Entre Tus Brazos

By NimeriaWhite

377K 22.2K 11.6K

Vera García acaba de vivir el peor momento de su vida, tal es así que acaba desmayándose en plena calle de no... More

1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
Agradecimientos
EXTRA

40

5.8K 328 97
By NimeriaWhite

He estado nerviosa por muchas cosas diferentes en mi vida. Lo he estado por incertidumbre, por inseguridad y por no saber qué hacer en ese preciso momento. Siempre ha sido por cosas distintas y en cada una de esas situaciones los nervios eran por una sola razón, pero ahora estoy tan nerviosa que me quiero morir.

Sentada en el restaurante elegido, tamborileo agitadamente los dedos sobre la mesa a la espera de que Rocío y Marta hagan acto de presencia, sin embargo, no toda mi inquietud se debe a ellas, sino que también hay un diminuto detalle que me hace querer arrancarme las uñas con los dientes.

—Vera, creo que ya es momento de que lo hablemos...

—Ahora no —interrumpo al preocupado Daniel.

—¿Y cuándo vamos a decidir qué hacer?

—Cuando sea menos ahora.

—Ya he intentado sacar el tema por lo menos cuatro veces y lo has evitado a toda costa —replica exasperado, hundiéndose a mi lado en la banca acolchada—. Esto es importante, joder, se trata de nuestro...

—¡He dicho que ahora no! —grito, sorprendiéndome tanto a mí como a él. Me arrepiento en el acto soltando un suspiro porque no era mi intención ser tan brusca, así que le tomo de la mano para que no se moleste—. Lo siento, es que necesito resolver las dificultades de una en una.

—Ya te dije que ellas no son un problema, te querrán igual que yo.

—Lo sé, pero no lo puedo evitar —alego, acariciando sus dedos de manera distraída—. En cuanto terminemos con esto y me sienta más tranquila, te prometo que hablaremos de lo de anoche, pero ahora no puedo.

Me atrae hacia él y deja un beso en mi cabeza, acción que me deja totalmente descolocada a pesar de que sé que es el hombre más tierno del mundo.

—Lo sé, nena, no te preocupes más. Podremos solucionarlo.

—Ninguna de las soluciones que tenemos es buena... —comento en voz baja, empezando a mover la pierna de arriba abajo con nerviosismo.

Mi día ha empezado terriblemente mal. Para empezar, hoy ha sido mi primer día de prácticas en el veterinario y me he sentido inútil todo el tiempo a pesar de saber cómo se hace todo; la teoría la tengo, pero la práctica... Después de seis horas de trabajo me entero de que hoy es el día elegido para conocer a la madre y a la hermana de mi novio y a todo esto súmale que anoche se nos rompió el condón.

No quise pensar porque mi mente no daba para más, solamente pude llorar desconsolada entre los brazos de Daniel a la espera de que fuera un sueño del que me iba a despertar.

No sé si quiero ser madre aún, pero tampoco estoy dispuesta a tomarme esa pastilla otra vez... al menos sin pensarlo detenidamente.

Después de conocer a Daniel, de camino a casa, paré en aquella farmacia porque así la situación lo requería. No había sido culpa mía y hubiera sido demasiado tarde si esperaba un mes para averiguar si estaba embarazada o no, por eso decidí de inmediato que esa pastilla era la única y adecuada solución, pero ahora... Ahora estoy tan confundida y contrariada que no sé ni en qué pensar.

—Ya están aquí —anuncia Daniel, levantándose del asiento y tomando mi mano.

En cuanto giro la cabeza estando ya en pie, el estómago se me comprime tanto que parece que estuviera envasado al vacío. Mis manos son un manojo de nervios que tiemblan casi tanto como mis piernas y lo único que puedo hacer es detallar sus rasgos mientras se acercan.

Rocío, quien va la primera, viste con una elegante falda de tubo azul oscuro y una chaqueta a juego del mismo color sobre una camisa blanca. Su cuello está adornado por un collar de perlas blancas al igual que las perlas que cuelgan de sus orejas, dándome la sensación de que es tan elegante como Daniel me comentó. Su melena oscura cae hasta la mitad de su cuello bien peinada y sus ojos azul claro parecen brillar a causa de la alegría.

Marta viste de una forma en la que yo lo haría; pantalones vaqueros y jerséi gris a juego con sus zapatos. Su melena castaña descansa en una coleta alta de cabello liso y sus ojos del mismo color que los de su madre buscan a Daniel por el local hasta dar con él. Entonces, la joven sonríe ampliamente.

—¡Dani! —exclama su hermana, lanzándose a los brazos de mi campeón—. Te he echado de menos.

—Yo a ti también —responde mientras se separan.

—Y por eso me debes cincuenta euros.

—¿Perdona?

—Han pasado muchos meses desde navidad, así que me debes el regalo.

—¿No te bastó con los cien que te envié?

—Los invertí en mamá, entonces no cuenta.

Daniel la mira con reproche un momento, pero sé que está intentando contener la sonrisa. Entonces, Marta se hace a un lado y es el turno de Rocío para abrazar a su hijo.

—¡Ay, mi grandullón! —exclama la mujer contenta—. No puede pasar tanto tiempo sin vernos, no vuelvas a dejarnos plantadas.

—Lo siento. He tenido unos meses horribles y...

—No importa, cariño, ya estamos aquí —dice ella, sonriendo al separarse de Daniel.

El momento en el que se saludan y abrazan después de todo el tiempo que llevan sin verse me parece bonito y emocionante, pero no puedo aguantar los nervios que arañan mi estómago y que me hacen temblar cuando mi novio decide prestarme toda su atención al pasar su brazo por mi espalda.

—Marta, mamá, esta es Vera —me presenta orgulloso y quiero comérmelo a besos—. Chicas, esta es...

—¡Ay, dios, eres guapísima! —grita la mujer sorprendida, interrumpiendo a su hijo y aplastándome en un abrazo que me corta la respiración—. Estoy tan contenta de conocerte al fin. Daniel nos ha hablado mucho de ti.

La mujer se separa de mí y es el turno de Marta para saludarme.

—Tranquila, sólo nos ha contado cosas malas —bromea Marta después de darme dos besos.

—Es un placer conoceros —digo, aguantando la vergüenza a raya para que no desate el huracán de nervios que tengo por dentro.

Trato de mantenerme serena y de apartar los pensamientos negativos a un lado para poder pasar la velada en calma, pero mi mente no colabora y los problemas se me amontonan en la cabeza mientras me fuerzo a sonreír para no evidenciar el agobio que siento.

Estoy a punto de un colapso mental y emocional del que no sé si podré salir.

—¿Comemos? —propone Daniel con una sonrisa y agradezco que su humor sea tan bueno porque ayuda a aliviar la tensión que llevo por dentro, aunque esta no llega a desaparecer.

Nos sentamos en la mesa que mi campeón y yo habíamos elegido y la familia se pone al día mientras decidimos qué vamos a comer. Mientras tanto, yo me mantengo callada y sonrío cuando me miran, aparentando también que busco algo de mi interés en el menú a pesar de tener el estómago cerrado.

Acabamos pidiendo lo deseado y yo me decanto por una simple ensalada para no llamar la atención, ensalada que no voy a comerme entera seguro, y la conversación entre la familia sigue siendo vivaracha y alegre a la vez que yo me retuerzo los dedos bajo la mesa producto de la inquietud que carcome mis entrañas.

Mi pierna se mueve rápidamente de arriba abajo mientras pienso en que no quiero pensar más y Daniel parece ver que los nervios me van ganando la batalla porque toma mi mano con la suya y la acaricia con el pulgar mientras escucha lo que su madre le dice.

Le agradezco mucho que esté pendiente a mí pese a que hace mucho que no ve a su madre y a su hermana y sé que lo mismo que me quema por dentro también le preocupa a él. Le preocupa tanto que quería hablarlo desde anoche y yo no le dejé por tener miedo; sin embargo, soy consciente de que debemos aclarar esta situación lo antes posible porque el tiempo corre en nuestra contra.

—Daniel me contó que estudias veterinaria —comenta Marta, dirigiéndose a mí.

—Sí.

—¿Te queda mucho para acabar la carrera?

—Un par de meses. Ahora mismo estoy haciendo las prácticas y cuando las termine me darán mi título.

—¡Qué casualidad! —exclama Rocío con evidente sorpresa—. Marta ha estado un tiempo planteándose estudiar veterinaria también.

—Es una gran carrera —afirmo con una sonrisa—. Un poco larga y algo costosa, pero si de verdad te gustan los animales es preciosa.

—Por eso mismo me lo he planteado —responde Marta, doblando una servilleta un tanto distraída—. Me encantan los animales y ya estoy en mi último año de instituto, así que...

Comemos entre tranquilidad y diversión y doy gracias a que mis problemas parecen darme un descanso cuando Rocío decide contarme anécdotas de Daniel cuando era pequeño. No le imagino poniéndose la ropa interior en la cabeza como Rocío afirma que hacía ni pintándole la cara a su padre cuando estaba dormido; debió de ser muy travieso de niño.

Al empezar con el postre, los nervios afloran nuevamente en mi ser cuando una pareja joven entra al local con un carrito de bebé y se sientan justo en la mesa de enfrente. Se me hace imposible apartar la mirada del carrito y me pregunto si eso es lo que quiero ahora o si por el contrario, detestaría estar en esa situación, pero ninguna respuesta me llega. Ninguna de las dos ideas me parece mejor que la otra y estoy tan liada mentalmente que hasta dejo de escuchar lo que mis acompañantes hablan.

Acabo de aprender a vivir otra vez. Acabo de encontrar la redención y la paz conmigo misma y precisamente ahora todo vuelve a complicarse... El destino me tiene aborrecida.

—Vera... —la suave voz de Daniel me hace volver a la realidad.

—Dime.

—¿Nos vamos? —cuestiona con un tono evidente, dándome a entender que la comida ha finalizado.

—Sí, sí, perdón...

Daniel, tan caballeroso como siempre, abre la puerta para nosotras y salimos a la calle donde hace un día fantástico. El sol brilla sin nubes que opaquen su luz y la gente pasea por las aceras disfrutando del buen día que hace.

Rocío camina por delante con Daniel, agarrándole del brazo como si fueran a un altar y debo decir que la mujer está realmente feliz de pasar un rato con su hijo, pero lo que más me gusta de la escena es que Daniel la acaba abrazando porque, aunque no lo diga, la ha echado mucho de menos.

—¿Cómo fue? —me pregunta Marta, caminando a mi lado.

—¿El qué?

—Mi madre y yo sabemos que Manuel te hizo algo malo, pero quería saber qué fue lo que pasó porque mi hermano no quiso hablar de ello. Sólo dijo que se pasó mucho contigo.

Mentir no es algo que me guste y tampoco voy a ser maleducada al decirle que ese tema no le interesa, por lo que acabo encontrándome en una situación comprometida.

—Manuel... —trago saliva— se me insinuó y... a pesar de que yo me negué, él insistió mucho. Tanto que tu hermano tuvo que... intervenir.

—Pero Manuel sabía que eres la novia de Daniel, ¿verdad?—indaga la muchacha.

—Marta —pronuncia Daniel con un tono firme y severo, sólo entonces me doy cuenta de que tanto él como su madre han frenado sus pasos para mirarnos.

—¿Qué?

—Ya basta —concluye mi campeón seriamente, acercándose a mí y tomando mi mano.

—Sólo quería saber qué...

—He dicho que ya basta.

Marta resopla fastidiada y reanuda la marcha para caminar al lado de su madre.

—Perdónala, es demasiado cotilla —se disculpa él, ya más tranquilo.

—No te preocupes, ahora mismo tengo en la cabeza cosas peores.

—Creía que no querías pensar en eso.

—Sí, pero se me está haciendo imposible.

—Lo solucionaremos, preciosa.

Algo en mí desea saber...

Algo en mi interior ansía preguntarle algo muy importante que a la vez me avergüenza y la necesidad de saberlo puede conmigo.

—¿Tú quieres...? —comienzo a preguntar, pero soy interrumpida por Rocío.

—Dani, hazme una foto aquí.

Mi campeón aguarda un momento esperando a que yo continúe con lo que estaba diciendo, pero niego con una pequeña sonrisa para que vaya a hacer lo que su madre le ha pedido. Me mira un par de segundos más y se marcha a hacerle la foto a su madre delante de una estatua rodeada de flores a los pies.

Suspiro pesadamente mientras contemplo la escena, preguntándome si sabré sobrellevar todo esto. No creo ser capaz de soportar más mierda, como Daniel diría, y no sé si estoy hecha de esa pasta especial que debería ayudarme a tomar una buena decisión.

(...)

Le mando un mensaje de texto a mi tío avisándole de que no dormiré en su casa, a lo que él me responde casi inmediatamente con un ok.

Me desplomo sobre la cama de mi novio soltando un suspiro de agobio porque no he dejado de darle vueltas al tema del preservativo roto y tampoco lo he podido hablar con Daniel porque soy una histérica que no le ha dejado sacar el tema y porque su madre y hermana han estado todo el tiempo delante, cosa que entiendo perfectamente porque hace mucho que no ven a Daniel. Se suponía que iban a verse después de navidad y entre nuestra ruptura, sus entrenamientos y lo de ese hombre que me hizo aquello tuvieron que posponerlo hasta ahora; justo en un momento tan turbio...

Conforme más tiempo pasa, más desesperada y ansiosa me vuelvo y no puedo dejar de imaginar la conversación que quiero tener con Daniel ahora cuando ingrese en la estancia.

Tengo tantas ideas, tantos pensamientos contradictorios que dudo de mi capacidad mental para soportar tantos problemas. Creía que por fin la vida me daba un descanso permanente, pero ha resultado ser solamente una pequeña tregua; no hemos resuelto un problema cuando ya tenemos otro encima.

La habitación parece comprimirse cuando el imponente y grande cuerpo de Daniel se adentra a paso decidido para sentarse al lado de su pensativa novia.

—¿Cómo estás? —murmura preocupado, acariciando mi cabello esparcido por la cama.

—Viva, que parece ser lo único bueno.

—No digas eso —protesta mi campeón, acostándose a mi lado para acariciar con suavidad mi barbilla.

—Es que es lo único medianamente normal que puedo sacar de todo esto, Daniel. ¿No te sientes agobiado?

—Constantemente, arisca.

—¿Y cómo haces para aparentar que todo va bien? Yo ni siquiera soy capaz de respirar con calma al pensar en todo lo que tenemos encima.

—Simplemente confío en que todo se solucionará —confiesa, observando mi rostro mientras lo acaricia lentamente, dándome esos mimos que no sabía que tanta falta me hacían.

—¿Cómo van a resolverse? —cuestiono, agobiada y desesperada—. Cada vez se nos van acumulando más cosas que parecen no tener solución.

—Si lo que te preocupa es lo de... Manuel, déjame decirte que tenemos prácticamente el juicio ganado. Tenemos pruebas, tu denuncia y gente que hablará en nuestra defensa.

—Eso me tiene un poco más tranquila, lo admito, pero ¿qué hay de lo otro?

—¿Eso otro de lo que no querías hablar? —su humor al preguntarlo me saca de quicio porque no parece que se lo esté tomando en serio.

Me siento sobre la cama con el corazón a cien por hora y las manos temblándome de exasperación.

—Esto es serio, Daniel —replico protestona—. No estamos preparados para algo así.

—¿No lo estamos?

La simpleza de la pregunta me deja enmudecida y petrificada. Tragar saliva me cuesta un esfuerzo grandísimo y mirarle a los ojos es como mirar hacia la promesa de un sólido y bien estructurado futuro que asegura su compromiso conmigo.

—¿Te estás escuchando? —pregunto fuera de mis cabales.

—Perfectamente.

—Estamos hablando de un bebé, Daniel.

—Lo sé —pronuncia, encogiéndose de hombros.

—¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!

—Ya te lo he dicho, se solucionará de una forma u otra.

Me pongo en pie para que al caminar mis nervios se relajen y me permitan pensar más claramente porque el comportamiento sereno de Daniel me empieza a molestar.

¿Es que acaso no se da cuenta de que esto es muy importante? ¿Es que no ve que esto nos viene grande? ¿No piensa tomárselo con seriedad?

—¿Es que no te afecta? —acabo preguntando, hecha un mar de nervios asfixiantes—. ¿No te preocupa saber que un bebé entorpecerá tu vida?

—Estás hablando como si ya hubieras decidido tenerlo, Vera —señala, disimulando una ligera sonrisa que me deja perplejamente fascinada por un segundo.

«¿Ya lo he decidido...?», pienso, congelada en mi lugar con la mirada puesta en sus ojos rasgados.

—Si es así —continúa él, poniéndose en pie para llegar hasta a mí y tomar mis mejillas con sus grandes manos—, déjame decirte que me estás haciendo el hombre más feliz del mundo.

—¿Tú...? ¿Tú quieres tenerlo?

—¿Tener una prueba de que nuestro amor es invencible? ¿Tener a alguien que me recuerde todos los días lo maravillosa que es mi vida desde que llegaste a ella? —sus orbes grisáceos conectan con los míos de una forma tan tierna y emocionante que mi corazón se salta un par de latidos—. ¿De verdad me preguntas si quiero tener algo que me unirá a ti por siempre?

—Estás de acuerdo... —no pregunto, afirmo lo evidente mientras que las lágrimas se hacen dueñas de mis ojos.

No puedo creerlo. No soy capaz de comprender cómo es que Daniel está tan conforme con la idea de ser padre.

—Vera, te estás ahogando en un vaso de agua —dice, apartando el cabello de mi cara—. Te está dando ansiedad por algo que ni siquiera sabemos si va a suceder. Es probable que esto no sea más que un susto. Puede que tu regla llegue cuando tenga que hacerlo y no tienes por qué preocuparte tanto ahora.

—Pero querrías tenerlo.

—Una cosa no cambia la otra, preciosa. Claro que querría tenerlo, ¿acaso tú no?

—Yo... Yo...

Daniel sonríe y besa mi frente en un intento del todo certero por aliviar mi estrés.

—Esperaremos a que te venga la regla y si no, lo solucionaremos.

—Confías mucho en que podremos sobrellevar esto —digo mientras poso mi mano en la de él que acaricia mi mejilla.

—Confío en todo lo que tenga que ver contigo, nena. Ya sabes que creo en nosotros.

*
*
*
¡¡Hola, mis campeonas!!

¿Qué creéis? ¿Está embarazada o no lo está?

Como siempre digo: espero que os haya gustado este capítulo tanto como a mí escribirlo.

Muchos besos desde España ❤️❤️

—Nimeria.

Continue Reading

You'll Also Like

425K 27.7K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
EL INDOMABLE By

Fanfiction

69.5K 5.3K 45
Sasuke heredo una hacienda por parte de su abuelo Indra, en la cual tiene que ir a verla pero tiene de vecino a un rubio muy... ¿Que pasara cuando Sa...
2.2M 49.9K 19
Avril siempre anduvo por la vida al 74%. Solo se completó cuando aquel hombre apuesto, elegante e intimidante, apareció con 26 centímetros que le hic...
1.2M 57.4K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...