Wigetta: Número equivocado

By PinketAura17

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Samuel entra a una cafetería que solía visitar antiguamente, pero esta ha sido renovada. Al sentarse en una d... More

1. La cafetería
2. Sexy desconocido
3. El primer mensaje
4. 'Tío sexy'
5. ¿Demasiado lejos?
6. Mal día, buena noche
7. Nombres
8. La llamada
9. ¡¡Cumpleaños!!
10. La esperada quedada 1/2
11. La esperada quedada 2/2
13. Alejados
14. Incómodo
15. Lo siento.
16. Nervios a flor de piel
17. ¿Cambiaría algo?
18. Lo que mal empieza, bien acaba
19. No es un final, solo un inicio.

12. A veces uno hace hasta lo imposible

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By PinketAura17

Guillermo.

Samuel había salido corriendo. Sin decirme nada, sin darme ni siquiera una explicación. No entendía nada.

Me volví a casa, me quedé sentado en el suelo, tras la puerta principal, sosteniendo el paquete que contenía su regalo. Las deportivas.

Sentía las lágrimas deslizarse por mis mejillas, no noté cuando empezaron a salir pero sí cuando llegaron empezaban a caer.

¿Es que acaso había hecho algo mal? Y si fuese así, ¿es que no merecía ni siquiera una explicación de por qué se largó así?


Rápidamente, solté el paquete a un lado y cogí mi móvil para hablarle. Le mandé como unos doce mensajes, hasta lo llamé, pero sólo quedó como una llamada perdida.

¿Por qué me hacía esto?

Me sentía completamente vacío, sin ganas de nada...

Es increíble cómo una situación podía darse la vuelta de tal forma. Lo feliz que iba hacia la cafetería y lo deprimido que me he venido hacia aquí.

Al cabo de un rato, sin poder dejar de pensar en lo ocurrido, volví a coger el móvil y le escribí de nuevo.

20:15

>> Yo: ¿Por qué te has ido?

Samuel... me tienes preocupado.

Por favor, responde.

¿Te has arrepentido nada más verme?

¿Te he dejado de gustar?

Yo... creía que después de las cosas que me decías por whatsapp...

Creía que te gustaba...

Incluso que te importaba.

No me hagas esto.

Al menos dame una explicación.

Habla conmigo, por favor.

¿Samuel? <<

21:35

>> Yo: Sólo... dime algo. <<

No tenía nada de hambre, así que me fui cuanto antes a dormir, creyendo que podría conseguirlo y dejar de pensar por un rato, pero no. No dormí en toda la noche.

Había estado todo el tiempo con el móvil en mis manos, con la esperanza de que él pudiera responderme. Pero como era de esperar, él no contestó.

Me levanté de la cama, me miré al espejo, pudiendo observar las ojeras que yacían bajo mis ojos, los cuales estaban rojos de tanto llorar.

Me dirigí hasta el teléfono fijo, marqué el número de la cafetería, rezando por que lo cogiera Raúl, y efectivamente así fue.

Raúl... —Mi voz sonaba demasiado triste, se me notaba que había llorado.



¿Guillermo? ¿Te pasa algo?



E-estoy bien... ¿C-crees...? —Las palabras no salían de mi boca. Unas inmensas ganas de llorar, aparecieron de nuevo, haciéndome notar el ardor en los ojos y cómo mi vista perdía nitidez.



No te preocupes, no vengas por hoy si no quieres. Podemos apañárnosla sin ti, ¿de acuerdo? —Este chico era demasiado bueno. Sonreí al escuchar aquellas palabras—. Pero hazte un favor y descansa. Por tu voz puedo imaginar que no has dormido nada. Ya me contarás cuando nos veamos.



Muchas gracias, Raúl... Lo haré...



No tienes nada que agradecer. Hasta mañana.



Hasta mañana.





Colgué el teléfono y sin darme cuenta, en la pantalla de móvil, de nuevo, estaba su conversación.

¿Por qué me hacía esto? Al menos podría hablarme, aunque sea para decirme que no quiere nada conmigo...





(...)





Habían pasado un par de días y la situación no había cambiado mucho, respecto a mí, claro. Respecto a él, todo estaba igual. Seguía sin hablarme.



Le había contado lo sucedido a Raúl. El primer día no fui capaz de hacerlo, pero en el día de hoy me había obligado, prácticamente. Así que decidí decírselo, después de salir del trabajo.





—Imaginé que sería por ese chico. —me dijo—. ¿Y no sabes nada de nada de por qué actuó así?



—No. —No quería llorar, así que bajé la mirada hasta encontrarme con el suelo—. Sólo sé que no quiere nada conmigo. No me responde a los mensajes, no me coge las llamadas...



—¿Has pensado en ir a buscarlo? —me preguntó. ¿Que si lo había pensado? Claro que lo había pensado. Mil y una vez, pero no me atrevía. Me daba miedo que fuera peor de lo que había sido nuestro primer no-encuentro—. ¿Sabes dónde encontrarlo? ¿Dónde trabaja o dónde...?



—Estudia. —lo interrumpí—. No trabaja, estudia. Y sí sé dónde encontrarlo. Sé hasta a qué gimnasio va. Me lo dijo una vez en una de las conversaciones que tuvimos.



—¿Y por qué no vas? Sé que no se merece ni que hagas eso, pero lo digo por tu bien. Hasta que no tengas una respuesta por su parte, no mejorarás demasiado. —Yo me quedé en silencio—. ¿Quieres... que vaya contigo?



—Por favor. —Subí la mirada, encontrándome con sus ojos. Una sonrisa se dibujó en sus labios al oírme.



—Vale, ¿a dónde tenemos que ir? —Él se levantó del banco, en el cual estábamos sentados y me miró interesado.



—En unos minutos estará de camino al gimnasio. —contesté, mirando la hora en mi reloj de pulsera.



—Vamos entonces.





El lugar nos pillaba cerca. Nos quedamos esperando un buen rato, pero él no apareció.

"Que raro" pensé. ¿Y si la dirección de la Universidad y del gimnasio eran falsas? ¿Y si me había estado engañando todo este tiempo?

Me estaba poniendo muy nervioso, el chico que me acompañaba lo notó e intentó calmarme.





—Tranquilo, Guille. Tal vez no haya venido hoy. —Me sostuvo del brazo, llevándome al interior del gimnasio—. Ven, preguntemos por...



—Samuel. —Terminé yo.





Entramos y había una chica y un chico, ambos rubios. Nos miraron y preguntaron que se nos ofrecía.





—Perdone, estamos buscando a un amigo. —habló mi compañero—. Se llama Samuel.



—Chico, hay más de un Samuel aqu...



—Es castaño, de más o menos un metro ochenta y poco...



—¿De Luque? —preguntó la chica al hombre que estaba a su lado.



—Tal vez. —le respondió él—. ¿Ese chico que vive en los pisos de aquí al lado? En el portal cuatro, creo recordar, ¿no? —Hizo un gesto con la mano, haciéndonos entender—. Aunque creo que esa es la dirección de los padres.



—Sí. —respondió Raúl, sin tener ni idea—. Por eso no podemos ir a buscarlo allí, porque no sabemos el porterillo, y ahora no podemos ir a la Universidad a buscarlo.



—No nos coge el teléfono ni nada, no sabemos que le ha podido pasar.



—Puedo daros su dirección. Tenemos la dirección de todos los que están inscritos. —Abrió un cajón y sacó varios papeles—. Mira, aquí está. De Luque. —dijo después de mirar unos cuantos—. 1ºB Portal 4.



—Muchísimas gracias. —Agradecimos al mismo tiempo.



—De nada.





Nos despedimos de ellos y nos dirigimos a los pisos para llamar.





—¿Te encuentras bien? —Raúl se preocupaba por mí. No es que me encontrase demasiado bien... Además estaba muy nervioso.



—Sí... Creo que sí...





Pulsé el pequeño botón, haciéndolo sonar, esperando a oír un vez a través del porterillo.

Hubo un breve silencio, que pareció eterno, y luego se escuchó una voz de una mujer de unos cuarenta y pico.





—¿Quién es?

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Autora: Mrsdesrosiers17

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