Había pasado más de una semana desde el incidente del armario y Harry todavía no podía sacárselo de la cabeza. Todavía no podía creer que había tenido una conversación civilizada con Malfoy. Habían pasado bastante tiempo atrapados en un espacio diminuto y no se habían matado entre sí. Le estaba volviendo loco.
Harry ya había estropeado dos pociones durante las clases porque había estado mirando a Malfoy, recordando el tiempo en que estuvieron juntos en el armario.
—¡Señor Potter! ¡Por favor deje de soñar despierto y al menos finja prestar atención! — La profesora McGonagall lo reprendió. A pesar de ser directora, había aceptado dar clases de octavo año.
—Me disculpo. —murmuró Harry mientras los otros de Octavo año se reían. Pero Harry no estaba prestando atención a los otros estudiantes ni siquiera a Hermione y Ron, quienes lo miraban con preocupación. Estaba mirando a Malfoy, quien lo miraba con una mirada indescifrable en su rostro.
McGonagall continuó con la lección de la que Harry no entendía nada. Miró la parte de atrás de la cabeza de Malfoy. Siguió mirando hasta que terminó la clase.
— ¿Harry? ¿Qué te ha pasado esta última semana? ¡Apenas has estado presente en ninguna de tus clases y todo lo que haces es mirar a Draco Malfoy! Por favor, no me digas que estás volviendo a los mismos hábitos como en sexto año. —dijo Hermione.
—No sé lo que quieres que diga Mione, sólo estoy cansado, ¿de acuerdo? Mis pesadillas han sido peores últimamente. —admitió Harry. No era una mentira, no exactamente. Sus pesadillas no habían sido las normales. Habían sido sobre lo del armario. Y si era honesto consigo mismo, en realidad no eran pesadillas. Eran sueños, y en sus sueños, Malfoy y él se quedaban allí durante horas hablando.
—Bueno, ven a hablarnos de ellos —dijo Ron—. Apenas has hablado con nosotros en todo el año. Sé que la guerra fue dura para ti, ¡pero fue dura para todos! Todos perdimos algo y todos hemos cambiado, esa no es una excusa para alejarte de tus mejores amigos.
Harry pensó en las palabras de Ron por un segundo. Él estaba en lo correcto. Necesitaba dejar de pensar en Malfoy y rehacer su vida.
—Lo siento chicos. Mi cabeza ha estado en otra parte últimamente. Vamos a comer. — Les hizo un gesto para que lo siguieran. Caminaron hacia el Gran Comedor en silencio, pero fue un silencio confortable.
Cuando entraron en el Gran Salón, la fuerte charla cesó. A pesar de que habían estado de regreso en Hogwarts por un par de semanas, los estudiantes más jóvenes todavía estaban deslumbrados por el Trío Dorado.
—Wow Potter, incluso los estudiantes más jóvenes están asombrados de lo horrible que te ves —comentó Draco, con una sonrisa en sus labios—. ¿No puedes dormir por la noche?
— ¡Cállate Malfoy y deja a Harry en paz! —Ron le defendió.
—Después de todos estos años, nada ha cambiado, ¿verdad Potter? Aún tienes a tu perro guardián pelirrojo y tu sangre sucia protegiéndote. Uno pensaría que después de todos estos años podrías defenderte por ti mismo.
Harry sintió que la ira se apretaba en su pecho y alcanzó su varita.
—Deja en paz a mis amigos, Malfoy. Nunca vuelvas a llamar sangre sucia a Hermione. Ni siquiera mereces estar ante su presencia. —gruñó Harry.
—Oh, qué miedo tengo, Potter. ¿Qué me vas a hacer? Y para tu información, no me importa estar ante ninguno de ustedes.
—Deberías estar agradecido de estar ante nosotros, hurón. ¡Si no fuera por Harry, estarías en Azkaban! —Ron gritó antes de apuntar con su varita a Draco.
— ¡Señor Weasley, señor Malfoy y señor Potter! ¡Pensé que después de todos estos años y después de la guerra todos ustedes podrían haber crecido! Pero tal vez esperaba demasiado de todos ustedes. ¡Detención para todos ustedes después de la última clase! —gritó la profesora McGonagall.
—Bien hecho Malfoy. —murmuró Ron.
El día transcurrió como un día normal hasta después de su última clase. Todos habían recibido un mensaje de McGonagall, diciéndoles que fueran a la biblioteca. Harry llegó último, porque había regresado corriendo a los dormitorios para ponerse otra túnica. Se había ensuciado durante la clase de Herbología.
—Finalmente, señor Potter —dijo el Profesor Slughorn. Estaba molesto con Harry por todas las pociones destruidas—. Me gustaría que usted y el señor Malfoy buscaran en toda la biblioteca libros de texto sobre curas para pociones de amor. Se les permite usar la sección prohibida. Señor Weasley, me gustaría que fuera al aula de pociones y limpiara todo.
Hubo una pausa de silencio antes de que Ron hablara.
— ¿Por qué ellos van a buscar libros y yo tengo que limpiar el aula? ¡Eso llevará una eternidad!
—Bueno, entonces es mejor que empiece ahora, señor Weasley.
Ron bufó antes de alejarse.
—Señor, usted sabe que hay curas para las pociones de amor, también sabe que la mayoría desaparece con el tiempo, ¿por qué nos hace buscar algo bien conocido? —Draco cuestionó.
—Debido a que ambos necesitan aprender a trabajar juntos. No me importa si sé que hay curas, trabajen juntos para encontrar la mejor. Quizás aprendas a llevarte bien y dejes de hacer estallar las cosas en mi clase. —Slughorn le dio a Harry una mirada mordaz.
—Por supuesto, señor. — asintió Draco antes de mirar a Harry y dirigirse hacia las estanterías.
Harry vio cómo Draco buscaba estratégicamente ciertas secciones. Se encogió de hombros y se dirigió en la dirección opuesta, deambulando sin rumbo fijo por la sección prohibida.
Mientras caminaba y miraba los títulos, en su mayoría vio cosas sobre magia oscura. Harry estaba harto de la magia oscura. Entonces un título llamó su atención.
— "¿Cómo aprovechar tu magia?" —leyó en voz alta.
Harry agarró el libro y lo deslizó en su túnica cuando una mano golpeó su hombro.
—El gran Harry Potter hablando solo y robando libros. ¿Quién diría que el Salvador se volvería loco? Tal vez como Lunática Lovegood.
—Maldita sea Malfoy, me asustaste. ¿Qué quieres idiota?
—Encontré lo que necesitamos. Pero si quieres seguir buscando, adelante. Pero preferiría terminar con esto lo antes posible.
— ¿Por qué fuiste amable conmigo? —dijo Harry— No tenías que serlo, pero me ayudaste a calmarme. ¿Cuál fue tu motivo?
Draco soltó una risita burlona.
— ¿Por qué siempre tengo que tener un motivo, Potter? Y sólo lo hice porque desearía que alguien hubiera estado allí cuando lo necesitaba. No confundas mi único acto de bondad con el de ser amable, Potter. Tú no eres mi amigo.
Harry no estaba seguro de por qué eso pareció lastimarlo por un segundo. Pero rápidamente reemplazó esa emoción con ira.
—Bien, no me gustaría ser tu amigo de todos modos, Malfoy. —respondió Harry, pero sabía que era mentira.
Malfoy sólo le dio una mirada gélida antes de darse la vuelta y caminar hacia una mesa. Harry suspiró abatido, pateándose mentalmente, antes de seguir a Draco a una mesa.
Harry tomó el primer libro y lo hojeó, sin leer realmente nada.
—No me extraña que no seas bueno en la escuela. Ni siquiera puedes leer. —comentó Draco, mirando a Harry pasar las páginas sin pensar, sin siquiera mirar el libro.
Harry pensó un poco en cómo responder.
—No he tenido mucho tiempo para concentrarme en la escuela. Ahora que lo tengo, realmente no sé cómo hacerlo. —admitió.
—Sólo abre esos ojos tuyos y concéntrate. No todos queremos estar aquí durante horas.
Eso hizo que Harry se detuviera.
—Espera un segundo, Malfoy. ¿Por qué sigues aquí? Eres un genio de las pociones, sabes curas para las pociones de amor. No necesitas investigarlo.
—Lección número uno para ser bueno en la escuela Potter, no existe tal cosa como ya saber demasiado sobre algo. Incluso si crees que lo sabes todo, es probable que puedas saber más.
—Eso es realmente inteligente, Malfoy. —Harry no estaba seguro de por qué Malfoy diciendo algo así lo sorprendería, pero lo hizo. Aquí estaban de nuevo. Teniendo otra conversación civilizada.
—Sí —dijo Draco torpemente—. Pansy solía decir que yo daba buenos consejos.
El profesor Slughorn los interrumpió.
—Algo ha sucedido y se ha llamado a una emergencia. Tengo que irme, así que por el momento terminamos con esta detención. Me gustaría que ambos escribieran dos páginas sobre la mejor cura y por qué es la mejor. Ahora vuelvan a sus dormitorios y quédense allí.
— ¿Qué pasó profesor?
—Nada que pueda preocuparle, señor Potter. Ahora regresen a sus dormitorios y quédense allí.
Slughorn se fue a toda prisa dejando a los dos chicos sentados allí, mudos y mirándose el uno al otro.
—Supongo que debemos irnos a nuestros dormitorios. —dijo Draco.
— ¿Dónde está tu lado aventurero, Malfoy? —Harry le lanzó una sonrisa— Sigámoslo.
Draco hizo una pausa y miró a Harry a los ojos. Al encontrar lo que estaba buscando, asintió.
—Está bien Potter, abre el camino.