Olvídame

By NodaOrtiz

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✨𝗡𝗼𝘃𝗲𝗹𝗮 𝗝𝘂𝘃𝗲𝗻𝗶𝗹 𝗱𝗲𝘁𝗮𝗰𝗮𝗱𝗮 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗣𝗲𝗿𝗳𝗶𝗹 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 @WattpadNovelaJuvenilES �... More

Olvídame
🎶
☁️Prólogo☁️
☁️🐝🌿
Capítulo 1: Tu horrible vestido turquesa
Capítulo 2: Ecos en mi corazón
Capítulo 3: Siempre amanece
Capítulo 4: Pase lo que pase
Capítulo 5: El poema
Capítulo 6: Una corona de papel
Capítulo 7: Torbellino
Capítulo 8: En el lago
Capítulo 9: Diminuta
Capítulo 10: Ella
Capítulo 11: Pensamientos
Capítulo 12: Tormenta
Capítulo 13: Un concierto en la cocina
Capítulo 14: Escondida
Capítulo 15: Secretos
Capítulo 16: La idea testaruda
Capítulo 18: ¿Dónde estás?
Capítulo 19: La decisión
Capítulo 20: Día especial
Capítulo 21: Mensajes inesperados
Capítulo 22: Monstruos
Capítulo 23: La pelea
Capítulo 24: Rompiendo esquemas
Capítulo 25: Mi depredador favorito
Capítulo 26: Solo mírame
Capítulo 27: Entre confesiones y otras cosas...
Capítulo 28: El beso
Capítulo 29: Una impresora rota, un pajarito rechoncho, y un novio seductor
Capítulo 30: La inquisición
Capítulo 31: Una cita en motocicleta
Capítulo 32: El castigo inevitable
Capítulo 33: Tu voz
Capítulo 34: Clover y su trasero salvador
Capítulo 35: Vuelvo a verte
Capítulo 36: La casa del árbol
Capítulo 37: Incertidumbre
Capítulo 38: Cosas que no puedo contarte
Capítulo 39: Un jueves con Stormy
Capítulo 40: Un Romeo moderno
Capítulo 41: Tú y yo en el centro del universo
Capítulo 42: Decisiones imposibles
Capítulo 43: Estática
Capítulo 44: Deshecha
Capítulo 45: Confundida
Capítulo 46: Visitas
Capítulo 47: Esta maldita culpa
Capítulo 48: Pesadilla recurrente
Capítulo 49: Tu recuerdo
Capítulo 50: Simplemente tú
Capítulo 51: Sanando
Capítulo 52: Un atardecer especial
Capítulo 53: Un nenito acuoso y una chica torbellino
🎃Capítulo extra: Especial de Halloween

Capítulo 17: Una fuente, un angelito y mi confusión

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By NodaOrtiz







Amanezco afiebrada. Es lunes, y no voy a ir a clase. Segundos antes que mi madre entre en mi habitación, Clover ya gruñe en anticipación.

—¿Cómo te sientes, Alba? —me pregunta, acercándose a la cama para presionar su frente contra la mía.

—Siento el cuerpo cansado, pero ya no estoy tiritando. Gracias por el té con limón y la aspirina, ma.

Nos miramos por una fracción de segundo, ella con ganas de abrazarme fuerte, y yo desesperada por pedírselo. Por la expresión en su rostro, está casi a punto de saltar a la cama conmigo, pero cambia de opinión y se dirige a la ventana.

Abre las cortinas con un chirrido que molesta a Clover, mientras yo tomo sorbitos con cuidado de no volcar mi bebida caliente sobre el lomo de mi perra que ha decidido ser mi enfermera. Creo que su mente canina le dice que "cuidar de su dueña engripada" es igual a tirarse encima de ella, y lamerle las mejillas cada dos minutos.

—Déjalas abiertas hasta que vuelva del trabajo ¿si? Un poco de luz del sol te va a venir bien. Si necesitas algo, sabes que puedes llamarme a mi celular. Yo estoy de guardia hasta temprano por la tarde, y luego de levantar a tus hermanos de la escuela vuelvo y cocino algo calentito.

—Okay, ma. Voy a estar bien. Que tengas un buen día en el hospital.

Siento que la estoy sofocando... Ya tiene suficiente con cuidar de mis dos hermanos menores, sus guardias de Pediatría, y ahora yo. Me duele tanto fallarle en todo. ¿Por qué no puedo ser más normal?

¿Qué es eso siquiera? ¿Dónde se compra?

Soy una pésima hija y hermana. No recuerdo la última vez que jugué a la pelota con Tommy por más de diez minutos, o que me senté a tomar el té con las muñecas de Brisa. Este vacío que llevo dentro ha devorado todas mis energías, y ya no sé cómo dominarlo.

—¿Segura? —me pregunta con un dejo de preocupación en la voz.

—Segurísima.

Ella no parece convencida, pero asiente con lentitud, besa mi cabeza y sale de mi habitación no sin antes cerrar la puerta, lo cual agradezco.

Las horas de la mañana pasan como las nubes afuera, desfilando apiladas y con rapidez. Se asoman por mi ventana, curiosas.

—¿Y a esta chica qué le pasa? —susurran las muy metiches.

Finjo no escucharlas. Les doy la espalda, y me cubro la cabeza con mi acolchado. ¿Quiénes se creen para juzgarme? Ellas la tienen fácil, allí en el cielo. Solo tienen que verse esponjosas y listo.

¿Yo? Bueno, la tengo mucho más complicada. Tengo que verme como una adolescente promedio, bien adaptada, y rodeada de amigas y chicos con quien coquetear. Así lo dictamina la sociedad.

Bueno, ¿saben qué? La sociedad se puede ir bien al cuerno, con sus estándares, clichés y expectativas. Bastante tengo con respirar, como para preocuparme del resto de lo que se espera de mí.

Y ustedes nubes endemoniadas, también pueden irse a la mierda. No saben lo que se siente estar sola contra una tormenta tan poderosa que amenaza con derrumbarme a diario.

La Alba de antes solía tener amigas. Tres mejores amigas.

Estaba Carla, con su cabello color café trenzado, y pecas en toda su pálida piel. Le gustaba la banda de rock "The Smiths", y usaba demasiado maquillaje cuando algo la preocupaba. Ella me hacía reír a carcajadas con las conversaciones más banales que se puedan imaginar.

Estaba Samanta, también conocida como Sam, con pechos grandes como dos melones y un eterno e inquebrantable optimismo. Ella siempre quería que mostrara más escote. Me encantaba reunirme con ella. El tiempo volaba cuando estábamos juntas. Sam hacía de mi vida un lugar feliz.

Por último, estaba Susan, con su cámara de fotos rosa, y la campera con capucha verde agua que tanto me gustaba. Ella me la regaló un día después que murió papá.

Esa fue la última vez que las vi: en el velatorio, y fue mi culpa.

Me volví cada día más extraña, y las cosas entre nosotras se tornaron raras. Mis amigas lo intentaron todo para acercarse a mí. Sucede que yo ya no era la misma persona que conocían y querían. No las culpo. Al contrario. Las entiendo.

¿Por qué seguir hablando o intentando conversar con alguien que era la sombra de lo que solía ser?

Una versión en blanco y negro de la amiga que solían tener...

Los días se convirtieron en semanas, y yo terminé mudándome sin compartirles mi nueva dirección. Mi madre decidió que alejarme lo más posible de las cosas que me recordaban a la vida antes de la muerte de papá iba a ayudarme a sanar. Lo que no tuvo en cuenta, es que mis pensamientos más oscuros me acompañaron en el viaje. Empaquetados cuidadosamente, me siguieron dentro del camión de mudanzas U-Haul, negándose a dejarme en paz.

Lo dejamos todo atrás para comenzar de cero, pero yo aún tengo mis cosas en estas cajas de cartón que me miran desde todos los rincones de esta habitación vacía e impersonal.

¿Por qué no puedo desempacar y seguir adelante? Simple. Es la imposibilidad de decir lo obvio. De decirlo en voz alta. No puedo empezar a vivir una vida que no quiero: una vida sin papá.

Hacerlo significa aceptar como las cosas cambiaron y se transformaron en esta inquietante pesadilla, donde todo lo que hago es esperar a que él me hable dentro de mi cabeza.

Conteniendo las lágrimas, me concentro en el movimiento de las ramas de los árboles del jardín. Debe hacer mucho frío afuera. Se ven temblorosos y solitarios sin sus pájaros. Comprendo su soledad.

Me levanto y desobedezco el pedido de mamá: cierro las cortinas dejando fuera al mundo por completo.

El martes amanece soleado y con aroma a desayuno. Me levanto decidida a dejar atrás esta Alba depresiva de una vez por todas y para siempre.

¡JA! No me creyeron nada, ¿verdad? Bueno, está bien: intentaré controlar lo mejor que pueda a esta Alba depresiva. ¿Mejor así?

Me levanto y me pongo el vestido turquesa y las botas marrones. Decido abrigarme con uno de los suéteres favoritos de papá, el gris claro de lana suave. Después de dos intentos fallidos de dejar mi pelo bien peinado, opto por atarlo en un moño desparejo.

Mientras bajo las escaleras, escucho a mis hermanos conversando y riendo en la cocina.

—Buen día, enanos endemoniados —Los saludo con una mueca que les da aún más risa.

—¡Albita! ¡Estás mejor! —chilla Brisa saltando a mis brazos.

Abrazo a mi hermanita que huele a cacao y a sueños infantiles por hacerse realidad.

—¡Hurra! —vitorea Tommy, con Clover saltando a su lado.

Mi mamá aplaude y celebra con ellos. Todos están tan felices de verme, y yo con mi gran valija de vergüenza al hombro. Estoy tan avergonzada de cómo he actuado estos días que podría ponerme a gritar aquí mismo, en la mitad de la cocina. Pero no lo hago. Les sonrío a cambio.

Unas tostadas con manteca y unos sorbos de té con limón más tarde, me despido de mamá con un abrazo.

—Entonces, ¿estás bien, mi amor? Ya había agendado una consulta con un colega en el hospital —me dice, sus ojos como rayos X en mi alma.

No puedo evitar el temor que me invade de solo pensar en que alguien pudiera saber lo que llevo dentro de mi cabeza. Mis conversaciones con papá, mi secreto más preciado. No hay chance de que vea a ningún doctor. Ni. Una. Sola.

—¡Por supuesto! —contesto con demasiada rapidez. 

«Cuidado, Alba. Ella puede oler tu mentira a metros de distancia».

Mi madre me mide con una mirada tenaz: como un perro de caza olfateando a su presa. Me mantengo quieta, cuadrando mis hombros y pinto una expresión de certeza en mi rostro.

—¿Segura? —pregunta, arqueando una ceja.

—Todo está bien, ma. En serio.

Salgo con paso ligero hacia el garaje a buscar mi bicicleta. Mamá logró traerla de vuelta después de todo.  Sé que me está observando, y quiero que hasta mi forma de caminar le parezca alegre.

"Todo está bien", le dije.

«¿Lo está realmente? ¿Podrías asegurar que estás mejor, Alba?»

«¿Puedes?»

«Basta ya, Alba».

Sacudo la cabeza en un intento de deshacerme de la oscuridad que llevo dentro, mientras pedaleo calle abajo rumbo al instituto.

Mis piernas van a toda velocidad, y siento la brisa en mi rostro.

«¿Ves, Alba? ¿Ves como todo está bien?»

«Sí. Definitivamente lo está».

El sol brilla, entibiando mi espalda. Las nubes hostiles han desaparecido sin dejar huella.

Es así como funciona el clima después de todo ¿no? Cambia en un instante, nada de qué alarmarse. Porque todo está bien. La vida es aburrida y normal como debería ser.

Aquí estoy: una chica cualquiera, de camino a clases, y sin ningún mensaje en su celular o solicitudes de amistad. Pero no pasa nada. Sigo mi camino bajo los árboles, y paso por la entrada del bosque que da al lago Elsie.

«Tranquila, Alba. Nada de qué alarmarse. Todo está bien. Sí. Lo está».

Cruzo la rotonda, y pedaleo un poco más. Al bajar, empujo mi bicicleta por las rejas de la entrada principal.

Y entonces sucede: la gente a mi alrededor son formas difusas con ojos. No parecen darse cuenta de que estoy aquí, en medio de todos y de nadie. Soy una partícula en el viento que cambia de dirección, soy inconsistente, diminuta y errante. 

La campana está a punto de sonar indicando el comienzo de las clases. No puedo respirar. Entonces lo veo con sus amigos. 

Están rodeándolo. Mierda, se ve más guapo que nunca. Está sentado en el respaldo de uno de los bancos de madera del patio de la escuela. Sus rulos azabaches arremolinados con la brisa: trata de acomodarlos pasándose una mano por la frente; y entonces, una de las chicas le apoya una mano de uñas rojas y largas sobre el hombro y se le acerca. Demasiado cerca. Le susurra algo al oído. River se ríe del comentario como si nada. Se me revuelve el estómago, siento como algo helado baja por mi espalda.

Soy una imbécil. ¿Cómo pude pasar tres días pensando que él se acordaría de mí? Lo sucedido en el lago seguro no significó nada para él. Nada que valga la pena.

Porque claro, yo no valgo la pena. No soy nada. Soy una pelusa de polvo en su chaqueta de cuero y algodón negra. Soy el dióxido de carbono que su boca de labios carnosos exhala al reír con esa chica que se burló tanto de mí.

Tengo que irme ya mismo, o me desintegraré en medio de este maldito patio, y sería asqueroso para los demás presenciarlo.

Salgo como entré: acarreando mi bicicleta y las ganas de llorar. Sigo sin detenerme hasta el parque Grooves donde hay una fuente con un querubín hermoso y rechoncho que tiene un arco y una flecha herrumbrada. Parece llamarme. Camino con lentitud hacia él, y me siento en un banco de hormigón que tiene enfrente. Subo mis rodillas al pecho, cubriendo mis piernas con el vestido, y me acurruco en el buzo de papá. Aún huele a él: después de tanto tiempo y lavados, aún siento un dejo de su colonia. Espero a que venga y me diga que está a mi lado, pero nada sucede.

Cierro mis ojos con fuerza, y luego de dos segundos, los abro para observar los rasgos serenos del angelito de la fuente. Lentamente, me acerco y me arrodillo bajo su sombra. Las gotitas provenientes de su flecha me mojan el rostro. ¿O son acaso mis lágrimas?







N/A

¡Holis! Buenoooo, sin revelar demasiado se viene una nueva persona importante para Alba y el comienzo de algo MUY interesante con nuestro amado River.

UWU

Chuik de Choko 💋🍫

Los adoro ♥︎

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