crees que ya le dijo que nosotros iremos con él?

Darrin negó con el cigarro entre sus labios intentando que la llama del encendedor lo prendiera.

—Dudo que le diga por ahora —. Inhaló el humo y se lo entregó a su hermano—. Si lo hace tendrá que aguantar que estará enojada durante el resto del día.

—Quizás no nos deje ir.

—Papá la convencerá —aseguró Darrin antes de recuperar el cigarro—. Siempre lo hace.

—Casi siempre, cuando mamá se mete una idea en la cabeza es difícil sacársela —. Oliver miró hacia el camino frente a ellos cuando recuperó el cigarro y señaló hacia la muchacha que venía caminando apresurada a la distancia—. ¿Esa no es Maisy?

Fue como si su cuello respondiera de forma automática para girarse en la dirección que Oliver señalaba, antes de que su cabeza pudiera procesarlo, por lo que, durante algunos minutos, Darrin quedó desorientado.

Vio a una mujer no muy alta caminando a paso apresurado en dirección a ellos, trayendo un vestido de un enceguecedor tono rosado con pequeños volados a lo largo de toda la falda abultada por el polisón y una chaqueta del mismo color con mangas acampanadas que terminaba un poco por debajo de la cadera cubriendo el resto del vestido. A pesar del sombrero en su cabeza, el cual, junto con el peinado, le hacía difícil ver desde la distancia quien era la mujer que se acercaba, pudo reconocer fácilmente que se trataba de Maisy.

Le entregó el cigarro a su hermano rápidamente y se enderezó para ir a su encuentro.

—¿Maisy? ¿Qué haces aq...?

Sus labios lo callaron, dejándolo atónito, con las manos en el aire, sin saber exactamente donde meterlas y tardó en poder responderle un breve segundo y apartarla.

—¿Qué haces? No puedes besarme en público —. Ella volvió a besarlo ignorando todas sus advertencias—. Maisy...Para.

—Te he extrañado.

—También yo, pero no podemos hacer esto aquí —. Miró a su alrededor y notó que su hermano ya se había girado para asegurarse que nadie los viera—. ¿Qué haces de este lado? ¿Tu padre sabe?

—No, me he escapado, probablemente tengo un par de horas hasta que papá se dé cuenta —. Estaba a segundos de rezongarla cuando ella volvió a besarlo y sus manos acariciaron su torso—. ¿Podrías pagarnos una habitación en un hotel? Te he extrañado, siento que han pasado años desde la última vez que nos vimos.

—Debo llevarte de regreso a tu casa.

—No, no iré —sentenció, apartándose de él hacia el lado de Oliver, para alejarse del camino que la llevaría otra vez al bote—. He venido hasta aquí para verte, Darrin ¿no puedes simplemente disfrutarlo?

—No sabiendo que tu padre ya me odia y esto solo emporará las cosas —. Tomó por accidente el parasol que ella tenía en sus manos cuando intentó agarrarla y ella lo evadió. Suspiró—. Vamos, Maisy, por favor, iré a verte en la noche, lo prometo.

Ella negó y le sonrió a Oliver, dándole las buenas tardes.

—Planea desposarme —espetó sin previo aviso y tanto Oliver como Darrin enmudecieron.

—¿Quién?

—Mi padre...Bueno, no él —se corrigió sacudiendo su cabeza y empezó a reírse—. Pero sí un hombre que él conoce, ya ha arreglado todo, Darrin y sin siquiera consultármelo como si fuera una especie de...de objeto cuyos sentimientos no importaran.

Oliver miró hacia su hermano y notó que estaba mudo.

—Sospecho que tu padre ha tenido algo que ver —señaló ella bufando—. Han charlado y luego, sin motivo alguno, mi padre ha caído con la noticia en mi dormitorio. Supongo que es su estúpida forma de evitar que este contigo... ¡Que sea feliz!

Oliver la sujetó cuando Maisy se tambaleó hacia la tierra y Darrin enganchó el parasol en su brazo y fue a ayudarla.

—¿Estás ebria?

Ella asintió y rebuscó en los bolsillos de su vestido hasta sacar una pequeña petaca que estaba casi vacía y la cual era de un fuerte alcohol con sabor a menta.

—Se lo robe a mi padre de su bar en la ridícula casa que ha comprado para nosotros en Nebraska —. Rascó la punta de su nariz con su larga uña y suspiró—. Tal vez he bebido un poco demás.

Darrin maldijo y la sujetó contra su pecho para que no cayera.

—¿Qué harás?

—La llevaré a un hotel para que se despeje —informó y Oliver asintió.

—Ten cuidado.

Logró evadir rápidamente toda la construcción tomando un camino un poco más largo hacia el hotel más cercano y Maisy hizo un excelente trabajo fingiendo que estaba lo suficiente sobria como para caminar y tomar su mano.

Pidió una habitación bajo un nombre falso para que no lo asociaran con su padre y también que le prepararan un baño para Maisy, esperando que eso fuera suficiente para que ella se despejara. La ayudó a sentarse en la cama del dormitorio y le quitó los broches que sujetaban el sombrero a su cabello, intentando no lastimarle en el proceso.

—¿No te importa ¿verdad? Simplemente no te importa que vaya a casarme con ese viejo.

—Sí me importa, Maisy —. Se agachó frente a ella y tomó sus manos—. Pero no puedo permitirme ser impulsivo o pasional al respecto porque la que sufrirá las consecuencias eres tú.

—No me importa, has lo que debas hacer, Darrin, pero tómame en el proceso, por favor.

—Apenas me conoces.

—Apenas conocerte es mejor que no conocerte en lo absoluto ¿y sabes a quién no conozco en lo absoluto? Oh sí, al viejo con el que mi padre desea casarme —. Se limpió las mejillas, furiosa y negó—. Yo sabía que esto sucedería desde que nos conocimos en Nueva York y él empezó a sermonearme al respecto y a presentarme a todos estos hombres adinerados. Tan solo esperaba que no fuera tan lejos como para obligarme, pero lo ha hecho y todo porque estoy segurísima tu padre se lo ha dicho.

—Dudo que tu padre escuche a algo de lo que diga el mío, se odian demasiado.

—No el mío, no, admira lo lejos que tu padre ha llegado en tan poco tiempo y es por eso que lo considera una amenaza, mi padre rara vez considera a alguien una amenaza —. Lo siguió con la mirada cuando Darrin se puso de pie y retorció sus manos—. ¿Qué harás?

—No lo sé...

—¿Cómo qué no sabes? Dijiste que me desposarías.

—Sí quedabas embarazada, esto es distinto, Maisy —. Respiró profundo para no molestarse y señaló la puerta—. Ve a bañarte por favor y cuando estés más fresca hablaremos.

Solo fue porque ansiaba quitar el efecto del alcohol de su cuerpo que la hacía sentir nerviosa y algo mareada y quitaba todas sus capacidades para pensar claramente. Se dio un baño que sentía necesitaba, con el agua algo más fría de lo normal tal como Darrin la había pedido y cuando terminó y se secó rápidamente, regresó al dormitorio únicamente con su camisola y el resto de su ropa en la mano.

Darrin le había ordenado algo de comer mientras ella estaba en el baño y lo había acomodado todo en una bandeja sobre la cama.

—¿Mejor? —. Asintió y se sentó—. Bien. No puedo casarme contigo, Maisy.

Lo miró con medio sándwich en su boca y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No llores, por favor, no lo digo porque no quiera, pero no puedo.

—Sí puedes —protestó.

—¿Y donde acabaríamos? No tengo nada para ofrecerte que sea mío y casándonos en secreto tendremos que abandonar a nuestras familias ¿Dónde viviremos? ¿Qué comeremos? No tengo nada.

—No me importa —aseguró sin un ápice de duda en su mirada—. No necesito lujos para ser feliz, Darrin, solo quiero que estemos juntos, por favor.

—No sabes de lo que hablas, nunca has vivido en las calles, pero yo sí y es una vida que no desearía para ti. Es cruel, solitario y triste, no permitiré que pierdas tu estatus, Maisy.

—Me arruinarás si permites que me casen con ese hombre, tu no lo has visto, Darrin, es viejo y feo y desagradable... ¡Y ni siquiera huele bien! —. Verla llorar empezó a destrozarlo por dentro y no supo que hacer para consolarla—. ¿Qué clase de vida me esperará junto a ese viejo? Tiene como cuarenta años más que yo. No lo aceptaré.

—No tendrás una mejor vida conmigo. Podré no ser viejo o gordo, pero estaremos en la ruina y la pasaremos mal, podríamos enfermarnos y morir o nuestros hijos podrían enfermar y morir. ¿Realmente quieres quedar embarazada y dar a luz en un basurero? —. Ella negó—. ¿O que tus hijos no tengan ropa? ¿O juguetes? ¿Qué pasen hambre? Al menos con este viejo feo y desagradable, tendrás una vida estable.

—No puedes decirlo enserio, no puedes...Pero claro, como tu no eres quien debe casarse contra su voluntad, no te molesta —bufó y se puso de pie.

—¿Cómo te atreves a decir algo como eso, Maisy?

—¡Es la verdad! Te has rendido sin siquiera luchar por mi o intentarlo.

—¡Te haría más daño intentándolo que simplemente dejándote continuar con tu vida!

—¿Vida? ¿Qué vida? ¡No tengo vida! Debo casarme con un viejo que no conozco y darle hijos ¿Qué pasa con lo que yo deseo? ¿uhm? ¡Quiero viajar! ¡Quiero amar a mi marido! ¡Realmente querer servirle porque fue mi decisión y no porque me obligaron!

—Estás siendo inmadura.

—¡¿Inmaduro es querer libertad?!

—La vida no es un cuento de rosas, Maisy, la gente no construirá el mundo para ti, tu te construyes para el mundo.

—¡Tonterías! No estoy pidiendo un asiento en la presidencia, estoy pidiendo algo básico y humanitario que es elegir con quien deseo pasar mi vida, a quién deseo entregarle mi cuerpo y yo ya te elegí a ti, Darrin.

—Ni siquiera me conoces, podría ser un monstruo, podría querer hacerte daño...

—Ay, por favor, ambos sabemos que es mentira.

—¿Cómo lo sabes? No me conoces, me has visto dos veces nada más.

—Las mujeres podemos ver más allá de las apariencias.

Él se rio.

—Ahora resulta tienen superpoderes.

—¡No te burles!

—¡No seas tan ilusa, Maisy! Por favor, te lo pido, no puedes casarte conmigo sin conocerme y sabiendo que te esperara una vida de miseria.

—Vida de miseria la que me espera de estar con ese viejo, ¿por qué no lo conoces ¿uhm? Intenta estar un segundo a su lado sin hacer arcadas ante su desagradable olor, pareciera que no se baña.

—Pero te dará oportunidades que yo no puedo.

—¡A la mierda las oportunidades! ¡¿Ves esto?! —dijo y empezó a señalar sus joyas—. Puedo venderlas, tengo toneladas en mi casa, las venderé todas. ¡Todas! Venderé mis vestidos también, harás suficiente dinero con eso para empezar tu negocio. ¡Venderé mi caballo! No lo necesitaré, planeo quedarme en la casa que tengamos, no debe ser una grande, estaré bien con una casa pequeña solo para nosotros.

—No sabes lo que dices —insistió negando, pero ella continuó.

—Trabajaré, mientras tú te concentras en crear un negocio, tu padre lo hizo y tu también puedes.

—Mi padre tuvo suerte al encontrar una mina repleta de oro y también se ganó la herencia de su padre, pero yo...No tendré ninguna de esas dos cosas.

—Igual podrás, eres inteligente.

—No me conoces.

Le sujetó el rostro para que lo mirara y él se rehusó.

—Ningún hombre cruel y tonto se preocuparía tanto por mi bienestar como lo haces tu en estos momentos negándote a estar conmigo. Quizás no conozca toda la historia de tu vida, pero esos detalles los descubriremos en el camino, se lo básico y es que eres un buen hombre, Darrin y me encanta. La forma como me siento estando contigo...La felicidad que me inundad, es algo que nunca antes pensé sentiría por alguien.

Negó, cerrando los ojos ante sus manos acariciando su rostro y la apartó.

—También me siento de esa forma, pero no puedo, Maisy...Debes continuar con tu vida sin mí.

Gritó furiosa y lo empujó con sus dos manos consiguiendo que el retrocediera.

—¡No tengo vida, maldito...maldito... ¡Chimpancé!

Se detuvo en absoluto silencio después de eso y apretó los ojos maldiciendo para sus adentros. Darrin la miró apretando una sonrisa en sus labios hasta que ya no pudo ocultarla y empezó a reír.

—¿Chimpancé?

—No digas nada.

—¿Es lo mejor que pudiste pensar?

—Shh, no te burles —pidió, pero también se encontró sonriendo antes de que su sonrisa se convirtiera en lágrimas—. Te necesito...

Su débil susurro le destrozó por dentro cuando se encontró a si mismo acercándose a ella para abrazarla y consolarla contra su pecho. Peinó su cabello húmedo y besó su frente, refugiándola contra su pecho. Ella apartó la bandeja con la comida de la cama y lo miró de reojo, esperando que aceptara acompañarla.

Lo pensó por unos minutos mientras el silencio se sostenía entre ellos y simplemente se miraban. Sabía que lo correcto era alejarse y dejarla dormir un rato antes de llevarla de regreso con su padre, pero terminó acercándose a su cuerpo por la espalda.

Apartó su cabello hacia un lado para poder besar su cuello y deslizó la manga de su camisola dejando su hombro desnudo para besarlo. La sintió jadear cuando sus besos subieron por su piel hacia su mandíbula y ella no se negó a girar en sus brazos y besarlo lentamente.

Le levantó la camisola hasta poder quitársela por la cabeza dejando todo su cuerpo desnudo ante el suyo y sus manos regresaron a su cintura, esta vez sintiendo su piel contra la suya y como sus curvas se apretaban en sus brazos.

Cuando ella se acostó en el centro de la cama y esperó por él, se tomó su tiempo para admirarla en lo que empezaba a desabrocharse el chaleco, la camisa y el resto de su ropa.

Tenía su monte de venus intacto, creciendo únicamente entre sus piernas, cubriendo las partes que debían ser cubiertas, el resto de su cuerpo estaba cubierto por una delgada capa de vello que en nada se asemejaba a los vellos que los hombres tenían en las piernas o axilas. La mayoría de las mujeres en esas fechas no se rasuraban o elegían si querían hacerlo y, por lo tanto, Maisy jamás se había depilado o afeitado en ninguna parte de su cuerpo.

Era hermosa, sus curvas tan provocativas, sus senos de un generoso tamaño, extendiéndose hacia los lados cuando esperaba por él en la cama y el monte entre sus piernas tímidamente apretadas, ocultando una parte de ella que Darrin ansiaba.

Conservó su pantalón al trepar en la cama para volver a ella y besó su vientre varias veces en su ascenso hacia su boca. Ella se retorció debajo de su cuerpo, jadeando y le acarició el cabello cuando él se detuvo en sus senos para besarlo y chupar sus pezones.

—Te extrañé —susurró ella contra su boca.

Darrin la besó y acarició su cadera, pegándola a su cuerpo.

—También te extrañe.

La besó y tocó su cuerpo, explorando cada rincón de este para memorizarlo. Besó sus muslos, en el camino hacia su sexo y la notó sonrojándose cuando enterró su rostro entre sus piernas. Le gustaba saber que era el único hombre que alguna vez la había tocado o visto de esa forma, le reconfortaba y escucharla gemir y excitarse con su atención le alegraba.

—Hazme tuya otra vez, por favor.

Se retiró el pantalón para guiarse hacia su interior y ella volvió a besarlo y se tensó al sentirlo adentrándose en ella. Lo abrazó con sus piernas y brazos y gimió en su boca, apretando los ojos ante las sensaciones que le llegaron. Lo sintió gemir en su boca y acarició su mejilla, pegando sus frentes ante cada embestida. Cuando él empezó a ir más rápido y más fuerte, se tensó y un gemido más fuerte escapó de entre sus labios, el cual tuvo que cubrir mientras lo sentía reír contra su cuello.

—Escucharte gemir es música para mis oídos —lo sintió susurrar con su voz más grave erizándole toda la piel—. Me encanta que disfrutes.

—Me encanta d-disfrutar contigo.

Se arqueó al alcanzara el orgasmo y permaneció en la cama debajo de su cuerpo hasta que él acabó en su interior y se dejó caer sobre su pecho.

No le molestó que la aplastara con su enorme figura y, de hecho, le gustó. Sentirlo tan cerca y tan vulnerable, le permitía conocer una parte de él que no conocería de otra forma.

Empezó a acariciar su cabello, todavía respirando de forma agitada y cerró sus ojos un momento al igual que él para descansar.

—Has tiempo —susurró finalmente y ella lo miró con el ceño fruncido—. Retrasa la boda todo lo que puedas ¿sí? Solo dame tiempo.

Se sentó inmediatamente en cuanto él se arrodilló entre sus piernas.

—¿Tiempo?

Darrin asintió.

—Déjame conseguir dinero y una casa ¿sí? Me conseguiré un trabajo también, tan solo necesito un mes...dos como mucho, pero prometo que lo lograré, simplemente necesito que me consigas ese tiempo. ¿Podrás?

—Sí, por supuesto que sí —. Se lanzó sobre él para besarlo y Darrin la envolvió con sus brazos y se dejó caer hacia atrás sobre el colchón, con su cuerpo recostándose en su pecho—. Seré la mejor esposa que pueda haber, te lo prometo, te obedeceré y tendremos muchos hijos.

—Sé que sí, nena...No tengo duda de que serás asombrosa.

Después de eso, la ayudó a vestirse y la llevó hasta el bote para que cruzara el río. La besó intensamente antes de que partiera y se quedó mirándola hasta que ella llegó a la costa del otro lado y se marchó corriendo hacia el salón de señoras donde su madre se encontraba tomando el té.

Darrin volvió a colocarse su sombrero para regresarse a la construcción y caminó en silencio, con las manos en los bolsillos de su tapado. Deseaba tanto que la solución simplemente le llegara desde los cielos como una señal de Dios que iba en el camino correcto, pero tenía poca fe o ninguna de que algo como es sucedería.

Llegó a la construcción y vio a su madre hablando con Oliver, sentada en un canasto de madera con una taza de té en sus manos. Jonathan le había entregado su abrigo, el cual ahora la cubría desde los hombros, para protegerla del repentino frío que había llegado desde la costa.

La cabeza de Olivia retumbaba por culpa de todos los ruidos a su alrededor y aunque Jonathan le había ofrecido ya varias veces el llevarla de regreso a la casa, ella insistía en quedarse.

—¿Por qué no vuelves? Nosotros estaremos bien e iremos en la noche con papá.

—No pienso dejarlos, no sé si ya te contó, pero saboteara a Sawyer esta noche y todos sabemos que la construcción de Central Pacific tiene más seguridad. Oh, Darrin, cariño ¿Dónde estabas? Tu hermano me dijo que te surgió algo.

—Sí, me crucé con unos conocidos. ¿De qué hablan?

—A mamá le duele la cabeza, pero se niega a irse a casa a descansar.

—No seas terca, mamá y ve a dormir un rato.

Ella volvió a negar manteniendo su postura.

—Esperaré aquí, además ya casi oscurece y una vez lo haga ya no habrá más ruido, así que no hay problema. Tal vez tenga una oportunidad de convencer a Jonathan de no ir.

—No me convencerás —intervino Jonathan uniéndose a ellos—. Es parte de los negocios y no hay nada que puedas hacer para impedirlo, además dada tu terquedad, supongo es momento sepas que los muchachos vendrán conmigo.

Oliver chasqueó la lengua y abandonó su asiento frente a su madre.

—Qué delicadeza —se burló y Jonathan se alzó de hombros.

—La forma como lo diga no cambiará su reacción.

—La cual es furiosa —señaló Olivia al ponerse de pie—. ¿En que estás pensando? ¡Dudo estés pensando! Ellos no irán contigo, Jonathan.

—Ya está decidido.

—¡Y una mierda! Si tu quieres matarte, ve solo, pero no arrastraras a mis hijos contigo.

—Fue decisión de ellos, nena, yo no se los propuse.

Olivia miró hacia sus hijos y antes de poder contenerse les cruzo el rostro de una bofetada a los dos.

—¡Vergüenza, debería darles vergüenza! Jugando con estas cosas... ¡¿Qué quieren morir antes de haber empezado a vivir?! Que su padre sea un salvaje no significa que deban imitarlo. ¡Deben ser más civilizados que eso!

—Sawyer nos atacó primero —señaló Oliver como si eso solucionara algo.

—¡¿Y qué con eso?! No solucionan nada poniéndose en riesgo, nos vamos a casa ya mismo —. Cuando Olivia dejó su taza y pasó entre ellos para ir hacia el carro, ninguno la siguió—. ¿Ahora resulta que tampoco me harán caso?

—Queremos quedarnos con papá.

—¡No! Vendrán conmigo a casa, no irán con su padre para acabar muertos, no lo permitiré.

—Ya son adultos, Olivia.

—¡Oh, no te atrevas a hablarme! —le espetó y se regresó hacia él—. No puedo creer me ocultaras esto todo el día. ¿Qué esperabas? ¿Qué me marchara y así no tendrías que decirme?

—Honestamente, sí, es exactamente lo que esperaba —contestó, sin molestarse en mentir—. Claramente aun no entiendes como funcionan las cosas aquí y...

—Entiendo perfectamente, Jonathan, deben ir con sus pistolas jugando al tiro al blanco como si fueran animales salvajes, pero no me importa. Mi casa, mis hijos, mis reglas. Y ellos no irán contigo, tu has lo que quieras, ya estoy cansada de andar cuidando tu trasero.

Arrastró a Darrin y Oliver hacia el carro en lo que ambos intentaban razonar con ella y Jonathan suspiró y la siguió.

—Olivia, espera un minuto, por favor —. No tuvo caso y hasta que no se adelantó y la arrastró del brazo hacia la carpa, para hablar a sola, ella no cedió a escucharlo—. Para por un momento ¿quieres?

—No, me niego a permitir que mis hijos crucen ese río.

—No es tu decisión, Olivia, son grandes y pueden elegir solos.

—Claramente me han demostrado lo contrario eligiendo algo tan estúpido como seguirte a ti en tu juego de niños —. Lo señaló furiosa y brincó en el lugar, apretando los puños con ganas de gritar—. Y tú, Jonathan, no puedo creer lo permitas.

—No es algo que quiera, pero debo dejar que crezcan y decidan por sí solos.

—No.

—Olivia, tienen veintiún años, casi veintidós, déjalos, por favor. Estarán bien, yo cuidaré de ellos.

—¿Olvidándote de cuidar de ti mismo? No.

Se cruzó de brazos, negándose a cambiar de parecer y Jonathan sostuvo su mirada y maldijo.

—Joder, has lo que quieras.

El salió de la tienda bufando y Olivia lo siguió para decirle a sus hijos que subieran al carro. No le obedecieron y mantuvieron su postura de ir con Jonathan.

—Me van a terminar enfermando con todas las veces que me hacen rabiar, suban al carro, ya mismo.

—Perdón, mamá, pero realmente queremos ir con papá.

Maldijo y de haber podido, se habría arrancado los pelos.

No era como que pudiera arrastrarlos al carro contra su voluntad como habría hecho si fueran más chicos. Ambos la superaban en altura y estaba segura de que no habría podido moverlos de lugar de haberlo intentado.

Se quitó el sombrero maldiciendo y se sentó en un barril.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Jonathan.

—Pues nada, ya no me hacen caso...Al parecer son muy grandes para tomar sus propias decisiones, pero aun necesitan que mamá les cocine —. Bufó y se frotó la sien—. Esperaré aquí hasta que vuelvan, espero que sin heridas. 

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