─¿¡Bueno, de qué estás hablando!? Intento de asesinado al Emperador... ¿Traición?
Astana no pudo soportar todas las acusaciones en su boca y su rostro se volvió blanco. Por más que luchó, el tobillo atado se peló y se tiñó de rojo, y el vendaje del brazo derecho atado por la corte también se desató.
No pudo vencer su sucio temperamento.
Pero el rostro de Pherez, que miraba a Astana, seguía inexpresivo.
─¿Quieres afirmar que no te acuerdas? ─preguntó Pherez en tono seco.
─¡No seas ridículo! ¿Por qué iba a hacerlo? ─murmuró Astana con una mirada confusa. Al momento siguiente, abrió los ojos y gritó a Pherez. ─Espera, ¿por eso estoy atado aquí? ¿Intententé asesinar a Su Majestad?
─Sí.
─¡Ja, ya está bien! Jajajaja.
Astana estalló en carcajadas. El pelo sudado, la ropa desordenada y los ojos inyectados en sangre le hacían parecer un loco.
─¡Debe haber habido algún malentendido! ¡No era a el Emperador a quien quería matar, sino a ti! ¡Así que quítame esto!
Las caras de los caballeros se volvieron ambiguas.
¿Cómo puedo explicarlo?
Al mismo tiempo, miró a Pherez. Pherez miró fijamente a Astana resoplando y respondió.
─No fue a mí a quien se apresuró a matar, fue a Su Majestad. ─dijo Pherez mientras abría la caja de forma ajustada. ─Usó esta daga que tenía Bellezac Lombardi.
Los ojos de Astana tocaron la daga afilada.
Sí, recuerdo haber tenido esa daga en la mano.
Sin embargo
─Eso es ridículo. Obviamente fue a ti, cosa humilde. Aunque no tuve éxito debido a los Caballeros Imperiales junto a ti...
La voz de Astana, que estaba hablando, se hizo cada vez más pequeña.
Sus ojos temblaron como un terremoto. También comprobó la cara del caballero con una expresión sombría con una mirada cada vez más sorprendida.
─Yo, no me digas....
Finalmente, un sonido salió de la boca de Astana.
─Bueno, ¿estás seguro? ─preguntó Astana a Sir Sloan.
Sir Sloan echó un vistazo a Pherez con una mirada melancólica y respondió.
─En el Bosque de los Locos, el Primer Príncipe Heredero atacó a su Majestad, no al Segundo Príncipe Heredero.
─Ja, pero estaba claro que llevaba una armadura roja, y a su lado estaba la mestiza de Lombardi...
─Cuida tu lenguaje, Astana.
Pherez tomó la daga de Bellesac, apuntó al cuello de Astana y habló en voz baja.
No era sólo para intimidar. La punta excepcionalmente afilada de la daga presionó contra la nuez de Adán de Astana.
Un poco más de fuerza y cortaría la carne.
─Oh, Si... ─Contestó Astana rápidamente. ─Es decir, la Señorita Lombardi estaba definitivamente allí, quiero decir.
─Florentia estaba en el bosque apoyando a Su Majestad. ─Pherez seguía hablando sin retirar la daga. ─Así que eres un pecador que intentó cometer traición, Astana.
─¡Traición! ¿Por qué iba a hacer eso? Incluso si me quedo quieto, ¡le sucederé y me convertiré en Emperador! ¿Por qué iba a cometer una traición?
─Bueno, eso es lo que tengo que averiguar en el futuro. ─Pherez giró la daga que tenía en la mano y la clavó en los ojos de Astana. ─Astana Nerempe Durelli. Intentaste asesinar a Su Majestad con esta daga en el Bosque de los Locos. Y.
Ante el gesto de Pherez, el caballero le tendió una cantimplora de cuero negro.
─La investigación descubrió que la cantimplora contenía droga.
─¿Droga?
─Es una droga que absorbe a la magia a un ritmo rápido, provocando alucinaciones, y demás.
─¡Bueno, eso es...! ─Astana se levantó de su asiento y gritó. ─¡Sí, alguien debe haber usado droga! De lo contrario, no te confundiría con ti...
─¿Estás diciendo que no tomaste la droga por tu cuenta? ─preguntó Sir Sloan a Astana.
La magia aumenta el poder humano a pasos agigantados. Por eso Astana tenía una fuerza y una resistencia que superaban sus límites durante varios días.
─¿Acaso estoy loco para absorber deliberadamente la magia?
─Entonces esta es una historia muy importante. ─Sir Sloan preguntó a Astana con rostro serio. ─¿Alguien tuvo acceso a esta cantimplora?
─¿¡Cómo voy a saberlo!? Para empezar, ¡esa cantimplora ni siquiera es mía!
─¿No es tuya? Pero, ¿por qué llevabas esta cantimplora?
─Eso es... Bellezac...
El discurso de Astana se hizo cada vez más pequeño. En ese momento, los ojos de Astana se volvieron hacia Pherez.
─Esa cantimplora... Cuando me encontré con un grupo del Segundo Príncipe en el bosque, Bellezac les quitó una cantimplora mientras bebían y hablaban de magia.
Astana se quedó sin palabras.
─Tú, tú...
Se le puso la piel de gallina. Cuando recobró el sentido, me dio cuenta de que estaba en la boca de una bestia.
En ese momento, Pherez, que estaba de espaldas, dijo.
─Dime, Astana. ─era la misma voz seca de antes, pero para Astana no era diferente al sonido de una risa. ─Su Majestad me ha ordenado que investigue a todos los implicados, incluido usted.
Los ojos rojos de Pherez se llenaron de risa.
***
Rulac suspiró mientras observaba la vista por la ventana del vagón que entraba en la mansión Lombardi. De repente, sentía que estaba más cansado.
─Ya soy mayor.
Rulac sonrió en vano.
Ha pasado mucho tiempo desde que se hizo dueño de la Casa. Sin embargo, hasta ahora lo ha soportado de alguna manera.
Porque la doctora Estella, el médico de Lombardi, era muy buena, y había vivido cuidando su salud desde que se derrumbó hace unos años.
Pero ahora tengo la sensación de que incluso eso ha llegado a su límite.
Whoaa...
Rulac suspiró una vez más y se secó la cara.
─Hemos llegado a la mansión, mi señor.
Oí a un jinete que venía de fuera.
─Buen trabajo.
Rulac habló con el menor signo de cansancio posible.
Entonces se abrió la puerta del carruaje. Los ojos de Rulac se abrieron en redondo, porque pensaba que era el jinete.
─¡Abuelo, has vuelto!
─Tia...
Su nieta, que ya era adulta, pero aún tenía el aspecto de su infancia, sonreía ampliamente.
─Debes haber estado cansado de ir lejos, ¿eh? Vamos a tener una deliciosa cena juntos, abuelo.
─¿Me estuviste esperando durante todo este tiempo? Está frío...
Rulac miró la nariz de su nieta roja y preguntó con ansiedad.
─¡No ha pasado mucho tiempo desde que salí! Mi padre también está esperando en el comedor. ¡Ven conmigo, abuelo! ─dijo Tia cariñosamente, cruzando los brazos de Rulac.
─Gallahan... Sí, sí.
Rulac le dio una palmadita a Tia en la mano. Seguía siendo una mano pequeña y tierna, pero no podía ser más fiable.
Los simpáticos abuelo y nieta subieron las escaleras de uno en uno y hablaron del caos.
─Decidimos discutir adecuadamente sobre la familia Brown en la conferencia aristocrática.
─¿De verdad? Lord Brown y Sir Ramona deben estar muy contentos.
Ante las palabras de Tia, Rulac miró a su nieta.
─¿Y tú, Tia? ¿No fuiste tú quien los trajo de vuelta al mundo?
─Eso es...
Tia entornó los ojos y sonrió. Era una sonrisa que se parecía a la de su padre, Gallahan.
─Por supuesto que es bueno. Era la tarea que me dió el abuelo.
Una niña inteligente y atrevida. Rulac acarició la cabeza de Tia.
─¿Cuándo creciste así?
La nieta creció de repente y fue un fuerte apoyo.
Lombardi estaba muy lejos de la familia Durelli, que ya había empezado a sangrar. Lombardi tiene una gran generación siguiente que crece así.
Como Tia es todavía joven, enséñale poco a poco y después de unos años....
Fue cuando Rulac lo pensó. El cuerpo de Rulac se desplomó.
Era la misma situación que cuando Tia, que todavía era joven, abrazó a Rulac y rodó por las escaleras. Ahora Rulac sabe lo que dice este estado.
Te haré tanto daño como la última vez.
Instintivamente se inclinó hacia el otro lado de Tia, Rulac se sentó lentamente en las escaleras.
─¡Abuelo!
Oía la voz sorprendida de Tia. Podía sentir a su nieta sujetando su hombro como si intentara proteger a Rulac de alguna manera.
En una ceremonia de agonía, Rulac le dio una palmadita a su nieta en el dorso de la mano como hace un rato.
No te sorprendas tanto. Estoy bien.
Pero sin poder decirlo, Rulac acabó perdiendo el conocimiento en los escalones del porche.
***
─¿Qué ha pasado, Estella?.
Mi voz era tan fría que resultaba desconocida.
El abuelo fue llevado con seguridad al dormitorio y Estella corrió enseguida.
─Pronto recuperará el conocimiento. Se pondrá bien.
─¿Qué tan mal se ha puesto tu abuelo? Si te hubiera dicho antes...
Habría tenido más cuidado. No te habría mandado solo en un largo camino al palacio.
Varios pensamientos se enredaron en mi cabeza.
─No regañes demasiado a la Dr. Estella. Le dije que no se lo dijera a nadie.
El abuelo se levantaba lentamente.
─Abuelo.
Mi abuelo me sonrió mientras me acercaba.
─Todo se debe a la edad. Por muy buena que sea la medicina, el tiempo no puede engañarte.
El abuelo tenía razón. En su vida anterior, el abuelo a estas alturas de la vida era cada vez más incapaz de moverse y necesitaba la ayuda de alguien para ponerse en pie. Ni siquiera podía imaginarse ir al palacio imperial con tanta libertad como ahora, o levantarse de la cama por sí mismo.
Me disculpé con Estella.
─Lo siento, Estella. Tuve un desliz.
─No pasa nada. Florentia también se sorprendió.
Estella me dedicó una cálida sonrisa mientras le entregaba la medicina a mi abuelo.
─Creo que es porque hoy estoy muy cansado. ¿Debería tomar la medicina más a menudo?
─Será mejor que descanse unos días y vea cómo va, mi señor.
─Bueno, ya veo. ─el abuelo sacudió la cabeza como si supiera. ─Esto es una verdadera vergüenza.
─No hay que preocuparse. Tienes que descansar, abuelo.
Mi abuelo se echó a reír ante mis palabras.
─Pero debería ir alguien a la conferencia de la aristocracia y apoyar a la familia Brown para reintegrarla.
─No te preocupes. Pherez se encargará de eso...
─Sí, Tia, puedes ir.
─¿Si...?
Dudé de mis oídos por un momento.
Suando estaba a punto de rascarme la oreja con el dedo meñique, preguntándome si lo había oído mal, el abuelo sonrió y me dijo
─Tía, ve al consejo de la nobleza por mí.
─Pero, abuelo. Es...
─Sí, es lo único que puede hacer un vicegobernador.
Me olvidé de respirar y miré a mi abuelo. El abuelo sonrió amablemente y me habló como para confirmarlo.
─Te unes a la conferencia como gobernador en funciones de Lombardi, Tia.
El fandom al abuelo: