19 | Ella

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19.




Ella.




—Qué bonito—murmuro mientras no puedo apartarme de la ventana.


—Nuestra madre a mandado este territorio desde que era muy joven, hizo un magnífico trabajo—informa Isaiah y logro distinguir el noto de orgullo en su voz.


—Es sorprendente—admiro—. No se ven muchas mujeres al mando.


Aunque ambos asienten a mis palabras, no dicen mucho al respecto. Mientras mis ojos no se apartan de la parte de la manada donde esta "la ciudad" lo cierto es que cada territorio tenía su pequeña zona centro, muchos estaban bien "puestos" tenían lo necesario y bien. Pero las grandes manadas, incluyendo las manadas Price, tenían más de lo necesario, verdaderamente eran muy influentes.


La puesta del sol pronto se haría realidad, lo cierto es que según las palabras de los gemelos llegaríamos a la gran casa en unos cuantos minutos, era sabido que las "casas grandes" incluyendo las de los jefes, siembre estaban muy internadas dentro del territorio, era ley.


El territorio en manos de Myriam Price estaba a un costado de un bosque, mientras que el otro lado estaba dividido por una gran muralla que estaba detrás de grandes árboles puestos para tapar todo lo que pudieran. Algunas casas estaban tan alejadas, mientras otras estaban en plena zona centro.


Según qué tipo de lugar era, mayormente donde se hacía una casa era decisión de cada uno, no era necesario pedir permisos, solo escoger el lugar adecuado.


Un lugar indicado para ser felices, formar una familia y morir en paz.


La vida de los cambiantes era tan simple y tan anhelada. Ellos no aspiraban a más, pero lo tenían todo. No necesitaban años de estudios para saber con respecto a una especialidad, eso se pasaba de persona a persona por medio de la experiencia. No necesitaban trabajar años y años para lograr tener algo digno, sino que lo tenían, porque todo era para todos, el trabajo era equitativo al igual que los resultados.


No se preocupaban por el mañana, ellos vivían el día a día, preocupados por volver, por mantener eso que tanto aman, su paz y su libertad. Porque los cambiantes eran eso, libres.


Aunque la especie humana tuviera sus derechos y libertades, nunca serian verdaderamente libres y lo sabían, sabían que todas esas leyes eran cadenas para ellos.


Para alguien como yo que había crecido entre los dos mundos, más humana que otra cosa. Podía apreciar ambas partes con claridad y aunque se parecían, eran muy opuestas.


—Estas muy callada—dejo de ver la ventana y me encuentro con el rostro de Isaac girado a mi dirección.

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