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-Esto debe de ser un secreto nuestro Athanasio, ¿De acuerdo?
¿Un secreto que solo podría ser entre él y ella, y entre nadie más? Era algo verdaderamente emocionante.
-¡Quedate tranquila, yo no pienso decir nada! -aseguró el pequeño rubio mientras estaba sentado en la característica pose infantil delante de la mesa ratonera del salón principal; habían varios libros sobre la mesa, hojas en blanco y lápices también.
-Bien, entonces vamos a iniciar con la clase de hoy.
Betsabé estaba del todo segura que esté tema no le resultaría del todo complicado a Athanasio de aprender. Era un niño bastante aplicado y su don extraordinario era el retener teoría con demasiado facilidad; era muy evidente que lo habían escrito con el propósito de ser un excelente monarca, ¿Por qué siempre los personajes que demuestran tener un desarrollo más profundo y perfecto son colocados para ocupar el papel de villano?
¿Qué es exactamente esa oscuridad que se apodera de él?
Ahora que parece sobrellevar una relación meramente perfecta ¿En qué momento es en el que ese ángel se transforma en un monstruo cruel y sanguinario?
-¿Lady Betsabé?
-Dime, cariño.
Se había distraído demasiado, descuidó por instantes al príncipe.
-¿Qué sucede Athy? -indagó de mientras su mano acomodaba sus desprolijos y rebeldes cabellos dorados.
Claude parecía estar tan sumergido en jugar con Estela que aún estando cerca de la mesa y oyendo la voz de su madre no dejaba de reírse ante el juego que su niñera estaba haciendo con él.
-¿Por qué usted desea que los esclavos sean liberados? -indagó mediante sus brillantes ojos azules se centraban en los libros que tenía a su frente-. ¿A usted le importa demasiado esa gente?
Exactamente era un sentimiento que ella poco entendía, quizás las vivencias de la original Betsabé tuvieron que estar relacionados con la esclavitud, ¿Qué tal si su familia fue una o si ella misma fue una como tal?, daba igual la razón, su vida pasada siempre estuvo ligada a la justicia y a derechos, estudió seis años una carrera que la sacaría al flote de la grandeza, pero que se vio cruelmente irrumpido por la volutad de a saber quién. Al menos daría su parte en esta nueva vida para su beneficio.
Una regla fundamental que ha aprendido en la marcha y, sobre todo, en historia es: siempre se debe de tener de lado al pueblo, es esté que los llevará a triunfar.
-Son como nosotros. -respondió-. Son seres humanos como tú o como yo y ellos merecen recibir respeto.
-Padre tiene un pensamiento distinto al tuyo.
『 Por supuesto, su clasismo se puede notar aquí al otro lado del mundo 』
-Olvida todo lo que su majestad te ha enseñado acerca de ello. -determinó-. La ideología de Ambrosio es demasiado sanguinaria, mi ideología es más justa. -tomó al pequeño príncipe de sus hombros ocasionando en él ciertamente sorpresa-. Yo te enseñaré a ser un monarca justo, Athanasio.
-¡De acuerdo! -accedió con toda la alegría y emoción posible.
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-¡Esa intrusa! -gritó la emperatriz arrojando contra la pared la taza de té, alertó a las jóvenes sirvientas a su alrededor que no dudaron en bajar las cabezas y cubrirselas con las manos, todas ellas con temor de recibir cualquier afrenta de la luna del imperio-. ¡Esta controlando a su antojo a mi hijo!
La dama de compañía de Dalia exigió que la espía se retirara de la sala, era mejor desocupar aquel lugar por posible arranque de ira de la monarca.
Todos se retiraron, quedó solo ella.
-Es imposible. Imposible. -murmuraba tan bajo que a cualquiera le pondría los pelos de punta ante los nervios. Actuaba como una mujer completamente lunática -quizás más desquiciada-; mordía sus uñas hasta llegar al limite de arrancar pedazos de estas con cuero en ellas y ocasionar ligeros sangrados poco preocupantes.
La dama ni siquiera sabía cómo reaccionar ante esto y solo prevalecía allí parada, cerca de la puerta por su debía de salir huyendo en cualquier momento.
-Robó a mi Ambrosio. -sollozó mientras sus manos se dirigían hasta su pecho-. Robó toda la atención que debería de ser mía en los círculos sociales. -parecía querer arrancarse la ropa ante la furia que estaba cargando encima-. ¡¿Y ahora se atreve a querer robarme a mi hijo?!, ¡Mi hijo! -reclamó.
-De-Debería de ir y hablar de esto con su majestad. -aconsejó la muchacha-. No creo que sea buena idea si usted-...
-¡CIERRA LA BOCA! -gritó. La dama se encogió en su lugar, temerosa de recibir algún golpe de parte de Dalia-. ¡Ordena que preparen el carruaje hacía el palacio Garnet! -ordenó a los gritos-. ¡Acabaré con esa maldita mujer hoy mismo!
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Los pasos de la joven criada eran apresurados, el informe que le fue dado sobre el aproximamiento del carruaje imperial de la emperatriz hacía su propio palacio alertaron a todos, sobre todo a la guardia del mismo recinto al percatarse que el vehículo venia en compañía de una guardia de soldados imperiales.
-¡Su majestad! -ingresó a la sala de golpe.
Betsabé miró a la criada confusa y al mismo preocupada ante esa expresión que cargaba la chica.
-¡El carruaje de la emperatriz se aproxima! -informó-. ¡Vine acompañada de una guardia de soldados!
Miró al niño que empezó a temblar de temor, su mirada lo decía todo y Athanasio estaba demasiado seguro que recibiría el peor de los castigos que su madre podría darle.
-Athanasio. -se aproximó ella hasta él para tomarlo entre sus brazos y cargarlo con poca dificultad-. Tranquilo. No estes asustado. -aún teniéndolo en sus brazos y brindándole calma el niño no paraba de temblar, y lagrimear ante el miedo que cargaba y ocasionaba que no dijera ninguna palabra más que el emitir sollozos-. Estela. -llamó a la joven de iris violetas-. Lleva a Claude y a Athanasio hasta mi dormitorio. -informó-. Date prisa.
-Sí señora. -accedió la muchacha tomando la mano del primer príncipe para llevarlo a él y al segundo hasta arriba del palacio para después encerrarse en la alcoba.
-Que guardias cuestodien la entrada a la habitación. -ordenó, cinco de los guardias del palacio irían y se quedarían al frente de la puerta para impedir el paso a quien sea-. Dejen que la soberana ingrese. -volvió a ordenar para sorpresa de los guardias al frente suyo-. Yo hablaré con esa mujer.
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