Death God; JinTae

由 -winterjin

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Kim Taehyung fue uno de los chamanes más importantes del palacio, sin embargo, luego de ser acusado e impuest... 更多

00. Death God
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Epílogo.

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由 -winterjin


Desde el colapso de Seok Jin en Hanyang las cosas habían cambiado.

Ese día los ángeles de la muerte actuaron rápido y lograron regresar al Dios al Otro Mundo antes de que sus energías se agotaran por completo. Era de sorprenderse lo rápido que Seok Jin fue afectado por la cicatriz ese día en especial.

Taehyung, por otro lado, intentaba cada minuto poder descifrar lo que sintió en ese momento. El recuerdo estaba siendo tendido para que lo alcanzara con facilidad, pero aún así pasaba un tiempo difícil intentando recuperarlo.

Y era más difícil aún cuando Seok Jin no le dirigía la palabra.

No entendía qué era lo que sucedía con él. Dejó de verlo un par de días, con la excusa de que Seok Jin necesitaba concentrarse en recuperarse por completo sin ninguna interrupción externa. Luego, cuando por fin pudo verle, era como si un chico diferente hubiera suplantado su lugar.

—¿Algo extraño ha pasado últimamente? ¿Alguna reunión de la que no me haya enterado? —preguntó Taehyung a Dowoon.

Esos días, los ángeles de la muerte estaban repletos de trabajo y Taehyung pasaba sus días en completo aburrimiento. Jungkook, sorpresivamente, era quien se pasaba por su habitación y le hacía compañía de vez en cuando.

Sin embargo, Dowoon era un chico amigable y siempre parecía estar dispuesto a charlar con él. El juez le explicaba con detenimiento las dinámicas de ese mundo y le hacía comprender de mejor manera el lugar en el que Taehyung estaba condenado a estar por esas semanas. 

Dowoon sacudió la cabeza —. No hemos tenido nada por el estilo. ¿Por qué? ¿Tienes algún tema que quieras discutir con los demás? Puedo agendar un día, si eso es lo que quieres.

—No es eso... ¿No lo has notado extraño?

—¿A quién?

—A Yeomra.

—No... Ha actuado de forma normal junto a todos nosotros. ¿Está todo bien entre ambos?

Taehyung hizo ademán de restarle importancia y sintió un nudo hacerse en su garganta. No comprendía el por qué del comportamiento evasivo de Seok Jin esos últimos días, pero estaba volviéndole loco.

Tener que verlo entrar y salir de la habitación sin dirigirle la palabra era un infierno. Mucho más cuando el chamán intentaba romper el incómodo silencio entre ambos y solo recibía unas cuantas palabras cortantes.

Todo desde ese día.

No podía negar que, incluso él, sentía una sensación peculiar. Las remembranzas estaban haciéndose difusas, y no tenían más avance del que desearía. El momento que más se quedaba en su cabeza era, sin duda alguna, su muerte.

No recordaba a grandes detalles esta, así como tampoco estaba seguro del cómo se había dado todo. Tan solo el sentimiento de tristeza que venía hacia él como si estuviera viviendolo en carne propia una y otra vez.

Seok Jin no había muerto por la apuñalada que le dejó una cicatriz en su abdomen. No existía alguna forma en que Taehyung hubiera estado en el momento en que se dio, así como tampoco rememoraba que hubiesen más personas a sus alrededores en aquel entonces.

—Por cierto, ¿cómo vas con tus recuerdos? ¿Yeomra te ha llevado a observar el espejo del karma?

Taehyung ladeó la cabeza —. ¿El espejo del karma...? —preguntó con duda, luego recordó que a lo que en verdad se refería era al registro de su nombre como parca —. Todo fue bien. Estoy dentro.

—Es un alivio. Aunque es curioso. Los espíritus como nosotros preferimos evitar a toda costa los recuerdos de la vida pasada. Estamos destinados a la inmortalidad y es una carga pesada sobre los hombros. ¿Estás seguro que quieres vivir con ellos? Siempre puedes recurrir al primer infierno y pedir que te sean quitados.

—¿Tú no recuerdas nada?

Dowoon sacudió la cabeza —. No, solo sé que he estado aquí desde un largo tiempo. Es un poco aburrido —dijo entre risas, luego miró a ambos lados del pasillo, acercándose a Taehyung como si estuviera a punto de decir algo secreto —. He estado queriéndote preguntar algo desde hace un buen tiempo.

—¿Qué cosa?

—¿Eres cercano a su majestad? —preguntó, haciendo que Taehyung se tensara más de la cuenta —. Es conocimiento básico que los Dioses se involucren con ángeles de la muerte durante su estancia en este lugar, pero nunca había visto a Yeomra comportarse de esa manera con uno.

—Oh, nosotros no… Solo somos compañeros.

Dowoon soltó una risa —. ¡No necesitas mentir! Oh, ¿es acaso porque te sientes temeroso de lo que puedan decir? Nada de qué preocuparse. A los espíritus de por aquí eso no les importa. Aunque muchos suelen ser muy entrometidos, ya sabes, todo es aburrido aquí.

—Ya veo...

—A lo que quiero llegar es que Yeomra solía dar mucho miedo —dijo el muchacho, simulando sentir escalofríos —. ¡Deberías haberlo visto! Era casi un milagro verlo sonreír. Lo he notado más relajado desde que llegaste, además sería muy ciego no darme cuenta que siente algo por ti.

Taehyung no respondió, porque no sabía que decir ante ello.

—Pareces ser la razón por la cual Yeomra está trabajando duro estos días. Es como si hubiera conseguido por fin una motivación para seguir con su trabajo final. Siempre creí que él se daría por vencido y decidiría renacer, dejando todos sus recuerdos atrás.

—Una motivación... —repitió, sintiéndose apenado. Debía verse como un completo imbécil estando ahí de pie con una ligera sonrisa pintada en su rostro.

—¿Qué es lo que traes contigo? —preguntó Dowoon de repente, con la misma efusividad de siempre mientras señalaba el objeto de madera que Taehyung traía consigo.

—Oh, una brújula —Taehyung alzó su mano y se la ofreció para que la observara mejor —. La he conseguido en...

La atención de Dowoon, en vez de estar sobre el objeto que el otro le mostraba, recayó en la quemadura que poseía en la palma de su mano y ladeó la cabeza, interrumpiendo a Taehyung en medio de su charla.

—¿Has tenido eso siempre?

Taehyung alzó una ceja —. ¿Qué cosa?

—Es extraño, parece reciente —el muchacho frunció más el ceño y con la mano libre tomó la de Taehyung para observarla más de cerca —. Los ángeles de la muerte están exentos de cualquier daño. No parece cicatriz de tu vida pasada. ¿Cómo lo has conseguido?

—Oh, ¿eso? Es una cicatriz, ¿por qué dices que no? —dijo Taehyung intentando sonar convincente.

—No parece —insistió Dowoon —. Luce como una quemadura, ¿será que la espada que te han asignado tiene un encantamiento extraño?

—Tal vez —murmuró Taehyung, demasiado incómodo al notar que el otro mantenía su agarre en su mano y fruncía el ceño —. Será cuestión de que hable con los otros chicos sobre ello. Nada de qué preocuparse.

—Sí, es mejor que lo discutas con ellos. ¡Nunca había visto algo parecido! —exclamó con sorpresa —. ¿Será que eres un ángel de la muerte especial?

Escucharon unos pasos a sus costados. Taehyung volteó su cabeza, temiendo que se tratara del otro juez, Junseo. Esos largos días, evitaba a toda costa toparse con él en los pasillos. Su mera presencia le incomodaba. No sabía si era por su gélido aspecto o porque siempre de dirigía a Seok Jin con desprecio.

Pero no era Junseo. Seok Jin se detuvo frente a ellos, cruzando sus brazos tras la espalda y paseando su mirada de uno al otro.

—¿No vas a venir? —le preguntó Seok Jin a Taehyung, reparando en la posición en que los dos se encontraban.

Este se separó de inmediato y asintió, tomando de regreso su brújula.

—Dowoon, debes bajar de inmediato, el juicio comenzará dentro de poco —le ordenó Seok Jin, sin detener el paso.

—De acuerdo, su majestad.

El juez se retiró en dirección contraria a la de ellos y Taehyung alcanzó al Dios por fin, caminando a su costado. Yeomra le miró con curiosidad, como si estuviera escaneándole de pies a cabeza. Sus últimas interacciones eran de esa manera, por lo que Taehyung no percibió ninguna ambigüedad en ello.

—Yoongi me ha contado que te has hecho daño.

Taehyung asintió —. Oh... Solo un poco.

—¿Un poco? —El Dios soltó una carcajada y rozó el cuello del chamán con las frías yemas de sus dedos, haciendo que este se estremeciera. La cicatriz por la quemadura estaba muy presente en su piel —. ¿Qué hay de eso?

—No es nada.

—Tus quemaduras no suelen extenderse hasta tu cuello —le dijo, frunciendo más el ceño —. ¿Por qué no te detuviste?

—Porque estabas en peligro.

—No quiero que uses tu magia conmigo —le ordenó, empleando un tono severo con el que Taehyung se sintió confundido —. Nunca más.

—Pero…

—No va a servir de todas formas.

Taehyung frunció el ceño y quitó la mano de Seok Jin de su piel con frustración —. Va a servir. Estoy intentando neutralizarla. Sé que puedo lograr algo con esto, he estado trabajando en tu amuleto para que no tengas que salir ahí afuera sin colapsar por…

—Estaré bien. No es la primera vez que colapso.

—Pero puedo hacer que sea la última vez. He leído unos cuantos libros de tu colección y creo poder…

—Solo… ¡No lo hagas! —exclamó, mirándole cansino —. No lo necesito. No te necesito, ¿entendiste?

—Bien —respondió el chamán, empuñando sus manos con enfado.

El juicio fue el momento más incómodo de la velada.

Seok Jin estaba en su trono, analizando el espejo del karma y juzgando a todas las almas que iban y venían. Taehyung tenía que mantenerse a su lado por más que no lo quisiera. Debía pasar desapercibido.

Aprovechaba esos momentos de silencio para analizar cada alma que se presentaba en la explanada. Taehyung trabajó con espíritus gran parte de su vida, desde que se inició como chamán oficial en su adolescencia, por lo que sabía las características que estos poseían.

Pero en el Otro Mundo, no todas las almas eran malvadas. En realidad, era muy poco probable que se encontraran con alguna.

—¿Qué hay del espíritu de Dae? —preguntó Taehyung de repente al recordarlo. Jin arrugó la nariz —. Junseo dijo que no debemos descuidar ni una cosa ni la otra. ¿Por qué no salimos por la noche en su búsqueda?

—No.

Y con eso otro día sin ningún avance pasaba. Yeomra no le dirigía la palabra por más de lo necesario, y ni siquiera hacia sus típicas bromas que aligeraban el ambiente.

Taehyung, de igual manera, mantuvo su distancia de él aún cuando debían verse la mayor parte del tiempo en la habitación del palacio.

Desde su anterior discusión, el chamán sentía una pesadumbre en su pecho. Era desconcertante que Seok Jin le hubiese hablado de esa forma.

«¿Por qué estoy tan decepcionado? No debería importarme en primer lugar» pensaba una y otra vez.

Sostenía su amuleto inservible entre sus manos, intentando pensar en alguna forma de hacerlo funcionar. Por más que el Dios le hubiese pedido que se detuviera, Taehyung no escucharía sus palabras.

Solo en la habitación, se recostó sin ánimos de nada más, intentando concentrar su mente en neutralizar sus poderes. Intentó pensar en algo para dañar, esperando que su efecto lograra transmitirse de forma contraria, pero fue en vano, su mano volvió a quemar y tuvo que aguantar el dolor que aquello le provocó.

«Esto debe ser una broma» pensó, sintiéndose más frustrado cuánto más tiempo pasaba.

Escuchó el sonido de las puertas abrirse y se incorporó de inmediato, mirando hacia aquella dirección. Seok Jin entró, cerrando estas con suavidad y soltando un suspiro cansado.

Lo vio sentarse tras su escritorio y buscar algo en la cajonera de a un lado. Ignorando por completo la presencia de Taehyung.

—Estoy aburrido —murmuró el chamán, recostando su cabeza en el escritorio de Yeomra, muy cerca de él —. Habla conmigo.

—No.

—¿Vamos a regresar a Hanyang dentro de poco? —dijo Taehyung, atreviéndose a romper el silencio.

—No.

—¿Entonces buscaremos por el amuleto en otro lado?

—No.

Taehyung bufó, incorporándose con fastidio —. ¿No? ¿Es lo único que sabes decir? ¿No?

—El espíritu de la villa nos dijo que puede estar en el palacio. Buscaremos ahí.

Taehyung presionó sus labios en una línea recta —. ¿Entonces? ¿Cuándo iremos?

—¿Podrías guardar silencio? —le pidió Seok Jin, alzando su mirada por primera vez en todo el rato. Taehyung se sorprendió al encontrarse con unos ojos gélidos y una expresión monótona en su rostro —. No me dejas concentrarme.

Y lo pasó de largo. Yeomra volvió a concentrarse en los registros sobre su escritorio. Taehyung estaba furioso y quería entender qué era lo que pasaba en la mente del otro para estar actuando de esa manera.

No era normal.

Quería saber el por qué de repente le tuvo entre sus brazos y le besó de aquella forma hacer días, solo para ignorarlo las siguientes semanas como si su existencia no importara.

¿Por qué estaba confundiéndolo una y otra vez?

—¿Por qué me ves tanto? —se atrevió a preguntar Jin, sacando de su ensimismamiento al contrario.

—Ese día… —empezó a decir Taehyung, notando como el cuerpo del Dios se tensaba ante ello —. ¿No sentiste nada extraño?

—¿A qué te refieres?

—Cuando colapsaste, ¿no tuviste alguna remembranza? ¿Alguna sensación extraña?

—No —mintió Jin, sin mirarlo ni un segundo.

Sería difícil para él tener que decirle al chamán que la causa de su desplome aquel día no solo fue por Hanyang, sino por la conversación que tuvo con el guardián de la villa sobre Taehyung.

Y su cabeza dolía por ello, porque quería descifrar de qué se trataba todo eso y por qué su mente estaba jugando en su contra en esos momentos.

Por más que quisiera tratarlo como siempre lo hacía, su cuerpo sentía una especie de rechazo ante este.

—Los últimos días te has estado comportando raro frente a mí —murmuró el chamán, sintiéndose avergonzado por tener que reclamarle algo como eso —. ¿Hice algo malo?

—No, no has hecho nada malo.

—¿Entonces?

—Tengo demasiado trabajo —se excusó, señalando los papeles que tenía frente a él con fastidio —. ¿Podrías dejarme terminar? Saldremos al mirador del palacio más tarde, si eso es lo que deseas.

Taehyung frunció el ceño —. No es lo que deseo.

—¿Ah, no? ¿Entonces qué?

—Quiero que aclaremos las cosas.

—No hay nada que aclarar.

—Llevas actuando así desde tu charla con el espíritu, ¿te dijo algo sobre mí? ¿Por qué no puedo saberlo yo? —interrogó, sintiéndose cada vez más enojado ante la actitud que el otro le mostraba —. Dijiste que seríamos sinceros en lo que respecta a nuestro pasado, ¿por qué eres el primero en romper el trato?

—No estoy rompiendo el trato.

—¡Estás sacándome de mis casillas! —exclamó con frustración —. ¿Por qué no hablas de una maldita vez?

—¡Ya te he dicho que no tengo nada que explicar! —exclamó, cerrando el libro con fuerza y mirando a Taehyung con odio —. Estás interrumpiéndome, ¿sí? Has algo bien y guarda silencio.

—¿Acaso te estás escuchando? ¿Sabes lo hirientes que son tus palabras? ¿Quién te crees para hablarme de esta manera?

—Cielos… —murmuró Seok Jin, pasándose la mano sobre su rostro a modo de frustración —. Necesito pensar.

—¿Qué se supone que vas a pensar? —preguntó Taehyung con la furia recorriendo cada parte de él.

Seok Jin suavizó un poco su rostro, sabiendo que el otro estaba llegando a su límite. No podía culparlo, él mismo sabía que las cosas no estaban dándose bien entre ellos esos días, pero no podía, por más que quisiera, hablar con él de forma correcta.

Ni siquiera le había contado a sus ángeles de la muerte sobre aquella conversación y las remembranzas de odio que habían precedido de ello.

Remembranzas de odio hacia el chamán que no podía controlar.

—Escucha —le pidió Seok Jin, haciendo que Taehyung le mirara con atención —. Discutiremos esto luego de mi junta con el juez Junseo, ¿sí? Te lo contaré todo.

—¿Junta con el juez? ¿Es por eso que estás de esa manera? ¿Hay malas noticias?

Seok Jin no contestó más, pues se hundió de nuevo en su trabajo y construyó muros invisibles a sus alrededores que eran muy difíciles de derribar. El chamán guardó distancia de este, sintiéndose cada vez más molesto con él.

¿Por qué no podía simplemente decirle lo que sucedía?

Esa noche, el juez Junseo y Dowoon tocaron las puertas de la habitación de Yeomra. El chamán, quien se encontraba a un costado del Dios mientras intentaba hacer que el amuleto funcionara, alzó su cabeza.

—Preciso de hablar con Yeomra —mencionó el juez mayor, mirando a Taehyung de forma severa para darle a entender que saliera de su vista cuanto antes —. A solas.

—Taehyung, sal —le ordenó Seok Jin, sin dirigirle la mirada.

Dowoon le hizo una señal al muchacho para que lo acompañara, y salieron al pasillo principal dejando a los otros dos a solas. Taehyung se quedó de pie, sin despegar la mirada de la habitación cerrada frente a él.

—¿Ha pasado algo?

El juez asintió —. Problemas con el reinado de Yeomra, ya sabes —mencionó, poniéndose en cuclillas a un lado de la puerta y pegando su oreja a esta para escuchar.

—¿Qué haces?

—¿No te da curiosidad escuchar? —preguntó, Taehyung hizo una mueca.

Claro que le daba curiosidad escuchar. Llevaba largos meses deambulando de lado de Seok Jin, y ahora se había dado de encontronazo con una personalidad totalmente distinta de las que mostró antes.

¿Era eso a lo que los ángeles de la muerte se referían? Un Dios neutro, que podría llegar a tener un compás moral diferente al de los humanos.

Taehyung no solía sentirse entristecido al percibir a personas actuar de esa manera con él. Pero con Yeomra era diferente. Se sentía rechazado. Estaba luchando tan fuerte contra sus emociones y luego venía a confundirlo más de la cuenta.

Estaba volviéndose loco.

—Bien —respondió por fin Taehyung —. Quiero escuchar.

Taehyung imitó su acción y trató de agudizar su oído para escuchar lo que fuera que estaba sucediendo ahí dentro. Las paredes ligeras hacían que la tarea no resultara ser tan difícil.

—El incidente de Yeomra en Hanyang hace días nos puso más alerta —explicó Dowoon en voz baja —. Es por eso que Junseo dijo que quería hablar con él de forma seria, ni siquiera me ha dejado involucrarme.

El chamán asintió, y pudo escuchar cómo el juez Junseo se encargaba de dejarle en claro a Yeomra que su tiempo estaba corriendo más rápido de lo que creía y que cualquier retraso le traería graves consecuencias.

Nada que ellos no supieran de antemano.

Luego, el tema pasó a otro asunto. El palacio. Junseo le pidió a Seok Jin en empezar su búsqueda dentro del Palacio Real en Hanyang y mantenerlos informados sobre el amuleto.

—El desequilibrio está provocando la furia de los espíritus guardianes, Yeomra —dijo en voz clara y amenazante el juez —. Baekho no está feliz con tu desenvolvimiento. ¿De verdad quieres ponerlo en tu contra?

—Estoy haciendo todo lo que está en mis manos. He hablado con el espíritu de la villa y me ha brindado información valiosa sobre el presunto paradero del amuleto —respondió Jin, sin rechistar ante las amenazas del contrario —. Hay un sospechoso.

—Entonces debes de actuar de inmediato —señaló Junseo —. Y no descuidar tus responsabilidades en este plano. O yo mismo me encargaré de que cualquier beneficio te sea arrebatado, ¿entiendes?

—¿No estás siendo demasiado duro? —preguntó Yeomra con diversión —. Estamos hablando de un amuleto robado, ¿creíste que sería tan sencillo? ¿Por qué no lo buscas tú?

Dowoon, al escuchar eso, abrió los ojos y se llevó una mano a la boca. Taehyung se separó de la puerta para verlo, y hacerle entender que no comprendía el por qué de su reacción.

—No puedo creerlo, ¿su majestad hablándole así a Junseo? El día ha mejorado de repente —dijo entre risas.

—¿Quién se cree para hablarle de esa forma a Yeomra? —preguntó Taehyung, mirando a Dowoon con horror. El juez menor soltó una risa por lo bajo.

—Es muy duro, ¿verdad? La posición de Junseo no es broma. Lleva aquí más tiempo de lo que crees. Ha estado presente en el gobierno de incontables dioses de la muerte.

—Aun así, Yeomra es quien tiene el poder absoluto, ¿no?

—Si Junseo decide algo en su contra, está acabado. Los guardianes celestiales confían plenamente en él y en sus decisiones.

—Es una tontería.

—Lo es, los Dioses deberían poder gozar de su poder —dijo Dowoon con tristeza —. A Junseo no le agrada Yeomra. Nunca lo hizo, es normal que tengan discusiones como estas, nada de qué preocuparse.

—Ya veo...

—Pero debo decir que es uno de los mejores Dioses que hemos tenido —mencionó el chico, sonriendo un poco —. Daba miedo, eso no puedo negarlo, pero siempre actuó con demasiada empatía y justicia hacia las almas que juzga. Creo que eso lo hace un gran Yeomra.

Taehyung asintió, estando de acuerdo con ello.

—¿Tienen alguna otra información acerca de la cicatriz de Yeomra? ¿Por qué sigue afectándolo? —preguntó el chamán.

—Nadie tiene idea.

—¿Qué tal Mago? ¡Ella puede saber algo! ¿Qué tal si hago un trato con ella?

—Oh, Taehyung, no. Mago no es alguien con quien puedas tratar algo así nada más. No va a responder a menos que consiga algo valioso a cambio. Y… Es muy difícil comprenderla.

—¿A qué te refieres con comprenderla?

Dowoon hizo una mueca —. Puede ayudarte, pero es cuestión de que sepas analizar con detenimiento sus consejos. La mayor parte del tiempo no tienen sentido. Es una deidad poco comprensible, por eso es que los humanos no suelen llamarla.

—Ella parecía dispuesta a ayudar a Seok Jin —murmuró Taehyung con tristeza.

Del otro lado de la puerta, Yeomra parecía estar más callado de la cuenta y eso preocupó a Taehyung. El Dios no había hablado mucho desde lo ocurrido en Hanyang días atrás, pues sus energías estaban rozando niveles muy bajos, pero escuchar como alguien más le gritaba y le ordenaba no parecía ir mucho con él.

Yeomra iba a explotar en algún momento.

Las puertas se abrieron de repente, y tanto el juez como el chamán se alejaron de estas con el corazón latiendo con premura. El rostro del juez Junseo fue suficiente para que ambos se sintieran más nerviosos. El hombre paseaba su mirada sobre ellos, deteniéndose más tiempo del necesario sobre Taehyung.

—¿Estaban espiando? —cuestionó el juez, cruzado de brazos y mirando la escena que se posaba frente a sus ojos.

Dowoon y Taehyung se miraron con pánico, escuchando las pisadas de Yeomra acercándose hasta donde estaban ellos y verlos con pánico. Era la primera vez que el chamán veía a aquel juez estar tan enojado, mucho más de lo que siempre se mostraba. Y temía que por su error, alguna grave consecuencia se le presentara.

—Estábamos esperando afuera, tal como lo pidió —se excusó Dowoon, mirando a Taehyung con complicidad para que siguiera su juego.

—Sí, solo esperábamos.

—Este es un asunto que nos involucra a Yeomra y a mí, ¿saben? No quiero volver a enterarme de que están metiendo sus narices dónde no les incumbe, ¿entendido?

Ambos asintieron. Taehyung no muy convencido del todo.

—Y tú, parca —le llamó el hombre, mirándolo de pies a cabeza —. Empezarás con tu trabajo de recolección de almas a partir de mañana, así que asegúrate de tomar el cuaderno rojo y cumplir con lo que se te solicita.

—Bien.

—Cualquier falla en tu desenvolvimiento será reportada a los guardianes celestiales, créeme que no quieres enterarte de qué son capaces de hacer. ¿Entendiste?

—Sí, señor —murmuró Taehyung, haciendo una reverencia hacia este y esperando que se alejara de ahí para poder retomar la compostura.

Cuando lo hizo, se encontró con Seok Jin, quien le hizo una señal para que entrara a sus aposentos.

—No le hagas caso —dijo el Dios, tomando la iniciativa por primera vez en un largo tiempo —. Me encargaré de llegar a un acuerdo con él.

El Dios se acercó hasta su armario, sacando una pila de ropas y acomodandolas sobre el escritorio.

—¿Vas a ir a algún lado? —preguntó Taehyung, dejando el anterior tema de conversación atrás.

—Tengo que regresar a Hanyang, no tomará más que un par de días, ni siquiera notarás mi ausencia —le dijo Seok Jin, empezando a quitar su hanbok exterior bajo la mirada atenta del chamán.

—Voy contigo.

Seok Jin le miró incrédulo —. No.

Este se llevó una de sus manos hasta el listón del hanbok interior, desenredándolo para descubrir su torso desnudo. El Dios alzó su mirada, encontrándose con la de Taehyung, quien le veía con atención, un tanto ruborizado de que estuviera cambiándose frente a él.

—¿Disfrutas la vista?

Taehyung enmudeció y se giró de inmediato para no verlo más. Dándole la privacidad para que se cambiara de ropas.

—¿De verdad vas a ir al palacio? Colapsaste hace un par de días, no pretendas que me quedaré aquí cruzado de brazos —le dijo el chamán, aún sin mirarlo

—Y no pretendas que te llevaré conmigo cuando todos ahí dentro están buscándote para asesinarte. ¿Tan poco valor le das a tu vida?

Taehyung se giró sobre sus talones, notando como el otro se acomodaba el hanbok negro de angel de la muerte y preparaba su espada.

—Entonces quiero regresar a Gongju.

—¿Qué? —cuestionó con sorpresa.

—No sé ni siquiera qué estoy haciendo aquí. Dijiste que querías mi ayuda, pero no he hecho nada. Solo estoy aquí, encerrado como un imbécil sin hacer nada.

—En Gongju no estarás a salvo.

—He estado a salvo por dos largos años, puedo sobrevivir sin tu ayuda.

—Taehyung…

—No estás dejándome ayudarte, ¿entonces cuál fue el propósito de que aparecieras de repente en mi vida? —cuestionó con molestia, cruzándose de brazos —. No tiene sentido. Trato de utilizar mi magia para hacer un amuleto y lo único que dices es que deje de intentar porque será un fracaso. Eres un egoísta.

«Egoísta» las mismas palabras que Jungkook le había dicho días antes. Seok Jin sintió un nudo en su garganta.

—Estoy dejando que me ayudes, pero el palacio está fuera de los límites. No hagas esto más difícil de lo que ya. Quisiera que me acompañaras, pero el palacio no es un lugar seguro para ti. ¿Acaso no tienes miedo?

—No —mintió, frunciendo el ceño —. Quiero acompañarte.

—¿Hay alguna otra razón por la que quieras estar allá? No soy yo, ¿verdad? ¿Es Hoseok? ¿Quieres verlo?

Taehyung ladeó la cabeza y soltó una risa —. ¿Estás de broma? Eres tú. La razón eres tú.

El Dios chasqueó la lengua y soltó su agarre del chamán. Caminó de un lado a otro en la habitación, como si estuviera pensando en alguna otra alternativa.

—Van a verte ahí adentro.

—Nadie va a verme, no haré nada estúpido. Solo quiero acompañarte. Si vas solo, corres el riesgo de colapsar y nadie estará ahí para ayudarte.

—Puedo llevar a Jungkook.

El chamán soltó un suspiro —. Bien, regresaré a Gongju.

—Taehyung, ya te lo he dicho —le pidió Seok Jin, tomando una de sus manos con suavidad —. Ahora que te has involucrado con nosotros, no estarás seguro allá afuera. El Otro Mundo no te afecta, así que solo quédate aquí, ¿sí?

—¿Ahora te preocupas por mí? ¿No estabas gritándome hace apenas unas cuantas horas?

—Eso no...

—Ni siquiera trates de negarlo.

—Taehyung, no... Espera —le dijo, sintiéndose herido ante el pensamiento del chamán estando enojado con él —. Todo esto es porque estoy preocupado, no quiero que te lastimes por mi culpa, no quiero que te veas involucrado en cosas como estas.

—¿Adivina qué? Es demasiado tarde. Estoy demasiado involucrado en esto. ¿Y quién fue el de la idea? Tú.

—Eso lo sé... Pero es diferente ahora.

—Ya, ¿de verdad esa es la razón de tu comportamiento? ¿Estás preocupado? Créeme, Seok Jin, eso no da justificación.

El Dios observó cómo el chamán estaba por salir de la habitación y reunió todo su coraje para poder decir la razón de su enojo injustificado. No quería enojarse con Taehyung, mucho menos cuando su cabeza estaba actuando por sí sola.

—Hay una razón. ¿Podrías escucharme?

Taehyung se giró sobre sus talones y le dió espacio para que hablara con libertad —. Te escucho.

—El espíritu me dijo que eras peligroso —admitió Jin por fin, logrando que en el rostro del contrario apareciera una expresión de duda —. No quería decírtelo hasta deducir bien qué era lo que sucedía, o si el espíritu estaba solo mintiendo.

—¿Peligroso? —repitió Taehyung, ladeando la cabeza —. ¿Por qué…?

—Dice que es tu pasado el que influye en nuestro presente —le aseguró, estirándose un poco para alcanzar la mano de Taehyung, quien se mantuvo sin moverse ante ello —. Pero... Las remembranzas que hemos obtenido han sido buenas, no comprendo...

—Hay algo mal conmigo —dedujo el chamán.

—Tae...

—¿Entonces? ¿Has estado actuando así por lo que el espíritu ha dicho?

Jin sacudió la cabeza —. No es porque él lo haya dicho. He querido acercarme a ti todo este tiempo pero hay una sensación que me está haciendo difícil hacerlo.

—¿Y qué sientes?

—Odio —murmuró, encogiéndose de hombros —. Odio hacia ti.

Taehyung se quedó pensando en ello. Si Seok Jin estaba sintiendo eso hacia a él y ese mismo recuerdo manipulaba su actuar en el presente, debía tratarse de algo serio. Él, por su parte, no sentía ningun rencor hacia él, ni siquiera una emoción negativa —dejando de lado el asunto de su muerte —, por lo que tratar de dar con una respuesta apropiada se tornaba difícil.

Las cosas se estaban haciendo más complicadas entre ellos dos.

—Ya veo...

—Lo siento —murmuró Seok Jin, un tanto avergonzado.

Taehyung subió y bajó los hombros, intentando restarle importancia aún cuando sus palabras durante la semana le habían dolido más de lo que él quisiera. El Dios presionó sus labios, no sabiendo como solucionar el conflicto que se había dado entre ambos y sabiendo que las cosas solo se tornarían incómodas.

—Eres un imbécil —dijo el chamán —. ¿Por qué no me lo contaste desde el principio?

—Quería hacerlo, te lo he dicho ya. Pero no podía.

—Bien, lo entiendo. Pero tenemos que averiguar la raíz de ese sentimiento, ¿sabes? Si te ha hecho actuar de esa forma, entonces la causa debe haber sido lo suficiente grande para influir en ti en el presente.

El Dios asintió.

—¿Prometes contarmelo todo a partir de ahora? —preguntó Taehyung.

—Lo prometo.

—No creas que te perdonaré tan rápido, genio. Lo haré si me dejas acompañarte a Hanyang.

—Eso no funcionará.

Taehyung refunfuñó, y Seok Jin no pudo evitar rodearlo con sus brazos con fuerza. Estaba tratando de deshacerse de aquellos pensamientos intrusivos que le hacían querer tomar distancia del contrario, pero eran demasiado fuertes. Por más que estuviera abrazando a la persona que tanto le gustaba, su mente sentía una repulsión que no podría ser borrada con facilidad.

—Regresaré pronto —le dijo, por fin separándose de él —. No hagas nada estúpido en mi ausencia.

Y Taehyung sabía que mantenerse al borde sería más difícil de lo que creía.

[...]

—¿No crees que Seok Jin está extraño? —preguntó Yoongi, recostándose a un costado de Jungkook y cerrando sus ojos con cansancio.

—Él lo es siempre.

Yoongi movió sus manos a modo de negación —. Lo conozco, sé que está ocultandonos algo.

—¿Y entonces por qué no le preguntas?

—¿No puedes percibir la tensión del ambiente? —interrogó Yoongi, mirándolo con incredulidad —. Cuando Seok Jin está así es mejor no acercarse a él. Ha sido así desde que estábamos vivos, ahora imagina la magnitud de su enojo al ser un Dios. Me dan escalofríos de solo imaginarlo.

—¿Crees que haya recordado algo del pasado? —murmuró Jungkook, cerrando su cuaderno rojo y concentrando su atención en el otro ángel de la muerte —. Ah, ese chico es un enigma. Viene a desgraciarnos la existencia cada vez que se pone en esos modos.

—Hablas como si tú no fueras el más amargado de los tres —respondió Yoongi entre risas. Jungkook chasqueó la lengua —. Ni siquiera trates de negarlo.

—¡Yo era un chico muy feliz! —aclaró, Yoongi se incorporó para verlo mejor y sonrió con fuerza —. ¿Qué?

—Eras un chico adorable, ¿qué te pasó?

—Y tú eras un chico genial, ¿qué te pasó? —contraatacó, poniéndose nervioso por la cercanía del contrario.

¿Cómo era posible que llevaran largos años conociéndose y Jungkook aún se sentía nervioso ante su presencia? Seguro estaba perdiendo la cabeza.

—¿Los años empiezan a hacerte efecto, anciano? —añadió al ver que el otro no contestaba nada.

—Un poco. Entonces, ¿no te parece que estamos perdiendo demasiado tiempo? Yeomra no nos ha hablado en todos estos días, empiezo a preocuparme.

—Ese chico está dando todo por sentado —se quejó Jungkook —. No quiero tener que enfrentarnos al guardián del oeste, dicen que de verdad da miedo.

—Terminaremos haciéndolo. El espíritu vengativo de Dae sigue vagando por el bosque, los Nachalsa están invadiendo este mundo y él solo está ahí, sin preocuparse.

Jungkook se dejó recostar, demasiado cansado para seguir funcionando. Yoongi se recostó a su lado también. Los días se hacían cada vez más cortos y el tiempo se gastaba con rapidez. Por más que no lo dijeran en voz alta, ambos temían el destino que podía depararle a Yeomra de no hacer nada.

—¿Crees que Seok Jin y Taehyung estén saliendo? —preguntó el menor, girando su cabeza para ver a Yoongi.

—Sería tonto pensar que no —respondió, soltando una risa —. Por más que trato de recordar, nunca supe que Seok Jin tuviera un amante varón en aquella época, ¿sabes? Nunca habló sobre su vida amorosa, tan solo de su repentino casamiento con la hija del ministro.

—Deben de haber estado escondiéndose —intuyó Jungkook —. Sigue sin ser bien visto.

—¿Que dos hombres estén juntos?

Jungkook asintió.

—Eso es triste —dijo Yoongi, haciendo una mueca —. No veo nada de malo en ello.

—Tampoco yo.

El silencio que prosiguió de eso fue muy incómodo. Jungkook no despegó su mirada del techo de madera en ningún momento, con temor de que el contrario pudiera ver lo obvio que su rostro estaba siendo.

—¿Recuerdas aquel día en el lago? Ah, estoy seguro que estabas perdidamente enamorado de mí —dijo Yoongi de repente, haciendo que el otro frunciera el ceño y le mirara escandalizado.

—¿Qué tonterías dices ahora? —preguntó, sintiendo su corazón acelerarse.

Claro que lo recordaba. Yoongi había estado deambulando por los alrededores de su villa, con sus ropas excéntricas y su enfundada espada. Un sujeto que no podía ser ignorado. La primera vez que hablaron Jungkook temió por su vida, sabía lo que las leyendas contaban y quién veía a una parca en carne propia indicaba que una desgracia estaba a punto de suceder.

En el transcurso de los días, sus encontronazos con la parca se hicieron cada vez más seguidos. Aprendió a no temerle y se encontró sintiéndose tranquilo ante su presencia.

Ese día en el lago, el día al cual Yoongi refería, Jungkook lo había visto en acción como ángel de la muerte por primera vez. Fue casi inevitable no asombrarse y sentirse atraído por él.

—¿Quién no se enamoraría de mí? Hasta tú mismo confesaste que fui genial.

—Fuiste, tú mismo lo has dicho —dijo, haciéndose un poco hacia atrás para recuperar su espacio personal.

—Es cierto, nunca he escuchado sobre tu vida amorosa —mencionó Yoongi, sosteniendo su cabeza con la palma de su mano, como si estuviera dispuesto a escuchar sobre ello —. ¿Has estado en una relación antes?

—¿Por qué de repente te preguntas algo como eso?

—Por que llevamos conociéndonos cinco años y es inaceptable que no conozca más sobre mi amigo, ¿no crees?

—Seis años —corrigió, aún con el ceño fruncido—. Llevamos seis años.

Yoongi sonrió enternecido —. Bien, seis años. ¿Entonces? ¿Vas a decirme que nunca te ha gustado alguien?

—Solo una persona.

—¿Solo una? ¿Y cómo era?

Jungkook presionó sus labios y miró a otro lugar de la habitación —. Era una persona muy genial —mencionó, sorprendiéndose por haber dicho aquello sin rechistar.

—¿Más genial que yo? —bromeó Yoongi.

—Cielos. Necesitaré que los dioses celestiales me den un poco de paciencia —Jungkook presionó el puente de su nariz con hastío. ¿Cómo no había captado aquello? —. ¿Y a ti, anciano? ¿Te gusta alguien en estos momentos?

—Hay alguien, sí —dijo, inclinándose sobre él para quedar más cerca —. ¿No tienes curiosidad sobre quién es?

—¿Por qué me daría curiosidad? No tiene sentido —balbuceó Jungkook, pestañeando repetidas veces con nerviosismo. La mirada del ángel de la muerte mayor se posó sobre sus labios —. ¿Por qué estás tan cerca y...?

La puerta de la habitación sonó, por lo que Yoongi se incorporó de inmediato, Jungkook se quedó inmovilizado por unos cuantos momentos hasta que reaccionó.

—Hablaremos de esto luego —le dijo Jungkook, con el ceño fruncido.

Aunque ambos eran un manojo de nervios y de vergüenza, ordenaron a la persona de afuera a que entrara.

Yoongi intentaba calmar sus pensamientos. ¿De verdad había intentado besarlo momentos antes? Definitivamente necesitaba ordenar su mente antes de volver a tener que pasar tiempo a solas con él.

—Siento irrumpir de repente —dijo Taehyung, asomándose un poco a través de la puerta —. ¿Están ocupados?

—No, nosotros no hacíamos nada —se apresuró a decir Jungkook, atropellando sus palabras y mirando a Yoongi con pánico —. Estábamos discutiendo sobre... Cosas de... Parcas, sí.

—Pero... ¿Qué haces aquí? —preguntó Taehyung, mirando a Jungkook con curiosidad.

—Es mi habitación, ¿a quién esperabas encontrar? —bromeó, pero al ver que el otro no reía ante eso sintió que algo iba mal.

—Pensé que acompañarías a Seok Jin al palacio. Él dijo que ambos irían a buscar pistas sobre el paradero del amuleto.

—Ese imbécil —dijo Jungkook entre dientes, poniéndose de pie con frustración y haciéndole una señal a Yoongi para que imitara su acción —. Lo detesto, ¿no puede dejarnos tranquilos por un día? ¿Tiene que cometer una estupidez cada maldito segundo de su existencia?

Ambos miraron a Jungkook, quien estaba más furioso de lo que siempre se mostraba. Lo vieron ir hasta donde sus espadas estaban y luego girarse a verlos con desdén.

—¿Van a quedarse ahí parados?

Estos negaron y se acercaron hasta donde él estaba. Taehyung enfundó la espada que le habían asignado y Yoongi le miró, chasqueando la lengua.

—Tú... ¿Cómo lo haces? Estas espadas no son de broma, ¿sabes? Los humanos no pueden cargarlas.

Taehyung sabía que había algo ambiguo en él, pero no lo entendía. ¿Sería que su capacidad para hacer eso tuviera relación con el pasado?

—Eso lo discutiremos luego —señaló Jungkook —. Tenemos que encontrar al imbécil por ahora.

[...]

—¿Puedes localizarlo? —preguntó Yoongi, manteniendo a Taehyung a su costado.

Durante todo el trayecto, el ángel de la muerte mayor no le había soltado del brazo en ningún momento. Taehyung sentía que en cualquier segundo su miedo acumulado estallaría, pero ahora estaba tratando con todas sus fuerzas de mantenerlo quieto.

Era su elección, después de todo.

Jungkook iba delante de ellos, sosteniendo su espada y concentrando su atención en los alrededores.

Habían llegado a Hanyang desde hacía un buen tiempo, y entrar al palacio fue una tarea más que sencilla. Pudiendo viajar a través de los planos, los ángeles de la muerte y el chamán resultaron lucir invisibles ante el ojo humano.

Estar en el palacio, aún así, estaba poniéndolos de nervios. Por más que fueran altas horas de la noche, los trabajadores seguían yendo de un lado a otro, encargándose de las últimas tareas del día y preparando las cosas para el siguiente.

—¿Ya probaste con buscarlo en el plano astral? No creo que esté en el físico, no si quiere esconderse de…

Jungkook volteó a verlo con irritación —. Han pasado unas cuantas horas desde que salió, según Taehyung. Si sus energías bajan, no podrá viajar entre los planos, genio.

—Ya, lo entiendo. Debe estar cerca, ¿por qué te pones tan irritante?

El menor le miró con rabia y volvió a su trabajo.

—¿Para qué es eso? —se atrevió a preguntar Taehyung, señalando un frasco que Yoongi llevaba consigo.

A simple vista parecía vacío, pero en cuanto el chamán entrecerró sus ojos y concentró su atención en este, logró percibir una irradiación de luz tenue flotando en el recipiente. Yoongi lo alzó y señaló con la mirada a Jungkook.

—Si él no es capaz de sentir a Seok Jin en ninguno de los planos, las luces de Dokkaebi nos guiarán hasta él.

—¿Dokkaebi? —repitió Taehyung sin poder creérselo —. ¿No es muy difícil estar en contacto con ellos? ¿Cómo lo consiguieron?

—Lo es, pero tenemos nuestros contactos. Yeomra suele hacer tratos justos con ellos, y obtenemos beneficios como estos —el ángel de la muerte le tendió el frasco para que lo cargara él, y Taehyung no pudo evitar asombrarse por estar presenciando lo que veía ahora.

Los Dokkaebi eran seres que los chamanes buscaban evitar a toda costa, debido a sus grandes habilidades para engañar y salirse con la suya. Que Seok Jin pudiera conseguir cosas como esas solo le decía lo inteligente que era para poder convivir con ellos de forma tranquila.

—¿Mediante acertijos?

Yoongi asintió —. El perdedor le concede un deseo al ganador. Los Dokkaebi son muy ingenuos la mayor parte de las veces. ¿Te suena la frase: pregunta absurda, respuesta sabia? La familia Real está entrenada para proporcionar respuestas como esa. Es sencillo para Yeomra salirse con la suya.

—Ya veo... ¿Estás dándomelo? —preguntó Taehyung, señalando el pequeño frasco. Yoongi asintió.

—Si notas algo extraño en la luz, debes de decirnos, ¿entendido?

Taehyung asintió y lo vio avanzar un poco para hablar con Jungkook.

Ambos ángeles de la muerte se vieron envueltos en una discusión. El menor estaba harto y enojado con Seok Jin, pues aludía a que no estaba tomándolos en serio y que había decidido pasarlos de largo sin la menor piedad. Yoongi intentaba calmarlo, sabiendo que debía haber una razón por la cual Seok Jin estaba así.

El chamán recordó entonces lo que le dijo unas horas antes. Yeomra sentía odio hacia él, sin siquiera poder evitarlo. ¿Estaría acaso siendo conducido por otro sentimiento? ¿Estaría actuando por impulso en consecuencia a otra remembranza?

Él no sentía ninguna sensación que le llevara a actuar así. Lo poco que recordaba de su vida pasada eran pequeños fragmentos de Seok Jin y él. Gestos como abrazos y caricias. Nada más que eso.

¿Estaría Seok Jin ocultándoles algo más?

La luz del frasco se movió sobre este, haciendo que Taehyung bajara la mirada. El resplandor se hacía un poco más llamativo y presionaba a su derecha. ¿Estaba guiándolo?

Alzó la cabeza, notando como los ángeles de la muerte seguían en una discusión interminable y decidió moverse un poco para ver cómo reaccionaba aquella singularidad.

La luminosidad seguía insistiéndole, tanto que Taehyung empezó a moverse por sí solo y caminar en dirección a donde esta le indicaba. Se mantuvo alerta de los alrededores, conociendo aún así el camino hasta donde estaba dirigiéndose.

El contenido del frasco dejó de iluminarse, poniéndose un tanto opaco y supo que había llegado a su destino, pero no había señal de Yeomra ni de nadie más. Giró su cabeza a todas direcciones. Estaba cerca del palacio de juntas reales, justo donde la cocina se encontraba. La luz en los cuartos seguía encendida, y podía ver la sombra de los trabajadores limpiando todo antes de poder irse de ahí.

«¿Dónde estás, Seok Jin?»

Su mente se encendió por un momento y caminó hasta el fondo del pasillo, justo donde el camino terminaba de forma abrupta y lo vio.

Taehyung miró a Yeomra y un alivio le recorrió. Se acercó con cautela, intentando no asustarlo ni sorprenderlo demasiado ante su presencia. Pero eso fue en vano, pues al verlo, Seok Jin no parecía estar feliz. En realidad, ni siquiera parecía estarla pasando bien. El chico estaba sentado, apoyando la espalda en una de las paredes mientras sostenía su abdomen con dolor.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Seok Jin, mirándolo con una expresión de terror, se puso de pie a duras penas y le acorraló entre su cuerpo y la pared.

El chamán miró a Seok Jin y sintió una sensación de nerviosismo en cuanto percibió lo cerca que estaban. Su respiración chocaba contra su cuello mientras el otro se asomaba tras sus hombros y sus manos se mantenían firmes sobre la cadera de Taehyung.

—¿Estás loco? Alguien pudo haberte visto.

—Nadie me ha visto. ¿Podrías alejarte un poco? —murmuró el chico, con un tono de voz apenas audible que incluso Jin no escuchó.

En vez de eso, el Dios volteó a verlo y le miró con severidad, como si estuviera a punto de reprimirlo por lo que acababa de hacer.

—Kim Taehyung, ¿quién te ha traído hasta acá? Es imposible que hayas entrado por tu cuenta.

—He venido junto a Jungkook y Yoongi.

Yeomra le miró sin comprenderlo —. Esos dos... Están dándome más razones para no confiar en ellos. ¿Dónde están?

—Los he perdido de vista.

—Excelente, ¿eres un tonto acaso?

—¿Qué es lo que debemos de hacer, entonces? —preguntó Taehyung, ignorando lo por completo y mirando a sus alrededores —. Conozco el palacio de memoria, ¿hay algún lugar al que debamos ir? Te llevaré hacia allá.

—¿No tienes miedo?

Taehyung le miró y asintió —. Un poco, pero...

—Eso es suficiente. Entonces regresamos, ven conmigo —dijo Yeomra, tomándole de la muñeca para arrastrarlo consigo. Taehyung sacudió la cabeza y se soltó con premura —. ¿Cuánto más vas a insistir?

—Estaré bien, ya estoy aquí. No hay nada que podamos hacer.

—Claro que lo hay, y es regresar.

—Eso nos haría perder tiempo.

Seok Jin estuvo a punto de decirle que todo era una mala idea hasta que sintió una punzada en su abdomen tan fuerte que le hizo trastabillar. El chamán fue rápido para actuar, pues se acercó hasta él con intención de probar su suerte y curarlo.

—Taehyung, no… —le detuvo el Dios, sosteniendo su mano con suavidad para evitar que hiciera algo que pudiera dañarlo. El aludido le miró con pánico.

Estaban en medio del palacio, con el riesgo de que alguien les viera ahí y la guardia Real se encargara de castigarlos. Los ángeles de la muerte estaban fuera de los límites, el amuleto de Taehyung no servía y sus opciones se estaban acabando.

—¿Puedes caminar? Buscaremos a Jungkook y a Yoongi si eso quieres —dijo Taehyung.

—No... —una nueva punzada y sintió que sus piernas comenzaban a fallarle —. Dame eso.

Señaló el frasco que el chamán cargaba consigo y este se lo dio de inmediato. Lo vio sacudir la luz, esperando que esta volviera a encenderse, pero no irradiaba nada, estaba ahí sin reacción alguna.

—¿Dónde los viste por última vez?

—Cerca de la entrada de Gwanghwamun —respondió Taehyung, escuchando como el reloj lunar sonaba, indicando que el bloque de las nueve acababa de iniciar.

Yeomra chasqueó la lengua —. No podemos ir hacia allá, los trabajadores saldrán por ahí dentro de poco. Tenemos que escondernos. ¿Conoces un lugar?

Recordó entonces el pequeño palacio del lado oeste en el que solía pasar su tiempo libre de la Agencia. Un palacio excluido de los demás y donde nadie solía deambular. Podría llevar a Seok Jin ahí e intentar apaciguar un poco el dolor que atravesaba.

—Sé a dónde ir —le dijo Taehyung, haciendo que Jin abriera los ojos.

—¿De verdad? Entonces vamos —el Dios intentó ponerse en marcha, pero sus energías estaban por el suelo. De inmediato se tambaleó y tuvo que sostenerse de los hombros del chamán.

—Ni de broma caminarás —dijo Taehyung, poniéndose de cuclillas frente a Seok Jin y señalando su espalda —. Sube, voy a llevarte a un lugar.

—Taehyung…

—¡Kim Seok Jin! —exclamó el chamán, mirándole con fastidio —. ¿No confías en mí?

—Lo hago, pero…

—Entonces deja de hablar y sube —le ordenó, insistiendo hasta que el Dios se incorporó a duras penas y rodeó sus brazos en su cuello.

Taehyung le cargó sin problema alguno, sosteniéndolo de sus piernas y verificando que este estuviera bien tras él. Momentos atrás le había visto comenzar a sudar y sentir su respiración entrecortada. Estaba preocupado de que aquello siguiera y que se pusiera mal.

—¿A dónde vas a llevarme? —preguntó en un hilo de voz Seok Jin, recargando su cabeza en la curvatura del cuello del contrario, sintiéndose cada vez más exhausto.

—Ya verás. Podremos pasar el tiempo ahí sin ser descubiertos.

Taehyung caminó por los largos pasillos, mirando en todas direcciones para verificar que nadie los descubriera. Recordó el camino que recorría cada vez que quería escabullirse por ahí, y supo que sería la mejor opción por escoger en un momento de pánico como en el que estaban ahora.

—¿Seguro que sabes lo que haces? —preguntó Jin, presionando sus ojos al sentir una punzada en su abdomen. Su cabeza daba vueltas, por lo que se aferró más a Taehyung.

—Estoy seguro. ¿Estás bien?

Jin sacudió la cabeza —. Está doliendo más que lo normal.

—Aguanta un poco más.

Jin hizo un sonido afirmativo con su boca. El chamán apresuró la marcha. Cuando el palacio vacío inundó su campo de visión fue cuando pudo respirar con tranquilidad. Abrió las puertas anticuadas con cuidado de no hacer ruido y notó lo oscura que estaba la habitación.

Seok Jin se bajó de su espalda, sentándose sobre el suelo con una mueca de dolor.

—Conozco este lugar y es el mejor escondite —mencionó Taehyung, señalando el lugar y sintiéndose orgulloso de haber pensado en un buen plan como ese —. Aquí nadie nos encontrará.

—Aún así, es peligroso que estés por aquí… No pensé que colapsaría tan rápido —dijo, soltando un jadeo al sentir su abdomen arder. Taehyung hizo una mueca —. Pensé que al menos tendríamos tiempo de lograr salir, pero estamos atrapados hasta el siguiente bloque.

—Voy a intentar curarte —dijo Taehyung. Yeomra sacudió la cabeza, pero sabía que era en vano discutir contra él.

El chamán recordó la forma en que Jungkook curaba a Seok Jin cada vez, y sintió el nerviosismo embargarle. Alzó su mano y la acercó hasta el listón del hanbok contrario, sin soltarlo. Miró a Seok Jin, como si estuviera pidiéndole permiso, y este simplemente le detuvo.

—No quiero que resultes herido tú también. Soportaré hasta que las parcas vengan hacia nosotros o hasta que podamos salir.

—Solo… Déjame intentarlo una vez.

Seok Jin bufó fastidiado, pero se rindió ante el chamán. Le hizo una señal para que siguiera con su tarea y Taehyung tragó saliva ante ello.

Desanudó el listón del hanbok con lentitud y reveló su abdomen y la cicatriz de la cual empezaba a brotar sangre. Taehyung esbozó una mueca, sabiendo el dolor que debía estar experimentando el contrario.

Alzó su mano y la puso sobre esta, intentando concentrarse en hacer que su magia fuera efectiva. Pero fue un fracaso. Siempre lo era. Alejó su mano con celeridad y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La quemadura que se había hecho días atrás en su cuello comenzó a dolerle con más fuerza.

—¿Estás bien? —preguntó Seok Jin, sujetándole de las mejillas con genuina preocupación —. ¿Te has hecho daño?

—Lo mismo de siempre —dijo con tristeza.

—Mira, está bien, ¿sí? No pasa nada. Solo nos queda esperar. Sé que serás capaz de neutralizar tu magia, pero no hay necesidad de acelerar el proceso. Quiero que estés bien, ¿entendido?

Taehyung asintió, sintiéndose confortado ante sus palabras.

—Perdón por lo que dije hace rato en el Otro Mundo. Me dejé llevar por las remembranzas, nada de lo que dije es cierto. De verdad aprecio lo que haces por mí. No quería lastimarte...

—Está bien —murmuró el chamán, esbozando una ligera sonrisa —. Yo... Es cierto lo que yo te he dicho. Es frustrante para mí que me hayas arrastrado a eso solo para hacerme a un lado después. No soy un niño, ni un adolescente, sé que estoy poniéndome en peligro, pero quiero ayudar. Quiero que recuperes tus memorias y quiero recuperar las mías también.

—Supongo que no puedo detenerte.

Taehyung sacudió la cabeza —. Si nuestras vidas están relacionadas, entonces quiero averiguarlo todo. No podré estar tranquilo si solo ignoro esto.

Seok Jin hizo una mueca, llevándose una mano hasta su abdomen al sentirse cada vez más debilitado. Estaba intentando con todas sus fuerzas no cerrar los ojos y caer desvanecido en un profundo sueño, pues temía dejar al chamán solo en tal lugar.

Unas pisadas se escucharon a lo lejos, poniéndolos en alerta a ambos. Taehyung frunció el ceño, sabiendo que ese palacio estaba fuera de los límites y que ningún trabajador o persona de la Realeza lo utilizaba desde hacía un largo tiempo.

—Dijiste que nadie vendría —susurró Seok Jin, intentando ponerse de pie y fallando por completo.

—Pensé que no pasaría esto, las posibilidades eran casi nulas.

—Cielos... Lo que faltaba.

—Es Hoseok —murmuró Taehyung con pánico, su voz era inconfundible. Sin embargo, las sombras de dos figuras se acercaban hasta la habitación oscura donde ellos estaban.

Era Hoseok junto a alguien más.

—Toma mi mano, nos pasaré al otro plano —le pidió Seok Jin, notando lo rápido que el otro obedecía ante ello.

Intentó, por más que sus energías estuvieran bajas, tratar de hacerlos desaparecer de aquel plano físico y esconderse de la persona que menos querían ver en esos momentos. Sin embargo, fue en vano. Su cicatriz dolió más y soltó un jadeo involuntario que preocupó de sobremanera a Taehyung.

—¿No puedes? —le preguntó. Jin sacudió la cabeza.

Entonces no quedaba otra opción. Taehyung se puso de pie, ayudando a que el otro imitara su acción y pasó un brazo sobre sus hombros para cuidar que no se balanceara y cayera.

—¿Qué haces?

Taehyung analizaba toda la habitación con detenimiento y pánico, intentando encontrar un lugar en el que pudieran pasar desapercibidos. Abrió uno de los armarios y se encontró con que el espacio de este era reducido y no habría espacio para ambos.

—Tenemos que encontrar otro lugar —dijo Taehyung.

Las pisadas se hacían cada vez más cercanas, y el chamán estaba inmovilizándose por los nervios. Seok Jin tuvo que actuar antes que él y lo arrastró dentro del armario. Cuando ambos estuvieron adentro, cerró las puertas con cuidado, extinguiendo la poca luz que llegaba del exterior.

Taehyung tenía el corazón apresurado y su mano estaba sobre su pecho como si estuviera intentando controlarse. El Dios por el otro lado, trataba de encontrar una posición adecuada para que su cicatriz no ardiera justo y como lo hacía en esos momentos.

—¿Estás bien? Creo que es mejor que te sientes y...

—Sientante —le ordenó Seok Jin, notando como este obedecía de inmediato y empezaba a removerse para hacerlo —. Y abre las piernas.

—¿Qué...? —dijo Taehyung, ahogando una exclamación por la vergüenza que le había causado.

—Voy a recostarme —dijo Yeomra, sintiendo su cicatriz doler cada vez más.

—Oh... Entiendo.

El chamán supo a lo que se refería y sintió como el otro se sentaba en el espacio libre entre sus piernas y recargaba su espalda en el pecho de Taehyung. Este mantuvo sus manos a sus costados, sin tocar al Dios de ninguna forma y tragó saliva.

Eran demasiadas cosas que procesar en tan poco tiempo.

Las puertas de la habitación sonaron, y dos voces masculinas se abrieron paso en el abismal silencio de esta. Taehyung intentaba controlarse por más que el pánico le estuviera embargando, a Seok Jin, por otro lado, se le complicaba el simple hecho de estar despierto.

—¿Entonces, su majestad? ¿Tiene algún plan? —preguntó una voz conocida.

El chamán se dió cuenta que se trataba del guardia más cercano a Hoseok, aquel que se había encargado de cuidar la espalda de ambos durante su estancia en el palacio.

—Tengo que regresar a esa provincia —respondió Hoseok, su tono de voz indicaba que algo le inquietaba —. Lo he visto, él está vivo.

«Están hablando de mí» pensó Taehyung. Su primera reacción fue buscar la mano de Seok Jin para sostenerla, el Dios se dio cuenta de ello y con las pocas fuerzas que le quedaban trató de darle un poco de tranquilidad con eso, acariciando sus nudillos.

—¿Está seguro? Las probabilidades de que no sobreviviera eran altas.

—Lo he visto, incluso hablé con él. Está bien, solo que... —hubo una pausa luego de eso, una pequeña pausa que se sintió como una eternidad para Taehyung —. Él me tiene miedo.

—No puede culparlo —respondió el guardia —. Usted le ha dado razones para perder su confianza.

—¡Eso ya lo sé! Y no sé qué hacer para recuperarla —respondió con frustración —. Lo necesito aquí conmigo. Tengo que convencerlo de regresar.

Taehyung frunció el ceño. ¿Qué era lo que se traía entre manos? Primero mencionaba que tenía muchas cosas que explicarle, y ahora quería que regresara al palacio. En los años que escapó hasta Gongju, la idea de que Hoseok no estuviera buscándolo le tranquilizaba.

Tener que escuchar la forma tan desesperada en que lo hacía le estaba asustando. No podría estar tranquilo ni siquiera en el lugar que tanto trabajo le costó rehacer su vida.

El Dios presionó sus labios para evitar soltar un gemido de dolor y echó su cabeza hacia atrás, haciendo más presión en el hombro del chamán. Esto sacó de su ensimismamiento a Taehyung, quien dejó de prestar atención a lo que Hoseok decía y se concentró en Seok Jin.

Dejó de sostener la mano del contrario y llevó su palma hasta la herida del Dios, intentando concentrar su mente lo más que podía. Necesitaba curarlo, Seok Jin lo necesitaba más que a nadie en esos momentos. Sintió una ligera quemadura en su palma, pero no se detuvo.

No cuando el chico estaba luchando con todas sus fuerzas el mantenerse lúcido.

—Tae, basta, vas a hacerte daño —murmuró Jin, sin embargo, había algo diferente en su toque que le hizo mantenerse quieto.

Taehyung no estaba quejándose, tampoco parecía estar pasando por dolor alguno. Seok Jin le miró con sorpresa. Su cicatriz no dolía, en realidad, el dolor había parado y sus energías estaban volviendo poco a poco. No era como si el ambiente a su alrededor hubiera sido mejorado en un extremo, pero Taehyung acababa de lograr algo que no había hecho antes.

Le había curado de forma temporal.

—¿Cómo...? —murmuró Jin, tomándole de la mano al no poder verlo dentro de la oscuridad en que estaban.

El chamán sintió un gran alivio recorrerle, pero también procedían las interminables cuestiones luego de ello. ¿Cómo era posible que hubiera logrado neutralizar su poder tan de repente?

—No sé —susurró —. ¿Te sientes mejor?

Seok Jin asintió.

—La coronación será dentro de poco, su majestad —escucharon al guardia indicarle a Hoseok —. ¿Debería hablar con la Agencia para comenzar a organizar los preparativos?

—Me encargaré de eso yo mismo —dijo, esta vez con un deje de irritación —. Quiero que busques a Taehyung y lo traigas hacia mí. Tiene que regresar con su familia, me encargaré de brindarle la vida digna que se le fue arrebatada.

—Vamos a pasar al plano astral —susurró Jin, Taehyung abrió los ojos y sacudió la cabeza más veces de lo necesario, aún cuando sabía que el otro no podía verlo.

—No... ¿Qué tal si algo sale mal?

—Tengo que ver la habitación, puede haber algo clave para lo que estamos buscando —mencionó Jin, poniéndose de pie con cuidado.

El chamán lo miró con desconcierto, ¿cómo iban a hacer algo tan riesgoso como eso? Sin embargo, la mano de Seok Jin estaba extendida hacia él, y supo que si quería ser de ayuda para él tendría que poner de su parte. Tomó su mano y dejó que el otro le guiara.

En un parpadear de ojos se encontraron fuera del armario, con Seok Jin sosteniéndolo con fuerza. Los dos sujetos no se percataban de su presencia, ni siquiera habían rechistado ante ello. Pero por más que estaban pasando desapercibidos gracias al poder de Seok Jin, Taehyung seguía sintiéndose nervioso.

—¿Sentiste eso? —preguntó Hoseok, poniéndose de pie y mirando a todos los lados. El guardia alzó una ceja y preparó su arma, alerta de cualquier intruso —. El cuarto se ha tornado frío de repente.

—Este palacio ha sido así siempre desde que fue abandonado —explicó el otro, restándole importancia.

—Bien... Entonces, confío en que lo encontrarás. Es de vital importancia que no falles en esto. Han pasado casi tres años desde que se fue de aquí, estoy preocupado por su salud —le dijo, remarcando la última oración. El guardia asintió —. Debe estar pasándola mal.

—Lo traeré aquí de inmediato, su majestad.

—Tengo algo que puede servirte —Hoseok sacó de su bolsillo un pergamino amarillento, tendiéndoselo a su guardia con cuidado.

—¿Es ese el amuleto? —preguntó Taehyung con curiosidad.

Seok Jin negó con la cabeza —. No lo es, míralo más de cerca.

Taehyung, aunque con dudas y el miedo a ser visto, se acercó hasta donde el amuleto estaba, sin dejar de entrelazar sus manos con el Dios. El pequeño pergamino amarillento tenía en su superficie unos caracteres en rojo y una serie de palabras encriptadas en color dorado que comenzaron a brillar de inmediato.

Sabía lo que se trataba, y se alejó de ahí con celeridad. Seok Jin le miró curioso.

—Va a saber que estoy aquí. Es un amuleto guía —susurró el chamán con pánico, Seok Jin sacudió la cabeza y lo atrajo más a sí mismo.

—Su majestad, el amuleto se ha encendido —el guardia mencionó.

Hoseok ladeó la cabeza —. Es imposible que Kim Taehyung esté en Hanyang. ¿Crees que él esté en nuestra búsqueda? Tal vez está buscando una forma de regresar a nosotros.

—Puede ser de esa manera.

—Es mejor que te apresures. Si alguien del palacio interno lo reconoce, entonces...

—No fallaré en encontrarlo, su majestad —el guardia hizo una reverencia y salió de ahí con el amuleto entre sus manos.

Hoseok fue quien se quedó unos momentos más, paseando por la habitación con una sonrisa entristecida. El chamán se mantuvo cerca de Seok Jin, deseando que el príncipe se fuera en cuanto antes de ahí y pudieran salir del palacio.

Lo vio detenerse en el escritorio, buscando entre los cajones hasta dar con un pequeño y descuidado libro. El príncipe heredero lo miró, pasando las hojas con cuidado y sonriendo con fuerza al ver el contenido de este. Taehyung supo de inmediato de qué se trataba.

No había día en que Hoseok y él no se escabulleran hasta ahí para hablar luego de un día cansado. Cuando no podían verse, el otro dejaba una pequeña carta en la cajonera, con esperanza de que el otro diera con ella al siguiente día.

Hoseok volvió a dejar los pergaminos en su lugar y salió del palacio con su rostro siendo consumido por la nostalgia. Que el chico se hubiera retirado, logró que Taehyung se sintiera aliviado y soltara la mano de Seok Jin de inmediato.

—Creí que nunca se iría —dijo Taehyung, sentándose en el suelo con cansancio.

—¿Estuvo Hoseok muy involucrado con la Agencia Estatal siempre?

Taehyung negó —. Nunca se interesó por ello. Solía decir que era aburrido. ¿Qué le habrá hecho cambiar de opinión para usar amuletos y creer con firmeza en ellos?

—Puede que el espíritu guardián esté en lo correcto. Tal vez Hoseok está escondiéndolo en algún lugar. Tendremos que seguirle el rastro más de cerca.

—Él está buscándome —dijo el chamán, apoyando su espalda en la pared —. No entiendo por qué lo hace.

Había mencionado algo sobre su estado de salud, pero Taehyung decidió no prestarle demasiada atención. Lo único que tenía que hacer era esconderse bien y tratar de que su pasado no interfiriera con el gran esfuerzo que hizo al llevar una vida normal lejos de ahí.

Por más que, en efecto, extrañara a su familia.

—Pero hay algo que no comprendo —añadió Seok Jin —. ¿Por qué está tan empecinado en buscarte? Debe haber alguna razón.

Taehyung se encogió de hombros —. No lo sé.

—Otra cosa, ¿cómo es que has logrado curarme, Kim Taehyung?

—¡Tampoco puedo comprenderlo! Solo pasó —dijo él, soltando una risa al ver la expresión del otro —. ¿Será que he podido tomar control de mi magia por fin? Ahora no podrás negarte a que te acompañe a todos lados.

—¿Siempre tratas de sacar ventaja?

Taehyung subió y bajó los hombros —. Tal vez. ¿Te parece que hago eso? Esta maldición de inversión de hechizos es más útil de lo que crees.

—Maldición… —murmuró Jin, entrecerrando sus ojos por esa palabra —. ¿De dónde has sacado eso?

—Oh, es solo un decir… ¿Por qué?

Yeomra ladeó la cabeza, chasqueando la lengua —. ¿Has recordado algo de tu vida pasada últimamente?

El chamán recordó los recuerdos de hacía un par de días. No eran recuerdos vívidos como tal, sino que se encaminaban más por sensaciones y emociones. Se avergonzó un poco, pues el ver a Seok Jin colapsar le había afectado más de la cuenta. Sacarlo a colación solo le haría ser un buen material para que el otro se burlara por un largo tiempo.

—Algo así…

—¿Qué fue?

—Creo que estuve presente durante tu muerte en nuestra vida pasada —admitió, encogiéndose de hombros —. Tu muerte… Tal vez tu muerte me afectó más de la cuenta.

—¿Mi muerte? ¿Has visto algo?

—Cuando te desmayaste hace una semana sentí como si la situación estuviera repitiendose. De repente tuve miedo de que no volvieras a despertar.

—¿Tuvo que ver con la traición de mi hermano? ¿Apuñalamiento?

Taehyung sacudió la cabeza —. No se sintió de esa forma. Pero hay algo extraño con tu pasado, ¿tus recuerdos sobre tu muerte siguen bloqueados?

—Sí, no ha habido ningún avance.

—Entonces trabajaremos en ello —respondió Taehyung, sonriendo un poco —. Recuperarás tu memoria y encontraremos el amuleto a tiempo. No voy a permitir que pase de otra manera.

—¿Tienes miedo de no volverme a ver?

El chamán bufó —. Un poco.

Seok Jin miró a Taehyung con una gran sonrisa. La sensación de odio seguía presente en él, y era desconcertante. Estaba seguro que el chamán no era un peligro para él y que el espíritu estaba solo exagerando. En esos momentos, por más que el odio era un sentimiento del cual no podía deshacerse, sintió una remembranza que logró hacer que su corazón se volviera más cálido.

Y esa noche, con tal recuerdo, se sintió más seguro para poder llevar a cabo lo que llevaba planeando por unos cuantos días.

—Tae —le llamó Jin, este volteó a verlo —. ¿Estás muy cansado?

—¿Por qué preguntas eso?

—Tenemos muchas cosas que discutir, tú y yo —le dijo Seok Jin a Taehyung, tomando con suavidad su mano —. Hay un lugar que quiero enseñarte, ¿qué tal si nos pasamos por ahí antes de regresar al Otro Mundo?

—¿Es seguro? ¿No estaríamos perdiendo tiempo? Hay que notificarles a los ángeles de la muerte acerca de lo que hemos escuchado aquí.

—Por favor —le pidió Seok Jin, haciendo un mohín con sus labios y mirándole de forma suplicante. Taehyung, aunque no podía verlo bien en la penumbra de la habitación, se sintió apenado por ruborizarse ante tal acción —. Cuando lleguemos ahí, te contaré la razón de mi insistencia.

—¿Seguro que no estás mintiendo?

—Confía en mí.

Taehyung presionó sus labios en una línea recta, y después de pensárselo por unos cuantos largos minutos, asintió —. Confío en ti.


¡Hola!

Jejeje, en los próximos capítulos se irá sabiendo más acerca de Hoseok y del pasado de Taehyung y Seok Jin 👀

Hay muchas claves en este capítulo también 🕴️

Espero el capítulo les haya gustado, muchísimas gracias por leer y el apoyo

Los tqm 💜 

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