Olvídame

By NodaOrtiz

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✨𝗡𝗼𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗝𝘂𝘃𝗲𝗻𝗶𝗹 𝗱𝗲𝘁𝗮𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗣𝗲𝗿𝗳𝗶𝗹 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 @WattpadNovelaJuvenilES �... More

Olvídame
🎶
☁️Prólogo☁️
☁️🐝🌿
Capítulo 1: Tu horrible vestido turquesa
Capítulo 2: Ecos en mi corazón
Capítulo 3: Siempre amanece
Capítulo 4: Pase lo que pase
Capítulo 5: El poema
Capítulo 6: Una corona de papel
Capítulo 7: Torbellino
Capítulo 8: En el lago
Capítulo 9: Diminuta
Capítulo 10: Ella
Capítulo 11: Pensamientos
Capítulo 12: Tormenta
Capítulo 13: Un concierto en la cocina
Capítulo 14: Escondida
Capítulo 15: Secretos
Capítulo 16: La idea testaruda
Capítulo 17: Una fuente, un angelito y mi confusión
Capítulo 18: ¿Dónde estás?
Capítulo 19: La decisión
Capítulo 20: Día especial
Capítulo 21: Mensajes inesperados
Capítulo 22: Monstruos
Capítulo 23: La pelea
Capítulo 24: Rompiendo esquemas
Capítulo 25: Mi depredador favorito
Capítulo 26: Solo mírame
Capítulo 27: Entre confesiones y otras cosas...
Capítulo 28: El beso
Capítulo 29: Una impresora rota, un pajarito rechoncho, y un novio seductor
Capítulo 30: La inquisición
Capítulo 31: Una cita en motocicleta
Capítulo 32: El castigo inevitable
Capítulo 33: Tu voz
Capítulo 34: Clover y su trasero salvador
Capítulo 35: Vuelvo a verte
Capítulo 36: La casa del árbol
Capítulo 37: Incertidumbre
Capítulo 38: Cosas que no puedo contarte
Capítulo 39: Un jueves con Stormy
Capítulo 40: Un Romeo moderno
Capítulo 41: Tú y yo en el centro del universo
Capítulo 42: Decisiones imposibles
Capítulo 43: Estática
Capítulo 44: Deshecha
Capítulo 45: Confundida
Capítulo 46: Visitas
Capítulo 47: Esta maldita culpa
Capítulo 48: Pesadilla recurrente
Capítulo 49: Tu recuerdo
Capítulo 50: Simplemente tú
Capítulo 51: Sanando
Capítulo 52: Un atardecer especial
Capítulo 53: Un nenito acuoso y una chica torbellino

🎃Capítulo extra: Especial de Halloween

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By NodaOrtiz

Mi sangre... Un tejido vivo formado por líquidos y sólidos.

¿Sabían que quizás pudo oler ese café con leche acompañado del rollito de canela que mi abuela solía prepararme cuando era niño y tanto me apasionaba?

Y no, no estoy loco. No del todo por lo menos. Dejen que les explique: sucede que gracias a una clase de Biología (con un viejo maltratador de adolescentes, pero famoso por brindar contenidos interesantes a sus lecciones), aprendí que unos científicos hallaron que las células sanguíneas tienen los mismos receptores para percibir el olor que la nariz. Dicen que hay una creciente evidencia de que esos receptores se hallan en otras partes del cuerpo.

Increíble, ¿no? Eso quiere decir que cada vez que su aroma a coco y miel invadió mis sentidos, haciéndome perder la noción del tiempo y el espacio entre nosotros, pude literalmente olerla con mi corazón, mi sangre, y hasta mis pulmones.

Alba, mi nenita rebelde, que con una mirada de esos ojos almendrados e inundados de misterios, supo desarmarme y volverme a suturar.

Ella lo es todo para mí, por ella viajé con mi familia a Suiza en un intento desesperado de encontrar una cura para mi miocardiopatía congénita con una droga experimental.

Debería haberme dado cuenta antes que mi tratamiento fue el catalizador de estos cambios que muy a mi pesar, ya no puedo continuar negando. La evidencia es demasiado palpable... Y todo recae sobre la bendita sangre.

Yo ya no la necesito. No como ustedes al menos. Ya no más...

Y sé lo que están pensando: "River, que pavadas dices. Todos los seres humanos la precisamos para sobrevivir."

Pues es ahí donde se equivocan. Sucede que desde hace unos diez días he caído en la cuenta que ya no siento frío, ni calor. Ni dolor, ni hambre. Y aun así, la sangre sigue siendo mi motor.

No la necesito... pero la codicio. Ignorar esta especie de instinto irracional que llevo dentro me está consumiendo. Es aterrador y cada vez más demandante. Ella me llama, como una sirena siniestra, y día a día, minuto a minuto, se me está dificultando más evadir su canto de acordes rojo carmesí. No estoy seguro de que sucedería si la obedeciera.

—River, ¿vas a bajar a cenar o no? Me estoy muriendo de hambre, y hace veinte minutos que estás peinándote. Créeme, por más que el mono se vista de seda... —la intensidad de la voz de Joshua, mi hermano menor, me sobresalta. Está en la cocina, pero podría jurar que lo tenía a mis espaldas.

—Cállate engendro, o te rapo mientras duermes. ¿Recuerdas esa vez que lloraste cuando el peluquero te cortó demasiado? —le respondo, sabiendo muy bien que lo voy a hacer enojar. No me juzguen, es mi pasatiempo favorito... Bueno, a decir verdad, besar a Alba lo es.

—Eres un idiota —chilla, y luego, escucho a la perfección los sonidos típicos de los cubiertos al cortar la carne asada que no tardará en devorar.

Río por lo bajo, pero la alegría solo dura unos segundos. Ahogando un jadeo, me doy la vuelta segundos antes de que suceda. Una sombra se mueve en el alféizar de mi ventana, y mi piel capta respiraciones agitadas y latidos acelerados.

Mi garganta se cierra con una fuerza cegadora, punzante. Domina todo a mi alrededor, tanto que creo que voy a desmayarme. Con manos temblorosas, me aferro a la pileta de baño, que se queja de la fuerza ejercida sobre su superficie de cemento alisado. Aflojo mi agarre con el terror invadiendo cada milímetro de mi cuerpo, ya que puedo reconocer, hoy por primera vez, lo que es. Soy capaz de nombrar lo que hace una semana comenzó como una sensación molesta en la parte posterior de mi cabeza y ahora se está convirtiendo en una fuerza despiadada. Es sed...

Y la ironía es casi absurda pero perfecta. ¿Qué mejor noche que esta para semejante revelación? Es la Noche de Todos los Santos, y he quedado con Alba. Hace varios días que la vengo evitando, temeroso de mis reacciones. Pero la extraño demasiado, no puedo esperar a verla.

Los pasos de mi gata Minina me distraen. La observo saltar hacia adentro, pero en el segundo en que sus felinos ojos se posan en mi rostro, arquea el lomo, erizando su pelaje negro azabache a lo largo de su columna.

—Ven, preciosa. No pasa nada —intento llamarla, pero es en vano. Bufa recelosa. Levanta su delicado hocico rosa pálido, como olfateando el aire, y huye de mí.

Un suspiro derrotado más tarde, guardo mi incertidumbre y mi celular en el bolsillo trasero de mis jeans oscuros, y bajo con paso ligero, apenas rozando los escalones que salteo de tres en tres.

Ni me molesto en despedirme de mi hermano, la casa está vacía excepto por él. Mis padres y mi abuela han salido a cenar, y Joshie espera la llegada de su mejor amigo Ethan que va a quedarse a pasar la noche. A las diez saldrán a pedir dulce o truco, y para entonces seguro mi familia ya ha vuelto. Conociendo a mi madre, debe estar incomodando a mi padre para que pague la cuenta así no se demoran en volver...

En el trayecto hacia la casa de Alba, trato de silenciar cientos de pensamientos, que ensordecedores, se niegan a abandonarme. Enfoco mi visión en la ruta, dejando que la brisa nocturna me golpee el rostro. Extraño la sensación del fresco en mis pómulos, colándose dentro del casco de mi motocicleta...

Todo a mi alrededor viaja a más de ciento cincuenta kilómetros, pero a la vez, es como si me moviera en cámara lenta. Consciente del motor rugiendo debajo de cuerpo, acelero disfrutando de su vibración que por algún motivo me tranquiliza.

¿Debería decir eso? ¿Cómo puedo estar nervioso si mi corazón ya no se acelera? Pero lo estoy...

No quiero sucumbir a lo que sea que me está dominando... No puedo permitírmelo.

—¡River! ¡Llegaste! —la aguda voz de Brisa, la hermana menor de Alba, me recibe. Sin dejarme reaccionar, se lanza a mis brazos.

Huele a waffles, chocolates y debajo a cloruro sódico... La sal en su torrente sanguíneo.

La separo con brusquedad de mi torso, cosa que no aparenta notar, forzando una sonrisa en un intento de hacer oídos sordos a las miles de señales que explotan en mi interior. Todas gritan: bebe.

—¿Cómo has estado, demonia? —la saludo, y ella ríe divertida por el apodo que ya hace tiempo le he puesto.

—Bien. O bueno, más o menos. Pasa que Tommy no quiere vestirse de lo mismo que yo esta noche, y no vamos a ganar el concurso al mejor disfraz si no somos creativos.

—¿Y de qué querías disfrazarte?

—De los mellizos Tweedledum y Tweedledee del cuento Alicia en el país de las maravillas —me responde, suspiro hondo de por medio.

—¡Los conozco! ¡Son geniales!

—¿Verdad que sí? —Sus ojos se iluminan de alegría y gira su cabeza para enfrentarse a su hermano que aparece en el umbral —. ¿Escuchaste eso, tarado?

—¡Qué pesada eres! No me gustan porque son muy gordos, como si estuvieran llenos de caca.

—¡Tú estás lleno de caca!

Tommy huele a papas fritas y ketchup... Y a hierro... Basta.

—¡Le voy a decir a mamá! —gimotea, corriendo puerta adentro con Brisa pisándole los talones.

Quiero seguirlos, saludar a mi suegra y besar a mi novia con descaro, pero ni bien mis pies hacen el intento, no logro entrar: es como si un campo de fuerza me lo impidiera. Frunciendo el entrecejo, busco mi celular para mandarle un mensaje a Alba.

¿Qué mierda ocurre aquí?

Aliviado de no tener que explicar el porqué no pude entrar a su casa, vuelvo a subirme a mi moto en rumbo a la reserva. Alba adora ese lugar, fue donde nos conocimos por primera vez. También fue donde la salvé de ahogarse, y adonde fui cuando pensé que estaba todo perdido.

Tantos recuerdos... Son cristalinos en mi memoria. Cada palabra, cada mirada, cada caricia: todo vive en mi cerebro con una nitidez sobrenatural.

¿Debería preocuparme por esto también? Cierto, no podría demostrarlo. Ya mi frente no se perla de sudor. Mi respiración tampoco se acelera... Es como si estuviera muerto. ¿Lo estoy?

Nada tiene sentido, salvo la necesidad que tengo de encontrarme con ella y hundir mi rostro en el hueco de su cuello.

Antes de que pueda pensarlo mejor, ya he llegado. El bosque me recibe parcialmente iluminado por las luces provenientes del alumbrado público de la calle de enfrente.

Hoy es noche de luciérnagas: su luminiscencia intermitente me maravilla. Mi visión capta cada fina vena de sus alas transparentes... hipnóticas.

Y entonces sucede, y mi cuerpo lo sabe antes que ocurra... Un grito desgarrador se abre paso entre los viejos robles, y las ramas se vuelven brazos que quieren detenerme, con garras que se interponen en mi camino, que arañan mi piel a medida que revientan contra mi rostro mientras corro hacia lo inimaginable.

—Vamos, no seas así. Una chica tan bonita y sola en el bosque solo debe estar buscando compañía... —Una voz masculina sobresale por entre el llanto de una cadencia demasiado familiar.

El tipo huele a licor barato, y perversión. Quiero destruirle.

—¡Suéltame! —grita Alba, y sus dientes rechinan. Puedo escucharlos por encima de las carcajadas borrachas de dos personas más.

—Sucede que no se puede tener todo en esta vida, preciosura. ¿No es cierto, Max?

—Cierto.

Es una segunda voz. Lo veo tocándole el rostro con dedos mugrientos mientras ella se retuerce.

El malparido huele a sudor rancio y lascivia.

Se han adentrado al bosque arrastrándola. Están parados a orillas del lago, y son tres. Uno de ellos la tiene atrapada, mientras ella forcejea sin éxito. Son demasiado fuertes, Alba no puede huir. Estoy a unos tres metros, quizás menos... No quiero llamarla por su nombre y alertarlos de mi llegada. Tan solo unos segundos más y estarán a mi merced.

—Mis amigos tienen razón, bebé. Pórtate bien y puede que hasta lo disfrutes.

Otro grito ahogado por manos que bloquean su boca... Y el rasguido de la tela de su remera de algodón me agobia...

No hay más tiempo.

—¡Quédate quieta, perra imbécil! —El tercer tipo aúlla de dolor, ella lo ha pateado en la entrepierna. La gira para enfrentarla, abofeteándola con salvajismo. Alba llora abiertamente, pero no se rinde. Le escupe el rostro mientras los sollozos la sofocan.

Estoy a pocos pasos de distancia. Los otros dos blasfeman y beben del pico de una botella turnándose en sostenerla y no dejarla escapar.

—¡Dale su merecido, Esteban! —grazna el tal Max, arengando.

Un segundo demasiado tarde. Todo el maldito bosque se congela, excepto por el destello de una navaja, y la imagen del impacto de la misma en el abdomen de mi novia. Ella deja escapar un jadeo seco, y es el sonido más atroz del mundo: desata un océano de furia en cada fibra de mi cuerpo. Me lanzo hacia delante, cegado de odio y venganza.

—Pero que mierd... —Nunca termina la frase. Mis manos quiebran cada vértebra de su cuello como si fueran guijarros.

El que la tenía atrapada se abalanza sobre mi espalda, y cuando lo hace, el cuerpo laxo de Alba se desliza a la arena: queda allí, como una especie de madeja sin sentido... Su remera rota y manchada termina con la poca humanidad a la que me aferraba.

—Alba... —digo su nombre, pero lo que sale de mi garganta no son palabras. No. Son algo áspero, y húmedo, vacío y repleto a la vez.

Tengo que ayudarla. Tengo que sacarla de aquí y llevarla a un hospital. No hay tiempo. Ella se desangra bajo mis ojos... mientras yo asesino a los monstruos que la hirieron. Toma un solo movimiento para arrancármelo de encima. Lo levanto en vilo. El tipo se retuerce, desgañitándose.

—¡Espera, espera, espera! N-no hagas esto... —Hay terror en el arrastre de sus palabras que son interrumpidas por unos rugidos guturales. Soy yo. Aullando.

Ladeo la cabeza, como si no entendiera lo que quiere de mí. Me sorprende sentir mis labios curvarse, y es entonces que me veo reflejado en sus pupilas dilatadas. Yo también soy un monstruo. Una aberración. A través de mi sonrisa siniestra asoman unos incisivos largos y filosos. Muerdo su garganta arrancándole la laringe en el proceso. Ni siquiera intenta vencerme. Segundos más tarde, lo descarto tirándolo al lago donde flota boca abajo.

El tinte del agua me distrae, pero sé que debo enfocarme. Con perversidad, dejo que el último de ellos escape unos metros. Quiero que piense que tiene salvación.

No la tiene. Nadie la tiene.

Lo alcanzo en menos de cinco enloquecidos latidos que provienen de su pecho. Con una sola mordida despiadada, destrozo piel y músculos. Mis colmillos rozan su cervical, y luego todo ha acabado.

Algo se agita a mi derecha. Es tenue, casi imperceptible: son sus pestañas, que aletean para mí. Corro a su encuentro, enterrando mis rodillas a su lado: se empapan de una humedad impregnada en sal y dolor.

—River... H-hola. —Respira con dificultad mientras la cobijo entre mis brazos.

—Shh, no digas nada. Todo va a estar bien. Voy a sacarte de aquí, Alba. Tu tranquila, mi amor.

Tengo en claro que mis palabras son las de un ser desesperado, balbuceando incoherencias porque está a punto de morir en mi regazo.

Dios mío, ¿qué hago?

No puedo perderla, pero convulsiona en mis manos y queda inmóvil.

—¡Alba! No... Aguanta, no me hagas esto...

Y ya no hay tiempo. Las luciérnagas se arremolinan en el cielo nublado, cubren todo de luz amarillenta, y por una vez no pienso. Actúo.

Llevo mis labios temblorosos a su cuello, y beso su piel... lacerándola. Y un torrente tibio y metálico con un dejo de miel y coco invade mi boca. Me veo a través de sus recuerdos con cada sorbo: robándola del instituto cuando sostuve su mano por primera vez, conduciendo mi moto con ella aferrada a mi campera de cuero, acercando mi rostro para besarla con desenfreno...

Los momentos se suceden en armonía: forman un caleidoscopio de risas compartidas y emociones sin igual.

Suficiente. Ya es suficiente, River.

Debo detenerme antes que sea demasiado, pero cada segundo es una eternidad.

De lo contrario, ella no va a poder volver.

Pero su sangre me hace cobrar vida en este torbellino, es adictiva: vuelvo a sentir la brisa sobre mis lágrimas.

Basta ya. No sigas.

—Alba, te amo —quiero susurrarle al oído, pero son gárgaras las que explotan entre mis labios y su cuello.

Y mi sed no para. No para. No. Para.


N/A

¡Hola, mis amores! FELIZ HALLOWEEN 👻

Este es un capi especial para festejar con ustedes, pero NO SIGNIFICA que le haya pasado nada a nuestros amados Alba y River, ellos simplemente se quisieron divertir y jugarles una travesura Halloweenesca 🎃

¡Los amo y espero que les haya dado escalofríos!

El romántico podría venir de Navidad 🎄 ids q opinan?

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