Olvídame

By NodaOrtiz

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✨𝗡𝗼𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗝𝘂𝘃𝗲𝗻𝗶𝗹 𝗱𝗲𝘁𝗮𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗣𝗲𝗿𝗳𝗶𝗹 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 @WattpadNovelaJuvenilES �... More

Olvídame
🎶
☁️Prólogo☁️
☁️🐝🌿
Capítulo 1: Tu horrible vestido turquesa
Capítulo 2: Ecos en mi corazón
Capítulo 3: Siempre amanece
Capítulo 4: Pase lo que pase
Capítulo 5: El poema
Capítulo 6: Una corona de papel
Capítulo 7: Torbellino
Capítulo 8: En el lago
Capítulo 9: Diminuta
Capítulo 10: Ella
Capítulo 11: Pensamientos
Capítulo 12: Tormenta
Capítulo 13: Un concierto en la cocina
Capítulo 14: Escondida
Capítulo 15: Secretos
Capítulo 16: La idea testaruda
Capítulo 17: Una fuente, un angelito y mi confusión
Capítulo 18: ¿Dónde estás?
Capítulo 20: Día especial
Capítulo 21: Mensajes inesperados
Capítulo 22: Monstruos
Capítulo 23: La pelea
Capítulo 24: Rompiendo esquemas
Capítulo 25: Mi depredador favorito
Capítulo 26: Solo mírame
Capítulo 27: Entre confesiones y otras cosas...
Capítulo 28: El beso
Capítulo 29: Una impresora rota, un pajarito rechoncho, y un novio seductor
Capítulo 30: La inquisición
Capítulo 31: Una cita en motocicleta
Capítulo 32: El castigo inevitable
Capítulo 33: Tu voz
Capítulo 34: Clover y su trasero salvador
Capítulo 35: Vuelvo a verte
Capítulo 36: La casa del árbol
Capítulo 37: Incertidumbre
Capítulo 38: Cosas que no puedo contarte
Capítulo 39: Un jueves con Stormy
Capítulo 40: Un Romeo moderno
Capítulo 41: Tú y yo en el centro del universo
Capítulo 42: Decisiones imposibles
Capítulo 43: Estática
Capítulo 44: Deshecha
Capítulo 45: Confundida
Capítulo 46: Visitas
Capítulo 47: Esta maldita culpa
Capítulo 48: Pesadilla recurrente
Capítulo 49: Tu recuerdo
Capítulo 50: Simplemente tú
Capítulo 51: Sanando
Capítulo 52: Un atardecer especial
Capítulo 53: Un nenito acuoso y una chica torbellino
🎃Capítulo extra: Especial de Halloween

Capítulo 19: La decisión

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By NodaOrtiz







—A mí me gusta hacerme la rata dos por tres, pero ¿tú? ¡Guau! Te has saltado tantas clases, que eres digna de toda mi admiración, mujer —dice una aterciopelada voz femenina a mi derecha.

Me doy la vuelta, y me encuentro con una chica pelirroja que se deja caer a mi lado en el borde de la fuente. Sus ojos astutos miran al angelito, luego a las gotas que salpican de su arco y flecha, y finalmente a mis mejillas, ladeando su cabeza como si estuviera colocando en orden piezas de un puzzle invisible. Hecho esto, queda en silencio como si nada.

Limpio mi nariz con el puño de mi buzo, y no puedo evitar seguir observándola. Lleva unos shorts de jean negros: son cortos y muy gastados. Debajo de ellos, unas medias de red que le sientan a la perfección. Todo en ella llama la atención. Desde el piercing en su ceja izquierda, hasta su melena corta con mechones que salen en todas las direcciones como llamaradas. Es tan diminuta que parece un hada. Me cae bien y ni siquiera la conozco.

Su risa se abre paso por entre el tap-tap que hacen sus botas cada vez que balancea sus largas piernas golpeando sus tacones contra la fuente. Seca su cara ovalada del rocío de gotas con su remera de "Rage Against the Machine", y noto sus muñecas delgadas cubiertas de extraños brazaletes. Es hermosa, y parece encajar perfectamente en el mundo.

—Hola, soy Stormy —me dice, levantando su rostro hacia la luz del sol. El mío se ve reflejado en el cristal de sus lentes redondeados color plateado, y para mi sorpresa estoy sonriendo.

—Hola, soy Alba.

Mi voz es robótica, y creo que mi aliento aún huele a las profundidades del lago Elsie: esa agua quería mantenerme dentro... Quizás estoy aquí, pero no debería estarlo. Quizás me esté burlando del destino que tarde o temprano va a cobrarse la cuenta. Hay algo mal en mí, intrínsecamente mal. Debería estar en la escuela, abriendo mi casillero, buscando mis libros de texto para las materias del día. Debería poder dejar atrás todo lo sucedido, y enfrentarme a River de una vez por todas. Es solo un chico, puedo juntar coraje y hablar con él en vez de congelarme bajo su mirada del color del océano.

¿A quién engaño? Las chances de que eso suceda son nulas; son más pequeñas que la división de un átomo. No puedo explicar algo que no puedo entender: el efecto que tiene en mí. Y por lo tanto, no soy capaz de tomar la decisión de encararlo y aclarar las cosas.

—¿Recuerdas cómo te costaba elegir qué sabor de helado comer, abejita?

Papá ha vuelto, y el alivio es tan enorme que me arden los ojos del esfuerzo de contener las lágrimas que amenazan con salir. No lloraré frente a esta chica...

«Contrólate, Alba. Respira profundo. Stormy seguro piensa que eres una rara que se esconde de la vida detrás de una fuente con un querubín rechoncho que huiría si no estuviera hecho de hormigón».

—De cereza, no. De frutilla y crema, tampoco —continúa papá, con una pizza de risa en su voz.

Quisiera decirle lo sola que estoy, o lo difícil que me resultan algunas cosas que a los demás les son cotidianas. Daría lo que sea por confesarle el miedo que tengo de vivir, pero eso sería egoísta porque de alguna manera él está aquí conmigo. A pesar de todo y de mí, su voz sigue aquí. Contradiciendo toda lógica y razón. Pobre papá, él no tiene la culpa de haberse ido de este mundo.

«Claro que lo recuerdo, pa».

—¡Lo sabía! ¿Y sabes otra cosa? Aunque demorabas, siempre terminabas sabiendo que querías. Siempre tomabas la decisión correcta, ósea un cucurucho de menta granizada. Mi abejita amante de los helados, y los paseos en bicicleta.

Sus palabras retumban en mi pecho. Papá tiene razón. Soy capaz de decidir cosas buenas para mí, aunque me demore un poco en hacerlo.

«No te burles de mi fijación con el helado de menta granizada, pa. Y no te enojes, pero estoy un tanto ocupada».

No estoy segura de si debería haberle dicho esto último. Ni bien su voz se desvanece, los nervios me dominan de solo imaginar cuánto puede tardar en volver.

¿Y si no puede encontrar el camino de vuelta a mi mente? Parece volvérsele más difícil cada día que pasa, y eso es aterrador en más formas de las que puedo imaginar. No he estado en el lago, tampoco he hablado con River... no sé si eso le molestaba o no. Estoy hecha un lío.

Caigo en la cuenta de que Stormy se ha acercado donde estoy sentada, y ahora somos dos pares de ojos flotando en un silencio incómodo. Maldita sea. Parte de mí quiere estar sola, pero otra parte, y me asombra admitirlo, no quiere que ella se vaya tan rápido. Espero no haberla ahuyentado con mi falta absoluta de habilidades sociales.

—Pst, ¿Alba? Hola —Ella me saluda nuevamente con su mano diminuta, y una sonrisa contagiosa jugueteando en la comisura de sus labios pintados de violeta.

Es una maravilla que se haya quedado y siga hablándome a pesar de lo rara que soy.

—Te gusta la lectura, ¿verdad? —me pregunta con curiosidad.

—Lo siento —me atraganto un poco con mi disculpa, mortificada por la lentitud de mis respuestas —. Suelo colgarme en la mitad de las conversaciones. No lo hago de mala, ni nada. Y si, me encanta leer.

Ella se ríe en voz alta, y su risa es tan cristalina como las burbujas de agua de la fuente.

—Me lo imaginaba. Compartimos casi todas las mismas clases, y la forma en que recitaste ese poema la semana pasada fue impresionante.

La miro boquiabierta, pero ella no parece notarlo. Sigue con la vista fija en el querubín.

—Lo recitaste con tanta alma, que me pareció que tú y Sylvia Plath tenían mucho en común. Ella tuvo una vida muy difícil ¿sabes? —Sus ojos vuelan a mi cara y creo que podríamos ser amigas.

—Mi papá murió hace dos años. Le explotó el corazón manejando del trabajo a casa —le suelto así sin anestesia.

Contengo la respiración, aguardando su reacción. Soy una idiota. De todas las cosas que podría haberle dicho, ¿esto es lo que sale de mi boca?

«Bien hecho, Alba. Acabas de arruinarlo todo. Si antes pensaba que eras rara, ahora seguro huye despavorida».

—Mierda, Alba. No lo sabía... —Algo en su voz me lleva a mirarla. En su rostro viajan el dolor y la empatía—. Hay un club, ¿sabes? Es exclusivo, y no puedes ser parte hasta que te suceda. Se llama el "Club de los Padres Muertos". El mío falleció cuando tenía diez años, de cáncer en el estómago. La gente trata de entender lo que se siente, te llenan de palabras vacías... Alba, de verdad, no sabes lo que lamento que hayas tenido que unirte al club.

Nos quedamos ahí, unos segundos, midiéndonos mutuamente. Sin darme cuenta, pongo mi mano sobre la suya y le doy un apretón suave.

—Tienes razón, Stormy. Nadie sabe lo ridículamente imposible que es esforzarse en existir en un mundo en el cual ellos ya no están.

—Tal cual —murmura ella sin apartar la mirada, colocando su mano libre sobre la mía con la suya debajo.

Luego de un rato, Stormy sacude su cabeza, como despejando la tristeza de su mente y me empuja con su hombro en complicidad.

—Bueno, bueno... Pero ¿sabes que tengo aquí que nos va a sacar un poco esta tristeza que llevamos dentro? Es mágico y si seré buena que lo pienso compartir contigo —. Saca una barra de chocolate con un envoltorio del mismo color que su labial, y hace una especie de floreo con él —.¡Tadaaaaa!

Se me escapa una risa gracias a su expresión de loca divertida, y las dos nos devoramos toda la tableta en menos de dos minutos.

Por primera vez en mucho tiempo, me muero por intentar hacer una nueva amiga. Ella me agrada, no le teme a lo raro ni al dolor.

Me cuenta muchas otras cosas: que vive con su madre y su estúpido padrastro, y que su hermano se encuentra internado en una clínica.

—Son dos adictos al trabajo, no exagero. No paran de ir a cuanta reunión les invitan, y siempre tienen un "viaje de negocios inaplazable" —Stormy pone los ojos en blanco y bufa —. Eso es un código para: no quiero tener que aguantar a una hija adolescente que ama el estilo gótico. Mi madre también quiere borrar el hecho de que mi hermano está en un manicomio porque no pudo con la muerte de papá.

La forma en que empuja su mentón hacia arriba, encogiéndose de hombros me llega al alma: es el mismo gesto que hago yo cuando quiero defenderme de todos y de todo.

 —La mayoría de las veces siento ganas de mandar a todos los adultos a la mierda. Seguro saben muy bien donde queda —le digo, apoyando mi mano en su hombro. 

Stormy ladea su cabeza pensativa, y tres segundos más tarde, nuestras carcajadas asustan a unos pobres gorriones que habían venido a la fuente a tomar agua.

—La vida apesta —agrego, y nos reímos aún más fuerte.

—Sí, sí. Pero hay veces que tiene sus cosas buenas. Yo por ejemplo, tengo mucho tiempo para hacer lo que quiera, como visitar a Rafa que siempre se alegra de verme. También están los chocolates ¿no?

—Y los helados de menta granizada.

—¡Los amo!

—Stormy, sé que nos conocemos hace literalmente quince minutos, pero ¿podrías darme tu opinión sobre algo?

—¡Claro que sí! Y la verdad sea dicha: siento que nos conocemos de toda una vida —La brisa me trae el aroma dulzón de su colonia.

—Tengo que tomar una decisión —le confieso, sintiendo como me queman las mejillas de la vergüenza.

—Mm, interesante. ¿Y  sobre qué? —me pregunta, inclinando su torso hacia mí, con sus ojos amables llenos de curiosidad.

Pasan algunos segundos en los que solo se escucha la suave cadencia del agua de la fuente. Suspiro profundamente y junto coraje, quitándome un mechón de pelo de la frente para aclarar mi visión: quiero ver su reacción.

—Se trata de un chico —escupo queriendo huir.

—¡Obviamente! —Me empuja con el costado izquierdo mientras sube y baja sus cejas con rapidez.

Atragantada de la risa, le cuento los detalles de cómo conocí a River y cómo me sacó del lago Elsie. También de la tormenta, y cómo corrí a casa bajo el aguacero con una sola bota.

A Stormy le da un ataque de hipo de la risa, y tengo que esperar a que se le pase para seguir hablando. Ella decora mi historia con exclamaciones graciosas.

—¿Alba?

—¿Si?

—Sé perfectamente que tienes que hacer —me dice con una chispa de travesura en su mirada.

—¿Ah, si? A ver, Sensei de las citas perdidas.

—Muy graciosa, chiquilla. Aquí te va: creo que tienes que stalkear a este tipo River para obtener toda la información que internet te regale. Pero me refiero a acecharlo con tantas ganas, y tan a fondo,"" que de tantos clics terminarás de vuelta en tu propia cuenta de Instagram.

Nos reímos como hienas salvajes, haciendo volar a los gorriones que ya estaban muertos de sed. El aleteo de sus alas parecía decir: "Miren a la extraña chica del lago, miren cómo ha encontrado una amiga igual de rara que ella. ¡El mundo como lo conocemos ha llegado a su fin!"

—¿Y? ¿Qué piensas hacer? —La impaciencia en su voz es divertidísima, y su idea es fenomenal.

Miro su camiseta por dos segundos, levanto ambos brazos haciendo cuernitos con mis dedos, y dejo escapar un grito.

—¡Rock and roll!

Stormy se lanza dentro de la fuente, y comienza a tirarme agua también gritando lo mismo. Pasamos las próximas horas secándonos al sol, charlando de todo y de nada en absoluto.

Ella es muy genial: es como una bocanada de aire fresco después de estar atrapada en mi cuarto con mi dolor y mis cajas de cartón por tres días seguidos.

Cuando Stormy tiene que irse, me da una palmadita  en el hombro, y me hace un guiño.

—¡Nos vemos, Alba!

—¡S-seguro! —tartamudeo con timidez, como si haberla conocido fuera una aventura demasiado increíble para ser cierta. En un abrir y cerrar de ojos se ha ido tan mágicamente como apareció, pero algo cambió en mí.

Una vez sola, me levanto, y estiro mis piernas entumecidas. Saco mi celular del bolsillo de mi mochila y tipeo "River" con dedos temblorosos. Su imagen aparece enseguida en mi búsqueda, y el corazón me da un vuelco mientras que mi estómago hace un salto mortal.

Me cuesta mirar la pantalla sin chillar. Respiro hondo varias veces tratando de calmar los nervios a flor de piel.

Su portada de Facebook lo muestra de pie en la cima de un acantilado, mirando a lo lejos mientras su pelo revuelto flota en todas direcciones.

Mierda, ¡qué bueno está!

Parece un poeta bohemio: pálido y desaliñado, pero de esa forma sexi. Es tan alto y delgado... Su espalda ancha está cubierta por una campera que le queda increíble.

Incluso si su foto es apenas visible, incluso si es apenas una silueta: River es jodidamente atractivo.

Recuerdo con enojo como esa chica le cuchicheaba cosas en el oído esta mañana, tocándolo y restregándose contra él.

Entonces sucede: sin darle más vueltas al asunto le mando un mensaje.




Presiono "enviar", aunque en el último minuto cambio el "pedazo de idiota" por algo menos jugado, tomando en cuenta que esta es nuestra primera interacción.

Miro al cielo, con una sonrisa sin sentido. Se está haciendo tarde, debería volver a casa si no quiero asustar a mamá.

—¿Lo ves? Siempre sabes qué elegir, abejita.

«Tienes toda la razón, pa. Volvamos a casa».

Me subo a mi bicicleta, y pedaleo con ganas. El sol entibia mi espalda, y la voz de mi padre hace lo mismo con mi alma. Tal vez pueda tener su voz en mi cabeza, y la amistad de River al mismo tiempo.

Sí. Puede funcionar si soy cuidadosa.

Cada latido de mi corazón parece tener cosas que decirme:

bum bum

Aquí está la forma de algo nuevo.

bum bum

Aquí está la brecha.

bum bum

Y aquí el espacio donde tu ilusión puede encajar









N/A

Aw, decirles que amo a Stormy es quedarme corta. Ella es la amiga que todas necesitamos en esta vida <3

Las cosas se ponen cada vez más interesantes muajajajaja

¡Espero les haya gustado el capi!

¡Los quiero mucho!

Chuik de Choko 💋🍫

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