¿En clases no? - YA EN FÍSICO

By JamWalker

27.9M 1.8M 1.9M

Tras su ruptura amorosa, Rachel Lombardo se verá involucrada en rumores que la llevarán a conocer a Mark Harv... More

IMPORTANTE
Disponible en físico y digital
Derechos de autor ©
TRAILER
BOOKTRAILER - NUEVA VERSIÓN
1. Su rostro
2. El número
3. La llamada
Extra: Inicio | Mark Harvet - 01
4. Un rumor
5. El rumor real
6. ¿En clases no?
7. Un bonito para siempre, o la peor desilusión amorosa
8. ¿Un hijo?
9. El malo
10. Ambos...
11. ilegal
12. La razón 🔞
Detalles y meme
13. Encuentros 🔞
Nota: Libro de Steven y Amy || Dozvert
14. Celos
15. No hay rosas sin espinas
16. Cuñada
17. Discutirlo en la cama
18. Sin locura no hay felicidad
19. Una noticia
20. Compañías...
21. El Adiós
22. ¿Mi dulce chico?
23. Entender...
24. Te quiero a ti, idiota.
25. Roma no se construyó en un día
26. Decide.
27. El muro que nos separa.🔞
28. Candente hoguera🔞
29. Mentales y momentos🔞
30. Un fiel adicto
31. Comparaciones
32. Por cada segundo...
33. Razones
34. La familia
35. Gemelos en acción🔞
36. Culpable
37. Estás aquí
38. Primer día de clases
39. Tan justo a mi vida
Extra I
Extra II - Celos
Extra III. Especial de navidad

Epilogo. Invitados inesperados

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By JamWalker

Un año y medio después

Mark Harvet:

Here's to all the bad decisions that you didn't judge
All the 'love you's and the 'hate you's and the secrets that you told me.
Here's to everyone but mostly us
There's a couple billion people in the world

Hay miles de millones de personas en el mundo —muy cerca del oído de mi preciosa esposa, canto una versión en español de la canción que suena durante nuestro baile nupcial—, Y un millón de otros lugares en los que podríamos estar, pero tú estás aquí conmigo.

Al ritmo suave de la música nos movemos por la pista, con sus brazos ligeramente flexionados, ella mantiene las manos sobre mis hombros, y yo en su cintura y espalda. Durante el baile medito cada detalle de la ceremonia, el lugar, pero sobretodo admiro lo hermosa que es mi mujer. Luce radiante en su vestido blanco impoluto que se ajusta perfectamente a las suaves curvas de su cuerpo.
Ansío contemplarla por milésima vez en la noche, por lo que aún siguiendo el ritmo de la música, en un movimiento ligero me desplazo hacia un lado, extendiendo el brazo derecho dejo mi palma sobre su vientre, Rachel repite mi acción.

Posa su diestra en mi pecho y con la mano izquierda la sostengo, conservando su tacto justo en aquella zona en la que el corazón me palpita aceleradamente. En esa misma posición nos desplazamos en círculo por la pista. «I'm just so glad you exist» la canción sigue su curso.

—Los amo tanto —artículo observando mi mano sobre su abdomen. Aún me parece increíble que dentro de aquella diminuta panza ella lleve a mis hijos.

Sonrío al recordar cómo las dos personitas que crecen dentro del vientre de mi mujer desde hace tres meses, son los invitados más inesperados y especiales de nuestra boda. Soy feliz memorando el día en el que nos enteramos del embarazo de Rachel o cómo ella lo describía «el día en el que se descubrió a la peor persona para dar noticias y sorpresas»

ANALEPSIS

«—Rachel, será mejor que no asistas a clases —no era una sugerencia. Ella lo dedujo y su mirada ceñuda me lo confirmaba. Pero no iba a permitirlo, podía ver en su rostro que estaba a punto de colapsar y me preocupaba—, de hecho, iremos al doctor ahora mismo.

Volvió a mirarme con expresión intransigente.

—Amor, atrasar mi examen final seria un desastre —explicó nuevamente—, tendría que esperar mes y medio a que la universidad me permita dar un nuevo examen. ¡Y en un mes nos casamos! Tenemos ya la reservación del lugar, los boletos del viaje de luna de miel. Varias personas de tu familia con su boleto comprado para venir aquí y...

—Cariño —empezó a hablar tan rápido que tuve que detenerla. La conocía, sabía que se sentía frustrada y en cualquier momento lloraría. Tomándola de la cintura la acerqué a mí, ella descansó su mejilla en mi pecho—, si tenemos que pagar una nueva reservación, boletos e iniciar todo desde cero no me importa, lo haremos. Pero no quiero esto para ti.

—Estoy bien —se abrazó a mí, acaricié su cabello intentando ser racional—. Te lo prometo. Solo estoy un poco nerviosa y cansada por mi examen final de titulación. Apenas lo de y sepa que aprobé, pasará.

—Está bien. Te llevaré a la universidad, esperaré a que termines el examen e iremos al doctor —ella protestó mencionando algo sobre nuestros trabajos—. No está en discusión, Rachel.

Yo mismo empezaba a sentirme frustrado. Odiaba contradecir sus decisiones.
Lo intentaba, intentaba complacerla en todo, pero si se trataba de su salud, podría ser muy cabezotas. Rachel retrocede terminando nuestro abrazo, pienso que va a discutir, sin embargo, no lo hace, me sonríe con ternura.

—Mi gruñón, señor Harvet —dice. Llevé mi mano a su mejilla. Adorando con las yemas de mis dedos su piel.

—Mi testaruda y preciosa futura esposa —dije intentando al igual que ella dejar la discusión a un lado. No quise comentar más sobre su aspecto, pero verla tan pálida me preocupaba—, venga. Se hará tarde, vamos a desayunar.

Estando aún en la pequeña sala del segundo piso la invité a bajar a la cocina, donde se encontraba el desayuno que había preparado para ambos, arrugó la nariz en señal de desagrado. Vi como su palidez aumentó y de repente dio media vuelta regresando a nuestra habitación.

—Joder —hablé siguiéndola hasta el baño donde empezó a vomitar en el váter, me llevé las manos al cabello y tiré de el, totalmente frustrado. No, no estaba bien. Rachel extendió su mano hacia mí, en una clara señal de que no me acercara—. Te traeré un vaso con agua.

Informé saliendo de la habitación. ¡Carajo!
Amaba tanto a esa mujer, pero era tan jodidamente terca. Desde hace días debí insistir por ir al doctor y oponerme a su idea de «es solo cansancio, ya pasará»

Bajando hasta la cocina llené un vaso con agua, me tomé mi tiempo, brindándole su espacio.
Pasaron aproximadamente diez minutos cuando subí las escaleras dirigiéndome a la habitación.
Rachel se encontraba de pie en el baño, había recogido su cabello en una coleta, sonrió cuando me acerqué a ella y le entregué el vaso con agua.

—¡Ah! Me siento mucho mejor —comentó con alivio mientras bebía el agua, fruncí el ceño mirándola, aunque sus palabras me sonaron descabelladas, no parecieron tan alejadas de la realidad, por increíble que resultara  lucía mejor, incluso la palidez en su rostro desapareció parcialmente—. Creo que lo necesitaba. Seguramente la comida de ayer me hizo mal.

Ladeé la cabeza, si, era probable que los seis tacos que había ingerido la noche anterior fueran la causa de su malestar estomacal, aunque tampoco justificaban el cansancio que llevaba encima.

—E igual iremos al doctor —le recordé y asintió entregándome el vaso vacío.

—Después del examen —cedió, nuevamente parecía tener energía, sobretodo para hablar a toda prisa—, y maldición, se hará tarde. Justo es el señor Collins el profesor asignado para tomarnos el examen. ¡Llega media hora antes siempre! No diez, quince minutos, media hora.

Se movió a toda marcha. Mis labios se curvaron en una sonrisa observando a mi actualmente obsesiva con el tiempo prometida. Me quedé ahí, apoyado en el arco de la puerta, viéndola quitarse mi camisa por encima de la cabeza, conservando únicamente su braga.
No tardó en dar media vuelta y avanzar hasta la ducha, la inspección que hacía a sus movimientos era inocente hasta que mis ojos bajaron a su culo. Joder. Cuánto amaba ese precioso culo, lo conocía perfectamente para afirmar que lucía un poco más redondo y grande. Al voltear Rachel, me fijé que no solo era esa parte de su cuerpo que notaba diferente, me parecieron que sus caderas estaban ligeramente más anchas.

—¿Le apetece entrar, señor Harvet? —Preguntó risueña. Noté como se me iba poniendo dura e inhalé forzosamente.

Mierda si. Me encantaría entrar y no solo a la ducha.
«Llegará tarde. Se sentirá mal por ello, no seas egoísta Harvet» Regañándome me obligué a desistir de la idea.

—No hay nada que necesite más ahora que una segunda ducha y contigo —imaginar cada jodida manera en la que aprovecharía el tiempo, haciéndole el amor, duele. Estoy tan excitado que la presión en mi pantalón se vuelve más intensa y no da señal alguna de querer desaparecer pronto—. Pero no quiero que llegues tarde. Será mejor que espere abajo.

Estiró sus labios, lanzándome un beso. Sonreí incrédulo al pensar cómo ese rostro dulce y tierno era capaz de provocarme tanto dolor. Aunque no era del todo extraño, de hecho estaba acostumbrado a aquella combinación dulce y sensual de Rachel que me excitaba aún más.
Bajé de inmediato al salón sabiendo que si me quedaba un segundo más mandaría todo a la mierda y me follaría a mi mujer tanto como deseaba.

Esperé y esperé. Por aproximadamente diez minutos a que Rachel apareciera. Se veía preciosa y desesperada por marcharse.

Como de costumbre, tomé su mano al salir de casa dirigiéndonos a la cochera. El camino a la universidad había sido todo un desafío, el tráfico era impropio a la necesidad de Rachel por llegar temprano, mientras ella enviaba mensajes a Steven informándole que no asistiría al trabajo, yo buscaba atajos para evitar los semáforos en rojo. La vi suspirar aliviada cuando a las siete estábamos en el estacionamiento de la facultad y a la siete con dos minutos afuera de su curso.

—Señorita Lombardo —Collins nos recibió en la puerta— ¿Algo tarde?

—Dos minutos —gruñí. Collins me miró.

—Harvet —con tono neutral me saludó. Pese a que nos conocimos el primer día de clases de Rachel en esta universidad, nos habíamos encontrado en varios eventos educativos. Era estricto, puntual e iba a matarlo si le negaba la entrada por dos minutos de retraso—, lamento que sea así, pero reglas son reglas y no podrá entrar.

Rachel suspiró frustrada.

—Señor Collins, hemos tenido un problema personal, espero comprenda y reconozca el esfuerzo que hace la señorita Lombardo por estar aquí.

— ¿Qué problema? —Indagó el profesor.

—Estoy embarazada —Rachel soltó de repente. Me pareció la excusa perfecta por las consideraciones que según los reglamentos debía tenerse hacía una alumna en estado de gestación, aunque también la mentira más grande—. Mierda.

La observé, su rostro volvía a palidecer. Me miró alarmada y de repente me sentí mareado al pensar que no... No era una excusa por su parte. De hecho, ella no mentiría, mucho menos con algo así.

—Pase, señorita Lombardo —accedió Collins antes de centrar su atención hacia mí—, y felicidades Harvet.

Tragué grueso. No podía respirar.

—Mark —habló Rachel, estaba igual o más consternada que yo.

—Ve tranquila a dar tu examen, amor —estaba muriéndome por dentro, la duda me impacientaba, pero agradecí que mi tono de voz guardó la calma—, estaré aquí.

—Tome una hoja y resuelva su examen en silencio —apenas Rachel entró al curso Collins la siguió indicándole que hacer.

Me quedé en el pasillo. Sin aliento y con la cabeza apunto de estallarme. Nos cuidábamos, ¿cómo era posible? Inhalé y exhalé cada segundo, caminaba de un lado hacia el otro intentando mantener la incertidumbre que me invadía. Joder... ¿Estaba embarazada? ¿¡Íbamos a ser padres!?

—Harvet —escuché el llamado de Collins—, ¿podrías mantenerlos vigilados un momento? Debo ir en busca de unas hojas para que firmen —asentí e hizo un gesto con la mano para que entrara—. El señor Harvet, cuidará que no se intercambien información. Ya vuelvo.

El profesor se fue. Me quedé a espaldas de la pizarra, Rachel alzó su mirada hacia mí y le brindé una sonrisa. Volvió a concentrarse en su examen. Estaba orgulloso de verla apuntando en su hoja sin titubear, las horas qué pasó estudiando sin duda, valieron la pena.

—¿Novio de Rach, podemos todos comparar los resultados un segundo? —Kate a quien reconocí por ser amiga de Rachel se dirigió a mí.

Todos soltaron risitas, incluso mi futura esposa, aunque me causaba un poco de gracia la situación, me mantuve serio.

—No —respondí. Kate miró a Rachel y ella se encogió de hombros—. Guarden silencio, por favor.

Obedeciendo, todos se concentraron en su examen, cuando llegó Collins y salí del curso agradecía que el momento me ayudara a despejar mis miedos. Y los nervios se transformaron en ilusión. ¿Si ella hablaba en serio? ¡Carajo! La incertidumbre me mataría. Tuve que esperar veinte minutos más hasta que finalmente Rachel salió.

—Mark —con la voz temblándole habló acercándose, la abracé, rodeándole la cintura.

—¿Eso ha sido por la euforia del momento o de verdad estás...? —Dejé la pregunta en el aire, Rachel encogió sus hombros.

—Debo hacerme una prueba pero...

En un tono muy bajo explica que, por el estrés no notó que su periodo no había llegado desde hace dos meses y apenas hace un momento reflexionó sobre ello.

—¡Un hijo! ¡Seremos padres! —dije sin tener la menor duda, todo coincidía, cada detalle. Busqué sus labios, me besó, era un beso diferente, lleno de necesidad, alegría... Miles de sentimientos que en su boca se describía, en cada suave y lento movimiento. Soy tan feliz con la noticia.

—Parece que tenemos un invitado inesperado a nuestra boda, señor Harvet —comentó con emoción»

FIN DE ANALEPSIS

No... No era un invitado inesperado. Eran Dos.

—Y nosotros te amamos a ti —responde mi esposa, vuelvo hacia ella, me abraza por los hombros, continuando con nuestra cercanía al bailar—... Tú sonrisa. ¿En qué piensas?

—En lo feliz que me haces. ¡Te amo, señora Harvet! —hablo en tono fuerte, deseando gritarle al mundo lo enamorado y contento que me siento junto a mi esposa y con la espera de nuestros gemelos o gemelas.

Él sonido de sus corazones latiendo a casi ciento sesenta por minuto regresa a mi cabeza.

ANALEPSIS

—Es normal que el latido del corazón fetal sea rápido —explicó la doctora.

Lo escuchábamos, tan claro y fuerte. Mi propio corazón latía como si intentara seguir su ritmo. No conocía su rostro, ni siquiera lo había tocado, pero amaba al pequeñito ser que crecía dentro del vientre de la mujer de mi vida.

En la pantalla del ultra sonido se podía visualizar un diminuto, muy diminuto ser, Rachel observaba con lágrimas en sus ojos mientras sostenía mi mano. Nueve semanas de embarazo, me parecía una eternidad tener que esperar para tenerlo con nosotros.

—Se mueve mucho —comentó Rachel, estaba igual de impresionado que ella observando el pequeño manchón gris en la pantalla desplazándose de un lado hacia el otro.

—Y aquí tenemos un segundo latido —Exclamó la doctora. Rachel y yo escuchábamos atentos. El segundo latido era un poco más lento, pero igual de claro. Mi corazón se detuvo o eso me pareció—, son gemelos.

—¿Dos?  Seremos padres de gemelos —sonriente y sollozando ella comentó, mirándome.

Sentí que me derretía ante la forma en la que lo hacía. Podía leer en su rostro una clara expresión de orgullo «Lo has hecho bien, Harve
Apreté su mano completamente nervioso.

—Vamos a ver si hay otro —mencionó la doctora buscando otro latido y me sentí desmayar. Mis ojos ardieron ante la idea. El rostro de Rachel expresó angustia. Si, sabía que le hacía ilusión un embarazo gemelar, sin embargo, ambos éramos conscientes de los riesgos que existían. Ya estaba aterrado, ni siquiera deseaba imaginar otro corazón latiendo—. No, solo dos sanos y fuertes corazones.

Suspiramos aliviados y la mujer del ultrasonido se rió antes de anunciar que nos dejaría solos.

—Dos mini Mark —exclama apenas nos quedamos solos, sigue tumbada y me acerco a abrazarla—. Lo has hecho bien, Harvet.

Sonreí al ver que había acertado.

—Lo haremos bien. Todo irá bien, mi amor —le aseguro, ella asiente abrazándome con más fuerza—. Dios... Es que te amo, joder. Siento que el corazón me va a estallar de tanto amor.

Nuestro momento de intimidad termina cuando Alexandra, la doctora, aparece. Repito en mi mente cada indicación que nos da, me aseguro de retener toda la información.

—Y muchas felicidades señores Harvet —dijo al despedirnos. Agradecimos su atención, pero sobretodo la confianza que como padres primerizos nos brindaba.

Tomados de las manos y con la felicidad a tope, salimos de la clínica, llegando al coche. Apenas entramos el sonido de mi móvil me impidió empezar con mi avalancha de preguntas. ¿Se sentía bien? ¿Estaba cansada? ¡Habían dos personitas creciendo en su pequeño y delgado cuerpo! Ni siquiera podía imaginar lo que ella estaba sintiendo.

—Díganme que es una niña —contesté y Steven habló por él manos libres del coche. Le habíamos comentado a nuestras familias que Rachel tendría su primer chequeo. Aunque mi hermano lo había interpretado como la revelación de sexo. Estaba emocionado, desde que se enteró del embarazo de Rachel no paró de hablar sobre los estilos de ropa que compraría para lo que él afirmaba «su segunda sobrina»

—Es muy temprano para saber el sexo del bebé—explicó Rachel a mi hermano, mientras me invitaba a continuar.

—Pero no tan temprano para saber que son gemelos —dije sin poder contener la emoción en mi voz.

—Vaya... felicidades por su dos por uno —comentó con asombro.

—Steven Harvet, ¿te estás refiriendo a tus sobrinos como un producto en promoción? ¿Dos por uno?

Rachel fingió un tono ofendido, sin embargo veía la diversión en su rostro.

—¿Una lotería muy cara? ¿Un triunfo doble? —Siguió mi gemelo, Rachel y yo reímos—, estoy feliz por ustedes. Los amo.

—Nosotros cuatro te amamos a ti, cuñado —respondió Rachel tocando su pequeña pancita. Imité su acción. Steven tenía razón... Ellos eran una lotería para mí, yo era tan afortunado. Y amaba el hecho de que nuestra familia pronto tendría dos integrantes más"

FIN DE ANALEPSIS.

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