28 | Encajar

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28.


Encajar.


La molestia aun seguía, entre dormida todavía podía sentirla en mi rostro, la apartaba y aun así volvía. Internamente quise quejarme mucho mientras intentaba salir de mi propio sueño y abrir mis ojos. Entre el esfuerzo y la ensoñación que aún tenía podía notar la suave oscuridad que aun reinaba en la cabaña, era de noche.


Pude enforcarme bien cuando noté que mi molestia no era nada, sino más bien alguien. A pesar de la poca luz que recordaba provenía desde el extremo de la cocina, mis ojos podían ver a la perfección a Isaiah. La calma de su rostro y la tranquilidad que inspiraba su mirada mientras no dejaba de verme me gustaba, me lo transmitía.


El cansancio y la confusión dejaron de nublar mis pensamientos al momento en que una pregunta se logro formular en mi cabeza. No tuve oportunidad de decirla cuando una mano firme empezó a acariciar mi tobillo. Isaac.


—¿Caí rendida? —pregunto notando como mi cuerpo está cruzando la cama de esquina a esquina, boca abajo apenas tapado por una sabana.


Isaiah me sonríe antes de asentir.


—¿Cómo te sientes? —noto que no es una simple pregunta la que me hace al momento en que Isaac detiene sus caricias, esperando.


—Demasiado bien—mi respuesta es lenta—. Ustedes son...intensos.


Creo que mi respuesta llega a calmarlos, las caricias retornan su camino e Isaiah continúa mirándome en paz. El silencio que precede el lugar es perfecto. Me relajo aun mas cuando empieza a trazar mi brazo con su toque.


—Son demasiados buenos en esto—no puedo evitar comentar rompiendo el silencio—. ¿Han compartido muchas mujeres? —pregunto con mera curiosidad, Isaiah guarda silencio, pero escucho bien la suave risa que proviene desde atrás.


—Eso no es algo que quisiéramos que supieras.


—Solo es curiosidad—suspiro bajo sus manos.


—Nosotros siempre fuimos demasiado curiosos—comenta Isaiah.


—Lo compartimos todo. ¿Porque no una mujer? Esa fue la lógica que tuvimos cuando lo hicimos la primera vez. Era para probar.


—¿Entonces?


—Lo disfrutamos—responde Isaiah—. Se volvió algo casual. Y cuando decidimos buscar una mujer para los dos, fue de ayuda.


Guardo silencio una vez que mi curiosidad es saciada, una parte de mi quiere preguntar quienes, cuando y como, pero esa parte también se alimenta de esa molestia que crece en mí, alguien más los pudo tener por completo antes que yo. El sentimiento se instala, no se va y me sorprende, no son pensamientos que antes me hubieran molestado.

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