Capítulo VII

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Pasan los días y se hace interminable esta agonía.

La mente se me hace de muchos pensamientos, ideas, cuestionamientos hacia mi propia actitud frente a la vida y a las distintas situaciones que me propuso el destino.

No podemos seguir tomando la vida a la ligera, pienso, lo pienso mucho, muchas veces tome la vida desinteresadamente, viviéndola sin querer o sin saber, la juventud se pasó en un pestañeo, las acciones al final (y ahora lo sé) pesan o nos alivian, y es casi una cárcel, incluso una cárcel es mejor que estar postrado en esta camilla, aislado de mi familia, con el tiempo contado para poder verlos y con una sentencia de muerte.

Mientras pienso en esto llega el horario de visita y Fabiola me sorprende mirando hacia la ventana.

- ¡Papá! – me dice mientras me sacude con ambas manos. – ¿En qué piensas? Entre y te salude y no respondías, me asuste al verte mirar a la ventana sin moverte y sin responder a mi saludo.

- Discúlpame hija, estaba pensando, aquí tengo mucho tiempo para pensar. – Dije con una sonrisa tenue.

-Y ¿En qué pensabas? Papá. – dijo mientras se sentaba en una silla al lado de mi hombro, se arregló el cabello detrás de sus orejas y sobrecargo sus codos sobre sus rodillas.

- En todo hija, en ti, en Richard, en mamá, en mis hermanos, en mis amigos, en la vida, en mi vida, en Kiara.

- ¡Uy estás pensando en mi mama! Ja ja ja – dice riéndose y haciendo escándalo y medio. Fabiola siempre me saco una sonrisa con sus ocurrencias.

- Ja ja ja ¡no! – Digo riéndome – es que es inevitable, por mí y en especial por ustedes. Siempre pensé mucho en ustedes, en cómo les afectaba el que este lejos mientras crecían, desde niño siempre pensé que sería un buen papá, pero creo que falle en ese aspecto desde que descuide a tu madre por el bendito trabajo. ¿Te digo algo? – movió la cabeza afirmando - Nunca dejé de amar a Kiara, yo solo quise darles lo mejor, pero eso tuvo consecuencias. Ahora lo sé, la familia no se compra.

- No pienses así, para mí siempre fuiste un gran papá, hubieron momentos en los que no estuviste pero cuando estabas fue fantástico. - Confesó cuando bajaba la cabeza y sonreía. - ¿Recuerdas cuando me cargabas sobre tus hombros?

- Claro que lo recuerdo, cuando regresaba del trabajo corrías a mi encuentro saltabas sobre mis brazos y te trepabas sobre mi hombro. - Que recuerdos digo para mis adentros, mientras en mis ojos se proyectan los momentos que recordamos.

-Tengo grandes recuerdos de mi niñez, no te culpo de nada a decir verdad.

Se escucha la perilla moviéndose

- No digas nada de lo que hablamos. - Le dije en voz baja y un guiño, ella respondió con un guiño.

- ¿Interrumpo? – Dijo Kiara asomándose por la puerta.

- Pasa por favor, no interrumpes. – Respondo de inmediato a lo que ella responde con una sonrisa.

- Papá y yo estábamos hablando de... - Le aprieto la mano y Fabiola sonríe.

- ¡Ben! Pero mira lo rojo que te has puesto. – Dijo Kiara, y Fabiola bajo la mirada y sonrió como quien de sus maldades se acuerda.

- ¿Ah? Eh, debe ser por el calor que se siente aquí, ya sabes... -Fabiola cerro los ojos tratando de tranquilizar una carcajada que estaba a punto de explotar.

- ¿Pasa algo Fabiola? – Dijo Kiara tratando de buscarla con los ojos, mientras que Fabiola escondía una risa detrás de su cabello suelto.

- No mamá, todo está bien. – dijo sonriendo.

Apocalipsis 21: 4Where stories live. Discover now