Solos cuando avanzo algunos pasos, y el sentimiento de tristeza que me embargo dentro de ese lugar. Uno nuevo me hace estremecer y antes de poder reaccionar los siento.


Un grito queda silenciado en mi garganta al momento en que cubren mi boca mientras me arrastran unos pasos, noto como me alejan de la calle y me estampan contra la pared del callejón.


—Nos volvemos a ver, Lynn—respiro agitadamente contra la palma que cubre mi boca.


Los marrones ojos de Fabricio me miran desde arriba con arrogancia, aun cuando ha pasado casi un año desde la última vez que lo vi, noto que no ha cambiado en nada, salvo su cabello negro que antes era un poco largo, ahora está cortado al ras.


No logro formular bien la pregunta, pero sé que mi "¿Qué quieres?" aun cuando quedo silenciado contra su mano fue escuchado por la sonrisa que empieza adornar su rostro, suelto un pequeño quejido cuando usa un poco más de fuerza y me estampa nuevamente contra la pared lográndome un dolor agudo en la espalda, me quedo adolorida mientras se aparta de mí. Cuando lo veo logro darme cuenta que no estamos solos, cuatro jóvenes que seguramente apenas están empezando a cazar lo acompañan y los conocidos ojos de Zeth me saludan desde una esquina.


—Creí que las palabras de nuestro amigo—alza su brazo en dirección de Zeth—. Habían sido suficientes, pero al parecer es necesario que te lo advierta directamente—dice como si verdaderamente lo lamentara—. Hemos sido muy piadosos contigo, Lynette. Pero no quieras vernos la cara de idiotas, no quiero volver a verte con esos intrusos.


—Yo no...


—Me importa poco lo que estuvieras haciendo—me interrumpe—. Si vuelves a tener contacto con ellos, hare que la vida que has llevado hasta ahora solo empeore. Y sabes qué puedo hacerlo.


—¿Qué vida? —sonrió sin ganas—. Lo que tengo no es vida. No seas tan hipócrita Fabricio, ruego día y noche porque vengan a matarme. Así que deja tus amenazas para cuando verdaderamente las necesité, no hice nada malo.


—Sabes que Patrick está inquieto con estos hombres aquí, no te hagas la desentendida—me advierte—. Si aún tienes un poco de razonamiento, harás lo que te digo, no vuelvas a acercarte a ellos Lynette, te lo advierto.


Por segundos estoy tentada a decirle que la advertencia viene e vano porque ninguno de os dos hermanos volverán a dirigirme la palabra o simplemente mirarme, pero solo guardo silencio y bajo la mirada.


—¿Tu madre nunca te dijo que no debes amenazar a una mujer?


En el momento la pregunta me confunde y me deja aturdida, la mirada que Fabricio me da me hace saber que también está en las mismas condiciones. Solo cuando logro entender que ninguno de ellos fue quien hablo miro a nuestro costado encontrándome con uno de los gemelos.


Tardo unos segundos en captar cuál de los dos es y solo por la expresión de desinterés y su postura, apuesto que es Isaac. Mis ojos reconocen mi abrigo colgando de uno de sus brazos.


—No te aconsejo meterte en esto—le dice Fabricio mirándolo con cautela.


—No pedí tu estúpido consejo—aclaro el susodicho avanzando varios pasos en nuestra dirección—. Aunque, si le pediré que deje de dar advertencias.


—No sabe...


—Tú no sabes, así que guarda silencio—lo callo—. Ella es libre, por lo tanto, no tienes ningún derecho a darle ordenes, mucho menos decirle con quien debe o no relacionarse.


—Ella no es libre—contradice Fabricio—. Es muchas cosas, menos libre. Así que, no te metas donde no te llaman—pide y veo como Isaac da un paso en su dirección—. Este acto no es solo contra mí, es contra mi manada.


—Me importa poco contra quien sea—veo como una leve sonrisa empieza a formarse en los labios de Isaac—. Mientras ella sea libre—recalca esta ultima palabra—. No dejare que un idiota como tú, crea que pueda darles ordenes, ¿Entiendes? —estoy casi segura de que Fabricio le contestara, pero solo al último segundo cierra su boca y tanto el como yo solo guardamos silencio ante el cambio en los ojos de Isaac—. ¿Entiendes? —un estremecimiento me recorre cuando vuelve a hablar y su oz sale muy diferente a la normal.


El sentimiento de orden, mandato y superioridad que me embarga proveniente de él, asfixia. Y solo pasan instantes antes de que Fabricio baje su mirada y de un paso hacia atrás.


Soy consciente de que la mirada de Isaac persigue a cada uno de mis atacantes hasta que desaparecen de su vista. Pero aun así no logro calmarme.


Mierda.


Mierda.


¿Qué ha hecho?


Quiero preguntárselo, gritárselo si es necesario. Pero los imponentes ojos que me miran desde su altura me silencian. 



Me disculpo por tanta inactividad, estoy liada con tareas, pero intentare subir seguido (:

SuyaWhere stories live. Discover now