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—Mi asesora dice que somos dueños de nuestra vida.

Mmm. Me gusta cómo suena, así que sigo escuchando. Nunca me ha interesado ser la dueña de nada, y mucho menos de mi vida, pero ahora que lo dice, suena bien. Además, el consejo viene de una asesora personal de confianza, así que algún mérito debe de tener. ¿Debería contratar un asesor personal? Me apuesto lo que sea a que las personas de éxito tienen uno. Personas felices. Personas que tienen las cosas claras.

Yo no tengo las cosas claras. Si así fuera, no habría entrado en la cafetería a comprar una magdalena para cenar porque me he quedado sin comida de verdad a mitad de semana.

Lo cierto es que hasta ahora me ha ido muy bien yendo sobre la marcha, pero ¿y si soy capaz de hacer algo más? Tal vez esté desaprovechando un potencial que todavía no sé que tengo. Quizá, con la ayuda de un asesor personal, podría llegar a ser esa chica que tiene las ideas claras y lleva tacones de diez centímetros un martes, con el pelo secado con secador, un vestido camisero elegante y un cinturón fino. Igual que Meghan.

Maldita Meghan.

Normalmente, me trenzo el pelo después de ducharme y dejo que se seque al aire hasta que llego al trabajo. Luego, me deshago la trenza antes de salir del coche y me peino con los dedos. Tengo una melena rubia y espesa, y la trenza me deja unas ondas que me han granjeado muchos halagos, aunque quizá la gente simplemente lo dice por ser amable. Me enrosco un mechón en el dedo y lo observo antes de dejarlo caer. Me fijo en el cabello de Meghan una vez más. ¿Cómo puede seguir teniéndolo liso y sedoso a las siete de la tarde?

Me pregunto si su asesora personal le ha dado el contacto de una buena peluquera. Apuesto a que sí. Seguro que siempre le dan los mejores contactos.

La cola avanza y yo arrastro los pies junto a Meghan.

—Mi asesora dice que tengo reticencia emocional a vivir la vida de mis sueños.

Dios mío, yo también tengo eso. Justo eso mismo. Siempre he tenido la seguridad de estar a punto de conseguir la vida de mis sueños, pero, entonces, algo se interpone en mi camino. Algo como la realidad. Bueno, está decidido, ¿no? Definitivamente, necesito un asesor personal.

¿Querrá Meghan compartir la suya? No imagino ninguna razón para que no quiera hacerlo; no es como si la conociera, así que no es una competición, pero nunca se sabe. La gente puede ser algo egoísta con la información. Dejo de girar el móvil entre las manos y lo utilizo para buscar «asesores personales en Las Vegas» mientras espero a que Meghan termine de hacer su pedido para preguntarle.

Vaya. Hay como un millón de resultados.

Los 10 mejores asesores personales en Las Vegas, Nevada Terapeutas de asesoramiento personal en Las Vegas, Nevada Los 17 mejores asesores personales de Las Vegas

El último es raro, ¿verdad? ¿Diecisiete? Nadie termina una lista en el número diecisiete, no es serio. Seguro que quienquiera que hiciera la lista odiaba al asesor personal número dieciocho y por eso dio por acabada la lista en el decimoséptimo, por rencor.

Te entiendo, número dieciocho.

—Esta noche trabajaremos en mis bloqueos interiores.

Meghan sigue hablando, así que me concentro en escucharla mientras hago clic en el enlace al artículo con los diez mejores asesores personales, porque también sé a qué se refiere con lo de los bloqueos interiores. O eso creo. Solo que normalmente hago lo que me sale de las narices, así que tal vez yo no tengo ese problema. O quizás, hacer lo que me sale de las narices me impide hacer algo mejor.

—Nos vemos en el nuevo Estimúlame que han abierto en Henderson —le dice Meghan a alguien por teléfono. Pego la oreja porque ahí es donde estoy..., en la cola de la nueva cafetería Estimúlame.

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