La teoría del amor

By AprilRussel123

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Tras la aparente muerte de Ryan, el amor de Alicia y Alessandro parece estar a salvo y a prueba de todo. Ella... More

Tercera parte de la teoria del silencio
Antes de leer
Prologo
Capitulo 1: Por defecto
Recordatorio
Capitulo 2: Lo que calla Luxemburgo
Capitulo 3: Acorralado
Capitulo 4: Percepción
Capitulo 5: El pasado tiene rostro
Capitulo 6: Resurgen verdades
Capitulo 7: Un plan comienza a crearse
Capitulo 8: similitudes
Jaque mate en Amazon
Capitulo 9: ¿Quien es en realidad?
Capitulo 10: Desapego
Capitulo 11: Noche de revelaciones
Capitulo 12: Una nueva duequesa para Luxemburgo
Capitulo 13: Lo que pasó aquella despedida de año
Capitulo 14: Algo habia en él
Capitulo 15: Toma lugar el valor
Capitulo 16: La frialdad ocasiona estragos
Capitulo 17: Gana la oscuridad
Capitulo 18: Arde la oficina
Capitulo 19: Dos caras se enfrentan
Capitulo 20: Los secretos tienen fecha de caducidad
Capitulo 21: Y es cuando
Capitulo 22: Nuevas facetas
Capitulo 23: Pecados
Capitulo 24: Una batalla gana el corazon
Capitulo 25: Amargo
Capitulo 26: Incertidumbre
Capitulo 27: Sospechas
Capitulo 28: Entre el frio y el calor
Capitulo 29: Fragmentada
Capitulo 30: Siempre fue ella
Capitulo 31: Chance a la elocuencia
Capitulo 32: En el fondo de la verdad
Aviso
Capitulo 33: Luxemburgo a la espera
Capitulo 34: Al diablo lo correcto
Capitulo 35: Sentada en mi alma
Capitulo 36: Lo que grita el reflejo
Noticias, dulces noticias!!
Capitulo 37: Gran Duque De Luxemburgo
Capitulo 38: Desaparición
Capitulo 39: Eclipse
Capitulo 40: Se destapan realidades
Capitulo 41: Una nueva familia
Capitulo 42: Alicia de Luxemburgo
Capitulo 43: El ramo a la futura novia
Capitulo 44: La victoria entre las piernas
Capitulo 45: Cuentas
Capitulo 46: Cambia el juego
Recordatorio( ya es como el quinto 😂)
Capitulo 47: A prueba de balas
Capitulo 49: Una madre para una hija
Capitulo 50: Ultimo adiós
Reedición de Tuya Por Una Noche
Capitulo 51: Hacerle el amor al amor
Capitulo 52: Brechas
Capitulo 53: Toca vivir
Epilogo
Agradecimientos

Capitulo 48: se quiebra un corazón

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By AprilRussel123

Un mes después

No estaba de acuerdo con esta boda. Iba en contra de las mentiras y la boda de Salvatore con Renata lo era. Nos habían invitado a un cóctel un día antes de la ceremonia para compartir y socializar. Yo no tenía ánimos de socializar y menos cuando tenía en casa al hombre que amaba en coma sin saber si había valido la pena arriesgarlo todo en esa cirugía. Habían sido unas semanas difíciles. Verlo tumbado en una cama sin saber si despertaría o no era fuerte pero más fuerte fue el asumir un trono sola sin tener ni puta idea de lo que era ser una duquesa. Estaba allí en esa fiesta fingiendo sonrisas, pretendiendo que todo estaba bien cuando por dentro solo tenía una cosa: Alessandro. A veces tenía que beberme las lágrimas y otras simplemente tragarlas para que nadie se preocupara.

— ¿Estas bien?

— Si

— mamá, no me mientas

— Es solo..., esto no es correcto. No se como puedes estar aquí Aitana. Se va a casar el hombre que amas con otra.

Suspiró y mirándome a los ojos negó con la cabeza

— No mamá. Todo está bien, todo estará bien. Después de todo, los dos ya hemos podido soltarnos. Hemos quedado como buenos amigos y para mi eso es más que suficiente.

La agarré por el brazo y casi a rastras. La saqué afuera de donde había silencio y podía mirarla a los ojos y decirle sus verdades sin disimular. Estaba indignada, se mentía ella, se mentía el y así seguían viviendo en una puñetera mentira.

— ¡Amigos ni una mierda! ¿Acaso piensan seguir en esto? Los vi besándose ayer Aitana.

Serena encogió los hombros y respondiendo con una suavidad que me alarmaba, sonrió.

— Las despedidas no tienen que ser amargas. Aquello que viste fue una despedida y sabes..., me ha liberado. Salvatore tendrá su familia y yo tendré la vida que he elegido tener. Recuerdo que hace unos años me decías que era una inmadura sin remedio, ahora puedo decirte que he madurado.

— No, no has madurado. Sigues cometiendo gilipolleces Aitana.

— Madurar es aceptar que no siempre gana el amor. Madurar es aceptar que a veces se cambia al amor de tu vida por otro amor o quizá por otra vida. Yo he elegido otra vida distinta a la que tengo ahora. El amor no siempre es la felicidad, mamá. Salvatore es y será el amor de mi vida; fue mi principio pero no el final.

En sus ojos veía lágrimas que querían caer pero no terminaban de decidirse. Miró hacia dentro y se quedó callada mientras los veía a Salvatore y Renata hablar y compartir amenos. Esbozó una sonrisa tenue añadiendo.

— Es la mujer perfecta para él. No he sanado mamá y creo que nunca podré hacerlo. Todos creen que solo pienso en mi, que no me importa lo que él siente pero si tan solo supieran lo difícil que es dejar ir a la persona que amas, alejarla de tu vida para que sea feliz, no volverían a especular sobre lo que no entienden. El desea hijos y yo no puedo dárselos, desea hacer el amor y yo no puedo hacerlo. Desea tener una esposa, una compañera de vida y yo no sé si algún día pueda serlo con algún hombre.

— Aitana..., el no tener hijos no es impedimento. Pueden adoptar además no creo que él deje de amarte por eso.

— En París intente ser madre soltera. Gasté los pocos ahorros que tenía para quedar embarazada con inseminación artificial. Tres veces, tres intentos que solo me escupieron en la cara lo seca que estoy por dentro. El primer intento, el embrión no sobrevivió en mi cuerpo ni una semana. La segunda vez aborté sin llegar al mes de embarazo. A la tercera vez me di cuenta que no sería madre nunca. Aborté al cuarto mes de embarazo. Fue la experiencia más horrible que he pasado en mi vida pero también entendí y comprendí que era mi realidad. Ella..., Renata está embarazada. Va a tener un bebé de Salvatore. Me enteré por casualidad y no sabes cuánto me dolió. Ella no quiere que él lo sepa hasta que estén casados. Ya son una familia mamá, ahora hay un bebé y yo salgo sobrando.

— Todo esto se pudo evitar. El no la ama y Aitana. Está con Renata porque es gilipollas y tu..., tu eres necia. Salvatore te ama tanto que no le hubiera importado no tener bebés. Te ama profundamente, tanto que te hubiera aceptado aún con VIH. Hubiera estado contigo hasta el final. Tu teoría sobre el amor y la vida es una mierda. Uno lucha por quien ama, lucha por su felicidad, no se la da en bandeja de plata a otra persona creyendo que otro puede hacer feliz a quien ama. Lo aprendí a golpes, aprendí a amarme y no dejar que los demonios me ganen. Aún tengo mis momentos de oscuridad, pero aún así, sigo al lado de Alessandro y nadie cambiará eso. Lástima que tú no lucharas suficiente por un hombre que se va al altar con otra amándote a ti.

No se si eran las hormonas, el estrés o la ansiedad..., quizá todas las cosas juntas pero sentía que me estaba volviendo loca. Me encontraba en Madrid un día antes de la boda de Salvatore y al mismo tiempo lejos de Alessandro, eso me causaba aún más estrés. Estaba en buenas manos, Mireia era una hija de puta pero Alessandro es su debilidad, estaba segura que aunque Alessandro estuviera en coma, ella estaría ahí obsesiva cuidándolo mientras yo era partícipe de la mayor gilipollez que vería en mucho tiempo. Esa noche no dormí nada, Aitana me había ofrecido quedarse en el piso que había rentado por unos días en el centro y acepté deseando estar cerca de ella ahora más que tenía obligaciones en Luxemburgo. No me acostumbraba aún a llevar puestos vestidos de miles de euros y al menos cuatro escoltas custodiándome. A la mañana siguiente desperté y no vi a Sofía a mi lado. Rápidamente me levanté y escuché risitas y balbuceos desde la sala de estar. Sin que me viera, me asomé para ver como Aitana jugaba con su hermana. La cargaba y llenaba de besos y mimos. Se veía tan feliz, tan dulce que estaba convencida que sería una madre maravillosa. Me dolía que no pudiera tener bebés porque aunque según ella ya lo había superado, el no poder tenerlos era algo que le dolería siempre. Ese vacío no se llena con nada en el mundo.

— Buenos días

— Oh hola mamá. Pensé que dormirías un poco más. Aún es temprano.

— No pude dormir mucho. Estoy algo ansiosa.

— Se casa tu amigo. Es lógico, todo estará bien.

— Siempre pensé que sería un día feliz para mi pero no lo es.

— Deberías, las bodas siempre son bonitas y tiernas.

— ¿No te vas a arreglar?

Dejando a Sofía mirando dibujos animados en el televisor se acercó a mí y mirándome con cierta resignación negó con la cabeza.

— No iré. Me duele algo la cabeza. Me quedare aquí con Sofía. No te preocupes

— ¿Todavía después de tanto tiempo aún insistes en verme la cara de estúpida? No irás porque debe ser bien jodido ver cómo el hombre que amas se casa con otra.

— Es jodido, pero muchas cosas son jodidas mamá. Ser una hija no deseada, haber sido violada por tu padre adoptivo y más jodido el que a la que creíste tu mejor amiga por tanto tiempo, fuera quien mandara a cinco hombres a violarte. Eso si es bien jodido pero aun así, hay que seguir viviendo.

Caminando hacia la cocina mientras preparaba un poco de café sonrió tenue pero tranquila, añadió.

— Dos veces pude hacer el amor con Salvatore. Una sola vez estuve desnuda frente a un hombre porque yo quería. No fui capaz de encender la luz, aunque he estado frente a él desnuda, nunca fui capaz de dejarme ver. ¿Sabes que sentí mientras lo tenía sobre mi? Sentí miedo. Sentirlo duro no me causó placer, me acojonó completamente. Quería..., yo de verdad quería ser suya, sentir placer y poder entregarme completamente pero lo único que venía a mi mente era Ryan follandome como si fuera un animal. La segunda vez que tuve sexo con el, logré sentir algo de placer. Me emocioné, creo que era la primera vez que el sexo comenzaba a ser normal para mi. — Derramó una lágrima — Una semana después, esos cinco hombres me violaron y lo poco que había logrado se fue a la mierda.

— Aitana yo...

No me dejó intervenir. Rápidamente continuó hablando mientras removía el azúcar en su taza de café.

— Salvatore merece tener una mujer a su lado que se caliente y se ponga cachonda nada más de verlo. Una mujer que sea tan caliente como él. Mamá, yo dejé de ser mujer hace mucho tiempo. No siento nada, no soy ni seré mujer para nadie. Ahora solo quiero concentrarme en el proyecto que tengo en Paris. He abierto junto a Soriana un pequeño bistro en la ciudad. Después quisiera abrir más en España. Pero por lo pronto me quedaré una temporada en París.

Caminé hacia ella y agarrando sus manos sonreí aceptando con dolor que había acabado. Mi hija se había cerrado al amor y Salvatore había elegido casarse con una mujer que no amaba solo por deber más que por afecto. Comencé a arreglarme y hasta la ropa y como maquillarme ahora era distinto ahora que era la duquesa de Luxemburgo. Debía llevar siempre sobre mi cabeza la tiara que portaba la duquesa consorte de Luxemburgo desde hacía más de quinientos años. Me sentía así como un maniquí que lucía prendas caras, vestidos exclusivos y una tiara con siglos de antigüedad reposando en mi cabeza. A veces me preguntaba si realmente era yo. Me miraba al espejo y solo veía una y otra vez cierta inseguridad que aún no lograba espantar del todo. Suspiré y saliendo del apartamento dos escoltas me acompañaron en todo momento desde que puse un pie fuera. Tenía que cuidar hasta la manera en la que caminaba, como hablaba y me expresaba. Mi presencia en esa boda había atraído la atención mediática y es que en eso se me había convertido la vida, en un escaparate que todos paraban a mirar. Llegué a una hermosa catedral de Madrid; habían cientos de invitados y entre ellos pude ver a Salvatore alejado recostado en una esquina pensativo y de todo menos feliz.

— Hola

— Pensé que no vendrías

— Eres mi amigo, no faltaría por nada del mundo.

Sonrió tenue

— Te ves hermosa así vestida como toda una gran duquesa.

— Soy yo..., Alicia la de siempre. Lo demás son puros adornos.

— Te ves muy guapa.

— Tu también. Renata va a alucinar.

— Gracias

Ceñuda pregunté

— ¿Por qué agradeces?

— Por estar aquí. Me das fuerzas para seguir en pie a lo que sigue.

— Salva, solo puedo decirte que tomes la decisión que tomes, estaré contigo.

Asintió con la cabeza reteniendo una de esas lágrimas rebeldes que siempre quieren imponerse. Me preguntó por Aitana y al decirle que estaba bien, la lágrima cayó de su rostro y antes de irse al altar para esperar a su futura esposa, me miró y dijo en voz baja.

— No importa el tiempo, cuántos años pasen, ella siempre estará en mis pensamientos. Aitana será ese amor que siempre hubieses deseado realizar. Se que me enamoraré de Renata, incluso puede que sea muy feliz a su lado pero siempre estará ahí Aitana, en mi mente, en mi corazón y eso Renata ni nadie podrá cambiarlo.

Pretendía responder pero el bullicio de la gente mirando la limusina que traía a una novia hermosa y radiante nos dejaron a ambos sin palabras. Renata era hermosa, era una mujer que cualquier hombre desearía tener como esposa. No solo era bella físicamente, también en su interior. Bastaba hablar con ella un rato para darse cuenta que ella era tierna y humilde. Sonreía todo el tiempo y ese día parecía ser el mejor de su vida. Aunque algo raro y extraño note en ella. Si sonreía, pero no todo el tiempo. Estaba ida, como si su mente estuviese en otra parte. Caminó del brazo de su padre hacia el altar y en vez de sonreír, estaba seria y distraída. No parecía que iba de camino a su felicidad, sino de camino a una especie de engaño a sí misma. Salvatore estrechó su mano y ella la agarró curvando la comisura levemente. Salvatore levantó el velo de ella y mirándola a los ojos buscaba penetrarse en ellos para no dudar, para no salir corriendo de aquella catedral y cumplir con su palabra. Se veían hermosos, parecía que nada podía separarlos, excepto por la mirada triste y vacía de Salvatore. No pensé que llegaría a enamorarse tanto de Aitana. Mucho menos cuando en un principio le huía porque la veía como una niña y no como mujer. Bueno..., al menos eso quería convencerse, en el fondo le daba miedo sentir deseo por una mujer once años menor y para completar, era la hija de la mujer de la que creyó estar enamorado. Ni él ni Aitana pensaron llegar hasta ese punto. Aitana seguramente pensó que jamás sería correspondida. Vivía pensando que ningún hombre sería capaz de amarla, de entenderla por encima de todo, incluso de sus traumas. Todos miraban a la pareja con emoción, otros con nerviosismo en cambio yo, yo no sabía que mierda sentir. No podía sentir gusto porque era más que obvio que era una metida de pata que dos personas se casen solo por cumplir una promesa y no porque realmente se amen. No podía sentirme bien sabiendo que una mujer se casaba enamorada pero no era correspondida. Todas sus ilusiones estaban puestas en un hombre el cual su corazón le pertenecía a otra persona. El sacerdote preguntó a Renata si aceptaba a Salvatore como esposo y el silencio se hizo presente en aquella ceremonia. No respondió, se quedó callada y todos esperaban un "si" de su parte. Renata miró a Salvatore y luego volvió a mirar al sacerdote. Trago saliva y quebrándose por dentro, miró a Salvatore.

— He esperado con ansias este día. De hecho es el día más feliz de mi vida. He llegado al altar del hombre que amo. El hombre que me hizo nuevamente creer en el amor. No tienes idea lo feliz que soy de estar aquí hoy frente a ti. Desde que te conocí no soñaba con otra cosa que llegar a este día. El corazón vivía agitado y emocionado con la sola idea de ser tu esposa.

Salvatore la miraba desconcertado pero avergonzado al mismo tiempo. Preguntó qué estaba ocurriendo pero ella sólo sonrió tenue como si hubiera sabido desde hace tiempo que sucedía entre los dos.

— Siempre he querido casarme enamorada, sentir esas mariposas en el estómago y querer llorar de emoción. Pero también me prometí que cuando me casara, lo haría con alguien que también sintiera lo mismo por mi. Estas mariposas que llevo dentro, solo las he sentido yo todo este tiempo. Amo a alguien que ama a otra persona. Amo a alguien que es tan dulce, tan tierno y honesto que prefiere sacrificar su corazón que quedar mal y romper el corazón de otra persona. Quiero agradecerte por todo, por tu compañía, tu afecto, tus deseos de quererme más allá de tus propios sentimientos. Siempre me tendrás aquí, como amiga, cuentas conmigo hoy y siempre.

— ¿Qué estás haciendo Renata?

— Lo que debí hacer hace mucho solo que el amor a veces ciega un poco. No me amas, no estás enamorado de mi y esa es la realidad. No soy yo quien debería estar hoy aquí frente a ti vestida de novia. Es por eso que no acepto ser tu esposa, Salvatore.

Dio unos pasos hacia atrás alejándose de Salvatore y bajando unos escalones se dirigió a los invitados que habían presenciado como un corazón se acababa de romper con la triste realidad. Ella sonrió y suspiró resignada.

— Disculpen..., realmente valoro mucho su presencia aquí pero lastimosamente la boda queda cancelada. Si..., estas cosas pasan, no todos los días pero pasan. Lo importante es darse cuenta a tiempo antes de cometer más errores. Nuevamente muchas gracias a todos por habernos acompañado en este día pero a partir de hoy, el camino de Salvatore y el mío queda dividido. — Renata lo miró y curvando la comisura le dijo — Ve a por ella, no lo pienses más.

Renata bajó de aquel altar reteniendo sus lágrimas aunque no por mucho. Caminó por aquel pasillo repleto de flores y adornos que parecía ser infinito. Caminaba lentamente hacia la salida de la catedral mientras todos cuchicheaban de lo que había sucedido. Aquella fue la última vez que supimos de ella, desapareció sin dejar rastro alguno.

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