Vidas cruzadas: El ciclo. #2...

By AbbyCon2B

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Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza... More

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS.
Un trailer que tenía guardado.
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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By AbbyCon2B

3 de enero 1873.

White Oak Lands, Minnesota.

Después del almuerzo Olivia se puso sus ropas como correspondía, pero se dejó el cabello suelto, pues no estaba de humor para esperar sentada a que Cate se lo recogiera y además le dolía un poco el cuero cabelludo por tenerlo atado todo el tiempo.

Jonathan continuó repasando todos los gastos en el libro de cuentas y se llevó un puñado de maníes a la boca para distraerse mientras leía. Tenían gastos bastante elevados que años atrás ninguno de los dos habría imaginado y, no obstante, se mantenían de maravilla. Poder ver ese libro, que normalmente Olivia y Charlotte manejaban, le daba cierta sensación de orgullo y comodidad.

—¿Qué debería preparar para el cumpleaños de Hardy? Siento que aburro a todos con el pastel de frutas.

—Prepara el de mora —propuso camuflando su sonrisa ansiosa con su vaso con agua.

—Tramposo, a ti te encanta el pastel de moras. No, debo hacer algo nuevo...Revisaré el libro de cocina en la tarde. También debo enviar las invitaciones, ¿pero a quién?

—¿A los amigos de Hardy?

—Hardy no tiene amigos —. Se detuvo ante sus propias palabras y bajo el lápiz que tenía en sus manos y suspiró—. Ninguno de ellos. ¿Acaso estoy haciendo algo mal?

—Claro que no, ¿Quién necesita amigos?

—¿Un niño de diez años? ¿Qué va? Todo el mundo mejor dicho. Quizás deberíamos enviarlos a la escuela del pueblo para que conozcan a otros niños, al menos a los más pequeños ¿no?

—No creo que sea buena idea con esta nieve.

—Obviamente no, pero en cuanto se derrita creo que podrían empezar sus clases e ir...Tener un mes libre en primavera quizás y luego retomarlas hasta Navidad.

La apoyó en su plan, como la apoyaba en prácticamente todas sus decisiones y se terminó el agua de su vaso y lo llenó otra vez de la jarra.

—Supongo que este año seremos solo nosotros y los Garnier... ¿Deberíamos invitar a los Westley? Sí, mejor los invitamos, ya son prácticamente familia.

Jonathan dejó su banco y rodeó la mesa para acercarse a ella y acariciarle los hombros desde la espalda, sin interrumpirla mientras lo anotaba todo en su libreta. Que trajera el cabello suelto le gustaba porque significaba que podía peinarlo con sus dedos y masajearle el casco donde sabía que a ella últimamente le dolía, probablemente por el cambio hormonal que le provocaba el embarazo.

Le encantaba su largo cabello, tan largo que colgaba por el borde del banco en el que estaba sentada y las ondas alborotadas que traía (todavía sin cepillar) le aportaban un atractivo volumen a toda su melena.

Respiró el aroma de su cabello y lo apartó hacia un lado para poder besar su cuello.

—¿Cuándo fue la última vez que te hice el amor, ángel?

Olivia se detuvo en sus notas con una sonrisa y cerró los ojos ante sus labios rozando su sensible piel.

—No lo sé, hemos estado bastante ocupados. ¿Tal vez una semana o dos?

—Imposible —sentenció con cierta exageración en su voz—. Debemos resolverlo inmediatamente.

—¿Ahora? Pero estoy ocupada, Jona.

—Luego sigues, pero tu marido te necesita, ángel. Desesperadamente requiero de la atención de mi bella esposa en el dormitorio —. Retiró el lápiz de su mano y la ayudó a ponerse de pie sin soltarla—. Tengo necesidades.

—No uses esa excusa conmigo porque te dejaré para que te atiendas solito.

—Vale, vale, tenemos necesidades —corrigió con media sonrisa.

Subieron las escaleras hacia el dormitorio, con Olivia riéndose por las cosas que Jonathan le susurraba al oído, sus pensamientos más perversos y algunas bromas inesperadas que le hacían soltar una carcajada. Olivia revisó que Geordie y Grayson estuvieran bien en la guardería con Bettie y finalmente llegaron a su dormitorio, donde Jonathan trancó la puerta a sus espaldas y se regresó a ella para aferrar su rostro con ambas manos y besarla.

—Me encanta que tengas el cabello suelto.

—Y no obstante siempre me pides que me lo ates.

—Cuando hay otros hombres, obviamente —espetó como si fuera algo que Olivia entendiera—. Es algo intimo para mí, casi tan intimo como que te presentes desnuda ante otro hombre.

Ella se rio y él le desabrochó el corsé.

—Sé que no lo comprendes, pero tiene un gran valor sentimental que me dejes ser el único que puede verte con el cabello suelto y no quiero perder ese privilegio.

Su sonrisa desapareció al percatarse de que genuinamente para Jonathan importaba y se giró en sus brazos, terminando de quitarse el corsé, ahora para enfrentarlo y rodearlo por el cuello para besarlo.

—Comprendo, Jona y lo respeto. Respetar tus creencias es lo menos que puedo hacer después de todo lo que tú has hecho por mí, todo lo que has aprendido para que yo me sienta más cómoda.

—¿No te molesta?

Negó y le empujó suavemente para que se sentara al borde de la cama.

—En cierta forma me gusta sentir que mi cabello suelto representa algo intimo en nuestra relación...Algo que solo tú y yo compartimos, en mi tiempo las relaciones a veces carecen de intimidad.

—Algunas veces realmente no me gusta cómo se escucha tu época.

Ella se rió y se sentó sobre él, apoyándole las manos en los hombros para no caer.

—Yo solía decir lo mismo de la tuya y aquí estoy, amando cada segundo de mi vida en este siglo a pesar de toda lo malo.

Respondió a sus labios cuando ella lo reclamó e invirtió lugares cuidadosamente para acomodarla debajo de su cuerpo sin que su vientre se viera apretado entre ellos.

—Está bien, admito que el asunto de...el placer me llama.

—¿El sexo?

—Eso —contestó y ella sonrió—. Ustedes parecen hacer cosas que yo no me plantee hasta que te conocí.

—Harvie tiene datos más interesantes, en su tiempo son incluso más alocados por lo que me ha contado, podrías preguntarle.

—No voy a hablar de sexo con Harvie —rechazó horrorizado y ella se rió—. Lo último que necesito es que piense me interesa o algo.

—Dios te libre —se burló.

—Exacto.

Le levantó la camisola mientras descendía sobre su cuerpo y repartió besos por su vientre hacia el monte de venus entre sus piernas. Ella se arqueó de placer y gimió en cuanto sintió sus dedos deslizándose lentamente entre sus pliegues y hundiéndose en su interior. Jadeó con sus labios en sus muslos y su lengua barriendo su piel y apretó las mantas en cuanto su boca llegó hasta su clítoris y lo chupó suavemente, provocándola con su lentitud.

Si no hubiera estado de seis meses, le habría lanzado a la cama para montarlo como una demente y probablemente lo haría una vez diera a luz y fuera seguro.

Estuvo un rato disfrutando de sus caricias y sus labios, besándolo y ayudándole a desnudarse para que sus cuerpos acabaran pegados como imanes, libres de obstáculos. Gimió en su boca cuando lo sintió apretándose lentamente entre sus pliegues y abrió las piernas para recibirlo en su interior.

Su calma y pasión la abrumaba, porque podía sentir en la forma como la tocaba y la besaba, que le hacía el amor con cada poro de su cuerpo y la amaba. Que él la amara le encantaba y ahora que las dudas habían sido despejabas y le quedaba toda una vida de infinitas e inesperadas aventuras en su camino, todo lo que quería hacer era amarlo de regreso.

—¿Te casarías conmigo?

Su pregunta la confundió en medio de su respiración acelerada por el orgasmo y se quedó en sus brazos, sonriendo e intentando calmar su acelerado corazón.

—¿Qué? Pero ya estamos casados.

—Lo sé, pero quisiera volver a hacerlo, no tiene que ser este año o el que viene, pero me gustaría pudiéramos volver a presentar nuestros votos realmente deseándolo esta vez.

—¿Qué sea nuestra elección? —. Jonathan asintió y acarició su vientre, yaciendo de lado junto a ella en la cama—. Me encanta la idea, Jona. Por supuesto que me casaría contigo.

Él sonrió, con la misma emoción que recordaba haber sentido la primera vez doce años atrás, incluso antes de saber que la amaba y unió sus labios, acariciándole el vientre hacia el ombligo y luego hacia su mejilla.

Se quedaron en la cama por un rato, con Olivia intentando retomar la actividad varias veces y Jonathan reteniéndola en el lugar al empezar una nueva charla sobre algo que a ella le interesaba. Realmente le gustaba estar pasando el día con ella de esa forma, como no lo disfrutaban en hacía ya un tiempo y la paz de saber que ya no había peleas entre ellos le reconfortaba.

Estaba ansioso por la llegada de Elizabeth a sus vidas y todo lo que podría representar. Quería imaginar cómo se vería en sus brazos y que tantas cosas cambiarían para ellos en los próximos años. Sus hijas estaban creciendo y algunas pronto se casarían y partirían a hacer sus vidas. Sus hijos se irían a la Universidad y eventualmente también encontraría a una mujer con la que instalarse dejándolos a ellos atrás y una vez todos sus hijos se hubieran marchado y ya no le quedara nadie, la única persona que permanecería a su lado era Olivia. La única que con el pasar de los años y sin importar las circunstancias no lo abandonaría era ella, su esposa y la persona que lo acompañaría hasta el último de sus días con vida.

—Ya deberíamos levantarnos, se nos pasará todo el día.

—Que se pase, ya has enviado las cartas así que lo más importante está hecho.

—Sí, pero tenemos hijos ¿recuerdas?

Se encogió de hombros y la retuvo en la cama con su brazo.

—La niñera se hará cargo y si nos necesita vendrá a buscarnos.

Olivia no estaba muy a favor de sus palabras, pero debía reconocer que estar en la cama con él la relajaba y era justamente lo que necesitaba en esos días de tanta frustración.

—Pero nuestras familias, deberíamos pasar tiempo con ellos también.

—Tenemos todo el año, Liv, permitirnos un día para estar juntos no hará daño.

Se quedó acostada en sus brazos, acariciándole el torso y dormitando con los masajes que él repartía por su cintura y su cabello. Charlaron sobre el pasado, reviviendo todas sus aventuras con cierta melancolía y repasaron todo lo que harían esa semana y la siguiente hasta la cena con los Simmons. Jonathan le habló de su trabajo y acordaron varias cosas para el nacimiento de Elizabeth y en cierto momento también se durmieron por al menos una hora y cuando despertaron el sol estaba empezando a ocultarse.

Ya no pudo retener a Olivia y tampoco lo intentó, era momento de que ambos se levantaran y terminaran lo poco que les quedaba por hacer en ese día para cenar y volver a la cama.

Jonathan la siguió por la casa, ella cargó a Geordie y el llevó a Grayson hacia el salón y mientras Olivia retomaba las notas y amamantaba a Grayson, Jonathan se sentó en el suelo junto a la estufa para jugar con Geordie y sus muñecos de madera.

—¿Deberíamos preocuparnos por lo lento que ha progresado Geordie en los últimos meses?

—No lo creo, tiene cierto retraso en la movilidad, pero su nivel cognitivo es más elevado que el promedio de sus niños, lo cual compensa por lo otro.

Jonathan miró a su hijo con el ceño fruncido y luego hacia Olivia.

—No lo veo más elevado que nada.

—Claro que sí, sabe razonar cosas muy complejas y es muy sociable y compañero. A su edad normalmente los niños son muy egocéntricos y centrados en sí mismo.

Jonathan volvió a mirar a su hijo, quien se encontraba babeando uno de sus juguetes y mirando el fuego de la estufa chispear y no terminó de ver lo que Olivia veía, salvo que Geordie debía estar aprendiendo a gatear y apenas podía sostenerse sentado por su cuenta.

Lo alzó en sus brazos cuando se puso de pie y se sentó en el sofá, dejando que él se acostara contra su vientre con sus piernas colgando hacia el suelo y empezara a babear sus juguetes mientras miraba hacia su madre al otro lado del salón. Tenía ojos grises como Jonathan, aunque estos habían sido marrones por un corto periodo de tiempo después de su nacimiento y con eso Olivia había perdido absoluta esperanza de que alguno de sus hijos tuviera sus ojos marrones, después de todo Elizabeth también tendría los ojos grises de su padre.

La puerta del salón estaba abierta y por allí, Jonathan pudo ver cuando su hija Laurissa bajó el último escalón de la escalera con la cola de su vestido arrastrándose un poco por el suelo y corrió hacia ellos.

—Papá, he visto el carro de Parker llegando por el camino.

—¿Parker vendrá esta noche? —inquirió Olivia y Laurissa asintió.

—Eso creo, reconozco su carro, pero no me ha avisado que vendría.

—Seguramente fue algo de último momento, no desesperen —. Dejó a Geordie en brazos de Laurissa y se puso de pie—. Yo lo recibiré.

Olivia se acomodó el vestido, volviendo a ocultar su pecho desnudo para molestia de Grayson y se puso rápidamente de pie para irse hacia las escaleras antes de que Parker llegara y la viera todavía despeinada por su tarde en la cama con Jonathan. Pasó por la guardería con Laurissa y dejó a sus bebés con Bettie.

—¿Puedes asegurarte de que Grayson eructe? Le he dado el pecho y no me ha dado el tiempo —. Bettie asintió colocándose una tela sobre el hombro por si Grayson le vomitaba—. Muchas gracias. Lau avísales a tus hermanas para que se apronten y que tus hermanos vayan a recibirlo con tu padre.

Laurissa corrió hacia los dormitorios de sus hermanas y en el camino estuvo a segundos de chillar de la emoción. Estaba demasiado feliz de que Parker hubiera viajado desde Nueva York para verla otra vez y en un margen de dos semanas, casi era como si él no pudiera pasar mucho tiempo lejos y le gustaba. La hacía sentirse especial y valorada.

Él se había interesado mucho en ella después del ataque en Rockwood Hall, incluso al haber pensado que Laurissa había sido despojada de su honor, lo cual habría horrorizado a varios hombres garantizando un rechazo absoluto, pero no a Parker. Eso hacía que la atención de Parker tuviera un gran significado para ella. No estaba segura sí él sabía o no que seguía siendo virgen y que, gracias a él, aquel horrible y vil monstruo no había logrado su cometido, pero tampoco encontraba la forma para decírselo. ¿Qué tal sí él pensaba se estaba insinuando? ¿Sí le incomodaba el tema? Prefería no hablarlo y que el tiempo resolviera las dudas, de todas formas, que él siguiera interesado en ella era motivo de muchas alegrías. Su héroe viajaba todos los fines de semana para verla.

Avisó a sus hermanas para que se aprontaran y se detuvo en su cuarto para verse en el espejo y empezó a sonar la campana por una mucama tan rápido que en el salón de los sirvientes todas saltaron en medio de la cena.

—Esa es la joven Laurissa —señaló Charlotte y mandó a una de las mucamas a que le atendiera.

Cuando la mujer llegó al dormitorio de Laurissa la vio quitándose su vestido como le fuera posible y al mismo tiempo que lo empujaba hacia el suelo con sus pies, se abrochaba unos pendientes en las orejas.

—¿Qué me pondré, Dortha? Parker ha llegado a la casa y no estoy presentable para él.

—¿El señor Wheelock ha llegado? Esas son dos visitas en una semana, señora.

—¡Lo sé! —chilló emocionada—. Me pregunto por qué habrá regresado tan pronto, Dios, tan solo espero no sea algo malo.

—Seguro que no, hasta desde la cocina podemos ver que ese señor está muy interesado en usted —. Se sonrojó con mucha felicidad y levantó el vestido del suelo, el cual lanzó hacia la cama—. ¿Quiere ponerse el vestido amarillo para la cena?

—No, no, ya he usado ese vestido frente a él, no podría volver a repetir —. Se acercó al armario para evaluar sus opciones y empezó a bufar—. ¿Qué voy a hacer?

—¿Qué tal el rojo? Nunca ha usado rojo frente al señor.

—¿Crees que le guste?

—No tengo duda —aseguró y tomó el vestido rojo que colgaba de las perchas.

Laurissa se emocionó mientras dejaba que Dortha le ajustara un poco más el corsé y le ayudara a pasar el vestido por su cabeza. Retocó muy poco de su cabello para no perder más tiempo y arregló su maquillaje muy sutilmente antes de marcharse corriendo hacia las escaleras. Antes de que fuera visible desde la entrada, normalizó sus pasos y mostró una actitud tranquila y calmada.

Parker estaba charlando con Jonathan y los hermanos de Laurissa, cuando ella lo vio, todos se estaban riendo de algo que Jonathan acababa de decir y Parker esperaba en la puerta con el sombrero en su mano y la chaqueta abrochada al frente junto con su bufanda. Pensar que había viajado desde tan lejos con toda la nieve y el terrible clima y en plena noche, cuando la mayoría de los hombres evitaban salir la hacía suspirar. Era valiente y fuerte y tan romántico...

Cuando Parker la vio, su risa se detuvo, pero la sonrisa persistió en sus labios. Dejó que Edgar finalmente tomara su sombrero y su abrigo y se disculpó con los hombres para acercarse a la escalera y ofrecerle una mano para ayudarla a bajar.

—Buenas noches.

—Buenas noches —saludó, intentando controlar su nerviosismo—. Esta ha sido una visita muy sorpresiva, realmente no esperaba volver a verte tan pronto.

—Tampoco yo, pero no me encontraba siendo capaz de esperar otra semana... —. Se la quedó mirando un momento, sumido en una especie de transe y finalmente parpadeó y señaló hacia Jonathan—. Hablaba con tu padre sobre un evento al que asistiré la próxima semana, es una obra de caridad en el museo de New Port.

—¿New Port? ¿Dónde sería eso?

—Rhode Island.

—Cerca de Massachusetts —aclaró Jonathan y Laurissa amplió sus ojos.

—Eso es muy lejos...Supongo que no te veré por un tiempo.

Su emoción se había esfumado con la misma velocidad con la que había llegado al verlo aproximándose por el camino en su carro. Esperaba que esa visita fuera algo especial, pero parecía ser una despedida temporal.

—De hecho, esperaba me acompañaras —. El asombro de Laurissa regresó y parpadeó atónita, mirándolo a él y luego a su padre—. Ya le he pedido permiso a tu padre y solo falta tu decisión.

—¿Quieres que yo vaya contigo a Massachusetts? ¿Solos? —. Parker asintió y ella ahogó un jadeó asombrada—. ¿Pero... ¿Por cuánto tiempo nos iríamos?

—Dos semanas, como mucho tres y te escoltaré todo el camino de regreso.

—Confío en que Parker cuidara bien de ti, pero no debes sentirte obligada a ir, Laurissa.

—Por supuesto que no —apoyó Parker—. Es solo una propuesta y si te incomoda la idea, puedes invitar a una hermana para acompañarnos.

Asintió un poco más relajada y sonrió, agradeciendo y aceptando su propuesta. La idea de poder llevar a una de sus hermanas la relajaba un poco, porque al menos de esa forma no estaría completamente sola y expuesta, pero al mismo tiempo no sabía a quién llevar. Amelia estaba concentrada en sus estudios, Gwendoline quería estar en el invernadero y su última opción era Eleonora, pero ella casi no tenía vergüenza y temía la dejara en ridículo ante Parker. Quizás su última opción era ir sola.

Y no era como que tuviera miedo de Parker, confiaba ciegamente en él, era de los eventos que no se fiaba. Después de lo que había sucedido, la idea de volver a estar rodeada de hombres que bebían alcohol y causaban problemas la ponía nerviosa.

Se alejó un poco con Parker hacia el salón y una vez a solas, se giró para mirarlo.

—¿No me dejarás sola cuando estemos en Massachusetts ¿verdad?

—Ni siquiera se me ocurriría pensarlo. ¿Te gustan los negocios?

—No sé mucho, pero se me dan bien las matemáticas.

—Entonces podrías ayudarme, tendré algunas reuniones y me vendría bien la asistencia de alguien buena con los números, de esa forma no tendremos que separarnos.

Se sonrojó ante la idea de pasar dos semanas pegada a su lado y asintió.

—¿No te molesta que yo me involucre en tus negocios?

Parker caminó a su lado hacia el sofá del salón y espero hasta que ella tomó asiento para sentarse a su lado.

—Molestarme no, claro que no. Me gusta poder compartir de mi vida contigo y que tú me compartas de la tuya. Me temo que lo único que tengo para compartir son mis negocios, no hago mucho con mi tiempo.

—Seguro debes tener pasatiempos o algo.

Parker se rio cuando sus palabras trajeron un pensamiento a su cabeza y asintió un tanto avergonzado.

—¿Qué sucede? ¿He dicho algo mal?

—No, no, sí tengo un pasatiempo...Aunque me apena un poco decirlo —. Miró hacia la puerta para asegurarse de que no estaban los hombres escuchando y se regresó hacia ella—. Me gusta hornear en mi tiempo libre, preparar pasteles y esas cosas.

—Oh, pero eso es encantador, no debería avergonzarte.

—Sí, lo sé, pero ya sabes lo que dicen.

—A mí también me gusta hornear, quizás podríamos preparar un pastel juntos algún día —. Parker sonrió y tomó su mano en la suya, sonrojándola.

—Me encantaría, Lau.

Olivia bajó las escaleras poco después y saludó a Parker con una gran sonrisa y pretendiendo que no acababa de armar un alboroto en su dormitorio mientras intentaba aprontarse con su vientre de seis meses en el camino.

—¿Quién es el caballero? —preguntó Marie a su hija, deteniéndose a su lado cuando caminaban hacia el salón—. ¿Parker Wheelock?

—Sí, ¿lo conoces, ma?

—Algo así —. Marie la miró de reojo y sonrió—. No sé si deba contarte.

—Ahora tendrás que hacerlo.

Marie se la llevó aparte para hablar y las hijas de Olivia entraron en el salón siguiendo a sus hermanos hacia la mesa. Amelia estaba algo dispersa, bastante malhumorada desde que le había escrito a Timothee y este no le había contestado en semanas, Eleonora y Gwendoline tenían apuestas en la mesa.

—Seguro se declarará este año.

—Yo creo que lo hará para las fiestas.

—Uhm, no sé —. Gwendoline se sentó junto a su hermana y miró hacia Laurissa y Parker, quienes se sentaban del otro lado de la mesa—. Yo creo que lo hará en San Valentín y estará embarazada para navidad.

—Oh, no lo había pensado...Demonios, está bien, mantengo mi apuesta.

Laurissa había tenido la suerte de que su interés amoroso fuera del agrado de Jonathan o las cosas habrían sido mucho más complicadas. Pero viendo que Parker la había protegido siendo completos extraños, Jonathan no tenía motivo alguno para pensar que no la protegería con aun más esmero una vez estuvieran casados y si ambos querían estar juntos, pues él no iba a oponerse. Era innegable que Parker estaba interesado en Laurissa y se encontraba evaluando el entorno para saber si ella lo aceptaría.

Tenía todo lo que Laurissa podía necesitar; dinero, una reputación con un buen nombre, negocios, un buen futuro y los hijos que tendrían serían felices y lo tendrían todo como ella.

Cuando Olivia volvió a la mesa con su madre traía una sonrisa de oreja a oreja y Jonathan no lo pasó por alto.

—Después te cuento —dijo alejando el tema y se concentró en la comida—. Mamá, siéntate a mi lado, por favor.

Marie se sentó junto a su hija, cambiando asientos con Adrian y charló con ella y con Jacob mientras la comida se desarrollaba. También charló un rato con Adrian, a quién no conocía mucho. En realidad, a la mayoría Marie apenas los registraba y sabía una cosa o dos sobre sus vidas, pero no todo lo que era importante saber. Elizabeth también la había mantenido al margen de muchos detalles a pesar de que le doliera, pues sabía que el futuro no podía ser alterado y todo debía suceder como estaba pautado.

—Estás muy hermosa —susurró Parker, inclinándose hacia Laurissa y ella se sonrojó—. Nunca antes te había visto de rojo, pero debo reconocer que resalta tus ojos y tu piel.

Sus mejillas ardieron con más fuerza cuando él acarició su cachete con dos dedos y no pudo evitar sonreír como estúpida, olvidando por completo que tenía la copa con vino en su mano. Estuvo a segundos de volcarla y Parker la ayudó, tomándola de sus manos antes de que fuera demasiado tarde.

—Que torpe soy, perdona.

—Ha sido mi culpa por distraerte de tu comida, descuida.

Él pasó su atención a charlar con Jonathan y los hermanos de Laurissa, hablaron sobre la posibilidad de emprender algún pequeño negocio juntos y Parker le comentó a Jonathan algo que disparó todas las expectativas en las mujeres presentes a la mesa a excepción de la pequeña Marie y Katherina, quienes estaban más ocupadas haciendo una recreación con los calamares.

—¿Por casualidad no podría venderme una porción de su tierra ¿o sí, señor Morgan?

—¿Deseas mudarte al estado?

—Estoy evaluando mis opciones —contestó y se agarró la copa una vez el mozo le sirvió vino—. Pero me gustaría, sí.

Jonathan fue a abrir la boca para dejar la idea en el aire para evaluarla con el tiempo, pero Olivia apoyó su mano sobre la de él interrumpiéndolo y sonrió.

—Creo que no sería problema ¿verdad, cielo? Tenemos muchas tierras, podemos darte una pequeña parte para que hagas tu casa, Parker.

Jonathan miró hacia Olivia con el ceño fruncido y se echó hacia atrás en la mesa, sin retirar la mano de la de ella.

Cuando notó que Parker lo miraba esperando por su aprobación se encogió de hombros y señaló a su esposa.

—La señora ha hablado.

—Muchas gracias, ¿con quién debería discutir el precio?

Olivia señaló a Jonathan para no verse envuelta en algo tan estresante como decidir cuanto cobrarle por las tierras y ambos se enfocaron en hablar al respecto y Olivia volvió a centrarse en su charla con Marie. Jacob ya se había desviado para charlar con Elisa.

Cuando la cena terminó y después de una agradable charla en el salón reposando la comida, Parker se puso de pie para irse, agradeciendo la atención.

—Ay, por favor, no plenas irte a esta hora ¿o sí? —intervino Olivia con Grayson dormido en sus brazos—. Jona...

—Olivia tiene razón, lo mejor sería que te quedes por esta noche y partas en la mañana después del desayuno.

—No quisiera ser molestia, señor.

—En lo absoluto. Edgar pide que se le prepare una habitación a Wheelock, por favor.

Parker les agradeció y volvió a sentarse para continuar charlando con todos por otro rato. Uno por uno la familia empezó a retirarse hacia sus dormitorios para dormir y en cuanto Olivia decidió que estaba cansada, Jonathan optó por seguirla hacia el dormitorio, despidiéndose de todos y llevándose a Geordie en sus brazos.

—¿Papi ¿puedo dormir contigo esta noche?

—Solo por esta noche, Kathe, tu madre no duerme cómoda con todos en la cama.

En cuanto solo quedó Laurissa en el salón con Parker y Adrian, este último se terminó el contenido de su trago para dejarlo en la mesa y aunque no tenía sueño, se puso de pie y estiró su cuerpo.

—Bueno, es momento de que también me retiré a descansar.

Se despidió de ambos y abandonó el salón entornando la puerta a su espalda. Parker miró como el último de los Morgan se retiraba dejándolo a solas con Laurissa en absoluta confianza y regresó su atención hacia ella, notándola nerviosa. Esperaba que no se marchara tan pronto a dormir, pues quería aprovechar del momento que habían obtenido para estar a solas.

—¿Puedo? —dijo y señaló el lugar libre a su lado.

Laurissa asintió y cuando él se sentó a su lado, dejó su vaso en la mesilla de té y giró su cuerpo para enfrentarlo.

Parker era un hombre elegante y educado, era bastante más alto que ella, aunque no más que sus padres y tenía una mirada intensa que parecía penetrar en su alma o quizás era como ella lo veía por lo mucho que le gustaba. No solo le agradecía demasiado por haberla salvado aquella horrible y oscura noche, sino que le encantaba la forma como la trataba, haciéndola sentir tan especial y atractiva. Resaltando todas esas cualidades que la volvían una mujer.

—¿Tu madre sabe de nuestro viaje?

—Seguramente mi padre le dirá esta noche —supuso correctamente.

—¿Y crees que le moleste? —. Se encogió de hombros en respuesta, pues no estaba segura si Olivia aprobaba que pasara tiempo con Parker o lo contrario—. A veces no estoy seguro sí le agrado o no, por momentos parece apreciarme y por otros casi pareciera que me quiere lejos de ti.

—No le gusta mucho la diferencia de edad, ella tiene otra forma de ver las cosas y dijo que estás muy viejo para mí.

Parker se rio y enderezó su cuerpo en el sofá, recostando su espalda en el respaldo.

—Pues debo darle la razón en eso, estoy viejo. Cumpliré treinta en unos meses y ni siquiera estoy seguro de haber logrado mucho con mi vida.

—Yo no estaría de acuerdo, eres un hombre exitoso.

La miró de reojo y bajó la atención hacia sus delgadas manos entrelazadas entre sí. Rompió la unión colando la suya en el medio, entrelazó sus dedos y la dejó reposando sobre su muslo. El corazón de Laurissa se aceleró.

—Pero eso es todo, simplemente soy un hombre exitoso. No tengo una esposa, no tengo hijos para dejarles mi herencia, no tengo familia...Y es bastante solitario vivir con solo éxitos, pero sin nadie con quien compartirlos.

—Estoy segura encontraras una mujer con la que compartir cada día.

Miró hacia sus manos unidas y sonrió sin que el gesto alcanzara sus ojos. Acercó sus pequeños nudillos hacia sus labios y le plantó un beso tan suave y fugas que, de no estar viéndolo, Laurissa habría creído se trataba de un sueño.

—¿Es esa tu forma de decirme que no tengo oportunidad de que tu seas esa mujer?

Palideció al escucharlo y se quedó colgada en su mirada, muda e inmóvil, intentando recordar como respirar o hacer latir su corazón. Tragó saliva con fuerza y negó.

—No quería asumir que deseabas lo fuera, pensé sería descortés de mi parte si lo asumiera.

—Pero lo deseo, lo deseo demasiado. No he viajado todos estos meses para verte cada semana simplemente porque me gusta viajar durante veinticuatro horas en un tren repleto de personas —. Se rio por su sarcasmo y él sonrió al ver lo hermosa que era cuando reía—. Me encanta ser tu amigo y charlar, pero quiero conocerte con otras intenciones y de otras formas...Si me lo permites claro.

—¿O-otras formas? —repitió, sabiendo lo que eso significaba.

—No pediré por lo que estás pensando, Lau —. Que lo aclarara, le permitió relajarse—. Pero pediré por una cosa.

—¿Qué?

Se acomodó, girando su cuerpo hacia ella en el sofá y no soltó su mano en ningún momento.

—¿Me permites besarte?

Ignorando a aquel vil monstruo que había intentado aprovecharse de ella en Rockwood Hall, Laurissa nunca había sido besada por ningún hombre e intentaba no pensar en aquella desagradable boca invadiendo lo suya, por lo tanto, en cuanto Parker hizo aquella pregunta con tanto respeto y paciencia, su corazón empezó a latir descontroladamente.

Miró hacia sus manos unidas y luego hacia la puerta entornada, esperando asegurarse de que nadie los vería.

Cuando volvió a mirarlo, él no había cambiado su semblante y esperaba por su respuesta, acariciando su mano con su pulgar y siguiendo todos sus rasgos que se torcían en distintas expresiones.

Asintió, con su rostro ardiendo cada vez más y más hasta temperaturas que imaginaba imposible y cuando él se impulsó gentilmente hacia ella y puso una mano en su mejilla para atraerla hacia sus labios, se apoyó en su torso y cerró los ojos por inercia al sentir como su boca encontraba la suya. Ni siquiera era un beso invasivo como el que aquel hombre le había dado en Rockwood Hall, ni siquiera estaba segura de que fuera un beso como él que había visto a su padre darle a su madre antes de partir en sus viajes de trabajo, Parker simplemente presionó sus labios contra los suyos, acariciándole el rostro y se apartó con la misma gentileza con la que se había acercado.

—Que hermosa la paz que desborda mi corazón al ser besado por un ángel como tú, gracias.

Él no se atrevió a volver a preguntar por otro beso, temiendo que, de hacerlo, hubiera sido malinterpretado o ella decidiera huir de él, pero las ganas no le faltaban. Laurissa, por otra parte, no pudo resistirse.

—¿Me besarías otra vez, por favor?

La miró, un tanto sorprendido por su pedido, pero no dudo en asentir y atraerla hacia su boca para volver a tocar sus labios. Se atrevió a besarla realmente esta vez, con sus labios amoldándose a los de ella y sus respiraciones mezclándose en medio del intercambio de afecto. Bajó sus manos hacia su cintura para rodearla y atraerla hacia su pecho y ella se dejó caer un poco sobre él, suspirando ante el calor que le proporcionaba su cercanía.

La escoltó hacia su dormitorio y volvió a besarla antes de retirarse hacia su propia habitación para dormir más feliz que nunca esa noche. 

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