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Acomodé mi vestimenta una vez más y me observé al espejo; siempre acostumbraba llevar algo de color negro cuando visitaba el lugar que menos me gustaba en el mundo.
—¿Estás lista Alexa?—la voz de Karan se escucha tras de mí y solo atino a asentir con una mueca—Sé que es difícil, pero es mejor que vayamos ahora, el clima está en nuestra contra hoy y parece que lloverá.
No digo nada y me volteo para agarrar mi teléfono y antes de salir, observo el pequeño marco con una foto de Cameron y yo, ambos con una gran sonrisa.
Seré fuerte. Trataré de serlo por ti.
《♥︎☆♥︎☆♥︎》
Después de un camino un poco largo y silencioso, ambos llegamos al cementerio y nos bajamos del auto sin prisa ni nada.
Sabía que a Karan le afectaba tanto como a mí, pero ambos habíamos sido amigos desde hace mucho tiempo y estar juntos al visitar este lugar nos hacía bien.
Suspire al cruzar el pequeño umbral de flores que había en la entrada y pensé: ¿esto es para que me sienta mejor? ¿Al ver algo lindo me hará olvidar el propósito de la visita? Porque no funcionaba, en absoluto.
Tomé el brazo del moreno para darme apoyo y sin emitir palabra, ambos caminamos por el camino de piedras que habíamos recorrido bastantes veces y llegamos a nuestro destino, pero como la mayoría de veces, detuve el paso al estar cerca de la lápida.
—Tranquila—Karan poso paso su brazo por mis hombros y me dio un pequeño abrazo—Puedes hacerlo.
Asentí, pero no me moví de mi lugar.
—Tal vez no sea el mejor dando fuerzas o consolando como él, pero puede asegurarte, que él querría que te acercaras aunque sea por unos minutos.
Eso me dejo aún peor. Lo extrañaba, en serio extrañaba escuchar las risas de Cameron al hacer una broma. O el calor que me brindaba al darme un abrazo. Siempre tan alegre y amable con cualquiera que estuviera con él, a veces despertaba y como si nada hubiera pasado llegaba hasta la cocina esperando encontrarlo comiendo panqueques o viendo un juego de básquetbol con emoción... pero luego caía en cuenta, de que mi realidad no era esa. Al menos, ya no lo era más.
Me arrodillé frente a la lápida cuando por fin tuve el valor de hacerlo, y retire algunas hojas que volaban por su caída de sus respectivos árboles. Karan imitó mi acción y se sentó frente a esta dejando unas pequeñas flores sobre esta.
—A veces me siento débil—admití—Siento que no podré hacerlo sin él.
—Hey, no digas eso—dijo Karan—Siempre puedes seguir, él sigue estando contigo. Con nosotros.
