narración enfocada en jimin.
Siendo sincero consigo mismo, Jimin se moría por estar entre las piernas de su vecino de 28 años, Min Yoongi.
Desde que se había mudado a ese vecindario con sus difuntos padres, había deseado ser solo y exclusivamente para el pálido pelinegro.
Y cuando por fin sus padres partieron de este mundo de una trágica forma, sintió una libertad recorrerle el cuerpo y celebró esa misma noche su ansiada libertad.
Muchos vecinos lo habían juzgado de manera horrible por hacer una enorme fiesta el mismo día del entierro de los señores Park, pero ellos no sabían el infierno que había vivido a lado de aquellos seres que aprovechaban de su dependencia a ellos para torturarlo de todas las maneras posibles y todos los días.
Desde muy pequeño había reconocido el nulo afecto de sus padres hacia él, su madre sin darle un abrazo o un beso nunca mientras que su padre muy apenas se daba cuenta de su existencia.
Y claro, si había sido producto de casamiento obligatorio por parte de sus abuelos tanto paternos como maternos, buscando el "bienestar" de una empresa familiar con un heredero seguro.
También estaba claro que sus padres no se amaban de ninguna manera, solo estando juntos para aparentar la familia feliz que claramente no eran.
Al menos tuvieron la desencia de dejar todo a su nombre, desde autos, cuentas bancarias y propiedades fuera del país.
Pero bueno, ahora estaba solo, viviendo en casa y estudiando lo que le gustaba, preparándose para dirigir una empresa que le daría millones de wones en un futuro.
Volviendo al tema, sí.
Le gustaba mucho ese adulto que parecía dedicarle un buen tiempo de su día a mirarle el culo de una manera aterradora.
Así que cuando el adulto frente a él le ofreció una cita, parpadeó repetidas veces sin procesar bien aquella repentina propuesta.
—¿Q-Qué?
—Acepta una cita conmigo, Jimin. —aquellas palabras fueron expulsadas de los delgados labios rosados en un tono ronco y seductor que le hizo temblar por dentro. —Basta de jugueteos, salgamos juntos.
Sin quitar su expresión asombrada de la cara, se separó unos cuantos centímetros sin despegar su vista del mayor.
—¿U-Una cita?, ¿sólo tu y yo?
—Si quieres invito a la reina de Inglaterra, creo que le alegraría verte. ¡Claro que una cita solamente nosotros dos!
—Yo, ummm... Me voy a enfermar ese día.
—¡Pero ni siquiera te he dicho que día! —Yoongi lucía desesperado, acercándose al mismo tiempo que la espalda del menor chocaba con la pared de su casa. —Por favor, salgamos.
Jimin sentía su corazón latir como si advirtiera salirse en cualquier momento por la boca, tan desenfrenado que parecía dispuesto a correr un maratón de 10 kilómetros.
—¿Qué día?
Entonces observó como el mayor daba un brinco de victoria total, deslumbrando con aquella sonrisa que dejaba expuestas sus encías y lo hacían parecer muchos años más joven.
—Viernes. Pasaré por ti a las 6:30pm.
Y sin decir más, el mayor corrió hasta su propia casa, emocionado cual colegiala japonesa.
Jimin no sabía en qué embrollo se había metido, pero podía sentir sus nervios acelerarle el corazón cada cinco minutos los siguientes días.
Incluso había cambiado el color de su cabello en un intento de lucir más bonito para el mayor, ya que definitivamente no podía negar la obvia atracción que sentían mutuamente.
Realmente no sabía a dónde irían a cenar, por lo que trató de vestirse lo más formal-casual posible, esperando ansiosamente a que las 6:30pm del día viernes, llegaran.
Y cuando el timbre sonó, corrió hasta su habitación para soltar un enorme grito de puros nervios en su almohada, luego retocó su maquillaje y se perfumó un poco más.
Bajó las escaleras suavemente para no lucir tan ansioso, después caminando hasta la puerta y abrirla lentamente.
Sintió el color subir a sus mejillas con bastante rapidez, pues ese hombre parado frente a él parecía el más delicioso regalo que pudo haber recibido nunca.
Yoongi estaba parado frente a él, con el cabello perfectamente peinado y vistiendo un elegante traje color azul marino, aparte de que varios botones de la camisa blanca estaban sueltos, descubriendo una pequeña parte de su pecho. Y ni hablar del chocker color negro que rodeaba su cuello, era completamente sexy.
—Buenas, Park. —fue lo primero que soltó, con una preciosa sonrisa decorando su boca. —¿Listo para nuestra cita?
Quiso decir algo, pero las palabras no salieron de su boca, más que un torpe asentimiento y aún sintiendo sus mejillas arder.
—Entonces andando. —dijo, ofrenciendo su brazo como soporte para el ahora rubio cenizo.
Cuando subieron al auto del pelinegro, Jimin no estaba preparado para la pregunta que le hizo Yoongi al momento de colocar su trasero en el asiento.
—¡Espera! —gritó el mayor, asustándole. —¿Así estas bien?
—¿Disculpa? —inquirió curioso.
—Si, me refiero a que si no tienes ningún problema con el asiento. Puedo traerte una almohada o algo con tal de que esos jugosos melones descansen como las maravillas que son. —finalizó de decir con una sonrisa pícara y un torpe guiño que le hicieron rodar los ojos.
—Vuelves a soltar un comentario así de nuevo y te juro que me lanzo por la ventana aunque el auto esté en movimiento, anciano.
—Uy, pues perdón.
El viaje transcurrió lo suficientemente tranquilo como para tener una amena charla con el piloto acerca de sus vidas.
Pudo descubrir que Yoongi era hijo de un matrimonio con tres hijos, siendo él el de enmedio, con una hermana menor llamada Chaerin y una hermana menor llamada Yeji, además de que trabajaba como contador en una empresa de materiales industriales.
El lugar donde cenarían también fue una sorpresa, pues Yoongi había reservado una mesa en un lugar muy elegante y con precios bastantes caros, que a pesar de que no eran un problema para Yoongi por lo que había dicho de su trabajo, le ocasionó un poco de vergüenza.
Sentados ya en su respectiva mesa, no tardaron mucho en atenderlos y ordenar su comida, Yoongi alentándole en pedir lo que más quisiera sin ningún tipo de remordimiento.
Cuando el mesero se marchó, pudo sentir la mirada intensa del mayor recorrer cada facción de su rostro, poniéndole nervioso.
Estaba empezando a sentirse como aquel Jimin ingenuo de hace unos años que dejaba mangonearse por cualquier persona.
—Y cuéntame, Jimin... ¿Qué estudias? —aquella pregunta hizo que volviera a la tierra, enfocándose en la persona frente a él.
—Administración de empresas. —respondió, jugueteando con la tela de la mesa por debajo de la misma. —Pronto me estaré graduando y manejaré la empresa de mis padres.
—¿Empresa de qué? —volvió a preguntar, luciendo más interesado.
—Una empresa familiar que viene de varias generaciones paternas, se dedica a la producción textil y actualmente está al manejo de mi abuela ya que mi abuelo falleció hace unos años.
—¿Y tú abuela está soltera?
—¡Oye!
—Sólo bromeo. Me parece mejor que seas tú quien me mantenga, puedo ser algo así como tu suggar baby.
Jimin soltó una enorme carcajada y gracias al cielo la cita transcurrió impresionantemente espléndida.
Hacia mucho tiempo que no se sentía tan cómodo con la presencia de alguien más a su alrededor y eso le sumaba muchísimos puntos extras al pelinegro.
¿Acaso se estaba enganchando muy pronto?
Jimin no lo sabía, pero esperaba de todo corazón que las cosas transcurrieran felizmente.
holaaaa, q pedo rasita.
escribí esto de putazo y de puro milagro también jajaja, no sé cómo vergas le hice pero ps agradecida con el de arriba.
----nahila.