✁・・・Nota: Este OS ya estaba publicado en mi libro de VideoJuegos One-Shots, pero lo he pasado para acá por obvias razones. Agradecería mucho que lo apoyen de nuevo con una estrellita. (.❛ ᴗ ❛.)❤️
✁・・・Song: ❛NCT 127 - Sun&Moon❜
—Entonces... —habló Paimon flotando hacia un lado de (TN)—. ¿Cómo fue que se conocieron? Paimon nunca se imaginó que la asistente personal de Zhongli en realidad resultara ser la esposa de Rex Lapis.
La chica de apariencia joven le regaló una sonrisa a la albina y a Aether. Ambos estaban a la expectativa de escuchar la increíble historia de la muchacha.
—En realidad no es la primera vez que estamos juntos. Aunque no soy capaz de recordarlo todo.
—¿A qué te refieres? ¿Tú también tienes miles de años? —preguntó la comida de emergencia, a lo que la chica soltó una risilla.
—No, miles no, aunque les aseguro que soy mucho más mayor que la edad que ustedes creen que tengo. Pero primero vayamos por partes.
Todo empezó hace varias décadas atrás cuando recién llegó a Liyue Harbor desde la Villa Qingce para tener mejores oportunidades laborales y en la vida en general, además de que en sus sueños se había visto a ella misma en Liyue Harbor en varias ocasiones, casi como si su subconsciente le dijera que debe estar ahí; sin embargo, debido a su corta edad muchos puestos de trabajo para los que había aplicado la rechazaron ya que requerían cuando menos un par de años de experiencia, por lo que tuvo que decidirse por aceptar trabajos con una remuneración más baja, todo con la intención de obtener experiencia para su área laboral deseada. Un día por la noche, su jefe le había pedido que fuera a recoger unas cajas que contenían Cor Lapis, la entrega no era muy lejos de la ciudad, pero como medida preventiva llevaba un espadón con ella en caso de que se tuviera que enfrentar a algunos monstruos o ladrones. Su trayectoria iba sin incidentes, la noche era apacible y la luna le hacía el favor de iluminar su camino con ayuda de las linternas que llevaba, unos pocos metros adelante podía divisar la estatua de los Siete que custodiaba Liyue. Pero, como siempre, los problemas llegan sin que uno los busque, dos slimes chicos y uno grande de agua salieron de la nada, su primer pensamiento fue correr, pero con lo pesada que era la carreta sería imposible que pudiera adquirir una buena velocidad para huir, por lo que desenvainó su espadón. No estaba acostumbrada a luchar, al decir verdad solo se había enfrentado a slimes dos veces cuando era chiquilla, pero para su fortuna se encontraba con su madre y ella la protegió, pudiendo salir ilesas. Desde entonces evitaba confrontaciones con los monstruos a toda costa. Ese día era su turno de luchar, su cuerpo temblaba, su miedo no era para menos, era algo que haría por sí sola por primera vez y, además, atentaba contra su bienestar. Alzó su arma y en cuanto se dispuso a soldar el primer golpe recibió su visión. La punta de su espadón soltó una ventisca de cryo que congeló a los slimes.
—Permítame encargarme —habló una voz profunda, tomándola por sorpresa; apretó un poco más el mango de su arma, como reflejo de defensa en caso de que fuera enemigo, pero al ver como fácilmente se deshizo de los slimes con su lanza sus músculos se relajaron, por alguna razón tenía la certeza que no la lastimaría.
Una vez que el peligro pasó, la chica se dio a la tarea de analizar al hombre que le daba la espalda, tenía el cabello negro con puntas castañas, era alto y estaba muy bien vestido, parecía un traje caro, por lo que pensó que podría provenir de una familia adinerada. Una extraña sensación de familiaridad la invadió, juraría que lo había visto en algún otro lado, casi se atrevería a decir que lo podría conocer de hace mucho tiempo, pero no venía el nombre de nadie en concreto a su cabeza. El joven hombre recogió algo del suelo: era un Cor Lapis, aparentemente se había golpeado un poco la carreta durante la batalla y algunos se cayeron. El apuesto azabache se acercó a ella para entregárselo, no fue hasta que sus manos rozaron las de él que la realidad la golpeó como un tren a toda velocidad. Recordaba dónde lo había visto.
Durante un tiempo tuvo curiosos sueños en donde ella se encontraba en Liyue, varias veces acompañada de un hombre. Los sueños se veían como borrosas películas antiguas, nunca pudo ver su cara con claridad, pero por algún motivo la hacía sentir bien consigo misma, segura y amada como nunca antes lo había experimentado en su vida, era una sensación cálida y dulce, como si sus corazones fueran uno.
—Tú... —las palabras salían con lentitud, no podía encontrar la mejor manera de formular lo que quería decir, pero él entendió lo que ella quería expresar desde antes que siquiera abriera la boca, después de todo no era la primera vez que pasaba por eso.
—En tiempos diferentes nuestros corazones siguen conectados bajo el mismo cielo —esas palabras habladas con su gentil y profunda voz provocaron que la chica rompiera en llanto de manera espontánea, a lo que él respondió con un mágico abrazo que ambos anhelaban por muchos años.
Había vuelto a encontrar a alguien a quien ni siquiera sabía que estaba buscando.
Ambos sabían que no había necesidad de presentarse y empezar a conocerse, pero (TN) sí necesitaba explicaciones para saber con exactitud qué estaba pasando. Zhongli, como él le había pedido que le llamara frente a los demás, respondió con júbilo todas sus preguntas. La respuesta fue algo que ella jamás se abría imaginado. Los sueños que ella tenía no eran sueños en sí, sino eventos que habían pasado hace muchos años atrás, eran realidad estaba recordando sus vidas pasadas sin darse cuenta.
—Incluso si es una época diferente y mis manos no pueden alcanzarte aún puedo sentirte -dijo Zhongli refiriéndose a cuando la muchacha volvía a reencarnar.
En diferentes eras sus destinos se juntaban. La primera vez que se había enamorado de ella le prometió que la amaría por toda la eternidad, y no pensaba faltar a su juramento. Por más de mil años, el arconte Geo se había casado con cada una de sus reencarnaciones, amándola cada vez más. Cada vez que ella partía, siempre iba con la hermosa esperanza de volver a encontrarla pronto y que recordara quién era él junto con los preciosos momentos que pasaban el uno al lado del otro, pero debía ser paciente y esperar muchos años por ella. Al final, aunque bajo circunstancias diferentes, sabía que siempre se encontrarían exactamente en el mismo lugar bajo el mismo cielo.
—Tú y yo; los dos somos uno.
—Algo que se me quedó muy marcado en la memoria —siguió contando la muchacha a Paimon y Aether— fue lo siguiente: "¿Cuándo te volveré a ver? Quiero estar junto a ti".
—¿Y eso qué significa? -cuestionó curiosa Paimon.
—Zho-, quiero decir, Morax me dijo que era lo que siempre le decía en mi lecho de muerte.
—¡¿Ehhh?! ¿No te parece tétrico saber cuántas veces haz muerto... o lo que haces cuando estás a punto de morir?
—En un inició fue raro -sonrió de lado levantando ligeramente ambas cejas—, pero me hice a la idea de que es algo que tarde o temprano pasará, y el hecho de saber que me volveré a encontrar con él en un futuro... hace que no me de tanto miedo.
—Entonces —volvió a hablar la albina—, ¿cuándo es eso?
—¡Paimon! —exclamó Aether con molestia ante la impertinente pregunta de su compañera.
—¡Es solo que ella dijo que es mucho más mayor que lo que nosotros pensamos! ¿Cómo es que eso es posible? ¿Qué eda-
—No hay por qué pensar en eso —interrumpió una muy conocida voz varonil—. Ella tampoco sabe cuándo pasará. Y con respecto a su apariencia... es confidencial —Zhongli se sentó al lado de su esposa.
—¡Buuh, pero Paimon quiere saber!
—¡Eso no nos incumbe! —le contestó el rubio mientras que (TN) solo reía un poco por la divertida escena causada por la albina de colorida personalidad—. Será mejor que nos vayamos yendo —se levantó de su asiento y agarró a Paimon del brazo, haciendo una reverencia a los otros dos presentes para después marcharse, dejando así a la pareja de enamorados a solas.
A través del tiempo nuestros corazones están conectados bajo el mismo cielo. Tú y yo somos uno.
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Publicación original: dic. 15, 2020