Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

336K 42.6K 96.5K

Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
113
114
115
116
117
118
119
120
121
122
123
124
125
126
127
128
129
130
131
132
133
134
135
137
138
139
140
141
142
143
144
145
146
147
148
TRAILER OFICIAL.
149
150
151
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
163
164
165
166
167
168
169
170
171
172
173
174
175
176
177
178
179
180
181
182
183
184
185
186
PERSONAJES.
187
188
189
190
191
192
193
194
195
196
197
198
199
200
201
202
203
204
205
206
207
208
209
210
211
212
213
214
215
216
217
218
219
220
221
222
223
224
225
226
227
228
229
230
231
232
233
234
235
236
237
238
AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

136

2.3K 268 125
By AbbyCon2B

29 de agosto 1873.

Pleasant Hill, Iowa.

Olivia apoyó una mano en el respaldo de la silla de Jonathan con la cafetera en su otra mano y miró hacia sus hijos cuando los notó intentando hacer malabares con cuatro naranjas. Podían ser hombres grandes, pero tenía la sensación de que esos hombres grandes nunca dejarían de ser niños en presencia de la familia, especialmente cuando hacían reír a sus hermanas.

—Romperán un vidrio —avisó al pasar entre ellos para volver a la cocina.

Eli y Darrin atajaron las naranjas antes de que cayeran y volvieron a dejarlas en el frutero mientras bromeaban. Estaban desayunando en el comedor de los sirvientes, porque quedaba más cerca de la cocina y tenía suficientes bancos para todos, incluyendo los empleados. Era toda una novedad para los sirvientes el estar comiendo con la familia como si fuera un día cualquiera en sus vidas y al principio la incomodidad se había notado por parte de ellos, hasta que Darrin, Eli y Oliver habían empezado a jugar con las naranjas y las risas habían inundado el salón.

—¿Quiere unos pastelitos, Horsfall?

—No debería señora.

—Por favor, están recién salidos del horno, le gustaran —insistió y sostuvo la bandeja a su lado.

Edgar la miró un tanto inseguro y miró a Charlotte, sentada frente a él en la mesa, como si esperara obtener una señal sobre que debía hacer. Charlotte se encogió de hombros, igual de perdida que él y ambos terminaron agarrándose unos pasteles para poner en sus platos.

—¿Amor? —. Jonathan ni siquiera se lo pensó dos veces antes de agarrarse cuatro pasteles, pues sabía que en cuanto Olivia diera la vuelta a la mesa y se acercara a sus hijas, ellas arrasarían con todo—. ¿Puedo encargarles a los niños por hoy? Saldré con Jona y no estoy segura a qué hora volveré.

—Por supuesto —dijo Charlotte sin pensárselo—. Cuidaremos de todos con Bettie.

—Muchas gracias, Jona les dará la dirección exacta para que envíen por mí si algo sucede ¿sí? —. Sujetó la mano de Marie cuando fue a agarrarse seis pasteles de la bandeja y la dejó llevarse únicamente dos—. Come con la boca no con los ojos.

—Pero papá se agarró cuatro.

—Papá es veinte veces más grande que tú y también mayor —contestó y Marie bufó cuando vio que su padre mordía uno de sus pasteles con una sonrisa victoriosa.

Regresó a la cocina para sacar los otros pasteles del horno y cuando regresó y los puso en el centro de la mesa, planeaba volver a irse cuando Jonathan sujetó su mano y señaló su asiento libre. Sólo cuando él se lo señaló, se percató de que no se había sentado con toda la familia a desayunar, así que decidió tenían suficiente comida en la mesa para todos y se sentó junto a Jonathan.

Él le sirvió una taza de té y le alcanzó el azúcar.

Estuvieron desayunando en lo que charlaban o leían el periódico y finalmente, Olivia se retiró para darle el pecho a sus hijos antes de irse y los dejó en la guardería con Bettie.

—Ya les he dado el pecho a los tres y ahora se han quedado jugando —le explicó a Bettie en lo que terminaba de acomodarse el vestido—. A eso de las diez tal vez te pidan algo, les he dejado una compota de manzana en la cocina y Charlotte les hervirá unas verduras para hacerles un puré para el almuerzo, Geordie y Grayson pueden comer carne cortada bien pequeña, pero a Lizzie no le des ¿de acuerdo? Quiero esperar a que empiece a tener dientes.

Bettie asintió recordando toda la información y Olivia se acercó al corral para darle un beso a los tres y sonrió cuando Grayson se colgó de su cuello.

—Mami vendrá más tarde ¿sí? Se portan bien y hacen caso. Los amo mucho.

Se marchó y en la puerta principal encontró que sus hijos más grandes y Jonathan ya la esperaban. Tomó su sombrero, que iba a juego con su vestido y lo abrochó sobre su peinado para que no se volara con el viento.

—Ayuden a Charlotte, por favor —pidió a sus hijas más grandes antes de irse—. He dejado todo para que preparen el almuerzo y yo pasaré por el mercado cuando vuelva y veré si consigo pescado para la cena.

—No me gusta el pescado —le recordó Emma.

—Lo sé, cielo, a ti te haremos algo de carne ¿sí?

Se colocó la chaqueta que iba sobre el torso de su vestido y le abrochó el único botón que tenía antes de tomar su sombrilla pequeña y salir de la casa siguiendo a Jonathan.

El parasol era un accesorio muy común en esas fechas, especialmente los días donde el sol ardía con tanta fuerza que debía proteger su piel de tornarse roja y consideraba que tener un parasol era muy útil, especialmente para ella quien tenía una piel sumamente sensible al sol.

Subió en el carro que los llevaría a la ciudad y sus hijos subieron detrás de ella.

El viaje hasta la ciudad era relativamente corto, eso representando un trayecto de dos horas que recorrían sin prisa alguna, tomándose su tiempo para apreciar el paisaje, charlar o leer un rato. Sus hijos se habían traído unos libros de bolsillo con los cuales podían entretenerse en lo que hacían el viaje y Jonathan estaba mirando por la ventanilla, con Olivia recostándose contra su hombro y sujetando su mano.

Omaha era una ciudad bastante lodosa y con demasiados perros en las calles sin hogar donde vivir y considerados de la gente, pues siempre había alguien que les tiraba algo de comer.

Pasaron junto a la iglesia, la cual Olivia señaló quería visitar y continuaron el trayecto por el camino y sobre las vías del tren hasta dar con la costa del río Misuri.

Jonathan bajó primero para sostener la puerta por ella y en cuanto puso sus pies en la tierra, agradeció haber elegido un vestido cuya falda no llegaba a arrastrarse o habría acabado cubierta en barro.

Le llegaron múltiples sonidos ensordecedores al mismo tiempo, desde el constante martilleo en metal de la fábrica que producía los rieles y enormes clavos que usaban los hombres para sostenerlos en lugar hasta los carros que circulaban de un lado para otro transportando tablones o materiales para crear la ruta sobre la cual empezarían el puente. Había muchas voces, hombres gritando para hacerse oír por sobre el ruido y humo en el aire, proveniente de la fábrica, lo cual le recordó aquello que Jonathan le había dicho: No era un ambiente para mujeres.

—Quédate junto a mí ¿de acuerdo?

Asintió y empezó a seguirlo hacia unas carpas que había hacia la costa del río, entre todas las vías que circulaban por la zona y por donde cada tanto pasaba algún tren.

Le alegró ver algunos rostros familiares, aparte de Jonathan y su hijo, pues también estaban Sheridan y Derby, este último a quién abrazó cálidamente. Hacía tiempo no lo veía y él hacía tiempo no veía a su familia, así que lo primero que preguntó fue cómo estaba Jian y sus hijos.

—La última vez que la vi estaba bien, muy atareada en la granja, pero se ve muy sana y contenta.

—Les mande unos paquetes con regalos, pero no sé si le llegaron.

—Cuando yo la visité no mencionó paquetes, pero seguro te escribirá en cuanto los reciba.

Derby asintió y la siguió hacia el interior de la carpa donde Jonathan dirigía sus negocios.

No intervino mucho durante la conversación de los hombres, no tenía nada que aportar y tampoco sabía sobre trenes, pero quería salir e inspeccionar el entorno y ver a los hombres trabajar. Había muchas diferencias y similitudes entre el futuro y el pasado y aunque después de doce años, Olivia imaginaba que su época ya ni siquiera debía verse como la recordaba, tenía un vago recuerdo de cómo era mil novecientos setenta y podía compararlo con mil ochocientos setenta y tres. Algo que casi no había cambiado era la construcción. Seguía siendo un trabajo de hombres incluso en mil novecientos setenta, no porque las mujeres no pudieran acceder a él, sino porque no lo escogían, era un trabajo con gran demanda física que Olivia no podía imaginarse realizando, era agotador para los hombres y terminaría matándola a ella de tener que intentarlo.

En cierta forma le agradecía a Jonathan por siempre haberla protegido de ese tipo de labores, poniéndose a sí mismo al frente para realizarlo, gracias a su excesivo cuidado de ella, podía decir que no había vivido tan mal como podría haber vivido en sus primeros años en mil ochocientos sin él.

Lo miró desde el rincón de la carpa y sonrió.

Era todo un hombre de negocios, desde su traje y el sombrero, hasta el carácter y la postura. Aunque él no lo reconociera, era también un hombre inteligente con demasiadas inseguridades que Olivia sabía eran culpa de Wright por presionarlo demasiado cuando era niño. Suponía que en las inseguridades de Jonathan era donde entraba su papel como esposa para motivarlo y hacerle ver lo realmente talentoso que era y podía llegar a ser si tan solo confiaba en sus conocimientos un poco más.

Miró hacia afuera de la carpa sin salir de esta y percibió que los trabajadores estaban empezando a colocar los tablones entre los rieles de la vía y que debían empezar a elevar el puente a través del río para recuperar lo que Sawyer les había destruido. Todo un mes de trabajo ahora se perdía bajo el agua por su culpa.

—Deberíamos matarlo —soltó Derby sin previo aviso y Olivia regresó la mirada confundida.

—¿Matar a quién?

—A Sawyer Simmons, señora —respondió uno de los muchachos que trabajaba para Jonathan—. ¿Sabe quién es? Nos ha destruido nuestro progreso.

—Oh, sé perfectamente quien es y nada me alegraría más que verlo muerto, pero me temo no será posible ¿o sí?

—No —coincidió Jonathan—. Pero podemos destruir sus máquinas para impedirle progresar. Pensaba que podríamos cruzar el río en la noche y sabotearlo como él hizo con nosotros.

—¿Y quienes irán? —inquirió Sheridan.

Jonathan se señaló a sí mismo y a Derby y alzó los hombros.

—No lo sé, Morgan, Simmons tiene más seguridad que nosotros.

—Y más armas —agregó Olivia—. Además, el acuerdo entre ustedes no te protege de que te haga daño.

—Estará oscuro.

Miró hacia los hombres que los miraban y finalmente suspiró, tomó a Jonathan del brazo y lo arrastró fuera de la tienda para hablar con él en una zona privada donde no lo dejara en vergüenza frente a sus compañeros.

—No irás, Jonathan, no me comentaste que tu planeabas ir cuando lo discutimos anoche.

—No pensé que fuera tan importante, es un viaje corto y sencillo.

—Nada es sencillo cuando hay armas de por medio. ¿Eres tonto o te haces? ¡Te pueden matar! ¿Y qué hare yo con tantos niños y sola si te matan?

—Tendrás mi herencia.

Le dio un manotazo sin poder contenerse y volvió a darle otro furiosa por su sugerencia, él se cubrió con el antebrazo y rio.

—¡No quiero tu estúpida herencia, jodido idiota! ¿Cómo te a través a sugerirlo? Como si el dinero solucionara algo, no quiero tener que enterrar a mi marido y por lo tanto no quiero que estés en medio de un campo repleto de hombres armados.

Jonathan sujetó sus manos para que dejara de darle suaves manotazos y atrajo sus dedos hacia sus labios para besarlos.

—Estaré bien ¿sí? Pero no puedo enviar a mis hombres a cruzar el río mientras yo me quedo muy cómodo en mi carpa, no es honorable hacer eso. Además, debo cuidar de Derby —agregó regresando a la carpa—. Conseguirán que le maten si yo no estoy.

—Te escuche —canturreó Derby cuando regresaron—. Yo puedo ir solo, creo que hasta podría ser más rápido de esa forma.

Jonathan negó inmediatamente, un hombre solo en terreno hostil era mala idea, podían matarlo o tomarlo prisionero y considerando que Sawyer había accedido a dejar a las familias fuera, imaginaba que estaba en busca de cualquier excusa para hacerle daño.

Olivia se quedó mirándolos con los brazos cruzados y malhumorada. No le gustaba mucho la idea de que Jonathan se pusiera en peligro y ya podía ver que no volvería a la casa temprano esa noche, pues seguramente se quedaría a vigilar que Jonathan no regresara herido o que regresara en primer lugar.

Salió de la carpa bufando y cuando Jonathan la vio empezar a alejarse por el barro, la señaló y Oliver y Darrin fueron detrás de ella.

Olivia caminó con pasos firmes y un bufido escapando de sus labios cada vez que avanzaba. Iba dejando sus pies marcados en el lodo y tenía que levantar un poco su vestido para evitar que se le ensuciara, pero finalmente logró salir de la zona de construcción hacia el camino de tierra seca y empezó a caminar por la calle con sus hijos siguiéndola.

—¿A dónde piensas ir? Es mejor que vuelvas con papá.

—Debo alejarme un momento de tu padre o terminaré estrangulándolo yo misma... —bufó—. ¿En qué piensan los hombres? ¿Uhm? Guerra, guerra, guerra, muerte, piu, piu... ¿Qué acaso no tienen en consideración a sus mujeres? ¿Sus hijas? Oh, pero ya les digo, como le disparen, voy a retorcer la bala dentro de sus tripas antes de sacársela. ¡Jodido imbécil!

Darrin y Oliver se miraron de reojo y retrocedieron un poco sus pasos para caminar por detrás de Olivia y evitar que terminara lanzándoles un manotazo a ellos en medio de su furia.

Se detuvo en seco y regresó sobre sus pasos dejando a sus hijos atrás.

—¿Y ahora?

—Olvide el dinero —la escucharon responder y la siguieron hacia la carpa.

Olivia entró y se acercó a Jonathan para rebuscar en los bolsillos de su chaqueta, él apartó sus brazos del camino y le besó la sien mientras ella inspeccionaba en busca de la bolsa con monedas. Rodó los ojos ante sus besos y cuando planeaba marcharse, él la sujetó de la muñeca y tiró de su cuerpo para que se quedara a su lado.

—Yo te acompaño a hacer las compras, espera un rato ¿sí?

Quiso negar, pero él la mantuvo agarrada de la mano para que no intentara huir y acabara metiéndose en problemas. Terminó cediendo solo porque le había prometido que no se alejaría de él mientras estuvieran en la ciudad y porque sus hijos claramente tenían otras obligaciones aparte de seguirla por todos lados.

Esperó sentada no supo por cuanto tiempo hasta que Jonathan recupero su sombrero para ponérselo y señaló la salida de la carpa, permitiéndole ir primero.

—Te dije que te quedarás en casa —le comentó mientras la seguía hacia el camino de tierra—. Te ibas a aburrir, era evidente.

—No estoy aburrida, me gusta verte trabajar, pero detesto que te pongas en peligro sin motivo.

—No voy a discutir contigo por eso, Olivia, debo proteger mi trabajo y tu misma me dijiste que debía atacarlo.

—Dije que debías enviar a unos hombres a hacerlo —corrigió—. No que fueras tú.

—No es correcto, esos hombres también tienen familias y yo no obligaré a nadie.

Sabía que no era correcto y se sentía terrible por si quiera planteárselo, pero no quería que Jonathan saliera herido o muriera. Según su madre Jonathan no moriría ¿pero ¿Qué tal sucedía y alteraban todo el futuro? Nadie sabía hasta qué punto controlaban sus caminos y por lo tanto debían tener cuidado.

Él se adelantó para caminar a su ritmo y tomó su mano en la suya.

—Estaré bien, ángel. No te preocupes.

Decidió olvidar su enojo que no los llevaba a ninguna parte y entrelazó sus dedos con los de él para continuar caminando.

—¿A dónde iremos?

—Quiero hacer las compras y enviar a Oliver a casa con todo para que se los deje a las muchachas, así tendrán para cenar. ¿Hay alguna feria por aquí?

Jonathan asintió y la llevó hacia la avenida y cerca de la iglesia, hacia la plaza donde se montaban todos los puestos de ventas. Desde verduras y carnes, hasta adornos y telas. Tuvo que pegarse a Olivia para no perderse entre todas las señoras haciendo las compras con sus hijos, era un mercado bastante humilde para los de su clase, pero a Olivia no parecía importarle.

—Buenos días, señora. ¿Quiere una bolsa? Elija usted sus verduras, son de buen tamaño y están frescas —. El hombre le entregó una bolsa de tela y Olivia empezó a elegir algunos tomates de generoso tamaño y pimentones. Le entregó la bolsa al vendedor para que lo pesara y fue eligiendo otras verduras—. También tengo unas naranjas muy jugosas, señora, mi mujer las usa para preparar jugo para los niños.

Olivia se llevó también algunas naranjas y continuó con las compras; pescado para la cena y carne para Emma. Se regresó con Jonathan sin mucho apuro, caminando con sus manos unidas y cada uno llevando una bolsa e hizo algunas paradas para mirar las vidrieras.

—Podríamos llevarle una muñeca a Katherina ¿no crees?

—¿Otra? Ya le dimos una ayer por su cumpleaños.

—Sí, pero aún le debes su gato y ambos sabemos que no se lo darás pronto —. Entró en la tienda arrastrando a Jonathan con ella para que la acompañara y eligió una de las muñecas de trapo que estaban a la venta—. Le encantara, ella ama jugar con muñecas.

—No veo para que quiere más si ya tiene una colección.

—Pues es una niña, Jona, a los niños les encanta recibir cosas nuevas —. Metió a la muñeca dentro de la bolsa de tela en lo que abandonaban la tienda y volvió a tomar su mano para caminar—. ¿Qué haces durante tu día de trabajo? Claramente esto de hacer las compras es una excepción porque yo estoy aquí.

—Solo superviso a los trabajadores y a veces les ayudó un poco. Es bastante aburrido y repetitivo.

—Oh, pero apuesto te has de ver muy guapo dando órdenes y clavando tablones entre los riles con esos enormes y pesados martillos —. Le apretó el brazo, sintiendo su musculo debajo y él se rio—. Mi hombre fuerte.

—Deja de meterme ideas indecorosas mientras estamos en la calle, traviesa.

—El de mente sucia eres tú, yo solo halago tu fuerza —se burló y Jonathan rodó los ojos en lo que negaba—. Me gusta pasar el tiempo contigo, siento que con los niños y tu trabajo nos hemos distanciado bastante.

—También lo siento de esa forma —confesó—. No pensé sucedería cuando nos mudamos a la mansión.

—Yo tenía mis miedos, pero pensé lograríamos permanecer unidos.

—Bueno, técnicamente aún estamos unidos, simplemente debemos aprender a organizarnos mejor. Además, en cuanto termine con el puente estaré más libre —dijo en lo que cruzaban la calle y tiró de ella para que cambiara hacia su otro lado y le diera la mano. De esa forma la alejaba de los carros que circulaban y la dejaba del lado de los edificios.

—Pero apenas has comenzado con el puente, solo Dios sabe cuánto tiempo les tomará.

—Se pasará rápido, ya verás. Y yo no tendré que supervisar cada segundo, una vez hayamos progresado, podremos volver a casa y quedarnos allí tranquilos.

—Espero no demoren mucho en llegar a eso entonces.

—Verás que no. ¿Aun quieres visitar la iglesia?

Asintió y se desviaron hacia los escalones de cemento que llevaban hacia la enorme puerta principal.

—Quiero encender una vela en honor a Luke, este mes habría cumplido diecinueve años —. Sonrió de solo imaginarlo y sus pasos retumbaron entre los bancos cuando fueron hacia la mesa de velas—. Creo que le habría gustado Iowa con todo el paisaje y las vacas.

—Sí, le habría gustado.

Olivia tomó una de las velas apagadas y la encendió con la llama de las que ya estaban encendidas. La colocó en el platillo junto a todas las demás velas y agregó una moneda al tarro de donaciones. Hacía tiempo que tenía más fe en la existencia de Dios, mucha más que Jonathan indudablemente y, por lo tanto, la iglesia podía darle cierta calma y paz y una sensación de consuelo cuando los días eran feos.

—También siento que le habría gustado esto de los trenes —agregó mirando hacia su vela encendida—. Quizás hasta podría haber creado su propia empresa férrea...Habría tenido mucho éxito...

—No te angusties, por favor.

Ella sonrió y contuvo las lágrimas al asentir.

—Estoy bien —susurró—. Estoy bien, mejor continuemos...Debo entregarle este pescado a Oliver para que lo lleve a la casa antes de que se ponga feo.

Jonathan la siguió de salida, consciente de que ella estaba haciendo un esfuerzo para no llorar y volvió a entrelazar sus manos, acariciándole los nudillos con su pulgar en un intento por consolarla. Olivia caminó, recostándose contra su hombro y en cierto momento, Jonathan dejó ir su mano para pasar su brazo por sobre sus hombros y poder apretarla así contra su cuerpo.

Caminaron en silencio por unos minutos, por las calles relativamente tranquilas de Omaha y Olivia logró calmarse con la caminata hasta que no sintió esas profundas ganas de sentarse a llorar.

Siempre que creía haber superado la muerte de Luke, llegaba agosto, más específicamente el catorce de agosto y se recordaba a sí misma que jamás lo superaría. Imaginaba todas las cosas que él podría haber logrado con sus hermanos, el maravilloso hombre que podría haber sido y como su vida se había acabado tan pronto y le dolía demasiado no poder remediarlo o saber que de remediarlo arruinaría todo lo demás. El equilibrio del Universo era demasiado delgado como para permitirse alterar algo, lo entendía ahora.

Regresaron a la zona de construcción y Olivia le entregó a Oliver la bolsa con las compras para que las llevara a la casa. Se metió en la carpa con Jonathan y durante un rato, simplemente lo estuvo viendo hacer planes con Sheridan y Derby, en lo que compartían sus ideas y preocupaciones e intentaban buscar una forma de acomodar todo para que la empresa siguiera funcionando.

—¿Qué comen cuando están aquí? —les preguntó cerca de la hora del mediodía cuando vio hacia el exterior y notó que algunos trabajadores se detenían para comer pan con carne o solo pan.

—A veces compramos algo en un bar, pero normalmente no comemos.

Olivia se regresó hacia ellos y sus ojos se detuvieron sobre Jonathan.

—Eso explica porque has estado perdiendo peso —bufó—. Peor que niños. A ver, dame algo de plata que iré a la feria otra vez.

—Sola no.

—Debo aprender a moverme sola, cariño, ya llevo doce años en este lugar —. Jonathan volvió a negar en lo que sacaba el dinero y planeaba pedirle a Darrin que la acompañara—. Por favor, estaré bien ¿sí? Confía en mí, si no vuelvo en dos horas puedes preocuparte.

—No quiero correr el riesgo.

—Debo aprender ¿sí? No puedo depender siempre de ustedes, no se preocupen —. Se fue hacia la salida de la tiende y le sonrió—. Volveré rápido, lo prometo.

No negaría que le dio miedo caminar sola hasta la feria por una ciudad que apenas conocía, pero al menos le ayudó para darse a sí misma esa seguridad que había perdido con todos esos años dependiendo de un hombre para acompañarla. Ni siquiera era seguro para los hombres caminar solos por la ciudad, así que tampoco hacía mucha diferencia que uno la acompañara, los ladrones robaban a hombres y mujeres por igual, sin discriminar razas o tamaños, así que, si le tocaba que la asaltaran, le tocaría con Jonathan, Darrin o sola.

En la feria ya no quedaba mucho tan cerca del mediodía y algunos puestos estaban cerrando para descansar hasta la tarde, pero logró conseguir unos buenos pescados y algunas verduras con las que podía preparar algo nutritivo. Solo le faltaba un fuego donde cocinar y utensilios, los cuales podía conseguir de regreso en la zona de construcción.

Consiguió algunos leños y encendió una fogata algo alejada de toda la construcción y maquinas peligrosas. Jonathan se alivió de verla de regreso y la dejó en sus cosas en lo que él regresaba a su trabajo. Olivia llamó a la puerta en las pequeñas chozas cruzando la calle frente a la construcción y consiguió que las señoras le prestaran una olla, una sartén y algunos platos y cubiertos para servir la comida. Fue hacia el rio, pensando que podía usar esa agua para cocinar una vez la hirviera, pero rápidamente descubrió que era incluso más sucia que el agua de un pantano, así que cambió de planes y decidió que usaría algo de grasa y lo haría todo frito.

La grasa la consiguió en una tienda general a tan solo unas tres cuadras y por un precio relativamente económico.

Estuvo agachada durante gran parte del tiempo que pasó cocinando, usando un barril para apoyar la tabla y poder cortar y asegurándose de que nada se quemara. Había olvidado lo difícil que podía ser cocinar en la intemperie y lo agotador que era un día teniendo algunas cuantas cosas para hacer.

Sirvió las verduras y el pescado en un plato para Jonathan y se lo entregó en la carpa junto con otro plato para Derby y Sheridan. Los tres apartaron sus papeles en cuanto la vieron llegar y le agradecieron al empezar a comer.

Sirvió otros platos para los hombres que había visto no traían nada para comer y los que solo habían comido pan. No era mucho lo que tenía para servirles, pero había comprado suficiente para todos. Algunos se mostraron sorprendidos de verla llegar con un plato o una bandeja donde les había servido y otros hasta pensaron que les cobraría por la comida y estaban preparados para rechazarla. Cuando los tuvo a todos sentados y comiendo algo verdaderamente nutritivo, se sintió orgullosa de sí misma y pudo permitirse sentarse a comer un poco de lo que había sobrado.

Le gustaba la sensación gratificante que le quedaba en el pecho después de haber ayudado a alguien. Y le recordaba a una época en la que se sentía útil todos los días, sintiendo que marcaba una diferencia en muchas vidas. 

Continue Reading

You'll Also Like

11.8K 897 15
"𝙈𝙮 𝙝𝙚𝙖𝙧𝙩 𝙞𝙨 𝙗𝙧𝙤𝙠𝙚 𝙗𝙪𝙩 𝙄 𝙝𝙖𝙫𝙚 𝙨𝙤𝙢𝙚 𝙜𝙡𝙪𝙚 𝙃𝙚𝙡𝙥 𝙢𝙚 𝙞𝙣𝙝𝙖𝙡𝙚 𝙖𝙣𝙙 𝙢𝙚𝙣𝙙 𝙞𝙩 𝙬𝙞𝙩𝙝 𝙮𝙤𝙪" Fama, d...
130K 23.2K 20
Séptima entrega de la Saga Ordinales
56.2K 3.8K 15
Mentiras y exageraciones llevan a Louis a convertirse en la mascota del principe del instituto, Harry Styles. Harry se hará pasar por el novio de Lou...
22K 1.7K 17
Izuku midoriya y unos compañeros de aula fueron obligados a participar en una guerra entre todos los países en un solo lugar donde uno de sus compañe...