La cabeza de Nico empezó a pesar otra vez, de pronto volvía a tener muchas ganas de dormir. El hambre también le atacó de golpe y siguió comiendo, con ansia, intentando llenar ese vacío de valentía del que Will hablaba. Un doloroso escocer le quemó el brazo pero se contuvo de quejarse, no podía permitirse más cuidados de este chico que creía inocente.

—Llevaba puesto un anillo en el dedo anular, con forma de calavera y decorado con piedras negras, lo hicieron en Nanhai. Fue un regalo.

—Para no hablar mucho se te da genial cambiar de tema. Toma —metió la mano en el bolsillo de su camisa y sacó la joya.

Estaba manchada de sangre seca y al estirar la mano le costó acordarse de que no podía. Alargó la otra con la intención de cogerlo pero Will sujetó sus dedos y lo colocó en el anular, igual que lo llevaba antes.

—Lo tirarías al suelo antes de pedirme ayuda.

Will sonrió, y aunque el tercero de los Soles ya se escondía por el horizonte la estancia se iluminó ante los ojos de Nico. Al parecer se animó porque siguió hablando, comía lento para que fueran al mismo ritmo y le contó los más mínimos detalles de sus últimas semanas, incluso de su infancia, su familia y su trabajo. De las ganas que tiene de poder visitar Celestia y como está estudiando unos nuevos remedios. Supuso, que le dijo todo aquello que ya no le podía decir a sus hermanos.

***

El alcohol dio paso a unas incontrolables carcajadas. Hasta las aves les graznaban pero no podía importarles menos. Sostenían los vasos con miedo de que se les escapara y bebían con ansias de que fuera el último trago, tumbados en el suelo unieron sus voces en alegría, animando a disfrutar a las paredes que les protegían de oídos externos.

—No sé ni cómo lo hicieron pero nos estaban persiguiendo por todo el pueblo —reía Will—, y las muy locas se cayeron en la entrada.

Nico también reía con ganas. Hazel seguro que habría dicho algo sobre cómo era uno de los sonidos más raros de Idhún, pero porque estaba reservado para ciertos momentos y personas. También le repetía que tenía que hacerlo más ya que era algo dulce bajo el vasto exterior. Se preguntaba si Will pensaba igual.

—Nosotros jamás hicimos nada por el estilo, Hazel es demasiado inocente y nos habría delatado antes de que empezaran a preguntarnos, aunque no quisiera —dijo una vez calmado—. Tu comportamiento debe ser perfecto, o más bien, como ellos quieren que sea. Además Bianca me habría arrancado las escamas si hubiera intentado engañarla.

—¿Quién es Bianca?

El rey le miró sorprendido. No ante su pregunta, pero al que le haya dado suficiente información como para formularla. Sabía que tenía que contenerse, pero una vez que lanzas la roca al mar, esta no parará de hundirse.

—Mi otra hermana.

—¿Tienes dos?

—Tenía —contestó—. Las víctimas de guerra no pertenecen a un solo lado.

La conversación se acabó a la vez que la botella y la casa se marchitó de nuevo. Nico, quien se empezaba a acostumbrar a usar sólo su brazo derecho, recogió los vasos para ponerlos en remojo. A pesar del último tema que habían tocado, sus labios seguían decididos a empujar hacia arriba en una sonrisa, como si pudieran desobedecer las órdenes de un rey.

—Ven, háblame sobre ella. Sobre las dos. Que yo soy un pesado y casi no te he dejado.

Will se había subido a la cama y bostezaba contra el almohadón. Nico se acercó a una de las sillas cuando con unos golpecitos el otro le indicó que se sentara en el colchón. La bebida le obligó a andar e hizo lo que le pidió, se dio cuenta de que para no gustarle las normas, hacía bastante caso a los demás.

El Amanecer del Cuarto SolWhere stories live. Discover now