Vidas cruzadas: El ciclo. #1...

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Olivia Eades es psicóloga y periodista con una vida hecha en el 1970, con su madre y hermano, sin deseos de c... Mer

NOTA DE LA AUTORA Y MÁS.
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AGRADECIMIENTOS
Cuarto libro de Vidas Cruzadas: El ciclo (Disponible)

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19 de agosto 1865.
White Oak Lands, Minnesota.

Darion miró por la ventana de su casa hacia el denso día de sol que haría esa tarde y pensó seriamente no ir a trabajar. Era uno de esos climas bajos los cuales moverse era verdaderamente difícil y el sol cocinaba la tierra y todo sobre ella, estaba seguro de que si esperaban hasta el mediodía podrían cocinar unos huevos directamente bajo el sol.

Se giró cuando Harvie le dio un toque en el hombre con una taza y agradeció al agarrarla y llevársela a los labios para beber el café.

—Estaba pensando acompañarlos en la mina esta tarde.

—¿Los niños del futuro saben cómo trabajar una mina?

Harvie lo siguió con la mirada cuando Darion fue a agregar unos troncos al fuego y se apoyó en la mesa con sus brazos cruzados.

—No y no soy un niño, Darion.

—No pareces un hombre tampoco.

—Y eso no es ofensivo en lo absoluto —ironizó y le dio la espalda centrándose en servirse algo para desayunar.

Darion lo miró de reojo, acuclillado junto al fuego y se rascó la nuca.

No estaba acostumbrado a tener su propia casa y compartirla con otro hombre y tampoco estaba acostumbrado a que ese hombre fuera del futuro. No sabía cómo tratar a Harvie, al principio había sido sencillo, pero no mucho tiempo después las diferencias entre ambos se habían vuelto visibles; Harvie era educado, civilizado e inteligente y Darion era todo lo opuesto. Harvie era alto y delgado, bastante debilucho en comparación con otros hombres y Darion era alto y fuerte, incluso grotesco por su tamaño.

—No pretendía sonar grosero, tan solo creo que no es seguro visites la mina si no tienes experiencia —. Se detuvo junto a la mesa para hacerse un emparedado al igual que Harvie—. Podrías salir lastimado.

Harvie se rio, le extendió el emparedado que había hecho a sabiendas de que Darion iría a buscar uno y le dio una mordida al suyo.

—Qué bueno que tengo un guardián, que malo que no pedí uno ¿o sí?

Darion rodó los ojos cuando lo vio pasar por su lado y caminó detrás de él hacia la puerta de la casa.

—¿Ahora quien está siendo grosero?

Harvie se rio y le empujó no muy suavemente en la dirección del campo.

—Vete y procura no lastimarte.

—Oh, pero si tengo un excelente doctor para que me cure.

Notó la burla en sus ojos y cuando Darion continuó alejándose, Harvie se detuvo a mirarlo y mordió su emparedado. A veces, por momentos fugaces, su mente parecía engañarlo a pensar que Darion le estaba coqueteando o incluso tirándole indirectas, a diferencia de su tiempo, captarlas y saber si lo imaginaba o enserio sucedía era más difícil. Olivia no le había comentado a nadie que él era gay y por lo tanto Darion no tenía forma de saberlo, pero al mismo tiempo... ¿Quizás Darion también era gay y simplemente lo intuía?

Decidió no pensar demasiado al respecto y cruzó el camino hasta la casa de Olivia.

La puerta estaba abierta y solo el mosquitero le bloqueaba el paso, cruzó el pasillo hacia la cocina y encontró a los niños sentados en la mesa con su desayuno a Marie en su silla haciendo un desastre y Jonathan abrazando a Olivia de la espalda y riéndose con ella por algo de lo que hablaban. Él le acariciaba el vientre por sobre la camisola, pues ella aun no se había vestido.

—Ag, llegó el raro.

—¿Me extrañaste, Jonathan? —se burló y Jonathan rodó los ojos.

—Sí, sí, un montón.

—¿Un besito de buenos días?

Jonathan lo evadió velozmente cuando Harvie se fue hacia él con los labios fruncidos y un escalofrío de desagrado le recorrió cuando notó lo cerca que había estado de que sus rostros se tocaran. Harvie se rio.

—¿Qué pasa? ¿No quieres un besito?

—Que asco, Harvie.

—¿Los hombres se dan besos? —inquirió Adrian frunciendo el ceño.

Y tanto Jonathan como Harvie tuvieron respuestas opuestas.

—Se dan besos si quieren y se atraen, cariño —explicó Olivia y Harvie agradeció la compañía de alguien inteligente.

—¿Y Harvie les da besos a hombres?

Olivia asintió y se inclinó a su lado.

—No le digas a nadie ¿de acuerdo?

—¿Por qué?

—Porque hay gente que no lo aceptará y podrían hacerle daño a Harvie.

Adrian miró hacia Harvie abriendo su boca con sorpresa y cierta preocupación y aseguró que mantendría sus labios sellados. Tanto él como Eli y Darrin lo juraron.

Jonathan besó a Olivia y agarró su almuerzo.

—Volveré para la cena.

—Cuídate.

—¿Y mí besito, Jona?

—Vete a la mierda, Harvie.

Los tres se rieron, incluso Jonathan mientras se iba hacia la puerta y cuando estaba por salir hacia el fondo de la casa se detuvo al ver a Darion en el porche fingiendo que recién llegaba.

—¿Se te ofrece algo?

—Olvidaba mi...mi almuerzo.

Darion entró en la cocina junto con Jonathan y sus ojos volaron hacia Harvie sin control alguno. Harvie se tensó, dejó de masticar su emparedado y miró hacia Jonathan, como buscando su confirmación de que todo estaría bien. Jonathan le entregó su bolsa de almuerzo a Darion y antes de irse asintió en dirección a Harvie, él se encargaría.

—¿Todo bien, Darion?

—¿Uhm? —. Darion regresó en sí cuando comenzaron a caminar hacia sus caballos y se obligó a asentir—. Sí...sí... ¿Por qué no lo estaría?

—Solo pregunto. ¿Nos escuchaste hablando allí adentro o algo?

Negó mordiéndose el labio inferior y forzó una sonrisa.

—¿Debía escuchar algo?

—No.

Cuando Darion se subió en su caballo y comenzó a andar hacia la mina sin siquiera esperarlo, Jonathan confirmó lo contrario: Los había escuchado hablar sobre Harvie y su interés en hombres, ¿Qué tanto había escuchado? Jonathan no lo sabía, pero asumía era suficiente.

Harvie los vio alejarse y se mordió una uña.

—Tranquilo, Harvie, Jonathan hablará con él.

—¿Y qué tal sino funciona y Darion le dice a los demás? —. Se giró para mirarla y comenzó a negar—. Tendré que irme.

—Claro que no —. Olivia dejó lo que hacía y se acercó a él para sujetarlo por los hombros—. Darion y tu han estado viviendo juntos durante tres meses y ya son amigos, además de que él es buen hombre, dudo que diga algo e incluso si lo hace...No dejaré que te hagan daño, Harvie.

Sus palabras lo calmaron tan solo un poco, pero no lo suficiente como para dejar de temblar al mirar hacia la distancia, donde Darion y Jonathan desaparecían juntos.

Después del desayuno, Darrin, Eli y Adrian se marcharon juntos hacia la escuela más cercana y en el camino, Liam se les unió para ir de la mano con Eli. Para llegar a la escuela debían caminar alrededor de una hora a través del bosque y el campo hasta encontrar la agradable casa de madera junto a una huerta donde estudiaban.

Siempre charlaban mientras caminaban y ese día no fue excepción, también recogieron algunas piedras bonitas que encontraban en la tierra y se detuvieron por minutos para apreciar el paisaje, trepar troncos caídos o simplemente desviarse en busca de algún nido de pájaros al cual observar.

Eli ayudó a Liam a trepar un tronco en el camino y lo saltaron juntos para continuar caminando junto a Darrin. Adrian iba un poco más adelante recogiendo piedras.

—¿Por qué siempre lloras de noche? —inquirió Eli después de meditarlo un rato—. Hace tiempo quiero preguntarte, pero como nunca le respondes a mamá no sabía si intentarlo.

—¿Prometes que no le dirás a nadie?

—Supongo.

Darrin retorció el cordón de su bolsa con comida y cuando Eli notó que no avanzaba más a su lado, miró sobre su hombro y vio que Darrin había regresado unos pasos para sentarse en el tronco. Avisó a Adrian y fue a sentarse a su lado.

—Mentí cuando dije que no estaba en casa el día que mi familia murió...Sí estaba —. Eli y Adrian se miraron confundidos, pero no dijeron nada y esperaron a que Darrin continuara sin levantar la vista de sus manos—. Hacía poco que el cuerpo de mi padre había llegado de la guerra y lo habíamos enterrado en el cementerio, mi madre y mis hermanas estaban de luto y la casa siempre estaba muy tranquila hasta que estos hombres llegaron. Supongo que hubo alguna batalla cerca de nuestra casa en Brewster porque venían agitados como si hubieran huido.

—¿Eran confederados? —curioseó Eli y Darrin asintió.

—Sí, mi madre los vio llegar corriendo desde la ventana así que ellas agarraron unos rifles para protegerse y a mí me encerraron en el armario y me dijeron que no me moviera. Así que eso hice. Me quede oculto mientras esos hombres golpeaban a mi madre y hermanas y les quitaban sus ropas, nunca había visto a un hombre hacerle algo así a una mujer, no estoy seguro que era, pero sé que ellas estaban sufriendo y desde el armario solo podía verlas a ellas mientras sufrían y luego sus cuerpos cuando las mataron. Pasaron dos días hasta que los hombres se fueron y yo salí del armario, las enterré y cuando quise arreglar la casa que ellos habían destruido, llegaron los hombres del banco, así que hui.

Un pequeño silencio quedó entre ellos mientras Adrian y Eli pensaban que decir y como si supiera lo que necesitaba a pesar de no entender de que hablaba, Liam lo abrazó desde las piernas y Darrin sonrió.

—Gracias, pequeño.

—¿Por qué no le dijiste la verdad a nuestro padre?

—Porque habría pensado que soy un cobarde...Me senté a ver como las lastimaban y no hice nada.

—Deberías decirles —aconsejó Adrian—. Especialmente a mamá, ella es buena ayudando a las personas tristes.

—Adrian tiene razón, deberías contarles y dejar que te ayuden, papá puede ser un poco bruto a veces, pero es comprensivo en muchos casos y seguro entenderá este.

—¿Eso creen?

—Por supuesto, los conocemos muy bien —dijo Adrian orgulloso—. Te ayudarán y ya no tendrás pesadillas.

Darrin sonrió, sintiéndose más aliviado y asintió.

—Está bien, se los diré entonces.

Llegaron a la escuela minutos después y comenzaron a entrar en el salón junto con todos los niños. Varones ocupando la mitad del salón y nenas ocupando la otra mitad, aunque se apreciaban muchos más varones que chicas. Eli y Darrin se sentaron en una de las mesas del fondo donde iban los más altos, Liam se sentó al frente junto a otro niño de su edad y Adrian en los bancos del medio, entre otras dos mesas y con Keith Woodhams a su lado, que era un año mayor que él, pero no muy alto y quien no le agradaba demasiado.

La escuela estaba dividida en tres habitaciones; un recibidor que se conectaba con el salón de clase por medio de un arco en la pared, allí dejaba sus abrigos y almuerzos para el receso y también se guardaban varios materiales en el armario. El salón tenía dieciséis mesas, cuatro las cuales eran para niñas (dos por mesa) y el resto para los varones (también dos por mesa), en frente estaba el pizarrón donde el maestro escribía, su escritorio a un lado y detrás la puerta que llevaba a su habitación de descanso. Tenían algunos libreros con materiales y baúles con otras cosas. Afuera estaba la huerta y la canilla de donde sacaban agua y cerca de donde todos merendaban.

Adrian sacó su pizarra de adentro del banco y cuando no encontró tiza se puso de pie y giró su cuerpo con la intención de volverse hacia el recibidor para buscar en el armario.

Chocó contra otro chico que avanzaba en la dirección contraria y estuvo a segundos de caer sentado al suelo. Logró recuperar el equilibrio en el último minuto y alzó la vista hacia aquel niño.

Era Rian Garnier, nuevo en la escuela y dos años mayor que él. Venía de una de las escuelas al norte del estado y se había mudado recientemente con su familia; una muy adinerada familia.

—Perdón, no te vi.

—No pasa nada —. Rian le sonrió—. Fue mi culpa, venía distraído.

Asintió, algo atontado y se apartó de su camino como pudo para verlo adelantarse hacia el escritorio donde dejó una hoja y luego regresarse hacia uno de sus bancos al fondo del salón. Rian volvió a sonreírle y Adrian cerró la boca por primera vez volviendo en sí.

Retomó su tarea de ir a buscar tiza y lo volvió a observar mientras regresaba a su banco. Rian se había sentado delante de Eli y Darrin y ahora hablaba con ambos.

Volvió a sentarse en el banco y se hundió un poco en lo que esperaba a su maestro.

Esa fue la primera vez que Adrian sintió cosquillas en su estomago. 

Marie estaba en su corral agarrándose a las barandillas de madera para mantenerse de pie y se agitaba de arriba abajo, intentando saltar sin éxito, para celebrar que acababa de escuchar la voz de su padre en el pasillo.

—¿Quién vino? ¿Quién es ese, preciosa? —preguntó Susan con su voz más dulce al hablarle y Marie comenzó a reírse, babeándose todo el mentón y sus gritos de emoción se escucharon desde el porche.

Se soltó de los barrotes para poder aplaudir y como resultado cayó sentada sobre las almohadas en el suelo detrás de ella. Susan se ocultó en sus manos haciéndola reír y Marie volvió a mirar hacia la entrada del salón esperando ver a su padre llegar.

Podía escuchar su voz en el porche de la casa, pero no lo veía por ningún lado y estaba comenzando a desesperarse.

Agarró uno de sus juguetes y lo tiró por los aires como pudo golpeándose las piernas con sus manos y agitó sus pies sobre el suelo.

—Alguien se está enojando —observó Susan y fue a levantar el juguete—. Morgan, tu hija te está llamando.

—Voy, voy... —. Jonathan besó a Olivia en la frente—. Lo hablamos en la cama ¿sí?

Jonathan entró en la casa, asomó en el salón con sus brazos abiertos y una enorme sonrisa y al verlo los ojos de Marie brillaron con emoción y alzó sus manos para que la levantara. Cambió de parecer, se impulsó para gatear hasta el borde del corral y se ayudó de este para ponerse de pie.

Jonathan se agachó frente a ella.

—Mi princesa ya puede pararse solita ¿Cuándo aprendiste tan rápido, amor mío? —. Quería acariciarla, pero con sus manos todas sucias se abstuvo de hacerlo—. Debes dejar de crecer que me haces sentir viejo.

Marie se rio y dejó caer su cuerpo hacia él.

—No, no, papá está sucio...Olivia, agárrala, por favor.

Olivia la alzó en sus brazos a pesar de las protestas de Marie por ir con su padre y la sujetó firmemente mientras Marie comenzaba a patalear y volcaba su cuerpo hacia Jonathan.

—Te preparé el baño y estoy terminando de hacer la cena.

—Gracias.

Jonathan fue a bañarse y Olivia se llevó a Marie hacia su silla en la cocina, la sentó, aunque esta estuviera quejándose por su padre y le sirvió su vaso con jugo de naranja el cual terminó volando por los aires.

—Marie, no...Eso no se hace.

Marie comenzó a llorar y Olivia levantó el vaso y se acarició la sien de la cabeza comenzando a perder su paciencia. Estaba cansada de todo el día moviéndose por la casa y llevar cuatro meses de embarazo no ayudaba.

—Basta, Marie. Te estás portando muy mal.

Marie lloró sin prestar atención al rezongo de su madre y golpeó la mesilla de su silla. Estaba comprometida con su berrinche y ni siquiera cuando Adrian le convidó con una galleta se detuvo, por el contrario, terminó tirando la galleta y gritando.

—Agg, ¡Jonathan apúrate, por favor! —. Continuó cocinando intentando ignorar el llanto de Marie y cada tanto la reprendió otra vez para que guardara silencio. No tuvo caso—. ¡Jonathan!

—¡Ya salgo!

Puso los platos en la mesa y cuando Jonathan apareció por el pasillo terminando de secarse el pelo, respiró agradecida. Él levantó a Marie en sus brazos y ella dejó de llorar al instante en cuanto comenzó a jugar con su barba y recibir atención. Marie no veía a Jonathan muy a menudo, normalmente él pasaba el día afuera de la casa y cuando estaba presente por las noches casi siempre Marie dormía, así que podían pasar días o incluso semanas sin que ambos coincidieran y por ese motivo Marie se desesperaba tanto por su atención cuando conseguía mantenerse despierta hasta que él llegaba.

Olivia les sirvió a todos de cenar y Marie se quedó sentada en el muslo de Jonathan y comió con él. Cargó su cuchara para él y luego le cargó otro poco para ella, lo sopló, probó con su labio que no estuviera caliente y Marie se inclinó hacia la mesa apoyándose en sus manos pequeñas para alcanzar la cuchara en el camino y poder comer.

—¿Está rico, princesa? Mamá cocina muy rico ¿verdad?

Marie se estiró para alcanzar el vaso de Jonathan que tenía agua y con cierta dificultad consiguió llevárselo a los labios.

Cuando Jonathan se llenó, le dejó la cuchara a su hija para que comiera, aunque hiciera un desastre y cuando ella terminó, la sujetó de la cintura para que pudiera pararse sobre sus muslos. El resultado fue que Marie trepara la mesa y alcanzara el plato de Darrin para robarle un trozo de carne.

—Claro, sírvete, Marie —se burló Darrin y todos se rieron—. Parece que le gusta la carne.

—Por supuesto que sí, salió a papá ¿verdad? —. Marie se rio y cuando Jonathan le habló se dejó caer hacia su pecho—. Mañana ustedes dos me acompañaran a la mina.

Darrin y Eli no tuvieron queja alguna y Adrian suspiro de alivio al notar que su padre no lo había señalado.

—Jonathan, es muy peligroso que los lleves.

—No entraran, solo quiero que aprendan un poco del funcionamiento y vean si les interesa para su futuro, suponiendo que nos vaya bien, este podría ser el negocio familiar.

—¿Y les está yendo bien?

Jonathan arrugó la nariz.

—Uhm, no del todo... —. La miró y decidió comenzar la conversación en la mesa en lugar de esperar hasta que fueran a la cama—. No hemos encontrado más cobre o nada.

—¿Está vacía?

—Así es, supongo que si no encontramos nada pronto tendré que cerrarla y dar el dinero por perdido. Nos habré arruinado y todos tendremos que conseguir trabajo si planeamos mantener nuestro nivel de vida.

—Jona, no, no puedes cerrarla, tal vez encuentren algo más abajo.

—Pero si no tengo dinero para pagarle a los hombres entonces no puedo mantenerla.

—Trabajaremos para que puedas pagarles.

—¿Y viviremos con qué dinero, Olivia? —. Ella se alzó de hombros sin poder pensar rápido en una respuesta—. Le daré otro mes y sino la cerraré.

—Un año, dale un año, Jona.

—Olivia...

—Por favor, tus instintos nunca te han fallado y tu estabas seguro de que esta mina nos haría bien —. Vio la suplica en sus ojos y bajó su atención hacia Marie quien saltaba en sus piernas—. Por favor, Jona, solo un año.

No podía poner a su familia en tantos riesgos cuando tenían otro bebé en camino y Marie consumía mucho dinero, pero tampoco podía decepcionar a Olivia. Terminó asintiendo sin decir otra palabra y la tensión producida por el estrés hizo que sus hombros dolieran.

Últimamente vivía estresado, aunque dudaba recordar una época en la que no lo hubiera estado.

Harvie se había marchado a su casa poco antes de que Jonathan llegara para poder empezar a preparar su cena, al mismo tiempo, los nervios llevaban consumiéndolo durante todo el día y no sabía si quería esperar por Darion para comer o irse directamente a la cama para evadirlo.

Preparó unas hamburguesas con la carne que le había dado Olivia y su pan molido y estaba colando el arroz cuando la puerta se abrió y se contuvo de girarse para ver a Darion llegar.

Sintió sus pasos en la habitación, como colgaba su abrigo y seguramente se quitaba el sombrero. También pudo sentir sus ojos en su espalda y las ganas de girarse comenzaron a hacerlo sudar. Una silla se arrastró lentamente detrás de él y asumió Darion se había sentado y cuando se quedó sin excusas para permanecer de espalda, se obligó a regresarse con la bandeja en sus manos y sin mirarlo, la apoyó en el centro de la mesa y trajo dos vasos.

Se sentó frente a Darion y comenzaron a servirse sin hablar.

Normalmente Darion siempre hablaba sobre su día, los problemas de la mina o bromeaban un rato mientras comían y luego se iban cada uno a su cuarto. Que esa noche no le hablara solo le confirmó lo que ya sabía. Temía que ahora vivir con Darion fuera incomodo y molesto y que ya no pudieran charlar o compartir una comida decente sin que la tensión estuviera entre ellos.

—Estuve pensando que como ya no pareces enfermo podríamos ir al burdel mañana en la noche.

Lo miró entre las pestañas y se relamió los labios intentando descifrar si era una prueba o sí realmente Darion no sabía nada.

—¿Por qué quiere ir?

—Dijiste que hace tiempo no tienes a una mujer y pensé en ayudar un poco.

—Veré si puedo —. Y lo haría si era lo que se necesitaba para convencer a Darion y así evitar problemas—. Seguramente este libre en la noche.

—Genial...

Harvie se concentró en su comida, pero sintió que Darion continuaba mirándolo mientras se acababa la suya.

—¿Cuál es tu tipo?

—¿Mí tipo?

—Sí, ya sabes, a todos les gustan más unas que otras...

Harvie se encogió de hombros intentando pensar rápidamente en una respuesta.

—No lo sé, nunca me detuve a pensarlo.

—Ah, ya veo.

Maldijo para sus adentros y cuando se terminó su comida tan rápido como pudo, se puso de pie para lavarlo y al mismo tiempo volver a usar eso como excusa para darle a Darion la espalda y no tener que mirarlo o encontrar sus ojos sobre su cuerpo.

Dejó el plato escurriéndose junto al tarro con agua, enjuago también los cubiertos y cuando estaba por dejar el vaso, sintió la presencia de Darion a su espalda y vio su brazo asomando por su lado para dejar sus cosas dentro del tarro. Harvie las tomó, tenso y temblando un poco y las limpió velozmente.

Se secó las manos y cuando se giró, retrocedió y pegó su espalda a la mesa al ver a Darion esperándolo a tan solo centímetros.

—¿Está bien en tu tiempo ser lo que tu eres?

Harvie apretó los ojos y para sus adentros lanzó un juramento.

—Por favor no le digas a nadie.

—No lo haré, tan solo quiero saber... ¿Hay una forma de arreglarte?

—No es una enfermedad o una maldición, Darion —. Abrió los ojos para encontrar los suyos y suspiró—. Es solo un gusto, así como algunos hombres se sienten atraídos por mujeres, otros se sienten atraídos por hombres.

—¿Pero ¿Cómo te arreglan?

—No hay nada que arreglar —intentó explicar—. Es normal, es común ver parejas del mismo género.

Darion frunció el ceño y toda la confusión se reflejó en su mirada, años y años de educación de repente perdiendo sentido o significado. Retrocedió un paso, alejándose de él y sacudió la cabeza.

—¿No está mal entonces?

—No, no lo está. Ya los expertos lo demostraron.

Darion le dio la espalda y se apoyó en el borde de la mesa con sus manos, miró la superficie de madera pensando en un millón de cosas al mismo tiempo y en cierto momento mientras Harvie lo miraba un tanto inseguro, se rio y exhaló, sintiendo como un gran peso se desprendía de sus hombros.

—¿Estás bien?

Miró hacia la mano de Harvie cuando esta se apoyo en su hombro y se enderezó obligándose a aclararse la garganta.

—Sí, sí...Es interesante aprender del futuro —dijo y lo señaló—. Y sobre eso...

Harvie asintió sin perder atención sobre sus ojos y descendió la vista hacia sus labios.

—¿Cuándo se descubre que no es...malo?

—No lo sé, finales del próximo siglo creo.

—Oh... —. Él ya no estaría vivo pensó—. Falta mucho.

—¿Te importa?

Se rio y sacudió la cabeza.

—No, ¿por qué me importaría?

Harvie se encogió de hombros y se acercó apenas un paso, Darion bajó la vista hacia sus pies y luego de regreso hacia su rostro.

—No lo sé...Parecías alegre.

—Tonterías, me da igual, aunque deberías tener cuidado, si los demás se enteran dudo les guste.

—Tendré cuidado.

Comenzó a asentir y sostuvo su mirada notando que Harvie no volvía a acercarse. Se preparó para despedirse e ir a acostarse y pasó por su lado, sintiendo como sus manos se rozaban fugazmente y un escalofrío le ascendía por el hueso. Se detuvo antes de doblar por el pasillo hacia su dormitorio y lo miró una última vez. Harvie seguía dándole la espalda y no parecía querer regresarse para verlo.

Avanzó por el corredor y antes de llegar a su puerta se detuvo y respiró profundo.

Harvie acomodó las sillas junto a la mesa, volcó el agua del tarro afuera de la casa y cuando entró, cerró la puerta y dejó el tarro en la mesa listo para irse a su dormitorio con un sabor amargo en la boca.

Se frotó el rostro y antes de poder girarse hacia el pasillo para ir a dormir, sintió una mano en su hombro que lo giró bruscamente y cuando obedeció sin tiempo para prepararse, no pudo alcanzar a ver que sucedía cuando unos labios se apretaron contra los suyos por un momento fugaz.

Casi parecía como si lo hubiera soñado y le recordó a su primer beso cuando era un niño y estaba avergonzado de hacerlo.

Tardó unos segundos en comprender que los labios se habían apartado tan rápido como lo habían tocado y abrió los ojos, pero al hacerlo, vio a Darion, respirando de forma agitada y disculpándose mientras sacudía la cabeza y comenzaba a retroceder.

—No debí hacer eso...perdona, yo...No volverá a suceder...Yo...

Harvie parpadeó y su corazón se sacudió cuando comprendió que todo ese tiempo no había estado equivocado y Darion sí le había enviado señales.

Se acercó a él, viendo como se congelaba y dejaba de retroceder y le sujetó el rostro. Darion se tensó y apretó los labios, empezando a negar y echarse un poco hacia atrás. Era más grande que Harvie y podía detenerlo en un parpadeo si lo deseaba, pero no lo hizo. No deseaba detenerlo.

—¿Te atraigo? —curioseó sin dejar de mirarlo a los ojos—. ¿Quieres volver a besarme? ¿Es ese el motivo por el cual no le contaste a nadie lo que escuchaste?

—No dije nada porque no quería meterte en problemas.

—Y porque también te gustan los hombres ¿verdad? —. Darion negó—. ¿No quieres volver a besarme entonces?

Darion apretó los dientes y sujetó las muñecas de Harvie, pero no apartó sus manos de su rostro.

—No me gustan...

—¿No? —. Darion asintió sin moverse—. Bien...Está bien...

Cuando lo soltó, Darion se sorprendió, no había esperado que lo hiciera. Lo vio girarse para terminar de acomodar la cocina y luego ir por el pasillo hacia su habitación y supo que Harvie no se volvería. Maldijo, se golpeó la cabeza con una mano, odiándose a sí mismo en esos momentos y antes de que se encerrara en su dormitorio, lo llamó.

Harvie asomó en el pasillo y se apoyó en la pared para mirarlo.

Había unos cuantos pasos separándolos.

—Eres...Eres bastante atractivo —confesó finalmente hundiéndose en su propia humillación.

—¿Cómo?

Darion rodó los ojos y avanzó unos pasos hasta detenerse en la pared frente a él.

—Eres bastante atractivo.

—¿Lo soy? —. Darion asintió—. Tu también lo eres.

Darion desvió su mirada algo sonrojado y alejó su espalda de la pared pegando tan solo sus hombros y su cabeza. Se mordió el labio sin mirarlo y se enfocó en la ventana, como si hubiera algo interesante para ver en esta.

Estaban sumidos en casi absoluta oscuridad a excepción de esa ventana al final del pasillo junto a ellos, por donde la luna los alumbraba.

Harvie se impulsó hacia él y apoyó una mano junto a su cabeza.

—¿Quieres volver a besarme? —. Darion lo miró de reojo y se encogió de hombros—. ¿Nunca has estado con un hombre?

—No hay muchos hombres que quieran estar con otro hombre por la vuelta ¿o sí?

—Hay clubes.

—No me gustan.

—Sí, a mi tampoco —. Harvie miró su perfil y acercó su nariz a su cuello acariciándolo lentamente—. Hueles bien...

—Me bañe en casa de Olivia —explicó con cierto nerviosismo y se pegó un poco más a la pared—. El jabón que ella hace huele bien.

—Sí, ella me compartió su receta.

Subió con la punta de su nariz arrastrándose sobre su cuello y rozó sus labios sobre su mandíbula áspera por la barba en esta. Darion fijo su atención en la ventana y no se movió, pero por dentro todo su cuerpo se derretía. Sintió sus labios acariciando sus mejillas y bajando otra vez a su mandíbula y como su piel se humedeció cuando Harvie presionó un beso contra su cuello. Se mordió el labio y no supo que hacer con sus manos.

—¿Has estado con mujeres? —. Esta vez asintió—. No es tan distinto.

—Dudo que no lo sea.

—En serio, no lo es —. Le acarició el torso por sobre el chaleco y guio sus manos por su cintura antes de volver a subirlas por su pecho—. A excepción de una cosa o dos, son los mismos pasos.

Darion apretó los ojos cuando sintió sus labios otra vez en su cuello y no pudo contenerse de jadear al sentir su lengua ascender hacia su oreja. Sus dientes le mordieron el lóbulo y la mezcla de sensaciones en su cuerpo fue incomparable. El placer crecía más rápido que nunca y como ningún otro.

—Si lo prefieres puedo detenerme...

Lo sujeto por la camisa antes de que Harvie consiguiera apartarse y regresó su rostro para mirarlo, casi temiendo que lo abandonara de todas formas.

Harvie sonrió y miró hacia sus manos que lo aprisionaban con fuerza.

—No le digas a nadie.

—¿Bromeas? Estaba pensando publicarlo en los periódicos —se burló y Darion rodó los ojos—. No soy tonto, no le diré a nadie.

Se apretó contra la pared cuando Harvie se acercó a su rostro y mantuvo la mirada sobre la suya incluso cuando se acercó tanto que sus narices se rozaron. Separó los labios casi por instinto y el agarre que tenía en su camisa no aflojó. Harvie apoyó su otra mano junto a su cabeza y acarició sus labios lentamente, mirándolo a los ojos en busca de algo que lo detuviera. Le mordió el labio inferior, chupándolo suavemente antes de soltarlo y Darion gimió y cerró los ojos esta vez dispuesto a recibir la boca de Harvie sobre la suya.

Al principio fue lento para ambos, un simple beso y una forma de entrar en calor y sentirse cómodos, pero en cuanto el placer acumulado desde hacía años creció para ambos, Darion lo empujó bruscamente contra la pared y le sujetó el rostro para devorar sus labios.

Harvie gimió ante el golpe y se rio contra su boca, pero no se detuvo. Le rodeó el cuello, dejando que lo besara con esa exigencia y desespero y respondió a cada segundo. Darion se sobresaltó cuando sintió la lengua de Harvie contra sus labios y se apartó unos centímetros para mirarlo.

—¿Qué haces?

—Es otra forma de besar... ¿Nunca lo probaste? —. Negó y Harvie le sujetó el rostro—. Déjate llevar entonces.

Lo miró confundido hasta que los labios de Harvie volvieron a los suyos y por impulso cerró los ojos y los abrió. Su lengua se adentró en su boca en una sensación de lo más extraña y gimió en medio del beso, atreviéndose a acariciarla con la suya. Harvie sonrió y le acarició el torso en busca de los botones de su chaleco para quitárselo.

Darion bajó la vista para ayudarle y Harvie continuó besando su cuello y robándole ciertos jadeos. Comenzaba a nublarle la vista por tanto placer.

Se deshizo de su chaleco y antes de tirarlo al piso, abrió la puerta de su dormitorio y lo lanzó para allí, empujando también a Harvie para que fuera hacia su cama. Harvie no se resistió y se dejó caer sentado al borde del colchón a la espera. Vio como Darion se terminaba de quitar la camisa y decidió no perder tiempo y se quitó la suya. Cuando Darion volvió a acercarse se puso de pie para recibir sus labios e invertir lugares. Darion se sentó al borde del colchón y Harvie se acomodó sobre él, con sus rodillas a cada lado de sus caderas.

Le mordió el labio en medio del beso y para ese entonces Darion ya comenzaba a entender como besarlo usando su lengua y Harvie comenzaba a volver loco de placer. Hacía tanto que no estaba con un hombre que se sentía famélico.

Le sujetó las manos y las llevó hacia sus caderas para que lo apretara.

—No tengas pena.

—Nunca he hecho esto...—confesó, todavía apenado—. No sé si lo estoy haciendo bien.

—Lo estás haciendo excelente...—. Lo empujó hacia atrás en el colchón y se inclinó sobre él para volver a besarlo—. A mí me encanta.

Darion gimió cuando los labios de Harvie bajaron por su cuello y alcanzaron sus pezones. Nunca antes lo habían besado allí pero cuando lo hizo entendió porque lo había hecho en primer lugar; era demasiado excitante para él. Volvió a atraerlo hacia su boca y gruñó en medio del beso cuando Harvie se apretó contra él por sobre sus pantalones y se movió suavemente provocando ese exquisito roce entre sus miembros que lo estaba drogando.

—Oh, joder...

—¿Te gustó? —. Asintió, mordiéndose el labio y echó la cabeza hacia atrás cuando Harvie volvió a hacerlo—. Imagina como sería sin ropa.

—No quiero imaginarlo, solo quítate eso...Y...Y el mío.

Harvie se rio, se puso de pie unos minutos para deshacerse de sus zapatos y su pantalón y Darion hizo lo mismo desde la cama. Se le quedó mirando cuando Harvie acabó completamente desnudo frente a él y todo su cuerpo se tensó. Había visto hombres desnudos muchas veces en el pasado cuando tocaba bañarse en el rio, pero nunca uno excitado y mucho menos uno que estaba a segundos de sentarse sobre él y masturbarlo.

Harvie se inclinó hacia sus labios aun estando de pie entre sus piernas y sin brusquedad alguna se sentó sobre sus caderas y movió su pelvis frotándolo cuidadosamente. Darion se tensó y un gemido quedó atorado en su garganta, era una sensación como ninguna otra y lo tenía drogado. Bajó la vista hacia sus miembros para ver como sus glandes se acariciaban y sujetó la base del suyo para guiar los movimientos. Acarició su longitud y la curiosidad fue más fuerte y sus dedos terminaron rozando la cabeza del pene de Harvie. Levantó la vista cuando lo escuchó gemir y estremecerse sobre él y se sintió más confiado para acariciarlo otro poco.

—Oh, sí, joder...Tócame, quítate todas las ganas que tengas.

—¿Es muy malo si quiero meterlo en mi boca? 

Harvie se rio y le acarició el cabello dorado.

—Joder, no, es perfecto...Así, mira.

Se bajó de sus piernas para arrodillarse en el suelo frente a él y Darion no estuvo preparado para lo que le llegó. La imagen de su lengua barriéndose desde sus testículos hacia su glande y luego como sus labios se cerraban entorno a su carne y se arrastraban lentamente recibiendo cuanto pudo en su boca le hicieron perder fuerza en sus brazos o vertebras y ya no pudo mantenerse sentado. Se acostó en la cama y estrujó las mantas en su puño antes terminar estrujando el pelo de Harvie.

—¡La mierda! Sí, joder...M-más rápido...

Harvie obedeció comenzando a chuparlo más rápido y se detuvo antes de que Darion pudiera acabar para ir a besarlo e invertir lugares. Darion se enderezó sobre él, lo besó, besó su cuello y su torso, acariciando sus pezones con su lengua y alzó la vista hacia Harvie para ver como lo miraba, excitado y con una sonrisa y suspiró al descender hasta su erección.

La sujetó en su mano y como llevaba demasiado tiempo soñando, la guio hacia su boca y metió cuanto pudo en su garganta. Harvie tembló y sus ojos se volvieron blancos en medio del placer. Darion nunca había hecho algo como eso, nada similar, ni siquiera con una mujer se había ubicado entre sus piernas de esa forma y hacerlo con Harvie lo estaba hipnotizando. Era algo a lo que podía acostumbrarse y algo que ansiaba hacer todos los días.

Lo saboreó y le costó demasiado detenerse cuando Harvie se lo pidió, simplemente quería succionar cada centímetro de él y recibirlo en su garganta, aunque le incomodara.

—Nunca pensé que haría algo como eso —confesó en medio de una risa y se impulso para enderezarse—. Nunca pensé que haría nada de esto.

—Yo nunca pensé que viajaría en el tiempo y aquí estoy —. Harvie se arrodilló en la cama frente a él y lo besó—. Me gusta esto.

—Sí, a mi igual...Eres muy guapo —. La sonrisa de Harvie creció—. Y decirlo me cuesta más de lo que parece.

—Lo sé, he estado en la situación en la que tu estás...Supongo que todos lo estuvimos alguna vez; el miedo, la inseguridad y la confusión —. Le acarició la mejilla y bajó por su torso, fascinado con su cuerpo—. Pero todo desaparece cuando estás con otro hombre y te sientes a gusto.

—Me siento a gusto contigo.

—También yo —. Darion volvió a besarlo y le acarició la espalda de arriba abajo hasta apretar sus nalgas y pegarlo contra su cuerpo—. ¿Me follaras tú?

—Uh...yo...Eh... ¿Cómo?

Harvie sonrió y besó su cuello hasta acercarse a su oído.

—Por el culo, Darion.

—Oh...Claro, eso tiene sentido, bueno, está bien, supongo... ¿Cómo lo hago?

Harvie se acomodó en la cama y sonrió.

—Solo ve con cuidado ¿sí? O podrías lastimarme.

Darion bajó la vista hacia sus caderas y le acarició las nalgas suavemente hasta abrirlas para revelar su ano. Por curiosidad lo acarició con un dedo y lentamente lo hundió en su interior, notando como Harvie se tensaba y gemía. Estaba apretado y ahora que lo notaba, asumía le dolería más de lo que había previsto al entregarse a Darion.

—Humedécelo un poco con tu saliva —le pidió y Darion frunció el ceño.

—¿Con mi...? Vale...Creo que entiendo.

Dejó caer un poco de su saliva entre sus nalgas y con el mismo dedo la adentró en su interior para prepararlo. Movió el dedo de adentro hacia afuera y Harvie gimió otro poco y recostó su mejilla en la almohada. Casi había olvidado lo bien que se sentía.

Darion se ubicó en su entrada y arrugó la nariz.

—No sé tú, pero...No parece como que vaya a entrar.

Harvie se rio y sacudió la cabeza.

—Sí te empujas entra y te gustará.

—¿Y a ti?

—Eventualmente —contestó.

Darion se empujó un poco notando la resistencia de sus músculos y miró como Harvie se retorcía sobre la almohada y apretaba las mantas. Honestamente, estaba petrificado ante la idea de lastimarlo de alguna forma así que quería moverse con cuidado.

—¿Estoy haciéndolo bien?

—Sí... —logró responder con su respiración agitada.

Se empujó otro poco en su interior y el placer del que Harvie le había hablado le llegó inmediatamente; estaba tan apretado que podía sentir como le estrujaba hacia su interior y prácticamente lo succionaba sin necesidad de que tuviera que empujarse con mucha más fuerza.

Cuando llegó a la base Harvie le pidió que se detuviera y eso hizo. Permaneció a la espera hasta que Harvie comenzó a moverse lentamente, retirándolo unos centímetros para volver a meterlo. Le excitaba tanto verlo como sentirlo contra su miembro.

—Bien, ahora sí...Muévete y follame duro, joder...Hazlo con ganas.

—¿Seguro?

Harvie asintió y se mordió el labio con necesidad.

Cuando Darion se retiró y volvió a empujarse en él de una sola embestida ahogó un gritó en la almohada y se retorció buscando más. Darion comenzó a embestirlo al principio un poco suave y luego más rápido y dejándose guiar por el placer ante el cual ambos sucumbían. Terminó sujetándolo por las caderas para tener más control y poder ir más rápido y comenzó a tensarse cuando el orgasmo estuvo tan cerca que pensó estallaría. Nunca había acabado tan rápido en su vida, pero se tranquilizó al ver que Harvie lo acompañaba y se desplomaba como él.

Se salió de su interior lentamente y Harvie buscó a su alrededor algo con lo que Darion pudiera limpiarse. Le alcanzó un pañuelo y cuando Darion se limpió, lo dobló y lo dejó en el suelo junto a la cama; lo lavarían en la mañana. Darion yacía sobre su espalda a diferencia de Harvie que seguía bocabajo, lo miró de lado, preguntándose sí había hecho las cosas bien y sí acaso eso cambiaría algo en sus vidas y sonrió cuando sintió la mano de Harvie acariciándole la mejilla.

—¿Puedo dormir aquí esta noche? —. Asintió sin poder evitarlo—. Gracias.

Lo vio meterse bajo las mantas y un tanto inseguro lo imitó.

—¿No nos hará daño dormir desnudos?

—Nah, es mejor para la salud.

Harvie le dio la espalda para dormir y Darion miró sus hombros desnudos por un rato y se mordió el labio, intentando conciliar su propio sueño. No lo consiguió inmediatamente y acabó acercándose a la oreja de Harvie para hablar en un susurro.

—Quizás suene algo raro, pero... ¿puedo abrazarte para dormir? Normalmente abrazo mi almohada.

Harvie sonrió y se acercó hacia él sobre la cama sin girarse, su espalda tocó el pecho de Darion y este suspiró agradecido de que no se burlara y lo rodeó con su brazo para dormir con él envuelto contra su pecho. Era una sensación nueva, otra de tantas y le gustaba. Le daba cierta tranquilidad y paz.

A Harvie lo hacía sentirse completo otra vez y ambos durmieron como nunca esa primera noche. 

Fortsett å les

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