Un juego de dos

By piikkaapiikaa

212K 22.4K 44.6K

Louis es obligado por sus padres a ir a un internado, donde convivirá con gente como él que es capaz de contr... More

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Final
Epílogo
Importante

Capítulo XXVIII

5K 414 597
By piikkaapiikaa

Louis lo observó con una dulzura en la mirada que Harry no fue capaz de procesar.

Después de tanto dolor, de tantos obstáculos y tantos problemas, al fin tenían ante ellos la oportunidad de poder ser felices juntos sin nadie que se interpusiera en su camino.

Y los dos sabían eso. Sabían que yéndose lejos, dejando Londres atrás junto a todas las personas que los rodeaban, conseguirían escapar de todo el mal que los perseguía desde el primer momento en que se conocieron, siendo aquel mismo sentimiento el causante de todo aquello que eran ahora.

Pero Harry aún tenía dudas, aún no sabía con certeza si aquella opción, era la mejor para todos. Si se iban, si desaparecían del mapa como si jamás hubieran existido, pondrían en peligro a sus familias. Algo que, después de todo, ninguno de los dos iba a permitir.

Debían marcharse todos.

—Aún no sé qué día, ni sé a dónde. Pero  pronto estaremos muy lejos de aquí, bichito.

—¿Por qué no nos vamos ya? sin maletas, sin planes, cogemos el primer vuelo que salga y acabamos allá dónde nos lleve. —propuso el ojiazul. Harry no pudo evitar reír, y lo miró con ternura.

—Tengo que desinstalarte esa aplicación del móvil en la que lees historias. —aseguró riendo.

—¿Wattpad?

—Esa misma. Veo que ya has leído mucho, demasiado incluso.

—Idiota.

—Te amo. —lo abrazó.

—Te amo más. —besó sus labios.

El ojiazul sonrió en cuanto se separó de él para coger aire. Harry, quien no dejó de sonreír en ningún momento, lo observó pensativo aún abrazado a él.

—¿Qué piensas?

—Aún no te he presentado a mi madre como mi novio. —exclamó ofendido.

—Tu novio. —repitió—. Suena tan bien.

—¿Verdad que sí?

—Sí.

—¿Qué te parece si vamos a hacerle una visita? y de paso cojo algunas prendas de ropa.

—¿Por qué? mi camiseta te queda muy bien, es bonita. —frunció el ceño.

—Lo sé bichito, es preciosa. Pero me queda corta y estrecha. —trató de no reír.

—Mentira, te queda perfecta.

—Louis.

—Dime.

—La he roto.

El castaño se asombró viendo un pequeño agujero bajo la zona de su axila, y estalló a carcajadas cuando el ojiverde se ruborizó.

—Bueno, puede que sí sea verdad que te queda un poco estrecha.

—¿Entonces vamos a casa de mi madre?

—Vamos, no sea que te quedes desnudo por el camino.

—¿Qué problema tendría? serían unas vistas maravillosas para tus vecinos.

—Unas vistas que son mías y solo mías, de nadie más. Solo para mí. —recalcó.

—¿Desde cuándo tan posesivo, Tomlinson? no te creía así. —alzó las cejas a modo de sorpresa, disfrutando de aquella situación. Louis se encogió de hombros.

—Desde que te conozco.

—Dios mío, he creado un monstruo.

—Imbécil. —soltó una carcajada. Golpeó su hombro jugando con él, y el rizado se lo devolvió haciéndolo sonreír.

Louis subió a la habitación dispuesto a cambiarse al ir todavía en toalla, y Harry lo siguió sin tener nada mejor que hacer.

Se sentó en la cama. Sus ojos verdes se clavaron inconscientemente en el castaño en cuanto su toalla cayó al suelo, y una sonrisa traviesa apareció en sus labios cuando quedó totalmente desnudo frente a él.

—Ahora ten cojones de preguntarme por qué siempre estoy caliente. —frunció el ceño.

—Te calientas tú solo, yo lo único que estoy haciendo es vestirme. —sonrió de lado.

—Maldito bicho malo, sé que sabes perfectamente lo que estás haciendo. —se agarró el miembro por encima del pantalón cuando comenzó a dolerle, y suspiró tratando de controlarse. Se sentía como si estuviera a punto de explotar.

—Te veo muy necesitado, bebé. —vaciló. Su voz seductora claramente intencionada no ayudó en lo más mínimo.

—Cómo vuelvas a hablarme así te juro por mi puta vida que te haré gritar mi nombre hasta que te quedes sin voz en las entrañas. —advirtió molesto, claramente excitado.

Louis sonrió. Aún permanecía desnudo, dándole la espalda al rizado con la excusa de que debía peinarse frente al espejo. Harry lo observaba en silencio.

Sus curvas, su espalda marcada, las gotas de agua deslizándose con rapidez por su piel, dándole un toque muchísimo más ardiente a la imagen que ante él se hacía ambiciosa. El rizado ni siquiera pestañeó. Ansiaba poder culminar las fuentes del deseo que en su corazón habitaban desde que lo contempló desnudo por primera vez, siendo aquella imagen la que conseguía arrastrarlo al maldito infierno hasta acabar con todo rastro de cordura que pudiera residir en él.

Louis lo miró con recelo desde el reflejo del espejo, observando orgulloso lo que conseguía provocar en él. El ojiverde agarraba con fuerza su entrepierna en un intento inútil por calmar su sed de poseerlo y hacerlo suyo hasta caer rendidos sobre el colchón, mientras que su mente trataba de liberar todo deseo impuro que se cruzara por los rincones más oscuros de su conciencia, torturándolo sin piedad.

—Me miras mucho. —sonrió con sorna, aún con esa voz forzada que no logró apaciguar al rizado.

—Tonto sería si teniéndote así delante de mí, no te mirara. —habló sincero

El ojiazul sonrió complacido. Se giró sobre sus talones quedando frente a él, y observó con atención cómo el bulto de su entrepierna creció a niveles considerables cuando llevó su mano a su miembro, moviéndola al compás de su agitada respiración. Harry no podía creerse lo que estaba viendo.

—Deja de tocarte ahora mismo. —ordenó. Su cordura desapareciendo poco a poco, su autocontrol encerrando en algún rincón de su conciencia a la bestia que luchaba por salir ante aquella imagen que tenía frente a él. Louis negó, sin frenar los movimientos de su mano.

—¿Por qué? masturbarse es bueno, ¿lo sabías? beneficiario y natural. —vaciló.

Sus labios se entreabrieron levemente cuando un pequeño gemido se escapó en un susurro, y Harry apretó su mandíbula. Su espalda se tensó en el momento en que su entrepierna comenzó a arder suplicando atención, y se restregó la mano con estrategia tratando de aguantar.

Pero le quedaba poco.

—Louis, déjate esta mierda de juego ahora mismo, no me hace ni puta gracia.

—¿Juego? —gimió bajito—. S...solo me estoy tocando, te r...recomiendo hacerlo tú t...también.

El ambiente estaba ardiente, tanto que ambos cuerpos comenzaron a sudar al no poder resistirse a la calidez que se respiraba en aquella habitación.

La espalda de Louis apoyada sobre la pared, mientras se autocomplacía sin esfuerzo masturbándose frente al rizado, quien sin saber cómo, aguantaba sus ganas de follárselo con dureza a modo de castigo por lo que estaba haciendo. La tensión en el ambiente, la calentura de ambos cuerpos buscándose mutuamente, escondiéndose en la oscuridad de los deseos que sin saberlo, los dos ansiaban con fuerza.

Pero el ojiazul sabía exactamente lo que estaba haciendo. Subió su mano libre por su torso, pasando por su pecho hasta llegar a su cabello, dónde comenzó a tirar levemente demostrando todo el placer que estaba sintiendo. El ojiverde no perdió detalle del espectáculo.

Hasta que no aguantó más.

Se bajó los pantalones con rapidez, sacándose el miembro sin llegar a quitarse los bóxers. Louis lo miró con el ceño fruncido cuando él también comenzó a tocarse, y negó con la cabeza.

—¿Cómo puedes ser tan cerdo de tocarte mientras me ves masturbarme? —habló con firmeza, sin disminuir el ritmo de su mano. Harry jadeó.

—Si quisieras follar, ya estaríamos follando. Así que intuyo que no quieres, y no te voy a insistir. Pero tampoco voy a quedarme mirando mientras me explota la polla por tu maldita culpa. —bufó. Su mano se movía lenta; se estaba reservando.

El ojiazul apartó la mano de su miembro. Se acercó al rizado en cortos y lentos pasos, advirtiéndole sin necesidad de palabras de que su llegada a él no traía nada bueno. Y así fue.

Se colocó de rodillas de un solo movimiento, y Harry sonrió. Había aprendido bien.

—Aparta tu mano de ahí.

Y justo en ese momento, a Harry no le importó nada más que obedecer a su bichito, sabiendo perfectamente que sería apremiado por eso.

Colocó sus manos en el colchón, inclinándose levemente hacia atrás. Sin perder detalle de lo que se venía a continuación.

Louis lo miró a los ojos colocándose entre sus piernas como tan bien sabía hacerlo, y agarró su miembro con su mano derecha, moviéndola tan suavemente que incluso llegó a doler.

—T...tan lento n...no. —ordenó. Su miembro emitía pequeños pinchazos que realmente, dolían cómo nada.

—¿Te duele? —su voz calmada reconfortó el ambiente.

—Sí.

Incrementó la velocidad. Su mano subía y bajaba con rapidez por la longitud del rizado, quien totalmente llevado por el momento, echó su cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos. Louis sonrió complacido, observando con orgullo todo lo que él mismo estaba provocando.

—Vamos bichito, cómetela. —animó. Su respiración entrecortada hizo sonreír al ojiazul, quien lo miró—. Sé que quieres hacerlo, sé que te encanta.

Louis obedeció, volviendo a su rol sumiso de siempre. Porque así era. Él era su niño, su bichito, su bicho malo tanto dentro como fuera de las sábanas. Él siempre obedecía, y le gustaba hacerlo porque era consciente de que Harry sabía exactamente como darle todo el placer del mundo sin necesidad de mandar él. Era jodidamente pasivo, mezclándose perfectamente con el rol activo de Harry, quien no sabía mantener relaciones si no era él quien mandaba, ordenaba y dominaba la situación.

El amo con su sumiso, y el sumiso con su amo. Suyos, solamente suyos.

Harry gimió con fuerza cuando sintió tocar la garganta de Louis, quien introdujo en su cavidad bucal todo su miembro de golpe.

—Joder. V...vamos bichito, demuéstrame lo que s...sabes hacer. —jadeó.

El ojiazul comenzó a masturbarlo con su boca, introduciendo y sacando su miembro de su boca tantas veces como le fue posible. Velocidad, rapidez, estrategia y técnica. Lo tenía todo.

Subió su mirada hasta que vio exactamente lo que quería ver, y un escalofrío lo recorrió por completo mientras lo observaba en silencio, sin frenar sus movimientos.

Ante sus ojos, un Harry desnudo, totalmente expuesto ante él. Sus tatuajes resaltando sobre su piel, sus músculos tensos haciéndose notar más que nunca, las venas de sus brazos sobresaliendo con fuerza, y gotas de sudor deslizándose despacio por la piel de sus abdominales. Y su mandíbula, joder, su maldita mandíbula tan jodidamente sexy cómo siempre. Sus ojos cerrados con fuerza, su boca entreabierta dándole paso a pequeños gemidos, su cabeza echada hacia atrás y sus frenéticos rizos haciéndolo aún muchísimo más hermoso de lo que ya era.

Louis deseó poder inmortalizar aquella imagen con sus ojos, para no olvidarla jamás.

El rizado condujo su mano hasta el cabello del menor en cuanto estuvo a punto de correrse, y por puro impulso apretó su cabeza hacia su entrepierna, profundizando mucho más en su garganta. Louis se lo permitió, pues no se apartó.

Un fuerte gemido se escapó de entre sus labios, y cayó rendido sobre el colchón cuando se corrió en la boca de su bichito a penas sin esfuerzo.

—Móntame, bichito. —ordenó exhausto. Las palmas de sus manos daban pequeños golpecitos sobre sus hombros, y Louis sonrió.

Agarró el lubricante de su mesita de noche, y lo extendió por todo el miembro del rizado, quien observaba en silencio. Se subió encima de él, sus dos piernas rodeando su cadera, y Harry bajó sus manos hasta su cintura para apoyarlas ahí.

—¿Todo bien? —buscó comodidad en su mirada, asegurándose de que se sentía bien. El castaño tan solo asintió—. Quiero oírlo, no me sirve si no lo dices.

—Joder, estoy jodidamente caliente, claro que todo va bien. —bufó.

El ojiverde dejó escapar de entre sus labios una pequeña risa que no tardó en cortarse, pues el castaño se sentó sobre su miembro con dureza, haciéndolo entrar en él de una sola tirada.

Harry ahogó un gemido, y Louis gritó. Una combinación de gemidos se estableció en la habitación a partir de aquel momento, donde ambas respiraciones se agitaron con fuerza al compás de las duras embestidas que Louis se proporcionaba a sí mismo saltando sobre él.

Piel con piel rozándose entre sí, ambos cuerpos sudados creando la fricción más placentera que jamás habían sentido antes, y sus bocas emitiendo el sonido que ninguno de los dos quería dejar de escuchar nunca. Harry enterró sus dedos sobre la cintura de Louis, quien saltó sobre él tanto cuanto pudo. Sus piernas temblando, sus ojos cerrados con fuerza, su cadera subiendo y bajando en un vaivén de placer y deleite, y sus manos clavándose en el colchón una a cada lado de la cabeza de Harry, quien no desaprovechó la situación para mirarlo.

Su rostro ruborizado, su cabello despeinado, sus pestañas hundidas debido a la fuerza con la que cerraba sus ojos, y su boca entreabierta dejando escapar la que para él, se convirtió en la más hermosa de las melodías existentes.

El ambiente caliente a juego con sus dos cuerpos, ambos ardiendo debido a la intensidad que agarraron en prácticamente segundos. La habitación se hizo grande, las paredes quedaron mudas, la cama como testigo de todo lo que sucedió aquella tarde entre los dos.

—Vamos Tomlinson, no te creía tan lento. —provocó.

—Que t...te follen, Styles.

—Irónico, ¿verdad? —dejó escapar una pequeña risa que se cortó con su agitada respiración, y el ojiazul sonrió abriendo los ojos.

—Te odio.

—Es mutuo, bichito. —jadeó.

Harry extendió su mano hasta la nuca de Louis, obligándolo a bajar hasta que juntó sus labios con los suyos.

Ambas respiraciones mezclándose en una montaña rusa que tan difícil les resultó de digerir, sus bocas bailando entre ellas ocasionando un sinfín de sabores que ninguno de los dos lograría explicar, y sus cuerpos creando el cizallamiento más hermoso del mundo para la vulgaridad que traía consigo el acto que estaban haciendo.

Porque no, no estaban follando. Estaban haciendo el amor, a su manera, acorde como eran ellos. Hablándose con vulgaridad, hablándose como los dos niñatos que habían sido desde que se conocieron, tratándose con un amor incomprendido y disfrazado por vacile, provocación y diversión. Dos adolescentes que se amaban, pero a su manera. Siempre a su manera.

—S…styles. —advirtió. Harry gimió cuando lo sintió contraerse sobre su miembro, sabiendo que le quedarían pocos segundos para llegar.

—No te corras aún. —ordenó—. Aguanta u...un poco más.

—Joder. —rechistó.

El ojiverde le proporcionó una fuerte nalgada que lo hizo gritar, y sonrió complacido cuando notó su disfrute.

—E…eso por q…quejarte.

—Vete a la m…mierda. —vaciló.

Una última embestida fue suficiente para que ambos cuerpos experimentaran la sensación de una fuerte corriente eléctrica atravesándolos de arriba a abajo, y el ojiazul se dejó caer sobre Harry una vez salió de él.

—Yo creía que me follaban bien, pero fue conocerte y darme cuenta de que no tenía ni idea. —bromeó, con la cabeza sobre su pecho. Podía escuchar su corazón latiendo con fuerza, y su respiración entrecortada lo hizo sonreír.

—Normal, ¿te recuerdo que estás follando con Harry Styles? muchos darían su vida por eso. —exclamó obvio.

—Tú y tu narcisismo de mierda, siempre de la manita. —vaciló en reproche, rodando los ojos con diversión.

—Algo malo tenía que tener. —sonrió con exageración.

—Nada, que no para. —bufó.






Salieron del coche en cuanto llegaron de Anne, y Harry agarró a Louis de la mano en cuanto se encontraron frente a la puerta, aún sin llamar al timbre.

—¿Nervioso? —sonrió mirándolo. El ojiazul negó convencido.

—No, ya la conozco. De hecho, yo creo que tu madre nos quería juntos desde el primer momento. —bromeó, mirando al mayor.

—¿Crees? tiene pinta, sí. —comenzó a reír.

Su dedo índice presionó el timbre durante unos segundos, y apretó el agarre que mantenía de la mano con Louis. Ambos frente a la puerta, esperando ansiosos a poder ver a la mujer que habitaba tras ella.

Pero nadie abrió.

—¿Crees que estará en casa?

—La llamé antes, me dijo que hoy no saldría a ningún sitio. —frunció el ceño—. Quizás estará en el baño.

—¿Y si la llamas?

—¡Mamá! —gritó con fuerza. Louis le propinó un golpe en el brazo haciéndole daño, y él lo miró ofendido tocándose la zona con una expresión de dolor.

—Llamarla por teléfono, gilipollas. —estalló a carcajadas.

—Joder, pues especifica. —bufó.

Sacó su teléfono de su bolsillo. Buscó el nombre de su madre entre todos los contactos, pero la puerta se abrió antes de que pudiera tener tiempo para llamarla.

La sangre del rizado se heló por completo. Su teléfono cayó al suelo en cuanto lo soltó sin darse cuenta, y lo observó en silencio sin saber qué hacer.

—Hola, ¿está la señora Styles? —la inocencia del ojiazul no fue oportuna en aquel momento.

Harry agarró a Louis del brazo con fuerza, atrayéndolo hasta colocarlo detrás de él. El hombre comenzó a reír observando la escena, y el rizado tragó saliva aún sin creer lo que estaban viendo sus ojos. No, no podía ser. No era posible.

—¿Papá?...

Continue Reading

You'll Also Like

9.5K 871 25
Lord Harry Styles de Rutland, un admirador del teatro de Shakespeare y aficionado a la pintura, se ve envuelto en un creciente romance con su viejo a...
318K 43K 20
Harry escribe cartas anónimas para Louis y las deja en su casillero, a Louis le encanta fingir que no le emociona encontrar las cartas cada día. -no...
139K 16.8K 50
Elladora Black es la hija menor de Orion y Walburga criada para ser una sangre pura perfecta, sin embargo no es lo que planearon. Narcisista, egoíst...
15.3K 1.5K 33
¿Qué pasaría si tu novio te descubre gimiendo el nombre de tu compañera de grupo? ¿Qué tan inocentes y vírgenes creen que son los idols? ¿Existe una...