good time.

By indirtydreams

22K 1K 17

. More

SINOPSIS
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
Epílogo

19

519 30 0
By indirtydreams

—¿Te apetece?

Se dirige a la sala de estar, donde examina un montón de juegos de mesa apilados en el estante bajo el televisor. Se trata de una selección variada de cajas que Lexie ha recopilado de sus visitas a la tienda de segunda mano. En realidad, no hemos jugado a ninguno de ellos, pero se siente feliz al coleccionarlos. Normalmente faltan piezas y las cajas están destrozadas y pegadas con cinta adhesiva. En ocasiones, compra el mismo juego varias veces hasta reunir las piezas necesarias para completarlo.

—¿Qué? —¿Quiere quedarse y... jugar a juegos de mesa?

—¿Qué te parece el Scrabble?

—¿No estás muy ocupado? ¿Tienes tiempo? —Dejo el sobre en la encimera y lo miro desde la cocina.

Saca la caja de la pila y la sostiene en alto. Las piezas de madera entrechocan dentro con el movimiento.

—No estoy segura de si tiene todas las letras. Por lo que sé, puede que haya veinte emes y ninguna pe. Mi compañera lo compró en una tienda de segunda mano.

—Estoy dispuesto a correr el riesgo.

Abre la caja y extiende el tablero sobre la mesa de café. Luego, coloca las piezas bocabajo dentro de la tapa. Abandono el sobre y camino despacio hacia el sofá para unirme a él, todavía sin creer que esto esté ocurriendo.

Saco la letra más alta y comienzo con la palabra «TIBURÓN». Sonríe y utiliza la o para poner

«LOCA».

Estar aquí sentada con Harry es agradable. Me pregunta cómo fue crecer en Tennessee y qué me trajo a Las Vegas. Yo me intereso por su infancia en el desierto. No llevamos la cuenta de los puntos, solo jugamos y hablamos y es... agradable. Es estupendo.

Utilizo la M de «BRUMA» para deletrear «KISMET». No es una palabra que dé muchos puntos en particular, cosa que no importa porque no los estamos contando, pero, aun así, estoy muy orgullosa de mí misma.

—Kismet —dice en voz baja mientras coloco las fichas.

—¡Es un sinónimo sofisticado de «destino»! —explico, pensando que me está volviendo a desafiar, como cuando he intentado poner «METEMUERTOS».


Me besa.

No me lo esperaba. Me estaba mirando en silencio y, de repente, presiona sus labios contra los míos. Cuando su boca me abandona, me da la impresión de que está tan sorprendido por el beso espontáneo como yo. Con la yema del pulgar, recorre mi labio inferior con suavidad y firmeza al mismo tiempo. Entonces, me besa de nuevo, esta vez con más contundencia. Nuestras lenguas se entrelazan y nos exploramos con las manos. Acerco su cabeza a la mía, con las manos enredadas en su pelo. Harry me atrae hacia él y me acuna la nuca con las manos.

Luego, me siento a horcajadas sobre él, con las rodillas pegadas a sus caderas. Lo beso por todas partes. Cejas y mandíbula incluidas. Le recorro un lado del cuello con la lengua y le mordisqueo el lóbulo de la oreja. Sus manos deambulan por mi espalda, me agarra el trasero y las desliza por debajo de mi camiseta de tirantes.

Es la sesión de magreo más satisfactoria que he tenido desde el instituto, salvo que esta es mejor porque en el instituto no me enrollaba con hombres adultos que sabían lo que hacían y yo no tenía mi propio apartamento. Se abre paso hasta mi pecho con una de las manos y es increíble que solo con el roce del pulgar sobre mi pezón y sus labios recorriéndome el cuello me haga sentir tantas cosas. Estoy cachonda y me siento segura, impaciente, deseada y excitada.

Le recorro el cuello con los dedos antes de llevarlos hasta el segundo botón de su camisa. El primero se lo ha desabrochado al quitarse la corbata, pero necesito que más partes de su cuerpo queden expuestas. Libero otros dos botones de la tela y dejo suficiente espacio para recorrerle la clavícula y esa zona firme donde los músculos del cuello se unen a los hombros.

Me aparta las manos de los pechos para quitarme la camiseta. Es extraño cómo algo tan simple puede resultar tan erótico cuando es Harry quien lo hace. Siento como si me quitara la camiseta de tirantes a cámara lenta; el material se desliza por mi estómago y sus manos guían la tela en el recorrido. Mi piel se estremece al contacto con sus dedos cuando mis pechos quedan al descubierto y alzo los brazos para que me quite la camiseta por la cabeza. El cabello me cae como una ola sobre la espalda y me hace cosquillas en la piel.

Pero son sus ojos al mirarme lo que más me afecta. Como si me quedara sin aliento en los pulmones y el recuerdo se me quedara grabado para siempre en la memoria. Acabo de subir el listón para la forma en que un hombre debe mirarme cuando me toca.

—¿Tienes frío? —pregunta cuando me recorre un escalofrío. Me alisa el pelo sobre los hombros. Hoy también lo llevo ondulado. Porque es lunes... y porque dijo que le gustaba así.

—No. —Niego con la cabeza—. Estoy bien.

Luego, entierra la cabeza en mi pecho y ya no estoy bien. «Frenética» sería la palabra más adecuada.

—¿Frenética? —pregunta Harry con una sonrisa divertida y los labios a un centímetro de mi pezón. Me acuna un pecho con una mano mientras juega con el otro con los dientes. ¿He dicho

«frenética» en voz alta? Joder, ¿qué está pasando?

—«Frenética» significa «muy excitada». Jadeo cuando me lame.

—Soy consciente de ello.

Me envuelve el pezón con los labios y se me arquea la espalda al mismo tiempo que se me escapa un gemido. Sus labios. Ay, qué labios. La barba incipiente que le cubre la barbilla me raspa la piel sensible, pero luego me recorre con los labios, tan suaves, húmedos y perfectos. El


contraste me está volviendo loca, pero no quiero que pare nunca. Vuelve a pasarme la lengua por el pezón y yo ya estoy húmeda, cachonda y necesitada, como si me estimulase el clítoris directamente con la lengua. Quiero restregarme contra él. Necesito restregarme contra él, pero no puedo en esta posición, a horcajadas sobre él y con las rodillas sobre el sofá. Aunque lo intento. Muevo las caderas, pero no puedo hundirme lo bastante como para frotarme contra él con el pecho atrapado en su boca.

Siento que cada parte de mi cuerpo vibra y reclama atención. Donde quiera que me toque, siento una punzada directa hasta la médula. En el lóbulo, el codo..., no importa. Todo me provoca la misma pulsación entre las piernas. El deseo de que este hombre me llene y me folle.

Entonces, se mueve y me cambia de posición hasta que ya no estoy sentada sobre él. Se pone en pie y me lleva en brazos desde el sofá hasta mi habitación. Me deja en la cama antes de quitarme los pantalones del pijama. Muevo los dedos de los pies mientras contemplo cómo se desviste. Mira cómo lo observo. Primero, se descalza. Los zapatos aterrizan en el suelo de mi habitación con un satisfactorio golpe sordo seguidos de sus calcetines. Me gusta verlo así, sin corbata, con la camisa torcida, descalzo. Este estado de semidesnudez me resulta extrañamente erótico, pero quizá solo sea porque se trata de Harry. Porque me resulta bastante excitante de todas las formas que lo he visto vestido.

Hebilla, cremallera, pantalones. Botones, camisa, calzoncillos. Por fin.

La ristra de condones de ayer sigue sobre la cómoda. Lanza uno a la cama y se coloca encima de mí. Noto el peso de su miembro contra el estómago mientras me sostiene la cabeza con las manos. Luego, vuelve a posar sus labios sobre los míos. Me besa con suavidad, rozando la perfección, en los labios y en las comisuras. Deslizo una mano entre los dos y lo envuelvo en una caricia, deslizándolo arriba y abajo despacio, acariciando la punta con el pulgar cuando llego a ella y extendiendo el líquido preseminal con movimientos circulares por toda su anchura.

—Quiero decirte algo —susurro, casi en un suspiro, porque está muy cerca y es lo que pide el momento.

—¿Qué? —Sus ojos se encuentran con los míos y me recorren el rostro como si me leyera la mente con solo mirarme.

—Sé que acabamos de conocernos, pero... —Hago una pausa y respiro hondo—. Me gustas.

Suelta una pequeña bocanada de aire, como una risa contenida. Las líneas de expresión regresan a sus ojos y se curvan ofreciendo el más mínimo indicio de una sonrisa.

—Lo sé.

Vuelve a besarme.

—Has sido muy obvia —añade con otro beso.

—Es una de mis mejores cualidades —respondo—. Soy desinhibida. También espontánea, pero no estoy segura de si eso es un punto fuerte o una debilidad, porque entra en conflicto con mi capacidad de tomar decisiones y de planificar a largo plazo, que, sin duda, son dos de mis debilidades.

Esta vez, su sonrisa se ensancha. Me besa de nuevo.

—Pues resulta que yo tomo unas decisiones excelentes y mi capacidad de organización a largo plazo es de primera.


—Te sorprendería saber lo mucho que tienes en común con alguien que es justo lo opuesto a ti

—contesto.

—Diría que no dejas de sorprenderme.

—Los polos opuestos se atraen —suspiro.

—Payton —me susurra al oído y me recorre la mandíbula con la nariz mientras me presiona con la rodilla entre las piernas.

—¿Sí?

—Tú también me gustas. —Entonces, me besa en el cuello y nos hace rodar de manera que yo quedo arriba—. Móntame —me ordena y me da una palmadita en el muslo con la mano.

Sonrío. Me incorporo sobre él y deslizo las rodillas para rodearle las caderas.

—Soy muy flexible. Ese es uno de mis puntos fuertes. Literal y físicamente.

—Lo he notado.

Harry abre el condón y se lo pone. Me incorporo lo justo para alinearnos y luego hundo su miembro en mi interior.

Despacio, centímetro a centímetro, mientras me adapto al estiramiento y al sentimiento de plenitud. A la profundidad y al ángulo de la penetración. Harry tiene los ojos clavados en mi entrada y está dentro de mí.

Esa mirada hace que me humedezca todavía más.

Me recorre los muslos con las manos arriba y abajo al mismo tiempo que yo me muevo de arriba abajo encima de él. No me balanceo, así que no obtengo ninguna fricción en el clítoris, pero no me importa, porque la sensación de plenitud al tenerlo dentro de mí es la suma de todo lo que quiero en la vida en este momento. Contraigo los músculos a su alrededor y me apoyo en las rodillas para elevarme; siento en cada centímetro el roce de su miembro en mi interior. Luego, me relajo y me hundo.

Otra vez. Otra vez. Otra vez.

Harry contempla cómo su miembro desaparece en mi interior mientras yo lo miro a él. Me tenso y él gime. Luego, me rodea las muñecas con las manos y me las sujeta a la espalda. El movimiento hace que incline el pecho hacia delante y me tenso en un acto reflejo alrededor de su pene mientras me sujeta las muñecas con una sola mano. Podría deshacer su agarre si quisiera, pero no quiero. Me gusta. Me gusta estar encima, pero que sea él quien está al mando. Me gusta la presión de sus dedos contra la piel y el ángulo de su polla en mi vagina, como si me obligara a reclinarme ligeramente hacia atrás.

Luego, mueve la mano que tiene libre hacia mi clítoris; me gusta la sensación. Ah, me gusta muchísimo. Creo que a él también le gusta porque gruñe «Dios, eres preciosa» mientras me balanceo encima de él. Me lleva hasta la perfección con el pulgar y me siento preciosa. Nunca me había sentido tan guapa con ningún hombre. Creo que, fuese cual fuese la serie de acontecimientos que cruzaron nuestros caminos, esto estaba inevitablemente destinado a ocurrir, predeterminado por el universo. Inclino la cabeza hacia atrás con el cuello arqueado y me invade un orgasmo intenso y rápido, sin previo aviso. La estimulación es demasiado; demasiado abrumadora, demasiado perfecta.

Harry me libera las manos, me acerca a su pecho y me acaricia la espalda. Tiene unas manos


muy agradables, pienso distraídamente. Grandes y fuertes. Buenas tanto para retenerme como para acariciarme. Para cocinar y jugar a juegos de mesa. Para masturbarme, pellizcarme y retorcerme.

—Me gustas más de lo que deberías —me susurra al oído en cuanto me tumbo encima.

Todavía está duro dentro de mí. En cambio, yo soy como un charco húmedo, cálido y colmado de felicidad. Elevo la cabeza de su pecho y lo beso. Mis pezones rozan su piel con el movimiento y el contacto hace que desee más. Me balanceo encima de él, sin dejar de besarlo, mientras muevo las caderas y a él conmigo. Luego, nos hago rodar para que él se coloque encima, pero sigue envolviendo mis piernas con las suyas en lugar de deslizarse entre ellas. Todavía está dentro de mí y siento la penetración distinta, como más fuerte. Una vez más, en esta posición no puedo moverme mucho y cuando entrelaza sus manos con las mías y me embiste, lo único que puedo hacer es gemir de placer y disfrutar de la sensación de su peso sobre mí, dentro de mí. Harry apoya la frente contra la mía. Respira con fuerza y me mira con intensidad. Nuestros brazos están alineados desde los codos hasta la yema de los dedos, apoyados contra el colchón a ambos lados de mi cabeza mientras sus caderas se mueven con ímpetu para alcanzar su objetivo.

—Quería follarte así de espaldas, pero me gusta demasiado mirarte.

—No pasa nada, podemos dejarlo para cuando te irrite hacerlo.

Sonríe. Me muestra los dientes un instante y luego esboza una leve sonrisa mientras me recorre el rostro con la mirada. Luego, me besa y me embiste. Fuerte, profundo, perfecto. Una y otra vez hasta que casi no sé si quiero correrme de nuevo. Estoy tan cerca, tan cerca, tan cerca. Cuando arqueo el cuello y ciño su miembro todavía más, entierra la cabeza en mi cuello y me penetra con fuerza un par de veces más antes de quedarse inmóvil con un gruñido y susurrar lo bien que le hago sentir, lo increíble que le hago sentir. Libero las manos de debajo de las suyas y le envuelvo el cuello con los brazos porque quiero que mi piel esté en contacto con la suya todo lo posible. Porque lo quiero más cerca. Porque me gusta mucho.

Harry me besa las clavículas, asciende hasta el cuello y me acaba succionando el lóbulo de la oreja entre los dientes, lo que me hace cosquillas y me excita al mismo tiempo. Luego, me sostiene la cabeza entre las manos y me besa antes de apoyarse en un codo para quitarse el condón.

Creo que, hasta ahora, no había pensado en este momento. Nunca había sentido este acto tan íntimo, más íntimo que cuando se ha introducido en mi interior. Ese momento en que sale de mi cuerpo después de haberlo hecho, con el condón lleno tras aliviarse y cubierto de mí. En los besos y la forma en que me mira cuando se lo quita.

En cuanto se deshace del preservativo, vuelve a la cama y retira la colcha debajo de mi cuerpo hasta que levanto el trasero y meto los pies bajo las sábanas. Creo que va a arroparme y a dejarme, pero se acuesta a mi lado.

—A o B —susurra mientras juega con mi pelo. Estoy arropada a su lado, con la cabeza y la mano sobre su pecho—. A: gatos o B: perros.

—C: ambos —respondo.

Deja escapar el aire y sé que está sonriendo. Lo siento por su forma de suspirar. Hace que yo también sonría y río.

—¿A: chocolate o B: fresa?

—También la C. Fresas cubiertas de chocolate.

—¿Y si es un batido?

—De fresa.


—¿Y si es un pastel?

—Chocolate.

—¿Helado?

—Chocolate.

—¿Dónut?

—Fresa.

—Eres extremadamente inconsistente.

—Puede. —Me encojo de hombros—. O puede que simplemente sepa lo que me gusta.

—Mmm —murmura Harry.

Sigue jugueteando con mi pelo y siento que estoy en una nube, pero sus caricias me adormecen y caigo rendida varias preguntas después.

Continue Reading

You'll Also Like

103K 13.4K 163
Entra para obtener más información de la historia 💗
8K 406 13
No es la típica historia... #thewattys2016 #nochelle #thenextstep *SOLO ES UN TARADO QUE SE CREE MEJOR QUE LOS DEMÁS...
45.9K 3.9K 10
❝La misma rutina cada viernes y yo sigo esperando que me mires como algo más que una amiga...❞ › Idea original por @aydolan Créditos por la portada a...
188K 8.9K 67
La historia de una chica perdidamente enamorada de un hombre inalcanzable.