Un juego de dos

By piikkaapiikaa

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Louis es obligado por sus padres a ir a un internado, donde convivirá con gente como él que es capaz de contr... More

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Final
Epílogo
Importante

Capítulo XIX

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By piikkaapiikaa

Louis notó como el coche comenzaba a moverse una vez arrancó, y pataleó el maletero con fuerza, gritando sin parar.

—¡Cómo me rompas el puto coche le corto los huevos a tu novio! —gritó alguien.

—¿Zayn?

—¡Gilipollas! —¿Era Liam?—. ¡Harry nos dijo que no tenía que saber que éramos nosotros!

—¿Liam? —no entendía nada.

—¡Ahora la has cagado tú! —contraatacó Zayn.

—¡Sacadme de este puto coche ahora mismo, joder! —gritó Louis.

Esta vez no contestó nadie, y aquello consiguió acabar con la poca paciencia que tenía. Volvió a patalear con fuerza el maletero tratando de romperlo para poder salir, y frunció el ceño cuando el coche frenó después de unos largos minutos conduciendo.

Sintió una suave brisa recorrer su cuerpo cuando alguien abrió la puerta del maletero, pero no pudo ver nada a causa de la oscuridad. No había ningún tipo de luz.

—Sal del coche. —definitivamente, era Liam.

—¿Qué?

—Vamos, sal. No voy a tocarte, sabemos que no te gusta que lo hagan.

—Cómo no tengáis una buena explicación para esto os juro que os voy a poner los huevos de corbata. —salió del maletero.

—Ponte esto.

—No veo una mierda. —bufó.

Zayn hizo salir una pequeña bola de fuego de la palma de su mano que sostuvo a flote utilizándola como antorcha, y Louis agarró el antifaz que le entregó Liam, mirándolo con desprecio.

—Quiero saber ahora mismo qué coño está pasando.

—Póntelo y finge que no sabes que somos nosotros. —Liam miró nervioso hacia los lados, metiéndole prisa para obedecer.

—¿Te estás escuchando? —alucinó.

—Vamos, joder. —insistió Zayn.

Louis obedeció muy en contra de su voluntad, tan solo por la curiosidad de saber qué pasaría después, y sintió una mano en su espalda que a penas lo rozaba, tan solo lo justo y suficiente como para guiarlo por el lugar.

Caminaron durante unos cinco minutos culpa del ojiazul, quien se paraba todo el rato con miedo a chocarse contra algo, y frunció el ceño cuando Zayn le ordenó que no siguiera caminando.

—¿Qué? ¿qué pasa? —tanteó con sus manos en su alrededor buscando algo a lo que agarrarse, pero resopló en cuanto no lo encontró. No había nadie—. Me cago en vuestra puta madre.

—Quítate el antifaz. —su voz inconfundible para Louis no le pasó desapercibida.

Se quitó el antifaz con rapidez sabiendo perfectamente quien era el que se encontraba frente a él, y golpeó su pecho con fuerza cuando comenzó a reír.

—¡Puto enfermo de mierda! —gritó furioso. Realmente se había asustado—. ¡¿Te parece normal ir secuestrando a la gente como te viene en gana?!

—Necesitaba una forma de traerte aquí sin que te olieras la sorpresa y no encontré mejor modo que este. —excusó riéndose.

—¡Eres un sinvergüenza y un puto gilipollas de mier...! —calló—. ¿Has dicho sorpresa?

—Sí. —sonrió.

—¿Qué sorpresa?

—¿Eres bipolar? hace diez segundos me estabas poniendo verde y ahora me pones ojitos para que te enseñe la sorpresa. —estalló a carcajadas.

—Sin quitar el hecho de que eres un puto demente al secuestrarme como te ha dado la real gana, una sorpresa es una sorpresa.

—Entonces, ¿me perdonas? —se acercó a él.

—¿Por eso me pediste que te perdonara?

—Sí, porque sabía que te daría miedo no saber qué estaba pasando.

El rizado rodeó su cintura como tanto amaba hacer, y Louis rodeó su cuello mirándolo a los ojos, tratando de disimular la enorme sonrisa que amenazaba con formularse en sus labios.

—Aún no entiendo que clase de enfermo mental secuestraría a alguien para darle una sorpresa. —su nariz rozó la de Harry, quien se encogió de hombros sonriendo.

—Tampoco ha sido secuestro en sí, conociendo a ese par seguro que los has descubierto nada más ha arrancado el coche.

—Si te digo que sí se enfadarán, así que imagina que te he dicho que no. —le sacó la lengua—. Quiero mi sorpresa.

—Primero mi beso.

—Estás retrasando el momento de darme la sorpresa.

—No, solo he dicho que quiero mi beso. —hizo un puchero.

El rizado bajó su cabeza despacio hasta encontrar los labios del ojiazul, quien sonrió inevitablemente en mitad del beso haciendo que sus dientes chocaran por una milésima de segundo, algo que les hizo separarse al no dejar de reír.

—Vamos, mi sorpresa. —bufó.

—Ven conmigo.

Agarró su mano con suavidad dispuesto a llevarlo a través del prado, y Louis sonrió cuando observó el río gracias a la luz de la luna que impactaba con intensidad en sus aguas tranquilas.

—Estamos en nuestro rinconcito.

—Esta no es la sorpresa. —lo miró con ilusión—. Ven.

Lo condujo en silencio hacia la cabaña, dónde al entrar, lo hizo caminar hacia una habitación en concreto para seguidamente, hacer que se quedara quieto frente a ella.

—¿Y esto? —observó la puerta.

—Ábrela, bichito.

Louis tragó saliva cuando las yemas de sus dedos tocaron la madera del pomo de la puerta, y lo giró despacio para abrirla con intriga a lo que podía haber dentro.

Una habitación perfectamente amoblada, con parqué en el suelo y las paredes pintadas sin ningún rasgo de suciedad. Una cama de matrimonio central con las sábanas blancas y los cojines rojos, con un montón de pétalos de rosa encima de ella. A su lado una mesita de noche con lubricante, un preservativo, y una pequeña cajita que logró pasar desapercibida para Louis entre tanto para ver.

—Harry. —tragó saliva—. Esto es... mágico.

—Esto era lo que tramaba ayer realmente, esto junto a la cena. —sonrió.

Louis se acercó a la mesita de noche al ver el lubricante, y rodó los ojos comenzando a reír, agarrándolo entre sus manos para enseñárselo con diversión.

—Piensas en todo, ¿eh? —le guiñó un ojo.

—No es lo que tú crees.

El ojiazul lo miró frunciendo el ceño al oír sus palabras, y Harry se acercó a él quitándole el lubricante de las manos para volver a colocarlo exactamente dónde estaba.

Lo llevó hasta la cama donde lo tumbó con suavidad, y se colocó encima de él sin dejar caer peso, hundiendo su rostro en su cuello como tanto amaban ambos que hiciera.

Alzó la cabeza levemente relamiéndose los labios, y lo miró a los ojos. Louis tragó saliva con dureza. Sonrió inevitablemente ante la forma tan inocente y cálida con la que lo miraba, y acarició su cabello con suavidad para comenzar a hablar.

—Tu primera vez fue una completa mierda por la que nadie jamás tendría que pasar nunca. —murmuró. Louis asintió despacio, sintiendo su corazón latir con fuerza ante sus palabras—. Yo quiero darte una primera vez como te mereces.

—¿Qué quieres decir? —sus ojos azules lo miraron con atención.

—Olvídate de con cuantos te has acostado, de todas las veces que lo has hecho, y olvídate de lo que te hizo ese monstruo. —su dedo jugueteaba con un mechón de pelo del ojiazul, quien acariciaba su espalda con suavidad.

—¿Por qué?

—Porque hoy quiero darte tu primera vez, tu primera vez haciendo el amor.

—Harry. —murmuró. Sus ojos se cristalizaron en ese mismo instante, pero el rizado limpió cualquier rastro de lágrimas que pudiera haber.

—Solo si tú quieres. —sonrió.

—Claro que quiero, bebé. —besó sus labios.

Harry se quitó la camiseta haciendo sonreír a Louis, quien también se quitó la suya. Se agachó lo suficiente como para besar sus labios con suavidad, marcando así el beso que, sin saberlo, daría inicio al mejor momento de sus vidas.

Bajó sus labios a su cuello dónde comenzó a succionar sin llegar a hacerle daño, y sonrió cuando sintió al menor estremecerse bajo sus movimientos.

Un camino de besos se fue creando desde su cuello hasta su pecho, y de ahí fue bajando hasta llegar a la comisura de sus pantalones. Louis sonrió mirándolo.

Se los quitó de un movimiento rápido, tirándolos hacia cualquier rincón de la habitación. Lo miró a los ojos bajando sus labios hacia el elástico de sus bóxers para comenzar a mordisquearlos con la intención de provocarlo, y Louis suspiró cerrando los ojos.

—¿Puedo? —buscó seguridad en su mirada, y sonrió cuando al mirarlo de nuevo, la encontró.

—Sí.

Sus manos comenzaron a bajar sus bóxers despacio, dejándole disfrutar del momento tanto como lo estaba haciendo él.

Abrió sus piernas con delicadeza, sus movimientos lentos para dejar que tuviera tiempo de negarse en caso de cambiar de idea o no querer hacer algo, y se colocó en medio mirándolo a los ojos.

—¿Vas a...? —calló. Un tono rojizo cubrió sus mejillas, y Harry asintió sonriendo enternecido por como se veía en aquel momento.

—Solo si me dejas. —no quería tocarlo sin antes escuchar su consentimiento. Quería hacerle sentir poderoso, que sintiera que era él quien llevaba el control de la situación. Quien mandaba en aquel momento.

—Sí, te dejo. —tragó saliva.

Deslizó sus dedos por el largo de su muslo estremeciéndolo por completo, y disimuló una sonrisa cuando su mano agarró su miembro con firmeza. Sabía lo que estaba haciendo.

El miembro del ojiazul respondió al instante ante las caricias del rizado, pues una fuerte erección se creó justo en ese momento. Harry aprovechó la ocasión para introducírselo en la boca de golpe, dejando a Louis con la respiración entrecortada y la espalda arqueada sobre el colchón. No se esperaba aquello.

Su lengua comenzó a serpentear con rapidez sobre su glande, mientras que su mano masturbaba con fuerza el resto de su miembro, haciéndolo gemir inconscientemente.

Los gemidos de Louis como única banda sonora del lugar, mientras que Harry disfrutaba todo lo que lograba provocar en él con tan solo tocarlo. Sus ojos verdes escanearon con diversión la imagen que tenía frente a él, y justo en ese momento, habría deseado poder hacer una fotografía mental.

El miembro de Louis entrando y saliendo de su boca en movimientos firmes, su hermoso cuerpo arqueándose sobre el colchón, y sus manos haciéndose puños agarrando las sábanas todo lo fuerte que pudo. Su cabello despeinado, sus labios entreabiertos emitiendo el sonido más hermoso del mundo, y sus ojos azules cerrados con fuerza tratando de concentrarse en todo lo que Harry le estaba haciendo sentir.

—Voy... voy a... —gimió.

—Vamos bichito, córrete en mi boca. —sonrió.

Y tan solo faltó aquello, pues nada más escuchar sus palabras, el cálido y blanquecino líquido de Louis recorrió toda la cavidad bucal de Harry, quien se tragó hasta la última gota sin pensárselo dos veces.

Subió a sus labios. Su respiración estaba entrecortada ante la fuerte sensación que acababa de experimentar, y su pecho subía y bajaba con fuerza tratando de recuperar todo el oxígeno que acababa de perder en aquel momento.

Sus ojos azules se abrieron a los pocos segundos encontrándose con el verde esmeralda de Harry, quien lo observaba en silencio admirando la hermosa obra de arte que tenía frente a él.

—¿Te ha gustado? —murmuró. Su codo estaba clavado en el colchón, y su cuerpo ladeado al lado de Louis. Su mano derecha acariciaba despacio su pecho, y sus ojos lo miraban con intriga. El ojiazul asintió.

—Sí. Ahora me... —respiró—. Me toca.

—No, hoy no, bichito.

—¿Por qué?

—Porque hoy es tu noche, tuya y solo tuya. Ya te tocará en otro momento, pero hoy no. —sonrió.

Louis no contestó. A diferencia de eso, se quedó recobrando de nuevo el oxígeno del que aún carecía debido a la intensidad del acto, y alzó su cabeza levemente buscando los labios de Harry, encontrándolos de inmediato.

El rizado se colocó encima de él nuevamente sin dejar caer ningún tipo de peso. Sus labios bailando entre sí la danza más hermosa del mundo, sus lenguas jugueteando entre ellas en una guerra sin final.

Ambos cuerpos calientes, sudados, pegándose por inercia en busca de la calor corporal del otro, los dos sintiéndose muchísimo más que nunca.

La mano de Harry se deslizó con agilidad por el abdomen del ojiazul, quien abrió las piernas inconscientemente sabiendo lo que procedía a continuación. Dos de sus dedos rondaron su entrada haciéndolo jadear, y los metió cuando una capa de lubricante los cubrió por completo.

—Joder. —jadeó—. Otro, mete otro.

—¿Mi bichito quiere otro? —sonrió Harry, hundiendo su rostro en su cuello.

—Sí.

—Tus deseos son órdenes. —vaciló con dulzura.

Un tercer dedo se introdujo en la entrada de Louis, quien se agarró a la sábana con fuerza. Comenzó a torturarlo despacio, sabiendo exactamente todo lo que estaba provocando en él, y movió sus dedos en su interior abriéndolos y cerrándolos hasta conseguir llevarlo al límite.

—Empieza ya. —suplicó. La voz a penas salía en un suave susurro en mitad de un gemido.

—¿No quieres que acabe esto?

—Quiero sentirte de una jodida vez. —gimió.

Harry sonrió. Sacó los dedos de su interior haciendo que un pequeño chorro de lubricante goteara por la cama, e introdujo esos mismos tres dedos en la boca del ojiazul, quien comenzó a degustar su propio sabor.

Agarró el preservativo. Se lo puso con facilidad bajo la atenta mirada de Louis, y le abrió las piernas para poder colocarse entre ellas, dejando caer su torso hacia adelante hasta poder llegar a besar sus labios.

Su brazo derecho se clavó en la almohada, justo al lado de la cabeza de Louis, y subió su mano izquierda hasta entrelazarla con la suya. Louis apretó el agarre con fuerza mirándolo a los ojos, y sonrió cuando el rizado comenzó a acariciar su cabello para darle toda la seguridad posible.

—¿Bien? —sus ojos buscaron el azul de los suyos.

—Sí.

Harry volvió a besar sus labios. No había prisas, no había necesidad de adelantarse a nada. El tiempo se hacía irrelevante en aquel momento donde ambos abrieron sus corazones ante el otro, desnudando su alma sin ningún tipo de miedo a las consecuencias.

Besó su cuello cuando comenzó a introducir su miembro en su entrada, despacio, lento, dándole todo el tiempo del mundo para acostumbrarse a él. Louis apretó el agarre de la mano que mantenía enlazada a la suya, y dejó escapar un pequeño grito cuando finalmente, lo tuvo por completo en su interior.

El rizado besó sus labios, su rostro, su pecho. Llenó su cuerpo de besos, así como Louis hizo con él.

Comenzó a moverse despacio, sintiéndolo en cada embestida, mojándolo un poco más a medida que iban avanzando. Louis gimió cuando aceleró el ritmo, y Harry sonrió con la respiración entrecortada, acariciando la piel de su cintura con una suavidad infinita.

—Joder. —gimió Louis—. M...más ra...rápido.

El ojiverde obedeció, incrementando notablemente la velocidad de sus movimientos

El ambiente cálido y húmedo de la habitación haciéndose notar ante ambos jóvenes, quiénes sabían con certeza que a partir de aquella noche, nada volvería a ser igual.

La suave piel de Louis se erizó por completo cuando Harry pasó las yemas de sus dedos con suavidad, tratando de acariciar hasta el rincón más oscuro que pudiera habitar en él.

Y Louis, se dejó. Ya no tenía miedo, ya no quería volver a vivir sin las caricias ni los abrazos de quien era dueño de su corazón.  Ahora cada vez que no estaba él sentía frío, un frío que no quería volver a sentir nunca más.

—Estoy a... a punto. —avisó.

—Lo sé, bichito. Y...yo tam...también. —gruñó.

El ojiazul subió su mano hasta llegar a la espalda del castaño, dónde clavó sus uñas con fuerza. Harry gruñó, pero no se apartó.

Las embestidas cada vez más fuertes, el ambiente cada vez más humedo, sus cuerpos creando una fricción que ambos amaron al instante, y sus corazones latiendo con fuerza junto a su respiración entrecortada debido a la intensidad que cogieron en pocos minutos.

—¡Harry! —gritó.

Aquel único grito bastó para que una fuerte corriente eléctrica recorriera con rapidez el cuerpo de ambos, proporcionándoles de esa manera el mejor orgasmo de toda su vida.

Harry besó sus labios una vez más antes de dejar caer su cuerpo rendido en el colchón, y sonrió cuando Louis se acurrucó sobre su pecho, besándolo antes de abrazarlo con fuerza.

—Gracias por todo, Harry. —su voz entrecortada hizo sonreír al rizado.

—Cállate. —acarició su espalda.

—Cállame. —le sacó la lengua.

Harry comenzó a reír. Bajó su cabeza hasta que sus labios se encontraron con los del ojiazul, y lo besó despacio, sin ningún tipo de prisa.

—Hay algo más. —murmuró sobre sus labios.

—¿Sí?

—Sí.

Se levantó de la cama poniéndose los bóxers, y Louis hizo lo mismo quedándose sentado frente a él, mirándolo con intriga por saber que era lo que iba a hacer.

Caminó hacia la mesita de noche dónde agarró la cajita negra que Louis vio en cuanto llegó, y la colocó entre sus manos mirándolo con atención.

—¿La abro?

—Sí.

Sus dedos se deslizaron sobre el terciopelo que cubría perfectamente la pequeña cajita, y una hermosa sonrisa se formuló en sus labios cuando al abrirla, vio un sencillo pero precioso collar de plata en su interior.

—Harry. —no podía dejar de sonreír. Agarró el collar entre sus manos, y lo observó cuando se puso de rodillas frente a él—. ¿A qué ha venido todo esto?

—No tengo ni idea de cómo acabará esto, si acabará haciéndome el hombre más feliz del mundo o si será la causa de mi perdición. —agarró sus manos con fuerza, mirándolo a los ojos—. Pero si algo tengo claro es que esto que siento por ti es muchísimo más fuerte que todo lo que he sentido hacia alguien antes, y aunque yo no sea de palabras románticas ni de amar sin miedo, no pienso perderte por no afrontar mis sentimientos. —Louis limpió las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas, y lo besó con suavidad—. Así que, Louis Tomlinson, ¿quieres ser oficialmente mi bichito y salir con este corazón roto que está dispuesto a reconstruirse para amarte hasta morir? —sonrió—...

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