Caos

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Light miró su reloj, inquieto

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Light miró su reloj, inquieto. El taxista que los llevaría al aeropuerto tenía un retraso de treinta minutos y su vuelo salía en unas horas. La impuntualidad lo ponía de nervios; para alguien como el castaño, eso dejaba mucho que pensar de alguien, aún así, había algo bueno en él que trataba de tenerle paciencia a la gente, por eso, no sacó conclusiones apresuradas.

Gracias a ese particular rasgo suyo, fue que terminó con L en otro continente.

De todos modos, el Uber que había escogido tenía un chófer con buenas reseñas, así que no tenía de que preocuparse.

—Me pregunto qué habrá pasado. —comentó algo preocupado.

L, a su lado, desayunaba una dona que compró en el restaurante del hotel, lamiéndose los dedos con tal de no perderse ni un poco del glaseado. Había despertado de un pésimo humor, aunque se le había pasado en parte por la comida. Cada vez tenía más sueño y no podría dormir hasta que se subieran al avión.

—Hay un setenta por ciento de probabilidades de que se haya olvidado de nosotros y no nos recoja —respondió—, lo cual sería poco profesional de su parte.

—No digas eso. —regañó Light.

—A cada minuto las posibilidades aumentan. —Se encogió de hombros.

Light suspiró y sacó su celular. Estaban en una plaza con un montón de equipaje gracias a Watari. El cielo se estaba nublando, en señal de que llovería pronto. Esperaba que eso no afectara su vuelo, porque les costó mucho conseguirlo, ya que todos se estaban desesperando por el virus y cada vez habían menos cupos para viajar.

—Intentaré mandarle un mensaje. —avisó.

Desbloqueó su teléfono y no pasaron ni unos segundos antes de que se apagara de la nada. Suspiró frustrado, porque era la milésima vez que eso le pasaba en la mañana; le llevaba fallando un mes entero, ¡apenas lo tenía desde hace menos de un año y ya tenía los días contados!

—¡Vamos, enciéndete! —Golpeó el móvil contra el respaldo de la silla en donde se encontraba.

—Gritarle al celular no te ayudará.

Light lo observó entrecerrando los ojos, pero no dijo nada y volvió a intentarlo con más fuerza.

—Golpearlo es contraproducente —L se puso un pulgar en la boca con diversión—. Me pregunto por qué la gente cree que eso funciona...

El castaño se quedó callado y resopló, rindiéndose y guardándolo de vuelta. No tenía caso seguir intentando que sirviera. También tenía rota la pantalla y todo fue por un descuido muy tonto de su parte; no podía dejar de acordarse de ese día tan humillante.

Todo comenzó una tarde donde decidieron ir a la piscina del hotel a ver qué tal era. Light aprovechó el tiempo para broncearse y L se quedó bajo el toldo; pero luego de un rato les dio hambre. Metiendo su celular en el bolsillo, fue con el azabache a comprar algunos aperitivos.

Juntos ✧「 Lawlight 」Where stories live. Discover now