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By _VENUSMIKAELSON

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๐’๐„๐—๐˜ ๐ƒ๐‘๐”๐† | โ La pregunta no es quiรฉn me lo va a permitir, sino quiรฉn va a detenerme โž ๐Œ๐€๐ƒ๐„๐‹๐„๏ฟฝ... More

SEXY DRUG
i. the redhead girl
ii. edward and his hero complex
iii. i do not like you
iv. i don't wanna be robin
v. serpent
vi. the truth
vii. silly and pathetic human
viii. baseball
ix. the obsessed with bella
x. I still don't like you, now I just tolerate you
SEXY DRUG ยฒ
i. merry christmas?
ii. the volturi
iii. go to fucking hell, Edward Cullen
iv. the eyes
v. sweden
vi. that doesn't work with me girl

vii. what the hell happened yesterday?

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By _VENUSMIKAELSON

chapter number seven
[ ¿QUÉ CARAJOS PASÓ AYER? ]

Se levantó soltando una queja, pestañeando repetidas veces para poder acostumbrarse ahora a la luz, dándose cuenta que la parte humana provocada por la deidad había salido a flote.

Estaba sola en su habitación viendo como literalmente estaba destrozada por todo lo que había pasado en aquella madrugada. Una bata de seda negro la cubrió todo el cuerpo desnudo mientras se amarraba el cabello, saliendo a la terraza y viendo a sus esposos charlar tranquilamente.

—Hola, corazón —saluda Alice de forma cantarina, levantándose para darle un beso.

—¿Qué carajos pasó ayer? —quiso saber en un tono divertido, devolviéndole el beso y señalando detrás suyo.

Ambos vampiros se miraron con una sonrisa divertida.

—La verdadera pregunta es: ¿Qué no pasó ayer? —ríe Jasper, haciéndose un poco para atrás cuando la pelirroja se sentó en su regazo, abrazándola de inmediato por la cintura.

Madeleine llevó una fruta a su boca ya que era la única que podía comer, solo un poco.

—Mierda, no he tenido una resaca desde hace...—se queda pensando—. ¿nunca? —se echa hacia atrás para caer contra el torso de su esposo—. Ayer Denzel hizo sacar más mi humanidad, la poca que tengo.

Alice sonrió levemente, acariciando su mano.—Tenía pensado en que hoy podíamos ir a visitar el museo donde dejaste tu primer piano, sería genial —sugirió.

—Estaría bien —aceptó gustosa, de hecho no podía negarle nada a esa pequeña duendecilla sonriente—. Es el piano que usé en nuestra boda, ¿recuerdan? —ambos vampiro asintieron, recordando aquella linda noche.

⸻ 𓆙 ⸻

Su paseo estaba siendo demasiado agradable, tanto que ya le estaba extrañando debido a que en su vida jamás había tanta tranquilidad, no desde que los Volturi comenzaron a acecharla nuevamente. Su celular comenzó a vibrar, siendo el ultimo nombre que quería leer en la pantalla el que apareció.

—Deberías hablar con él —opinó Jasper, agarrándola de la mano—. Al parecer es algo urgente porque a Alice y a mi también nos ha llamado preguntando por ti.

—¿No les dijo para qué? —mira a ambos, viéndolos negar.

—Dice que es algo que sólo ustedes dos saben —explicó Alice.

Apretó su teléfono con fuerza, tanto que supo que iba a romperlo ahí mismo, bueno iba a hacerlo hasta que sintió calma, girando de inmediato a mirar a su esposa, quien negó con la cabeza. Era orgullosa, demasiado. No quería hablar con su hermano, era lo último que quería, pero...¿familia antes que todo? Nah, él no pensó en eso cuando le dijo todas esas mierdas en Forks.

—Que se vaya al carajo.

Su teléfono terminó en la bolsa de Alice, apagado.

—Disfrutemos de nuestra tarde, ¿si? Sin dramas ni hermanos molestos —pidió ella, agarrando a ambos de las manos para así poder recorrer el museo.

Alice y Jasper se miraron de reojo, pero aún así la siguieron. Ninguno se metería ni opinaría, como Edward había dicho: "Es algo entre mellizos". Pero si eso hería o le hacía daño a su Madeleine, no dudarían en hacer arder la tierra, pero por el momento dejaba todo en manos de la pelirroja.

Como debía de ser.

Si bien siguieron viendo cada sala del museo, frenaron de golpe cuando Alice lo hizo, dándoles a entender que estaba teniendo una visión, el cual no tenía hace bastante.

—¿Qué pasó, linda? ¿Qué viste? —quiso saber Jasper, agarrándola de la cintura al ella estar en completo trance.

—Alice —llama Madeleine, agarrándola del rostro.

—Es...es todo confuso...—murmura, volviendo en si—. Estabas tú y una chica castaña y luego...luego salía Bella atrás de ella. —Madeleine frunce el ceño ¿la humana?—. Después aparecer tú con Edward y luego veo...—niega de inmediato, no queriendo decirlo, más bien terminar aquello. Ni ella lo creía.

—¿Qué cosa? —Madeleine vuelve a acurrucar su rostro—. Alice. Amor, dímelo.

Ella levanta su mirada, relamiendo sus labios totalmente tensa.—Veo como mueres, Madeleine. Veo como llegas tarde con Edward y terminan...matándote.

Se quedó quieta en su lugar, tratando de procesar todo lo que su esposa le había dicho, ¿su muerte? ¿quien era la chica de la que hablaba? ¿a tiempo a donde? Mierda, tenía demasiadas preguntas. Gira a ver justo cuando Jasper atendió una llamada, concentrándose en decirle a Alice que ella no iba a morir sabiendo lo mucho que aquella visión había afectado a la más baja.

—Era tan real, Maddie —murmura contra el pecho de la pelirroja—. Todo era muy real.

—Pero no lo fue —dice de inmediato—. Estoy aquí, contigo y con Jasper. No voy a morir, ¿de acuerdo?

—Maddie...—alza un poco el rostro al llamado de su esposo, viendo al rubio carraspear un poco antes de extender el teléfono hacia ella—. Alguien te busca.

Madeleine apretó la mandíbula, soltando suavemente a Alice mientras agarraba el teléfono. Si bien no quería escuchar su voz, mucho menos hablarle debía de hacerlo, para poder averiguar que era aquella visión de Alice y que significaba.

No habló, espero a que la persona de la otra línea lo hiciera, tensándose al escuchar su voz.

¿Madeleine?

Edward —dice su nombre con sequedad, alejándose un poco para hablar mejor, viendo a Jasper llevar a Alice y hacerla sentar ya que seguía bastante shockeada por la visión—. Ve directo al grano, no tengo tiempo.

Edward del otro lado blanqueó los ojos, recordando nuevamente el temperamento de su melliza.

¿Recuerdas al tipo de Chicago? ¿Al que habíamos matado luego de tu transformación? —le hace recordar, sabiendo que aquel tema no se lo habían dicho a nadie, ni siquiera a sus padres adoptivos y Madeleine ni a sus esposos.

La pelirroja gira de inmediato, notando que sus esposos estaba lo suficientemente concentrados hablando que estar escuchando su conversación. Aún así se alejó más.

—¿Qué con él?

Tenía una hija, al parecer no le gustó mucho que hayamos asesinado a su padre —murmuró, mirando por la ventana de su habitación de Río de Janeiro.

—A nadie le gustaría eso, Edward —se exaspera, llevando una mano a su sien—. ¿Pero que esperaba? El bastardo lo merecía, ¿o no sabe que su papito abusaba de niños? Específicamente de ti y de mi.

Recuerdos que me gustaría olvidar para siempre —susurra.

—Puedo hacerlo y lo sabes —le recuerda—. Yo me hice olvidar el dolor de recordar aquello, pero sigo recordándolo. Puedo hacerte olvidar completamente.

No, no puedo permitir que solo tu tengas ese recuerdo y yo no. No te dejaré recordarlo sola —dice de inmediato, escuchando a su hermana suspirar—. Maddie, yo...lo siento. Siento mucho lo qué pasó la última vez que no vimos, no sabía lo que...

Ya no importa —frena su discurso, sabiendo que su orgullo se sentiría amenazando si seguía—. Solo dime, ¿qué tiene su hija que ver y porqué de la urgencia?

Porque trabaja ahora con los Volturi, nos puso de caza a ti y a mi con algunos miembros. —Edward explicaba lo que había escuchado en un susurro de uno de los tipos que lo habían querido atacar la noche anterior—. Quiere asesinarnos como lo hicimos con su padre.

Madeleine sabía que los Volturi no sólo los estaban cazando a ellos, sino también a las dos miembros de la Elite vampiro, pero aquello no lo dijo.

—Que lo intente —dice divertida, jugueteando con el anillo negro de su dedo—. ¿No puede hacerlo sola? ¿Tan inútil es que tiene que recurrir a los Volturi?

Quiere aliados, Maddie. Y sabes que ellos tienen algo contra ti después de que los dejaste e incluso mataste a otros miembros —expresó, sentándose en un sillón mientras esperaba la respuesta de su hermana—. ¿Ya te han atacado, verdad?

—Sí —responde cortamente—. ¿Y a ti?

Anoche en un callejón de Rio —mencionó, pero sus ojos brillaron cuando recordó algo—. Puede que nos odie, pero tal ve odiará más a su padre cuando lea su diario.

¿El viejo tenía un diario? ¿Quien se cree? ¿Stefan Salvatore? —se burló un poco, escuchando el resoplido de su hermano—. Ya, ya. Ya sé que también escribes diarios.

Maddie, la noche en que lo asesinamos encontré su diario, lo guardé. Hay tiene escrito todas sus mierdas —comenzó a explicarle—. Está en mi habitación, en...—calla de golpe, pegándose mentalmente.

—¿En...?

En Forks.

Jasper y Alice giran a ver a Madeleine cuando ella regresó junto a ellos, sonriéndoles cortamente antes de entregarle su teléfono al rubio, quien estaba entrecerrando los ojos al percibir los sentimientos de su esposa; ira, confusión, nervios.

—¿Qué pasa? —preguntó Jasper, viéndola juguetear con su anillo.

—Maddie —la llama Alice, viéndola fijamente.

—Necesito volver a Forks —suelta de golpe—. Sólo por dos días, el primero por el viaje hasta allá y después para hacer a lo que voy.

Ambos vampiros se miran entre ellos, confundidos.

—¿Irás sola o quieres que te acompañemos? —indaga Alice, haciéndose a un lado cuando Madeleine se sienta en medio de ambos.

—Sola —respondió—. Necesito hacer esto sola, pero regresaré, ¿si? Antes de que termine el fin de semana ya estaré con ustedes nuevamente y podremos viajar a Paris.

Alice sonrió con ternura, dándole un beso en su mejilla.—No te preocupes, linda. Solo prométenos que te cuidarás y regresarás sana y salva.

—Sabes que te apoyamos, Maddie —dice Jasper, acariciando su mano—. Pero como dice Alice, solo regresa sana y salva.

Ella apretó los labios, pero asintió.—Lo haré.

⸻ 𓆙 ⸻

El trayecto en avión fue bastante normal y monótono para ella, concentrándose en mirar su celular, hablar mentalmente con Denzel o simplemente mirar por la ventana las nubes.

Un suspiro cansador salió de sus labios cuando pisó el aeropuerto, ni siquiera traía maleta con ella, solo su bolso, entonces de forma disimulada se fue alejado hasta caminar lejos de donde estaba las personas para ir hasta su antigua casa con su velocidad vampírica, frenando de golpe al estar frente a la infraestructura.

—Aquí vamos —se alienta a sí misma, abriendo la puerta y que a sus fosas nasales llegará el olor a lavanda que Esme siempre utilizaba para que su hogar tuviera rico aroma—. Todo sigue igual —frunce el ceño.

Era irónico, ninguno de sus hermanos o esposos habían hablado sobre regresar, pero al parecer Esme y Carlisle sí. Las decoraciones, lo muebles todo estaba exactamente como lo habían dejado. Sus tacones resonaban por las escaleras subiendo hasta llegar a la habitación de su mellizo, viendo el enorme estante que había ahí, soltando una queja sabiendo que esto le costaría bastante tiempo, pero siendo vampiro será más fácil.

«Hogar dulce hogar» escucha hablar a Denzel.

—No se siente como uno —masculla ella, comenzando a ver entre todos los discos y libros que había en el estante.

Movió su anillo hacia la derecha y de él salió Denzel, quien se estiraba y siseaba hasta acostarse sobre el sillón viendo a su portadora buscar el diario, bostezando un poco mientras que se enderezaba y la ayudaba.

—Amaneciste amable hoy —se burla Madeleine.

«Hoy comeré, obviamente estoy feliz»

—No comerás a nadie hoy, Denzel —advirtió, mirando a la entidad—. Vinimos por el diario, lo encontramos y nos largamos de este pueblo.

La serpiente sisea como si hubiera bufado.«aburriiiiida».

—¿Dónde lo guardaste, estúpido mellizo? —se frustra, comenzando a echar todos los libros al suelo.

«Maddie, mira» habla Denzel.

La pelirroja gira a ver a la entidad, agarrando el libro marrón que le había lanzado, ojeándolo y sentándose en el sillón. C.R. decía en la portada, claramente era de aquel tipo, mirando por última vez a Denzel antes de comenzar a leer algunas páginas.

"25 de abril de 1910 -Chicago: hoy he visto a dos pequeños niños mudarse a la casa del frente, tienen la misma edad que mi hija, pero a ellos...ellos los miro diferente. La niña pelirroja se ve exquisita y su hermano cobrizo tiene una mirada de inocencia que quisiera arrebatarla..."

Madeleine cerró de golpe el diario, apretando el libro con fuerza mientras negaba con la cabeza, había olvidado todos los sentimientos de aquel recuerdo, peor el volver a leerlo, hacía que aquello volviera poco a poco.

—Larguémonos de aquí, Denzel —murmura ella, moviendo su anillo y viendo cómo la serpiente iba entrando nuevamente a la joya.

Frenó de golpe en uno de los estantes que estaban en la cocina viendo algunas llaves de vehículos colgados sabiendo que su familia no llevó todos los que tenía, agarrando así las llaves del Jeep negro que Rosalie había comprado hace un año atrás, dirigiéndose a la cochera y subiéndose a su ahora automóvil.

—Vamos, idiota —gruñe contra el teléfono, escuchando como estaba por iniciar una llamada—. Responde, vamos.

¿Maddie?

Al fin contestas, Edward —exclama, conduciendo lejos del pueblo, viendo por el espejo del retrovisor como poco a poco se iba alejando de la casa—. Lo encontré.

¿Lo encontrarse? —repite él, sorprendido y feliz.

—Sí, sordo. Lo encontré —repitió ahora ella, viendo a un lado suyo el diario—.¿Ahora qué?

Necesito que vengas a Río junto a mi —pidió él, escuchando la risa irónica de su melliza—. Madeleine, es necesario. Necesito que veas algo con tus propios ojos.

Edward miraba fijamente a la hija del tipo que asesinó junto con su hermana a tan sólo algunos metros de él en un bar hablando animadamente con unas personas que aseguró que eran miembros de Los Volturi, pero lo que más le llamó la atención fue ver cómo tenían entre sus manos un libro, el libro que Madeleine había escrito durante sus años de encierro en Volterra.

No te lo pediría si fuera necesario.

Bien —aceptó, tan concentrada en su llamada—. Pero antes de que termine el fin de semana tengo que volver a Suecia.

Estaba tan concentrada que no se dió cuenta como un auto venía del otro lado de la carretera, sintiendo su inexistente aire quedarse estancado en su garganta cuando cruzó mirada con el conductor del otro auto, abriendo sus ojos demás al reconocer aquellos ojos, aquel rostro.

El sonido de sus llantas chillar contra el pavimento hizo que Edward alejara el teléfono de su oreja, confundiese sin saber que Madeleine había girado por completo al igual que el otro auto, quedando frente a frente.

¿Qué ocurrió? ¿Hola? —pero no había respuesta de su hermana—. ¿¡Maddie!? —boqueó varias veces cuando cortaron por su cara.

La pelirroja bajó del auto, totalmente en un estado de shock, no creyendo lo que sus ojos veían, siguiendo cada movimiento del otro vehículo viendo como se abría la puerta y de esta salía el conductor, siendo seguida por copiloto.

Su sorpresa era tanto que quería creer que lo que veía era una ilusión.

—¿Maddie? —escuchó a una de las persona hablar, viéndola con la misma sorpresa.

—¿Bella?

Pero el hecho de que la otra persona dijera su nombre causó millones de sentimientos en ella, incluyendo nostalgia y alegría.

—¿Madeleine? —miraba a la pelirroja con incredulidad, acercándose un poco hasta que su aroma llegó, sabiendo que era real y no una ilusión.

¿Fallon?

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