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—Su majestad.

Betsabé reaccionó in-favorablemente ante ese tono de voz.

Volteó mostrando una sonrisa que obviamente era falsa para no ocasionar entendidos en desacuerdo con aquellos nobles que la tenían casi a la mira.

—Señorita Yudith.— la muchacha de cabello castaño vino sola, sin su madre, con intenciones de poder saludar a la reina madre del imperio (y futura suegra, según sus deseos) —Que gusto volver a verla, hoy usted se ve tan bonita.

—Mi brillo no se compara con el de su majestad— cabello castaño. Ojos esmeraldas (tan brillantes y hermosos). Tono de piel clara. Estatus alto. Una señorita de catorce años verdaderamente ejemplar y envidiable para las de su edad —Vine solo a saludarla y a desearle prosperidad a usted y a los príncipes.

—Los príncipes ahora están en el campo de caza— ella sabía cuales eran las intenciones de esta chica, por ese motivo siempre mantuvo vigilada a Penélope Yudith, la madre de la protagonista original de esté libro de fantasía, Princesa Encantadora, aquella que se condenó por culpa de la avaricia con su príncipe —Cuando regresen podrás desearles tus buenas prosperidades.

—De mientras ellos regresan, ¿Me permitiría acompañarla?

—Por supuesto— negarse no era una opción, tampoco el correrla de su cercanía, el hacerlo podría ponerla en una situación desfavorable con todos los demás.

Soportarla seria lo mejor.

—Pronto el príncipe Claude debutará ante la sociedad— comentó intentando charlar más con ella —¿Esta emocionada?

—Quizás.

—Madre está demasiado impaciente— miró a su lado izquierdo, donde la duquesa Yudith estaba actuando como una ignorante mientras se cotorreaba alrededor de las demás damas el hecho de que su hija estaba al lado de la gran reina de Obelia —Envió a hacer mi nuevo vestido, a preparar una gran fiesta en el palacio de su majestad. Yo también estoy emocionada por ese día.

—No siempre se cumple quince años— retomó su actitud falsa —Disfrutalos mientras puedes.

—Cuando el príncipe Athanasio debutó, fui una de las afortunadas en bailar con él— por supuesto que lo recuerda; todas las miradas habían sido robadas por ellos dos, el baile entre ambos fue bonito, pero lleno de hipocresía.
Betsabé sabía que la joven Penélope no buscaba de su hijo un compañero para toda la vida, sino una mina de oro y de poder. Quizás hasta se creía capaz de ocupar el puesto de emperatriz —Aquella que logre casarse con el príncipe heredero será tan afortunada.

❝𝐁𝐄𝐓𝐒𝐀𝐁𝐄 ────𝘄𝗵𝗼 𝗺𝗮𝗱𝗲 𝗺𝗲 𝗮 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲𝘀𝘀?✓Where stories live. Discover now