RWANDA®

Av zeyvolkova

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Sheyla Bonheur es una joven doctora recién licenciada que llega a un pequeño país africano, con el fin de hac... Mer

Advertencia
Dedicatoria
Booktrailer + Personajes
Capítulo 1 - Bienvenida al país de las mil colinas
Capítulo 2 - El soldado que no habla demasiado
Capítulo 3 - Ni en el confín del mundo
Capítulo 4 - Lo que pudo ser se acabó
Capítulo 5 - Desafiar a la adversidad
Capítulo 6 - No hacer nada no cambiará nada
Capítulo 7 - La vida que se escapa ante mis ojos
Capítulo 8 - La desconocida Madeleine
Capítulo 9 - Verdades que duelen
Capítulo 10 - Decisiones y consecuencias
Capítulo 11 - Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo
Capítulo 12 - La decepción llega cuando ves la realidad con tus propios ojos
Capítulo 13 - Juzgar desde la distancia
Capítulo 14 - Cuando calla la razón hablan las armas
Capítulo 15 - Para llegar al objetivo es preciso aproximarse
Capítulo 16 - Mariposas y otros insectos
Capítulo 17 - Hacer de tripas corazón
Capítulo 18 - Poderoso caballero es Don Dinero
Capítulo 19 - Victorias y reconocimientos
Capítulo 20 - El hombre de las mil soluciones
Capítulo 21 - La sonrisa de Blaime
Capítulo 22 - A la única persona que nunca superarás es a la que no se rinde
Capítulo 23 - No existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre
Capítulo 24 - Adaptarse al medio
Capítulo 25 - Sentido del deber
Capítulo 26 - Sonrisas y réplicas
Capítulo 27 - Seré abnegado, cumpliré con ejemplaridad mi deber
Capítulo 28 - Dejar ir
Capítulo 29 - Objetor de conciencia
Capítulo 30 - Ser león o ser gacela
Capítulo 31 - El amor vence batallas
Capítulo 32 - Soldado que huye vale para otra batalla
Capítulo 33 - Los muertos son los únicos que ven el final de la guerra
EXTRA - La batalla más cruel es aquella cuya victoria no depende de ti
Capítulo 34 - Las actitudes son más importantes que las aptitudes
Capítulo 35 - Como el ratón y el gato
Capítulo 36 - Hacia lo salvaje
Capítulo 37 - La maldad humana no conoce límites
Capítulo 39 - Mihi spes omne in memet
Sketch Concept

Capítulo 38 -Si no acaba con la guerra, no es una victoria

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Av zeyvolkova

Blaime

Avanzamos lentamente en una columna de 4. A la vanguardia el Liberty del comandante Riviere marca el ritmo de la marcha por una pista tan estrecha que sortear cualquier obstáculo supone toda una prueba de pericia para los conductores. Y no es que las carreteras de África sean conocidas por su buen trazado precisamente...

Cierra la columna mi unidad con el Democracy, dirección noroeste, hacia la línea del frente, donde el brazo armado del FPR pugna por el terreno al que en otro tiempo han tenido que renunciar sus padres. Una generación de soldados nacidos bajo la bandera de Uganda, forjados en otra guerra que no era la suya y que ahora reclaman lo que en su día le arrebataron a sus progenitores.

Del otro lado de la contienda, la carne de cañón de una élite hutu creyente hasta la médula de que todo lo que baña la luz les pertenece. Otrora relegados a un escalafón inferior, hoy hacen pagar a las generaciones posteriores de aquellos señores feudales tutsis el agravio. La víctima es ahora el verdugo, como en tantas otras guerras.... Y si hay una ley que impere en África, esa es la de la venganza, un mal más difícil de erradicar que el hambre.

El recorrido transcurre en silencio, los chicos van callados como muertos. Esperaba que charlaran entre ellos, ya que se conocen de antes, o que al menos me contaran qué pasó con su anterior comandante, cosa que me intriga. Pero nada. Aquí dentro nadie dice nada. Se mantiene cada uno en su puesto, con la boquita cerrada y la mente vete tú a saber donde. Hasta que por la emisora de onda corta entra un aviso urgente. Y si entra por aquí es que el destacamento en cuestión no está lejos.

—Base aquí Super 6-8, detenido convoy por incidente violento. Repito, detenido convoy por incidente violento. Permiso para intervenir— Desde base solo les falta responder que se vayan a la mierda. Les contestan que tiren, que si no los atacan a ellos pasen de largo y no se metan.

Y qué fácil es decirlo cuando tienes el culo cómodamente sentado en una silla en la seguridad de un despacho... A veces me sorprende la falta de implicación por parte del alto mando. Pero aplico la norma de ver, oír y callar. No es mi problema.

Pegando la oreja, Lambert comenta.

—Vaya, parece que están jodidos— Y sí, deben de estarlo cuando un convoy entero tiene que parar y solicitan intervención. Lo que deben tener delante tiene que ser de envergadura porque aquí no nos metemos en refriegas por deporte... Pero aún no he acabado de hacer mis propias conjeturas cuando la voz de una mujer, tan familiar para mí como la de mi propia madre, se apodera de la señal.

—Escúcheme bien, señor, están linchando a una mujer embarazada, usted no puede decir que— No me jodas... ¡Es Sabine!

El corazón me da un vuelco en el pecho al oírla. Una oleada de adrenalina se dispara por todo mi cuerpo y me retuerce las entrañas. A mi lado Fontaine trata de indagar.

—Mierda, ¿Esa no es Sabine?— Con un nudo en la garganta respondo que sí mientras me afano en escuchar la conversación que mantienen el sargento Abisanya, con el conductor del camión.

Que se retire, le ordena. Pero el conductor del camión responde que imposible. Se habla de un vehículo artillado, de milicianos armados y de que el paso está cortado, por lo que no le es posible maniobrar. Y mientras ambos soldados intercambian información, los gritos de lo que supongo, es población civil huyendo, se cuelan en la frecuencia dándonos una idea de las dimensiones del asunto. Joder, esto no pinta nada bien...

Pegando el auricular contra mi oreja como si así pudiera aislar todo lo que no venga de esa señal para oírlos mejor, me mantengo a la espera de cualquier avance. Pero durante 7 minutos se produce lo que se llama silencio de radio. Nadie responde, nadie interviene, nada... 7 agónicos minutos sin noticias de quienes para mí ya son mi familia...

Y en esos 7 infernales minutos me da tiempo a pensar de todo. A cómo puedo intervenir sin saltarme la cadena de mando, a buscar qué puedo hacer para ayudarlos, a maldecir al alto mando por no mover un dedo, mientras la tensión le va ganando la batalla a mi cordura. Me da tiempo a todo y a nada a la vez...

Hasta que la comunicación se reanuda precedida por las ráfagas de lo que identifico como un arma automática, tal vez un Kaláshnikov, que filtrándose por las ondas evidencian lo lejos que está la situación de solventarse, mientras otra voz, tremendamente familiar para mí, trata de hacerse oír por encima de los disparos.

—¡Base aquí Super 6-8, nos están disparando! ¡REPITO, NOS ESTÁN DISPARANDO! Solicito apoyo inmediato!— ¡JEROME! Durante un milisegundo, una inexplicable sensación de alivio me consuela por el hecho de que al menos él está vivo. Pero... ¿Y Sabine, y Cristi... y Sheyla...? ¿Dónde están? ¿Qué está pasando ahí? ¿¡Qué cojones está pasando ahí!? ¿Y qué mierda está haciendo el alto mando que no ordena una intervención, no manda apoyo, no mueven ficha...?¿A qué están esperando?¿A qué los maten a todos...? ¡Dios, se supone que hice un pacto contigo...!

La voz de Jerome, totalmente histérico, continúa apoderándose de la línea y de mis nervios sin que del otro lado llegue respuesta. Hasta que finalmente, y ya sin fuerzas, suelta una última frase que me golpea la cabeza como un bate de baseball. "Envíen apoyo inmediato, o aquí nos van a matar a todos..." Eso... Parece que es eso a lo que espera el alto mando para intervenir... A que los maten a todos...

Las conversaciones se suceden en el interior del Democracy en medio de un ambiente denso y pesado, parece que falta el oxígeno aún teniendo las ventanillas abiertas. Y entre las voces desordenadas de mis compañeros, solo soy capaz de escuchar una cosa "Tenemos que intervenir". De forma unánime todos apoyan la idea. Pero es Fontaine, a los mandos de la coaxial y siendo el más proactivo, quien parece poner mis pensamientos en voz alta.

—¿Solicitamos intervención?— Pregunta. Mirando a mis compañeros, parecen estar de acuerdo, por lo que no tardo ni medio segundo en contestar.

—Solicitamos intervención— Confirmo. Sé que no es lo más ortodoxo, que esta no es nuestra misión, que me arriesgo a que me manden a la mierda para quedarme aquí escuchando como acaban con todos y cada uno de ellos. Pero si no lo intento no me lo perdonaré. No me lo pienso dos veces. Paso a canal uno para hablar directamente con el comandante Riviere al mando de la columna, el único aquí que podrá tomar cartas en el asunto —Rojo 7 a Rojo 1 solicito permiso para intervenir— El segundo que tarda Riviere en contestar se me hace eterno.

—Espere un momento Rojo 7— Y de nuevo, silencio de radio. Agónico. Interminable. Un tiempo precioso que estarán perdiendo en dirimir cuestiones legales que de poco me van a importar si al final acaban todos muertos. Como si lo viera...

Harto de esperar, me atrevo a romper ese silencio para presionar a Riviere. No podemos perder más tiempo con estupideces, hay que actuar.

—Señor...— ¿Por dónde empiezo? —Señor, con el debido respeto, probablemente seamos el operativo más cercano al punto de la emboscada y mi unidad es la última de la columna, si hay alguien que pueda hacer algo por ellos, somos nosotros. Por favor señor, déjenos intervenir...— Y espero sonar lo suficientemente contundente como para convencer a Riviere de que somos el caballo ganador. Pero el cabrón sigue sin responder.

Se hace otro de esos silencios interminables que ponen a prueba mi estabilidad mental y mi paciencia. Pero cuando estoy a punto de reanudar la comunicación con Riviere para seguir insistiendo, a través de mi auricular entra la voz de Diaye. Y por un brevísimo instante me siento esperanzado al ser él quien me responda. Porque él, precisamente él, no va a negarles la ayuda a sus compatriotas senegaleses y a las tres chicas.

Rojo 7, ¿está seguro de lo que van a hacer? No tenemos más efectivos disponibles, van a estar solos ahí— Haciendo un recorrido visual por las caras de mis compañeros para cerciorarme de que están dispuestos a embarcarse en esta misión suicida con el fin de salvar a los nuestros al mismo nivel al que estoy yo, me apresuro a contestar.

—Estoy seguro— Como nunca antes en mi puta vida...

Sin perderse en cuestiones absurdas, Diaye abre comunicación directa con Jerome para solicitar las coordenadas del punto exacto en el que se encuentra. Whiskey Hotel 7 2 0 3. Dos palabras y cuatro números que se me quedan grabados a fuego en la cabeza mientras espero una confirmación que no tarda en llegar de boca de Diaye.

Rojo 7, ¿lo has oído? Whiskey Hotel 7 2 0 3— Que traducido al idioma de Diaye es un "¿a qué esperas?"

—Sí señor— Inmediatamente anuncio el cambio de rumbo a la tripulación, con el corazón a cien y la adrenalina corriendo por mis venas sin control.

Obedeciendo a mi orden, el maldito Duval hace un alarde de maestría al conseguir girar el vehículo 180 grados para enfilar la pista rumbo al punto de la evacuación, situado exactamente a 8 kilómetros de nuestra posición, que por el estado de la pista y tal y como le pisa Duval, serán unos 10 minutos aproximadamente. Aunque en 10 minutos pueden pasar muchas cosas...

Echando un vistazo al mapa mientras Duval conduce a toda la velocidad que le permite la pista, descubro una intersección cerca de la última posición enviada por Jerome, que de ser yo quien estuviera al mando de esa "operación", sería el punto donde situaría la pick-up artillada, porque de esta forma anularía ambos caminos eliminando así cualquier posibilidad de que el camión con la ayuda humanitaria pueda maniobrar en ninguna dirección, convirtiéndolo en un obstáculo más de cara a una retirada o en el mejor de los casos, ganar un tiempo muy valioso para expoliarlo, objetivo probable, ya que esto le daría sentido a una emboscada por parte de la Interahamwe, los únicos que tendrían los malditos cojones de plantarnos cara. Porque el ejército nacional no se arriesgaría atacando vehículos de la ONU por las consecuencias internacionales que esto conlleva, y al FPR no le viene bien ponernos en su contra, al fin y al cabo, estamos defendiendo a su gente.

Así que de cumplirse estos dos factores y teniendo en cuenta la información de la que disponemos, podríamos acceder a la zona por ese camino, situarnos a la cola del convoy y desde allí abrir el paso, haciendo efectiva la evacuación.

Pero antes de poner en común mis conclusiones repaso el plan por segunda vez tratando de calcular todas las variables que se me puedan estar escapando al trazar un plan de rescate a la desesperada y sin disponer de datos precisos, como el número de atacantes, de qué armas disponen, la posición exacta de los vehículos y cuántos civiles hay implicados, además de los nuestros...

Aún no he terminado de estudiar todas estas cuestiones para poder confirmar la orden de dirección, cuando escucho a Fontaine gritar, asomado por su escotilla.

—¡Jefe, una columna de humo a las 3, aproximadamente 4 km, al pie de la cota!— Inmediatamente dejo el mapa para pegar los ojos a mi visor, pero desde aquí no veo nada, no entra en mi ángulo, por lo que me asomo junto a Fontaine, cerciorándome de que lo que dice es cierto, y a su vez comprendiendo el por qué a este tipo lo llaman gorrión: El cabrón tiene vista de pájaro —Mire, allí— señala el punto exacto. Ni un kilómetro más ni uno menos.

Negra como mis oscuros pensamientos, la columna de humo se eleva desde un núcleo poblado a una altitud inferior a la nuestra, lo que me hace pensar que el ataque no va dirigido a los nuestros, sino que estos han tenido el infortunio de cruzarse en el camino de la Interahamwe mientras arrasaban una aldea. Volviendo a mi puesto, reviso las notas, confirmando que estamos en la dirección correcta, el cruce para el camino en cuestión no está lejos.

A través de la intercom, indico a Duval cuál es la pista que debemos tomar, para acto seguido tratar de abrir comunicación con Jerome y que me facilite todos los datos posibles de cara a un enfrentamiento directo.

Rojo 7 a Super 6-8, ¿me recibe?— Pero al primer aviso no me responde, lo que acelera aún más mi taquicardia —Rojo 7 a Super 6-8, repito, ¿me recibe?— Vamos Jerome, responde.

Es Lambert, entrado por mi canal, el que me informa.

—Señor, no hay señal— ¡Mierda Jerome! No me hagas esto...

Necesito datos para saber por donde entrar y cómo operar, necesito saber que estáis bien... Pero ninguna de esas cuestiones es respondida para cuando Duval anuncia a través de la intercom:

—500 metros para la salida de la pista, ¿Qué ordena, comandante?— Sin tiempo a nada, doy la única orden lógica ahora.

—Reduce la marcha— Y por si la presión fuera poca en estos momentos, el que entra por mi canal ahora es Diaye, uniéndose a la fiesta.

Lancero 1 a Rojo 7, perdimos la comunicación con ambas unidades. ¿Cuál es el plan de acción?— Es entonces cuando a través de la vegetación consigo ver el final de la pista, y en lo que me parece ser un soberano golpe de suerte, la pick-up artillada. Está ahí, a unos metros de nosotros, en mitad del camino y con dos operadores al cañón.

Dirigiéndome a Duval por la intercom le doy el alto. El Democracy  frena en seco a escasos doscientos metros de esos mamones, amparado por la densa vegetación, en una posición elevada, con visión directa del objetivo, que no parece habernos avistado. Y joder, no podríamos haber tenido más suerte. Tenemos la ventaja táctica en este momento, es perfecto. Ya era hora de que algo nos saliera bien.

Así que repasando mentalmente mi plan, voy con la siguiente orden, calculando la distancia al objetivo a batir, la inclinación del terreno, el ángulo de disparo, el tiempo y hasta el viento. Tengo a un tirador de primera, y si mis cuentas no fallan, de un solo disparo borramos del mapa a esos hijos de puta, a los que veo cargar una cinta en la 50. Mierda, se preparan para disparar, contra viejos, contra mujeres, contra niños, contra los nuestros, y se nos acaba el tiempo. Pero yo no se lo voy a permitir...

—Fontaine, al principal y fija blanco. Lambert carga proyectil— Fontaine en su puesto gira 15 grados, emboca el cañón hacia la pick-up mientras Lambert carga a mi orden y confirma. Todo esto en segundos. Esos malditos malnacidos no vuelven a joder nunca más, me digo a mi mismo cuando Fontaine confirma el blanco.

—Blanco fijado— Y esas dos palabras suenan como música para mis oídos ahora mismo. De un solo disparo inutilizamos la 50 y por el impacto el vehículo se desplazará hacia la vaguada los metros suficientes como para dejar paso al convoy, abriendo así ambas líneas, la nuestra y la principal, donde están los nuestros.

Pero cuando estoy a punto de dar la orden definitiva, cuando estoy a punto de poner fin a esta pesadilla con una sola palabra y hacer efectiva la evacuación, el maldito Diaye vuelve a intervenir profiriendo un grito que a punto está de perforarme el tímpano, frenando por completo todo mi plan.

—¡ALTO! ¿Me oyes Rojo 7? Que ni se te ocurra dar esa orden— ¡¿QUÉ?! No puede ser... ¿Por qué...? Aturdido como si me acabaran de dar con una barra de hierro en la cabeza, interpelo.

—¿Disculpe señor...?— Y a juzgar por como suena, me lo puedo imaginar encendido como una antorcha.

—¡QUE NO ABRAS FUEGO, JODER!— ¿Cómo que no abra fuego? ¡Pero si de un solo disparo podríamos acabar con todo esto... ! Como un idiota trato de razonar con él mientras el reloj corre implacable en nuestra contra.

—Pero señor los...— Su voz vuelve a estallar por mi auricular, interrumpiéndome.

—¡¡Rojo 7 no tengo que recordarle que por la resolución 872 del 5 de octubre de 1993, no puede usted abrir fuego si no es a usted a quien están disparando!! ¿Le queda claro? ¡¡Esta no es nuestra guerra!!— Y marca cada una de esas palabras, desquiciándome, aniquilando la poca cordura que me quedaba hasta ahora, y asegurándose de que sus palabras queden registradas en la conversación de cara a futuros problemas, como lo sería que ignorara su orden y actuara por mi cuenta, pero... ¿Cómo mierda espera que rescatemos a los nuestros sin emplear las armas de las que disponemos, con "por favor "y "gracias"? Parece mentira que este tipo haya llegado a ser capitán...

En este momento tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no ponerme a gritar con él, sabiendo que las vidas de posiblemente cientos de personas están ahora en nuestras manos, y entre ellas las de los nuestros, a los que no podemos dejar morir ahí abajo. Pero sabiendo que discutir con él no me lleva a nada porque es terco como una mula y respeta el reglamento igual que la palabra de Dios, trato de hacerle entender que en estos momentos el tiempo es oro y nos lo jugamos todo a una carta...

—Señor, perdemos la iniciativa...

—¡NO ME JODAS ROJO 7! ¿Te crees que eres un maldito Marine en Iraq? ¡Eres un puto casco azul! ¡Si disparas ese jodido cañón nos vas a poner a todos delante de un consejo de guerra por incumplir el reglamento, y lo sabes! ¡Joder Sanders, que eras tú el que iba para abogado, pensaba que eras más listo!— Sus palabras me noquean, me sacan del juego, ya no sé qué hacer, ese era todo mi plan. Destruir el vehículo artillado, librarnos de los milicianos, y sacar a ese convoy de ahí. Pero me ha quitado la posibilidad de acabar con todo con solo decirlo.
De un golpe interrumpe la comunicación. Desaparece de mi frecuencia. Ahora debe estar ardiendo de rabia donde quiera que esté. Pero como maten a los nuestros, donde va a arder será en el infierno...

¡JODER!, ¿Y qué hago? ¿Qué mierda hago ahora? Si doy la orden, comprometo a mi tripulación por actuar en contra del reglamento que nos prohíbe disparar, porque a fin de cuentas la Interahamwe está conformada por civiles, aunque vayan armados hasta los dientes.

Si bajo ahí con una banderita blanca y sabiendo que estamos en inferioridad numérica, se nos van a comer.

Tenemos la ventaja táctica, las armas, el viento a favor... ¿Y no podemos aprovecharlo? Es de locos... A la hora de la verdad, en el campo de batalla cada cual usa sus bazas y nadie se detiene a consultar normas o reglamentos. Una guerra es una guerra, y en estos momentos no nos podemos permitir fallar porque nos jugamos la vida de 7 de los nuestros, los cuatro soldados, más las 3 civiles que han ido en calidad de ayuda humanitaria y que están a punto de ser masacradas como perros porque ese estúpido reglamento no autoriza un disparo en esta situación.

Sacándome del oscuro pozo en el que me veo inmerso, oigo a Fontaine preguntar.

—¿Qué hacemos señor?— Y la duda es tan clara en su voz, que en este instante puedo ver como la moral de mi tripulación baja a cotas abisales. Lo peor de todo es que no sé qué decirle... Haga lo que haga tengo las manos atadas. Estoy entre la espada y la pared.

Pero antes de que pueda decidir nada, o bien seguir presionando a Diaye para que autorice ese maldito disparo, o pueda buscar otra solución, los milicianos se me adelantan abriendo fuego con la 50 sobre todo lo que se mueve. Y el sonido ensordecedor de las ráfagas de esa bestia mezclado con los gritos de sus víctimas desata en mí una sensación de ira visceral que me envenena, hasta el punto de nublarme la vista. No veo, no oigo nada, ni siquiera el grito que doy hasta que me arde la garganta y mis pulmones se quedan sin aire para maldecir. No, no, no.... ¡JODER! ¡Hemos esperado demasiado...! ¡HEMOS ESPERADO DEMASIADO!

Presa de la furia más absoluta me arranco el casco y el auricular, estrellándolo contra el suelo, para luego golpear la chapa del Democracy con toda mi furia. Porque por un instante hemos tenido la victoria de cara. Por un instante pudimos ganar, salvarlos a todos. Por un instante, pudimos cambiar las cosas... Pero ese maldito reglamento me quitó esa posibilidad de las manos... Manos que ahora están manchadas de sangre...

Y como una avalancha que me sepulta, vienen a mí los recuerdos vividos con las personas involucradas en este desafortunado incidente. Hasta ahora no me había permitido pensar en ellos porque sabía que si lo hacía, me vendría abajo. Pero en este momento todas sus caras aparecen ante mí de forma inevitable. Sabine, siempre con su humor ácido, como una segunda madre para mí desde que la conocí... Jerome, mi hermano de armas, mi mejor amigo, mi confidente...  Sheyla... Sheyla... Mi fe y mi perdición, mi amor ciego... Si la pierdo ahora jamás me podré perdonar que lo último que haya oído salir de mi boca fuera una orden... Sin haber podido decirle lo mucho que me importa, lo valiosa que es para mí... No puedo... No puedo perderlos, a ellos no...

Abatido, me dejo caer sobre mi asiento como si al que hubieran disparado fuera a mí, con el corazón a cien y la rabia corriendo por mis venas igual que una mecha encendida mientras sus caras son lo único que veo...

Pero tengo que centrarme, no puedo quedarme paralizado por muy crítica que sea la situación. Porque todavía pueden estar vivos... Trato de calmarme y recuperar la cordura que se han llevado los disparos alentado por esa última esperanza. Es ahora, ya sin la maldita voz de Diaye perforándome el cráneo, cuando se me ocurre algo. Porque si no podemos disparar, habrá que operar de otra forma. Y la vibración de la chapa del blindado bajo mi puño me ha dado la clave. Acercándome hasta el puesto Duval, pregunto:

—¿El blindaje soportaría un impacto?—Duval, que parece haber visto mi as en la manga, se gira en su asiento y me mira arqueando las cejas para replicar.

—Es un blindado, lo soportaría mejor que la pick-up destartalada de esos cabrones— Perfecto. Ambos hablamos de lo mismo: lanzar las 10 toneladas del Democracy contra esa mierda como si fuera un ariete. Pero antes de lanzarnos a todos hacia un plan desesperado, me quiero cerciorar.

—¿Lo has hecho alguna vez?— El tipo levanta la vista del panel de mando y me dedica una sonrisa de suficiencia.

—¿Por qué te cree que me llaman Crash?—  La respuesta no puede gustarme más. Sin perder ni un minuto, doy la orden:

—Arranca— Obedeciendo sin objetar, Duval pone en marcha al Democracy. Y mientras desciende a lo que dan las primeras marchas, voy repitiendo a su lado —Acelera— La velocidad aumenta progresivamente, pero todavía no es suficiente, vamos, necesitamos más potencia —¡ACELERA!— Grito fuera de mí, a lo que Duval responde cambiando de marcha en cuanto lo piden las revoluciones del motor, mientras los otros dos se mantienen en silencio en la parte de atrás, sin entender una mierda de lo que está pasando. Hasta que llegado el momento, los aviso —Agarraos— Por sus caras deduzco que no tienen ni la menor idea de lo que Duval y yo planeamos hacer.

El vehículo desciende a toda velocidad por la pista, enfilando a la pick-up artillada que probablemente a estas horas ya haya acabado con decenas de vidas... Y espero que ninguna sea la de los nuestros porque de ser así Diaye lo va a lamentar...

Si mis cálculos no fallan, con el impacto conseguiremos desplazarlos, hacer que vuelquen, desarticulando a la vez la ametralladora, y con suerte, llevarnos a unos cuantos por delante. Apenas 10 metros nos separan del objetivo cuando doy la siguiente orden.

—Preparaos para colisión— Oigo a Lambert a mis seis.

—¿Qué?

—¡¡Que te agarres a algo joder!!— Le grita Duval que parece haberse puesto ahora de mi lado.
Y cuando ya estamos a escasos metros de caer con toda nuestra furia sobre esos cabrones, comienzo con la cuenta regresiva.
—Colisión en, 3 ... 2... ¡1!— Cero. A unos 80k/h impactamos de lleno contra el lateral de la pick-up, haciendo temblar el revestimiento del Democracy.

La sacudida dentro del blindado es brutal, lo equivalente a recibir la onda expansiva de una detonación. Toda la estructura retumba a nuestro alrededor. Lambert rueda por el suelo, Fontaine sale despedido contra un lateral y yo acabo golpeándome contra la estructura del asiento de Duval, el único que por su posición no ha salido despedido de su sitio. Pero afortunadamente, sigo de una pieza.

Levantando la cabeza y aún aturdido por el golpe, echo un vistazo a mi alrededor buscando a mis compañeros para preguntar:

—¿Todos bien?— Los oigo responder detrás de mí entre gruñidos y malas palabras, pero sí, están bien. Y una vez lo he comprobado, me afano en tratar de vislumbrar algo a través de la luna delantera del vehículo que ha resistido estoicamente al impacto. Pero la nube de polvo que hemos levantado al colisionar no me permite ver nada.

Hasta que después de unos segundos que se me hacen eternos, el polvo comienza a disiparse para mostrar ante nosotros el chasis deformado de nuestro objetivo, volcado al margen de la pista. Entonces otra detonación de adrenalina se vuelve a desatar por todo mi cuerpo ante el triunfo que supone haber sacado de circulación a esos asesinos. Casi me dan ganas de gritar de júbilo. Pero no es momento de celebrar nada todavía. Esto era solo el principio... Queda lo más difícil, salir ahí fuera y buscar a los nuestros, que esperemos, se hayan librado de la letal artillería...

Por un instante valoro la posibilidad de avanzar todos los metros que sean posibles con el Democracy por el margen izquierdo del camino, rebasar tanto al camión como al jeep, al cual no veo desde aquí porque queda oculto tras el primero, situarnos a la cabeza del convoy y hacerle frente a lo que sea que haya allí delante.

Pero en cuanto veo hacia ese margen, me encuentro con que ese tramo está sembrado por los cuerpos de aquellos a los que se ha llevado por delante la ráfaga de la 50. Ante la posibilidad de que aún haya alguien con vida, descarto la idea inmediatamente. Además había un segundo vehículo al otro extremo del camino, pero que por la cantidad de humo y polvo que se ha levantado, desconozco si sigue ahí. Porque resulta que estos cabrones tenían una estrategia mejor que la nuestra. Sabiendo que con el Democracy no podremos avanzar hasta dicha posición y así ponernos a la cabeza del convoy, me va a tocar salir y comprobar qué nos espera al otro lado. Por lo que vamos con la segunda parte del plan, hacernos con el control de la zona.

—Gorrión, gira 25 grados el principal— Aún no he acabado de dar la orden cuando Lambert me replica.

—Señor, no podemos disparar— Y joder con Lambert, se debe pensar que no me quedaron claras las putas palabras de Diaye. Este tipo no hace más que tocarme las pelotas. Yo que creía que con el que iba a tener problemas era con Duval y al final va a ser este el que no pare de cuestionármelo todo.  Sin dar demasiadas explicaciones replico.

—Pero esos hijos de puta no lo saben...— E inmediatamente vuelvo con las órdenes a Fontaine.

—Fija objetivo a las 9 con el principal, y te pones a la coaxial por si las cosas se ponen feas.

—Copiado.

—Duval, te quedas al mando— Recibo un gruñido como única respuesta. Y por último —Lambert, tu fusil, te vienes conmigo y me cubres— Pero como el tipo parece dudar de todo, vuelve a la carga con sus estúpidas preguntas.

—¿Pero vamos a salir?— Me tiene hasta las pelotas con tanta tontería. Ya podría ser como Fontaine, joder...

—¿Y qué quieres, una jodida invitación? VAMOS— Diciendo esto salto por mi escotilla, fusil en mano, aprovechando el desconcierto que hemos generado para avanzar en busca de los nuestros. De Jerome, de Sabine, de Sheyla... Aguantad un poco más chicos, ya estamos aquí...

⭐⭐⭐

__HOLA COOPERANTES__

Los capítulos con Blaime siempre me quedan un poco más largos, y para colmo como su función es contar la historia desde el punto de vista militar, en este capítulo creo que hago mucha uso de términos que pueden confundir, así que para que nadie se quede con la duda, voy a dejar por aquí un breve glosario para que así todos podamos seguir la historia sin haber hecho el servicio militar o haberse pasado todos los Call of Duty. Si a mayores tenéis más dudas, podéis preguntarme todo lo que queráis.

Glosario de términos del capítulo

AVGP: Es un vehículo blindado, parecido a un tanque. En este caso, en el que va Blaime, el Democracy está equipado con un cañón de corto alcance y una ametralladora (que es la coaxial)

FPR: Son las siglas de Frente Patriótico Ruandés, que por simplificar, y en este caso, hace referencia al ejército que formaron los tutsis que tuvieron que escapar de Ruanda por la persecución que sufrían, es decir, es uno de los bandos.

Ejército Nacional: En este caso se hace referencia al ejército regular que tenía Ruanda por aquel entones, como cualquier otro país.

Interahamwe: Este término ya os sonará de capítulos anteriores, pero aprovecho para recordar que esta era la milicia que formaron los civiles radicales hutus que perseguían a los tutsis.

Vehículo artillado: en este caso serían las típicas camionetas con una zona de carga, con una ametralladora de gran calibre instalada en la parte de atrás. Algo como esto

50: Este término hace referencia al calibre de dichas ametralladoras.

78mm o principal: Es el calibre del cañón de mayor calibre del que dispone el modelo del Democracy, y que opera Fontaine, el artillero (o tirador)

Coaxial: Es una ametralladora más pequeña y con un gran giro, situada al lado del cañón principal que en este caso estaría junto al 76 mm.

M16: Es el fusil que usa el ejército canadiense y que por consiguiente llevan tanto Blaime como sus compañeros.

Intercom: Sistema de comunicación interna entre los miembros de la tripulación. Lo que viene siendo un auricular y un micro integrado al casco para poder comunicarse entre sí.

Y creo que en cuanto a términos, no me dejo nada de este capítulo. Si así fuera y no sabéis lo que significa algo, no dudéis en preguntar, yo estaré aquí para resolver todas las dudas que puedan surgir.

Me despido por hoy, agradeciendoos como siempre el haber llegado hasta aquí y que capítulo tras capítulo y drama tras drama continuemos juntos en este intrépido viaje.

Nos vemos en el siguiente capítulo ❤️ Gracias por estar ahí.

Fortsett å les

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