Tú, Yo y El Mal

By MabelPazAvalos

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Dicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien d... More

PRÓLOGO
• CAPÍTULO 1 •
• CAPÍTULO 2 •
• CAPÍTULO 3 •
• CAPÍTULO 4 •
• CAPÍTULO 5 •
• CAPÍTULO 6 •
• CAPÍTULO 7 •
• CAPÍTULO 8 •
• CAPÍTULO 10 •
• CAPÍTULO 11 •
• CAPÍTULO 12 •
• CAPÍTULO 13 •
• CAPÍTULO 14 •
• CAPÍTULO 15 •
• CAPÌTULO 16 •
• CAPÍTULO 17 •
• CAPÍTULO 18 •
• CAPÍTULO 19 •
• CAPÍTULO 20 •
• CAPÍTULO 21 •
• CAPÍTULO 22 •
• CAPÍTULO 23 •
• CAPÍTULO 24 •
• CAPÍTULO 25 •
• CAPÍTULO 26 •
• CAPÍTULO 27 •
• CAPÍTULO 28 •
• CAPÍTULO 29 •
• CAPÍTULO 30 •
• CAPÍTULO 31 •
• CAPÍTULO 32 •
• CAPÍTULO 33 •
• CAPÍTULO 34 •
• CAPÍTULO 35 •
• CAPÍTULO 36 •
• CAPÍTULO 37 •
• CAPÍTULO 38 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 39 •
• CAPÍTULO 40 •
• CAPÍTULO 41 •
• CAPÍTULO 42 •
• CAPÍTULO 43 •
Hermes Sevilla
• CAPÍTULO 44 •
• CAPÍTULO 45 •
• CAPÍTULO 46 •
• CAPÍTULO 47 •
• CAPÍTULO 48 •
• CAPÍTULO 49 •
• CAPÍTULO 50 •
• CAPÍTULO 51 •
• CAPÍTULO 52 •
Antonella Pasquarelli
Maxon Lee
Bratt Smith
• CAPÍTULO 53 •
• CAPÍTULO 54 •
• CAPÍTULO 55 •
• CAPÍTULO 56 •
• CAPÍTULO 57 •
• CAPÍTULO 58 •
• CAPÍTULO 59 •
• CAPÍTULO 60 •
• CAPÍTULO 61 •
• CAPÍTULO 62 •
Liam Davis
• CAPÍTULO 63 •
• CAPÍTULO 64 •
• CAPÍTULO 65 •
Bratt Smith
• CAPÍTULO 66 •
• CAPÍTULO 67 •
• CAPÍTULO 68 •
• CAPÍTULO 69 •
• CAPÍTULO 70 •
Lily Brooks
Lily Brooks
Lily Brooks
• CAPÍTULO 71 •
• CAPÍTULO 72 •
• CAPÍTULO 73 •
• CAPÍTULO 74 •
• CAPÍTULO 75 •
• CAPÍTULO 76 •
• CAPÍTULO 77 •
• CAPÍTULO 78 •
• CAPÍTULO 79 •
• CAPÍTULO 80 •
• CAPÍTULO 81 •
• CAPÍTULO 82•
• CAPÍTULO 83 •
• CAPÍTULO 84 •
• CAPÍTULO 85 •
• CAPÍTULO 86 •
• CAPÍTULO 87 •
• CAPÍTULO 88 •
• CAPÍTULO 89 •
• CAPÍTULO 90 •
• CAPÍTULO 91 •
• CAPÍTULO 92 •
• CAPÍTULO 93 •
• CAPÍTULO 94 •
• CAPÍTULO 95 •
• CAPÍTULO 96 •
• CAPÍTULO 97 •
• CAPÍTULO 98 •
FINAL
REPORTAJE POLICIAL
MARILIA

• CAPÍTULO 9 •

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By MabelPazAvalos

Me despido de Antonio cuando subo al auto que me llevará a la universidad. En el desayuno rulitos estuvo callado en todo momento y después de la plática que tuvimos anoche no sé qué pensar.

Llego a la universidad a tiempo y me saludo con algunos de mis amigos que se alegran de volver a verme.

Tomo mis primeras clases y me encuentro con Liam en el almuerzo. Adoré cuando me estrechó en sus brazos y me dijo que me había extrañado.
Pero después se enfureció cuando Valentina lo golpeó en el brazo y lo hizo alejarse para abrazarme a mi.

Nos pusimos al día y me platicaron todo lo que había estado sucediendo en mi ausencia. Tenía que ponerme al corriente con las materias y unos exámenes ya se acercaban.

Les conté sobre la lagartona y hasta a ellos mismos les cayó mal y eso que aún no la conocían.

[...]

—Vaya, hasta que la señorita Sevilla se digan a aparecer. —Exclama el maestro y todos se quedan callados al momento de salir del salón—¿Cree que esto es un hotel en donde puede venir cuando se le pegue la gana?

—No señor.

—No señor. —Me arremeda—Yo no sé lo que digan sus demás maestros, pero las faltas en mi clase tienen consecuencias ¡Y va para todos!—Grita—Acompáñeme a mi oficina porque le daré un citatorio.

—¡Pero...!

—¿Pero? ¡Cállese y camine! ¡Y no me obligue a llamarle a sus padres!

—Sí profesor.

Me cuelgo mi bolso algo apenada por las miradas de mis compañeros.
Camino detrás del maestro y cuando cierra la puerta detrás de mi, escucho el pestillo.

—¡Ven aquí pequeña!—Me río y me arrojo a sus brazos—Te eché tanto de menos.

—Por un momento creí que sí me estabas regañando.

—Claro que las faltas sí tienen consecuencias para ti. —Siento su mano meterse debajo de mi falda. Él es directo, él va y me manosea a su gusto, recargándome en su escritorio para que no tenga salida—Creo que amerita unos buenos azotes.

—No por favor. —Le suplico, pero ¡Obvio que quiero!

—Oh si. —Me "resisto" todo lo que puedo pero él no para de forcejearme hasta ponerme boca abajo en su escritorio con mi trasero a su vista—Aprende a ser una buena niña.

El primer azote y no puedo tener más grande la sonrisa de satisfacción.
Los ruidos se escuchan por toda su oficina, los ruidos que provoca su mano en mi trasero, piel con piel. Y aunque me arde, me gusta.

Gimo cuando se quita la corbata y me la amarra en el cuello como si fuera una correa.
Los azotes continúan y ya me siento muy mojada.

Su primera estocada se hace presente sin avisar.
Jala la corbata para ahorcarme y no deja de penetrarme duro contra el escritorio

Ese Gemido, labios rosados, carnosos, cuerpo esculpido por los mismos ángeles, cabello con rulos, ojos penetrantes, autocontrol de sí mismo, sus manos sobre mi, sus besos en mi cuello.

No puedo dejar de pensar en aquel chico de rulos y eso me afecta, ¡No quiero pensar en él!

Cierro los ojos tratando de concentrarme en el placer que siento pero de nuevo rulitos aparece en mi cabeza.
El beso que nos dimos en su oficina hace que me vuelva loca. El haberlo visto sin camisa, con sólo ropa interior me provoca tanta excitación que siento mi vagina contraerse en el pene de Derek.
Mi clímax está cerca y la imagen de aquel chico no se borra de mi mente.

Abro los ojos y me encuentro con la placa del escritorio: Mr. Derek. Tiene grabado.

¡Estoy con Derek joder! ¡Deja de pensar en él!

El rose de sus labios con los míos, de sus labios sobre mi cuello y del poco roce de sus manos sobre mi, hace que explote en mi orgasmo.


Tras varios minutos los dos tomamos la compostura y ahora me tiene sentada en sus piernas, tocándome el rostro.

—Eres la alumna más sexy de todas. —Sujeta una de mis bubis y la aprieta—Estas nenas son mías, ¿Oíste?—La mirada de Ruggero cuando me vio sin sostén se me cruza en la mente.

—Si maestro.

—Que bueno, pequeña. —Me abraza y me siento como una bebé estando sobre él—¿Vendrás a mí departamento saliendo de aquí?

Ya no le quiero mentir a Derek, pero sé que sí le digo la verdad se va a asustar y no querrá tener nada conmigo, yo lo amo en serio.
Suspiro.

—Pequeño, te seré sincera. —Paso saliva—Ahora me tienen muy vigilada y me es imposible escaparme sin que alguien me vea.

—Todo sería más sencillo si vivieras conmigo.

Mi corazón se acelera con sus palabras y me alejo para mirarlo a los ojos.

—¿Disculpa?

—Me gustaría que.. cuando salieras de la universidad y cuando ya no sea tu maestro, tal vez podríamos tener algo más serio en lugar de hacer todo esto a escondidas. —Soñé tanto con éste momento—Me gustas, te gusto, y quisiera poder salir contigo a un lugar donde no sea mi departamento, poder salir al cine o por un helado y que nos vean tomados de las manos. —Si Hermes nunca me hubiera enseñado a no llorar, tal vez ahorita estaría muerta en lágrimas.

—¿Hablas de que deseas tener una relación conmigo? ¿Formal? ¿Novio y Novia?

—Claro, pero cuando salgas de la universidad. Ya mero te gradúas y estaría lindo, ¿No crees? —Sonrío—Claro que primero tendría que hablar con tus papás y con tu hermano para que me dieran permiso.

Y mi sonrisa se borra.

—Eso va a ser un problema.

—Lo dudo.

—¿Cómo estas tan seguro?

—Tú confía en mi, tengo todo bajo control.

—Mi familia es... Algo complicada.

—Por lo que me has contado no son tan flexibles contigo. —Niego—Háblame de ellos.

—Soy la consentida de mi hermano. Él siempre quiere ver por mi bien y digamos que ninguno de los novios que he tenido le ha agradado. Suele golpear a los que no les cae bien. —Por no decir que los mata—Como en el caso de Sergio que creo que ya toda la universidad se enteró que lo golpeó porque le dije.
Mi padre es igual, bueno, no sé si decir que es peor porque ambos están casi en el mismo nivel. Es muy estricto con todos menos con nosotros.

—¿A qué se dedican?—Hacen cosas ilegales.

—Mi padre es empresario de bienes raíces. —Miento—Mi hermano va por su legado.

—¿Y tu mamá?

—No vive conmigo, no sé nada de ella más que le gusta cocinar. —Sí sé cosas de mi madre, pero no tengo permitido decir nada—Y aquí estoy yo. Encima de mi Maestro perdidamente enamorada.

—¿Enamorada?—Me sonríe coqueto—No seas tontilla, no puedes estar enamorada de mi.

—¿Acaso tú no lo estás de mi?—No muestres debilidad, Karol.

—Enamorado es una palabra muy fuerte, tú me atraes.

—Tienes razón, es una palabra muy fuerte creo que no debí de haberla dicho. —Miento—Lo único que tengo contigo es atracción sexual.

—Exacto. —Me besa—Ya es hora de que te vayas, tu hermano te ha de estar esperando afuera. —Mejor dicho Ruggero—Anda pequeña, nos vemos mañana.

—Adiós profesor. —Dejo que me bese una última vez antes de salir de su oficina.

Tengo el corazón en la garganta y tengo unas terribles ganas de llorar. Más sin embargo no lo hago porque yo no nací para ser una débil.

Salgo de la universidad y el auto negro ya está afuera esperándome. Creo que todos me miran cuando ven al hombre tan sexy y elegante recargado en el coche esperándome con su mirada fría.

Me saluda, pero yo entro de corrido. No tengo ánimos de hablar con nadie.
Soy tan estúpida, no debí de haberle dicho que estaba enamorada. Sólo he quedado con la cara de payasa al ver que no me lo correspondió.

—¿Te ocurre algo?

—Nada.

—Vienes muy callada.

—No tengo ganas de hablar.

—Si, estás enojada.

—No estoy enojada. —Humillada si.

—¿Pasó algo con tu ex novio? Puedo tomar cartas sobre el asunto. No he querido hacerlo porque te lo dejo a ti, pero sólo dime si te molesta y...

—No. No me ha molestado y no quiero que lo mates. De él luego me encargo yo.

—Bien.

—Sólo... estoy cansada.

—Tú quisiste regresar.

—Y no me arrepiento.

El resto del transcurso es lento. Él hace llamadas en Italiano y se la pasa distraído siempre.

Llegamos a la casa, y para cuando estoy por cruzar el living él me detiene.

—¿Cómo te puedo complacer para que ya no estés estresada? Pídeme lo que quieras, que yo te lo traigo.

—Guau, tomen video porque nunca volveremos a escuchar a Ruggero decir eso. —Se burlan personas por detrás de mi y capto que son sus amigos. Si bien no me equivoco: uno es Agustin, el científico. El que habló es Dalton que se supone que es el cerebro que controla la tecnología y a un lado está otro chico que por su complexión diría que es Maxon, el que controla las armas.

—Hola chicos. —Ruggero los saluda y veo que el chico nuevo me ve de abajo para arriba; aún tengo el uniforme.

—Karol, ya tienes domada a la bestia.

—¿Ella es Karol?

—Si Maxon, es de la que te platicábamos.

—Tuviste buen ojo, Ruggero. —El comentario no le causa gracia a nadie y es porque rulitos lo fulmina tanto que si su mirada tuviera armas, ya lo hubiera matado.

—Sí hay algo que puedes hacer para que ya no esté estresada. —Cambio de tema.

—Dime.

—¿Podemos comer pollo frito?

—¿Pollo frito? Amelia ya preparó la comida. —Le hago ojitos y termina asintiendo—Mandaré a uno de mis hombres por pollo frito, ¿quieres algo más?

Y ahí es donde se atraviesa esa lagartona.
Tiene papeles en las manos pero atrae la mirada de todos por su diminuto escote y me hace sentir mal, porque yo tengo el uniforme.

—No rulitos, es todo. —Me acerco provocativa, enrollo mis brazos en su cuello y le planto un besote ardiente. Anhelaba volver a besarlo.

Sus manos viajan a mi espalda y desearía que estuvieran en una parte de mi cuerpo más intima pero no es así. Sólo me puedo conformar con sus labios carnosos y su deliciosa lengua.

Me separo tirando de su labio inferior y volteando a ver a la lagartona con superioridad.

—Lagartona... digo, Ana. —Le sonrío—No te había visto, ¿comerán con nosotros? rulitos mandará a pedir pollo frito.

—¿Rulitos?—Cuestiona Maxon con una sonrisa—Me gusta ese apodo.

—Tú no me puedes llamar así.

—Rulitos. —También habla Agustin.

—Me gusta. Desde ahora te nombramos, Mr. Rulitos. —Se burla Dalton también y veo Ruggero se marcha sin decir nada hacia su despacho.

Los chicos sueltan carcajadas y yo me dispongo a subir las escaleras cuando es Dalton el que me habla.

—Nos caes bien, Sevilla.

—Salúdanos a tu hermano de nuestra parte.

—¿Lo conocen?—Indago y ellos asienten, en especial Agustín.

—Un buen científico con las drogas.

—Francotirador de primera. —Espeta Maxon.

—Y controla tecnología de primera. Tu padre le enseñó bien a ese muchacho.

—No olvidemos que es bueno en la cama. —Ana trata de provocarme pero no lo consigue.

—Guau, no lo puedo creer.

—¿Qué? Es la verdad.

—No. No puedo creer que todos digan de sus conocimientos y tú salgas como siempre como una lagartona, dime, ¿Tú qué haces? ¿Sólo te acuestas con las personas? ¿Eres una máquina de placer? Porque si no te diste cuenta todos estaban diciendo cosas importantes y tú saliste con eso; ¿Querías provocarme? ¿Hacerme enojar? Primero piensa tus palabras, porque si sigues así seguiré pensando que eres una lagartona. —Avanza hacia mi amenazante con la mano en el aire pero antes de darme una cachetada, detengo su mano y se la doy yo.

Los chicos llegan por detrás y la separan de mi, yo me mantengo con mi postura en alto.

—¿Te crees la gran cosa?

—Soy la gran cosa.

—No eres más que una ramera.

—¿Envidia de que ésta ramera se ligó al rey de la mafia y tú no?

—¡Él era mío!

—¡Era! Ahora es mío, pinche vieja arrastrada. Me das pena mujer, me das pena.

—No te humilles Ana. —Le dice Agustin quien se la lleva junto con Dalton, dejándome con Maxon a solas.

—Guau.

—Ella se lo buscó.

—Te entiendo. Ana puede ser muy irritante pero me sorprende que no te dejaste intimidar. Ella suele provocar que la gente agache la cabeza pero tú no lo hiciste.

—La agachan los débiles, yo nunca. —Me sonríe con lujuria.

—Ya veo porque Ruggero te eligió.

—Si, lo sé. Pero así soy yo y me gusta ser así.

—Te admiro. —Sonreí a mis adentros, pero aún tengo el ceño fruncido.

—Gracias.

—Ruggero tiene su hora de comer muy estricta. Te recomiendo que vayas a cambiarte de ropa porque te estará esperando. —Se acerca a mi, tanto que logra ponerse alado de mi oído y me susurra—Ana estará en la comida, sugiero que te pongas algo que le llame la atención al patrón.

—Yo no soy su puta. —Vuelve a sonreírme cuando se aleja.

—Buena respuesta. Buena respuesta...

Lo veo alejarse y no me quedo mucho tiempo, me voy directo a escaleras arriba y me pierdo entre todas las habitaciones hasta llegar a la de Ruggero.

Si, traje ropa para acá. Bueno, tampoco es que la haya hecho bola y la trajera. Odio desempacar el equipaje, así que me traje toda mi maleta hacia acá y así no tengo que ocupar espacio en el armario, sólo vengo y hecho mi ropa limpia y ya.
Si, soy muy floja con el tema de la ropa.

Me meto a la ducha y me texteo con Derek antes de bajar. Tengo que hacerle entender que no me dolió su comentario y que todo sigue normal.

Bajo ya lista y veo que Ruggero ya está en la punta de la mesa y tan sólo me ve, guarda el teléfono. Bien sabe que es una de las "reglas" que puse. Lo digo entre comillas porque sólo lo dije por joderlo.

—Ya llegó el pollo frito.

—Bien. —Me siento a su lado y en eso llegan sus amigos haciendo ruido y desorden a colocarse también en la mesa; la lagartona se pone justo a su otro lado y eso me molesta.

Todos hablan entre sí y para cuando traen el pollo frito, todos se ponen a comer pero sin dejar de hablar.

—¿Qué te pasó en la cara, Ana?—Cuestiona Ruggero y efectivamente veo que la tiene roja por mi cachetada.

Todos se callan para escucharla hablar.

—Un animal me golpeó.

—¿Qué? ¿Quién?

—Es normal, Rulitos. —Lo tomo de la mano—Los animales suelen pegárseles mucho a las lagartonas. —Todos sus amigos se ríen a carcajadas pero a Ruggero no le causa risa.

—¿Qué está pasando aquí? Karol, ¿Tú la golpeaste?

—Me defendí.

—¿Por?

—Prefiero golpear a que me golpeen, así de fácil.

Ana me fulmina y escucho el gran suspiro de Ruggero como si no supiera que hacer.
Y no dice nada, sólo se enfoca en seguir comiendo.

—¿¡No le vas a decir nada!?

—Si la provocaste, te lo mereces.

—¡Pero...!

—No quiero berrinches en la mesa, Ana por favor. —Me fulmina y yo le sonrío lo más cínica.

Los chicos cambian de tema y ninguno vuelve a retomar lo sucedido.

Al terminar de comer todos se van a hacer no sé qué cosas y yo subo para hacer mis tareas.
Como decidí ya nunca poner un solo pie en mi recámara, me dedico a hacerla en la de Ruggero en el escritorio que tiene ahí.

No se cuánto tardo, ya se oscureció y no deben de tardar para que me llamen para cenar.
Me dirigí de nuevo a la planta de abajo pero no veo a nadie más que a matones con pistolas.
Ninguno me mira al caminar y eso me gusta, es muestra de respeto.

Me asomo en unos salones y sólo encuentro a más personas. Sigo caminando y me encuentro con una puerta que supongo que va para el sótano.
Hay gentes con armas cuidando pero no me importa y entro, bajando las escaleras hasta encontrarme con un gran laboratorio donde sólo están Agustin y puedo ver a Simón que mezclan cosas con unos lentes de cristal.

—Guau, así que aquí es donde hacen el arte.

—Hola Karol, no te escuchamos bajar.

—Suelo ser silenciosa.

—¿Te gusta lo que ves?—Señala Agustín con su típica sonrisa diabólica—De las mejores drogas de Los Ángeles, Estados Unidos. Por no decir que la mejor para no verme tan presumido.

—¿Quieres probar?

—No gracias. —Niego cuando me muestran la jeringa.

—Es nueva.

—¿Qué contiene?

—Heroína, Cocaína, Nicotina y una pizca de Fentanillo.

—Guau, con eso puedes matar a cualquier persona. —Sonríen orgullosos—¿Por qué les gusta hacer eso?

—No los matamos. Es una mezcla que te relaja por horas y así complacemos las necesidades de las personas.

—Pero las vuelven adictas al dañar su sistema.

—¡Y eso hace que compren más!—Se echan a reír.

—También manejamos Etorfina.

—Esa droga no es para personas, es para elefantes casi casi.

—Lo sabemos, pero la podremos usar algún día si logramos manejarla bien. Es nuestro proyecto de vida.

—Podrías decirle a tu hermano que nos venga a ayudar en algún día de estos, él es muy bueno con esto.

—No creo que mi hermano quiera tocar éste lugar, se los aseguro.

—Él se lo pierda. —Se ríen—¿En serio te gusta nuestro amigo?

—¿Por?

—Lo celas mucho con Ana.

—No lo celo, sólo le dejo en claro cuál es su lugar a esa lagartona.

—Ana no es una mala persona. —La defiende Simón—Ella sólo tuvo la mala fortuna de engancharse con el rey.

—¿Fueron novios?

—No.

—O sea que sólo se acostaban.

—Podría decirse que si.

—Nuestro amigo tiene un extraño fetiche de querer tratar bien a las mujeres, pero como Ana es su amiga y ella siempre le dio permiso de todo, pues no hubo problema.

—O sea que se le ofreció en bandeja de plata. —Asienten.

—Es por eso que Ruggero jamás andaría con ella, porque no le gustan las que se le ofrecen así de fácil.

—Pero algo que dice Ana es muy cierto. —Habla Simón de nuevo—Los hombres tienen necesidades, y yo no me creo esa de que Ruggero no te va a tocar.

—Él tiene mucho autocontrol. —Lo defiende Agustín.

—Si, pero es un hombre y él también quiere que lo complazcan o sino... te va a desechar. —Sonrío a mis adentros. Yo quiero que me deseche.

—No. —Contraataca Agustín de nuevo—Porque si lo complaces, puede que vea que eres una fácil y también te va a desechar. —¿Qué?

—Es un buen punto. Concuerdo en todo.

—Si.

—O sea que, puede que si no lo complazco, me deseche. —Asienten—Pero si sí lo hago, puede que también lo haga.

—Sip.

–Exacto.

Me sonríen y vuelven a lo suyo, dejándome sumergida en mis pensamientos.
Necesito hacer algo para que se canse de mi y ya no me quiera. Llevo aquí ya muchos días y ya me desespero.

Subo de nuevo las escaleras, saliendo al pasillo y debatiendo en mi mente cuál de las dos es una buena idea.

A él no le gustan las fáciles y me lo dejó en claro anoche.
Además, Ruggero no es un tipo feo, al contrario, es un hombre muy atractivo que me llama mucho la atención.

Pero me gusta Derek y no le puedo hacer esto.
"No seas tontilla, no puedes estar enamorada de mi"
Sus palabras me golpean mi corazón y hace que me enfurezca.
Derek no es mi novio, no necesito porqué darle explicaciones.

Me dirigí a la oficina de él y la abro sin tocar; está con la lagartona de Ana.

—Princesa, aún no es hora de cenar ¿Ya tienes hambre? —Ana tiene la mirada clavada en mi con arrogancia, pero no me percato que también hay otra mujer al fondo y para ser sincera, también es muy atractiva.

—No, pero quería verte. Estoy aburrida.

—Oh, Mmh. —Mira a las chicas—Pueden retirarse.

—Si jefe. —Le contesta la pelinegra de al fondo y se va con muchas hojas en la mano, seguida de Ana que parece comerme con la mirada.

Cierro la puerta aún pensando en lo que dijeron los chicos y que tal vez la idea de Agustín no es tan mala.

—¿Te apetece algo?

—Vi que tenías una sala de cine, ¿Quieres ver algo conmigo?

—¿Ahora? Pero no falta nada para ir a cenar.

—Podemos cenar después. —Me acerco, a tal punto que me recargo en su escritorio a un lado de su silla—Entenderé si me dices que no. Puedo ver la película yo sola.

—No dejaré que la veas sola. —Sonrío a mis adentros cuando se pone de pie—Vamos.

—Vale.

—¿Quieres palomitas?—Nos encaminamos hacia allá—¿Refresco? ¿Golosinas?—Guau, éste hombre sí que quiere complacerme.

—Palomitas y un refresco.

—¿De dieta?

—¿Me ves cara de que tomo de dieta?—Su sonrisa se asoma y me hace sonreír a mi también.

Le ordena a los empleados que preparen las cosas y es la primera vez que piso su cine.
Es amplio, tiene muchas sillas y es enorme la pantalla.
Me siento en los lugares de mero al fondo para tener más visibilidad y él se sienta a mi lado.
Me pregunta qué película quiero ver y le contesto que cual sea de acción me gusta. Él concuerda con mi género y manda a ponerla.

Las palomitas y los refrescos llegan y cuando las luces se apagan me pongo nerviosa.
Aprende de la lagartona de Ana, ella sí que es una fácil.

[...]

No he podido ver bien la película ya que me debato el cómo es que doy el primer paso.
Dejo las palomitas en la charola y las hago a un lado, acomodándome incómoda.
Lo veo de reojo y me causa gracia que tiene el ceño fruncido porque está concentrado en las escenas de acción.

Giro mi cabeza por completo para que él haga lo mismo; no dice nada.
Tú puedes Karol, tú puedes.
Bien dijo que la belleza es un arma mortal y peligrosa, pues úsala a tu favor.

—¿Te encuentras bien?

—¿A qué hora nos besamos?—Suelto sin más.

—¿Por eso me trajiste? ¿Porque quieres... besarme?

—No lo digas como si fuera una loca obsesionada. Sólo digo que... Quiero hacerlo.

—Te dejaré algo muy en claro, princesa. —Su mirada es tan penetrante que hace que me moje—Tú me puedes besar, tocar y hacer lo que quieras conmigo en donde sea. No me tienes porque traer a un cine como si fuéramos adolescentes.

—Tampoco es que quiera besarte en todo momento.

—Pero puedes hacerlo, a mi no causa problema.

Sonrío. Se ve que me quiere decir algo más pero se lo impido tomándolo del cuello para besarlo.
Odio que me guste tanto el sabor de sus labios.

Cierra los ojos y no pone la mano sobre mi, lo cual hace que una vez más me enfurezca.
Quiero más, quiero escuchar su gemido de nuevo.

Levanto la división entre los dos asientos y puedo sentir su pulso acelerarse. Noto de reojo que su bulto se endurece y me doy aplausos mentales por la genial idea.

Me acerco a él tanto que puedo colocar una de mis piernas sobre las suyas; eso lo tensa.

—¿Por qué no me tocas?

—No si no tengo tu permiso.

—¡Tócame!—¡Eso! ¡Sé fácil!

—No quiero que te arrepientas después.

—No lo haré, tienes mi autorización.

—No soy estúpido. —Se aleja de mi—Un día no me toleras y ahora quieres que te bese y que te toque. Sé que tramas algo.

—¿Qué puedo tramar? ¿Acaso robaré un banco sólo porque te deseo? Soy humana, tengo necesidades y si no me las das tú, tendré que irme con alguien que sí me las de.

No pensé mis palabras, lo he hecho enojar.

—No harás tal cosa. Para eso estoy yo, tu hombre.

—Pues entonces cierra la boca y tócame.

Ahora es él quien toma la iniciativa pero me enfurece que no me toque donde quiero, me toca en el hombro y siento como si estuviera besándome con una monja.

Me levanto y me pongo a horcajadas de él, presionando mis partes con su ya gran bulto de erección.
Él trata de que no roce nuestras partes, pero algo de mí sí quiere y lo vuelve a hacer una y otra vez, sacando los mejores movimientos que suelo hacerle a Derek.
Maldito Derek, me lastimaste mi corazón.

Me levanto la blusa y la dejo a un lado.
Sus ojos se pierden en mi sostén pero desvía la mirada con el ceño fruncido.
Vuelvo a hacer que me mire y lo atraigo para que me bese el cuello; así lo hace.
Me molesta no tener que fingir mi excitación, porque sí me excita joder.

—Tócame. —Susurro.

—Donde.

—Donde más te apetezca.

—No quiero que te arrepientas.

—Créeme que no lo haré. —Veo que tiene un debate en su mente pero aún así no hace nada. Al contrario, sus manos las posa en mi espalda y eso es lo que yo no quiero.

¡Me está sacando de casillas!

Me separo de él, colocándome mi blusa y saliendo de su cine muy enojada. Sé que debo de hacerme la fácil pero ¡Joder! ¡Me humilla! ¡No me gusta humillarme!

Quiero llorar, pero del enojo. Sin embargo no lo hago porque yo no lloro.
Camino furiosa a mi habitación y me vale madres los fantasmas, me echo en la cama y me cubro con las sábanas.

Es un idiota. Es lindo que quiera ser respetuoso con las mujeres pero ¡Diablos! ¡Me le estoy ofreciendo!

Cierro los ojos y del enojo, me quedo dormida.

[...]

Labios carnosos, rosados, sus besos, su lengua.
Me atraen esos rulos de su cabello y lo único que quiero es volver a sentirlo.
Pero hay algo en lo que no puedo dejar de pensar; y es en su gemido.
Jamás había escuchado un gemido tan sexy, creo que si lo escuchase gemir muchas veces podría incluso llegar al orgasmo sin problema.

Abro los ojos sudada y agitada. Llaman a la puerta y se escucha que es Amelia que me dice que la cena está servida.
No dormí mucho, pero sí lo suficiente para tener sueños húmedos.

Si me quiero ir de ésta casa y si lo quiero cansar, necesito hacer algo de una vez por todas.



...
Formé bonita amistad con muchos de ustedes, así que feliz día de la amistad a todas y todos:)

Mabel Paz

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