good time.

Da indirtydreams

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SINOPSIS
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Epílogo

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Da indirtydreams

El sábado decido que ya estoy harta. Que los ganadores nunca se rinden y los perdedores nunca ganan. Vale, eso no es lo que decido, pero tengo que ir a trabajar porque hoy es la gran gala de inauguración del hotel y, dado que trabajo en organización de eventos, es imperativo que esté presente. Todos los miembros de mi departamento tienen un turno que cubrir hoy. Esta tarde, me toca supervisar el servicio de aparcacoches desde las cuatro hasta las ocho.

Lo sé, es un aburrimiento.

Ni siquiera sé nada del servicio de aparcacoches, la verdad. Pero alguien de la plantilla de organización de eventos tiene que estar rondando por el hotel todo el día. Lo cierto es que es solo para dar apoyo en caso de que sea necesario. No tengo que hacer nada, solo estar disponible por si hay alguna emergencia en el aparcamiento.

Como ya he dicho, es un aburrimiento.

Algún día me asignarán las tareas buenas, como ser la persona de contacto en el hotel de una estrella del pop contratada para tocar esa noche. Hasta entonces, pienso partirme los cuernos para asegurarme de que todos los miembros del servicio de aparcacoches hagan las cosas con rapidez durante la tarde y, si surge una emergencia, me encargaré de ello. Con eso me refiero a que llamaré a mi jefe y le contaré lo que esté pasando. Eso es todo lo que tengo que hacer hoy.

Tal vez aproveche el tiempo para emparejar a la gente por Instagram. Estoy segura de que al menos a uno de los chicos del servicio le vendría bien mi ayuda. Así, la tarde no será una pérdida de tiempo total. Después, podré asistir a la gala. No es que esté de humor, para nada, pero iré para ver a Lexie. Estará con Rhys y estoy segura de que él estará ocupado y yo tendré unos minutos para ponerme al día con ella e interesarme por cómo les van las cosas.

Para darle ánimos y todo eso.

Harry me escribió y me dijo que hoy estaría en casa. «Estaré en casa el sábado», decía el mensaje. Interpreto que, en algún momento del sábado, regresará en avión de Reno y que probablemente irá a su casa. Por supuesto que se irá a su casa, no es que tenga sus cosas en la mía. Estoy segura de que nos reuniremos en algún momento durante el fin de semana para hablar. Dios, no estoy de humor para hablar. La única charla que quiero mantener es una que nos permita conocernos mejor, no la charla previa a una ruptura. No me interesa ese tipo de conversaciones para nada.

No obstante, de momento me toca trabajar. Después, asistir a la gala. Luego, ya descubriré qué estamos haciendo Harry y yo. Me ducho y me recojo el pelo en un moño alto. Dedico algo más de

tiempo a maquillarme y elijo un vestido de color rojizo bastante recatado tan adecuado para mis responsabilidades de la tarde como para la gala a la que iré luego. Tiene mangas francesas y la falda me llega hasta la mitad del muslo. Me calzo un par de tacones de color beige y observo mi reflejo en el espejo.

Tengo el aspecto de una mujer casada, si se me permite decirlo. Es una pena que Harry no vaya a verme esta noche. A menos que me llame para disculparse por hacer que su exnovia entregara los papeles de la anulación matrimonial, me diga que me quiere y se ofrezca a enterrar el rostro entre mis piernas. Soy un poco soñadora, así que me he acicalado y llevo la ropa interior buena por si acaso.

De camino al trabajo paso por Del Taco para pedirme un café helado. El primer sorbo me recuerda a Harry. Menuda tontería, he comido en Del Taco con él una sola vez y sin él más de cuarenta veces. Aun así, en el momento en que doy el primer sorbo me acuerdo de que me trajo tacos. Tacos y mi café helado preferido, aunque lo ponga de los nervios al agitar el hielo en el vaso.

Cuando llego al trabajo, aparco en la zona de empleados y me paso por las oficinas del departamento para picar antes de dirigirme al aparcamiento. Sinceramente, he tenido suerte de cubrir la inauguración tan temprano. El evento no va a comenzar hasta las ocho, así que tengo tiempo hasta que las cosas empiecen a animarse. Encuentro los despachos de administración más cercanos a la zona del aparcacoches y me presento a la jefa del equipo para decirle que me llame si necesita algo. Luego, busco un sitio para vigilar sin estar a la vista. Me tomo el café y me pongo al día con unas partidas de Apalabrados en el móvil.

Canon me interrumpe la partida con un mensaje de texto.

Canon: Bonito vestido. Muy de mujer casada.

Miro a mi alrededor por si estuviese apoyado contra un muro, pero no lo veo. Entonces, me doy cuenta de que me está viendo a través de una cámara de seguridad.

Payton: ¿Me estás vigilando por las cámaras? En serio, necesitas ayuda.

Canon: Lo sé, ¿sabes? Creo que la vigilancia es uno de mis fetiches.

Payton: Eres un puto raro. Dime dónde está la cámara para hacerte un corte de mangas.

Canon: Pfff. Dónde no está la cámara, más bien.

Payton: Menudo friki.

Canon: No soy yo quien acaba de escribir una palabra de dos letras para ganar cinco puntos. Ten algo de orgullo.

Payton: ¿¡¿¡Lo estás viendo!?!?

Canon: Lo veo tooooodo desde mi reino de la vigilancia.

Payton: ...

Canon: Hay una estrella del pop y un expresidente que deberían llegar en una hora. Les hemos dicho que utilicen la entrada privada bajo el aparcamiento oeste, pero si se pasan la salida puede que se dirijan al aparcacoches. Atenta.

Payton: Gracias.

Me paso las siguientes horas sin hacer nada porque el servicio de aparcacoches no necesita ayuda. La zona para aparcar tú mismo el coche y la del aparcacoches ni siquiera están cerca de completar su aforo, y en esta última están al tanto de todo: recogen las llaves y le dan el ticket en treinta segundos a cada coche que llega. Resulta que mis tareas se reducen a poco más que echar un ojo por si hubiese cualquier emergencia. También me quedo por aquí en caso de que un invitado VIP necesite algo de camino al vestíbulo, donde los recibe la persona de contacto para los VIP. Como puedes imaginar, nadie necesita nada durante el trayecto de seis metros que los separa de la puerta, así que me dedico a mirar a la gente. Las únicas celebridades que han llegado pronto son los periodistas de las noticias. He localizado a un presentador de la CNN y a una estrella de los reality shows convertida en presentador de la alfombra roja para la cadena de televisión E!, pero aparte de eso, nada. Mark supervisará el servicio de aparcacoches desde las ocho hasta medianoche, así que merodeo entre la gente de la sección, mirando y esperando a que aparezca Mark para pasarle el testigo.

Y así es como casi me choco con Harry.

Está aquí. Con un traje negro que, madre mía, le sienta de miedo. Lo veo justo cuando sale del coche y echa un lento vistazo a su alrededor. Me escondo detrás de la mesa del aparcacoches antes de que me vea y ni siquiera sé por qué me escondo. Estoy tan sorprendida de verlo que me ha pillado con la guardia baja. El corazón se me acelera como si acabara de correr un kilómetro en tacones. Me suena el móvil. Tengo un mensaje nuevo.

Canon: Eh, para que lo sepas, tu marido está de camino.

Payton: Se te da de puta pena avisar. Ya está aquí, pero eso ya lo sabías, ¿¡¿¡me equivoco!?!?

Canon: Sí, pero así es más divertido.

Payton: ¡Capullo!

Canon: Acaba de entrar, por si quieres dejar de agacharte tras el puesto del

aparcacoches.

Levanto la mano y hago una peineta. Luego, me pongo de pie y dejo escapar un suspiro sonoro. Vale, así que Harry está aquí. ¿Es algo bueno? Es algo bueno. Me recoloco el vestido y reflexiono sobre qué quiero decirle a Harry. No avanzo mucho en mis contemplaciones cuando llega Mark, así que le pongo al día antes de dirigirme al interior. Me desvío hasta mi mesa en la tercera planta para recoger mi bolso, pero mi jefe está muy parlanchín, así que, para cuando bajo a la fiesta, ya son casi las nueve. Y estoy nerviosa.

La cuestión es que cuando buscas a alguien y lo evitas al mismo tiempo, te sueles poner un poco tensa. Como cuando vas a una casa encantada y sabes que nada es real y que en realidad no estás en peligro de muerte, pero aun así das un bote cuando un adolescente vestido de hombre lobo grita: «¡Bu!». Más o menos así.

Calculamos que esta noche vendrían unas cinco mil personas y, al menos, la mitad de ellas llenan el salón de baile, así que cuando entro en la sala y veo a Harry, me parece completamente normal fingir que no lo he visto y salir pitando en dirección contraria.

Completamente normal.

Siento que me juzga con la mirada, pero a menos que te hayas casado con un hombre el mismo día en que lo conociste y que, de alguna forma, te hayas enamorado de verdad de él, incluso aunque el amor sea algo terrorífico e impredecible y no tenga garantías, no sabes la forma en que reaccionarás la primera vez que lo veas después de que te mande los papeles de la anulación.

Así que huyo. No me voy muy lejos, solo al otro extremo de la sala de baile. Después, a la sala de baile al otro lado del pasillo, donde toca el telonero de la estrella del pop. Y, luego, regreso a la sala de baile principal, donde me choco con Lexie.

—¡Hola! —Me da un abrazo rápido y luego me pregunta a quién evito.

—A Harry.

—¿Está aquí?

—Está en todas partes.

—Creo que es amigo de Canon —dice con el ceño ligeramente fruncido. Lo más probable es que se esté preguntando por qué está aquí el tío que la ayudó a maquinar la falsa subasta de su virginidad para engatusar a Rhys y del que todavía piensa que es un proxeneta de verdad.

—Claro, seguro que ha venido por eso —miento, porque no he puesto a Lexie al corriente de nada y ahora no parece el momento de hacerlo, ¿no? «Oye, en realidad Harry no es un proxeneta y, por cierto, me casé con él». Sería raro, ¿verdad? Una camarera pasa con una bandeja de aperitivos. Alcanzo uno y me lo meto en la boca para ganar algo de tiempo.

—¿Te has metido en algún lío? —pregunta Lexie. Me mira preocupada. Mierda, olvidaba que puede ser muy observadora cuando no está distraída por completo. Con ella, es todo o nada.

—Claro que no. —Niego con la cabeza—. Me estoy ocupando de ello.

—¿Ocupándote de qué?

Sin duda, ahora sospecha. Es una metomentodo. Alguien llamada Lexie va a recibir una insignia de metomentodo el lunes, tenlo por seguro.

—Una cosa —respondo, y agarro una copa de champán de una bandeja que pasa junto a mí—.

Lo solucionaré. Solo está resultando un poco más difícil de lo que esperaba.

Dios, si eso no es verdad, no sé qué lo es. El matrimonio es supercomplicado.

—¿Qué cosa, Payton? ¿Qué ocurre?

—Nada. Luego te lo cuento —insisto. Después, veo que Harry se dirige a mí y parece molesto. Molesto de verdad. Lo cierto es que no creo que necesitemos hablar sobre nuestro futuro cuando está de mal humor. No tiene ningún sentido, así que quizá me escabulla y me vaya a casa. Ya hablaré con Harry mañana.

El domingo almorzaremos temprano, hablaremos sobre nuestro futuro y, luego, nos acostaremos.

—Oye, ya hablamos más tarde del tema —le digo a Lexie en un intento por esquivarla—. Me muero por saberlo todo sobre ti y Rhys —añado, desesperada por encontrar una vía de escape.

Pero estoy atrapada. Estoy rodeada por un camarero a un lado y una actriz al otro. Me doy la vuelta y descubro que Harry está a metro y medio de mí y visiblemente cabreado.

—Señora Styles —dice en cuanto se detiene a pocos centímetros de mí mientras yo busco otra escapatoria—. No. Se. Mueva.

Miro a Lexie y me encojo de hombros cuando grita:

—¡Te has casado con él!

—Viva Las Vegas, ¿no? —Me encojo de nuevo, como si lo ocurrido no fuese culpa mía en absoluto.

—¿Cuándo? —exige saber Lexie—. ¿Cuándo ha ocurrido? ¿Cómo? ¡Si lo conociste hace solo dos semanas! ¡Payton! ¿Y ni siquiera me has invitado?

Mierda.

—Lo habría hecho —respondo despacio, porque es verdad. No quería excluirla, pero tampoco es que estuviera planeado—. Si hubiera sabido que iba a ocurrir, te habría invitado, por supuesto. Habrías sido una dama de honor mucho mejor que Canon, eso seguro. Tenía el pelo hecho un desastre y ni siquiera me lo dijo. Las fotos de la boda son horribles.

—¿Hay fotos?

—Sí. Creo que iban incluidas en el paquete. ¿Venían con el paquete, Harry?

Cuando lo miro, me doy cuenta de algo. Me ha llamado señora Styles. Parece que quiere matarme con la mirada, pero me ha llamado señora Styles. Nunca me había llamado así.

—¿Cuándo ha ocurrido esto? —pregunta Lexie.

—Eh, en algún momento después de la subasta y antes de la mañana siguiente. Por ahí. Las cosas se nos fueron un poco de las manos. No quiero seguir machacándote con que no estuvieras allí, pero nos lo pasamos muy bien esa noche.

—¿Y por qué evitas a Harry ahora? —pregunta—. Harry, o tu marido, como prefieras llamarlo. ¿Por qué lo evitas si estáis casados?

—Relájate. Todo el mundo sabe que lo que pasa en Las Vegas no es legalmente vinculante. Tan pronto como el juez firme la anulación, no será legalmente nada. Solo estará deshecho.

—Eso no es cierto —responde Lexie mientras Harry suspira y recorre la distancia que nos separa.

Me coloca una mano sobre la espalda en un intento obvio de aferrarse físicamente a mí para que no vuelva a escaparme.

—Ya basta. Tenemos que hablar —dice Harry, y no parece que esté de humor para dejar la charla para mañana, así que imagino que vamos a tenerla ahora.

—Uf. Hablar es lo peor —gruño. A menos... A menos que quiera llamarme señora Styles de nuevo. Eso me ha gustado mucho. Pero ¿por qué me ha llamado señora Styles si no le interesa estar casado? ¿Es para recordarme que solo soy la señora Styles de forma temporal? ¿O se trata de algo más?

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