Sin poder evitarlo más

Start from the beginning
                                    

—Siéntate para que pueda ayudarte.

—Aprecio tus intenciones, sin embargo, me veo en la obligación de negarme. —Estiró el brazo, transcribiendo en su computadora sin molestarse en ver la pantalla.

—¿Q-Qué haces?

—Trabajo.

—¡No puedes trabajar en esas condiciones!

—Ya lo estoy haciendo.

—¡Ryuzaki!

—Light, perdí bastante tiempo cuidando al gato.

—Si tus heridas se infectan vas a perder tiempo de vida. —contraatacó Light.

—Tengo la teoría de que el universo está tratando de recuperar su equilibrio tratando de matarnos constantemente, así que, no hay nada que podamos hacer en estos momentos. 

Light le cerró el portátil en la mano.

—Eso fue descortés. —Se quejó L desganado.

—Ryuzaki, no seas un dolor de cabeza y siéntate.

Resignándose, el detective le hizo caso luchando por no desmoronarse.

—Bueno, primero tendré que sacar las espinas de tu cuerpo. —Cogió unas pinzas.

—Las espinas... —L se alzó la camisa y observó sus brazos, abdomen y hombros llenos de ellas. ¿Por qué Watari habría escogido un jardín con flores así? —No, no tengo ganas; va a doler y conociéndote será peor. Ahora, si me disculpas; que tengas buenas noches, Light. —Llevándose la computadora a su dormitorio, estuvo a punto de cerrar la puerta, pero Light metió el pie.

—Tranquilízate, Ryuzaki —mitigó Light—. Solo acuéstate y deja que me encargue.

—No quiero. 

—Tus heridas se van a infectar.

—Bueno, ya será el destino...

—Solo hazlo.

Refunfuñando, L hizo lo indicado de mala gana.

—Eres muy injusto. —protestó L.

—No, tú eres infantil. —contradijo Light.

Hmm, doctor Yagami... —bromeó L.

—No soy doctor.

—Los doctores suelen ser más alegres. —L fingió decepción.

—Con pacientes insoportables no puedes pedir mucho.

—Si hago esto, ¿recibiré algo a cambio?

—Te traeré una piruleta si dejas de quejarte.

—Más te vale. —dijo L descontento.  

El castaño fue sacando púa por púa con cuidado, depositándolas sobre un recipiente.

—Auch.

—Lo siento...

—Auch.

Tsk...

El azabache tenía los labios en una firme línea recta resistiendo el impulso de golpearlo y escapar de ahí, para poder durar en paz aunque fuera por una mañana, un día, una semana; ya no importaba. Cada pellizco era peor que el anterior, y su habitual calma se estaba yendo rápidamente.

—Quítate la camisa. —ordenó Light, habiendo finalizado con los brazos.

—No.

—Ryuzaki... —advirtió Light.

Juntos ✧「 Lawlight 」Where stories live. Discover now