✙ |Capítulo 3| ✙

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"No importaba que tan santa pretendía ser, porque al lado de él... Siempre prefería arder en pecados y pasión oscura."


La noche ya estaba llegando al pueblo de Villa Paradium, a la mañana siguiente ya se cumplirían cuatro días desde que había comenzado a ser acosada por un caliente, psicótico y perverso demonio de belleza fría, pero al mismo tiempo aterradora, además no solo era un simple demonio, claro que no, era el jodido rey del infierno, y para añadirle más fuego al asunto, él había sido quien asesinó a los siete príncipes del infierno... Estaba tan loco.

Él dijo algo sobre que yo ya no era la favorita de Dios, seguía insistiendo que me conocía de hacía mucho tiempo y mierda, jodidamente comenzaba a creerle un poco. ¿Así de enferma estaba? Pues sí.

La mayoría de las cosas que salían de la boca de Aedus, eran o muy espantosas, o muy calientes. —Debía jodidamente admitirlo...—Así que en ese momento me encontraba en un limbo y no sabía con precisión que hacer.

Como dije antes, la noche ya había caído y yo seguía sentada en mi habitación sin saber que hacer, hacia media hora había decidido darme una ducha, y aquello lo había hecho con las luces apagadas, esperando que el jodido demonio no pudiera ver mi desnudes, sin embargo, sus palabras me mortificaron y al mismo tiempo me incendiaron, cuando penetraron mi mente al momento que estaba dándome la ducha.

—«Solo para que sepas, mi querida, yo también puedo ver perfectamente en la oscuridad. —Se burló desde mi habitación. —Sé que tienes once pequeños lunares por toda la espalda, alguna vez los conté, alguna vez los lamí.»

Cuando él había terminado de hablar en mi mente, de repente dos pensamientos habían llegado a mí con una velocidad sorprendente; el primero era el hecho de que necesitaba urgentemente el tapar mi desnudes, y el segundo, mucho más oscuro y vergonzoso, era la cuestión de que estaba muy húmeda y condenadamente me urgía el masturbarme.

¿Qué? ¿Cómo? ¡Blessed Diums!

Me regañé mentalmente cuando descubrí o, mejor dicho, entendí lo que acababa de pensar. —¿Masturbarme? ¿Por él? ¿Un jodido psicópata? — Estaba más enferma de lo que quería aceptar.

En ese momento comprendí que estaba cayendo en tentación y me sentí más angustiada que antes, sabía que él podría leer mis pensamientos y en cualquier momento sabría que estaba pensando en él y en masturbarme. —¡Mierda! —, no sabía cómo desechar esa idea, no quería que el atractivo y perverso demonio se diera cuenta de lo que estaba haciendo en mí, por tal razón, apenas salí del baño con mi pijama blanca, decidí comenzar a pensar en Dios y los angelitos.

—Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, aleja a los asquerosos demonios de mi vida y... —Comencé a orar mentalmente, tratando de parecer super casual.

¿Sería pecado el orar justo después de pensar en masturbarme por haberme calentado con el rey del infierno? Estaba jodidamente segura de que aquello era un gran pecado...

Perdón, Dios; ese maldito me tienta tanto...

Al entrar a mi habitación lo encontré a él tirado en mi cama como si nada, su largo cuerpo estaba relajado y su mirada oscura se encontraba fija en la puerta, como si hubiese estado esperando mi entrada desde que había salido.

OSCURA INVOCACION IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora