11

476 29 1
                                    

Joder.

Vale, dame un segundo. Lo tengo..., claro que sí. Por Dios, no soy ninguna aficionada, tengo aguante. Con eso me refiero a que no estaba tan borracha. Y con eso quiero decir que no me desmayé. Y con eso me refiero a que recuerdo lo bastante como para saber exactamente cómo acabé en la suite de luna de miel del hotel Windsor.

Puede que los detalles estén un tanto borrosos, claro. Pero que estén borrosos no significa que no lo recuerde, solo que los detalles tenían más sentido en el momento en que ocurrían que al día siguiente. Eso es todo.

Me he casado. Con Harry. Eso estaría claro como el agua aunque no tuviera un anillo de oro reluciente en el dedo para recordármelo. Recuerdo la mayor parte, pero está borroso. Estoy segura de que anoche todo tenía más sentido, pero el tequila tiene ese efecto.

Canon fue mi dama de honor. Recuerdo esa parte de forma vaga, pero sé que gritó: «¡Paso, dama de honor!» como si pidiera sentarse en la parte delantera de un coche. Luego, se ocupó de las fotos e insistió en que nos alojásemos en la suite de luna de miel. Y estaba muy entusiasmado con esa mierda de algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul, pero no recuerdo por completo los detalles.

Espera, es la suite. Dijo que era nueva porque nadie se había alojado aquí. Y prestada porque nos había invitado. Dijo que lo viejo era Harry. Entonces, ¿qué cojones era la cosa azul? Espera... Es la ducha. Todas las suites del hotel tienen azulejos azules en el baño. Gruño todo lo bajito que puedo para no despertar a Harry mientras me cubro los ojos con la mano.

La maldita ducha. Creo que nunca podré volver a ducharme sin ponerme cachonda. Jamás. Probablemente tenga que reservar algo de tiempo para masturbarme cada vez que me duche durante el resto de mi vida, ya que ahora relaciono ducharse con el cuerpo desnudo de Harry. Desnudo, mojado, enjabonado y generoso con la lengua.

Con eso me refiero a que tiene talento y posiblemente habilidades mágicas.

Los científicos dicen que solo necesitas veintiún días para adoptar un hábito, pero ninguno ha tenido la lengua de Harry en el clítoris, así que no creo que tengan ni la más remota idea de lo rápido que se puede adoptar un hábito porque, ay, madre mía, no miento cuando digo que solo necesitas la lengua de Harry una noche para quererla siempre. Aunque ahora que lo pienso, aprendí lo de los veintiún días en Facebook, así que lo más probable es que ni siquiera sea verdad. Está comprobado que la lengua de Harry es real, lo prometo.

Ha sido una noche estupenda. Una noche perfecta.

La mejor de mi vida.

Necesito aferrarme a estos recuerdos porque, cuando se despierte, me matará. Y, sinceramente, no puedo enfrentarme a eso. Todavía no. No después de la manera en que me miró anoche, como si casarse conmigo fuera la mejor decisión de su vida. Anoche me hizo creer en el amor a primera vista, en los cuentos de hadas y en los felices para siempre. Aunque, para ser sincera, puede que fuera cosa del tequila. En cualquier caso, no creo que vaya a despertarse hoy y presentarme a su madre. En una escala del uno al diez, diría que la probabilidad de que eso ocurra es uno.

Se despertará y me mirará como si fuera un error de borrachera. Y luego me exigirá que anule esto tan pronto como sea posible.

Cosa que entiendo, de verdad. Solo lo conozco de un día, no es que estemos enamorados ni nada. Suena estúpido. Tampoco es insólito, estas cosas ocurren. Sobre todo en las películas, pero, en ocasiones, le pasa al vecino del primo de tu amigo. Puede. Pero no ha pasado aquí porque solo uno de los dos está loco.

A menos que...

A menos que estuviese tan encantado por lo bien que lo pasa conmigo que decidiera que lo mejor era ponerme un anillo en el dedo. Lo dudo, pero es una posibilidad. Soy muy buen partido. Tengo una carrera universitaria y un trabajo. ¡Un trabajo con prestaciones! ¿Necesitará un seguro médico? Podría añadirlo a mi plan de salud del trabajo ahora que estamos casados. Entonces me convertiría en su esposa con derecho a roce, algo mucho mejor que ser su amiga con derecho a roce, porque Harry obtendría atención sanitaria y sexo.

Pero ese no mi único atractivo, sobre todo porque apuesto a que ya tiene un seguro médico.

Parece un hombre maduro, salvo porque se casara conmigo anoche, obviamente.

En cualquier caso, no puedo enfrentarme a él esta mañana. No puedo. Sé que en algún momento tendré que hacerlo, pero hoy no es el día. ¿No me merezco un solo día? ¿Un día para disfrutar del recuerdo de la mejor noche de mi vida? ¿Un día para fingir que los flechazos existen?

Un día para creer en el amor. Un día para fingir que existe. Parece justo.

Más o menos.

Sería justo si estuviésemos en una campana de Gauss en la que uno de los dos consigue lo que quiere y el otro, no. Espera, ¿eso es una campana de Gauss? No, creo que no lo estoy diciendo bien.

Lo miro una última vez antes de salir de la cama. Está tumbado bocarriba, con una mano sobre el abdomen y la otra bajo mi hombro, porque me he acurrucado a su lado como un gatito necesitado de cariño. Lleva un anillo de oro en el anular de la mano izquierda, la mano que tiene apoyada sobre esos abdominales cincelados a la perfección. También se le marca la V, ya sabes, esos músculos abdominales que traen locas a las mujeres. La tiene. Y llega justo hasta el Santo Grial de los penes. Me palpita la vagina solo de mirarlo. Literalmente. Palpita negándose a aceptar que solo me penetrara con la lengua y un dedo, así que necesito salir de esta cama ahora mismo, antes que haga algo más estúpido que casarme con él. Algo como despertarlo para cabalgar sobre él solo para arruinar el momento cuando recuerde que anoche perdió su querida

razón al casarse con una loca.

Tendré que conformarme con otro momento más de mirada lujuriosa. ¿Hay algo más excitante que una alianza en el dedo de un hombre muy sexy? Parece que diga: eh, mira a ese cabrón sexy que se ha comprometido a follar con una sola mujer durante el resto de su vida. Gruño por lo bajo.

¿Son solo cosas mías? No puede ser.

¿Y ver un anillo en la mano de tu hombre? Supone un nivel de excitación.

Aunque sea temporal.

Quizá debería hacerle una foto rápida. La sábana le cubre el paquete, así que no es del todo invasivo fotografiarlo mientras duerme, ¿no? No es más invasivo que casarse con él estando borracho.

¿O se casó él conmigo estando yo borracha? Mmm.

Los dos habíamos bebido, la culpa es de los dos. No estoy razonando, es verdad. Menudo lío. Un lío tremendo y muy excitante. Uno con el que preferiría lidiar mañana, así que ahora sí que debo irme. Aparto los brazos con cuidado y me deslizo fuera de la cama. Dedico una mirada de arrepentimiento a Harry cuando me marcho.

También tiene los labios bonitos. Creo que no he dado el suficiente reconocimiento a esos labios porque me distrajo su lengua. Pero qué labios... Mmm. Los tiene carnosos, suaves y succionan de muerte.

«Céntrate, Payton».

Localizo mi móvil y veo que ya tengo una foto de Harry con el anillo. Lo sé porque es mi fondo de pantalla.

Al menos, mi yo borracha y mi yo sobria son congruentes. Congruentemente locas.

¿No sería estupendo si mi yo borracha fuera una especie de genio secreto que hace cosas difíciles como inversiones financieras con cabeza en lugar de cosas fáciles como hacerle una foto buena a Harry? La Payton borracha se decantó por una buena foto, eso tengo que reconocerlo.

El álbum de la cámara está lleno de selfies de anoche. En la calle Fremont. En la capilla. En la cama. En algunas sale Harry solo. A veces sonríe. A veces está cabizbajo. A veces no tiene ni idea de que le estoy haciendo una foto. Pero la mayoría son de nosotros juntos. Sonriendo, riendo, yo con caras raras mientras Harry pone una cara normal.

«Nosotros». Suelto el aire de golpe. «No hay un nosotros, Payton».

good time.Where stories live. Discover now